Sociedad, Economía y Arte en la Europa del Siglo XVII: Absolutismo y Barroco

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Sociedad y Economía en el Siglo XVII

La población de Europa se mantuvo prácticamente estancada a lo largo del siglo XVII. El bajo crecimiento demográfico se debía a la alta mortalidad ocasionada por las epidemias, especialmente la peste bubónica, y por las fuertes hambrunas. La agricultura tenía una baja productividad y un año de malas cosechas llevaba al hambre.

La sociedad continuaba siendo estamental, dividida entre privilegiados (nobles y clero) y no privilegiados (trabajadores y burgueses), pero la burguesía consolidaba un sector rico e influyente. En algunas partes de Europa seguía vigente el poder tradicional (poder y riqueza de los nobles), mientras que en los países protestantes se desarrollaba el comercio y la manufactura, aumentando así el poder de la burguesía.

El auge del comercio colonial y de la producción permitió el crecimiento de esa burguesía ligada a los negocios. Conseguían cada vez mayores fortunas, compraban tierras y cargos, y gozaban de los favores de los monarcas, ya que a veces les prestaban dinero.

Comercio Internacional

En el siglo XVII se habían consolidado nuevas rutas comerciales marítimas. Por un lado, la ruta de los metales preciosos establecida por el Imperio español, que transportaba plata y oro de Perú y México al Caribe y desde allí a Sevilla. Por otro lado, la ruta de las especias, dominada por los portugueses, que partía de Malaca y la India y bordeaba África hasta Lisboa.

En el siglo XVII, Holanda e Inglaterra se lanzaron a las rutas del Atlántico y el Índico. En 1602, Holanda creó una sociedad, la Compañía de las Indias Orientales, que gozaba de apoyo estatal. Los ingleses, en 1600, habían creado una sociedad similar. Se enfrentaron a los holandeses, apoderándose Inglaterra de la India y Holanda de Indonesia. El Mediterráneo fue perdiendo importancia y crecieron los puertos atlánticos de Sevilla, Lisboa, Amberes, Ámsterdam y Londres.

Las Manufacturas Estatales

Algunos comerciantes, para obtener mayor cantidad de productos y abaratar su precio, concentraban a los trabajadores en grandes talleres. Así surgieron las primeras manufacturas. El comerciante ponía el utillaje y las materias primas, y los trabajadores percibían un salario. La producción era del empresario, que la vendía libremente en el mercado.

En Francia, el Estado apoyó la creación de manufacturas.

La Europa del Absolutismo

La Guerra de los Treinta Años (1618-1648) enfrentó a católicos y protestantes, y finalizó con la Paz de Westfalia. Significó la recomposición del mapa político europeo, con el ascenso de una nueva potencia, Francia, y el hundimiento del viejo imperio de los Habsburgo.

El siglo XVII dio paso al predominio de los Estados-nación, a la afirmación de las monarquías absolutas y al hundimiento de las formas de poder supranacionales, como el Imperio hispánico. Significó la proclamación de la libertad religiosa para cada Estado y puso fin a más de un siglo de guerras religiosas.

Los países del norte e Inglaterra reafirmaron sus iglesias nacionales luteranas, calvinistas o anglicanas, mientras que la Europa del sur continuó siendo católica.

Características de la Monarquía Absoluta

En la monarquía absoluta, la autoridad del monarca provenía directamente de Dios, en cuyo nombre ejercía el poder.

El poder del rey era absoluto. Él era la ley, la autoridad máxima de gobierno, la cabeza de la justicia y dirigía la política interior y exterior. No se sometía a ningún control y no compartía la soberanía con nadie. Para gobernar, el monarca estaba auxiliado por ministros, consejeros y secretarios, y por un gran número de funcionarios.

El poder real estaba restringido por la ley divina, por el derecho natural y por las limitaciones que imponían los Parlamentos o Cortes.

