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TEMA 5 DINÁMICA DE GRUPOS: FASE DE DISEÑO Y FASE INICIAL 2. ¿CUÁNTOS ESTADIOS O FASES PUEDEN DIFERENCIARSE EN LA VIDA DE UN GRUPO? Desde nuestra perspectiva, pueden diferenciarse cinco estadios en la vida del grupo:
- Fase de diseño del grupo: diagnóstico y preparación.
- Fase inicial del grupo: inclusión y orientación.
- Fase de organización y transición: incertidumbre, resistencias, comienzo del trabajo.
- Fase de trabajo y correspondencia entre los miembros: logro de metas.
- Fase final del grupo.
Estas fases no son compartimentos estancos, ni la dinámica del grupo presenta siempre un desarrollo lineal y progresivo. A menudo se solapan, otras veces se produce un retroceso, y algunos de los factores y objetivos que se explican en cada fase quizás pueden darse con mayor o menor intensidad según el tipo de grupo. Los principales factores que intervienen en cada estadio son:
En la fase de diseño: se deben considerar los factores relativos a la formación del grupo:
- Establecer el problema y hacer un diagnóstico correcto de la situación.
- Formular las metas y objetivos. Analizar el contexto social de los participantes. Determinar la composición: número de miembros. Llevar a cabo las diligencias en cuanto a la hora y lugar de los encuentros. Realizar una ronda de contactos individuales anteriores a la formación del grupo.
En la fase inicial: el grupo trata de orientarse. Esta etapa se caracteriza por la incertidumbre, y suelen constatarse niveles altos de ansiedad e inseguridad tanto en los integrantes como en el trabajador social. Objetivos para esta etapa:
- Establecer un clima adecuado de confianza en el grupo.
- Presentación adecuada de cada persona al resto del grupo.
Establecer de manera clara el propósito, objetivos y metas del grupo y las funciones y actividades que tendrán lugar en orden a su consecución.
Establecer cuáles son los aspectos íntimos y privados que se manejarán sólo dentro del grupo y cuáles serán de dominio público.
Otorgar a cada miembro la importancia que merece dentro del grupo. El trabajador social se erige como guía y punto de referencia en el desarrollo del grupo, motivando a los miembros y desarrollando sus habilidades para trabajar en grupo.
En la fase de transición: se produce una revisión de objetivos. Se constatan reacciones contrapuestas entre los miembros (incertidumbre, ansiedad, resistencia al cambio…). En esta fase se comienza propiamente el Trabajo Social con grupos, ya que se afronta el objetivo y el trabajador social orienta la dinámica hacia las metas a conseguir. Objetivos para esta etapa: - Redefinir y afianzar el propósito. Reforzar la confianza. Incrementar la cohesión grupal. Afianzar las normas. - Manejo de la ansiedad, los miedos y las resistencias. - Manejo de conflictos. - Prever los posibles obstáculos para el logro de objetivos individuales y grupales.
En la fase de trabajo y correspondencia: impera la productividad, resultado de una evolución adecuada del grupo tras su paso por las tres fases anteriores. Durante esta fase se pueden volver a tratar temas que se han abordado previamente. En este estadio, la orientación, el desarrollo y la predisposición son mayores. Los objetivos de esta fase son:
Estructurar el trabajo del grupo. Apoyar a cada persona para que progrese de forma firme y activa. Aumentar el nivel de confianza y cohesión. Aumentar el grado de poder de los miembros del grupo. Alcanzar una serie de metas como el autoconocimiento, toma de decisiones… - Evaluar el progreso del grupo. En la fase final: concluye la dinámica grupal, y es el momento de evaluar la consecución de las metas propuestas, la evolución de cada miembro y el papel que ha desempeñado el trabajador social. Se identificará aquello que se ha aprendido. Se analiza la experiencia del grupo, se diseñan nuevos planes de acción en relación con las metas conseguidas y las nuevas circunstancias a las que se enfrentarán los integrantes del grupo en su vida real; se constituirá una red de apoyo. Los objetivos para esta fase serían: Manejar correctamente las reacciones emocionales.
- Evaluar la consecución de las metas previstas.
- Integrar e interpretar la experiencia grupal.
- Abordar aquellas cuestiones que no han podido terminarse o resolverse y establecer una estrategia sobre ellas.
- Analizar la actividad profesional desarrollada, mediante la redacción de un informe cuya finalidad es práctica: establecer, a partir de los resultados obtenidos, recomendaciones para mejorar futuras intervenciones profesionales.
3. PRIMERA FASE. DISEÑO DEL GRUPO: DIAGNÓSTICO Y PREPARACIÓN El Trabajo Social con grupos debe partir de un diagnóstico metodológicamente correcto cuidadosamente elaborado en el que se constatan un conjunto de carencias y dificultades, en el que se establecen unas metas derivadas del análisis del contexto social en que se integran las personas y, finalmente, a partir de la situación diagnosticada, y de las metas, se establecen las características específicas del grupo que se debe desarrollar: duración, objetivos, número de participantes… Es en este estadio cuando el trabajador social tiene que analizar, prepararse, tomar decisiones y llevar a cabo algunas tareas previas, antes del primer encuentro entre las personas que van a constituir el grupo. Sólo un trabajo detallado en esta fase permite una correcta intervención profesional del trabajador social. Son cuatro las cuestiones a afrontar en este estadio: - ¿Cómo se va a organizar el grupo?
- ¿Cuáles son la cultura, el contexto social, la administración pública o la entidad que patrocina o financia la formación del grupo? ¿Cuáles son los principales problemas y acontecimientos previsibles en función de las características del grupo, de su contexto social y de las metas a alcanzar?
- ¿Qué ventajas se derivan de un diseño correcto del grupo? Un diagnóstico adecuado proporciona numerosas ventajas, que permiten una mejor intervención profesional del trabajador social pues le aporta seguridad (gracias al análisis previo de la situación a la que se va a enfrentar), y un mayor nivel de competencia (al tratar a los participantes antes de la formación del grupo poseerá información previa que le ayudará a la hora de desarrollar el grupo).
3.1. Elementos a considerar en la fase de diseño
- Establecer el problema, necesidad o situación.
- Determinar las metas y objetivos de carácter grupal e individual.
- Analizar el contexto social, comunitario, institucional.
Fijar la composición: número de miembros.
- Llegar a acuerdos sobre el horario y lugar de los encuentros.
- Establecer los contactos anteriores a la formación del grupo.
3.1.1. Punto de partida: diagnóstico del problema o necesidad Aunque empleamos los términos “necesidad” o “problema”, aquí no se entiende por tal solamente una situación problemática, sino que también nos referimos a las necesidades o problemas que aparecen cuando cualquiera de nosotros no es capaz de aprovechar las oportunidades que se le presentan, por falta de habilidades, aunque se encuentre perfectamente integrado socialmente hasta ese momento. Ante una situación de dificultad, podemos reaccionar de forma inadecuada. El diagnóstico de la situación nos permitirá conocer si se trata de falta de habilidades o conocimientos acerca de algún tema crucial en la vida de la persona o si se trata del afrontamiento de una etapa difícil de la vida. El punto de partida del Trabajo Social con grupos es, en este sentido, muy claro: las personas a lo largo de su trayectoria vital experimentan todo tipo de situaciones en su interacción social, y en algunas de ellas necesitan apoyo. En función del tipo de apoyo, interviene el trabajador social, sea con la metodología del Trabajo Social con casos, con grupos o comunitario. 3.1.2. Determinación de las metas y objetivos de carácter grupal e individual A partir de un diagnóstico correcto, puede establecerse la meta o conjunto de metas a lograr. Definir el propósito del grupo ayuda a establecer una dirección en el trabajo grupal. Para determinar el propósito debe incluirse, en primer lugar, información sobre el problema o situación que el grupo está orientado a trabajar y resolver; en segundo lugar, información sobre las metas tanto individuales como colectivas; y, en tercer lugar, información sobre la forma en que podría orientarse a los participantes a trabajar como grupo para lograrlo. Una característica básica que facilita el éxito de la dinámica grupal es que el propósito o meta definido sea lo suficientemente amplio y permita integrar las metas individuales con las del grupo. Cuando más cercana e interesante sea la meta común para cada uno de los miembros del grupo, más probabilidades de éxito tendrá el trabajo grupal. Compartir metas y objetivos ayuda a cada persona a mantener el interés y a ser constantes en su trabajo en grupo. Un elemento obvio para determinar la meta grupal es revisar el motivo que está en el inicio de la formación del grupo: el origen del grupo puede ser el propio trabajador social; también puede ser producto de una decisión empresarial; puede diseñarse desde instituciones públicas. 3.1.3. Contexto social
La intervención profesional del trabajador social con grupos no se puede descontextualizar del entorno en el que se aplica. El entorno ambiental dentro del cual se desarrolla el grupo tiene una importancia grupal porque es el entramado social básico en el que se definen situaciones problemáticas y metas a conseguir. Sin un entendimiento adecuado del ambiente que rodea al grupo, las probabilidades de éxito de la dinámica de grupos son muy limitadas, ya que las normas y valores de los participantes, y las actitudes que adoptan, están influidos por dicho entorno. 3.1.4. Composición del grupo La estructura del grupo depende, básicamente, del diagnóstico y de las metas que se persiguen obtener a través de la dinámica grupal. Hay que diferenciar entre los grupos previamente formados (aula del colegio, equipo fútbol…), cuya composición está determinada de antemano, y aquellos grupos que no están formados previamente y en los que el número de participantes no está definido con anterioridad. En el caso de los grupos previamente formados, el proceso de diseño del grupo obviará la cuestión del número de miembros o su composición, puesto que ya está resuelto. El trabajador social debe centrarse, en este caso, en el análisis de las necesidades individuales de las personas que integran el grupo y en las características observables de la dinámica del grupo como tal en su funcionamiento cotidiano. En el caso de los grupos que aún no están formados, el trabajador tiene que decidir quiénes lo integrarán, considerando las características personales, los requisitos de la tarea y la meta que quieran conseguir. La composición del grupo se puede establecer también en función de otras variables, como la orientación metodológica: por ejemplo, la distinción entre grupos terapéuticos, grupos de autoapoyo y grupos orientados a una tarea. Son dos los principios fundamentales que debe tener presente el trabajador social con grupos para llevar a cabo una práctica profesional adecuada:
1. Las posibilidades de éxito serán mayores si los miembros de un grupo poseen las cualidades necesarias para llevar a cabo una tarea dentro de un contexto grupal.
