Teoría del filósofo gobernante Platón

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Educación platónica. Platón entendíó desde joven que la educación del hombre era fundamental, y ello se ve plasmado en su filosofía: la sociedad ideal platónica, planteada en La República, implica que sólo los más sabios gobiernan. Mediante la educación, el hombre pasa del Mundo Sensible al Mundo de las Ideas, de tener opiniones a alcanzar el verdadero conocimiento, que es la visión de la Idea de Bien. La educación es vocación para quien ha sido educado, es un llamado que exige renuncia y que no se acepta buscando placer u honor sino soportando las molestias en pos de la superación social de la ignorancia. La educación, en la sociedad justa, sirve para educar a futuros gobernantes, educándolos en el amor a la verdad y al bien y en el dominio de las pasiones. Como el alma individual debe guiarse por la razón, el cuerpo social (los ciudadanos) debe ser guiado por la razón (los filósofos); estos filósofos deben hacer predominar la justicia en esta ciudad-Estado ideal. Para la clase inferior, los artesanos, no prescribe Platón ninguna educación especial. En cambio, se explaya con amplitud, tanto en La república como en Las Leyes, sobre la educación que deben recibir los guerreros y los filósofos. Todos ellos deben quedar al margen de los oficios manuales y dedicarse exclusivamente a la defensa y al gobierno de la polis. Los guardianes del Estado serán hombres fuertes y poderosos, y si sus apetitos se desordenan podrían transformarse en tiranos. De entre los guardianes se escogerán a aquellos que sean capaces de remontarse hasta la contemplación de la esencia de las cosas, los que tengan espíritu filosófico, para gobernar la polis. Sin embargo, pocos serán los que sean candidatos a gobernantes; se necesita una buena educación brindada por el Estado. Los futuros gobernantes han de ejercitarse en un gran número de ciencias desde su juventud, para ver si sus espíritus son capaces de sostener los estudios más profundos. Deben unir a su conocimiento del Bien, el de lo bello y lo justo. Para recibir esta educación, encaminada al manejo de la Dialéctica, deben escogerse los que hayan mostrado más paciencia en sus trabajos, más valor ante los peligros y más ardor en el estudio de las ciencias. A los veinte años, una vez concluido el curso de ejercicios gimnásticos (tres años), se los iniciará en las ciencias, otorgándoles ciertos honores como incentivo. Al llegar a los treinta años, se escogerá de entre ellos a los que hayan mostrado mayor constancia, firmeza y condiciones naturales para el estudio y la guerra y se les concederán nuevos honores, iniciándolos en la Dialéctica. Sobre la educación en el Estado ideal vuelve a explayarse Platón en Las Leyes, ya en su vejez. En este diálogo modifica el comunismo radical de La república, fija el derecho de propiedad ciudadana y el de herencia, regula el matrimonio (ya no hay comunidad de mujeres) y renuncia a la coeducación de los sexos, pero siempre en un ámbito que permite poca libertad individual. La educación sigue jugando aquí un papel central en la vida del estado, ya que de ella depende la virtud de los ciudadanos y de ésta el orden y la justicia del mismo. En Las Leyes Platón sigue convencido, como lo estaba en su juventud, de que la sociedad sólo alcanzará la justicia a través de la educación. Pero en este diálogo no le concede tanta importancia al filósofo como gobernante cuanto como legislador, ya que entiende que de la redacción de leyes sabias y de su cumplimiento dependerá la suerte de la polis.

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