El Reinado de Alfonso XII y la Crisis de la Restauración

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Introducción

El reinado de Alfonso XIII (1886-1931) se caracteriza en sus inicios por los intentos de reformar el sistema desde dentro por parte de los conservadores (Maura) y liberales (Canalejas). Posteriormente, los dos partidos se dividen en distintas tendencias y resulta difícil crear gobiernos estables. Ante el fracaso regeneracionista desde el poder, los grupos no dinásticos manifiestan sus deseos de cambio. En la prensa, en las Cortes y en las calles, se produce el fortalecimiento de la oposición. La intervención española en Marruecos y las consecuencias de la I Guerra Mundial agravarán los conflictos internos que llevarán a la quiebra definitiva del régimen de la Restauración a pesar del intento de apuntalar el sistema que se realiza durante la dictadura militar que sigue al golpe de estado del general Miguel Primo de Rivera en 1923.

Los Últimos Líderes: Maura (1907-1909) y la Semana Trágica

Las Primeras Crisis del Sistema

El sistema canovista sufrió dos modificaciones en la última década del siglo XIX: la implantación del sufragio universal masculino y la actuación política de los sindicatos obreros, lo que dificultó el mantenimiento del sistema de oligarquía y caciquismo.
El desastre colonial de 1898 hizo que muchos intelectuales criticaran el sistema que impedía la regeneración de España.
El conservador Maura sustituye a Cánovas del Castillo y el liberal Canalejas a Sagasta.

La Obra de Maura

Entre 1907 y 1909, Maura intentó cambiar el sistema canovista. Su proyecto político se recogió en la consigna de hacer la “revolución desde arriba”, que defendía la necesidad de que el régimen debía reformarse desde el gobierno para impedir una revolución popular. Destacan las leyes para la protección de la industria nacional, el fomento de la industria y transportes marítimos, la creación del Instituto Nacional de Previsión, el descanso dominical y la reforma electoral de 1907, que imponía el nombramiento automático del candidato que no tuviera contendiente. Pero no pudo conseguir que se aprobara su ley antiterrorista ni el proyecto de ley de administración para impulsar las mancomunidades provinciales frente a la administración central.

El Problema Militar y la Semana Trágica (1909)

Tras el golpe del general Martínez Campos, los militares querían mantener su estructura de poder independiente del gobierno, apoyados por el rey. El ejército tuvo problemas en Cataluña, ya que algunos oficiales destrozaron en 1905 los locales del diario La Veu de Catalunya y el semanario ¡Cu-Cut!. El gobierno les apoyó y, mediante la Ley de Jurisdicciones de 1906, les concedió las competencias para juzgar los delitos contra la patria; a esto se opuso la opinión pública. Cambó y Prat de la Riba lograron un gran triunfo electoral en 1907 con Solidaridad Catalana.
En 1909, un incidente en las obras del ferrocarril de Melilla dio paso al inicio de las hostilidades de la guerra de Marruecos. En julio, Maura ordenó que los soldados reservistas embarcaran en Barcelona para defender Melilla de los marroquíes, pero no obedecieron y fueron apoyados por los sindicatos y partidos catalanes. Empezó así, el 26 de julio, la Semana Trágica al estallar una huelga general. Se formaron barricadas con los adoquines y se produjeron enfrentamientos con el ejército y la Guardia Civil. La represión de la protesta dio paso a la radicalización de las masas y se inició la quema de conventos y la profanación de cementerios religiosos. En la revuelta se manifestaba el antimilitarismo, el anticlericalismo, el nacionalismo y la fuerza de republicanos radicales y obreros. El gobierno reaccionó con dureza, con condenas a muerte y encarcelamientos. Sin haber participado en los hechos, fue ejecutado el pedagogo anarquista Francisco Ferrer i Guardia, fundador de la Escuela Moderna, que predicaba la libertad de conciencia y de pensamiento. La campaña de protesta, que alcanzó resonancia internacional, fue la causa principal de la caída del gobierno de Maura, que perdería el liderazgo indiscutido del partido conservador y pasaría a encabezar una facción autoritaria.

Los Últimos Líderes: Canalejas (1910-1912) y el Problema Religioso

Tras la Semana Trágica, el rey nombró a Moret presidente del gobierno, y en 1910 los liberales lo sustituyen por Canalejas. Este pretendió regenerar la vida política española y logró incorporar al partido a muchos intelectuales y republicanos.
La Iglesia y el ejército eran los pilares de la monarquía y, unidos entre sí y con la alta burguesía, se alejaron de las manos obreras y de intelectuales. El Partido Radical y grupos republicanos crean una importante coalición electoral, la Conjunción Republicano-Socialista, que aumentará su presencia tras las elecciones de 1910. Lerroux y Pablo Iglesias atacarán al poder y a los privilegios de la Iglesia. Por su parte, los obreros anarquistas crearon en 1910 la CNT, cuya actuación será trascendental.

El Último Gran Líder

Canalejas empleó la dureza cuando fue necesario e hizo una serie de leyes progresistas que le enfrentaron con los conservadores:

  • Partidario de la separación Iglesia-Estado, promulgó la Ley del Candado, que trataba de frenar la instalación en el país de órdenes religiosas extranjeras dedicadas fundamentalmente a la educación, en su mayoría procedentes de Francia y Portugal. Las nuevas asociaciones debían ser autorizadas por el gobierno y, en ningún caso, lo serían si más de un tercio de sus miembros fueran extranjeros. Esta medida le enfrentó con el clero.
  • Sustituyó el impuesto de consumo por un impuesto progresivo, según la riqueza de cada uno, que le enfrentó con la burguesía.
  • Eliminó el sistema de quintas, estableciendo el reclutamiento obligatorio y sin posibilidad de redención en metálico (que, en época de paz, reducía el servicio militar a 5 meses).
  • Canalejas continuó la política de acercamiento a los catalanistas y elaboró la Ley de Mancomunidades, que permitía el reconocimiento de las regiones por unión de las Diputaciones Provinciales que lo pidieran, cuya solicitud de competencias “exclusivamente administrativas” debía ser autorizada por el gobierno y las Cortes. Pero esta ley fue aprobada ya por el gobierno conservador de Dato, pues Canalejas había sido asesinado por un anarquista un año antes, a finales de 1912.

La división de los partidos dinásticos:
El partido liberal se dividió en varios grupos y los nuevos líderes (Romanones o García Prieto) se alejaron mucho de Canalejas. El partido conservador también se dividió entre los seguidores de Dato o La Cierva. Maura se separó en 1913 del partido conservador y creó uno propio: los mauristas. Desde este momento, los gobiernos serán muy inestables.
En abril de 1912, el nuevo Partido Reformista de Melquiades Álvarez se presentaba como un neorrepublicanismo de derechas que pretendía lograr la evolución hacia los ideales autonomistas, republicanos y socialistas.

Los Cambios Económico-Sociales y la I Guerra Mundial

El Impacto de la Guerra Mundial (1914-1918)

España se declaró neutral, lo que supuso importantes transformaciones económicas y sociales. Se obtuvieron extraordinarios beneficios: la burguesía catalana y del País Vasco obtiene beneficios en el comercio con los países en guerra, prospera la minería asturiana y los ganaderos y agricultores de Castilla y Andalucía. Además, el estado español ingresó una gran cantidad de oro que le permitió cancelar sus deudas y adquirir capital extranjero en empresas mineras y ferrocarriles. Sin embargo, los aspectos negativos fueron la mayor subida de precios que de salarios, la escasez de carbón y alimentos por ser enviados a los países en guerra. Todo ello influyó en el aumento del proletariado y los movimientos obreros de 1917.

La Crisis de 1917. Movimientos y Sindicatos Obreros

El Problema Militar. Las Juntas de Defensa

En 1917 estallan tres conflictos de gran envergadura, por parte del ejército, los políticos regeneracionistas y el proletariado, todos ellos en Barcelona. Entre 1910 y 1917, el proletariado se organizó (comenzó la colaboración CNT-UGT…), los nacionalistas demandan su autonomía y se producen tensiones en el ejército. Esto hace que en 1917 estallen tres conflictos de gran envergadura llevados a cabo por los militares, por los políticos regeneracionistas y por el proletariado. Los tres confluyen en Barcelona.
El conflicto se inició en el seno del ejército por la creación de las Juntas de Defensa, que eran asociaciones militares surgidas para defender los intereses económicos y profesionales de un grupo de oficiales. Exigían que los ascensos se efectuaran por estricta antigüedad y no por influencias políticas o por dudosos méritos de guerra que habían llevado a la rápida progresión de algunos militares (“africanistas”). Las Juntas fueron prohibidas inicialmente. En la primavera, las dos principales organizaciones sindicales, CNT y UGT, habían convocado una huelga general para exigir la reforma del sistema: la formación de Cortes Constituyentes y el paso a un sistema republicano. Sin embargo, no lograron acordar la fecha con todas las secciones.

Problemas Políticos

El movimiento político catalanista y de los partidos de la izquierda exigían una reforma de la Constitución del 76. El presidente del Gobierno no convoca las Cortes y gobierna mediante decretos. Ante la negatividad de Dato a su petición de reunión de las Cortes, los parlamentarios catalanistas (Cambó y Abadal) aprobaron una petición de autonomía para Cataluña y decidieron celebrar una Asamblea de Parlamentarios en Barcelona en julio. Pretendía exigir al gobierno la formación de unas Cortes Constituyentes que condujeran a una radical reforma política. Ante esta situación, a principios de julio de 1917, Dato, ante el temor de un golpe de estado militar, decidió legalizar las Juntas de Defensa.

Problemas Sociales

El movimiento obrero que se prepara tras la firma del manifiesto de los dos grandes sindicatos, CNT y UGT, estalla por primera vez poco después, el 20 de julio de 1917, con la huelga de ferroviarios. Las manifestaciones callejeras de UGT y CNT contaron con la colaboración de los líderes del PSOE (Pablo Iglesias), de la UGT (Largo Caballero), de la CNT (Pestaña y Seguí) y de los partidos reformistas (Melquiades Álvarez) y republicanos (Lerroux). La detención del comité directivo de huelga y el apoyo del ejército al gobierno condujeron a la supresión de las huelgas y a la represión de los huelguistas. El descontento también se manifestó en el campo, debido a la estructura de la propiedad y a los bajos salarios.
Las huelgas, junto a la oferta que Alfonso XIII hizo a Cambó para colocar en el nuevo gobierno a dos miembros de La Lliga, terminaron con los planteamientos reformistas y con la Asamblea de Parlamentarios. A pesar del fracaso de la huelga, de la desarticulación de la Asamblea de Parlamentarios y de la paralización del movimiento juntero, las tensiones permanecían y seguirían agravándose en un régimen cada vez más débil e inestable, dañando un sistema político que se acercaba a una crisis definitiva.

El Fracaso Democratizador y la Descomposición del Régimen (1917-1923)

El Último Intento Democratizador

Entre 1917 y 1919, los gobiernos hicieron renacer las esperanzas democratizadoras que resumía así el Partido Reformista de 1918:

  • Reforma de la Constitución.
  • Soberanía popular y limitación de las prerrogativas de la Corona.
  • Reconocimiento de las autonomías.
  • Secularización del Estado.
  • Reforma o desaparición del Senado.

Esto no fue posible por los enfrentamientos entre los ministros de Maura, Cambó y Santiago Alba.

El Miedo de los Conservadores

Entre 1919 y 1921 hubo una reacción conservadora por: el miedo de la burguesía tras las huelgas de 1919 ante la posibilidad de que se pudiera producir en España una revolución proletaria como en Rusia, el problema de Marruecos, el desorden y el terrorismo.
Entre 1919 y 1923, los movimientos obreros llegan a su apogeo, sobre todo en Barcelona. Entre ellos, destaca el protagonizado en 1919 por los obreros de La Canadiense, que obligó al gobierno a aprobar la ley de la jornada laboral máxima de 8 horas. Sin embargo, la negativa a readmitir a cinco de los dirigentes obreros encendió de nuevo el conflicto y las posiciones se radicalizaron. En Barcelona, los patronos comenzaron a contratar a pistoleros a sueldo para intimidar o asesinar a los líderes sindicales y recurrieron al lockout (cierre patronal). Algunos grupos anarquistas (como “Los Solidarios” de Buenaventura Durruti y los hermanos Ascaso) respondían con acciones violentas. A menudo se enfrentaban a tiros en la calle en pleno día. Fueron los años del “pistolerismo”, en los que Barcelona se convirtió en el “Chicago español”. La vuelta al poder del conservador Dato en 1920 vino acompañada del nombramiento del general Martínez Anido como gobernador civil de Barcelona. Éste puso en práctica la “ley de fugas”, que permitía disparar a los detenidos con el pretexto de que habían intentado fugarse. Entre las decenas de víctimas de este clima de violencia se encontraban el propio presidente del gobierno, que cayó asesinado en 1921, y el dirigente cenetista Salvador Seguí, defensor de las reivindicaciones por medios pacíficos, asesinado dos años después (marzo de 1923).

Imperialismo II: Los Problemas de Marruecos

Causas de la Expansión

Entre 1885 y 1912, las potencias europeas se repartieron África y España quiso participar en el reparto. La intervención española en el norte de África se presentó como una actitud defensiva frente al deseo expansionista alemán, inglés o francés en Marruecos, donde estaban Ceuta y Melilla, territorio español. La Conferencia Internacional de Algeciras (1906) otorgó a España el norte de Marruecos: la árida y poco poblada zona del Rif. Con la intervención militar, el ejército pretendía restaurar el prestigio perdido tras el desastre del 98, respaldado además por intereses empresariales mineros y ferroviarios.

Los Hechos

En España, la guerra de África generó enfrentamientos entre políticos y opinión pública a favor (rey, ejército y partidos dinásticos) o en contra (organizaciones obreras, radicales y jóvenes llamados a quintas).
En Marruecos, la resistencia fue obra de los jefes de distintas cabilas: El Raisuni y Abd el-Krim. Francia y España negociaron sus zonas en Marruecos, pero estas serán revisadas cuando Alemania provocó las crisis marroquíes de 1905 y 1911.
La campaña de 1909 fue motivada por el ataque de los rifeños a las minas y el ferrocarril que las une con Melilla. En el Barranco del Lobo, el general Pintos tuvo grandes bajas y obligó al gobierno a movilizar reservistas, lo que provocó la Semana Trágica de Barcelona (1909).
En 1912, los gobiernos de España y Francia firmaron un tratado que reducía el territorio español de Marruecos y mantenía el del sur. En 1913, el sultán aceptó el reparto y la internacionalización de Tánger.
En 1921 tuvo lugar el desastre de Annual: el general Fernández Silvestre inició un ataque hacia la bahía de Alhucemas sin conocimiento del general Berenguer. El jefe de los rifeños, Abd el-Krim, rodeó las tropas españolas, que cayeron en una emboscada. Cuando los víveres y el agua se agotaron, cundió el pánico y se inició una desbandada. Los pocos que se salvaron llegaron a pie a la fortaleza de Monte Arruit. Tras unos días de asedio, la fortaleza también se rindió; los que allí se encontraban fueron pasados a cuchillo. Abd el-Krim derrotó al ejército español; se produjeron 12.000 bajas en el ejército español en Marruecos y el desastre anuló las conquistas obtenidas en los doce años anteriores en el Marruecos Oriental, ocupadas en los años anteriores, y las tropas de Abd el-Krim estaban a las puertas de Melilla, armados con el abundante material que el ejército español había abandonado en la fuga.

Consecuencias

En las campañas de Marruecos se formaron los militares “africanistas”, que ascienden rápidamente por supuestos méritos de guerra, como Franco, y, posteriormente, llevarán al país a la Guerra Civil. Marruecos costó a España dinero y vidas humanas.

De Annual a la Dictadura

Cuando, semanas después, la prensa fue desvelando la magnitud del desastre, mostrando las atrocidades de la guerra, se produjo una gran conmoción. La oposición pedía responsabilidades. Tras la dimisión del gobierno, se inició una investigación parlamentaria conocida como Expediente Picasso. Mientras, se producían fuertes debates en las Cortes que apuntaban al propio monarca. Tras dos años de investigaciones, concluyó el informe que se iba a presentar al parlamento tras el verano. Pero el expediente no llegó nunca a las Cortes, pues pocos días antes de la fecha prevista para su discusión se produjo el golpe de Estado del general Primo de Rivera, a mediados de septiembre de 1923.

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