San Agustín: Filosofía, Fe, Verdad, Alma, Dios y la Historia de la Salvación
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1. Relación entre Razón y Fe
La filosofía de San Agustín es de inspiración neoplatónica. San Agustín no separa la razón de la fe. Considera que ambas tienen como misión el esclarecimiento de la verdad. La unidad de razón y fe se apoya en la creencia de que la verdad es una y única, y esta verdad no es otra que la verdad cristiana.
2. El Ser, la Verdad y la Iluminación Divina
Concibe el ser como lo inmutable. El verdadero ser es el que no cambia: es siempre lo mismo, invariablemente. El ser, que es a la vez la verdad, es Dios, que a su vez es identificado con el mundo de las ideas. La verdad no puede proceder de la sensación, sino que el alma la encuentra en sí misma como una regla inmutable y necesaria. El alma humana no puede ser fuente de verdades inmutables. La presencia en el alma de verdades eternas es presencia de Dios en lo más profundo del alma. El conocimiento de estas verdades se produce por iluminación divina. El hombre se trasciende en sí mismo, en lo más profundo del alma humana hay una unidad con algo que ya no es propiamente humano, sino trascendente (Dios).
3. La Existencia de Dios
La naturaleza de las ideas contrasta con la mutabilidad de la realidad humana y nos conduce a la existencia de una verdad inmutable que no puede ser otra que el mismo Dios cristiano. No hay otra prueba en San Agustín de la existencia de Dios. También existen referencias al consenso: la mayoría de los hombres acepta la existencia de Dios.
4. El Alma, el Libre Albedrío y el Problema del Mal
Concibe al ser humano compuesto por dos sustancias distintas: una espiritual y otra material. La esencia del hombre es el alma. En el alma distingue a su vez dos aspectos: razón inferior y razón superior.
- Razón inferior: Tiene como objeto la ciencia, el reconocimiento de reglas o leyes en lo sensible o realidad física.
- Razón superior: Conoce independientemente de los sentidos y conoce la Verdad misma, lo eterno (Dios). Esto es la sabiduría para San Agustín, y se da la unión con Dios y tiene lugar la iluminación divina.
El hombre ha sido creado por Dios libre, y esa libertad individual hace posible elegir entre el bien y el mal. La afirmación de que cada uno es libre es una de las afirmaciones más fundamentales de la filosofía cristiana. Esta afirmación de la libertad es problemática: por una parte, Dios es omnisciente y ya sabe de antemano quién se salva y se condena; por otra, el ser humano está inclinado por naturaleza hacia el mal, no pudiendo apenas por sus propias fuerzas salvarse.
La cuestión de la naturaleza y el origen del mal ha preocupado al pensamiento religioso de todos los tiempos y también a San Agustín. ¿Cómo es posible que haya mal en el mundo si Dios existe y es el bien mismo en grado infinito?. Trató de hallar una solución adhiriéndose al maniqueísmo, doctrina según la cual existen dos principios: el del bien y el del mal. Después abandonó esta explicación adoptando la explicación de Plotino, según la cual el mal no es, no es una realidad, sino una privación o no ser, una carencia de bien. El origen del mal estará en la libertad humana.
5. La Historia y la Ciudad de Dios
San Agustín concibe la historia como un todo con principio y fin, con un sentido que tiene que ver con el drama de la salvación. Dios es el sentido de la historia, puesto que la auténtica felicidad del hombre consiste en el amor a Dios. La maldad es el alejamiento de Dios y la entrega a los bienes terrenales. Hay dos categorías de hombres: aquellos que aman a sí mismos hasta el desprecio de Dios (Ciudad Terrena) y aquellos que aman a Dios hasta el desprecio de sí mismos (Ciudad de Dios).