Rinconete y Cortadillo y La Ilustre Fregona.

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RINCONETE Y CORTADILLO: Son dos muchachos llamados Pedro del Rincón y Diego Cortado que se han escapado de sus casas y por el camino de Toledo dirección Andalucía se encuentran y se hacen amigos, y con sus aventuras y desventuras más tarde estos dos chicos se les conocerá como Rinconete y Cortadillo. Estos dos chicos sobre 15 años de edad, tuvieron que irse de sus casas porque sus familias los maltrataban, y para subsistir, tienen que agudizar su ingenio y hacer tretas. Entre sus aventuras dirección a Sevilla, por el camino le roban a un arriero todo el dinero que llevaba consigo haciéndole trampas con las cartas. Llegan a Sevilla donde consiguen su primer trabajo como mozos portadores de mercancías, y como el trabajo no es su fuerte le roban a un sacristán una bolsa de dinero pero un chico llamado Ganchuelo ve el robo que han perpetrado les dice que robar no es buen oficio y que si quieren seguir robando deben formar parte de un grupo o cofradía de ladrones mandados por Monipodio, maestro de ladrones, golfos, delincuentes, bribones, prostitutas... que controla el comercio del robo en la ciudad y proporciona a cada miembro de la cofradía lo que necesita para cumplir sus funciones, y los protege. Monipodio es la persona que les cambia sus nombre por los alias de Rinconete y Cortadillo, ya que según él es el nombre que mejor les pega para sus edades. Rinconete y Cortadillo ya son parte de la cofradía de Monipodio y estan preparados para cualquier orden que les de. Después de esto pasan a ser meros espectadores de la situación que se presentaba en un patio, Cariharta, una prostituta que recibe una paliza de su querido Repolido y Gananciosa otra prostituta la consuela después de la paliza. En la cofradía se encuentran a parte de Rinconete y Cortadillo, Chiquiznaque y Maniferro (de apodo por tener una mano de hierro)que son dos bandidos, Con una parte del dinero de los robos cometidos Monipodio les hace pagar velas para los santos y novenas para la virgen, de esta manera se creen buenos cristianos, y a si cumplen todas sus obligaciones como creyentes y las prostitutas lo mismo dicen que ellas con su trabajo impuro se están ganando el cielo. LA ILUSTRE FREGONA:  En Burgos, no hace muchos años, vivían dos caballeros: Don Diego de Carriazo, quien tuvo un hijo que lo llamó con su mismo nombre, y Don Juan de Avendaño, éste llamó a su hijo don Tomas de Avendaño. Cuando Carriazo tuvo trece años se marcho de la casa de sus padres por una inclinación picaresca. Estuvo en Madrid, en las Ventillas de Toledo, etc. Se graduó de maestro en las almadrabas de Zahara. Dejó de acudir tres veranos, en el último ganó a los naipes setecientos reales. Con ellos optó por vestirse y volver a Burgos a ver a su madre. Se despidió de sus amigos y les prometió que el próximo verano estaría con ellos. Su familia le recibió muy contenta y se hizo muy amigo de don Juan de Avendaño, que era su vecino y tenía su misma edad. Carriazo nunca le contó a sus padres todo lo que hizo en las almadrabas. El echaba mucho de menos aquellos tiempos y le contó a Avendaño todo lo que había vivido. Determinaron irse los dos allí a pasar un verano. Avendaño puso como excusa el irse a Salamanca a estudiar y que Carriazo se iba a ir con él también. Les dieron documentos de lo que tenían que hacer, les pusieron un ayo a su disposición y se encaminaron supuestamente hacia Salamanca. En el camino le robaron cuatrocientos escudos de oro al mayordomo. Le pidieron permiso para ir a la fuente de Argolas y éste accedió. Cuando estuvieron allí Avendaño le dijo que volviera a la ciudad, que ellos seguirían por su cuenta y le dió una carta de disculpa para sus padres. Se vistieron a lo payo y marcharon hacia Toledo. A la entrada de Illescas vieron a dos mozos de mulas andaluces. Estaban hablando de una hermosa fregona que vivía en la posada del Sevillano, que el hijo del Corregidor bebía los vientos por ella. Y sobre todo a Avendaño se le despertó un intenso deseo de verla. Fueron a la posada del Sevillano, estuvieron esperando a ver si venía tan celebrada fregona. Avendaño se dirigió al patio a ver si veía a la muchacha con la excusa de preguntar por unos caballeros. De pronto salió de una sala una doncella de unos quince años, vestida como labradora y con una vela encendida. La muchacha era muy bella.



