El Reinado de Fernando VII: Absolutismo, Trienio Liberal y Conflictos en España (1814-1823)

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El Reinado de Fernando VII: Entre el Absolutismo y el Liberalismo (1814-1823)

La Restauración del Absolutismo

Tras la Guerra de la Independencia, se organizaron rápidamente para demandar la restauración del absolutismo, plasmada en el Manifiesto de los Persas. Movilizaron al pueblo para que demostrase su adhesión incondicional al monarca, Fernando VII. Sin embargo, el rey traicionó sus promesas y, mediante el Real Decreto del 4 de mayo de 1814, anuló la Constitución y las leyes de Cádiz, anunciando la vuelta al absolutismo. Los principales dirigentes liberales fueron detenidos, mientras que otros huyeron hacia el exilio.

La monarquía procedió a la restauración del Antiguo Régimen, en consonancia con el Congreso de Viena y la creación de la Santa Alianza, que garantizaba la defensa del absolutismo y el derecho de intervención en cualquier país para frenar el avance del liberalismo.

Fernando VII y su gobierno se enfrentaron a un objetivo imposible: rehacer un país destrozado por la guerra, con las finanzas en bancarrota y todas las colonias luchando por su independencia, y todo ello a partir de la restauración del Antiguo Régimen. Sus gobiernos fracasaron uno tras otro. La Hacienda Real entró en bancarrota por la falta de recursos económicos, debido a que la guerra en las colonias americanas exigió enormes gastos militares e impidió la llegada de nuevos ingresos, como los metales preciosos.

Los pronunciamientos militares liberales evidenciaron el descontento y la quiebra de la monarquía absoluta. La represión fue la única respuesta de la monarquía a las demandas políticas y sociales.

El Trienio Liberal (1820-1823)

El 1 de enero de 1820, el coronel Rafael del Riego se sublevó en Cabezas de San Juan y recorrió Andalucía proclamando la Constitución de 1812. La acción de los liberales en las principales ciudades y la neutralidad de los campesinos obligaron al rey Fernando VII a aceptar la Constitución el 10 de marzo. Se formó un nuevo gobierno que proclamó una amnistía y convocó elecciones a Cortes.

Los resultados electorales dieron la mayoría a los diputados liberales, que iniciaron rápidamente una importante obra legislativa. Restauraron las reformas de Cádiz, como la libertad de industria, la abolición de los señoríos jurisdiccionales y de los mayorazgos. Establecieron la disminución del diezmo y reformas en el sistema fiscal, el código penal y el ejército.

Estas reformas suscitaron rápidamente la oposición de la monarquía. Fernando VII había aceptado el nuevo régimen forzado por las circunstancias y, desde el primer momento, recurrió al derecho de veto que le otorgaba la Constitución y conspiró contra el gobierno, buscando la intervención de las potencias absolutistas en España.

Las nuevas medidas liberales del Trienio provocaron el descontento de los campesinos, ya que se abolían los señoríos jurisdiccionales, pero no se les facilitaba el acceso a la tierra. Las tensiones se produjeron también entre los propios liberales, que se dividieron en dos tendencias:

  • Moderados: partidarios de reformas limitadas que no perjudicaran a las élites sociales (nobleza y burguesía propietaria).
  • Exaltados: planteaban la necesidad de reformas radicales, favorables a las clases medias y populares.

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