2. El número de participantes tiene que establecerse en función del buen desarrollo grupal, teniendo en cuenta los objetivos que se persiguen. En los grupos numerosos no suele lograrse una interacción completa y positiva, y en los grupos demasiado pequeños queda poco espacio para la creatividad y la productividad. El número de miembros tendrá, por tanto, efectos sobre el desarrollo de las propiedades estructurales del grupo, sobre los patrones de comunicación y sobre los niveles de satisfacción de los participantes.
Otras variables que deben tenerse en cuenta al diseñar el grupo son:
- La edad. Se aconseja formar grupos integrados por personas de edades aproximadas.
- El género. Se ha demostrado que el sexo de los integrantes de un grupo produce modificaciones en las conductas de los miembros. Algunas investigaciones muestran cómo en los grupos mixtos las mujeres normalmente ocupan las posiciones más alejadas del poder. Sin embargo, también el carácter mixto del grupo puede ser un requisito en función de la tarea.
- El nivel cultural. Agrupar a personas de niveles culturales parecidos aporta beneficios al grupo. Esta similitud facilitará la creación de lazos, influirá sobre el tipo de actividades que se van a realizar y es un factor muy relevante a la hora de establecer diversos aspectos básicos en la vida del grupo, como su sistema normativo. Sin embargo, también se pueden diseñar deliberadamente grupos interculturales que: fomentan el respeto, la tolerancia, la comprensión mutua y el aprender a ver las cosas desde el punto de vista del otro.
Trabajo Social con Grupos 2º Cuatrimestre Curso 2008/2009 Por Tania Laso Descargado de: www.estudiasocial.net 5
- Idoneidad para participar en las dinámicas de grupo. El trabajador social debe tener presente siempre las condiciones mínimas que las personas deben tener parta poder participar en la dinámica de grupo. Hay personas con características que les impiden integrarse adecuadamente en la vida de un grupo.
3.1.5. Programación temporal del trabajo del grupo Es importante determinar con la mayor exactitud posible desde el diseño del grupo, la programación temporal de la dinámica grupal, la frecuencia, la duración de cada sesión. La duración de los grupos es muy variable: desde una sola sesión hasta varios meses o incluso años. Los grupos de corta duración suelen tener entre una y doce sesiones, y han demostrado gran eficacia cubriendo todo tipo de necesidades (ej. Ayudar a las personas a afrontar enfermedades…). También pueden tener propósitos educativos o diagnósticos. La frecuencia de las reuniones depende de muchos factores, aunque en la práctica cotidiana suele establecerse una reunión semanal. Las variaciones se adaptan a las necesidades de las personas o características del grupo, y las razones que las justifican pueden ser de todo tipo: ej. Personas que no pueden reunirse cada semana porque viven a mucha distancia o porque son personas mayores… La duración de cada sesión no puede ser indefinida: debe establecerse un tiempo máximo a partir del cual se suspende la reunión. En la práctica habitual suelen tener una duración en torno a la hora y media, pero hay excepciones. El trabajador social debe adaptarse a las características y situación de los participantes. En cuanto al lugar de encuentro, debe ser confortable, con un aforo adecuado para recibir a los miembros del grupo y sin ruidos que produzcan interferencias en la reunión. Un clima de cordialidad permitirá un mejor desarrollo del proceso grupal. 3.1.6. Contactos previos a la formación del grupo La forma más utilizada para establecer contacto con los futuros participantes es la entrevista inicial, que proporciona la primera impresión tanto al trabajador social como a la persona. Aporta información indispensable para el diseño del grupo. En la entrevista:
- El trabajador social puede realizar un diagnóstico las características personales del potencial miembro del grupo, aportando información valiosa para decidir sobre su idoneidad para integrarse en él.
- El trabajador social expone los objetivos del grupo, y se comienza a crear interés en el potencial participante en relación con la dinámica grupal.
- Es una oportunidad para que el trabajador social muestre su profesionalidad, su dominio de la temática relativa al propósito del grupo y sus dotes comunicativas, favoreciendo que, desde esta fase, la persona sienta atracción por la idea de entrar en el grupo y vea la intervención profesional del trabajador social un medio válido para conseguir el propósito que persigue.
3.3. Diseño de grupos virtuales
La dinámica de grupos comenzó siendo, fundamentalmente, cara a cara, en la que la disponibilidad para desplazarse hasta el lugar de reunión constituía un requisito necesario para su propia viabilidad. Sin embargo, los avances tecnológicos han permitido obviar la proximidad física como factor crítico en la constitución de un grupo, surgiendo nuevas dinámicas de grupo en la red con características propias. En la web se reformulan signos propios del lenguaje no verbal, se puede visualizar al emisor o al receptor y el anonimato permite extender la dinámica de grupos a personas
3.3.2. Ventajas e inconvenientes de los grupos virtuales
Ventajas:
- Están especialmente indicados en aquellos casos en los que las personas padecen serias limitaciones de movilidad física, o de disponibilidad de tiempo para reunirse, y pueden superar ambas limitaciones mediante la interacción social en Internet.
- El anonimato en la red permite que las personas que surgen algún tipo de estigma en su sociedad puedan interaccionar libremente, buscar nuevos entornos y superar la presión de su entorno social.
- Se crean vínculos basados en las prioridades de los participantes, obviando el contexto socioeconómico, el estatus o el poder del que se dispone. En este sentido, los grupos virtuales ejercen un efecto positivo sobre la cohesión de sus miembros.
Aspectos negativos:
- Limitaciones derivadas de un dominio inadecuado de la comunicación a través de Internet. El lenguaje, tanto verbal como no verbal, debe utilizarse siguiendo determinadas pautas. Hay que tener cuidado para utilizar correctamente el medio y respetar las pautas de interacción lingüística de los internautas. No tomar en consideración estas cuestiones a menudo genera respuestas violentas.
- Limitaciones derivadas del anonimato. Si los miembros del grupo aprovechan el anonimato para ocultar su personalidad y representar la vida de otra persona, la dinámica de grupo no tendrá éxito. Es preciso que el trabajador social exprese claramente que no somos mejores personas por imitar o suplantar a otros, sino que nos hacemos mejores en la medida en que potenciamos nuestras capacidades y habilidades. No puede establecerse unan cohesión adecuada en un grupo virtual si no somos sinceros y honestos con el resto de miembros.
- Limitaciones derivadas del rigor de las fuentes de información disponibles en la red. En Internet circula todo tipo de noticias, y en muchos casos se trata de información no contrastada, directamente falsa o, lo que es peor, orientada a confundir y generar corrientes de opinión erróneas. Las personas deben estar alerta para no aceptar acríticamente cualquier tipo de argumentación en la red. Es particularmente importante que los servicios sociales creen páginas web seguras, que los datos que se ofrezcan sean rigurosos y que permitan encontrar con facilidad una fuente fiable de información. Por otro lado, los grupos virtuales diseñados por trabajadores sociales deben diferenciarse claramente y ser accesibles a cualquier usuario, ofreciendo una metodología contrastada y objetivos ligados a la potenciación de las habilidades y recursos personales, de tal forma que en la red cada vez sea más fácil buscar apoyo.
