René Descartes: Contexto Histórico y Fundamentos del Pensamiento Racionalista
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Contexto Histórico de Descartes
René Descartes (1596-1650) vivió en el siglo XVII, una época marcada por una profunda crisis de la razón, consecuencia del desmoronamiento del mundo medieval. La universidad se encontraba en crisis, la escolástica era considerada mera palabrería y la emergencia de la nueva ciencia había derribado la imagen aristotélica del mundo. El racionalismo, inaugurado por Descartes, intentó reubicar a la razón como unificadora del conocimiento, rol que en la Edad Media había tenido la teología.
Exceptuando la filosofía del idealismo, el racionalismo representa el canto del cisne de la metafísica, un discurso cuya legitimidad como saber sería cuestionada de manera generalizada a partir del empirismo y la obra de Kant.
Tema del Texto
El texto presenta una redacción sucinta de la relación entre los distintos argumentos que Descartes construye en el proceso de progresiva radicalización del escepticismo, lo que él llama duda metódica. Este proceso tiene como fin el establecimiento de una verdad absolutamente indudable. Esa verdad, tal como aparece en el texto, es el Cogito, ergo sum, que Descartes considera el "Primer principio de la filosofía".
Ideas Principales
- Nuestros sentidos nos engañan en ocasiones, lo que nos permite suponer que no son una fuente fiable de conocimiento sobre las cosas.
- Del mismo modo, nos equivocamos en ocasiones al razonar, incluso en relación con las cuestiones más simples; podemos dudar, pues, de las verdades que habíamos tomado por demostradas.
- No tenemos un criterio para distinguir la vigilia del sueño. Podemos suponer, por ello mismo, que todo lo que hemos conocido no es sino un sueño.
- Pero, aunque quiera suponer que todo es falso, es necesario que yo, como ser pensante, exista.
- Esa verdad, "pienso, luego existo", es inmune a cualquier argumento escéptico y puede ser tomada como el primer principio de la filosofía.
Relación entre las Ideas
El texto presenta argumentos escépticos cada vez más radicales hasta encontrar una verdad tan firme que ningún argumento escéptico puede hacerla tambalearse. Luego, se afirma esa verdad como primer principio del edificio de la creencia.
Explicación de las Ideas
El racionalismo cartesiano concibe la ciencia como un sistema deductivo, es decir, como un encadenamiento de proposiciones cuya verdad es interdependiente. La validez del sistema depende de que esté constituido sobre verdades cuya validez sea absolutamente incuestionable. La duda metódica es el mecanismo que Descartes emplea para encontrar una proposición, una verdad de validez absoluta que sea susceptible de actuar como fundamento del edificio de la ciencia. La duda metódica supone ubicarse en el escepticismo más radical con el fin de descubrir si existe alguna verdad inmune a toda duda. Esa es una tarea que Descartes emprende en las Meditaciones Metafísicas. Ahí se dan una serie de argumentos que van poniendo en cuestión la validez de determinados ámbitos de verdades.
Conforme puede verse en el texto, esos argumentos son el de los sentidos, el del sueño y, aunque no aparezca en el tema, el del genio maligno. Este último argumento supone la duda más radical porque implica que todo es un engaño fruto de la acción de un dios engañador. Pero incluso aunque esto fuera cierto, seguiría siendo cierto que yo, al menos en la medida en que estoy siendo engañado, existo, y mi existencia como ser que piensa es una verdad que ni siquiera las suposiciones más extravagantes de los escépticos pueden cuestionar: Cogito, ergo sum. Esta verdad es el fundamentum inconcussum veritatis sobre el que Descartes edificará el complejo de la ciencia, pero no solo es el fundamento del saber, sino que proporciona también el criterio de verdad que adopta Descartes. Si esta proposición es indudable, es porque la intuición del cogito es clara y distinta, y tras superar el argumento del genio maligno a través de la demostración de la existencia de Dios, podemos tomar por verdadero todo lo que se presente a nuestra mente con claridad y distinción. La posición del sujeto pensante en el punto de partida del conocimiento conferirá a la filosofía moderna su carácter idealista y será fundamental en la constitución de la filosofía de Kant y el idealismo alemán.