Situación económica social España año 1915

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5.4. La economía española en el primer tercio del Siglo XX

España no entró en la Primera Guerra Mundial y la neutralidad le trajo claras ventajas, que

no supo aprovecharlas para hacer reformas estructurales. El PIB crecíó lentamente. Entre 1914-1919 aumentaron las exportaciones hacia Europa, produciendo bienes que los países beligerantes demandaban. Los indicadores muestran un aumento en la esperanza de vida y alfabetización y un descenso en la tasa de mortalidad y natalidad. España estaba en plena transición demográfica
. Esta prosperidad fue causada por las buenas cosechas del periodo, así como por la fuerte demanda exterior y la falta de competencia internacional. La fuerte demanda exterior de alimentos y productos disparó la inflación en España y el resto de Europa. Los ingresos de la población disminuyeron y a pesar de que los precios incrementaron el gasto público, los ingresos de Hacienda no aumentaron. El malestar social y la agitación política estuvo dirigida por anarquistas y socialistas. Al acabar la guerra, se reanudó la competencia exterior y los precios comenzaron a descender, sobre todo de la agricultura y la industria. Las empresas españolas, trataron de recuperar el tiempo perdido durante la guerra y comenzaron a invertir en equipo industrial. Pero las empresas no eran competitivas y entraron en ciclos de cierres y despidos.
En 1923, el general Primo de Rivera dio un Golpe de Estado y disolvíó las Cortes, reprimíó a los sindicalistas e impuso el estado de guerra. Su política expansiva impulsó el crecimiento y la situación mejoró a finales de los años 20, resultado de una buena combinación de las buenas cosechas y la influencia de la Segunda Revolución Industrial.

No entrar en la Guerra Mundial ralentizó la modernización de España. El gobierno español, a diferencia de los europeos, no se vio obligado a realizar reformas tributarias, lo cual retrasó el crecimiento del sector público. Tampoco se impulsó la industria, el gasto público no aumentó y la estructura financiera española siguió siendo atrasada. La población dedicada al sector primario fue descendiendo durante el primer tercio del Siglo XX. Las empresas españolas eran pequeñas, con estructuras organizativas atrasadas y una gestión poco profesional. Durante la década de los treinta, España empezó a crecer por debajo de la media europea. Los altibajos políticos marcaron en cierta medida el comportamiento de España en esta década, pero los desequilibrios estructurales económicos y sociales fueron el verdadero lastre de la segunda República. La segunda República tuvo un amplio programa de reformas, agrícola, fiscal, religiosa y territorial, que eran necesarias para la modernización del país, pero la oposición por parte de la iglesia, los militares, los propietarios de tierras y los empresarios provocó que fuesen imposibles de aplicar. En cuanto a la industria, la política proteccionista tuvo peores consecuencias en España que en el resto de Europa, porque el mercado y la demanda eran muy pequeñas. En definitiva, España realizó una modernización económica y social a medias en cuanto a laicización, educación, movilidad de la mano de obra, industrialización y cultura política.

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