La visión empresarial en la educación: dimensiones esenciales y desafíos del sistema

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Como afirma Santos Guerra (2007), la visión empresarial escolar da importancia a la eficacia, siendo la medición de los resultados académicos su principal obsesión. Sin embargo, se dejan de lado dimensiones totalmente esenciales como:

  • Organización y poder: en toda organización hay poder, no es lo mismo organización que poder. La dominación es autoritaria e impuesta, mientras que el poder es más neutro.
  • Organización y género: podemos servirnos de cuentos con diferencias de género introduciendo versiones que los igualen.
  • Organización y comunicación: no solo aprendemos conceptos, sino que también aprendemos a relacionarnos.
  • Organización y ética: las instituciones pueden adoptar una doble moral, una dentro de las mismas y otra en la forma de organización.

Estas dimensiones no se contemplan cuando se considera a la escuela como una empresa.

Nos encontramos en un momento histórico en el que las escuelas se contemplan como empresas. Cada vez se le da más importancia al producto, los conocimientos y los resultados en lugar de darle importancia al acto en sí de educar. Estos males impiden un posible cambio del sistema educativo:

  • La jerarquización: el poder se establece de manera escasamente participativa, tomándose las decisiones de manera unilateral.
  • La balcanización: cada uno está a lo suyo y lo suyo no es lo de todos, no existe relación entre unos y otros.
  • La rutinización: la entendemos como el cáncer del cambio, al llevar a cabo algo simplemente porque sí sin cuestionarse nada, impide todo tipo de cambio.
  • La desarticulación: no debe ser confundida con la autonomía de los centros.
  • La burocratización: existen relaciones importantes que no es posible trabajar con simples técnicas, ya que también hay componentes éticos en las escuelas.
  • La centralización: los centros deben adaptarse a las circunstancias, cada centro es un mundo. La falta de independencia de los centros involucra dificultades para adaptarse a una serie de conceptos.

Para Santos Guerra (2010), la cultura neoliberal se sustenta en unos ejes ideológicos que contravienen muchos valores de la educación. Por eso, la escuela tiene que mostrarse totalmente contraria a estas nuevas ideologías e intentar paliar dicha situación. Algunos de estos ejes son:

  • Individualismo exacerbado: cada uno tiene que ir a lo suyo.
  • Competitividad extrema: ganar a los otros. No es fundamental ser el mejor sino estar por delante de los demás.
  • Obsesión por la eficacia: lo que importa es conseguir logros visibles, que sitúen a quien los alcance en un buen puesto en la clasificación.
  • Imperio de las leyes de mercado: tanto consumes, tanto vales.
  • Hipertrofia de la imagen: de ahí el valor del diseño, el prestigio de las marcas.
  • Relativismo moral: todo vale para alcanzar los fines.
  • Privatización de bienes y servicios: si quieres salud, educación o seguridad, debes pagar.

Para Alcrudo y otros (2012), las actuaciones del Estado en cuanto al sector privado provocan diversas consecuencias. La falta de inspección, de supervisión y de control público por parte del Estado sobre los centros privados de la “red asistencial” provoca un grave fraude a la Seguridad Social, debido al escaso número de establecimientos dados de alta y las irregularidades que se producen en materia de contratación. Las trabajadoras contratadas en los servicios infantiles de titularidad pública y gestión privada, y en los servicios infantiles privados, sufren condiciones laborales indignas e impropias del trabajo que realizan.

