La Transición Española: Claves del Cambio Político y la Constitución de 1978
La Transición Española: De la Dictadura a la Democracia
Tras la muerte de Franco, Juan Carlos I accede a la Jefatura del Estado, produciéndose la restauración borbónica. Comienza en España la etapa de la reimplantación de la democracia en torno a un espíritu de consenso.
Pocos creían en 1975 que el rey Juan Carlos I, educado por Franco, sería el auténtico motor del cambio político, del paso de la democracia orgánica a un sistema democrático. Don Juan Carlos coincidía con su padre, don Juan, en el interés por establecer una monarquía democrática, parlamentaria y constitucional. La estrategia fue un complejo programa de reformas desde la propia legalidad franquista, que habían de desembocar en un régimen democrático, pero sin ruptura. Sin embargo, no contó con el apoyo inicial de los sectores predominantes del franquismo, ni de la izquierda, que exigía la ruptura democrática. Pero la firmeza del Rey y la evolución de los acontecimientos en 1976 y 1977 hizo posible que se impusiera el llamado espíritu del consenso, renunciando unos y otros a sus posturas maximalistas.
Pese a que el Rey confiaba en Torcuato Fernández Miranda, debido a las presiones de la derecha más inmovilista, hubo de confirmar a Carlos Arias Navarro en su cargo. Pero la composición de su gobierno levantó expectativas, dado que junto a franquistas había también reformistas y dos figuras desconocidas, Adolfo Suárez y Rodolfo Martín Villa, que eran infiltrados de Fernández Miranda. Arias Navarro no pudo o no quiso realizar las reformas que se le pedían y que el Rey había anunciado desde 1975. En enero de 1976, ante las Cortes, anunció medidas cosméticas, manteniendo en esencia un régimen autoritario. Se permitía la existencia de partidos políticos, pero excluyendo al Partido Comunista. No se anunciaban elecciones a las Cortes, por lo que los partidos políticos legalizados serían algo como corrientes de opinión. La consecuencia del inmovilismo de Arias Navarro fue el inicio de la inestabilidad, reflejado en huelgas, manifestaciones, actos terroristas y presiones más fuertes por parte de la oposición democrática y del Rey forzaron a Carlos Arias Navarro a presentar su dimisión en julio de 1976. El rey nombró como sustituto a Adolfo Suárez. Pocos creyeron en la capacidad de este hombre, con escasos contactos, para llevar a España a un régimen democrático. Mucho más al anunciar la composición de su gobierno, compuesto por personajes con poco prestigio político, a los que se consideraba incapaces de controlar a los partidos de izquierda y derecha. Pero los críticos se equivocaron, y ese gobierno, con el apoyo del Rey, fue capaz de desmantelar el régimen franquista e iniciar el camino hacia la democracia y hacia la Constitución.
El primer paso se dio en noviembre de 1976. Suárez consiguió que las Cortes franquistas autorizaran su propio desmantelamiento, al aprobar la Ley para la Reforma Política, que creaba unas Cortes bicamerales. Se acababa así con la democracia orgánica. Para dar mayor legitimidad al cambio, la Ley para la Reforma Política fue sometida y aprobada en referéndum por el pueblo español en diciembre de 1976.
Las Elecciones de 1977 y la Victoria de la UCD
Una vez aprobada la Ley, los partidos pudieron desenvolverse con mayor libertad in extremis. Las elecciones se celebraron en junio de 1977, pacíficamente y con gran participación popular. La incertidumbre que provocaba que no hubiera ningún antecedente próximo y que no se pudiera saber cuál iba a ser la decisión del pueblo español se despejaron cuando se conocieron los resultados. Había ganado, con un 34% de los votos, la Unión de Centro Democrático (UCD), el partido que había creado Suárez a base de diversas facciones desde el centro derecha y del centro izquierda. La UCD carecía de unidad ideológica, pero sin duda fue el gran artífice de la Transición.
En cuanto a la derecha, Alianza Popular (AP) de Manuel Fraga, obtuvo unos pobres resultados (8%). La derecha antidemocrática fue barrida del mapa político, lo que demostraba el escasísimo apoyo que su postura concitaba en el pueblo español.
Por lo que respecta a la izquierda, todo parecía indicar que el auténtico vencedor sería el Partido Comunista, el principal opositor a Franco durante la dictadura, pero también obtuvo unos pobres resultados (9% de los votos). El auténtico vencedor de la izquierda fue el PSOE, ya liderado por Felipe González, obteniendo un 28% de los votos.
En conclusión, se puede decir que los españoles optaron por la moderación, rechazando posturas extremas, y premiaron la labor que estaba haciendo Suárez dándole la confianza para que fuera él quien diera a España una Constitución democrática.
Ganadas las elecciones por la UCD, Suárez se dispuso a formar gobierno. En este estaban presentes personalidades clave, como Gutiérrez Mellado, Enrique Fuentes Quintana y Francisco Fernández Ordóñez.
Los Dos Grandes Retos del Gobierno de Suárez
Las dos labores a las que se enfrentó el gobierno coinciden con cada uno de los dos siguientes puntos:
- Resolver la crisis económica
- Dotar a España de una Constitución
El Consenso Económico: Los Pactos de la Moncloa
La solución a la crisis económica había pasado a un segundo plano. Tras la victoria de la UCD en las urnas, Fuentes Quintana acometió un plan de reforma basado en la contención de salarios y en la reforma fiscal, con el objetivo de descender el paro y la inflación. Para conseguirlo, se apeló al consenso de la oposición y de los sindicatos en los llamados Pactos de la Moncloa (octubre de 1977).
El Consenso Político: La Constitución de 1978
El segundo ejercicio de consenso fue la elaboración y aprobación por las Cortes de una Constitución. Se nombró una comisión de representantes de todas las fuerzas políticas. Fue aprobada por las Cortes con sólo dos votos en contra y catorce abstenciones, de los diputados vascos. La Constitución era homologable a las del resto de los países democráticos europeos: reconocía los derechos fundamentales y las libertades, consagraba la monarquía parlamentaria, se declaraba aconfesional y establecía el Estado de las Autonomías. El 6 de diciembre de 1978 el pueblo era llamado para que diera su apoyo y aprobara la Constitución. Casi el 88% de los votantes dio su apoyo. Poco después, Suárez convocaba elecciones para marzo de 1979, finalizando así el periodo constituyente y abriéndose el legislativo.
Características Generales de la Constitución de 1978
La Constitución de 1978 es una ley de leyes pactada, consensuada y no partidista. Establece la Monarquía Parlamentaria bicameral, basada en el pluralismo político, la descentralización del Estado y una economía social de mercado. Es la novena del constitucionalismo español, pero con unas características distintas a las otras; hay que buscarla en el contexto histórico. España atravesaba un momento nuevo; estábamos pasando de una dictadura a una democracia de forma pacífica y ordenada, pero guiados por el consenso. Un consenso admitido por el gobierno y la oposición para que el pasado no condicionara el presente, para extender la amnistía a todas las fuerzas políticas y para que no se repitieran los errores de la Segunda República y los sufrimientos de la Guerra Civil y la dictadura. Hay que tener en cuenta la coyuntura política, ya que no existía partido con mayoría absoluta que pudiera imponer sus principios.