Análisis - 2º fragmento del mito de la caverna

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En este fragmento de El Mito de la Caverna, Platón propone la idea de que uno de los prisioneros que se haya en el mundo de las cosas, es decir, en el interior de la caverna, sea desatado y, como dice el propio Platón, “curado de su ignorancia”, y además, que fuera obligado a darse la vuelta y a mirar hacia la luz. Con esto quiere decir que el prisionero empiece a comprender que si hay una luz en la caverna es porque tiene que haber también una salida. A este hombre Platón lo compara con un filósofo. Sería ahora cuando “hallándose más cerca de la realidad y vuelto de cara a objetos más reales, goza de una visión más verdadera, pues el hombre estaría experimentando el paso del nivel de conocimiento de la imaginación a la creencia. Con esto, Platón vuelve a afirmar su optimismo epistemológico, pues el acercamiento a la realidad y al verdadero conocimiento es posible.
También se expresa en el texto que el camino y la salida de la caverna irían siendo más
dolorosos a causa de las chiribitas que le afectarían a la vista, puesto que ha pasado de la total oscuridad a mirar un rayo de luz. Entonces, el prisionero es obligado a salir de la caverna, lo que provocaría una alteración de la visión ya que necesitaría acostumbrarse a la luz, ahora del Sol. Es en este momento cuando el hombre llega al tercer nivel de conocimiento: ya ha pasado por el primero, la imaginación (representada por las sombras), por el segundo, la creencia (imágenes de hombres y objetos), y en el tercero se hallan los objetos mismos (ésta es su teoría del conocimiento). El último nivel de conocimiento es el Sol, o la idea de Bien, que es quien gobierna el mundo de las ideas, y sólo cuando el hombre llegue a la idea de Bien podrá alcanzar el conocimiento. Pero entonces, una vez fuera, Platón propone que el filósofo vuelva a la caverna, y aquí podemos entrever la lectura política del mito, pues el filósofo diría a sus compañeros que la salida es dolorosa, por lo que éstos no querrían salir. Así, el filósofo debería convencerlos de que el mundo de las ideas es mejor, y en definitiva, donde podrán alcanzar el verdadero conocimiento. Sin embargo, éstos, al ser todavía ignorantes, no querrían salir. Esto es lo que en teoría debiera hacer un buen gobernante, procurar el bien común para todos.
Para Platón, el buen gobernante es el
filósofo-rey, que ha logrado acceder a la idea de Bien y sabe actuar con justicia. Asimismo, el Estado Ideal de Platón estaría gobernado por este filósofo-rey-sabio y la forma de gobierno sería la República. En consecuencia, este Estado ideal no busca sino la felicidad de sus habitantes.
El estilo de Platón al llevar a cabo este mito se basa en el
diálogo entre Glaucón y Sócrates, que era quien lo utilizaba para demostrar el camino a la verdad. La función de este mito es pedagógica.
Esta filosofía de Platón se asemeja a la de
Sócrates y a la de los pitagóricos, ya que afirmaban la existencia de algo sólido e indiscutible: para Sócrates, ese algo es la verdad; y para los pitagóricos, las matemáticas. En cambio, los sofistas no creían que hubiera algo sólido e indiscutible. Otra oposición encontró en su alumno más aventajado, Aristóteles, que decía que las ideas existían en las mismas cosas, es decir, que eran su forma. Sin embargo, Platón afirmaba que las ideas eran la causa de las cosas. Por último, la teoría de las ideas supone una solución al problema del cambio de Heráclito y Parménides.

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