El neoliberalismo es un modelo político-económico que retoma la doctrina del liberalismo clásico y consiste en exagerar la libertad de mercado. Los defensores del neoliberalismo muestran su acuerdo con el libre comercio, lo que implica que los mercados están totalmente abiertos y que el Estado se mantiene al margen de su participación y control. Además, tiene otra característica principal que es la privatización, de modo que determinados servicios públicos pasan a ser de empresas privadas. Así, derechos universales como la educación, la salud o las pensiones se convierten en bienes privados a los que no todo el mundo puede acceder. Buscan que el Estado no intervenga de ninguna forma en el mercado, ya sea a través de impuestos, pagos, etc., y de esta forma, con las ganancias, podría mejorarse la situación invirtiendo en educación, sanidad, pensiones, etc. El representante de esta corriente fue Milton Friedman, fundador de la Universidad de Chicago, quien pensaba que no debería haber intervención en el mercado por parte del Estado de Bienestar. Actúan bajo la premisa de que el mercado es mágico y resuelve todos los problemas.

Por otro lado, San Fabián Maroto (2014) nos presenta un modelo totalmente diferente, el Estado de Bienestar. Keynes es considerado el pensador por excelencia de este modelo, que persigue una buena calidad de vida para toda la sociedad. Con este modelo, el Estado proporciona ciertos servicios básicos para que todos tengamos los mismos derechos. El Estado de Bienestar se relaciona con la creación y el mantenimiento de los servicios sociales universales. El Estado de Bienestar persigue dos grandes objetivos:

  • Mantener el crecimiento económico continuado, somos un estado capitalista: en los últimos años se ha producido un aumento demográfico en la población, por lo que se entiende que es necesario un crecimiento tanto laboral como económico.
  • Garantizar la redistribución de la renta mediante leyes de un estado social.

El modelo de Estado de Bienestar en España es el modelo sureño, en el cual el estado garantiza un nivel básico de seguridad social asumiendo la existencia de una ayuda informal provista por redes familiares, ya que la familia resulta imprescindible en el bienestar social de los ciudadanos. Los grandes sectores proveedores de servicios sociales son:

  • El estado o sector público: es el sector pagado por nuestros impuestos e incluye organizaciones como SERGAS, Fenosa, escuelas públicas, Renfe; antes también Iberia y Telefónica que ahora están en el sector privado.
  • Las empresas o sector privado: es el sector propio de las escuelas privadas y de las organizaciones citadas anteriormente.
  • El sector privado sin ánimo de lucro o tercer sector: es el sector propio de ONG y de fundaciones que reciben ayudas del sector privado.

Se puede añadir un cuarto sector, de carácter informal, que incluirá los sistemas familiares, la comunidad, etc. El sector resultante de la fusión del público y privado es el sector medio público. Las escuelas católicas se han movido a este sector, que es el sector propio de las escuelas concertadas religiosas.

Desde los años 70, como dice San Fabián Maroto (2014), se habla de una crisis del estado de bienestar, que junto con la crisis económica actual, se comienza a cuestionar si el estado puede cubrir todas las necesidades sociales, revalorizando el papel de las iniciativas privadas. Esta situación también se traslada al ámbito educativo. Se considera así la educación como un producto de mercado que funciona mediante la oferta y la demanda. Debemos referirnos a Friedman, pues considero que la educación es un mercado donde sus consumidores (padres) pueden elegir el colegio en el que estudien sus hijos. Intentarán mandarlos a aquellos que el estado haya seleccionado como de "mejor calidad", porque creen que será el que más beneficio les aporte. Será esta escuela la más demandada, y con más demanda más alumnos y también más subsidios para el centro. No es de extrañar que Torres Santomé (2001) compare en sus artículos las instituciones educativas como una empresa. Los centros influenciados por corrientes neoliberales fomentan la competitividad y rivalidad que las empresas utilizan para obtener mayores beneficios. Además, priman los conocimientos cuantitativos frente a los cualitativos, al igual que en las empresas, que prefieren una gran cantidad de producto aunque su calidad sea mala. Así pues, se le suma importancia al resultado final y se le resta al proceso. La educación funciona como una filosofía de mercado que exige a personas con una "subjetividad de mercado" (Torres Santomé, 2001), creando individuos consumistas, con espíritu competitivo y afán de enriquecerse sin límites. Se pretende así que la educación se adapte a una sociedad capitalista.

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