Romancero gitano preguntas selectividad

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ESTILO


El ritmo aparece en el verso pero también en la ordenación sintáctica. Abundan las frases declarativas, sin verbo, propias de la descripción; se condensan elementos por yuxtaposición; hay enumeraciones e incisos explicativos: «¡Qué girasol! ¡Qué magnolia de lentejuelas y cintas! » Multitud de elementos hacen que la imaginación del poeta fluya a lo largo de los versos, pero también aparecen repeticiones monótonas de palabras y versos que acentúan el ritmo creando la atmósfera adecuada en cada momento: «Verde que te quiero verde. / Verde viento. Verdes ramas». Hay simetrías y paralelismos, probablemente de procedencia gongorina. Encontramos frases imperativas, desiderativas, preguntas retóricas y apostrofes que dan un carácter afectivo al verso y manifiestan el sentimiento que, aunque aparece en los personajes, es el reflejo de la emoción personal del poeta: «¡Preciosa, corre, Preciosa, que te coge el viento verde!»

En cuanto a las imágenes, muchos elementos de la poesía lorquiana proceden de los sentidos; sensaciones visuales, olfativas, gustivas, táctiles y auditivas crean imágenes extraordinarias. La gama de colores del Romancero, de percepción visual y olfativa, se centra en el blanco: nardo, marfil, jazmines; el amarillo: calabaza, oro; el rojo: amapolas, rosas, sangre; el gris: plata, níquel, hojalata,; el verde: olivos, aceituna; el negro: carbón, sombra, penumbra. Utiliza estas imágenes sensoriales para crear contrastes que revelan la pasión o la tragedia.
las metáforas captan la intensidad vital y primitiva del gitano mítico, pero estas metáforas hay que interpretarlas en el contexto narrativo en el que están situadas: permiten entender la realidad del mundo de los gitanos en esquemas universales. Sirven de nexo entre lo narrativo, lo lírico y lo dramático. Son multitud de metáforas las que aparecen como por ejemplo: Grandes estrella de escarcha vienen con el pez de sombra que abre el camino del alba («Romance sonámbulo»). Lorca personifica animales, objetos, fenómenos atmosféricos, situaciones. De esta manera, da vida y crea: los faroles tiemblan: «Romance sonámbulo» y el viento agrede: «Preciosa y el aire». Hipérboles Las exageraciones dotan a los poemas de una mayor carga emotiva: «trescientas rosas morenas / lleva tu pechera blanca» («Romance sonámbulo»).
La adjetivación es abundante dado el carácter tan descriptivo de los romances. Los adjetivos tiene el valor de epítetos y arrastran una traslación semántica convirtiendo así la frase en la que aparecen en metáfora como: «cristal maduro»;. Hay adjetivación múltiple y en muchas ocasiones se utiliza la frase adjetival que determina y concreta más la calificación del sustantivo: «estrellas de nariz rota».

Hay en el Romancero gitano una marcada tendencia cultista que contrasta con los elementos populares y tradicionales. Aparecen cultismos fonéticos y de procedencia latina para producir efectos acústicos que afectan al ritmo acentual de los versos. También encontramos cultismos semánticos que presentan un cambio de significado por desplazamiento, cultismos convertidos en metáfora: «agónica plata»,  «madrugada remota». Además del cultismo, abunda el vocabulario más popular de procedencia andaluza; los diminutivos en -illo, -ito y -uelo apuntan un tono afectivo de ternura o de desprecio: ojillos, farolillos, etc. Aparecen tmb palabras y frases que proceden de la lengua oral: compadre, marchoso,

En cuanto a la descripción: 
El paisaje andaluz es el marco geográfico-histórico de los romances. Hay alusiones a los árboles, a los frutos, y a los animales. Se describen los pueblos andaluces con sus casas y los interiores también son descritos con detalle. Igualmente se describe a la gente con vestimenta y armas. Todas las descripciones del paisaje lorquiano nos acercan a la metáfora, a la metonimia y a la comparación, toda la visión que Lorca nos da del paisaje andaluz parte de una realidad objetiva que transforma en visión subjetiva a través de multitud de detalles, de imágenes sensoriales descriptivas que revelan el interior mismo del poeta. Hay un continuo desplazamiento de lo real a lo ideal a través de todos estos mecanismos estilísticos. El paisaje lorquiano, a diferencia de lo que ocurría en el Romanticismo, jamás se identifica con el estado de ánimo del poeta, tiene vida propia y no afecta al que lo contempla y describe.

En cuanto a la narración, García Lorca reduce la anécdota y la condensa, elimina detalles y destaca solo lo que tiene virtualidad poética. Los antecedentes del suceso carecen de importancia. La historia se interrumpe y hay saltos en el tiempo. Utiliza estas técnicas según las considera necesarias para su finalidad estética. Esto ocurría en los romances populares y tradicionales de la Edad Media y del Renacimiento. Solo «La casada infiel» y «Preciosa y el aire» tienen un desarrollo más lineal. A la narración se suma la descripción y el diálogo, y todo se intercala en el romance.

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