Teatro Español desde 1940 a Nuestros Días: Evolución y Renovación

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El Teatro Español desde 1940 a Nuestros Días

Teatro en el Exilio
Max Aub: Publica en 1942 “San Juan”. La obra plantea las vicisitudes de un contingente de emigrados judíos que huyen de los nazis en un barco, el “San Juan”, y que no logran ser recibidos en ningún puerto.

Años 40: Evasión y Humor

Destacan el teatro de humor, innovador, de Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura. La obra más representativa de Mihura es “3 sombreros de copa” estrenada en 1952, 20 años después de ser escrita. Es una comedia que satiriza la rutina y mediocridad de la burguesía de provincias y la no-miserable vida del teatro de variedades; Se enfrentan 2 mundos y 2 concepciones de la vida: la vida burguesa y prosaica de Dionisio y la vida poética y de libertad de Paula.

Años 50: Teatro Existencialista y Social

El teatro realista intentó renovar la escena española y manifestar su oposición a la dictadura. Las obras plantearon temas como la injusticia social, la explotación, la vida de la clase media y baja, la condición humana de los humillados, los marginados. Destacan dramaturgos como:

  • Alfonso Sastre (“Escuadrón hacia la muerte”, 1953 “la mordaza”, 1954).
  • Lauro Olmo (“La camisa”, 1962; drama sobre la emigración).
  • Antonio Buero Vallejo. Sus obras últimas son: “Jueces en la noche”, 1979; “Lázaro en el laberinto”, 1986; “Música cercana”, 1989; y “Las trampas del azar”, 1994.

Años 60 y 70: Renovación Formal

Dentro del teatro comercial, siguen triunfando las comedias de Mihura, Jaime Salom, Jaime d Armiñan, Ana Diosdado. Entre los nuevos sobresale Antonio Gala: En 1963 estrena su 1ª comedia, “Los verdes campos del Edén”. Durante los años 70 goza del favor del público con obras como “Anillos para una dama”, “Las cítaras colgadas de los árboles”, “Por qué corres, Ulises”. Posteriormente estrena obras como “El hotelito”, “Séneca o El beneficio de la duda”.

La experimentación. Como ocurre con la narrativa y la poesía, los nuevos autores consideran acabado el realismo social y buscan nuevas propuestas que se caracterizan por su oposición estética a los “realistas”, aunque en bastantes ocasiones las obras tampoco están exentas de crítica social. Muchas de estas obras no encontraron facilidades para ser representadas, o por problemas con la censura, o porque sus audacias formales no encontraron fácil eco en el público. Se habla de “teatro soterrado”, “teatro del silencio”, “Teatro ‘underground’, “teatro vanguardista”. Quizá lo más peculiar es el teatro de Fernando Arrabal. Imaginación, elementos surrealistas, lenguaje infantil.. son las características del primer conjunto de las obras de Arrabal. Exiliado en Francia desde 1955, sus obras se encuadrarían dentro del llamado “teatro pánico” y pretenden ser un teatro total que exalta la libertad creadora y persigue la provocación y el escándalo del espectador. Sus obras: “El laberinto”, 1956; “Oye, Patria, mi aflicción” (1975).

En el panorama del teatro bajo los últimos años del franquismo no puede faltar la mención del fenómeno del “teatro independiente”. Bajo este rótulo se engloban grupos como “Los Goliardos”, “Tábano” “Teatro libre” de Madrid; “Els joglars”, “Els Comediants” y “Fura dels Baus” en Barcelona; “Aquelarre”, en Bilbao.

Desde 1975

Finalizada la dictadura y eliminada la censura parecía abrirse una etapa prometedora para el teatro. Pero, por el contrario, ha sido en estos años cuando la crisis del teatro español se ha hecho más evidente. Un importante fenómeno del teatro español posterior a 1975 ha sido la creación de instituciones teatrales que dependen de instancias oficiales, tanto del estado como de las comunidades autónomas o municipios. Así, en 1978 se creó el Centro Dramático Nacional y posteriormente El Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas y la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Francisco Nieva es probablemente el más importante de los dramaturgos experimentales de la segunda mitad de siglo. Aunque escribe obras de teatro desde los años 50, no las ve representadas de forma regular hasta después de la muerte de Franco. Ligado al grupo literario de los ‘postistas’ de finales de los 40 y principio de los 50, su teatro va a caminar por la senda de lo surrealista, lo onírico, lo fantástico y lo imaginativo. El propio dramaturgo ha subdividido su obra en “teatro de crónica y estampa”, “teatro de farsa y calamidad” y “teatro furioso”. Al primer grupo pertenecen obras de estética más realista. En Las obras del segundo grupo se da más importancia a lo irracional e imaginativo. Finalmente, el “teatro furioso” extremará los rasgos de libertad imaginativa y ruptura de todo corsé teatral preestablecido. Se trata de que se produzca de forma plena la liberación del subconsciente. Al “teatro furioso” pertenecerían obras como “Pelo de tormenta”, ”Nosferatu”, “Te quiero zorra”, “El baile de los ardientes”... Otros autores de esta época: Sanchís Sinisterra “¡Ay, Carmela!”; José Luis Alonso de Santos: ”Bajarse al moro” Fernando Fernán Gómez: “Las bicicletas son para el verano”...

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