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El Realismo crítico:


 tiene una postura más comprometida, vinculada a su ideología política. Encontramos la mayoría de las carácterísticas citadas para el Realismo objetivo, pero se distinguen algunos matices propios como son la mayor explicitación de la intencionalidad crítica (se nota más la postura del autor, que selecciona aquellos aspectos de la realidad que le sirven para su denuncia), o la utilización de personajes representativos de una clase social (la clase obrera, la burguésía), que sirven de ejemplo de los conflictos de su clase. Mención especial merece La colmena (1951), de Camilo José Cela. A través de un vasto censo de personajes que pululan como las abejas en la colmena, Cela retrata el Madrid amedrentado y corrupto de posguerra. Mediante el objetivismo y el contrapunto que le permite entrecruzar varias historias, Cela realiza una denuncia que supondrá el inicio de la novela social de la década. Y no podemos dejar de mencionar a Miguel Delibes, enemigo del dogmatismo y la intolerancia, de la injusticia y de la explotación del hombre y de la naturaleza, cuya obra se convirtió en una defensa de la dignidad humana contra la opresión, la reducción materialista y el desarraigo cultural. Su Trilogía del Campo (El camino, Las ratas, Los santos inocentes) sitúa a un personaje inocente en una naturaleza próvida con la que se compenetra armónicamente, todo ello con un estilo sobrio y sencillo con el que pretende plasmar el mundo rural castellano.

Novela de los años 60 y mited de los 70: renovación de técnicas narrativas


Algunos factores sociales, económicos y culturales, como la industrialización o la irrupción en España de la novela Hispanoamericana, hicieron que se produjese una renovación de las tendencias narrativas. Los propios escritores de la generación del medio siglo participan en la transformación del género. La narrativa evoluciona hasta una novela estructural, cuya intención es indagar en la personalidad del individuo a través de su conciencia y de todo su contexto social. La sociedad española continuó siendo el referente de la mayoría de las novelas, pero, a diferencia de lo que ocurría en la etapa anterior, importan más los aspectos formales. 

Características:


En general, la principal novedad consiste en la creación de novelas llamadas, según Humberto Eco, abiertas, obras en las que el lector no tiene que asimilar pasivamente el mensaje literario elaborado por el autor, sino que debe asumir un papel activo, haciendo su propia interpretación de la obra.

Las técnicas narrativas más usadas son


Punto de vista múltiple. La narración es compartida por varios personajes (perspectivismo). Esto conlleva la variedad de personas gramaticales: la 3ª, la más tradicional, coexiste con la 1ª e incluso la 2ª.
  Limitación de la importancia del argumento. Lo importante ya no es la historia que se narra. Muchas veces el argumento apenas existe o se hacen muy variados, sin apenas acción, Realismo mezclado con fantasía, integración o parodia de diversos géneros: novela policial, folletín, mensajes de los medios de comunicación… La historia principal a menudo se ve interrumpida por digresiones, fragmentos de carácter ensayístico, etc.
  Estructura compleja. Es frecuente el desorden cronológico, los santos temporales, retrocesos del presente al pasado (flash-back). La diversidad de puntos de vista narrativos se traduce en el contrapunto (varias historias contadas simultáneamente) o en la estructura caleidoscópica (varias historias cruzadas).La tradicional ordenación en partes o capítulos se sustituye por una organización más flexible, basada en secuencias o fragmentos de extensión variable. 
 - Monólogos interiores. En ellos los personajes expresan libre y desordenadamente sus pensamientos. El estilo indirecto libre también se utiliza para penetrar en el mundo interior del personaje. 
En cuanto al estilo y lenguaje, uno de los principios de la novela realista era que el estilo debía ser lo más claro, exacto y sencillo, y además, tenía que adecuarse al nivel socio-cultural de los personajes. La nueva narrativa prescinde de todos estos principios y maneja con total libertad el estilo y el lenguaje, experimentando nuevas posibilidades: frases de gran extensión, ausencia de puntuación, mezcla con fragmentos no literarios (informes, textos periodísticos o publicitarios), mezcla de registros cultos y vulgares, desajuste entre el nivel socio-cultural del personaje y el registro que utiliza, etc. La novela que marcó este cambio en la forma de narrar fue Tiempo de silencio de Luis Martín Santos (1962). Pese a su estructura tradicional, compuesta de presentación, conflicto y desenlace, la novela introduce muchas de las innovaciones técnicas y verbales anteriormente mencionadas. El narrador, omnisciente, pero sarcástico y entrometido, narra y comenta subjetivamente el fracaso profesional y vital de un joven médico. En 1966 se consolida el cambio con la aparición de tres obras importantes: Señas de identidad de Juan Goytisolo, Últimas tardes con Teresa de Juan Marsé y Cinco horas con Mario de Miguel Delibes. Después vendrían otras obras a consolidar esta tendencia: Volverás a Regíón, de Juan Benet; San Camilo 1936, de Cela, Parábola del náufrago, de Miguel Delibes; Reivindicación del conde don Julián, de Juan Goytisolo; La saga/fuga de J. B., de Gonzalo Torrente Ballester; Si te dicen que caí, de Juan Marsé; y Retahílas, de Carmen Martín Gaite. Como se ve, coexisten los autores de posguerra (Cela, Delibes), los del Realismo social (Goytisolo, Martín Gaite) y los nuevos (Benet, Marsé). No se trata, pues, de un recambio generacional, sino de la adaptación de los narradores a los nuevos rumbos. No se produce tampoco un cambio radical en la temática. La guerra y la posguerra continúan siendo el trasfondo de muchas de estas novelas, y la crítica social sigue presente en muchas de ellas. El verdadero cambio es en la forma, en el estilo, con técnicas que rompen radicalmente con el Realismo tradicional y el Realismo social. Para concluir, merece la pena mencionar la obra de Francisco Umbral, prolífico escritor cuya prosa, trabajada y expresiva, adopta gran variedad de registros. Algunas de sus mejores novelas son Memorias de un niño de derechas o Mortal y rosa.

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