El teatro español del siglo XX: Tendencias y obras destacadas

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Desde los 70 hasta la actualidad: dificultad para reconocer un estilo, tema o intención como criterio de clasificación. Coexistencia de todas las técnicas y tendencias anteriores, interés en la historia y variedad temática: novela policiaca, histórica, fantástica, del conflicto entre pueblo y ciudad, de la guerra civil y posguerra, metaliteraria, etc. Algunos autores destacados son Julio Llamazares, Luis Mateo Díaz, Manuel Vázquez Montalbán, Manuel Rivas, Javier Marías, Juan José Millás, Antonio Muñoz Molina, José María Merino y Álvaro Pombo.

Desde 1975 el mundo urbano, cotidiano y contenido autobiográfico es fuente de inspiración para tratar algunos temas universales como el amor, el paso del tiempo, la angustia existencial y la muerte. Características: rechazo a la ornamentación, sencillez y coloquialismo, lenguaje moderno, ironía, distanciamiento antilírico, estrofas y versos. Algunas tendencias son el neosurrealismo, el neorromanticismo, la poesía del silencio o minimalista, la poesía épica y la poesía sensualista o del nuevo erotismo. Algunos autores destacados son Blanca Andreu, Antonio Colinas, Jaime Siles y Andrés Sánchez.



Al finalizar la guerra civil española, nuestro teatro se encuentra con tres graves problemas. Por un lado, el agravamiento de los condicionantes comerciales del género teatral debido a la crisis económica y la censura que impide todo contenido político crítico en las obras. Por otro lado, se produce un corte muy profundo con respecto a lo que había sido el teatro con anterioridad a la guerra, debido a la muerte de algunos de los grandes maestros o al exilio de otros. Por último, se habla del inicio de una crisis del teatro que puede explicarse por varias razones, como la falta de grandes autores españoles, el recurso a traducciones de obras de autores extranjeros y la preferencia del público por el cine.



Ionesco escribió de la obra: “Tres sombreros de copa, de Miguel Mihura, tiene la ventaja de asociar el humor trágico, la verdad profunda, al ridículo, que, como principio caricaturesco, sublima y realza, ampliándola, la verdad de las cosas.”

Se trata de una de las obras clave, casi míticas, del teatro español del siglo XX. Escrita en 1932, de haberse estrenado en ese momento hubiera sido una de las obras pioneras del teatro europeo del absurdo. Pero se estrenó 20 años más tarde cuando el humor absurdo ya no era una novedad. Con todo, ha marcado una época en el teatro español contemporáneo.

“Tres Sombreros De Copa” (1932) es una de las mejores obras teatrales de Miguel Mihura, quien vio como esta innovadora proposición de teatro absurdo y surrealista no encontró respuesta favorable en la época, teniendo que retrasar su estreno veinte años hasta su representación en la década de los 50.

La obra se centra en la figura masculina de Dionisio, un ciudadano medio, ni rico ni pobre, ni guapo ni feo, que se aloja en un humilde hotel en vísperas de su boda con su novia de toda la vida. Cuando está a punto de meterse en su cama para descansar y esperar el gran día, una joven llamada Paula, bailarina de un espectáculo de variedades, entra en su habitación. Detrás de ella ingresan también en la alcoba de Dionisio toda la troupe, repleta de personajes estrafalarios. El carácter libre y alegre de Paula, a pesar de ciertos sinsabores vitales que le acompañan, termina ilusionando a Dionisio, quien se plantea no acudir a la boda…

Esta enloquecida comedia de tres actos destaca por el ingenio y vivacidad en los diálogos y por la creación de situaciones absurdas que pueblan el escenario con un ritmo frenético. Esta ilógica surreal, que simula ser aceptada como normal por todos los participantes en las situaciones, aporta grandes dosis de comicidad pero encierra en su esencia un factor pesimista por la inmovilidad social y la incapacidad de decisión del ser humano atorado en sus propias circunstancias. También es palpable un tono melancólico y crítico en la contraposición entre los valores estrictos burgueses y el espíritu libertario del artista.

Después del trauma de la guerra, los dramaturgos de la posguerra se enfrentaron a una férrea censura que hacía difícil, sino imposible, ofrecer una visión crítica de la realidad. Es un tipo de teatro clásico, es decir, que cuenta con una unidad de acción, de tiempo y de espacio. La acción de este tipo de teatro al igual que la de la obra se estructura en tres actos: planteamiento, nudo y desenlace. Dos son las figuras que emergen en esta sociedad cerrada desenmascarando, aunque desde perspectivas diferentes, la realidad de la que nadie quería hablar públicamente: Buero Vallejo y Alfonso Sastre. El teatro de Buero investiga en la condición trágica y ambigua de la libertad humana, mientras que la obra de Sastre, inseparable de su trayectoria comunista, concibe el teatro como un instrumento de acción revolucionaria.

A finales de la década de los '50 surge una nueva promoción, la de los autores de la llamada generación perdida. Autores como Lauro Olmo, Martín Recuerda o Luis Matilla adquieren pronto, por su marginación sistemática de los escenarios públicos y comerciales, conciencia de grupo. Coinciden igualmente en sus planteamientos y temáticas, siguiendo con la línea del realismo crítico, hablan de la explotación del hombre por el hombre y de la injusticia social. A lo largo de la década de 1960 aparece un nuevo grupo de autores, tan castigados por la censura como los anteriores. Se caracterizan, en términos generales, por su rechazo del realismo y por su interés experimentalista. Su estilo teatral se integra en las nuevas formas del teatro de vanguardia. Entre estos autores destacan José Ruibal, Francisco Nieva y Fernando Arrabal. Este último es el autor de alguna de las piezas más representativas del teatro europeo de este siglo. Es también en las décadas de 1960 y 1970 cuando se produce la efervescencia de los denominados grupos independientes, vinculados a la figura de un director o autor o experimentando, con fórmulas de creación colectiva. Estos grupos surgen con una decidida vocación de resistencia antifranquista y una actitud de búsqueda en cuanto a concepciones escénicas y técnicas interpretativas. Apartados de los círculos del teatro oficial, su labor se fue introduciendo en universidades, centros culturales y colegios mayores. Grupos como Tábano, el Teatro Estable Independiente (TEI), Goliardos, Cómicos de la Legua, Esperpento o muchos otros contribuyeron a dinamizar la vida teatral española en las postrimerías del franquismo.

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