Transformaciones Económicas y Sociales en España: Desamortización, Reforma Agraria y Crisis del XIX
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1º El Decreto de Desamortización de 1836
Este texto histórico-jurídico, el decreto fue escrito y publicado el 19 de febrero de 1836. La idea de Mendizábal era desvincular las tierras para crear una clase media agrícola y, de esta manera, bajar la deuda pública.
Ideas principales:
El Decreto de 19 de febrero de 1836 establecía la desamortización, es decir, la expropiación por parte del Estado, de los bienes raíces, rentas y derechos que habían pertenecido a las Órdenes religiosas, suprimidas con anterioridad por otro Real Decreto el 11 de octubre de 1835; y una vez convertidos en bienes nacionales, se procedía a su venta a particulares en subasta pública. En este fragmento del preámbulo del Decreto se indican algunos de los objetivos económicos que se proponían alcanzar los progresistas con la Desamortización:
- Sanear la Hacienda pública, rebajando la deuda acumulada (que desde el reinado de Carlos IV había ido creciendo a causa de la Guerra de la Independencia y la nefasta política económica de Fernando VII; era inmensa en estos momentos debido a la guerra carlista).
- Movilizar los bienes eclesiásticos amortizados que eran improductivos; al convertirse en propiedad privada aumentarían la productividad y crearían riqueza. La Desamortización era absolutamente necesaria para el desarrollo de la industria y el comercio. A eso se refiere el texto cuando habla de "a fin de que la agricultura y el comercio saquen de ellos las ventajas".
2º La Reforma Agraria Liberal
Se suele asociar la Reforma Agraria Liberal con la Desamortización, cuando la desamortización es sólo una de las medidas entre otras muchas que componen la reforma agraria liberal. La Reforma Agraria Liberal es un bloque de medidas jurídico-políticas que modificaron el régimen jurídico de la propiedad de la tierra. La propiedad fue hacia un modelo que los juristas liberales del siglo XIX llamaron "propiedad perfecta" burguesa, fruto de la "imperfecta" del Antiguo Régimen. La reforma agraria liberal se centró sobre todo en las medidas que afectaron al uso de la tierra:
- Abolición del régimen señorial.
- Reforma de los derechos del propietario.
- Desvinculación.
- Desamortización.
3º Crisis Económica y Cambios Sociales a Finales del Siglo XIX
La década final del siglo XIX supuso en España, como en el conjunto de Europa, una etapa de crisis económica. En nuestro caso, se podría pensar que esta situación estaría agravada por el hecho del desastre del 98, pero, en realidad, este tuvo unas consecuencias económicas que pueden calificarse positivas en cuanto que produjo una importante repatriación de capitales. Al entrar los productos nacionales en competencia con nuevos productores cuyos precios eran mucho más bajos, se produjo una creciente tendencia hacia el establecimiento de barreras proteccionistas, favorecidas por la organización de cada rama de la producción en organizaciones sectoriales. Ya en la década de los noventa, los aranceles empezaron a subir, pero con la reforma de 1906 se convirtieron en los más altos de toda Europa.
En la agricultura, por ejemplo, el ritmo de crecimiento se duplicó. El incremento se debió principalmente a la introducción de nuevas técnicas. No sólo se introdujo maquinaria importada, sino que, además, la producción de abonos aumentó y en el año del estallido del conflicto mundial era ya superior a la importada. También se produjo una importante difusión del regadío, aunque mucho más gracias a la iniciativa privada que a la de carácter público, inducida por uno de los aspectos de la mentalidad regeneracionista.
El conjunto de estas innovaciones en la forma de cultivo produjo un cambio en la producción. Desde comienzos de siglo, España se autoabasteció de trigo y hasta los años treinta la superficie cultivada creció en aproximadamente un tercio. La vid tardó en recuperarse de la crisis de la filoxera, pero el valor de la producción se incrementó de forma considerable, aunque lo hiciera menos la extensión del cultivo. El olivo no llegó a duplicar el número de hectáreas dedicadas al cultivo durante las tres primeras décadas del siglo, pero sextuplicó su producción.
De los cambios sociales acontecidos en estos años de comienzo de siglo, el más importante es el que se refiere a la movilidad de la población. En los tres primeros lustros del siglo, el 10% de la población española se desplazó. Lo hizo principalmente del campo hacia la ciudad, de modo que las dos grandes capitales recibieron aproximadamente medio millón de habitantes. Pero hubo también desplazamientos de más amplio recorrido. Durante el mismo período, Iberoamérica recibió un tercio de millón de habitantes. En el momento en que estalló la guerra, Argentina tenía una colonia de medio millón de españoles, principalmente gallegos. En el tránsito de un siglo a otro, la mitad de los gallegos emigraron. Ese fue un testimonio de una sociedad tradicional que iniciaba su transformación.
4º Impacto de la Guerra Carlista y la Economía Extremeña
La guerra carlista tuvo un impacto enorme en la región. La economía y la sociedad se resintieron en sus cimientos. Aunque no sufrió el paso del ejército, sí se sintieron las acciones de banderías y partidas con sus saqueos, excesos y exigencias de ambos grupos de contendientes. La agricultura llegó a un estado de verdadera postración. El temor de los campesinos a permanecer en el campo por miedo a las banderías provocó el abandono de las actividades agrarias. Los robos de cabeza de ganado fueron la tónica general. Los escasos intercambios de comercio desaparecieron por el robo que las partidas producían. La inseguridad pública en caminos era generalizada. Los incendios de medios de transportes (barcas, carretas) y de puentes (Alcántara) se usaron por uno y otro bando. Las partidas de Sánchez, de Jara y otros aterraron a los habitantes, dejando en la ruina a muchos pueblos. La organización de las tropas por parte de los liberales exigió impuestos a la población para las necesidades de guerra. La guerra asestó un duro golpe a la economía extremeña.
La realidad de la economía extremeña se debía, en buena medida, al viejo problema estructural relativo al sistema de la propiedad de la tierra, definido por la presencia de grandes patrimonios vinculados o amortizados al poder de la nobleza, la Iglesia, los Ayuntamientos y comunidades de vecinos, la falta de propiedades de tamaño medio y un buen número de modestísimos poseedores con muy pequeñas superficies, así como amplísimos sectores de la población sin tierra alguna. Solamente en momento de crisis, las autoridades provinciales se limitaron a repartir entre los campesinos algunos baldíos y terrenos incultos procedentes del fondo de propios. Esta distribución debió tener un alcance muy limitado. La necesidad de tierras para roturar provocó numerosos incendios de ganaderos para pastos o labradores para obtener tierras para cultivo.
Apenas instalado el sistema liberal, comenzaron a realizarse amplios informes acerca del estado de la economía y exponiendo el tratamiento que podría aplicarse. Desde 1833, la Sociedad Económica de Amigos del País de Badajoz abordaría una intensa labor de regeneración y fomento con motivo de los males que aquejaban a la región. Las sucesivas Sociedades Económicas, que se fueron abriendo en la región, funcionaron como auténticos órganos consultivos, informando y aconsejando a los dirigentes del gobierno provincial y elaboraron importantes planes para la reforma de la agricultura.