- Limitaciones derivadas de la sobrevaloración de Internet. Un riesgo en los grupos virtuales es la adicción a la interacción en Internet como el único mundo real, pensar y sentir que sólo somos nosotros mismos en la interacción electrónica y, por lo tanto, olvidar la meta básica del Trabajo Social con grupos.
3.3.3. Grupos virtuales: Trabajo Social en la red Internet, como red de redes, es ante todo un espacio de intercambio de información en el que se redefinen los patrones de la interacción social física, por decirlo así, y se desarrollan nuevos patrones de interacción virtual. El trabajador social con grupos se enfrenta a Internet como un medio para lograr favorecer las habilidades de las personas; y también como un nuevo espacio de interacción en el que se cristalizan nuevas formas de exclusión virtual, nuevas dependencias y también nuevas formas de interacción. Con la red de redes se abre paso a un nuevo entorno para el ejercicio de la profesión. Trabajo Social con Grupos 2º Cuatrimestre Curso 2008/2009 Por Tania Laso Descargado de: www.estudiasocial.net 8
Para tener acceso o para desarrollar un grupo cibernauta, hay que tener acceso a un ordenador y a la línea telefónica. Una primera recomendación para cualquier actividad grupal en la web es tener un fácil acceso, lo que no siempre se consigue, y que los pasos a dar para integrarse en ella sean los menos posibles. Algunos de los retos del Trabajo Social con grupos en la web tienen que ver con el liderazgo, la conducción del grupo, la adaptación a las características de Internet, el uso de los recursos de información de la web, el diseño y puesta en marcha de comunidades virtuales en las que se puede recrear la propia situación, el contexto social y con que se visualicen en la pantalla comportamientos adecuados e inadecuados en relación con las metas propuestas. En este sentido, es necesaria la colaboración interdisciplinar entre trabajadores sociales, sociólogos, psicólogos, juristas e informáticos, de tal forma que la recreación virtual de las interacciones sociales permita un aprendizaje e incorporación práctica de las habilidades requeridas para alcanzar los objetivos propuestos. 4. SEGUNDA FASE. FASE INICIAL DEL GRUPO: INCLUSIÓN Y ORIENTACIÓN A partir de un diseño correcto de la dinámica grupal, la segunda fase, en la que el grupo se reúne por primera vez, tiene una importancia crucial. En ella, los participantes experimentan un proceso de inclusión, que desemboca en la cohesión como miembros del grupo, y un proceso de orientación hacia las metas establecidas como objetivo de la actividad del propio grupo. La primera reunión no implica aún la existencia de un grupo. Las personas están empezando a conocerse, todavía no hay cohesión ni metas comunes y se constata la preocupación por la existencia y mantenimiento del grupo. Normalmente, todavía no se ha determinado de manera concluyente su composición definitiva. Y sus integrantes carecen en este momento de un aspecto clave en la interacción grupal: no saben el papel que van a desempeñar dentro del grupo y qué tipo de interacción se desarrollará entre ellos y el trabajador social. En definitiva, en esta fase el trabajador tiene un doble objetivo: buscar la forma de lograr que las personas trabajen juntas, orientadas a la cooperación y a la productividad, y favorecer que uno de los miembros del grupo experimente que su contribución individual es valiosa, y que es reconocida como tal por el resto de sus compañeros. 4.1. Factores a tener en consideración en la fase inicial del grupo 4.1.1. Antecedentes socioculturales La cultura de cada persona afecta a su predisposición para participar en esta fase inicial. En sociedades en las que conviven diversas culturas, y en las que las pautas de comportamiento son distintas según los grupos de edad, y las experiencias previas vividas, los trabajadores sociales deben prestar especial atención a estas cuestiones para lograr la integración progresiva de los participantes en la dinámica grupal. Será una función clave en la actividad profesional del trabajador social: ayudar a los miembros del grupo a darse cuenta de que algunas de sus dudas a la hora de intervenir provienen de prejuicios culturales adquiridos, colaborando para que puedan abordar los problemas que les llevaron a formar parte del grupo, a la vez que respeten las normas. Trabajo Social con Grupos 2º Cuatrimestre Curso 2008/2009 Por Tania Laso Descargado de: www.estudiasocial.net 9
4.1.2. La incertidumbre sobre las metas y los objetivos del grupo Al reunirse por primera vez, las personas que participan no saben si serán aceptadas por el grupo, y tienen dudas sobre el papel que desempeñan el trabajador social y los demás integrantes. Para ellas, todavía es una incógnita si el grupo será o no un lugar adecuado para conseguir sus propósitos, y desconocen si el resto de participantes está o no de acuerdo con ellas. Traen sus propias necesidades al grupo, y en función de la estructura que adquiera el grupo, y de la motivación inicial, se comparten, y se trabaja para alcanza las metas propuestas. El éxito del grupo dependerá, por lo tanto, de la puesta en común de dichas necesidades, de la capacidad de hallar similitudes y puntos de encuentro. También el trabajador social experimenta sensaciones de incertidumbre, y tiene que gestionar sus dudas y preocupaciones al afrontar la gestión de la dinámica grupal. La combinación de un trabajo adecuado en la fase de planteamiento y la fase inicial contribuye a eliminar o al menos esclarecer muchas dudas, permitiendo formular estrategias para poder conseguir los objetivos propuestos. 4.1.3. Gestión de conflictos en la fase inicial Las personas en este estadio buscan básicamente conocerse, y orientan sus interacciones para evitar posibles conflictos, dado que todavía no se han establecido las metas y normas del grupo. En esta fase, el trabajador social tiene como objetivo prioritario tratar adecuadamente los conflictos que puedan surgir. Cada persona busca, con sus interacciones iniciales, encontrar su lugar dentro del grupo y, al establecerse las normas internas del grupo, va poco a poco comprendiendo cuáles son las conductas aceptables y no aceptables. 4.1.4. Los patrones de comunicación Los patrones de comunicación dentro del grupo aún no se han establecido, y por ello la comunicación suele estar centrada en los demás, es dispersa y no muestra una continuidad adecuada. En este momento, cada uno busca no dejar al descubierto aspectos íntimos, ya que todavía no hay familiaridad y tampoco un cierto grado de intimidad. Las primeras interacciones de tipo verbal dentro del grupo suelen consistir en conversaciones estereotipadas a través de las cuales los participantes comienzan a familiarizarse con el contexto vital en el que se desenvuelven los demás. Las conductas comunicativas en el comienzo del grupo son muy variadas: hay quien permanece en silencio esperando que ocurran acontecimientos; otros intentan reducir el nerviosismo o ansiedad inicial entablando conversaciones o haciendo preguntas que les ayuden a ubicarse dentro del grupo… Todas estas interacciones comunicativas irán dando lugar, de manera progresiva, al establecimiento del patrón comunicativo que caracterizará al grupo. 4.2. Objetivos de la fase inicial 4.2.1. Lograr un clima de confianza en el grupo Condición necesaria para el desarrollo del grupo. Una primera ventaja derivada de la consecución de un clima adecuado de confianza en el grupo es la satisfacción de la necesidad de seguridad que tiene cada persona. Según los distintos acontecimientos que vayan teniendo lugar en el grupo, dicha confianza será puesta a prueba. Al afianzarla, los participantes desarrollan sentimientos de afecto, sentimientos de apoyo mutuo que aumentan su autoestima, y alcanzan mayores niveles de bienestar y de productividad. La falta de un clima adecuado de confianza produce el efecto contrario. Trabajo Social con Grupos 2º Cuatrimestre Curso 2008/2009 Por Tania Laso Descargado de: www.estudiasocial.net 10
La principal estrategia metodológica del trabajador social para generar y transmitir confianza es lo que se denomina “modelado”: el profesional “modela” a través de sus propias actitudes y su conducta, ya que la manera más efectiva de transmitir se realiza mediante el propio ejemplo. Algunas de las actitudes que favorecen la confianza dentro del grupo son:
- La aceptación: acogida verdadera de las personas tal y como se muestran, sin intentar cambiarlas, aceptándolas tal y como son aunque sus conductas y expresiones no muestren compatibilidad con las nuestras. Cuando los participantes sienten una verdadera aceptación dentro del grupo, la apertura y la expresión de sentimientos serán un proceso natural.
- El respeto: tanto por parte del profesional como por parte de los otros miembros del grupo. Se refiere tanto a las palabras como a las conductas. se demuestra cuando no se formulan juicios críticos, se evita etiquetar a las personas, se expresa apoyo y afecto de manera auténtica y nos comportamos de manera genuina. Cuando las personas saben que son respetadas, es probable que se muestren confiadas y abiertas.
- La empatía: habilidad para comprender y sentir lo que la otra persona experimenta subjetivamente. Cuando las personas se sienten comprendidas por los demás, en cierto modo se encuentran más predispuestas a revelar sus preocupaciones, ya que pierden el miedo a no ser entendidas y aceptadas tal y como son.
