El teatro de Buero Vallejo: compromiso social y ético

Enviado por Chuletator online y clasificado en Español

Escrito el en español con un tamaño de 6,66 KB

Claves ideológicas del teatro de Buero Vallejo: el compromiso social y ético

Para el estudio general del autor seguiremos las investigaciones de Mariano de Paco, tal vez el mayor especialista en su obra.

Datos biográficos

Antonio Buero Vallejo nació en Guadalajara en 1916 (el mismo año que Camilo J. Cela y Blas de Otero). Aunque fue un lector voraz durante su adolescencia, su primera vocación fue la pintura y cursó estudios de Bellas Artes. Tras un crisis religiosa, crecen sus inquietudes políticas y en 1936 es movilizado y se integra en un batallón de infantería. Al término de la guerra es condenado a muerte por “adhesión a la rebelión”, pero se le conmuta la pena por treinta años de cárcel. En una de la prisiones que recorrió coincide con Miguel Hernández, al que le hace un espléndido retrato; en 1946 logró la libertad, siendo esta traumática experiencia trasladada posteriormente a sus obras.

En 1949 presenta Historia de una escalera al premio Lope de Vega. El premio se le otorga, y con ello accede a los escenarios. El estreno de la obra fue un acontecimiento en el teatro de posguerra y significó la aparición de nuevas obras cargadas de hondas preocupaciones sociales. Desde entonces, y pese a ciertos problemas con la censura, sus obras atraen al público y son éxitos clamorosos, llegando a obtener dos veces el Premio Nacional de Teatro con Hoy es fiesta (1956) y Las cartas boca abajo (1957).

En los años sesenta su fama se consolida, y obtiene permiso para estrenar sus obras en Europa y América. En España participa en actividades de oposición política, defendiendo el marxismo. Ingresa en la RAE en 1971 y en 1986 le será reconocida su trayectoria con el premio Cervantes, que lo coronaba como la primera figura del teatro español de posguerra.

En 1997 concluye su última obra, Misión al pueblo desierto, que se estrena en Madrid dos años después. Fallece en 2000, y su cadáver es velado en el teatro María Guerrero, a donde acude una multitud a dar su último adiós. Su ciudad natal le recuerda con un auditorio-teatro que lleva su nombre.

Leemos las propias palabras del autor para entender su visión del teatro.

“Mi teatro pretende ser un teatro crítico y removedor que nos enfrente una vez más con la evidencia, ante la que tan obstinadamente cerramos los ojos, de que no todo está bien y que nos invite a reflexionar acerca de las graves preguntas que esa desdichada evidencia debe sugerirnos”

Buero es, ante todo, un trágico. En diversos escritos y en concreto en su ensayo La tragedia (1958) ha precisado sus concepciones. La tragedia, para él, supone una mirada lúcida sobre el hombre y sobre el mundo, pero no una visión pesimista. La función de la tragedia es doble:

  • Inquietar, planteando problemas pero sin imponer soluciones. Y ello es una característica esencial de su teatro: el final de sus obras suele ser un interrogante lanzado al espectador, quien ha de prolongar con su reflexión personal aquel conflicto que ha quedado de algún modo abierto. Hemos de ser nosotros los que completemos el sentido de lo que ha pasado en escena, quienes ahondemos en el problema y nos preguntemos por sus causas y posibles soluciones.

  • Curar, en cierto sentido, ya que señala la necesidad de una superación personal y colectiva, impulsándonos a luchar contra todo lo que se opone a la dignidad humana.

Este compromiso con lo humano posibilita que los temas como el destino, el sentido de la vida y de la muerte estén siempre presentes. Junto a ellos, otros temas:

  • Se plantea el problema de la verdad como necesidad y objeto de búsqueda.

  • La libertad convertida en problema ético, dado que el ser humano, que es su poseedor, debe responder de sus actos mientras hace uso de ella.

  • La rectitud y la belleza que deben desprenderse del compromiso humano que busca la verdad y hace uso adecuado de la libertad.

  • La violencia y la opresión, como reflexiones acerca de su origen.

  • La utopía, que suele ser inalcanzable para los personajes por sus propias limitaciones pero no como planteamiento colectivo, llevándonos al concepto de tragedia esperanzada.

Las tragedias de Buero son explicables partiendo del concepto catártico y purificador al modo de Aristóteles. El hombre debe conmoverse ante la tragedia y la misión del dramaturgo es incitar al individuo a que supere sus errores y cree su propio destino. Buero se coloca por encima del pesimismo, sus obras proponen lecciones de humanidad y encierran una llamada a la esperanza en un mundo más humano y más justo.

El teatro de Buero posee una significación histórica superior a su alcance meramente estético. Durante el periodo franquista su teatro asumió el papel de la disidencia ideológica y encarnó para muchos la representación de un teatro rebelde y crítico con la situación socio-política. La habilidad del autor en la construcción de los dramas se ajustaba a esa disidencia frente a un poder emanado de una guerra injustificable. Historia de una escalera es un drama de la Guerra Civil y esa casa de discordias es su metáfora, los nobles ideales de Esquilache en Un soñador para el pueblo, las ideas ilustradas vigentes en El concierto de San Ovidio, la actitud rebelde de Velázquez en Las Meninas o de Goya frente al poder en El sueño de la razón, ponían en solfa la dictadura tanto o más que en El tragaluz, donde se aborda la guerra civil abiertamente.

Los argumentos de todas sus obras, incluidas algunas escritas ya en la época democrática, se enmarcan en constantes como la intolerancia, la injusticia, la violencia o la opresión. La censura actuó en varias de las obras, y prohibió la representación de La doble historia del doctor Valmy (1964), ya que abordaba el tema de la tortura. Para contrarrestar sus efectos, Buero defendió la escritura de un teatro que llamó posibilista:

Esta propuesta posibilista lo enfrentó con el también dramaturgo Alfonso Sastre. Sastre defendía que había que escribir un teatro combativo, en el que el dramaturgo expresara abiertamente su oposición a la dictadura, aunque eso le hiciera chocar con la censura e impidiera su representación.

La llegada de la democracia no provocó cambios profundos en su teatro. Siguió ahondando en el análisis del comportamiento humano. Sus obras se acercan a una sociedad en crisis: paro, corrupción o especulación inmobiliaria. En Música cercana (1989) muestra su desencanto ante una sociedad mercantilista e insolidaria, y en general, muestra con pesimismo como la injusticia y el abuso de poder siguen en la sociedad ya democrática.

Entradas relacionadas: