La Vida Moral de los Cristianos: Ley Natural, Mandamientos y Libertad

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PREGUNTA: LA VIDA MORAL DE LOS CRISTIANOS

1) La Ley natural y mandamientos de la Ley de Dios

La ley natural contiene los preceptos primeros y esenciales que rigen la vida moral. Tiene por raíz la aspiración y la sumisión a Dios, fuente y juez de todo bien, así como el sentido prójimo en cuanto igual a sí mismo. La Ley natural está expuesta en el Decálogo.El Decálogo enuncia los principios de vida moral válidos para todos los hombres.

2) Los diez mandamientos

Mandamientos de Dios que recoge el Decálogo, los tres primeros se refieren a amar a Dios y los siete restantes a amar al prójimo

  • Amarás a Dios sobre todas las cosas.
  • No tomarás el nombre de Dios en vano.
  • Santificarás las fiestas.
  • Honrarás a tu padre y a tu madre.
  • No matarás.
  • No cometerás actos impuros.
  • No robarás.
  • No darás falso testimonio ni mentirás.
  • No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
  • No codiciarás los bienes ajenos.

3) Los mandamientos de Dios y las bienaventuranzas

El Señor Jesús en el sermón de la montaña, proclamó las características que debía tener el Reino de Dios. Las bienaventuranzas llevan a la perfección los mandamientos del Sinaí. Las bienaventuranzas son más exigentes.

Las bienaventuranzas están en el centro de la predicación de Jesús. Con ellas Jesús recoge las promesas hechas al pueblo elegido desde Abraham; pero las perfecciona ordenándolas no sólo a la posesión de una tierra, sino al Reino de los cielos:

Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos.

4) La libertad de los cristianos

La libertad implica la posibilidad de elegir entre el bien y el mal y, por tanto, de crecer en perfección o de flaquear y pecar. La libertad caracteriza los actos propiamente humanos. Se convierte en fuente de alabanza o de reproche, de mérito o de demérito. En la medida en que la persona hace más el bien, se va haciendo también más libre. No hay verdadera libertad sino en el servicio del bien y de la justicia. La elección de la desobediencia y del mal es un abuso de la libertad y conduce a la esclavitud del pecado.La libertad hace al hombre responsable de sus actos en la medida en que estos son voluntarios La libertad se ejercita en las relaciones entre los seres humanos. Toda persona humana, creada a imagen de Dios, tiene el derecho natural de ser reconocida como un ser libre y responsable

5) Necesidad de la vida moral:

La Iglesia, recibió de los Apóstoles este mandato de Cristo de anunciar la verdad que nos salva. Compete siempre y en todo lugar a la Iglesia proclamar los principios morales, incluso los referentes al orden social, así como dar su juicio sobre cualesquiera asuntos humanos, en la medida en que lo exijan los derechos fundamentales de la persona humana o la salvación de las almas.

El magisterio de los pastores de la Iglesia en materia moral se ejerce ordinariamente en la catequesis y en la predicación. La moral cristiana, compuesta de un conjunto característico de normas, de mandamientos y de virtudes que proceden de la fe en Cristo y están vivificados por la caridad. El Decálogo enuncia los principios de la vida moral válidos para todos los hombres. En la obra de enseñanza y de aplicación de la moral cristiana, la Iglesia necesita la dedicación de los pastores, la ciencia de los teólogos, la contribución de todos los cristianos y de los hombres de buena voluntad.

Al mismo tiempo, la conciencia de cada cual en su juicio moral sobre sus actos personales, debe evitar encerrarse en una consideración individual. Debe abrirse a la consideración del bien de todos según se expresa en la ley moral, natural y revelada, y consiguientemente en la ley de la Iglesia y en la enseñanza autorizada del Magisterio sobre las cuestiones morales. No se ha de oponer la conciencia personal y la razón a la ley moral o al Magisterio de la Iglesia.

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