La Primera República Española: Desafíos, Presidentes y el Golpe de Pavía
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La Primera República Española (1873-1874)
Tras la abdicación de Amadeo I en febrero de 1873, las mismas Cortes que habían aceptado su renuncia proclamaron la República ese mismo día. Es importante destacar que la bandera de España mantuvo su diseño bicolor, formada por dos fajas rojas y una amarilla de doble anchura entre ellas. Esta, por lo tanto, fue también la bandera republicana de la Primera República, a diferencia de la que sería adoptada en la Segunda República (1931).
Desafíos y Problemas Fundamentales
Además de los problemas heredados de periodos anteriores, la Primera República enfrentó una serie de desafíos internos y externos que minaron su estabilidad:
- La escasez de republicanos en un país mayoritariamente monárquico o indiferente a la forma de gobierno.
- La percepción de la República como un proyecto políticamente ultraextremista por amplios sectores de la sociedad.
- La profunda división interna de los republicanos, que se fragmentaron en diversas facciones:
- Unitarios: Partidarios de un Estado centralizado.
- Federales: Considerados los más revolucionarios, abogaban por un modelo descentralizado y se subdividían a su vez en:
- "Benévolos": Partidarios de implantar el sistema republicano federal desde las Cortes, de manera legal y ordenada.
- "Intransigentes": Partidarios de implantarlo mediante la insurrección y la acción directa.
Los Cuatro Presidentes del Poder Ejecutivo
La Primera República tuvo cuatro presidentes del poder ejecutivo en su breve existencia, reflejo de su inestabilidad:
Estanislao Figueras
Estanislao Figueras convocó elecciones a Cortes Constituyentes, que registraron un alarmante 60% de abstención. A pesar de ello, las Cortes proclamaron la República Federal. Ante la magnitud de los problemas, Figueras huyó del país.
Francisco Pi y Margall
Francisco Pi y Margall, el gran teórico del federalismo, tuvo entonces su oportunidad. Intentó aprobar en las Cortes una constitución republicana federal que proclamaba como estados a las regiones españolas, incluyendo a Navarra como un Estado distinto de Vascongadas, debido a la insistencia de los diputados navarros. Sin embargo, durante su mandato estalló el cantonalismo, una insurrección que proclamaba como estados independientes diversas partes de España, algunas en guerra contra la República de Pi y Margall y otras incluso entre sí.
Nicolás Salmerón
Nicolás Salmerón tuvo que emplear el ejército para sofocar la insurrección cantonal. No obstante, se negó a firmar las penas de muerte exigidas para disciplinar al ejército, lo que le llevó a dimitir.
Emilio Castelar
Emilio Castelar, el más famoso de los republicanos, asumió el gobierno de forma dictatorial. Cerró las Cortes y trató de controlar por la fuerza la insurrección cantonal. Los cantones fueron siendo sometidos, a excepción del de Cartagena, que contaba con la flota. Madrid, por su parte, no se sumó a la insurrección.
El Golpe de Estado del General Pavía
Ante la inminente destitución de Castelar y el temor al triunfo del carlismo, que se veía como una consecuencia probable del desprestigio del liberalismo bajo la República, se preparó un golpe de Estado. El 3 de enero de 1874, el general Pavía disolvió por la fuerza las Cortes y obligó a los jefes parlamentarios a establecer un caudillo de la República más estable. Se decidió nombrar a Francisco Serrano como presidente de la República.
Este evento marcó el regreso al punto de partida, tras el agotamiento y fracaso de todas las formas de Estado ensayadas durante la Revolución Liberal de 1868, conocida como "La Gloriosa": monarquía liberal, gobierno provisional, regencia, monarquía democrática, república unitaria, república federal e interinidad, para finalmente retornar a la monarquía liberal. La Revolución de 1868 había comenzado al grito de "¡Viva España con honra!".