Resumen de Libro: Moby Dick
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Coy, era un marinero multado por haber hundido un barco, así que se encontraba en Barcelona, con dos años por delante sin gobernar ningún barco. Su afición a los objetos navales y a las subastas de éstos le llevaron, una vez más a la casa de subastas Claymore. Después de una cuantas pujas se subastó el “Atlas Marítimo de las Costas de España”, de Urrutia Salcedo. Se disputó entre dos hombres y una mujer. Un hombre fue el primero de retirarse. La puja continuó entre un hombre con coleta gris y una mujer rubia. Por despiste del hombre, el Atlas fue para la mujer. Al salir de la casa de subastas después del piscolabis, Coy se encontró a la mujer rubia peleándose con el hombre de la coleta. Después de echar al hombre, él y la mujer se fueron a tomar unas copas y hablaron la mayor parte del tiempo sobre Coy ya que a la dicha mujer no le gustaba contar su vida. Al despedirse, la mujer, llamada Tánger, le dio a Coy una tarjeta suya con la dirección del lugar donde trabajaba: el museo naval de Madrid. Así que a la mañana siguiente ya tuvimos a Coy camino de Madrid. Al llegar allí y después de esperar un ratito, Coy se encontró con Tánger. Estuvieron charlando un rato y Tánger, al despedirse, le dijo a Coy que ya le llamaría. Por la noche, ya en el hotel, Coy estuvo esperando la llamada en el bar, siempre tomando una ginebra azul con tónica. Así que cuando Tánger lo llamó y le dijo que fuera a su casa Coy se fue enseguida. Allí Tánger le propuso a Coy de trabajar juntos. Después de que Tánger le contara de qué iva la historia, Coy aceptó. El trabajo consistía en encontrar a un navío hundido: el Dei Gloria. A la mañana siguiente se fueron los dos a comprar lo necesario para comenzar el trabajo. Empezaron a calcular la longitud y la latitud en que se encontraba el barco a partir de las coordenadas de la posición en que se produjo el naufragio, que dio el pilotín del Dei Gloria, Miguel Palau, ya que él era el único superviviente de dicho barco. Coy empezó a preguntar a Tánger sobre el hombre de la subasta, sobre el Dei Gloria... sobre toda la historia del trabajo que iva a realizar. Pero sólo supo que el hombre se llamaba Nino Palermo, que éste había ido a pedirle ayuda a ella para buscar dicho navío y que ella le había dicho que no y que lo había empezado a buscar por su cuenta. Sobre el barco le contó poca cosa: tenía un misterio, pero no se lo desveló, sólo le dijo que no todos los tesoros son materiales así que no se esperara gran cosa del misterio. Al cabo de unos pocos días, cuando Coy fue a casa de Tánger se encontró que habían matado a Zas, el perro de ella. Él le pidió explicaciones, pero como no se las dio y no quería contarle el trasfondo de la historia dejó el trabajo y decidió ir a ver a Nino Palermo. Cuando lo encontró le echó las culpas de la muerte del perro. Se discutieron y Coy acabó dándole una paliza, pero la policía se lo llevó a la cárcel. De allí le sacó Tánger. Ella decidió contarle algo más de su historia a Coy, así que volvió a trabajar con ella. Al cabo de unos días se fueron hacia Cádiz para hablar con Lucio Gamboa para obtener información ya que tenía en sus manos muchos documentos de la marina, así que esperaban que les pudiera ayudar. Su ayuda no les sirvió de mucho, pero les dijo que también había ido a visitarle Nino Palermo, pero que no le había contado nada que le sirviera de mucha ayuda. Después de despedirse de Gamboa, Tánger y Coy regresaban a su hotel cuando se encontraron con Horacio Kiskoros, uno de los trabajadores de Palermo, el cuál también recibió algun puñetazo la noche en que Coy apalizó a éste último, de modo que ya se conocían. Así que en cuanto le vio se dirigió hacia él muy decidido y empezaron a pelearse. Cuando terminaron se dirigieron los tres a un bar. Allí Kiskoros les contó que Palermo les quería hacer una propuesta. Al día siguiente Tánger y Coy se fueron a Gibraltar para encontrarse con Palermo. Al despacho de éste sólo subió Coy, por órdenes de Tánger. En la sala de espera, Coy pudo distinguir a la secretaria del día de la subasta, a Kiskoros y al guardaespaldas de Palermo. Después de esperar un poco, Coy pasó al despacho de Nino Palermo. Primero Coy le dijo el sitio y la hora para hablar con Tánger que ésta le había ordenado decir, el cazador de naufragios le preguntó que si la mujer le había contado lo que el Dei Gloria escondía. Naturalmente, él dijo que no. Fue entonces cuando le desveló el secreto: la nave contenía doscientas esmeraldas. Después de que Palermo diera la oportunidad a Coy de asociarse con él, éste, negando la oferta, se marchó. Cuando se encontró con Tánger y ya estando camino del lugar donde habían quedado con Palermo, Coy le preguntó a ella sobre el tema de las esmeraldas. Le costó un poco pero al final le contó toda la historia del Dei Gloria. El Dei Gloria era un barco propiedad de la Compañía de Jesús, es decir, de los jesuitas. Vivían tiempos en los que los jesuitas serían expulsados de España. El conde de Aranda era un personaje que se mantenía en los dos bandos del país: ayudaba a los que querían echar a los jesuitas, pero al mismo tiempo ayudaba a éstos. Así que la Compañía decidió sobornarle para que se pusiera de su lado y les ayudara a “sobrevivir”. Para sobornarle decidieron ir a La Habana a buscar doscientas esmeraldes puras y grandes como nueces. Pero al regresar a España un corsario, el Chergui, los hizo naufragar, aunque no se sabe si escogieron al Dei Gloria por azar o por alguna razón concreta. La cuestión es que las dos naves naufragaron después de una dura lucha, y con el Dei Gloria se hundieron las esmeraldas.
Cuando llegaron ya en el sitio acordado Palermo, Kiskoros y su guradaespaldas ya estaban allí, esperándolos. Palermo le propuso a Tánger asociarse con él, pero lo rechazó, así que Coy empezó a repartir puñetazos sin pensar que eran tres contra uno. De modo que cuando Coy estuvo en apuros, Tánger sacó una pistola de su bolso y ordenó a los matones que dejaran a Coy, y se marcharon.
Pasaron unos días y se encontraron con un viejo amigo de Coy, Pedro el Piloto. Ese era el hombre que les llevaría con su barco hasta el lugar del naufragio y les ayudaría a rastrear la zona y sacar las esmeraldas del fondo del mar.
Ya empezado el viaje y a punto de llegar a la zona de rastreo, el Carpanta (así se llamaba el barco) hizo escala para montar la sonda que les ayudaría a detectar el Dei Gloria. Empezaron la búsqueda, pero no encontraron nada. Cuando les quedaba una milla y media para rastrear tuvieron que regresar a tierra por mal tiempo. Tánger y Coy estaban tomando una copa en un bar, cuando Coy reconoció la inconfundible silueta de Kiskoros. Dijo a Tánger que iva al servicio, pero en realidad fue donde estaba Kiskoros y le pegó una paliza. Cuando Tánger llegó al lugar de la pelea Coy fue hacia ella y la abrazó al ver que lloraba y estaba triste por el fracaso de la búsqueda. Aquella fue la primera de varias veces que Coy y Tánger se acostaron juntos. En uno de esos momentos Tánger hizo prometer a Coy que no la dejaría morir sola.
A la mañana siguiente acabaron con el registro de la zona acordada sin encontrar nada de los barcos, así que decidieron ir a ver a Néstor Perona, cartógrafo, para averiguar si el fracaso del rastreo era debido a un mal cálculo. Néstor comprovó todos los cálculos, y efectivamente estaban bien. Éste les empezó a preguntar sobre la historia de lo que buscaban para ver si encontraba el fallo. En cuanto Coy le dijo que se trataba de una nave jesuita el cartógrafo encontró el error: habían utilizado un meridiano erróneo porque los jesuitas no utilizaban el meridiano de Cádiz sino otro secundario a fin de que no se descubrieran sus posiciones. Esto les ayudó a la hora de hacer los cálculos de la nueva zona de búsqueda, pero lo que realmente les resolvió el enigma fue el comentario que hizo el Piloto: había una zona en que las langostas eran verdes. Tánger sacó conclusiones: hay langostas, como tantos otros animales, que adoptan el color de su entorno a fin de camuflarse, y eso es lo que habían hecho, coger el color del bronce oxidado (los cañones del Chergui estaban hechos de bronce). Efectivamente, el Dei Gloria estaba allí. En los siguientes días estuvieron desmontando la parte de la cabina del capitán del Dei Gloria para encontrar el cofre donde había las esmeraldas. Cuando Coy las subió por fin al Carpanta, Tánger las limpió y las puso a punto para venderlas, pero esa misma noche, al bajar del Carpanta para ir a un bar, se encontraron que Palermo y Kiskoros les esperaban. Éstos los conducieron hasta el desguace de barcos y entraron los cinco en uno a medio desmontar. Allí Palermo les dijo que a la mañana siguiente volverían al fondo del mar a buscar las esmeralda, pero Tánger se dirigió hacia la salida sin hacer caso de que la pistola de Kiskoros la apuntaba ni tampoco de las amenazas de Palermo. Eso hizo dar cuenta a Palermo de que Tánger ya tenía las esmeraldas. En ese momento Kiskoros apuntó a Palermo en vez de Tánger así todos se enteraron de que éste había estado jugando a dos bandas. Tánger dijo a Kiskoros que le diera ocho horas, y se largó. Después de que Kiskoros les contara como había ayudado a Tánger, como ella le propuso el trabajo, el tiempo que hacía que trabajaba por ella (casi desde el principio de toda la historia) y después también de que Palermo le pegara gritos por traidor, Coy le dijo a Kiskoros que Tánger le abandonaría, no lo recogería y se marcharía ella sola con las esmeraldas con el Felix von Luckner, un carguero que aceptaba pasajeros, y que salpaba en pocas horas. Eso hizo reaccionar a Kiskoros y le dio la razón así que decidieron salir en su busca, pero al levantarse, Palermo tiró a Kiskoros una lámpara de petróleo encendida y se le empezó a quemar la ropa. Coy apagó el fuego con la chaqueta de Palermo, pero en cuanto estuvo apagado, Palermo empezó a patear la cabeza de Kiskoros. Así que Palermo, Coy y Piloto fueron en busca de Tánger. Vieron que en la habitación de la mujer había luz, eso significaba que estaría haciendo las maletas. Coy quiso ir a hablar con ella, pero Palermo sólo le dio cinco minutos. Coy entró en la habitación. En el momento que entró en la habitación, Tánger cogió la pistola de encima la mesa y al mismo tiempo Palermo sacó la que había cogido a Kiskoros. Tánger disparó dos veces: una bala hirió a Coy y la otra mató a Palermo. Palermo disparó una vez, y mató a Tánger. Tánger, antes de morir le pidió a Coy que le diera la mano para no morir sola, pero al ver que Coy no reaccionaba, le cogió la mano el Piloto. Luego murió.
El Piloto se lo contó a Coy más tarde.
DESCRIPCIÓN DE LOS PERSONAJES
ISMAEL COY: Es un marinero sancionado con dos años sin poder conducir ningún barco por haberse hundido uno en su turno de guardia.
Desprecia que los marineros de hoy en día no sepan situar coordenadas sin la ayuda de la nueva tecnología.
Es un hombre no muy atractivo, siempre mal afeitado y con pocos recursos económicos.
Casi siempre viste tejanos, una camisa o camiseta y zapatillas de deporte.
Se enamora de Tánger y en cierto modo se obsesiona por ella, sobretodo por contar sus pecas, así que no puede rechazar el trabajo que le ofrece.
Es un hombre que tiene los puños muy flojos, es decir, que en cualquier momento puede empezar una pelea, sobretodo cuando se trata de Palermo o de Kiskoros.
Le gusta escuchar música, así que siempre va acompañado de su walkman.
Siempre habla del Torpedero Tucumán y del Gallego Neira que eran sus compañeros de barco, borracheras... También habla de la tripulación Sanders y de sus experiencias con algunas mujeres.
Muchas veces al hablar de Tánger recuerda en la estantería de la casa de ésta la copa de natación abollada y con falta de una asa y de la foto con su padre.
Es herido por un disparo de Tánger.
TÁNGER SOTO: Es una trabajadora del museo naval de Madrid del departamento de cartografía.
Es alta, esbelta, rubia, con el pelo cortado asimétricamente, con muchas pecas y con una placa militar colgada del cuello.
A veces fuma cigarrillos cuya caja tiene un dibujo que parece el héroe de una historia de Coy.
No cuenta mucho de su vida.
Tenía un perro llamado Zas, pero se lo matan durante la historia. En su casa tiene, entre otras muchas cosas, una colección de libros de Tintín, una copa de un campeonato de natación infantil y una foto abrazada por su padre.
Empieza a buscar el Dei Gloria después de recibir la visita de Nino Palermo y ofrece a Coy el trabajo de ayudarla en la búsqueda.
Al encontrar las doscientas esmeraldas les hace creer a todos que se van a repartir las ganancias de su venta, pero no es así, sino que quiere marchar ella sola, y lo intenta engatusando a Kiskoros.
Empieza haciendo de buena, pero acaba la obra traicionándolos a todos y muerta.
PEDRO EL PILOTO: Es un viejo amigo de Coy que es el propietario del Carpanta, el barco con el que buscan el Dei Gloria.
Es un hombre relativamente mayor.
También suele ir mal afeitado.
Ha ejercido de buzo profesional y ayuda a Coy con las inmersiones.
Es discreto y no hace ni preguntas ni explicaciones.
Se limita a conducir el barco y a hacer su trabajo.
Al final de la historia es él quien da la mano a Tánger y no Coy.
NINO PALERMO: Es gibraltareño y el propietario de una gran empresa buscadora de naufragios.
Es un hombre un poco gordo, con una coleta gris y con anillos, reloj y cadenas de oro, o sea, muy rico. Tiene los ojos de colores distintos: uno pardo y otro verde.
Cuando empieza a buscar el Dei Gloria pide ayuda a Tánger, pero ésta lo rechaza y empieza a buscarlo por su cuenta.
Además es traicionado por uno de sus trabajadores, Kiskoros que a la vez trabaja por Tánger.
HORACIO KISKOROS: Es un ex suboficial argentino. En su época en Malvinas hizo prisioneros a unos ingleses y está muy orgulloso de ello, por eso siempre lleva con él una copia en color de la portada del Time con la foto de los presos ingleses.
Es bajito, con bigote y siempre lleva el pelo engominado.
Siempre lleva tirantes y va bien vestido.
También va siempre acompañado con una navaja.
Se pelea varias veces con Coy.
Empieza trabajando con Palermo, luego Tánger lo convence de que trabaje en los dos lados y así poder filtrarle información.
Al final también es traicionado por la mujer, como todos.
Acaba recibiendo una paliza y medio quemado por parte de Palermo.
LUCIO GAMBOA: Es un trabajador de la marina en Cádiz.
Es gordo y con las dientes separadas.
Tiene en su poder mucha información de la marina.
Les da alguna información sobre el Dei Gloria, como su plano. También les cuenta algo sobre el Chergui.
Les informa de que Palermo también ha acudido a él, pero que no le ha dado ninguna información importante.
NÉSTOR PERONA: Es un cartógrafo que ha escrito algunos libros y entre otras cosas también hizo las tablas con las que Tánger y Coy sitúan las coordenadas de los jesuitas en el Urrutia en una carta moderna.
Les dice el error que han cometido al calcular longitudes y latitudes.
Le gusta crear suspense cuando cuenta algo importante y lo cuenta todo sin dejarse un detalle.
Cuando llegaron ya en el sitio acordado Palermo, Kiskoros y su guradaespaldas ya estaban allí, esperándolos. Palermo le propuso a Tánger asociarse con él, pero lo rechazó, así que Coy empezó a repartir puñetazos sin pensar que eran tres contra uno. De modo que cuando Coy estuvo en apuros, Tánger sacó una pistola de su bolso y ordenó a los matones que dejaran a Coy, y se marcharon.
Pasaron unos días y se encontraron con un viejo amigo de Coy, Pedro el Piloto. Ese era el hombre que les llevaría con su barco hasta el lugar del naufragio y les ayudaría a rastrear la zona y sacar las esmeraldas del fondo del mar.
Ya empezado el viaje y a punto de llegar a la zona de rastreo, el Carpanta (así se llamaba el barco) hizo escala para montar la sonda que les ayudaría a detectar el Dei Gloria. Empezaron la búsqueda, pero no encontraron nada. Cuando les quedaba una milla y media para rastrear tuvieron que regresar a tierra por mal tiempo. Tánger y Coy estaban tomando una copa en un bar, cuando Coy reconoció la inconfundible silueta de Kiskoros. Dijo a Tánger que iva al servicio, pero en realidad fue donde estaba Kiskoros y le pegó una paliza. Cuando Tánger llegó al lugar de la pelea Coy fue hacia ella y la abrazó al ver que lloraba y estaba triste por el fracaso de la búsqueda. Aquella fue la primera de varias veces que Coy y Tánger se acostaron juntos. En uno de esos momentos Tánger hizo prometer a Coy que no la dejaría morir sola.
A la mañana siguiente acabaron con el registro de la zona acordada sin encontrar nada de los barcos, así que decidieron ir a ver a Néstor Perona, cartógrafo, para averiguar si el fracaso del rastreo era debido a un mal cálculo. Néstor comprovó todos los cálculos, y efectivamente estaban bien. Éste les empezó a preguntar sobre la historia de lo que buscaban para ver si encontraba el fallo. En cuanto Coy le dijo que se trataba de una nave jesuita el cartógrafo encontró el error: habían utilizado un meridiano erróneo porque los jesuitas no utilizaban el meridiano de Cádiz sino otro secundario a fin de que no se descubrieran sus posiciones. Esto les ayudó a la hora de hacer los cálculos de la nueva zona de búsqueda, pero lo que realmente les resolvió el enigma fue el comentario que hizo el Piloto: había una zona en que las langostas eran verdes. Tánger sacó conclusiones: hay langostas, como tantos otros animales, que adoptan el color de su entorno a fin de camuflarse, y eso es lo que habían hecho, coger el color del bronce oxidado (los cañones del Chergui estaban hechos de bronce). Efectivamente, el Dei Gloria estaba allí. En los siguientes días estuvieron desmontando la parte de la cabina del capitán del Dei Gloria para encontrar el cofre donde había las esmeraldas. Cuando Coy las subió por fin al Carpanta, Tánger las limpió y las puso a punto para venderlas, pero esa misma noche, al bajar del Carpanta para ir a un bar, se encontraron que Palermo y Kiskoros les esperaban. Éstos los conducieron hasta el desguace de barcos y entraron los cinco en uno a medio desmontar. Allí Palermo les dijo que a la mañana siguiente volverían al fondo del mar a buscar las esmeralda, pero Tánger se dirigió hacia la salida sin hacer caso de que la pistola de Kiskoros la apuntaba ni tampoco de las amenazas de Palermo. Eso hizo dar cuenta a Palermo de que Tánger ya tenía las esmeraldas. En ese momento Kiskoros apuntó a Palermo en vez de Tánger así todos se enteraron de que éste había estado jugando a dos bandas. Tánger dijo a Kiskoros que le diera ocho horas, y se largó. Después de que Kiskoros les contara como había ayudado a Tánger, como ella le propuso el trabajo, el tiempo que hacía que trabajaba por ella (casi desde el principio de toda la historia) y después también de que Palermo le pegara gritos por traidor, Coy le dijo a Kiskoros que Tánger le abandonaría, no lo recogería y se marcharía ella sola con las esmeraldas con el Felix von Luckner, un carguero que aceptaba pasajeros, y que salpaba en pocas horas. Eso hizo reaccionar a Kiskoros y le dio la razón así que decidieron salir en su busca, pero al levantarse, Palermo tiró a Kiskoros una lámpara de petróleo encendida y se le empezó a quemar la ropa. Coy apagó el fuego con la chaqueta de Palermo, pero en cuanto estuvo apagado, Palermo empezó a patear la cabeza de Kiskoros. Así que Palermo, Coy y Piloto fueron en busca de Tánger. Vieron que en la habitación de la mujer había luz, eso significaba que estaría haciendo las maletas. Coy quiso ir a hablar con ella, pero Palermo sólo le dio cinco minutos. Coy entró en la habitación. En el momento que entró en la habitación, Tánger cogió la pistola de encima la mesa y al mismo tiempo Palermo sacó la que había cogido a Kiskoros. Tánger disparó dos veces: una bala hirió a Coy y la otra mató a Palermo. Palermo disparó una vez, y mató a Tánger. Tánger, antes de morir le pidió a Coy que le diera la mano para no morir sola, pero al ver que Coy no reaccionaba, le cogió la mano el Piloto. Luego murió.
El Piloto se lo contó a Coy más tarde.
DESCRIPCIÓN DE LOS PERSONAJES
ISMAEL COY: Es un marinero sancionado con dos años sin poder conducir ningún barco por haberse hundido uno en su turno de guardia.
Desprecia que los marineros de hoy en día no sepan situar coordenadas sin la ayuda de la nueva tecnología.
Es un hombre no muy atractivo, siempre mal afeitado y con pocos recursos económicos.
