Relación entre soberanía y desarrollo

Enviado por Programa Chuletas y clasificado en Ciencias sociales

Escrito el en español con un tamaño de 16,77 KB

La producción de una política global que antecede a aquella que se hace visible en las últimas décadas del Siglo XX y primeros años del XXI puede ser considerada con ocasión de las siguientes reflexiones de Held, McGrew, Goldblatt y Perraton en los siguientes términos: los estados modernos se entendieron como aparatos políticos distintos del gobernante y del gobernado, con jurisdicción suprema sobre un área territorial delimitada, respaldados por las exigencias del monopolio del poder coercitivo y con ciertas formas de legitimidad articuladas a un nivel mínimo de apoyo o de lealtad de los ciudadanos.
  orden internacional en donde no operan relaciones democráticas entre los estados, en el marco de actuaciones soberanas de estado que asumen su autonomía territorial, decisoria y funcional, y orientadas a otros estados en un espacio de conflicto armado mediado por un derecho de gentes que exige unos mínimos de conducta y/o un espacio institucional centrado en relaciones entre estados, en donde las acciones intergubernamentales se orientan desde el ejecutivo y por medio de cuerpos diplomáticos especializados en política extranjera.15
profundización, extensión y diversificación de idearios y modelos clásicos liberales y socialistas de racionalidad, participación y organización política (voto universal, representación directa y/o indirecta, partidos políticos, ciudadanía nacional), fundadas sobre derechos burgueses o ideologías socialistas.
El cierre de este orden de la política procede en algunas de sus dinámicas desde los mismos inicios del Siglo XX, sin embargo, son los escenarios de finales de este mismo siglo los que procuran, por su parte, un nuevo tipo de política global.
    Se trata de una globalidad en la cual los estados se han venido interconectando gradualmente en múltiples pautas de intercambio, coproducción, sujeción y dominación, con lógicas diversas y diferenciadas, que operan, producen y dinamizan transformaciones sociales, políticas, económicas, culturales, tecnológicas, ambientales y espaciales enmarcadas en prácticas y mediaciones deslocalizadas, articuladas a flujos, redes y circuitos de símbolos, imágenes, bienes, servicios, capital, conocimiento, comunicaciones, trabajo, entre otros;
    Esta transformación global configura unas nuevas formas de política global que pueden ser abordadas desde: el nuevo espacio político global, los cambios del ejercicio del poder global, las formas de los regíMenes internacionales y supranacionales, la nueva institucionalización
este tipo de decisiones se diseminan mediante comunicaciones rápidas y complejas redes en donde la “acción a distancia” impregna con mayor intensidad las condiciones sociales y los mundos cognitivos de lugares específicos o de comunidades políticas locales que pueden impactar el plano global y viceversa.
La espacialidad de la política global desafía distinciones tradicionales entre política doméstica/política internacional, interna/externa, territorial/no territorial, arraigadas en las concepciones convencionales de “la política” centrada en el estado.
Corresponde al ejercicio del poder global en instituciones y organizaciones globales mediante las cuales se crean y/o se mantienen reglas y normas que gobiernan el orden mundial, (instituciones estatales, de cooperación e intergubernamentales;
Los regímenes internacionales pueden definirse en función de “principios, normas, reglas, y procedimientos de tomas de decisión implícitos o explícitos, alrededor de los cuales las expectativas del actor político convergen en un área indeterminada de las relaciones internacionales.
Los regímenes internacionales proporcionan estructura de responsabilidad jurídica, mejoran información disponible, reducen costos de transacción de la cooperación e inyectan ciertos grados de predicción en relaciones que de otra manera serían anárquicas.
Los regíMenes internacionales delimitan la institucionalización de la política global, constituyen formas de ejercicio del poder global que distan de las nociones tradicionales de gobierno concebido en función de los ámbitos específicos del poder soberano estatal.
Junto con los incrementos en los flujos de comercio, inversión extranjera directa, productos financieros, turismo, vinculaciones culturales, desechos peligrosos y conocimiento, ha tenido lugar una intensificación de las formas de cooperación internacional, las instituciones internacionales, las formas de normalización y las comunicaciones intergubernamentales y transnacionales, creando enormes problemas de coordinación política, de tal manera que a menudo parece que el estado ya no es un solo actor en el espacio mundial, sino una multiplicidad de actores en muchos foros diferentes.
Nuevas estructuras jurídicas tienden a la configuración de un derecho cosmopolita que permiten reducir y delimitar la soberanía estatal, estableciendo estándares y valores frente a formas de conflicto armado, a formas de impacto tecnológico en los ecosistemas, en los abusos de poder que se dan en el seno de los mismos sistemas estatales y en la redefinición de las circunscripciones legales.
emergen identidades étnicas y nacionales, religiosas y de genero glolocalizadas, los consumidores actúan políticamente y la subpolítica moviliza ciudadanía local y transnacional por fuera de las formas instituidas nacionales y globales de la política pública identitaria, de las poblaciones, de las diferencias y de las subjetividades.
