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1909 - 1917. DE LA SEMANA TRÁGICA A LA HUELGA GENERAL:
Alfonso XIII encargó formar gobierno en 1910 a José Canalejas, líder del partido liberal. Canalejas había ido fraguando un programa regenerador con el fin de provocar la “revolución desde arriba”. Su breve gobierno transcurre entre permanentes conflictos sociales dirigidos por el movimiento anarquista y republicano.
Una consecuencia de los sucesos de la Semana Trágica fue la creación del sindicato anarquista, la “Confederación Nacional del Trabajo (CNT)”.
Canalejas tuvo que enfrentarse a problemas sociales, el tema religioso, la crisis marroquí y la presión regionalista. Primero consiguió ganar la disciplina en su partido y luego supo ganarse el respeto del Rey y de la oposición. Algunas de las medidas propuestas en su gobierno fueron las reformas del impuesto de consumo y las “quintas”. Las primeras fueron sustituidas por un impuesto sobre las rentas urbanas; y respecto a las quintas, la reforma quedó frustrada porque el Ejército necesitaba los fondos que aportaban. Se estableció el servicio militar obligatorio en tiempos de guerra y se redujo en tiempos de paz. Otra medida fue la regulación de la jornada nocturna de las mujeres.
El anticlericalismo de Canalejas se suavizó al llegar al gobierno, desde el que intentó un pacto con la Santa Sede. Permitió signos de otras religiones, lo que casi le llevó a una ruptura con el vaticano. Al final las Cortes aprobaron la Ley del Candado, que prohibía la instalación en España de nuevas órdenes durante dos años.
La cuestión marroquí continuó agravándose. El gobierno español emprendió la ocupación militar de su zona (zonas del norte y sudoeste del Protectorado).
Canalejas continuó la línea abierta por Maura para otorgar al catalanismo sus reivindicaciones. Canalejas finalmente fue asesinado, y con esto termina el último intento de renovar al país desde la óptica regeneracionista.
El conde de Romanones sustituyó a Canalejas. El rey no creyó necesario convocar nuevas elecciones ni cambiar el partido gobernante, lo que provocó la crítica de Maura. Romanones no tenía el respaldo popular e intentó continuar con el programa de Canalejas aprobando la “Ley de Mancomunidades”, pero tropezó con la oposición de su partido.
Alfonso XIII encargó entonces formar gobierno al conservador Eduardo Dato. Los primeros meses de su partido estuvieron marcados por enfrentamientos entre sus partidarios y los mauristas. Eso no le impidió ganar las elecciones.
El estallido de la I Guerra Mundial en agosto de 1914 supuso un punto de no retorno en la crisis del sistema político. Una vez generalizado el conflicto en Europa, apareció un decreto en el cual se afirmaba que el gobierno se creía “en el deber de ordenar la más estricta neutralidad a sus súbditos españoles”. Las razones de esa decisión eran la política aislacionalista (mantuvo al país al margen de la lucha por los mercados coloniales y de la carrera de armamentos) y el convencimiento de la debilidad diplomática, económica y militar (España se declaraba neutral a causa de su propia debilidad).
Desde el inicio de la guerra se multiplicaron los análisis de prensa y las tertulias. Esto provocó una polarización entre los “aliadófilos” (Imperios Centrales) y los “germanófilos” (partidarios de la Entente).
Se identifica a los aliados con el sistema liberal, parlamentario y a los germanófilos con el clero, la aristocracia y los sectores próximos al carlismo.
Consecuencias económicas de la guerra: la posición de no beligerancia proporcionó el desarrollo de la economía española. Desde 1915 se dispararon las exportaciones, la industria creció y los beneficios adquiridos permitieron dos años de euforia. A partir de 1917 se manifiestan los primeros signos de desigual reparto.
La guerra provocó la repatriación de inmigrante, que aumentó el paro y los salarios crecieron por debajo de los precios. Los intentos de mejora del gobierno chocaron con los intereses industriales.
Resultado a esta situación fue el auge de las organizaciones obreras (UGT y CNT).
Una oleada de protestas fue generándose a lo largo de la guerra, que culminó con la crisis de 1917.
Entre 1914 y 1917 los gobiernos desarrollaron una política alejada de proyectos regeneracionistas. Los conservadores y los liberales siguieron una línea moderada y condicionada por la división de las clientelas políticas, la protesta social y el descontento militar. Sólo hubo un intento de aprovechar la coyuntura para modernizar el país (el programa de Santiago Alba para modernizar las comunicaciones, los riegos y la instrucción).
A comienzos de 1917 el descontento era general. El hambre, la falte de abastecimientos y el escándalo de las fortunas habían enrarecido el ambiente.
Para evitar una interpelación parlamentaria sobre Marruecos, Romanones decretó la suspensión de las Cortes. La UGT desencadenó una serie de huelgas junto con la CNT y se declararon partidarios de organizar una huelga general contra el gobierno. Finalmente Romanones dimitió.
En Junio se inició la crisis. Tres grandes movimientos van a confluir en el objetivo de derribar al gobierno: el de los militares, el de los parlamentarios y el de la huelga general obrera.
El Ejército llevaba años experimentando el malestar debido a su propia incapacidad técnica, la escasez de presupuesto y la falta de expectativas. Los intentos de reforma se vieron frustrados por el rechazo de muchos oficiales de la vieja escuela. Los oficiales de unieron en Juntas de Defensa (ilegales). Al final se desembocó en el Manifiesto de las Juntas, en el que se daba un ultimátum al gobierno para que aceptara sus reivindicaciones profesionales y económicas. El gobierno al final dimitió y el Rey optó por entregar el gobierno a Dato. El gobierno conservador reconoció las Juntas como órganos representativos del Ejército y aprobó sus estatutos. Las Juntas exigieron una regeneración de la vida política.
El segundo acto de la crisis tiene como protagonistas a los parlamentarios. Los partidos de la oposición venían reclamando la reapertura de las Cortes y se intentó que se unieran todos los partidos, pero algunos desistieron. Se exigía un cambio de gobierno y la convocatoria a Cortes Constituyentes, así como trabajar mediante la comisión de la defensa, la enseñanza y la justicia y la índole social y económica.
El principal factor de la crisis fue la huelga general de agosto. Los partidos de la izquierda empezaron a organizar una huelga general indefinida, para forzar un cambio. La huelga iba a tener un doble carácter: económico y político. La huelga la iniciaron los ferroviarios en Valencia, y a éstos se sumaron la minería, la metalurgia, las fábricas y los campesinos. La respuesta del gobierno fue violenta y al final los sindicatos fueron restableciendo la normalidad. El balance fue de unos 100 muertos y 2000 detenidos. La huelga provocó un giro espectacular en el movimiento Juntista: las Juntas consiguieron la dimisión de Dato.