Luis XIV de Francia

El monarca francés (1643-1715) fue el más claro ejemplo de monarquía absoluta. Mientras era menor de edad, una revuelta puso en peligro su trono (La Fronda), pero su primer ministro, el cardenal Mazarino, sofocó la revuelta. En 1682, Luis abandonó París y trasladó su corte al nuevo palacio de Versalles, en el que todo giraba alrededor de su persona. Decidió llamarse el “Rey Sol”. Luis XIV convirtió a los nobles en cortesanos y los entretenía con fiestas. Para gobernar, se rodeó de consejeros y funcionarios competentes, escogidos por su capacidad y no por sus títulos. Para controlar el territorio, nombró a intendentes que eran “los ojos y las orejas” del monarca, que vigilaban que se cumplieran sus órdenes.

El Barroco

El arte barroco es un estilo artístico que abarca todo el siglo XVII y parte del siglo XVIII. Contrasta con el racionalismo y el clasicismo renacentista. Este nuevo estilo se caracteriza por lo irregular y lo complejo, y constituye la respuesta estética a las circunstancias políticas y religiosas del siglo XVII.

Un Arte para la Sociedad de su Tiempo

Los artistas, sobre todo los arquitectos, fueron requeridos por los monarcas para construir mansiones que fueran reflejo de su inmenso poder. El Palacio de Versalles y sus jardines es el ejemplo más claro.

Desde el punto de vista religioso, al protestantismo se le opuso un catolicismo combativo y dispuesto a combatir su dogma.

La Iglesia católica se convirtió en la principal compradora de obras de arte, y las iglesias mostraban una fastuosa decoración con el objetivo de oponerse a la austeridad de los templos protestantes.

En cambio, en los países protestantes, la ausencia de imágenes en los templos comportó la inexistencia de un arte de propaganda religiosa. Las obras eran encargadas por la nueva burguesía y reflejaban un sentimiento más intimista y cotidiano.

La Estética del Barroco

El barroco propuso nuevos valores estéticos. Predominaban:

  • El movimiento: utilización de formas curvas y convexas.
  • Luz y color: para crear formas.
  • Realismo: no solo pretende representar la realidad, sino que pretende hacerlo de forma que emocione.

Arquitectura

La nota esencial del nuevo estilo es la libertad en la que se tratan los elementos arquitectónicos a fin de dotar de impresión de movimiento. La planta del edificio forma hélices u óvalos, creando efectos de luz y sombra, y alzándose impresionantes cúpulas.

Roma es la ciudad donde se originó el nuevo estilo y donde trabajaron dos extraordinarios artistas:

  • Juan Lorenzo Bernini (1598-1680): remató la Basílica de San Pedro del Vaticano con una gran columnata de forma elíptica en el exterior y un espectacular baldaquino en el interior.
  • Francesco Borromini (1599-1667): autor de fachadas de iglesias como las de San Carlos de las Cuatro Fuentes y Santa Inés, llenas de curvas y de movimiento.

Además de los edificios religiosos, se levantaron obras civiles de aspectos majestuosos, cuyas plantas y fachadas tendían hacia formas más clásicas. Los mejores arquitectos son Le Vau (Palacio de Versalles), Mansart (Palacio de Versalles y la iglesia de los Inválidos de París) y Le Nôtre (jardines de Versalles).

Escultura

La representación del movimiento fue también el principal objetivo de los escultores barrocos. Líneas curvas y oblicuas se utilizan para dar la impresión de equilibrio inestable, como si hubiesen sido capturados en un momento fugaz de la acción.

Los ropajes adquieren gran importancia: sus formas se hinchan y los pliegues se multiplican.

La otra gran aspiración de la escultura es el naturalismo con un carácter efectista; pretende conmover o sorprender, como en el caso de la imaginería española.

Bernini es la figura más representativa, y sus obras son un reflejo de todas estas características (Busto de Constanza Buonarelli).

Características de la Pintura

La pintura barroca presenta diversos elementos comunes:

  • El triunfo del color sobre el dibujo. Son las manchas de color las que crean las formas. Se utilizan colores vivos y cálidos.
  • Preocupación por la luz: la técnica consiste en contrastar zonas oscuras con zonas claras. Claroscuro. Así se moldean las formas.
  • El realismo: se pretende representar las cosas tal y como son en realidad.
  • Búsqueda de movimiento: mediante los escorzos, la asimetría y las líneas onduladas.