En la primera espacialidad nos encontraríamos con el estado como una centralidad desde la cual se plantea la frontera como lugar (línea divisoria) que separa lo interior y lo exterior: el interior como espacio del mercado nacional, espacio de la soberanía política, espacio del cual dan cuanta las lógicas keynesianas que tramitan las dinámicas del empleo, la producción, la oferta, la demanda, la inversión estatal, la política monetaria, la política fiscal;
    Una segunda espacialidad es el producto de las tendencias globalizadoras actuales, las cuales configuran nuevas fronteras que progresivamente disuelven las antiguas (centradas en el estado) y en cuyo seno surgen nuevas unidades políticas y económicas generadoras de transformaciones del estado que progresivamente pierde su centralidad anterior.
  De otra parte, el término “límite” pone de presente nuevas espacialidades referidas a formas de competitividad sistémica de mercados deslocalizados y límites espacio-medioambientales relacionados con los niveles de consumo de los recursos del planeta y posibilidades de acceso a los mismos.
Segundo, configuración de regiones que se constituyen en intentos de responder a la exclusión globalizadora, orientadas a la formación de mercados generadores de “comunidad de estabilidad” y competencia, articuladas a la creación de zonas libre comercio, uniones aduaneras, uniones monetarias, entre otros.
    Dado lo anterior, Altvater pone de presente la necesidad de una política de los límites, dado que la tendencia a anular ciertos tipos de fronteras desemboca en una multiplicidad de límites que fuerzan a la división de las sociedades, disolvíéndolas bajo la competencia pero  igualmente generando la cooperación y la solidaridad requerida para volver a movilizarse en pactos de empleo y contratos sociales;
    La historia real de Josef Skvorecky narrada por Milán Kundera19 tiene como escenario las lógicas de la guerra fría, a pesar de lo cual el drama de Josef esta puesto en un tiempo existencial que desborda el marco de esta situación histórica específica.
El ingeniero praguense viaja a Londres participa en debates de ciencia y regresa a su patria socialista, sin embargo, a su regreso, Rude Pravo el periódico oficial del partido informa que Josef ha hecho declaraciones calumniosas sobre su patria y ha emigrado de manera ilegal a Occidente.
Los equívocos de una burocracia interminable son un laberinto sin fin que pone en cuestión la existencia misma del ingeniero praguense, el cual se encuentra en una situación liminar entre un mundo que ha constituido su terruño pero que lo expulsa, y un mundo lejano y ajeno en el que no tiene lugar pero, además, que no ha sido deseado ni soñado.
    Esta situación que ha tenido un sin fin de variaciones, especialmente en aquellas historias de vida de quines deseosos luchaban y aún lo hacen, por un nuevo mundo, pero no fuera de su terruño sino en su “terruño mismo”, han visto devenir sus propias vidas a una estado de cosas que se puede precisar con ocasión de una figura de naturaleza jurídica del derecho romano, la cual no es entendible sino con ocasión de dos lógicas: De una parte, desde el ejercicio del poder soberano que protege la sacralidad e integridad de la persona que habita el espacio sobre el cual se ejerce el dominio.
    Es desde este dilema que Giorgio Agamben explora la manera como el espacio político de la soberanía se habría constituido, con ocasión de la situación del Homo Sacer, en una doble excepción que configura una zona de indiferencia entre el sacrificio y el homicidio;
    Si se retomamos la idea propuesta por Fazio de una evolución de la globalización como proceso, podemos sugerir y precisar algunos elementos y giros significativos en la configuración misma del poder soberano y el problema al cual apunta la situación del Homo Sacer como factor constituyente del fenómeno en cuestión.
    Desde la perspectiva de Michel Foucault la pregunta sobre la racionalización y su relación con las estructuras políticas pasa obligatoriamente, en el marco del capitalismo, por la relación entre racionalidad y poder y esta exploración conduce a avizorar dos formas de poder político articuladas al estado;
sus lógicas definen la naturaleza de los objetos de la actividad racional del estado y la naturaleza de los instrumentos que emplea, centrados en la vida y ligados al desarrollo de la estadística como aritmética social y a la producción de la población, cuyo lugar se encuentra en un territorio que se constituye en dominio del poder soberano.
  El tercero, da cuenta de la relación entre soberanía y gubernamentalidad: en tanto la soberanía alcanza su fin, con el logro de la obediencia a las leyes, la finalidad del gobierno no es tanto la de imponer la ley a los hombres como disponer de las cosas y los hombres, es decir, utilizar tácticas más que leyes.
  Sin embargo, lo interesante para el caso es señalar como este conjunto de lógicas que plantean un tipo soberanía centrada sobre el territorio del estado, estuvieron afectadas permanentemente por dinámicas de constitución de las poblaciones que permiten leer y subrayar la tensión fundamental que se da entre un territorio centrado y contenedor del poder soberano, y una configuración de procesos individualizantes y hegemónicos de las poblaciones que desbordan, en momentos, el territorio del estado.