- La autenticidad: capacidad para mostrar coherencia entre nuestras convicciones internas y lo que manifestamos externamente. En este punto, el papel del trabajador social es crucial. A través de su propia autenticidad, ofrece un modelo de conducta a las personas que participen en el grupo, alentándolas a ser auténticas en sus interacciones. Igualmente, el trabajador social puede abrirse a los participantes para dejarse conocer. Compartir determinados pensamientos/sentimientos personales relativos a los acontecimientos que tienen lugar dentro del grupo es un ejemplo de gran valía, que fomenta la limitación de dicha conducta por parte del resto de integrantes.
4.2.2. Una presentación adecuada de los miembros del grupo En esta fase, las personas se reúnen de forma conjunta por primera vez. Por ello, el primer paso es lograr una presentación adecuada de cada uno de los participantes ante el resto. Esta tarea corresponde al trabajador social, que establece los términos en los que debe realizarse, especificando la información básica que cada uno debe compartir con el resto del grupo. Es importante que la presentación sea adecuada, ya que constituye el punto de partida de la interacción. Hay que prestar atención tanto a la comunicación verbal como a la no verbal de la persona que se presenta. En este proceso, a través de compartir preocupaciones y problemas comunes que les han llevado a formar parte del grupo, pueden darse cuenta de que no están solas, constatando que hay personas con preocupaciones parecidas y similares maneras de sentir y sufrir sus problemas. 4.2.3. Establecimiento de los propósitos, objetivos y metas del grupo La dinámica de grupos requiere una flexibilidad y adaptación constantes. El propósito que el grupo se fija en la fase de diseño se reformula en función de la trayectoria del grupo, en un proceso de ajuste que tiene una gran importancia en todas las etapas de su vida. Un propósito claro da fuerza y contenido a las acciones del grupo, proporciona el contexto para la tarea que va a desarrollarse, sirve de guía y permite una evaluación continua: en cualquier momento tanto el trabajador social como el resto de personas pueden evaluar si sus acciones están contribuyendo a alcanzar la meta establecida o por el contrario les están desviando de ella.
El propósito dota al grupo de orientación, esperanza y compromiso. Compartir las metas con los demás miembros nos motiva para la comunicación y la interrelación con los demás y, una vez establecido un consenso básico sobre dicho propósito, se convierte en la base común para alcanzar acuerdos. Aunque al integrarse en un grupo se adopte su propósito común, a nivel individual cada persona tiene propósitos y anhelos que le gustaría ver cumplidos a través de su participación en la dinámica grupal. Estos propósitos particulares suelen encontrarse en sintonía con el propósito general del grupo. En las personas que participan en una dinámica grupal se observan un conjunto de metas que son comunes, independientemente del tipo específico de grupo en el que se integran:
- Tomar conciencia del propio estilo interpersonal.
- Aprender a confiar en uno mismo y en los demás.
- Tomar conciencia de cómo nuestra cultura afecta a las decisiones que tomamos.
- Incrementar la autoconciencia y a través de ella incrementar las posibilidades a la hora de tomar decisiones y actuar.
- Darse cuenta de que las otras personas tienen problemas y sentimientos similares.
- Mejorar la habilidad para solucionar problemas.
- Aprender a pedir las cosas a los demás.
- Volverse permeable y sensible a las necesidades de los otros.
- Aprender a equilibrar en la propia vida la búsqueda de estabilidad con la capacidad para afrontar desafíos.
- Analizar decisiones que se tomaron en etapas anteriores de la vida y que en la actualidad pueden no resultar de utilidad para nuestras metas personales.
El trabajador social desempeña un papel muy relevante en el proceso por el que se fija el propósito del grupo. Cuando se ha planificado correctamente, tanto en la fase de diseño como en esta fase inicial, el trabajador social debe tener ya una formulación explícita y clara del propósito del grupo, que puede compartir con el resto de participantes. En este proceso de comunicación y retroalimentación, más que imponer ideas, se trata de compartir planteamientos, aclarando siempre que las ideas y sugerencias que aporte cada uno son útiles y apreciadas. Tanto el propósito grupal como el individual se definen con mayor claridad conforme se suceden las reuniones del grupo, y cada persona se relaciona con los demás y con el trabajador social. Progresivamente se van explorando más a fondo las necesidades y preocupaciones que les unen, se abren canales de comunicación acerca de los hechos más relevantes que les preocupan y se comparten los sentimientos que les provocan las situaciones que viven. En este sentido, el propósito grupal no es inmutable, sino todo lo contrario: es susceptible de evolucionar. Hay que señalar que en determinados casos el propósito grupal puede no responder a las necesidades experimentadas por los participantes. Esta situación se da en los grupos involuntarios o preformados. En estas situaciones el comienzo del grupo no pasa por la definición del propósito grupal. Sin embargo, en el momento en que las personas empiezan a percibir que pueden obtener algo beneficioso de la situación grupal en la que están inmersas, pueden variar su actitud. Definir a partir de ese momento el propósito permite avanzar en la dinámica de grupo. De este modo, un grupo involuntario puede transformarse en voluntario en el momento en que sus miembros encuentren motivaciones para integrarse en el grupo y perseguir objetivos comunes. 4.2.4. Confidencialidad de la información que se intercambia en el grupo
Es importante que el trabajador social exponga en una charla específica cómo tratar los contenidos y la información que se genera a lo largo de la vida del grupo y el nivel de confidencialidad adecuado. Las filtraciones de la información que se intercambia en el grupo producen graves daños y repercuten muy negativamente en su trayectoria. La falta de confidencialidad influye de manera directa sobre dos requisitos básicos para el funcionamiento de un grupo: la confianza y la cohesión. Por ello, el trabajador social debe reservar el tiempo adecuado para exponer en profundidad este asunto, fomentando la participación en el debate, de manera que se puedan resolver todo tipo de dudas. Además, siempre es aconsejable
4.2.5. Desarrollo de las normas del grupo Cada persona, al incorporarse al grupo, experimenta la incertidumbre derivada de no saber cómo comportarse o qué debe esperar de los otros. Al no estar establecidas las normas en esta fase inicial, el trabajador social debe proponer unas normas de carácter general que ayuden al comienzo y buen desarrollo del grupo. Posteriormente, de la interacción grupal emergerá un sistema de normas específico y particular del grupo, orientado al propósito para el que se creó y relacionado con las características individuales de sus miembros. Para el desarrollo correcto del grupo es necesario que cada persona sepa cuáles son sus derechos, sus responsabilidades, y cuáles son las normas en el marco de las cuales se van a desarrollar sus relaciones con los demás. Con carácter general, estas normas son:
- Establecer relaciones de apoyo mutuo.
- Animar una actitud flexible entre los participantes y cierto grado de riesgo.
- Establecer que las diferencias son buenas y aconsejables, y que cada uno puede aprender mucho de aquellos puntos de vista diferentes de los propios.
- Animar a la participación de todos los miembros insistiendo en los beneficios de la diversidad.
- Establecer canales de comunicación que promuevan la interacción entre los miembros.
- Definir la pertenencia al grupo como un hecho de verdadera relevancia en las vidas de los miembros del grupo.
- Establecer normas sobre los procedimientos del grupo: asistencia, cuotas, confidencialidad, lugar de encuentro.
- Conforme el grupo evoluciona, las personas deben participar en las tareas que contribuyen a su funcionamiento, especialmente en la toma de decisiones y en los procesos de evaluación.
4.2.6. El papel del trabajador social Muy activo en esta fase. En su calidad de profesional cualificado, debe asumir un papel más directivo para tratar de orientar y organizar en la medida de lo posible la interacción en el grupo. Debe motivar a los participantes potenciando sus habilidades para trabajar en grupo. Para ello, el trabajador social recurre a una práctica profesional caracterizada por:
- Empatía. Mediante una actitud empática puede percibir y ser capaz de sentir del mismo modo que la persona con la que interacciona haciendo suyos los sentimientos del otro, a la vez que
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mantiene los propios. Para que esa situación tenga lugar deben darse dos prerrequisitos: que el trabajador muestre apertura y preocupación por la persona.
- Competencia. Debe ser capaz de trabajar de manera efectiva para lograr le clima de seguridad indispensable para que tengan lugar las interacciones grupales; debe animar a los participantes para que se expresen abiertamente, muestren sus sentimientos e interaccionen con él en función del papel que ejerce dentro del grupo.
- Receptividad. Debe mostrarse abierto y dispuesto ante cualquier manifestación de cada uno de los participantes, prestando especial atención tanto al lenguaje verbal como no verbal.
- Cortesía. Necesita aproximarse a las personas desde una actitud cortés y educada. Debe mostrarse cálido, y prestar su apoyo, expresando un genuino interés tanto por cada persona como por el grupo como unidad.