Escuela Italiana

La pintura barroca alcanzó pronto un gran desarrollo en Italia. Su iniciador fue Miguel Ángel Merisi da Caravaggio, quien introdujo los juegos de contraste entre los fondos oscuros y los focos de luz iluminando la escena. Se muestra en sus cuadros Jugadores de cartas, entre otros.

Entre los pintores del barroco destacó Andrea del Pozzo.

Pintura Flamenca y Holandesa

La expansión por Europa del estilo barroco dio lugar a las grandes escuelas de pintura.

Pedro Pablo Rubens fue su principal representante. Influido por los renacentistas italianos y por el uso de la luz de Caravaggio, pintó toda clase de temas: religiosos (El descendimiento de la cruz), mitológicos, etc. Sus discípulos fueron Van Dyck y Jordaens.

En Holanda se desarrolló una escuela naturalista especialmente preocupada por el tratamiento de la luz.

La ausencia de imágenes en sus iglesias y el menor peso de la nobleza dieron lugar a nuevos temas. La gran figura holandesa fue Rembrandt van Rijn, retratista y maestro de la luz y la sombra, que destacó por los retratos colectivos (Ronda de noche). Igualmente, Franz Hals o Jan Vermeer destacan por sus interiores sutilmente iluminados y por el detalle de las figuras humanas y los objetos.

Arquitectura Española

La arquitectura barroca española se distingue por su exuberancia decorativa, tanto en el interior como en el exterior de los edificios. El barroco en España fue tardío y alcanzó su mayor expansión en el siglo XVIII.

Los arquitectos más destacables fueron Alonso Cano (fachada de la Catedral de Granada), Fernando Casas y Novoa (fachada del Obradoiro de la Catedral de Santiago de Compostela) y, ya en el siglo XVIII, José Churriguera (retablo de San Esteban, Salamanca) y José Ribera.

En la arquitectura civil, las obras son mucho más serenas y equilibradas. Destaca el conjunto de plazas mayores, como la trazada por Juan Gómez de Mora en Madrid y la Plaza Mayor de Salamanca, de Alberto Churriguera y García de Quiñones.

Escultura: La Imaginería

La escultura continuó el camino trazado en el Renacimiento. Se empleaba la madera policromada y predominaba el tema religioso: realización de retablos e imágenes.

El interés por conmover a los fieles alcanzó en la imaginería proporciones verdaderamente dramáticas, mediante caras demacradas, signos de dolor y sufrimiento. Escultores como Gregorio Fernández, Juan Martínez Montañés, Alonso Cano y Pedro de Mena realizaron enormes y numerosas tallas. Muchas de ellas se utilizan todavía como pasos en las procesiones.

El Siglo de Oro en la Pintura Española

El siglo XVII se conoce como el Siglo de Oro de la pintura española. A pesar de los problemas políticos, económicos y sociales, la pintura tuvo un enorme desarrollo en esa época, con artistas excepcionales y de alcance universal.

En la primera mitad de siglo destacaron el valenciano José de Ribera (1591-1652) y el extremeño Francisco de Zurbarán (1598-1664).

Ribera fue más tenebrista y se preocupó por la luz y el color. En cambio, Zurbarán evolucionó hacia la representación exacta de la realidad y la calidad de las cosas.

En la segunda mitad de siglo, pintores como Juan Carreño o Claudio Coello fueron excelentes retratistas. También destacó Bartolomé Esteban Murillo, conocido sobre todo por su pintura religiosa y los temas infantiles.

Entre ambas generaciones se encuentra el sevillano Diego Velázquez (1599-1660), que trabajó en la corte de Felipe IV. Destacó por su genio extraordinario, que lo convirtió en el pintor español más universal. Cultivó dos géneros: pintor de retratos (Las meninas) y cuadros históricos (La rendición de Breda). Como artista, pintó temas mitológicos que humanizaba con modelos populares (Las hilanderas). En su técnica destaca la utilización magistral de la luz y la perspectiva aérea, es decir, la sensación óptica de la luz.

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