Sin embargo, con ocasión del trabajo de Sassen resulta mucho más sugestivo relacionar dos hechos que permiten dar cuenta de los siguientes asuntos vinculados con la territorialidad y la población: El primero se relaciona con la existencia de regímenes extraterritoriales que desde muy temprano apuntaban a concebir una soberanía no centrada exclusivamente en territorios mutuamente excluyentes, y el segundo pone presente dinámicas de la población a partir de la emigración e inmigración y el nomadismo.
  Estos dos puntos que adquieren una relevancia especial en el marco de la reconfiguración de las tendencias globalizadores de las últimas décadas del Siglo XX, permitirán retematizar y recontextualizar la relación entre poder soberano y la condición de Homo Sacer, además de introducir una noción de espacialidad que articula tanto las lógicas de soberanía, ley y biopolítica en contextos de las sociedades del riesgo.
    Sassen aborda de manera dominante el estudio de formas extraterritoriales al estado, mediante una lógica argumentativa que contrapone la territorialidad del estado y las “nuevas geografías de poder” centradas en lo económico, mediante una exposición sistemática y rica de diversas configuraciones denominadas “territorialidad en la economía global”;
    Para Agamben la decisión soberana, la decisión que en términos de Schmitt marca la pauta y establece el límite del ordenamiento jurídico, vale decir la decisión que proclama el estado de excepción, inaugura un umbral que genera una exclusión, inclusiva.
Agamben retoma la reflexión de Jean-Luc Nancy sobre el bando, para dar pregnancia al sentido que encierra la excepción como aspecto constitutivo de la norma: “antiguo termino germánico que designa tanto la exclusión de la comunidad como el mandato y la esencia del soberano”.
  Primero, los estados no son los únicos productores del derecho, sino que la globalización significa la existencia de regíMenes reguladores e instituciones de gobernabilidad de las relaciones económicas internacionales que están por fuera de los estados, vale decir, lo internacional emerge como ámbito para la competencia reguladora.
  es mecanismo para armonizar la yuxtaposición de consenso interestatal, y, además, dinamizar la combinación de poder y legitimidad que se ha dado en llamar soberanía, orientándola hacia un proceso descentralizador parcialmente distribuido entre estado y otras entidades que corresponden especialmente a organismos supranacionales.
    Dado lo anterior, tres lógicas de producción del derecho parecen apuntar a esa reconfiguración soberana en el marco de la globalización: La ampliación de la economía más allá de las fronteras nacionales requiere ser garantizada.
    Con ocasión de las dos primeras lógicas, Saskia Sassen produce la siguiente tesis: El proceso de globalización desde la perspectiva del poder soberano plantea una desnacionalización de las instituciones y espacios económicos claves y, de otra parte, una renacionalización de la política, cuando se trata de los derechos humanos.
  En el caso de la tercera lógica Ulrich Beck plantea que ante los ataques terroristas la seguridad nacional ya no es nacional, y para el caso las alianzas no son algo nuevo pero, en estas circunstancias, la alianza tiene como objetivo proteger la seguridad nacional, la de cada país, no la estabilidad internacional.
    El asunto es que la excepcionalidad que produce el soberano se juega hoy en los umbrales de un ordenamiento jurídico estatal que sigue siendo referente central del poder soberano y una cooperación internacional que garantiza una soberanía compartida, porque, igualmente, la incursión terrorista es glolocalizada pero en sentido estricto el riesgo causado es sistémico.
    Lo anterior no significa, que las garantías de los derechos humanos extiendan sus manos a la totalidad del Orbis, se podría argumentar que en buena medida la confianza depositada por Saskia Sassen sobre los alcances de una renacionalización de la política en términos de la seguridad de las poblaciones inmigrantes y refugiadas es excesiva, falta considerar esas otras “geografías del poder” que Sassen no considera y que Agamben caracteriza con el nombre de “campo”.
  Si Saskia Sassen pone de presente una renacionalización de la política en términos de derechos humanos y de política de inmigración cuyo objeto fundamental son las poblaciones, las lógicas del biopoder se siguen centrando en las poblaciones, sin embargo, no todas las poblaciones están protegidas.
“El estado de excepción, que era esencialmente una suspensión temporal del ordenamiento jurídico, se hace ahora un nuevo sustrato espacial en el que habita esa nuda vida que, de forma más evidente, ya no puede ser inscrita en el orden jurídico”.
si bien los sistemas abstractos proporciona una gran seguridad cotidiana y el “compañero honorable” se constituye en lugar de la fiabilidad, las lógicas del biopoder también procuran formas de individualización, en la excepcionalidad, que reducen la existencia a la condición de nuda vida, de vida sin potencia, estructuralmente glolocalizada en campos de refugiados, en lugares de economía de guerra, en trayectos de la circulación nómada de indocumentados y sin patria que transitan de frontera en frontera, de refugio en refugio.
    En la cotidianidad de las prácticas de los derechos humanos estas poblaciones se encuentran signados con ideario de la vida como acontecimiento sacro que debe ser protegido, pero en la cotidianidad de las prácticas de exclusión se encuentran expuestos y sometidos a la arbitrariedad que genera la excepcionalidad.

Entradas relacionadas: