El Reinado de Isabel II: Liberalismo, Guerras y Revolución
Enviado por Programa Chuletas y clasificado en Historia
Escrito el en español con un tamaño de 12,52 KB
1. El Liberalismo Durante el Reinado de Isabel II
1.1 La Minoría de Edad de Isabel II
A la muerte de Fernando VII en 1833, María Cristina asumió la Regencia debido a la corta edad de Isabel II (tres años). Este evento desencadenó un levantamiento carlista que provocaría una guerra civil de siete años. En menos de dos años, el absolutismo moderado de María Cristina dio paso al liberalismo moderado y progresista.
1.1.1 La Guerra Carlista
Tras la muerte de Fernando VII, se produjeron levantamientos realistas a favor de Don Carlos, aunque sin el apoyo del ejército ni la jerarquía eclesiástica. El carlismo se limitó a ciertas áreas geográficas y grupos sociales, principalmente pequeños propietarios campesinos del País Vasco, norte de Aragón, Cataluña y la región del Maestrazgo. Defendían el tradicionalismo, resumido en los conceptos de Dios, Patria, Rey y Fueros.
Existen diferentes interpretaciones del foralismo carlista. Suárez Verdaguer argumenta que buscaban limitar el poder real a través de la revitalización de los órganos autonómicos. Artola, en cambio, opina que el foralismo fue un recurso tardío para motivar a los vizcaínos.
La guerra se caracterizó por la guerrilla. Los carlistas, a pesar de una buena organización inicial bajo el mando del general Zumalacárregui, no lograron controlar ninguna ciudad importante. Su muerte fue un duro golpe, aunque contaban con otros jefes militares como Cabrera. Finalmente, el ejército liberal, liderado por el general Espartero, los venció en Luchana (1836). La guerra terminó con el Convenio de Vergara (1839), pero el carlismo resurgiría posteriormente.
1.1.2 El Tránsito del Antiguo Régimen al Liberalismo
Paralelamente a la guerra, la monarquía evolucionó del absolutismo al liberalismo progresista. María Cristina, buscando apoyo contra los carlistas, se vio obligada a realizar concesiones. La ideología absolutista de Cea Bermúdez fue reemplazada por el liberalismo moderado de Martínez de la Rosa, quien elaboró el Estatuto Real (1834).
El Estatuto Real, un sistema político moderado, no satisfizo a los liberales. Estableció un parlamento bicameral con un Estamento de Próceres y uno de Procuradores, con un sistema electoral que restringía el voto al 0,15% de la población. Las libertades de prensa y asociación eran limitadas.
En las Cortes surgieron dos grupos: moderados (realistas moderados y doceañistas) y progresistas (doceañistas y exaltados). Los moderados aceptaban el Estatuto, mientras que los progresistas buscaban una Constitución que limitara el poder de la Corona. La convivencia se hizo inviable debido a la limitada iniciativa parlamentaria y la práctica del voto de censura. La ineficacia de Martínez de la Rosa y el conde Toreno provocó un movimiento revolucionario en 1835.
1.1.3 La Oleada Revolucionaria de 1835
En el verano de 1835, la burguesía urbana se alzó contra el moderantismo del Estatuto Real. Se formaron Juntas que exigían la reunión de Cortes, reforma electoral y libertad de prensa. El movimiento se radicalizó con la quema de conventos y la fábrica de Bonaplata en Barcelona.
1.1.4 Los Progresistas en el Poder
Para controlar la revolución, la Regente nombró a Juan Álvarez Mendizábal, liberal exaltado. Tras la disolución de las Juntas, Mendizábal controló varios ministerios. No se realizaron cambios institucionales y, tras su caída, el poder volvió a los moderados. Esto provocó la reacción progresista, que, aprovechando la rebelión de La Granja, exigió la Constitución de 1812. Esta fue reformada, dando lugar a la Constitución de 1837, con Cortes bicamerales. Calatrava asumió el gobierno y Mendizábal, como ministro de Hacienda, solucionó problemas financieros mediante la desamortización de tierras religiosas y reorganizó el ejército. El éxito progresista llevó a Espartero, prestigioso por sus victorias carlistas, a la jefatura del gobierno, aunque sus desacuerdos con la Regente fueron constantes, llevando a la renuncia de María Cristina a la Regencia en 1840.