- Compromiso profesional. Debe estar convencido de su competencia. Resulta prioritario creer en el propio valor de la dinámica grupal, en su utilidad para lograr que las personas mejoren sus vidas a partir de la interacción entre ellas, y es necesario que estas convicciones permitan al trabajador social mantenerse firme en los momentos difíciles del grupo, impulsándolo hacia los objetivos propuestos. También se exige una actualización continua que permita mejorar la formación y las capacidades del trabajador social como profesional.
- Fase de diseño del grupo: diagnóstico y preparación.
- Fase inicial del grupo: inclusión y orientación.
- Fase de organización y transición: incertidumbre, resistencias, comienzo del trabajo.
- Fase de trabajo y correspondencia entre los miembros: logro de metas.
- Fase final del grupo.
Estas fases no son compartimentos estancos, ni la dinámica del grupo presenta siempre un desarrollo lineal y progresivo. A menudo se solapan, otras veces se produce un retroceso, y algunos de los factores y objetivos que se explican en cada fase quizás pueden darse con mayor o menor intensidad según el tipo de grupo. Los principales factores que intervienen en cada estadio son:
En la fase de diseño: se deben considerar los factores relativos a la formación del grupo:
- Establecer el problema y hacer un diagnóstico correcto de la situación.
- Formular las metas y objetivos. Analizar el contexto social de los participantes. Determinar la composición: número de miembros. Llevar a cabo las diligencias en cuanto a la hora y lugar de los encuentros. Realizar una ronda de contactos individuales anteriores a la formación del grupo.
En la fase inicial: el grupo trata de orientarse. Esta etapa se caracteriza por la incertidumbre, y suelen constatarse niveles altos de ansiedad e inseguridad tanto en los integrantes como en el trabajador social. Objetivos para esta etapa:
- Establecer un clima adecuado de confianza en el grupo.
- Presentación adecuada de cada persona al resto del grupo.
Establecer de manera clara el propósito, objetivos y metas del grupo y las funciones y actividades que tendrán lugar en orden a su consecución.
Establecer cuáles son los aspectos íntimos y privados que se manejarán sólo dentro del grupo y cuáles serán de dominio público.
Otorgar a cada miembro la importancia que merece dentro del grupo. El trabajador social se erige como guía y punto de referencia en el desarrollo del grupo, motivando a los miembros y desarrollando sus habilidades para trabajar en grupo.
En la fase de transición: se produce una revisión de objetivos. Se constatan reacciones contrapuestas entre los miembros (incertidumbre, ansiedad, resistencia al cambio…). En esta fase se comienza propiamente el Trabajo Social con grupos, ya que se afronta el objetivo y el trabajador social orienta la dinámica hacia las metas a conseguir. Objetivos para esta etapa: - Redefinir y afianzar el propósito. Reforzar la confianza. Incrementar la cohesión grupal. Afianzar las normas. - Manejo de la ansiedad, los miedos y las resistencias. - Manejo de conflictos. - Prever los posibles obstáculos para el logro de objetivos individuales y grupales.
En la fase de trabajo y correspondencia: impera la productividad, resultado de una evolución adecuada del grupo tras su paso por las tres fases anteriores. Durante esta fase se pueden volver a tratar temas que se han abordado previamente. En este estadio, la orientación, el desarrollo y la predisposición son mayores. Los objetivos de esta fase son:
Estructurar el trabajo del grupo. Apoyar a cada persona para que progrese de forma firme y activa. Aumentar el nivel de confianza y cohesión. Aumentar el grado de poder de los miembros del grupo. Alcanzar una serie de metas como el autoconocimiento, toma de decisiones… - Evaluar el progreso del grupo. En la fase final: concluye la dinámica grupal, y es el momento de evaluar la consecución de las metas propuestas, la evolución de cada miembro y el papel que ha desempeñado el trabajador social. Se identificará aquello que se ha aprendido. Se analiza la experiencia del grupo, se diseñan nuevos planes de acción en relación con las metas conseguidas y las nuevas circunstancias a las que se enfrentarán los integrantes del grupo en su vida real; se constituirá una red de apoyo. Los objetivos para esta fase serían: Manejar correctamente las reacciones emocionales.
- Evaluar la consecución de las metas previstas.
- Integrar e interpretar la experiencia grupal.
- Abordar aquellas cuestiones que no han podido terminarse o resolverse y establecer una estrategia sobre ellas.
- Analizar la actividad profesional desarrollada, mediante la redacción de un informe cuya finalidad es práctica: establecer, a partir de los resultados obtenidos, recomendaciones para mejorar futuras intervenciones profesionales.
3. PRIMERA FASE. DISEÑO DEL GRUPO: DIAGNÓSTICO Y PREPARACIÓN El Trabajo Social con grupos debe partir de un diagnóstico metodológicamente correcto cuidadosamente elaborado en el que se constatan un conjunto de carencias y dificultades, en el que se establecen unas metas derivadas del análisis del contexto social en que se integran las personas y, finalmente, a partir de la situación diagnosticada, y de las metas, se establecen las características específicas del grupo que se debe desarrollar: duración, objetivos, número de participantes… Es en este estadio cuando el trabajador social tiene que analizar, prepararse, tomar decisiones y llevar a cabo algunas tareas previas, antes del primer encuentro entre las personas que van a constituir el grupo. Sólo un trabajo detallado en esta fase permite una correcta intervención profesional del trabajador social. Son cuatro las cuestiones a afrontar en este estadio: - ¿Cómo se va a organizar el grupo?
- ¿Cuáles son la cultura, el contexto social, la administración pública o la entidad que patrocina o financia la formación del grupo? ¿Cuáles son los principales problemas y acontecimientos previsibles en función de las características del grupo, de su contexto social y de las metas a alcanzar?
- ¿Qué ventajas se derivan de un diseño correcto del grupo? Un diagnóstico adecuado proporciona numerosas ventajas, que permiten una mejor intervención profesional del trabajador social pues le aporta seguridad (gracias al análisis previo de la situación a la que se va a enfrentar), y un mayor nivel de competencia (al tratar a los participantes antes de la formación del grupo poseerá información previa que le ayudará a la hora de desarrollar el grupo).
3.1. Elementos a considerar en la fase de diseño
- Establecer el problema, necesidad o situación.
- Determinar las metas y objetivos de carácter grupal e individual.
- Analizar el contexto social, comunitario, institucional.
Fijar la composición: número de miembros.
- Llegar a acuerdos sobre el horario y lugar de los encuentros.
- Establecer los contactos anteriores a la formación del grupo.
3.1.1. Punto de partida: diagnóstico del problema o necesidad Aunque empleamos los términos “necesidad” o “problema”, aquí no se entiende por tal solamente una situación problemática, sino que también nos referimos a las necesidades o problemas que aparecen cuando cualquiera de nosotros no es capaz de aprovechar las oportunidades que se le presentan, por falta de habilidades, aunque se encuentre perfectamente integrado socialmente hasta ese momento. Ante una situación de dificultad, podemos reaccionar de forma inadecuada. El diagnóstico de la situación nos permitirá conocer si se trata de falta de habilidades o conocimientos acerca de algún tema crucial en la vida de la persona o si se trata del afrontamiento de una etapa difícil de la vida. El punto de partida del Trabajo Social con grupos es, en este sentido, muy claro: las personas a lo largo de su trayectoria vital experimentan todo tipo de situaciones en su interacción social, y en algunas de ellas necesitan apoyo. En función del tipo de apoyo, interviene el trabajador social, sea con la metodología del Trabajo Social con casos, con grupos o comunitario. 3.1.2. Determinación de las metas y objetivos de carácter grupal e individual A partir de un diagnóstico correcto, puede establecerse la meta o conjunto de metas a lograr. Definir el propósito del grupo ayuda a establecer una dirección en el trabajo grupal. Para determinar el propósito debe incluirse, en primer lugar, información sobre el problema o situación que el grupo está orientado a trabajar y resolver; en segundo lugar, información sobre las metas tanto individuales como colectivas; y, en tercer lugar, información sobre la forma en que podría orientarse a los participantes a trabajar como grupo para lograrlo. Una característica básica que facilita el éxito de la dinámica grupal es que el propósito o meta definido sea lo suficientemente amplio y permita integrar las metas individuales con las del grupo. Cuando más cercana e interesante sea la meta común para cada uno de los miembros del grupo, más probabilidades de éxito tendrá el trabajo grupal. Compartir metas y objetivos ayuda a cada persona a mantener el interés y a ser constantes en su trabajo en grupo. Un elemento obvio para determinar la meta grupal es revisar el motivo que está en el inicio de la formación del grupo: el origen del grupo puede ser el propio trabajador social; también puede ser producto de una decisión empresarial; puede diseñarse desde instituciones públicas. 3.1.3. Contexto social
La intervención profesional del trabajador social con grupos no se puede descontextualizar del entorno en el que se aplica. El entorno ambiental dentro del cual se desarrolla el grupo tiene una importancia grupal porque es el entramado social básico en el que se definen situaciones problemáticas y metas a conseguir. Sin un entendimiento adecuado del ambiente que rodea al grupo, las probabilidades de éxito de la dinámica de grupos son muy limitadas, ya que las normas y valores de los participantes, y las actitudes que adoptan, están influidos por dicho entorno. 3.1.4. Composición del grupo La estructura del grupo depende, básicamente, del diagnóstico y de las metas que se persiguen obtener a través de la dinámica grupal. Hay que diferenciar entre los grupos previamente formados (aula del colegio, equipo fútbol…), cuya composición está determinada de antemano, y aquellos grupos que no están formados previamente y en los que el número de participantes no está definido con anterioridad. En el caso de los grupos previamente formados, el proceso de diseño del grupo obviará la cuestión del número de miembros o su composición, puesto que ya está resuelto. El trabajador social debe centrarse, en este caso, en el análisis de las necesidades individuales de las personas que integran el grupo y en las características observables de la dinámica del grupo como tal en su funcionamiento cotidiano. En el caso de los grupos que aún no están formados, el trabajador tiene que decidir quiénes lo integrarán, considerando las características personales, los requisitos de la tarea y la meta que quieran conseguir. La composición del grupo se puede establecer también en función de otras variables, como la orientación metodológica: por ejemplo, la distinción entre grupos terapéuticos, grupos de autoapoyo y grupos orientados a una tarea. Son dos los principios fundamentales que debe tener presente el trabajador social con grupos para llevar a cabo una práctica profesional adecuada:
1. Las posibilidades de éxito serán mayores si los miembros de un grupo poseen las cualidades necesarias para llevar a cabo una tarea dentro de un contexto grupal.