Casi siempre viste tejanos, una camisa o camiseta y zapatillas de deporte.
Se enamora de Tánger y en cierto modo se obsesiona por ella, sobretodo por contar sus pecas, así que no puede rechazar el trabajo que le ofrece.
Es un hombre que tiene los puños muy flojos, es decir, que en cualquier momento puede empezar una pelea, sobretodo cuando se trata de Palermo o de Kiskoros.
Le gusta escuchar música, así que siempre va acompañado de su walkman.
Siempre habla del Torpedero Tucumán y del Gallego Neira que eran sus compañeros de barco, borracheras... También habla de la tripulación Sanders y de sus experiencias con algunas mujeres.
Muchas veces al hablar de Tánger recuerda en la estantería de la casa de ésta la copa de natación abollada y con falta de una asa y de la foto con su padre.
Es herido por un disparo de Tánger.
TÁNGER SOTO: Es una trabajadora del museo naval de Madrid del departamento de cartografía.
Es alta, esbelta, rubia, con el pelo cortado asimétricamente, con muchas pecas y con una placa militar colgada del cuello.
A veces fuma cigarrillos cuya caja tiene un dibujo que parece el héroe de una historia de Coy.
No cuenta mucho de su vida.
Tenía un perro llamado Zas, pero se lo matan durante la historia. En su casa tiene, entre otras muchas cosas, una colección de libros de Tintín, una copa de un campeonato de natación infantil y una foto abrazada por su padre.
Empieza a buscar el Dei Gloria después de recibir la visita de Nino Palermo y ofrece a Coy el trabajo de ayudarla en la búsqueda.
Al encontrar las doscientas esmeraldas les hace creer a todos que se van a repartir las ganancias de su venta, pero no es así, sino que quiere marchar ella sola, y lo intenta engatusando a Kiskoros.
Empieza haciendo de buena, pero acaba la obra traicionándolos a todos y muerta.
PEDRO EL PILOTO: Es un viejo amigo de Coy que es el propietario del Carpanta, el barco con el que buscan el Dei Gloria.
Es un hombre relativamente mayor.
También suele ir mal afeitado.
Ha ejercido de buzo profesional y ayuda a Coy con las inmersiones.
Es discreto y no hace ni preguntas ni explicaciones.
Se limita a conducir el barco y a hacer su trabajo.
Al final de la historia es él quien da la mano a Tánger y no Coy.
NINO PALERMO: Es gibraltareño y el propietario de una gran empresa buscadora de naufragios.
Es un hombre un poco gordo, con una coleta gris y con anillos, reloj y cadenas de oro, o sea, muy rico. Tiene los ojos de colores distintos: uno pardo y otro verde.
Cuando empieza a buscar el Dei Gloria pide ayuda a Tánger, pero ésta lo rechaza y empieza a buscarlo por su cuenta.
Además es traicionado por uno de sus trabajadores, Kiskoros que a la vez trabaja por Tánger.
HORACIO KISKOROS: Es un ex suboficial argentino. En su época en Malvinas hizo prisioneros a unos ingleses y está muy orgulloso de ello, por eso siempre lleva con él una copia en color de la portada del Time con la foto de los presos ingleses.
Es bajito, con bigote y siempre lleva el pelo engominado.
Siempre lleva tirantes y va bien vestido.
También va siempre acompañado con una navaja.
Se pelea varias veces con Coy.
Empieza trabajando con Palermo, luego Tánger lo convence de que trabaje en los dos lados y así poder filtrarle información.
Al final también es traicionado por la mujer, como todos.
Acaba recibiendo una paliza y medio quemado por parte de Palermo.
LUCIO GAMBOA: Es un trabajador de la marina en Cádiz.
Es gordo y con las dientes separadas.
Tiene en su poder mucha información de la marina.
Les da alguna información sobre el Dei Gloria, como su plano. También les cuenta algo sobre el Chergui.
Les informa de que Palermo también ha acudido a él, pero que no le ha dado ninguna información importante.
NÉSTOR PERONA: Es un cartógrafo que ha escrito algunos libros y entre otras cosas también hizo las tablas con las que Tánger y Coy sitúan las coordenadas de los jesuitas en el Urrutia en una carta moderna.
Les dice el error que han cometido al calcular longitudes y latitudes.
Le gusta crear suspense cuando cuenta algo importante y lo cuenta todo sin dejarse un detalle.