Teatro Español de Posguerra: Del Burgues al Crítico
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Teatro Español de Posguerra
El Teatro Burgués y de Evasión
En la posguerra, el teatro predominante se dirigía a un público que lo concebía como medio de evasión, construido dentro de una concepción dramática burguesa. Los temas tratados no eran políticamente comprometidos. Este tipo de teatro burgues predominó hasta 1949, cuando Buero Vallejo estrenó Historia de una escalera.
A partir de 1950, encontramos a Joaquín Calvo Sotelo y Jaime Salom. Otros autores son: Edgar Neville, José María Pemán, Juan Ignacio Luca de Tena. Los máximos representantes eran:
- Enrique Jardiel Poncela: Estrenó su primera obra en 1927. Dramaturgo de humor inteligente e irónico, se alejó del teatro cómico anterior, basándose en lo inverosímil y absurdo. Algunas de sus obras más conocidas son: Cuatro corazones con freno y marcha atrás, Eloísa está debajo de un almendro y Los ladrones son gente honrada.
- Miguel Mihura: Basó su teatro en lo absurdo e ilógico. En su primera etapa, no buscaba solo entretener, sino también hacer reflexionar. Más tarde, su teatro abandonó la denuncia social, enfocándose en un público que buscaba entretenimiento. Su obra más importante es Tres sombreros de copa. Mihura enfrentó un mundo burgués acomodado a otro más rebelde y bohemio. Escribió otras obras como: Melocotón en almíbar, Maribel y la extraña familia y Un señor de Murcia.
Teatro del Exilio
Su fecundidad, en los primeros años, fue sorprendente. En la inmediata posguerra, el verdadero teatro español no estaba dentro, sino fuera de España. A pesar de haber sido arrancado de su medio, el gran movimiento renovador de los años treinta tuvo la suficiente energía para prolongarse y desarrollarse, no solo porque había dramaturgos que escribían, sino también porque existía una actividad teatral continuada.
Alejandro Casona: A diferencia de Max Aub o Alberti, sus obras anteriores a la guerra tienen mayor interés que las posteriores. En estas últimas, Casona se planteó la exigencia de llegar a toda costa al público de los teatros. Para ello, renunció a presentar una problemática española (en la línea crítica que había iniciado antes del exilio con Nuestra Natacha) y cultivó la comedia burguesa de evasión: La dama del alba, Los árboles mueren de pie... Se trata de comedias muy bien escritas, con mucho sentido de la situación dramática, diálogos cuidados, apuntes poéticos y mucha evasión de la realidad a base de alentadores finales.
Hacia un Nuevo Teatro
A mediados de los 60, aparecieron dramaturgos que intentaron superar el realismo social mediante un teatro más vanguardista y experimental: Antonio Gala, Fernando Arrabal y Francisco Nieva. Se incorporaron otros como Luis Riaza, Jerónimo López Mozo, José Sanchis Sinisterra…
- Antonio Gala: Además de teatro, escribió ensayo, poesía y novela. Utilizó un lenguaje muy rico. En el teatro, solía mostrar su preocupación por el hombre, ambientándolo en la época contemporánea o en un pasado histórico o mítico. Obras destacadas: Los verdes campos del Edén, Los buenos días perdidos, Anillos para una dama, Petra Regalada, Los bellos durmientes.
- Fernando Arrabal: Uno de los creadores del teatro "pánico", influenciado por el dadaísmo, el surrealismo, el teatro del absurdo y de la crueldad. En él, se encuentra lo insólito, lo sórdido, el humor y la confusión. Un teatro vanguardista y transgresor. Obras destacadas: Cementerio de automóviles (teatro absurdo), La aurora roja y negra (teatro de guerrillas).
- Francisco Nieva: Escribió varias obras en los 50, pero no estrenó hasta los 70. También director y escenógrafo, y miembro de la Real Academia desde 1990. Teatro crítico de gran calidad, manteniéndose distante de las corrientes tradicionales. Sus temas más frecuentes son España, el erotismo y la religión. Obras destacadas: El combate de Ópalos y Tasia (teatro furioso), Malditas sean Coronada y sus hijas (teatro de farsa y calamidad), Sombra y quimera de Larra (teatro de crónica y estampa).
El Teatro Crítico
El estreno de las obras de Antonio Buero Vallejo introdujo un cambio y una renovación profunda en el teatro español. En los años 50 y 60, la generación realista implantó un teatro crítico que buscaba un compromiso ético-social con el individuo y su realidad (realismo social). Estos autores entendían la escena como un medio para agitar la sociedad española. Mostraban su inconformismo mediante el vanguardismo y el expresionismo. Dentro del realismo social, encontramos a: Alfonso Sastre, Lauro Olmo, Buero Vallejo, además de José María Rodríguez Méndez, José Martín Recuerda y Carlos Muñiz.
- Alfonso Sastre: Durante la dictadura, no pudo mostrar sus obras fácilmente. Inconforme y comprometido, escribió obras existenciales (Escuadra hacia la muerte), teatro realista de carácter crítico-social (Muerte en el barrio), de carácter épico (La cornada) y tragedias completas como La taberna fantástica.
- Lauro Olmo: Supo captar como pocos lo que sucedía a su alrededor. Su teatro está siempre dotado de realismo, verdad, denuncia social y gran fuerza dramática. Obras destacadas: La pechuga de la sardina, La camisa.
- Antonio Buero Vallejo: Su teatro marcó el inicio de una nueva etapa, suponiendo una ruptura con los escenarios burgueses y lujosos de las comedias de evasión y con la temática de un teatro alejado de la realidad española. Aunque algunos distinguen dos etapas en su trayectoria dramática (una realista y otra simbólica), el propio Buero Vallejo rechazó esta división y defendió la unidad de su teatro.
- Estilo:
- Personajes que encarnan actitudes opuestas: activos y solidarios vs. inactivos y con angustia.
- Efecto inmersión: presentar la realidad tal y como la vive el personaje.
- Detallismo en las acotaciones: descripción minuciosa de escenarios, gestos, movimientos y actitudes.
- Simbolismo: oscuridad (limitaciones humanas y soledad) y luz (verdad).
- Obras:
- De crítica y denuncia: Historia de una escalera, El tragaluz.
- De corte simbólico: La fundación, La tejedora de sueños.
- De fondo histórico: Un soñador para un pueblo, Las meninas, El concierto de San Ovidio.
- Estilo: