Responsabilidad y Virtud: Decisiones y Acciones

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Responsabilidad y Consecuencialismo

1) Todas las decisiones que tomamos producen efectos sucesivos, es decir, todas nuestras acciones abren un curso de consecuencias que no conocemos y por lo tanto puede ser que a la hora de tomar determinada decisión debemos tener en cuenta como nuestra decisión va a afectar a los demás.

2) Ante este problema caben dos posturas diferentes:

3) 1.- Aspecto fundamentalista: que nuestra cierta inmadurez sea un planteamiento absolutista. Es una equivocación moral ya que no tenemos en cuenta nuestras consecuencias.

4) 2.- Consecuencialismo: toda la moralidad de las acciones proviene de las consecuencias. Si las consecuencias de la acción que vamos a realizar son negativas, es mejor no realizarla. Esto no es un enfoque correcto porque la acción no es solo lo que viene a posteriori de la acción, además, existe un problema: ¿cómo hay que tener en cuenta las consecuencias de nuestras acciones, y estas son infinitas, hasta qué punto tenemos que tener en cuenta las consecuencias? ¿Dónde paramos el cálculo de las consecuencias? Por esto mismo el consecuencialismo NO puede justificar la acción que vayamos a realizar.

5) La cuestión fundamental es que necesitamos un criterio objetivo para tomar una decisión, en otras palabras, necesitamos una medida objetiva. Pero, ¿de dónde viene esta medida objetiva, dónde la encontramos? La encontramos en nuestra identidad (=ETHOS), esto es una medida de nuestra responsabilidad. Cuando no respetamos esta medida, los individuos son instrumentalizados, es decir, puestos al servicio de algo que no les corresponde. El negarse a ser instrumentalizado es la objeción de conciencia (esa acción no me corresponde por muy buena que sea).

6) Lo correcto es hacer uso de la PRUDENCIA, esta es la virtud que me permite reconocer quién soy y ser fiel a esa identidad. Esto implica hacer la acción correcta y tener en cuenta algunas de las consecuencias que nos corresponde tener en cuenta.

7) ¿Por qué me tengo que ajustar a mi identidad? Porque tengo que defender mi identidad y todas ellas son bienes. Pues la sociedad está compuesta por esas identidades, por esos bienes. El bien de la sociedad es esas identidades y su fiabilidad. Las decisiones erróneas surgen cuando no tomamos en cuenta nuestra identidad, cuando no somos fieles a ella en el momento de la acción.

Virtud: Buen gusto y pericia

1) La educación consiste en intentar elevar los gustos a un nivel superior. La educación es pasar de gustar lo más fácilmente deleitable a lo menos fácilmente deleitable pero lo más deleitable en sí mismo. Hay que ser capaces de gustar lo más deleitable en sí mismo. No siempre la libertad facilita las opciones.

2) En el plano moral pasamos de apreciar los bienes más simples y más fácilmente conseguibles a los bienes más complicados, más exigentes, esto es la virtud. La virtud no es solo tener voluntad, sino que nos haga más atractiva la mejor opción y que esta sea cada vez más deleitable. Por ejemplo, al alumno le cuesta menos hacer la opción correcta a través de la virtud.

3) ¿Qué es hacer algo con gusto? Es hacer algo que cuadra conmigo, se hace lo que va conmigo. Si me enajeno, podemos ver algo que cuadra conmigo como algo que me produce rechazo. La diferencia entre el continente y el virtuoso es cómo hacer la acción correcta. La virtud nos lleva a hacer lo bueno y además con gusto.

4) La acción que hacemos con gusto es la que va unida con la pericia (maestría). Lo que nos gusta lo hacemos con interés y bien, lo que no nos gusta lo hacemos por hacer.

5) Por supuesto que existe un límite ajeno a nuestra voluntad. Nuestras acciones las hacemos con maestría cuando las disfrutamos. Lo contrario es hacer algo a regañadientes, lo hacemos pero no creemos que sea lo correcto.

6) ¿Por qué hacemos bien lo que nos gusta? Porque si para hacer algo bueno nos tenemos que reprimir, tenemos que dejar parte de nosotros mismos fuera de la acción, eso significa que no me acabo de volcar en la acción por completo. Aristóteles dice que la tristeza en la acción la corrompe, lo que haga con tristeza lo haré torpemente.

7) Las acciones que las hacemos con gozo las cogemos enteras y ponemos toda nuestra persona. Si queremos hacerlo así, para alcanzar la virtud debemos elevar nuestros gustos hasta ese nivel.

8) La virtud me lleva a hacer lo bueno sin necesidad de pensar. No tenemos que deliberar acerca de la acción puesto que la hacemos nuestra. De hecho, la virtud puede cambiar la deliberación. Aristóteles dice “no deliberamos sobre lo que necesitamos, sino sobre lo que puede ser de un modo u otro y depende de nosotros”.

9) La diferencia entre el virtuoso y el continente es dónde empieza la deliberación. El virtuoso empieza más tarde.

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