La vida de Jesucristo: fuentes históricas y dimensión religiosa

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Son pocos los documentos que puedan utilizarse como fuentes para un estudio histórico sobre la vida de Jesucristo

Se desconocen sus rasgos y fisonomía, y es imposible escribir su biografía en el sentido moderno del término. No dejó nada escrito. Los evangelios de Marcos, Lucas, Mateo y Juan carecen de intencionalidad histórica: el objeto de esas narraciones, con un estilo literario, era dejar constancia escrita de la vida y del mensaje del maestro. Pero no por ello dejan de ser históricos los hechos que relatan. Los documentos cristianos que nos ayudan a situar históricamente a Jesús son los 4 evangelios mencionados anteriormente.

Documentos “no cristianos” y dimensión de la crítica textual sobre los evangelios

La llamada crítica radical que los protestantes liberales aplicaron a los evangelios llegó incluso a la negación de la existencia histórica del Nazareno. Ni Justo de Tiberiades ni Filón de Alejandría hablan de Jesús. Pero su existencia histórica está testimoniada con suficiente claridad por autores como Tácito en sus Anales; por Suetonio en Vita Claudii; por Plinio el Joven, procónsul de Bitinia, en su carta al emperador Trajano y por el historiador Flavio Josefo.

Teofilo, por el tratamiento que le da Lucas, sería un personaje importante e influyente del entorno

Jesús tenía 4 hermanos. Santiago, José, Simón y Judas. También tuvo 2 hermanas pero ellas no son nombradas ni se dice su nombre.

La predicación de Jesús según Lucas

Comienza “el año decimoquinto de Tiberio César”. Juan Bautista comenzó a predicar la pronta llegada del Mesías y a bautizar a quienes lo escuchaban en las aguas del Jordán. Cuando Jesús fue bautizado por Juan Bautista (que era primo suyo) hubo, según los evangelistas, un signo celestial que lo señaló como hijo de Dios. Antes de iniciar su propio ministerio, Jesús se retiró al desierto un periodo de “40 días”, durante los cuales, ayunó y puso a prueba su fortaleza espiritual ante las tentaciones del demonio. A su regreso del desierto, Jesús inició la divulgación de su doctrina en solitario dándose a conocer en la sinagoga, a la que acudía todos los sábados. Un día lo hizo en su pueblo. Escogió una lectura del profeta Isaías que prefigura al Mesías, el ungido de Dios que anunciaría a los pobres la Buena Nueva y que daría la libertad a los oprimidos. Les dijo que era el de quien el profeta hablaba. Fue denostado por tamaña soberbia e intentaron despeñarle. Jesús eligió a 12 de sus discípulos: Simón (a quien llamó Pedro), y su hermano Andrés, Santiago y Juan, Felipe y Bartolomé, Mateo y Tomás, Santiago de Alfeo y Simón (llamado Zelotes), Judas de Santiago y Judas de Iscariote. Eran hombres sencillos, la mayoría pescadores que se ganaban el sustento con fatiga. Hombres integrantes de la masa que soportaba los impuestos de los romanos y que se revelaba ante la vida privilegiada de escribas, saduceos y fariseos.

Jesús les propuso a sus discípulos un orden religioso e incluso social nuevo, sin hipocresías, solidario con los pobres, vital

“El llamado “sermón de la montaña”: en este discurso Jesús saluda a la muchedumbre con un “bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de los Cielos; bienaventurados los que tenéis hambre ahora, porque seréis saciados; bienaventurados los que lloráis ahora, porque reiréis” y enseguida expone las condiciones que han de cumplir quienes elijan seguirlo. Es de la paternidad divina el tema central de su mensaje, pues es de esa realidad de donde emana el amor y la generosidad del creador hacia toda criatura humana. El sermón pone de manifiesto su profundo conocimiento de la conducta humana, y reinterpreta además la Ley Mosaica dilucidando sus principios fundamentales y adaptando sus preceptos a las necesidades humanas. El sábado ha sido instituido para el hombre; el amor a los enemigos, la misericordia, la beneficencia.

Una parábola es una comparación que se desarrolla en forma de relato, por medio de la cual se transmite un mensaje

Jesús sabía que la gente que más necesitaba escuchar su mensaje eran las personas a quienes la sociedad marginaba o discriminaba, gente pobre y con poca formación. Por esa razón, Jesús quiso que su mensaje fuera comprensible y utilizó comparaciones que hacían referencia a situaciones de la vida cotidiana, refranes, historias populares, etc. Estos relatos o parábolas son importantes en la predicación de Jesús. En ellas, lo importante no son los detalles sino el mensaje que transmiten, y la intención: Jesús provoca en la gente que lo escucha un cambio en la forma de ser, de pensar, de hablar y de actuar.

Pasión y muerte de Jesús

Legado el día de los Ázimos, en el que se sacrifica el cordero de Pascua, Jesús prepara la que será la última cena con sus discípulos y en ella les anuncia su fin. Jesús lava los pies a sus discípulos y comparte con ellos el pan y el vino como expresión de la nueva alianza de Dios con los hombres. Luego, les advierte de lo que ha de ocurrir en los próximos días. Ante el estupor de los discípulos, les anuncia que uno de ellos llegará a traicionarlo: y que su amado Pedro lo negará 3 veces, aunque finalmente se arrepentiría de su acción. Una vez acabada la comida Pascual, Jesús y sus discípulos abandonaron el Cenáculo y caminaron hasta el huerto de Getsemaní. Jesús se apartó en compañía de Pedro, Santiago y Juan a quienes les dijo: “mi alma está triste hasta el punto de morir, quedaos aquí y velad”. Se adelantó y arrodillado, comenzó a orar al Padre. Poco después la guardia del templo se hizo presente en el lugar, y aprendió a Jesús, los sacerdotes del Sanedrín habían preferido hacerlo detener lejos de la muchedumbre que lo seguía con fervor. Con el propósito de sorprender a Jesús indefenso, el Sanedrín había comprado la voluntad de Judas Iscariote, pagándole 30 monedas de plata, que era el precio que se pagaba por un esclavo o el rescate de una mujer, de acuerdo con lo escrito en la Ley Mosaica. Perseguido por el Sanedrín, traicionado por Judas y negado por Pedro, Jesús afrontó solo y con determinación la condena del Sanedrín, el rechazo de Herodes Antipas, quien lo remitió de nuevo a Poncio Pilato, y la sentencia que este pronunció después de “lavarse las manos” y de soltar en su lugar a Barrabás, al parecer un cabecilla de un movimiento sedicioso acusado de asesinato. En vano el procurador romano había intentado evitar la crucifixión de Jesús, a quien consideraba en realidad inocente de los cargos. Presionado por los sacerdotes del Sanedrín, que habían excitado a la muchedumbre para que pidiese la muerte del peligroso “agitador”, acabó condenándolo a morir crucificado. Una vez condenado Jesús fue vejado, torturado y obligado a cargar su propia cruz hasta el monte calvario, donde fue crucificado. Y al tercer día, según las sagradas escrituras, resucitó y, apareciéndose a sus discípulos los alentó a predicar la palabra de Dios.

Los delitos que le imputó el Sanedrín a Jesús

Fueron anunciar la destrucción del templo y reconocerse como el hijo de Dios. Y, frente a las leyes romanas, creerse Rey de los Judíos, lo que contribuía a aumentar la inestabilidad política, según el criterio de los influyentes sacerdotes del Sanedrín.

Jesús murió en viernes

El día de la muerte no fue un día de descanso sabático porque los guardias llevaban armas y las tiendas estaban abiertas. Se puede asegurar que Jesús murió el viernes 14 de Nisán (primer mes del calendario hebreo bíblico) del año 30 dc, lo que equivale al 7 de abril del 30 dc.

Jesús, hijo de José y de María de Nazaret, fue concebido en Galilea

Según el misterioso anuncio que el ángel Gabriel le hizo al artesano, que su prometida estaba encinta, pero que el fruto de su vientre no era obra de un ser humano sino del Espíritu Santo. María era prima de Isabel, esposa del sacerdote Zacarías, quienes en la vejez engendrarían a Juan Bautista. En aquellos días se promulgó un decreto de César Augusto por el que todos los habitantes del imperio debían empadronarse, cada cual en la ciudad de su estirpe. José y su joven esposa se dirigieron a Belén, en Judea, a unos 120 km de Nazaret. Pernoctaron en las afueras de Belén, refugiándose en una de las cuevas utilizadas por los pastores. Estando allí, dio a luz a su hijo, al que recostó en un pesebre porque no tenían sitio en la posada. Unos reyes “magos” que habían pasado previamente por Jerusalén preguntando “¿dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Tal pregunta llenó de temor al Rey, quien ordenó pocos días después una terrible matanza de niños varones que la tradición cristiana recuerda cada 28 de diciembre como el día de los Santos Inocentes. Advertidos del peligro que los acechaba, José y María huyeron de Belén con su hijo y se refugiaron en Egipto, donde permanecieron hasta la muerte del rey Herodes. Hasta los 30 años nada vuelve a saberse de su vida, sólo lo que narran los evangelios apócrifos, es decir aquellos escritos de origen desconocido o erróneamente atribuido, en su mayor parte de origen gnóstico, que tratan de la vida de Jesús en los últimos años de su juventud.

Calendario litúrgico

El año litúrgico sigue la vida de Jesucristo desde su nacimiento hasta su muerte y resurrección. Este calendario está dividido en diversos tiempos litúrgicos: empieza el primer domingo de Adviento, tiempo de preparación para la Navidad, momento en que se celebran el nacimiento de Jesús y los hechos relacionados con su infancia y bautismo. El año litúrgico transcurre con el recuerdo de los hechos más destacados de la vida de Jesucristo y su mensaje, en el llamado tiempo ordinario. La Cuaresma es el tiempo de preparación para la Semana Santa, durante la cual se conmemora la pasión y muerte de Jesucristo. Durante el tiempo de Pascua se celebra la resurrección de Cristo. Sigue después la segunda parte del tiempo ordinario. La iglesia dedica el domingo, el día más importante de la semana, a celebrar semanalmente la Resurrección de Jesucristo.

Los colores que se utilizan son el morado, el rojo, el blanco y el verde. El morado se usa durante los tiempos de Adviento y Cuaresma, ya que es el color de los tiempos penitenciales. El rojo se reserva para el Viernes Santo, Pentecostés y las fiestas de los mártires. El blanco es el color de los tiempos de Navidad y Pascua. El verde es el color de los dos periodos del tiempo ordinario.

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