2. El número de participantes tiene que establecerse en función del buen desarrollo grupal, teniendo en cuenta los objetivos que se persiguen. En los grupos numerosos no suele lograrse una interacción completa y positiva, y en los grupos demasiado pequeños queda poco espacio para la creatividad y la productividad. El número de miembros tendrá, por tanto, efectos sobre el desarrollo de las propiedades estructurales del grupo, sobre los patrones de comunicación y sobre los niveles de satisfacción de los participantes.
Otras variables que deben tenerse en cuenta al diseñar el grupo son:
- La edad. Se aconseja formar grupos integrados por personas de edades aproximadas.
- El género. Se ha demostrado que el sexo de los integrantes de un grupo produce modificaciones en las conductas de los miembros. Algunas investigaciones muestran cómo en los grupos mixtos las mujeres normalmente ocupan las posiciones más alejadas del poder. Sin embargo, también el carácter mixto del grupo puede ser un requisito en función de la tarea.
- El nivel cultural. Agrupar a personas de niveles culturales parecidos aporta beneficios al grupo. Esta similitud facilitará la creación de lazos, influirá sobre el tipo de actividades que se van a realizar y es un factor muy relevante a la hora de establecer diversos aspectos básicos en la vida del grupo, como su sistema normativo. Sin embargo, también se pueden diseñar deliberadamente grupos interculturales que: fomentan el respeto, la tolerancia, la comprensión mutua y el aprender a ver las cosas desde el punto de vista del otro.
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- Idoneidad para participar en las dinámicas de grupo. El trabajador social debe tener presente siempre las condiciones mínimas que las personas deben tener parta poder participar en la dinámica de grupo. Hay personas con características que les impiden integrarse adecuadamente en la vida de un grupo.
3.1.5. Programación temporal del trabajo del grupo Es importante determinar con la mayor exactitud posible desde el diseño del grupo, la programación temporal de la dinámica grupal, la frecuencia, la duración de cada sesión. La duración de los grupos es muy variable: desde una sola sesión hasta varios meses o incluso años. Los grupos de corta duración suelen tener entre una y doce sesiones, y han demostrado gran eficacia cubriendo todo tipo de necesidades (ej. Ayudar a las personas a afrontar enfermedades…). También pueden tener propósitos educativos o diagnósticos. La frecuencia de las reuniones depende de muchos factores, aunque en la práctica cotidiana suele establecerse una reunión semanal. Las variaciones se adaptan a las necesidades de las personas o características del grupo, y las razones que las justifican pueden ser de todo tipo: ej. Personas que no pueden reunirse cada semana porque viven a mucha distancia o porque son personas mayores… La duración de cada sesión no puede ser indefinida: debe establecerse un tiempo máximo a partir del cual se suspende la reunión. En la práctica habitual suelen tener una duración en torno a la hora y media, pero hay excepciones. El trabajador social debe adaptarse a las características y situación de los participantes. En cuanto al lugar de encuentro, debe ser confortable, con un aforo adecuado para recibir a los miembros del grupo y sin ruidos que produzcan interferencias en la reunión. Un clima de cordialidad permitirá un mejor desarrollo del proceso grupal. 3.1.6. Contactos previos a la formación del grupo La forma más utilizada para establecer contacto con los futuros participantes es la entrevista inicial, que proporciona la primera impresión tanto al trabajador social como a la persona. Aporta información indispensable para el diseño del grupo. En la entrevista:
- El trabajador social puede realizar un diagnóstico las características personales del potencial miembro del grupo, aportando información valiosa para decidir sobre su idoneidad para integrarse en él.
- El trabajador social expone los objetivos del grupo, y se comienza a crear interés en el potencial participante en relación con la dinámica grupal.
- Es una oportunidad para que el trabajador social muestre su profesionalidad, su dominio de la temática relativa al propósito del grupo y sus dotes comunicativas, favoreciendo que, desde esta fase, la persona sienta atracción por la idea de entrar en el grupo y vea la intervención profesional del trabajador social un medio válido para conseguir el propósito que persigue.
3.3. Diseño de grupos virtuales
La dinámica de grupos comenzó siendo, fundamentalmente, cara a cara, en la que la disponibilidad para desplazarse hasta el lugar de reunión constituía un requisito necesario para su propia viabilidad. Sin embargo, los avances tecnológicos han permitido obviar la proximidad física como factor crítico en la constitución de un grupo, surgiendo nuevas dinámicas de grupo en la red con características propias. En la web se reformulan signos propios del lenguaje no verbal, se puede visualizar al emisor o al receptor y el anonimato permite extender la dinámica de grupos a personas
3.3.2. Ventajas e inconvenientes de los grupos virtuales
Ventajas:
- Están especialmente indicados en aquellos casos en los que las personas padecen serias limitaciones de movilidad física, o de disponibilidad de tiempo para reunirse, y pueden superar ambas limitaciones mediante la interacción social en Internet.
- El anonimato en la red permite que las personas que surgen algún tipo de estigma en su sociedad puedan interaccionar libremente, buscar nuevos entornos y superar la presión de su entorno social.
- Se crean vínculos basados en las prioridades de los participantes, obviando el contexto socioeconómico, el estatus o el poder del que se dispone. En este sentido, los grupos virtuales ejercen un efecto positivo sobre la cohesión de sus miembros.
Aspectos negativos:
- Limitaciones derivadas de un dominio inadecuado de la comunicación a través de Internet. El lenguaje, tanto verbal como no verbal, debe utilizarse siguiendo determinadas pautas. Hay que tener cuidado para utilizar correctamente el medio y respetar las pautas de interacción lingüística de los internautas. No tomar en consideración estas cuestiones a menudo genera respuestas violentas.
- Limitaciones derivadas del anonimato. Si los miembros del grupo aprovechan el anonimato para ocultar su personalidad y representar la vida de otra persona, la dinámica de grupo no tendrá éxito. Es preciso que el trabajador social exprese claramente que no somos mejores personas por imitar o suplantar a otros, sino que nos hacemos mejores en la medida en que potenciamos nuestras capacidades y habilidades. No puede establecerse unan cohesión adecuada en un grupo virtual si no somos sinceros y honestos con el resto de miembros.
- Limitaciones derivadas del rigor de las fuentes de información disponibles en la red. En Internet circula todo tipo de noticias, y en muchos casos se trata de información no contrastada, directamente falsa o, lo que es peor, orientada a confundir y generar corrientes de opinión erróneas. Las personas deben estar alerta para no aceptar acríticamente cualquier tipo de argumentación en la red. Es particularmente importante que los servicios sociales creen páginas web seguras, que los datos que se ofrezcan sean rigurosos y que permitan encontrar con facilidad una fuente fiable de información. Por otro lado, los grupos virtuales diseñados por trabajadores sociales deben diferenciarse claramente y ser accesibles a cualquier usuario, ofreciendo una metodología contrastada y objetivos ligados a la potenciación de las habilidades y recursos personales, de tal forma que en la red cada vez sea más fácil buscar apoyo.
- Limitaciones derivadas de la sobrevaloración de Internet. Un riesgo en los grupos virtuales es la adicción a la interacción en Internet como el único mundo real, pensar y sentir que sólo somos nosotros mismos en la interacción electrónica y, por lo tanto, olvidar la meta básica del Trabajo Social con grupos.
