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MUNSTERBERG

LA ATENCIÓN: Psicológicamente, el significado de las cosas es nuestro. A través del lenguaje hemos aprendido a agregar asociaciones y reacciones propias a los sonidos que percibimos. No es diferentes con las percepciones ópticas.

 En una impresión sobre el exterior se organizan las experiencias, según una selección personal de lo que es significativo y de importancia. En lo que nuestra atención focalice hará que gane énfasis y que irradie significado sobre el curso de los eventos. Se discrimina, entonces, en voluntaria e involuntaria
. La voluntaria será con la cual llevemos interés personal a la observación de los objetos, en la cual las impresiones tienen una idea ya formada de lo que queremos focalizar. Ignoraremos todo lo que exceda a nuestra focalización. De antemano sabemos cual es el objetivo que queremos alcanzar y seleccionamos los elementos para llegar a él. Gracias a la atención voluntaria buscamos algo y aceptamos lo que nos ofrece el contexto si solo apunta hacia donde buscamos. En la atención involuntaria la influencia que regula nuestra focalización proviene del exterior, en ella radica lo que percibimos. Todo lo que nos sea distinto e inusual puede atraer nuestra atención. Las percepciones evidentes en nuestra atención involuntaria tienen fuerza en nuestras reacciones. Todo lo que apele a nuestros sentidos y sentimientos (entusiasmo, excitación, emociones en general) tiene control sobre nuestra atención. Pero el punto de partida permanece afuera y por consiguiente la atención es involuntaria.

Por ejemplo, en una obra teatral, vamos por un propósito voluntario propio, por intereses puramente personales, donde ignoramos ciertas cosas y ponemos foco a lo que en verdad nos importa (si queremos entrar en el espíritu de la obra deberíamos sentirnos atraídos a las intenciones de los realizadores). Pero en el teatro también se despierta la atención involuntaria hacía algo importante: un actor que habla capta nuestra atención, los contenidos de las palabras pueden dirigir nuestra atención hacia otro lado, los movimientos de otros actores,etc. En el cine también nos podríamos sentar a ver un film voluntariamente con diferentes tipos de intereses (pero no tendrían que ver con aspectos del cine). Dentro del cine, las imágenes proyectadas son los textos que indican dónde se debe poner la atención y empujan nuestro interés hacia nuevos objetivos (y no los que buscábamos). Las acciones de los actores influencian nuestra focalización en sus rostros, manos, sus movimientos, etc. También el trabajo técnico del primer plano se acentúa más en el cine que en el escenario, donde se agudizan y se pone énfasis a nuestra atención según lo que se sucede. La escena teatral es más ancha y menos profunda mientras que en el cine es más estrecha y profunda. Entonces lo que queda en primer plano gana importancia sobre lo que lo rodea, y alejarse de él implica reducir la dimensión mucho más que en un escenario. La disposición formal de las imágenes que se muestran pueden controlar nuestra atención con más posibilidades que el sólido escenario teatral. Las técnicas del cine pueden hacer que el espectador no sepa que todo lo que sucede y se emplea en el film sea para definir en su mente una imagen que llame su atención.

Mientras la impresión se nos muestra más vívida, todas las demás se vuelven menos vívidas, menos claras, distintas, detalladas. Nuestra atención se vuelca a lo que estamos interesados y todo alrededor se esfuma. Nuestro cuerpo se acomoda a la percepción, los oídos escuchan el sonido, los ojos se clavan en las imágenes. Nuestro cuerpo busca la expresión más plena posible. Las ideas e impulsos se agrupan al objeto focalizado y se convierte en un punto de partida de nuestras acciones.

En el film, cualquier detalle que se esté observando se convierte en el contenido de representación, y lo que se quiera dejar de lado se lo aleja de la vista y desaparece. Los eventos externos se hacen obedientes a las demandas de nuestra conciencia. Así mediante el primer plano, se nos suministra las explicaciones y se nos focaliza a donde la acción está sucediendo. Donde quiera que focalicemos la atención, lo que está alrededor se modifica, se elimina todo lo que no interesa y, con el primer plano, el objeto en el que nuestra mente se concentra se torna más vívido.

LA MEMORIA Y LA IMAGINACIÓN

En el teatro cada escena es importante porque debemos recordar aquellas situaciones del acto precedente que pueden suministrar explicaciones a nuevos acontecimientos. Así, cuanto más emocionantes sean los acontecimientos, nuestra memoria los retendrá mejor. El teatro puede hacer nada más que sugerir a nuestra memoria una mirada hacia atrás. En cambio en el cine, se encuentra el recurso técnico del flashback(cut-back) que objetiviza, en realidad, la función de nuestra memoria. Funciona similar al primer plano, ya que con uno reconocemos el acto de la atención, y en el otro individualizar el acto del recuerdo.Otra versión similar puede ser el anticipo del futuro que irrumpe el curso de los eventos (flashforward). En este caso genera una expectativa; o si está controlada por nuestras sensaciones podemos clasificarla como función mental de la imaginación
. Así, sólo la imaginación puede anticiparse al desarrollo de eventos futuros. El cine puede, a diferencia del teatro, dominar el intervalo del pasado o futuro en minutos. El cine puede funcionar como lo hace nuestra imaginación: moviliza las ideas, que no son controladas físicamente por eventos exteriores, sino por leyes psicológicas. Al igual que en nuestra mente, el cine entrelaza el pasado y el futuro con el presente.  El espectador cumple el rol de testigo pasivo de las sorpresas que se revelan a través de la imaginación. También puede reproducir lo que  los personajes ven en su mente, así el espectador puede ver lo que le ha sucedido, que no se presentan como una serie de imágenes nuevas sino que se conecta al presente a través de una transición. Los recuerdos y fantasías se viven como suplementos subjetivos. Una sugestión se nos impone. La percepción externa no es solo un punto de partida sino una influencia controladora. La asociación de ideas no sirve como una creación nuestra, sino como algo a lo que debemos someternos.

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