El teatro español desde la Guerra Civil hasta los años 50

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EL TEATRO DESDE LA GUERRA CIVIL HASTA LOS AÑOS 50.

La creación teatral inmediatamente posterior a la Guerra Civil se vio afectada, al igual que la poesía y la narrativa, por el exilio de los autores más innovadores. Esto supuso que el panorama teatral español quedase apartado de las corrientes renovadoras que os proponían los dramaturgos europeos. Además, la rígida censura sobre los textos teatrales y las representaciones causó que los autores auto censurasen su libertad creadora de una manera más o menos consciente.
A todo esto hay que sumar que la penuria económica de la posguerra había obligado a los empresarios y compañías teatrales a asegurar sus ingresos apostando por obras acordes con los gustos del público, que eran espectadores de clase media cuyo objetivo era la evasión y el entretenimiento.
Las representaciones se concentraron en las grandes ciudades, especialmente Madrid y Barcelona, mientras que en las capitales de provincia y pueblos sus habitantes tuvieron pocas oportunidades de acudir al teatro.

1. La comedia burguesa.

En esta época predominó un teatro pensado para el entretenimiento de la burguesía urbana, que continuaba la línea de la alta comedia decimonónica, bajo una fórmula dramática que se había asentado durante décadas por el teatro de Jacinto Benavente y que tiene dos rasgos básicos:
  • Es un teatro de entretenimiento. Las obras se centran en representar las costumbres y problemas morales de la clase media, con un ligero tono crítico que no llega a sobrepasar ciertos límites.
Representa los valores del régimen, como el catolicismo, el patriotismo y la unidad nacional, así como la moral de la burguesía, con una visión que se muestra partidaria de valores universales como la fidelidad y la honradez, pero que defiende especialmente la entrega al trabajo al matrimonio tradicional como fundamentos de la vida.
Los temas que se tratan en estas obras, debido a las limitaciones citadas, se centran en problemas económicos, de conciencia, amorosos o de fidelidad conyugal, resueltos conforme a los códigos y valores del régimen. Así los ambientes que se presentan suelen ser interiores: casas de familias acomodadas en las que es imposible percibir carencias o problemas económicos. Los personajes pertenecen a ese ambiente y generalmente presentan escasa profundidad psicológica.
El estilo está orientado también a satisfacer los gustos y temas propios de este teatro. Las obras siguen los modelos clásicos, con diálogos cuidadosamente construidos y la dosificación de la intriga hacia un final feliz. También abundan las fórmulas estereotipadas para hacer reír al público.
Muchos dramaturgos triunfan con esta fórmula, aunque podemos destacar a José López Rubio (Celos del aire), Joaquín Calvo Sotelo (Una muchachita de Valladolid, La muralla), Edgar Neville (El baile), y Enrique Jardiel Poncela (Eloísa está debajo de un almendro).
ENRIQUE JARDIEL PONCELA es en este tipo de teatro un gran innovador. Pese a las limitaciones impuestas por la censura, encuentra en el humor absurdo un resquicio por el que introducir novedades en la escena teatral. Su objetivo fue romper los límites de la comicidad tradicional y crear un teatro de lo inverosímil, cuyos ejes principales son el misterio y la locura de los personajes.

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