3.3.3. Grupos virtuales: Trabajo Social en la red Internet, como red de redes, es ante todo un espacio de intercambio de información en el que se redefinen los patrones de la interacción social física, por decirlo así, y se desarrollan nuevos patrones de interacción virtual. El trabajador social con grupos se enfrenta a Internet como un medio para lograr favorecer las habilidades de las personas; y también como un nuevo espacio de interacción en el que se cristalizan nuevas formas de exclusión virtual, nuevas dependencias y también nuevas formas de interacción. Con la red de redes se abre paso a un nuevo entorno para el ejercicio de la profesión. Trabajo Social con Grupos 2º Cuatrimestre Curso 2008/2009 Por Tania Laso Descargado de: www.estudiasocial.net 8
Para tener acceso o para desarrollar un grupo cibernauta, hay que tener acceso a un ordenador y a la línea telefónica. Una primera recomendación para cualquier actividad grupal en la web es tener un fácil acceso, lo que no siempre se consigue, y que los pasos a dar para integrarse en ella sean los menos posibles. Algunos de los retos del Trabajo Social con grupos en la web tienen que ver con el liderazgo, la conducción del grupo, la adaptación a las características de Internet, el uso de los recursos de información de la web, el diseño y puesta en marcha de comunidades virtuales en las que se puede recrear la propia situación, el contexto social y con que se visualicen en la pantalla comportamientos adecuados e inadecuados en relación con las metas propuestas. En este sentido, es necesaria la colaboración interdisciplinar entre trabajadores sociales, sociólogos, psicólogos, juristas e informáticos, de tal forma que la recreación virtual de las interacciones sociales permita un aprendizaje e incorporación práctica de las habilidades requeridas para alcanzar los objetivos propuestos. 4. SEGUNDA FASE. FASE INICIAL DEL GRUPO: INCLUSIÓN Y ORIENTACIÓN A partir de un diseño correcto de la dinámica grupal, la segunda fase, en la que el grupo se reúne por primera vez, tiene una importancia crucial. En ella, los participantes experimentan un proceso de inclusión, que desemboca en la cohesión como miembros del grupo, y un proceso de orientación hacia las metas establecidas como objetivo de la actividad del propio grupo. La primera reunión no implica aún la existencia de un grupo. Las personas están empezando a conocerse, todavía no hay cohesión ni metas comunes y se constata la preocupación por la existencia y mantenimiento del grupo. Normalmente, todavía no se ha determinado de manera concluyente su composición definitiva. Y sus integrantes carecen en este momento de un aspecto clave en la interacción grupal: no saben el papel que van a desempeñar dentro del grupo y qué tipo de interacción se desarrollará entre ellos y el trabajador social. En definitiva, en esta fase el trabajador tiene un doble objetivo: buscar la forma de lograr que las personas trabajen juntas, orientadas a la cooperación y a la productividad, y favorecer que uno de los miembros del grupo experimente que su contribución individual es valiosa, y que es reconocida como tal por el resto de sus compañeros. 4.1. Factores a tener en consideración en la fase inicial del grupo 4.1.1. Antecedentes socioculturales La cultura de cada persona afecta a su predisposición para participar en esta fase inicial. En sociedades en las que conviven diversas culturas, y en las que las pautas de comportamiento son distintas según los grupos de edad, y las experiencias previas vividas, los trabajadores sociales deben prestar especial atención a estas cuestiones para lograr la integración progresiva de los participantes en la dinámica grupal. Será una función clave en la actividad profesional del trabajador social: ayudar a los miembros del grupo a darse cuenta de que algunas de sus dudas a la hora de intervenir provienen de prejuicios culturales adquiridos, colaborando para que puedan abordar los problemas que les llevaron a formar parte del grupo, a la vez que respeten las normas. Trabajo Social con Grupos 2º Cuatrimestre Curso 2008/2009 Por Tania Laso Descargado de: www.estudiasocial.net 9
4.1.2. La incertidumbre sobre las metas y los objetivos del grupo Al reunirse por primera vez, las personas que participan no saben si serán aceptadas por el grupo, y tienen dudas sobre el papel que desempeñan el trabajador social y los demás integrantes. Para ellas, todavía es una incógnita si el grupo será o no un lugar adecuado para conseguir sus propósitos, y desconocen si el resto de participantes está o no de acuerdo con ellas. Traen sus propias necesidades al grupo, y en función de la estructura que adquiera el grupo, y de la motivación inicial, se comparten, y se trabaja para alcanza las metas propuestas. El éxito del grupo dependerá, por lo tanto, de la puesta en común de dichas necesidades, de la capacidad de hallar similitudes y puntos de encuentro. También el trabajador social experimenta sensaciones de incertidumbre, y tiene que gestionar sus dudas y preocupaciones al afrontar la gestión de la dinámica grupal. La combinación de un trabajo adecuado en la fase de planteamiento y la fase inicial contribuye a eliminar o al menos esclarecer muchas dudas, permitiendo formular estrategias para poder conseguir los objetivos propuestos. 4.1.3. Gestión de conflictos en la fase inicial Las personas en este estadio buscan básicamente conocerse, y orientan sus interacciones para evitar posibles conflictos, dado que todavía no se han establecido las metas y normas del grupo. En esta fase, el trabajador social tiene como objetivo prioritario tratar adecuadamente los conflictos que puedan surgir. Cada persona busca, con sus interacciones iniciales, encontrar su lugar dentro del grupo y, al establecerse las normas internas del grupo, va poco a poco comprendiendo cuáles son las conductas aceptables y no aceptables. 4.1.4. Los patrones de comunicación Los patrones de comunicación dentro del grupo aún no se han establecido, y por ello la comunicación suele estar centrada en los demás, es dispersa y no muestra una continuidad adecuada. En este momento, cada uno busca no dejar al descubierto aspectos íntimos, ya que todavía no hay familiaridad y tampoco un cierto grado de intimidad. Las primeras interacciones de tipo verbal dentro del grupo suelen consistir en conversaciones estereotipadas a través de las cuales los participantes comienzan a familiarizarse con el contexto vital en el que se desenvuelven los demás. Las conductas comunicativas en el comienzo del grupo son muy variadas: hay quien permanece en silencio esperando que ocurran acontecimientos; otros intentan reducir el nerviosismo o ansiedad inicial entablando conversaciones o haciendo preguntas que les ayuden a ubicarse dentro del grupo… Todas estas interacciones comunicativas irán dando lugar, de manera progresiva, al establecimiento del patrón comunicativo que caracterizará al grupo. 4.2. Objetivos de la fase inicial 4.2.1. Lograr un clima de confianza en el grupo Condición necesaria para el desarrollo del grupo. Una primera ventaja derivada de la consecución de un clima adecuado de confianza en el grupo es la satisfacción de la necesidad de seguridad que tiene cada persona. Según los distintos acontecimientos que vayan teniendo lugar en el grupo, dicha confianza será puesta a prueba. Al afianzarla, los participantes desarrollan sentimientos de afecto, sentimientos de apoyo mutuo que aumentan su autoestima, y alcanzan mayores niveles de bienestar y de productividad. La falta de un clima adecuado de confianza produce el efecto contrario. Trabajo Social con Grupos 2º Cuatrimestre Curso 2008/2009 Por Tania Laso Descargado de: www.estudiasocial.net 10
La principal estrategia metodológica del trabajador social para generar y transmitir confianza es lo que se denomina “modelado”: el profesional “modela” a través de sus propias actitudes y su conducta, ya que la manera más efectiva de transmitir se realiza mediante el propio ejemplo. Algunas de las actitudes que favorecen la confianza dentro del grupo son:
- La aceptación: acogida verdadera de las personas tal y como se muestran, sin intentar cambiarlas, aceptándolas tal y como son aunque sus conductas y expresiones no muestren compatibilidad con las nuestras. Cuando los participantes sienten una verdadera aceptación dentro del grupo, la apertura y la expresión de sentimientos serán un proceso natural.
- El respeto: tanto por parte del profesional como por parte de los otros miembros del grupo. Se refiere tanto a las palabras como a las conductas. se demuestra cuando no se formulan juicios críticos, se evita etiquetar a las personas, se expresa apoyo y afecto de manera auténtica y nos comportamos de manera genuina. Cuando las personas saben que son respetadas, es probable que se muestren confiadas y abiertas.
- La empatía: habilidad para comprender y sentir lo que la otra persona experimenta subjetivamente. Cuando las personas se sienten comprendidas por los demás, en cierto modo se encuentran más predispuestas a revelar sus preocupaciones, ya que pierden el miedo a no ser entendidas y aceptadas tal y como son.
- La autenticidad: capacidad para mostrar coherencia entre nuestras convicciones internas y lo que manifestamos externamente. En este punto, el papel del trabajador social es crucial. A través de su propia autenticidad, ofrece un modelo de conducta a las personas que participen en el grupo, alentándolas a ser auténticas en sus interacciones. Igualmente, el trabajador social puede abrirse a los participantes para dejarse conocer. Compartir determinados pensamientos/sentimientos personales relativos a los acontecimientos que tienen lugar dentro del grupo es un ejemplo de gran valía, que fomenta la limitación de dicha conducta por parte del resto de integrantes.