1.1.5 La Regencia de Espartero
Con Espartero como Regente, el progresismo duró tres años, enfrentando la oposición moderada, la disensión interna y la falta de habilidad política de Espartero. La situación se agravó en 1842 con el tratado comercial con Inglaterra, que perjudicaba a la industria textil catalana, provocando un levantamiento en Barcelona. La represión, incluyendo el bombardeo de la ciudad, generó un rechazo generalizado al gobierno progresista. En 1843, un levantamiento liderado por Narváez dio el triunfo a los moderados. Según Artola, el movimiento, inicialmente radical, fue reorientado por los generales hacia el moderantismo. Para evitar un tercer regente, se adelantó la mayoría de edad de Isabel II a finales de 1843.
1.2 Los Grupos Políticos y el Papel del Ejército
1.2.1 El Sistema Liberal: Moderados y Progresistas
Durante el reinado de Isabel II, el sistema liberal se estructuró en torno a dos grupos principales: los moderados y los progresistas.
1.2.2 El Papel del Ejército
El ejército tuvo un papel crucial en la política española del siglo XIX. Figuras importantes, desde Riego hasta Serrano, provenían de sus filas. La presión de los generales sobre las autoridades civiles para obtener recursos generó rivalidades políticas y su irrupción violenta en la política a partir de 1837. No existía una ideología única en el ejército; generales progresistas como Espartero se enfrentaron a generales moderados como Narváez, y posteriormente a Prim.
1.3 Los Moderados en el Poder
1.3.1 La Constitución de 1845
Con la llegada al poder de los moderados en 1843, se elaboró una nueva constitución en 1845.
1.3.2 Elecciones y Poder Político
El sufragio censitario restringía la participación política. De 15 millones de habitantes, solo 157.000 tenían derecho a voto a mediados de siglo. En 1865, la cifra aumentó a 418.000 (2,67% de la población). El abstencionismo y el control gubernamental de las elecciones limitaban la participación ciudadana y dificultaban el acceso de los progresistas al poder, salvo mediante pronunciamientos. La revolución europea de 1848 reforzó el poder del gobierno de Narváez, convirtiéndolo en una dictadura.
1.3.3 La Obra del Régimen Moderado
Durante su periodo en el poder, el régimen moderado llevó a cabo diversas reformas y acciones.
1.4 La Oposición al Régimen Moderado: Demócratas, Socialistas, Republicanos y Carlistas
Los moderados dominaron el reinado de Isabel II, excepto durante el Bienio Progresista. La principal oposición provenía de los progresistas, quienes, ante la imposibilidad de acceder al poder por la vía electoral, radicalizaron su discurso. De esta ala izquierda surgió el Partido Progresista-Democrático (posteriormente Partido Demócrata).
2. El Bienio Progresista
En 1854, la corrupción y el intento de Bravo Murillo de restringir el sistema liberal llevaron al régimen moderado a una crisis. Tras la Vicalvarada y el Manifiesto de Manzanares, que recogía algunas demandas progresistas, se produjo una movilización popular. Isabel II entregó el poder a Espartero, quien lo compartió con O'Donnell, iniciando un gobierno progresista de dos años. Se convocaron Cortes Constituyentes y se formó la Unión Liberal. Se preparó una nueva Constitución, siguiendo el modelo de 1844. La principal obra política del bienio fue la desamortización de 1855 y una situación inestable marcada por movimientos obreros en 1856. Finalmente, el régimen progresista terminó con la disolución de las Cortes y la dimisión de Espartero. O'Donnell, jefe de la Unión Liberal, tomó el poder.
3. Los Últimos Años del Reinado (1856-1868)
3.1 La Gloriosa Revolución de 1868
En septiembre de 1868, la «Gloriosa Revolución» se inició con una sublevación militar en Cádiz, que triunfó rápidamente. Isabel II fue derrocada y huyó a Francia. Los factores que explican el triunfo revolucionario fueron: la crisis del sistema político (corrupción, despotismo), la depresión económica iniciada en 1866 (hundimiento de la Bolsa, desempleo, inflación) y la impopularidad de Isabel II. La revolución, de carácter político, buscaba el sufragio universal y el derrocamiento de la reina. Participaron progresistas (liderados por Prim), demócratas y la Unión Liberal (Serrano). Prim, militar liberal, catalán y masón, fue el cerebro de la revolución. En octubre de 1868 se formó un gobierno provisional (Serrano presidente), que convocó elecciones a Cortes Constituyentes por sufragio universal masculino. Los progresistas dominaron las Cortes y la elaboración de la nueva Constitución.
3.2 La Constitución de 1869
Esta Constitución, la más liberal del siglo XIX en España, reconoció la soberanía nacional, el sufragio universal masculino directo (mayores de 25 años), la libertad de cultos, la monarquía democrática, la elección popular de senadores y limitó los poderes del rey. Se reconocieron derechos como la libertad de enseñanza, reunión y asociación. Se propuso, sin éxito, la implantación de juicios por tribunales populares. Serrano fue elegido Regente y Prim jefe de gobierno. La búsqueda de un nuevo monarca se convirtió en la tarea principal. Se consideraron varios candidatos: Fernando de Coburgo (rechazó la oferta), Antonio de Montpensier (descartado tras un duelo), Leopoldo de Hohenzollern (vetado por Napoleón III) y finalmente Amadeo de Saboya, elegido por las Cortes.
3.3 El Reinado de Amadeo I (1871-1873)
El reinado de Amadeo I fracasó debido a desórdenes sociales, falta de autoridad gubernamental, enfrentamientos políticos, la expansión del movimiento obrero y la oposición a la monarquía democrática. La muerte de Prim el día de la llegada de Amadeo debilitó el régimen. La coalición revolucionaria se rompió, con antiguos unionistas (Cánovas y Alonso Martínez) oponiéndose al régimen y apoyando a Alfonso de Borbón. El progresismo se dividió en el Partido Constitucional (Sagasta) y el Partido Radical (Ruiz Zorrilla). Se sucedieron constantes cambios de gobierno y tres elecciones generales. El descontento en las ciudades, con huelgas, manifestaciones y epidemias, preocupó a los sectores adinerados. Entre las medidas gubernamentales destacaron la creación de la peseta, un arancel librecambista, una nueva ley de minas y medidas anticlericales (juramento de fidelidad a la Constitución, supresión de facultades de Teología). El falseamiento electoral desvirtuó los principios democráticos. Amadeo I, sin apoyo popular, enfrentó la oposición de carlistas, republicanos, alfonsinos, internacionalistas y el clero. Los carlistas, reforzados por ultraconservadores, obtuvieron representación parlamentaria en 1871 y se levantaron en armas en 1872. El Vaticano rompió relaciones con el gobierno. Los republicanos defendían reformas radicales y el anticlericalismo. A estos problemas se sumó el malestar militar y la resistencia independentista en Cuba y Puerto Rico. Finalmente, Amadeo I abdicó en 1873, dando paso a la Primera República.
3.4 La Primera República (1873-1874)
La proclamación de la República puso fin a siglos de monarquía, pero el nuevo régimen careció de apoyo y fracasó rápidamente. Los grupos poderosos (burguesía, aristocracia, clero, militares) se opusieron a las reformas republicanas. Cuatro presidentes se sucedieron en diez meses: Figueres, Pi y Margall, Salmerón y Castelar. Su gobierno se caracterizó por la provisionalidad, la impotencia y la debilidad. Las reformas republicanas, bienintencionadas pero fallidas, incluyeron la supresión del impuesto de consumos, la eliminación de las quintas, la reducción de la edad de voto, la separación Iglesia-Estado, la prohibición del trabajo infantil y un proyecto de Constitución federal. Fracasaron los intentos de unidad ibérica. La República enfrentó graves problemas: crisis económica, disturbios sociales, descontento militar, la guerra carlista, las insurrecciones cantonalistas, la guerra en Cuba y las conspiraciones alfonsinas. El general Pavía dio un golpe de Estado en enero de 1874, disolviendo las Cortes. Serrano asumió el poder, suspendiendo la Constitución de 1869. El 29 de diciembre de 1874, Martínez Campos proclamó rey a Alfonso XII, restaurando la monarquía borbónica. Serrano y Sagasta, opuestos al retorno de los Borbones, se exiliaron en Francia.