Sociedad y Economía en la España de la Restauración: Un Análisis Detallado
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La Sociedad y Economía en la España de la Restauración
El sistema económico y social en la España de la Restauración presentaba una sociedad dual en la que convivían dos mundos: unas pocas áreas industrializadas y un inmenso interior agrario, con forma de vida y subsistencias muy atrasadas. Las bajísimas rentas de la mayor parte de la población no permitían ni el consumo ni el ahorro, lo que dificultaba el desarrollo industrial. Además, la política económica olvidó atender las necesidades de la mayor parte de la población.
Áreas de la Economía Española
- Áreas agrarias del interior: dedicadas a cultivos extensivos de productos de gran consumo, principalmente cereales, con muy bajos rendimientos.
- Áreas periféricas industriales: Cataluña, País Vasco y zonas del Cantábrico; que producían principalmente para el mercado nacional, puesto que sus altos costes y baja productividad les impedían competir en los mercados internacionales.
- Áreas periféricas mediterráneas: consumían del interior, a precios altos, y en cambio, vendían parte de sus productos al exterior, posibilitando así importaciones de materias primas y bienes de equipo necesarias para la producción industrial.
El bloque de poder estaba constituido por una oligarquía burguesa que formaba el triángulo de siderurgias vascas, textiles catalanes y cerealistas castellanos, que regían la vida política y económica del país –el llamado eje Bilbao- Barcelona- Valladolid.
Proteccionismo y Librecambio
La economía española se encontraba ante el gran dilema del proteccionismo o librecambio. Durante todo el siglo XIX, la economía había estado fuertemente protegida por altos aranceles aduaneros que encarecían las importaciones y posibilitaban una reserva del mercado nacional. Tras la revolución de 1868, el ministro Laureano Figuerola estableció un nuevo arancel que pretendía abrir la economía española al exterior como forma de promover el desarrollo económico. Este arancel establecía una desprotección selectiva, manteniendo momentáneamente una fuerte protección para los productos agrarios y rebajando la de los productos industriales. El arancel Figuerola no acabó por implantarse totalmente y con motivo de la crisis mundial del comercio agrario en la década de los 80, el gobierno de Cánovas lo suprimió y estableció un nuevo arancel proteccionista en 1891.
La Industria Vizcaína: La Base Minera
La hegemonía de Vizcaya se explica por la concentración de la riqueza de los yacimientos mineros orientados a la exportación, lo que permitió una importante capitalización, es decir, la inyección de hierro al extranjero fue la base del capitalismo vasco y de todo el capitalismo industrial de España.
La ley librecambista de Figuerola favoreció la explotación de la cuenca de forma regular y creciente, de modo que, en 1876, con el fin de la guerra y la supresión de las leyes forales por parte de la Restauración, se inició una etapa nueva con una rapidísima expansión de la producción de mineral destinado a la exportación. Se fundaron compañías extranjeras y vascas para explotar el subsuelo y el mineral vizcaíno de elevada ley metálica y bajo coste, comenzó a ser el más demandado por las siderurgias de Europa occidental. La reinversión del capital obtenido por la venta del mineral en la construcción de altos hornos supuso un salto cuantitativo y cualitativo de enorme importancia para el despegue de la siderurgia vizcaína. Este despegue, tras el exitoso inicio, en 1879, de la Fábrica del Desierto, lo protagonizaron dos sociedades, ambas constituidas en 1882: La de Altos Hornos, Fábricas de Hierro y Acero de Bilbao y Construcciones de Vizcaya conocida como la Vizcaya. En 1902 ambas sociedades se fusionaron, para dar origen a Altos Hornos de Vizcaya, que iba a ser, durante décadas la empresa emblemática de la siderurgia vasca, dominante en el protegido mercado interno. De la actividad minera salió el capital necesario para el desarrollo siderúrgico y para todo el desarrollo industrial vizcaíno y dio lugar a una burguesía pujante que como apoyo contaba con la banca más próspera del país.
La Industria en Cataluña
La industria textil catalana, hacia 1860, dominaba el mercado nacional. Sus textiles de algodón representaban cerca del 90% de la oferta española, que abastecía a su vez casi por completo la demanda interior. Las razones del éxito catalán, además del empuje de su burguesía comercial, dinámica y emprendedora, deben buscarse en la conquista, auxiliadora desde los gobiernos del mercado español, tal y como le sucedió a la siderurgia vasca. Por ello, a pesar de los altos costes de producción, pudo desarrollarse notablemente, al sentirse protegido por una sólida barrera arancelaria y preferente ante los mercados añadidos de Cuba y Puerto Rico. Durante la primera etapa de la Restauración, la industria textil catalana conoció la culminación de su proceso de mecanización y sus importaciones de algodón se triplicaron entre 1876 y 1900. Al absorber Cataluña la inmensa mayoría de la producción textil, el desequilibrio económico con respecto de las demás regiones fue considerable en ese periodo. El beneficio obtenido de su monopolio textil no se tradujo en la creación de un capital, sino en la reinversión en otras actividades industriales.
La Demografía: El Crecimiento Urbano
La población española creció en el último tercio del siglo XIX de 16 a 18 millones de habitantes. Un crecimiento lento caracterizado por: altas tasas de natalidad y mortalidad, esperanza de vida muy baja y transición demográfica muy retrasada. En el último tercio del siglo XIX el proceso de urbanización en España se aceleró de manera notable, aunque desigual. Crecieron espectacularmente ciudades como Bilbao, Barcelona y Valencia, donde los ensanches de Barcelona, Madrid, Bilbao, etc., supusieron grandes desafíos urbanísticos, a los que hicieron frente los arquitectos españoles de la época. Debido al ensanchamiento de Barcelona, se produjo una gran llegada de inmigrantes a la ciudad.