Ellos se quedaron esa noche en la posada y Avendaño comentó a Carriazo la increíble hermosura de la doncella, que se llamaba Constanza. Arguello, que era otra sirvienta de unos cuarenta y cinco años les preparó las camas. Carriazo le dijo a Avendaño que al día siguiente tenían que madrugar para salir hacia Orgaz lo antes posible. Avendaño le contestó que no estaba dispuesto a irse de la posada porque quería conocer a Constanza. Al final Avendaño consiguió convencer a Carriazo para que se quedaran en la posada. Al día siguiente se oyó al hijo del Corregidor cantando para Constanza y Avendaño sintió celos. Avendaño, haciéndose llamar Tomás Pedro, empezó a trabajar para los huéspedes separando la cebada y la paja y Carriazo que dijo que se llamaba Lope Asturiano trabajaba como aguador. Este tuvo una pelea con otro aguador porque le derramó el agua. Salió de allí gracias a Tomás. Luego el Asturiano ingresó en la cárcel, pero pronto salió gracias al dinero que entregó el Sevillano. A Constanza la llamaban ilustre porque limpiaba muy bien la plata, era honesta y recatada y enamoraba con su recogimiento y hermosura. Cada día que pasaba Tomás estaba mas enamorado de ella. El huésped se enteró de esto pero no se lo comunicó a la muchacha. Al poco tiempo Tomás le entregó una carta en la que le expresaba su amor y Constanza la rompió y le dijo que no la quería. El Asturiano fue a comprar un asno y al final acabó jugándose el suyo, que mas tarde lo perdió por cuartos, pero luego al reclamar la cola del asno dejo al otro aguador sin un solo maravedí, pero se lo devolvió todo. A las once de la noche llego el Corregidor a la posada y preguntó al Sevillano por la ilustre fregona, el huésped le contó que hacía quince años un mes y cuatro días llegó a la posada una señora vestida de peregrina enferma, descolorida y muy fatigada. Nadie sabía quien era, solo que era una señora rica de Castilla la Vieja. Padecía hidropesía e iba de peregrina a la Virgen de Guadalupe. Cuando estaba en la cama dijo que estaba embarazada, que por favor cuidaran de su bebe y sacó de la almohada un bolsillo de aguja, de oro y verde con cuatrocientos escudos de oro en su interior y se lo entregó a la mujer del huésped. Y entre las doce y la una de aquella misma noche parió una niña preciosa, la mas bella de todas las que el huésped había visto. La madre de la criatura siguió su peregrinación y al cavo de veinte días volvió, casi sana, la niña ya había sido bautizada recibiendo el nombre de Constanza, lo cual había sido ordenado por su madre. Le entregó al huésped una cadena de la que quitó seis eslabones y dijo que los traería la persona que viniese a por la niña también corto un pergamino de tal forma que no se podía leer nada sin la otra parte y le dio una mitad. Dijo que al cavo de dos años vendrían a por su hija y le pidió que no le dijese a la niña quien era ni de la manera que había nacido. Dándoles otros cuatrocientos escudos de oro y abrazando a la mujer del huésped con tiernas lágrimas partió. Después de contarle toda la historia de la ilustre fregona el Corregidor se marchó después de ver los trozos de la cadena y el medio pergamino. Al día siguiente, cerca de la una, entraron a la posada dos ancianos acompañados de cuatro caballeros y al ver a Constanza se dijeron que ya habían encontrado lo que buscaban. Cuando Tomás fue a dar recado de las cabalgaduras conoció a dos criados de su padre y mas tarde vio a su padre y al padre de Carriazo. El caballero llamó al huésped y le dijo que venía a quitarle una prenda suya de hace mucho tiempo y para ello traía unos trozos de una cadena, un pergamino y mil escudos de oro. El le contestó que la prenda que le quería quitar estaba en casa pero no el pergamino y los trozos de la cadena para comprobarlo, que tuviera paciencia, que en un momento estaría allí. En esto llamo al Corregidor y se lo contó todo. En cuanto llego, con el pergamino y los trozos de cadena en la mano, abrazó a don Juan de Avendaño y después a don Diego de Carriazo sacaron los trozos del pergamino, que juntos decían: ESTA ES LA SEÑAL VERDADERA, y los trozos de la cadena. El Corregidor preguntó si era posible saber quien eran los padres de la hermosísima prenda. -El padre -respondió don Diego - yo lo soy, la madre ya no vive. Después de explicarlo todo don Juan de Avendaño y don Diego de Carriazo se encontraron con sus hijos. El Corregidor llamó a Constanza y le dijo quien era su padre realmente y todos subieron al coche del Corregidor. Al final Constanza se casa con Avendaño y se van a estudiar a Salamanca y Carriazo con la hija del Corregidor de Toledo, con la que tuvo tres hijos.

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