Teatro Romántico y Melodrama en el Siglo XIX: Características y Autores

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El Teatro Romántico en el Siglo XIX

A lo largo del siglo XVIII, ciertas ideas filosóficas fueron tomando forma y finalmente acabaron fusionándose y cuajando a principios del siglo XIX en un movimiento llamado Romanticismo. En su forma más pura, el Romanticismo proponía en el plano espiritual que la humanidad debía trascender las limitaciones del mundo físico y el cuerpo para alcanzar la verdad ideal. Quizá uno de los mejores ejemplos de teatro romántico sea Fausto (parte I, 1808; parte II, 1832) del dramaturgo alemán Johann Wolfgang von Goethe. Basada en la clásica leyenda del hombre que vende su alma al diablo, esta obra de proporciones épicas retrata el intento de la humanidad por controlar el conocimiento y el poder en su constante lucha con el universo.

Los románticos se centraron más en el sentimiento que en la razón, sacaron sus ejemplos del estudio del mundo real más que del ideal, y glorificaron la idea del artista como genio loco liberado de las reglas. Así, el Romanticismo dio lugar a una amplia literatura y producción dramáticas que con frecuencia ignoraba cualquier tipo de disciplina, y que también solía sustituir la manipulación emocional por ideas esenciales.

El Romanticismo en Alemania y Francia

El Romanticismo apareció en primer lugar en Alemania, un país con poco teatro antes del siglo XVIII aparte de rústicas farsas. Muchas de las ideas y prácticas del Romanticismo eran ya evidentes en un movimiento de finales del siglo XVIII llamado Sturm und Drang, liderado por Goethe y el dramaturgo Friedrich von Schiller. Estas obras no tenían un estilo en particular, pero sí eran emocionales en extremo y, en su experimento formal, abonaron el terreno para el rechazo del Neoclasicismo.

Las obras del dramaturgo francés René Charles Guilbert de Pixérécourt abrieron el camino para el Romanticismo francés, que previamente solo tenía un punto de referencia en el estilo interpretativo de François-Joseph Talma en las primeras décadas del siglo XIX.

El Teatro Romántico Español

El teatro romántico español buscó la inspiración en los temas medievales y presenta a un héroe individual dominado por las pasiones virtuosas o viciosas. Se recuperan las formas y estructuras del teatro del Siglo de Oro, pero con una maquinaria escénica y efectos escenográficos suntuosos y aparatosos. La voz engolada y el verso rotundo triunfan en el teatro romántico español.

Su gran figura es José Zorrilla, el autor de Don Juan Tenorio. Pero el que tuvo un gran éxito en su época y se le considera el introductor del Romanticismo en España es el Duque de Rivas, autor de menor valía, pero al que se le debe la obra Don Álvaro o la fuerza del sino, sobre la que años después Giuseppe Verdi compuso su ópera La forza del destino.

El Melodrama en el Siglo XIX

Las mismas fuerzas que condujeron al Romanticismo, en combinación con varias formas populares, condujeron al desarrollo del melodrama, el género dramático más arraigado en el siglo XIX. El melodrama como literatura es a menudo ignorado o ridiculizado, cuando no desdeñado por los críticos, porque aporta imágenes de villanos que se atusan el bigote o heroínas sujetas a vías de tren.

La palabra "melodrama" tiene dos significados: combinación de comedia y tragedia (mezcla de géneros), y un drama acompañado de música.

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