La situación de Francia antes de la Revolución
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Como te puedes imaginar, fueron muchas y complejas las causas que llevaron al pueblo francés a sublevarse contra su rey. Si tienes en cuenta cómo era la vida de la mayor parte de la población en el Antiguo Régimen, la pregunta no es ¿por qué estalló la Revolución en 1789?, sino ¿cómo es que no estalló antes?
En 1789, debido a una serie de malas cosechas consecutivas, el hambre y la miseria se extendían por Francia y el pueblo lo estaba pasando mal. No era la primera vez que esto pasaba, ya que las crisis de subsistencias, como vimos en el tema anterior, eran frecuentes en el Antiguo Régimen. Hasta el Siglo XVIII no habían existido ideas que propusieran soluciones alternativas, pero esta vez, después de muchos años de propagación de las ideas ilustradas, había mucha gente que pensaba que las cosas podían ser de otra forma y que había que intentar cambiarlas.
Podemos considerar que la Revolución Francesa se produjo por la acumulación de causas ideológicas, sociales, políticas y económicas que coincidieron en Francia a fines del Siglo XVIII.
En el terreno de la ideología, una causa de la Revolución es la gran propagación que habían tenido las ideas ilustradas, que propónían un cambio en la sociedad y en la organización del Estado.
En el terreno social, la burguésía acumulaba mucha riqueza e influencia pero su pertenencia al tercer estado le impedía prosperar y participar en la política. Su descontento va a ser creciente
En el terreno político, la monarquía de Francia estaba atravesando un mal momento. El rey Luis XVI era un monarca con poder absoluto, pero no tenía la personalidad ni el talento de sus predecesores. Ante la situación de crisis que vivía el país, ni el rey ni sus ministros encontraban las soluciones adecuadas.
En el terreno económico la situación de Francia era un desastre. Las malas cosechas y los impuestos abusivos llevaron a la mayor parte del pueblo a la miseria. Los privilegiados (nobles y clero) también se quejaban, porque sus ingresos, que dependían mucho de las cosechas de los campesinos, habían descendido. No es que pasaran hambre, claro, pero tampoco podían permitirse los lujos acostumbrados sin endeudarse.
Ante esta situación al monarca Luis XVI le quedaban dos salidas: hacer pagar impuestos a los privilegiados (nobleza y clero) o subir los impuestos al Tercer Estado. Cualquiera de estas opciones le enfrentaría con sus súbditos.
Luis XVI decide convocar a los Estados Generales, la asamblea que representaba a los tres estamentos, para pedir consejo. Era Mayo de 1789 y la revolución estaba a punto de comenzar.