La Restauración Borbónica (1874-1902) y los Nacionalismos en España

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La Restauración borbónica (1874-1902) se basó en el sistema político ideado por Cánovas del Castillo, el turno de partidos, apoyado en la Constitución de 1876 que lo posibilitaba. Dos partidos políticos protagonizarían el turnismo, Partido Conservador y Partido Liberal; que se fortaleció con la firma del Pacto de El Pardo a la muerte de Alfonso XII, manteniendo el sistema a lo largo de la Regencia de María Cristina (1885-1902), superando momentos críticos como la Guerra de Cuba y la muerte de Cánovas en 1897 a manos de un anarquista.

Oposición al sistema político

La oposición al sistema político de la Restauración, no supo aprovechar ni la corrupción del sistema, ni la pasividad de la población. Lo componían las fuerzas políticas no integradas en el sistema, que eran:

Carlistas

Tras su derrota en 1876 divididos en dos grupos, los que rechazaban el régimen, liderados por Ramón Nocedal; y los liderados por Vázquez de Mella que formarían un partido y lucharían dentro de la legalidad.

Republicanos

Estaban muy desunidos. Castelar lideraba a los posibilistas, colaboraron con el partido de Sagasta. Salmerón y Pi i Margall estaban divididos en su concepción de la República: Salmerón defendía una República unitaria, y Pi i Margall una federal. Ruiz Zorrilla y su grupo eran partidarios de la lucha armada.

Nacionalismos y regionalismo

Surgieron como oposiciones nuevas al sistema de la Restauración, alcanzando un gran desarrollo en los años finales del s.XIX. Sus objetivos eran: creación de instituciones propias o autonomía administrativa, y en otros lograr la independencia. Esto suponía un modelo de Estado descentralizado, opuesto al centralista del sistema canovista. Destacaron:

  • Nacionalismo catalán
  • Nacionalismo vasco
  • Regionalismo gallego
  • Otros regionalismos: andaluz y valenciano

El movimiento obrero y campesino

Con la Restauración las asociaciones obreras pasaron a la clandestinidad hasta la aprobación de la Ley de Asociaciones (1887). El movimiento obrero y campesino estaba escindido en dos corrientes, anarquista y socialista. Desde 1879 nacen organizaciones católicas como el Círculo Católico de Obreros.

Los anarquistas se reorganizaron con la fundación de la Federación de Trabajadores de la Región Española-FTRE (1881). Mayor presencia en Cataluña, Aragón, Valencia y Andalucía; las divisiones internas y la represión, les llevó a final de los 80 a un activismo sindical y reivindicativo, y una minoría se radicalizó (Mano Negra).

Los socialistas, refugiados en torno a la Asociación del Arte de Imprimir, presidida por Pablo Iglesias en 1874. En 1879 fundan el PSOE; y en 1888 la Unión General de Trabajadores como sindicato del partido; cuyo objetivo era mejorar las condiciones de vida y de trabajo de los obreros, mediante la negociación, las demandas al poder político y la huelga. PSOE y UGT, fueron hasta comienzos del s.XX minoritarios, comparados con los anarquistas.

Hasta 1900 gran parte de las acciones sindicales estaban penalizadas como delito y fueron duramente reprimidas.

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