Situación y características de la industria española

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2. Situación y características de la industria española

2.1. El nuevo modelo industrial

La crisis industrial de los años setenta y ochenta puso al descubierto la necesidad de cambiar de modelo productivo, por agotamiento de este. El nuevo modelo industrial -que se ha denominado la Tercera Revolución Industrial- se va a caracterizar por:

  • Un cambio tecnológico, La Tercera Revolución Industrial se asienta en una masiva incorporación de innovaciones tecnológicas (informática, telecomunicaciones, robótica, biotecnología, nuevos materiales, etc.) que permitió nuevas producciones y un cambio radical en la forma de producir, que se tradujo en un aumento de la productividad, una reducción de la mano de obra empleada, y en producciones más competitivas.
  • Un cambio en el sistema de producción, pasando de la concentración productiva en grandes fábricas (el modelo fordista de producción estandarizada y en cadena) a un sistema de producción descentralizada que busca abaratar costes, dividiendo la producción entre establecimientos especializados - bien dentro de la propia empresa multiplanta (con establecimientos situados a veces en distintos países), o a través de empresas subcontratadas-, los cuales se especializan en la fabricación de algunos componentes o modelos específicos.
  • Un cambio en la localización industrial. La globalización ha alterado la localización tradicional de la industria, acentuando la división internacional del trabajo. Cada parte del proceso de producción es realizado por la fábrica más eficiente, aunque sea lejos de la sede central, lo que conduce a un proceso de deslocalización industrial (traslado de la producción, o de parte de ella, a países con menores costes de producción).
  • Estos cambios en la forma de organizar la producción a nivel mundial se traducen en una concentración de capital, mediante fusiones o compra de empresas, y de decisión en pocas empresas multinacionales muy poderosas. Al mismo tiempo, se reduce la intervención del Estado en la producción industrial.

2.2. Problemas de la industria española actual

La industria española, tras los procesos de reconversión industrial de los años ochenta, vive un importante crecimiento entre 1986 y 1991, que, aunque se detiene en la primera mitad de los años noventa, se revitaliza de nuevo desde 1995 hasta la crisis de 2008. Sin embargo, el sector industrial español adolece de una serie de problemas estructurales que dificultan su plena integración en los modelos surgidos de la Tercera Revolución Industrial, y que, además, aumentan su vulnerabilidad a las crisis de los diversos sectores industriales. Entre estas insuficiencias destacan la composición sectorial de la producción con un gran peso aún de sectores tradicionales de bajo desarrollo tecnológico, así como la escasa dimensión media de las empresas y un bajo nivel de inversión en actividades de investigación y desarrollo.

2.2.1. La estructura sectorial de la industria española

La industria es un sector heterogéneo. La crisis industrial incidió de forma selectiva en los diferentes sectores industriales. Mientras los sectores de producción tradicionales se vieron gravemente afectados y se encuentran en declive, otros sectores dotados de mayor dinamismo soportaron mejor la situación.

Este grupo lo integran la industria básica tradicional (siderurgia, metalurgia construcción naval) así como la industria de consumo semiduradero (textil, calzado, electrodomésticos de línea blanca ... ).

Son actividades altamente consumidoras de energía y fuertemente intensivas en mano de obra, que se han visto afectadas notablemente por la reconversión industrial, sufriendo una pérdida continua de empleo. Hoy acusan los problemas derivados de la disminución de su competitividad frente productos mas baratos procedentes de los países emergentes, y por las exigencias de la Unión Europea, que impone una liberalización competitiva y una reducción progresiva de la producción y de las ayudas estatales.

Estos sectores comprenden ramas industriales químicas (pinturas, farmacéutica, plásticos, fibras sintéticas, etc.), agroalimentaria y automovilística con buenas expectativas de futuro, que descansan en una demanda asegurada y en la existencia de una productividad creciente y de unas estructuras empresariales saneadas. Se caracterizan, además, por una fuerte presencia de capital extranjero.

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