Teoría del Juego como Actividad Estética y Recreo según “F. Schiller”

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Teoría de Las Interpretaciones lúdico-festivas

Abundan teorías que relacionan el juego y la cultura, y por ende con el deporte.

Ante la cuestión del juego se han tomado diversas actitudes que oscilan entre el deprecio o simple rechazo por motivos prioritarios, místicos o moralistas hasta su total aceptación en base a razones de índole antropológica o psicológico-pedagógica.

Schiller fue uno de los primeros defensores del juego.
Moltman vio que en el momento en el que el hombre se vio obligado a trabajar disciplinada y racionalmente y a desterrar de su mundo laboral lo jocoso como algo desfasado, el juego ha constituido un problema teórico.

-El Romanticismo puso de relieve las posibilidades liberadoras del juego y de las manifestaciones festivas que habían entrado en crisis durante la modernidad.

Durant toda la Edad Medias tenían lugar gran número de fiestas y manifestaciones lúdicas, pero el sentido puritano de la reforma protestante acabó con ambas. Su desaparición, dice Harvey Cox, ha supuesto un debilitamiento de la capacidad de nuestra civilización para la fantasía y la fiesta. La ética del trabajo, del esfuerzo y del ahorro de la Reforma acabó imponiéndose. Se generó una dimensión racional del ser humano que cercera todo cuanto de festivo y fantástico había en el hombre.

El mundo de la diversión y de lo festivo tenía, pues, sus horas contadas. Pero no solo eso. También el sentido y la significación de la fiesta han perdido su primigenia significación.

Si Huizinga ha hablado del homo ludens, Cox ha resaltado el elemento festivo del hombre homo festivus. Ambos modelos participan de una visión fantástica, soñadora, libre y visionaria del mundo.

La hipótesis de un homo ludens que, a través del juego, crea la cultura.

El juego se ha convertido en un principio hermenéutico de interpretación que puede ser aplicado a los diversos sectores de la actividad humana. La categoría del juego se aplicó a otros contextos, desde la lógica a la matemática, desde la geometría o la filosofía. Incluso la misma teología, ya que la misma tesis del homo ludes remite a un Deus ludens: Dios creador.

Lo lúdico aparece como un signo de transcendencia.
Huizinga desarrolló su tesis entorno al juego como elemento generador de la cultura. Al abordar el ideal caballeresco tardo-medieval Huizinga resaltaba la importancia del juego y del deporte.


Para Huizinga  el deporte medieval, y en primer término el torneo, tenían unos evidentes componentes dramáticos y eróticos. La seducción del amor ROMántico no se experimenta sólo en la vida, sino también en los juegos y espectáculos.

Huizinga concluye que todas las manifestaciones culturales tienen su base en el juego. La tesis central es: la cultura nace en forma lúdica. Todo cuanto de cultural ha generado el ser humano encuentra su razón última en el juego. El hecho lúdico se manifiesta así como el primer acontecimiento humano generador y promotor de cultura, con sus propias coordenadas espacio-temporales y sus reglas, del que nacen las diversas instituciones humanas.

En el Siglo XIX irrumpe el principio del utilitarismo, propio de la industrialización y el maquinismo, que suspende la labor creativa del juego n beneficio de los intereses económicos del capital. Y a partir de aquí, emerge con una extraordinaria fuera el deporte.

El deporte ya no es un  juego. El deporte se va alejando de la esfera lúdica para caer en una profesionalización más o menos comercializada. Los ideales de trabajo, la racionalización de la misma vida humana, los criterios de eficacia, la búsqueda de la mejor marca y resultado, apenas dejan resquicio alguno para la presencia del elemento lúdico n el deporte actual.

Podemos concluir que según Huizinga el hombre hace cultura través del juego, el hombre ha humanizado la naturaleza por medio de las actividades lúdicas.

Roger Callois mantiene la tesis central de Huizinga.
Callois criticaba la excesiva atención a las estructuras externas del juego, con olvido de las actitudes íntimas que confieren al comportamiento humano una significación más precisa. La identificación que Huizinga establece entre lo lúdico y lo sagrado. Para Callois una cosa es la liturgia simbólica y ritual, y otra, muy distinta, la actitud personal de cada uno de los participantes n el ceremonial.

Callois discrepa de la definición dada por Huizinga sobre el juego. En homo ludens se caracteriza al juego como una actividad libre, sentida como ficticia y situada al margen de la vida cotidiana, capaz, sin embargo, de absorber totalmente al jugador; una acción desprovista de todo interés material y de toda utilidad, que acontece en un tiempo y espacio expresamente determinados, y que se desenvuelve con orden a unas reglas establecidas y suscita en la vida las relaciones entre los grupos humanos. Para Callois es una actividad libre, separada, incierta, improductiva, reglamentada y ficticia.

El estudio de Callois favorecíó la elaboración de una clasificación de los juegos en cuatro grupos según la competición (agón), el azar (alea), el simulacro (mimicry) o el vértigo (ilinx).

Callois supone que en las sociedades primitivas han dominado los juegos en los que predomina el simulacro y el vértigo, mientras que en las culturas desarrolladas tienen juegos agonísticos y de azar. En las primeras el simulacro y el vértigo aseguran la cohesión del grupo. En las segundas propician y favorecen una hipotética quiebra de la estructura estamental.

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