El teatro español: cambios y tendencias desde la posguerra hasta la actualidad

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El género teatral en España

El género teatral ha sufrido importantes cambios en las últimas décadas. La posguerra española rompió el teatro vanguardista y durante el régimen franquista convivieron, por un lado, el teatro burgués y por otro lado el teatro social. A partir de la década de 1960, el teatro social evoluciona hacia el teatro de lo absurdo. Con la llegada de la democracia regresaron varios autores exiliados, cuyo teatro actual refleja las inquietudes de la nueva sociedad española.

La producción teatral tras la guerra civil

Tras la guerra civil, la producción teatral, de baja calidad y mediocre, siguió condicionada por la muerte o el exilio de grandes dramaturgos como Lorca o Valle-Inclán. El público prefería un teatro sencillo y transicional, lo que llevó a las empresas teatrales a ofrecer obras comerciales cuya finalidad era la evasión del espectador. Además, la censura del régimen franquista afectó el contenido de las obras.

Tendencias del teatro español

El teatro español se puede agrupar según varias tendencias. Encontramos el teatro burgués, en el que domina el tema ideológico, la comedia benaventina o el sainete costumbrista. Destacan José María Pemán y Juan Ignacio Luca de Tena. También encontramos el teatro poético, con comedias escritas en prosa poética que se centran en el conflicto entre la realidad y la fantasía. Destaca la habilidad en la construcción de las obras, la visión amable, irónica y comprensiva de la vida, y la combinación de humor, ternura y nostalgia. El autor más destacado es Alejandro Casona, cuya obra se basa en una visión amable y idealizada de la vida.

Otra tendencia es el teatro de humor, basado en situaciones verosímiles y fantásticas. Trata de buscar la carcajada fácil a través del lenguaje lleno de equívocos, juegos de palabras y chistes. Uno de los autores más representativos es Enrique Jardiel Poncela, cuyo teatro está inspirado en el absurdo escénico. También destacan su amor intelectual, la atemporalidad del conflicto de los personajes y las manías de los personajes. Sus obras más importantes son "Eloísa está debajo de un almendro" y "Los ladrones somos gente honrada".

Otro autor destacado es Miguel Mihura, cuya obra se divide en dos etapas. En la primera, de 1932 a 1946, se acerca al teatro del absurdo con una intención crítica. Su obra más representativa es "Tres sombreros de copa". En la segunda etapa, de 1953 a 1978, el humor pierde importancia y se adapta a los gustos del público. En general, toda su obra es una crítica a las imposiciones que impiden la libertad de los personajes y rompe con la lógica, empleando recursos como la asociación ilógica de elementos.

A mediados de la década de 1950, y de forma paralela al teatro de humor, surgió el teatro social, que denuncia la violencia e injusticia de la posguerra. A nivel formal, era un poco innovador y más preocupado por el contenido y el mensaje. Destacan Antonio Buero Vallejo y su obra, que busca la reflexión en el espectador a través de personajes con actitudes opuestas, el detallismo de las acotaciones y el simbolismo de los personajes. Algunas de sus obras son "La ardiente oscuridad", "La fundación" y "Misión al pueblo desierto". También destaca Alfonso Sastre y su teatro comprometido, que muestra la lucha en la que el individuo siempre sale derrotado, con la misión de transformar la sociedad.

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