Retirada de embajadores franquismo
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El resultado de la política autárquica fue un profundo estancamiento económico caracterizado por el colapso del comercio exterior, un notable descenso de los niveles de producción y consumo, y una considerable disminución del nivel de vida de la población, ademán de un freno para las tendencias modernizadoras de la economía iniciadas a principios del S.XX. Toda esta rigidez econóica llevó al desabastecimiento generado de alimentos y el racionamiento en el ámbito político, la consolidación del régimen franquista y su evolución política estuvieron muy condicionadas por acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias más inmediatas.
Ya durante la Guerra Civil, las potencias fascistas europeas, Alemania e Italia, fueron un apoyo fundamental para que Franco asumiera el mando de la sublevación y se convirtiese así en dictador tras finalizar la guerra.
Además, durante la consolidación del régimen, Franco inspiró muchas de sus Leyes Fundamentales en los modelos fascistas mencionados. Así, Mussolini y Hitler, al frente de dichas potencias, mantuvieron una estrecha relación con el dictador.
Al inicio de la Segunda Guerra Mundial (1939), que enfrentaría a Alemania e Italia (Eje) con los Aliados, el franquismo mostró su apoyo a las potencias del Eje, que le habían prestado ayuda durante la Guerra Civil. Sin embargo, las precarias condiciones de la posguerra no le permitieron a España intervenir en el conflicto y declaró así la neutralidad. La victoria Alemana sobre Francia motivó el paso de la neutralidad a la no beligerancia, situación de apoyo diplomático y económico a las potencias del Eje, que en aquel momento se perfilaban como vencedores de la guerra. Alemania e Italia sondearon las posibilidades de integración española en el conflicto y Franco se intrevistó con Hitler y Mussolini. Precisamente esta entrevista con el dictador alemán, Hitler en Hendaia en el año 1940 se refiere la imagen que aparece en el documento 3. Tanto en esta, como en la entrevista con Mussolini, Franco planteó una serie de compensaciones económicas y de expansión territorial que hicieron pensar a ambos dictadores que el precio exigido era demasiado. Finalmente, España no entró en la guerra, aunque colaboró en el esfuerzo bélico enviando material estratégico y provisiones. Además, en 1941, una unidad de voluntarios (División Azul) fue enviada a la URSS para combatir junto a las tropas alemanas.
En Octubre de 1943, la guerra comenzó a dar un vuelco y comenzó a ser claramente desfavorable a las potencias fascistas. Entonces, los gobiernos británico y americano presionaron a Franco para que se distanciara del Eje. Así, fue retirada la División Azul y se regresó al estatus de estricta neutralidad.
Con la derrota de Alemania, el franquismo tuvo que asumir que su supervivencia exigía tomar ditancias del fascismo. Se presentó así el régimen como católico, conservador y anticomunista, que podía evolucionar hacia una monarquía en el momento adecuado. Esta nueva fase comportó la marginación del falangismo de los puestos más relevantes y el abandono de los símbolos más claramente fascistas.
El fin de la Segunda Guerra Mundial, supuso para el franquismo una etapa de aislamiento y rechazo internacionales. Durante los años 1945 y 1946, las recién creadas Naciones Unidas condenaron explícitamente el régimen de Franco, como se muestra en el fragmento de dicha condena presente en el documento 4. En él, se tacha al régimen de fascista (A), de contar con ayuda y haberla prestado a Alemania e Italia, enemigas de la ONU (A y B). Además, se condena al régimen al aislamiento internacional de todos los países pertenecientes a la ONU o a cualquier organización creada por ella, y la retirada de los embajadores de todos esos países residentes en España.
Sin embargo, Franco presentó esta condena internacional como una maniobra extranjera para desprestigiar a España y llevar a los españoles a una nueva Guerra Civil. La persistencia del régimen tras la guerra mundial tuvo un enorme coste económico y político como consecuencia del aislamiento. Sin embargo, con la llegada de la Guerra Fría, y la división del mundo en dos bloques, España fue considerada por los EEUU y los países occidentales como un gran aliado en la lucha contra el comunismo. Así, se produjo una progresiva aceptación internacional del régimen, lo que remataría cualquier esperanza de su fin.