Simone de beauvoir

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Simone de Beauvoirfue una destacada autora, profesora y filósofá francesa, de notable influencia durante el siglo pasado. Además de los tantísimos libros que escribíó sobre temáticas sociales, políticas y filosóficas, Beauvoir, fue una precursora del feminismo, dado que muchas de sus proposiciones sentaron las bases de este movimiento de liberación femenina. También se la reconocíó por ser pareja de otro reconocido filósofo como fue Jean-Paúl Sartre, gran representante del existencialismo.

En primer lugar, para Simone de Beauvoir es importante dejar clara la perspectiva filosófica en la que se sitúa al llevar a cabo su investigación, esta es la de la moral existencialista, así como la “jerarquía de intereses” que implica. Desde este punto de vista, todo ser humano es libre y solo se realiza como ser humano cuando se trasciende. Los seres humanos han de hacerse a sí mismos a través de sus decisiones, decidir y actuar es lo que define al ser humano, por ello es sobre todo libertad.
No hay esencias: su ser es no ser, “es un ser que no viene dado, que obra para ser lo que es”, es decir, la existencia precede a la esencia.

Además, existir es hacerse mediante proyectos libres. Los seres humanos son los únicos responsables del sentido de sus actos, pero el ser humano es también existencia compartida, “mitsein”, y los demás pueden contribuir al desarrollo de la libertad propia o pueden obstaculizarla. Por tanto, el “mal” consiste en obstaculizar la libertad de los demás o renunciar uno mismo a ella y el bien, consiste en facilitar la libertad de los demás y asumir la libertad propia.

Desde el punto de vista de la perspectiva de la moral existencialista de Beauvoir, el concepto de “sujeto situado” se refiere a que todo sujeto humano se encuentra en una situación determinada y no todas favorecen su libertad. La situación es el marco, el contexto complejo, en que ha de decidir los fines de su acción, esta situación está compuesta de condicionamientos bilógicos y sociales diversos: el propio cuerpo, lo psicológico, lo político, lo histórico…

Por un lado, la opresión que los varones han ejercido sobre las mujeres a lo largo de la historia ha ido forjando para estas una situación que impide su autonomía. “Caer en la inmanencia” significa perder la autonomía que caracteriza al sujeto, supone cosificarse. A las cosas y a los animales corresponden la estaticidad delo que es  “en sí”, de lo que puede definirse porque está hecho. La conciencia es, sin embargo, “para sí”, indeterminación y transcendencia. La existencia permite a los seres humanos salir de su inmanencia.

Por otro lado, es ser humano es siempre sujeto situado: “sujeto” porque ha de decidir para ser, pero “situado” porque la decisión se efectúa en un contexto concreto. No obstante,  no todos los contextos son opresivos ni todos los individuos están dispuestos siempre a realizar el esfuerzo moral que la emancipación requiere.

Según Beavouir, la situación de la mujer es una situación ambigua, ya que los hombres les han impuesto que vivan en dependencia respecto a ellos, como si ellos fuesen en exclusividad los únicos sujetos. A las mujeres se las educa para que no sientan la necesidad de asumir por ellas mismas la existencia, para que cedan a los varones su capacidad de elección, decisión, y actuación. Los comportamientos que es “dimisión” genera son perjudiciales para ellas porque pierden su autonomía, pero también para ellos, que han de actuar de manera continua para  mantener el cometimiento.

Además, hombres y mujeres son por un lado, libertado y existencia, y pero por otro, se encuentra aquello que los vincula como especie, su “animalidad”. La carne representa al aspecto menos humano; el espíritu alude a la indeterminación de la conciencia, que hace posible la libertad y la transcendencia.

En consecuencia, al aceptar esta doble condición la “autenticidad” vendrá dada por el reconocimiento y la aceptación tanto de la libertad propia, como de la libertad de los demás. Una libertad que debe inventar sus propios fines sin ayuda y esto puede provocar angustia y tensión. Se opone a la noción de “mala fe” que supone mentirse a uno mismo, es decir huir de la libertad que constituye una falta moral.



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