4.2.2. Una presentación adecuada de los miembros del grupo En esta fase, las personas se reúnen de forma conjunta por primera vez. Por ello, el primer paso es lograr una presentación adecuada de cada uno de los participantes ante el resto. Esta tarea corresponde al trabajador social, que establece los términos en los que debe realizarse, especificando la información básica que cada uno debe compartir con el resto del grupo. Es importante que la presentación sea adecuada, ya que constituye el punto de partida de la interacción. Hay que prestar atención tanto a la comunicación verbal como a la no verbal de la persona que se presenta. En este proceso, a través de compartir preocupaciones y problemas comunes que les han llevado a formar parte del grupo, pueden darse cuenta de que no están solas, constatando que hay personas con preocupaciones parecidas y similares maneras de sentir y sufrir sus problemas. 4.2.3. Establecimiento de los propósitos, objetivos y metas del grupo La dinámica de grupos requiere una flexibilidad y adaptación constantes. El propósito que el grupo se fija en la fase de diseño se reformula en función de la trayectoria del grupo, en un proceso de ajuste que tiene una gran importancia en todas las etapas de su vida. Un propósito claro da fuerza y contenido a las acciones del grupo, proporciona el contexto para la tarea que va a desarrollarse, sirve de guía y permite una evaluación continua: en cualquier momento tanto el trabajador social como el resto de personas pueden evaluar si sus acciones están contribuyendo a alcanzar la meta establecida o por el contrario les están desviando de ella.
El propósito dota al grupo de orientación, esperanza y compromiso. Compartir las metas con los demás miembros nos motiva para la comunicación y la interrelación con los demás y, una vez establecido un consenso básico sobre dicho propósito, se convierte en la base común para alcanzar acuerdos. Aunque al integrarse en un grupo se adopte su propósito común, a nivel individual cada persona tiene propósitos y anhelos que le gustaría ver cumplidos a través de su participación en la dinámica grupal. Estos propósitos particulares suelen encontrarse en sintonía con el propósito general del grupo. En las personas que participan en una dinámica grupal se observan un conjunto de metas que son comunes, independientemente del tipo específico de grupo en el que se integran:
- Tomar conciencia del propio estilo interpersonal.
- Aprender a confiar en uno mismo y en los demás.
- Tomar conciencia de cómo nuestra cultura afecta a las decisiones que tomamos.
- Incrementar la autoconciencia y a través de ella incrementar las posibilidades a la hora de tomar decisiones y actuar.
- Darse cuenta de que las otras personas tienen problemas y sentimientos similares.
- Mejorar la habilidad para solucionar problemas.
- Aprender a pedir las cosas a los demás.
- Volverse permeable y sensible a las necesidades de los otros.
- Aprender a equilibrar en la propia vida la búsqueda de estabilidad con la capacidad para afrontar desafíos.
- Analizar decisiones que se tomaron en etapas anteriores de la vida y que en la actualidad pueden no resultar de utilidad para nuestras metas personales.
El trabajador social desempeña un papel muy relevante en el proceso por el que se fija el propósito del grupo. Cuando se ha planificado correctamente, tanto en la fase de diseño como en esta fase inicial, el trabajador social debe tener ya una formulación explícita y clara del propósito del grupo, que puede compartir con el resto de participantes. En este proceso de comunicación y retroalimentación, más que imponer ideas, se trata de compartir planteamientos, aclarando siempre que las ideas y sugerencias que aporte cada uno son útiles y apreciadas. Tanto el propósito grupal como el individual se definen con mayor claridad conforme se suceden las reuniones del grupo, y cada persona se relaciona con los demás y con el trabajador social. Progresivamente se van explorando más a fondo las necesidades y preocupaciones que les unen, se abren canales de comunicación acerca de los hechos más relevantes que les preocupan y se comparten los sentimientos que les provocan las situaciones que viven. En este sentido, el propósito grupal no es inmutable, sino todo lo contrario: es susceptible de evolucionar. Hay que señalar que en determinados casos el propósito grupal puede no responder a las necesidades experimentadas por los participantes. Esta situación se da en los grupos involuntarios o preformados. En estas situaciones el comienzo del grupo no pasa por la definición del propósito grupal. Sin embargo, en el momento en que las personas empiezan a percibir que pueden obtener algo beneficioso de la situación grupal en la que están inmersas, pueden variar su actitud. Definir a partir de ese momento el propósito permite avanzar en la dinámica de grupo. De este modo, un grupo involuntario puede transformarse en voluntario en el momento en que sus miembros encuentren motivaciones para integrarse en el grupo y perseguir objetivos comunes. 4.2.4. Confidencialidad de la información que se intercambia en el grupo
Es importante que el trabajador social exponga en una charla específica cómo tratar los contenidos y la información que se genera a lo largo de la vida del grupo y el nivel de confidencialidad adecuado. Las filtraciones de la información que se intercambia en el grupo producen graves daños y repercuten muy negativamente en su trayectoria. La falta de confidencialidad influye de manera directa sobre dos requisitos básicos para el funcionamiento de un grupo: la confianza y la cohesión. Por ello, el trabajador social debe reservar el tiempo adecuado para exponer en profundidad este asunto, fomentando la participación en el debate, de manera que se puedan resolver todo tipo de dudas. Además, siempre es aconsejable
4.2.5. Desarrollo de las normas del grupo Cada persona, al incorporarse al grupo, experimenta la incertidumbre derivada de no saber cómo comportarse o qué debe esperar de los otros. Al no estar establecidas las normas en esta fase inicial, el trabajador social debe proponer unas normas de carácter general que ayuden al comienzo y buen desarrollo del grupo. Posteriormente, de la interacción grupal emergerá un sistema de normas específico y particular del grupo, orientado al propósito para el que se creó y relacionado con las características individuales de sus miembros. Para el desarrollo correcto del grupo es necesario que cada persona sepa cuáles son sus derechos, sus responsabilidades, y cuáles son las normas en el marco de las cuales se van a desarrollar sus relaciones con los demás. Con carácter general, estas normas son:
- Establecer relaciones de apoyo mutuo.
- Animar una actitud flexible entre los participantes y cierto grado de riesgo.
- Establecer que las diferencias son buenas y aconsejables, y que cada uno puede aprender mucho de aquellos puntos de vista diferentes de los propios.
- Animar a la participación de todos los miembros insistiendo en los beneficios de la diversidad.
- Establecer canales de comunicación que promuevan la interacción entre los miembros.
- Definir la pertenencia al grupo como un hecho de verdadera relevancia en las vidas de los miembros del grupo.
- Establecer normas sobre los procedimientos del grupo: asistencia, cuotas, confidencialidad, lugar de encuentro.
- Conforme el grupo evoluciona, las personas deben participar en las tareas que contribuyen a su funcionamiento, especialmente en la toma de decisiones y en los procesos de evaluación.
4.2.6. El papel del trabajador social Muy activo en esta fase. En su calidad de profesional cualificado, debe asumir un papel más directivo para tratar de orientar y organizar en la medida de lo posible la interacción en el grupo. Debe motivar a los participantes potenciando sus habilidades para trabajar en grupo. Para ello, el trabajador social recurre a una práctica profesional caracterizada por:
- Empatía. Mediante una actitud empática puede percibir y ser capaz de sentir del mismo modo que la persona con la que interacciona haciendo suyos los sentimientos del otro, a la vez que
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mantiene los propios. Para que esa situación tenga lugar deben darse dos prerrequisitos: que el trabajador muestre apertura y preocupación por la persona.
- Competencia. Debe ser capaz de trabajar de manera efectiva para lograr le clima de seguridad indispensable para que tengan lugar las interacciones grupales; debe animar a los participantes para que se expresen abiertamente, muestren sus sentimientos e interaccionen con él en función del papel que ejerce dentro del grupo.
- Receptividad. Debe mostrarse abierto y dispuesto ante cualquier manifestación de cada uno de los participantes, prestando especial atención tanto al lenguaje verbal como no verbal.
- Cortesía. Necesita aproximarse a las personas desde una actitud cortés y educada. Debe mostrarse cálido, y prestar su apoyo, expresando un genuino interés tanto por cada persona como por el grupo como unidad.
- Compromiso profesional. Debe estar convencido de su competencia. Resulta prioritario creer en el propio valor de la dinámica grupal, en su utilidad para lograr que las personas mejoren sus vidas a partir de la interacción entre ellas, y es necesario que estas convicciones permitan al trabajador social mantenerse firme en los momentos difíciles del grupo, impulsándolo hacia los objetivos propuestos. También se exige una actualización continua que permita mejorar la formación y las capacidades del trabajador social como profesional.