La Regencia de María Cristina de Habsburgo y el turno de partidos en la Restauración
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12.6. Regencia de María Cristina de Habsburgo y turno de partidos. Oposición al sistema: Regionalismo y nacionalismo. Comenzó con el gobierno del Partido Liberal de Sagasta (1885-1890), que otorgó al sistema una orientación más progresista mediante la ley de Asociaciones (1887), la ley de Jurado (1888) y la ley de Sufragio Universal (1890). En 1890, Cánovas y Sagasta se turnaron en el poder. En 1897, Cánovas murió víctima de un atentado. Hubo una verdadera crisis a raíz de la pérdida de las colonias españolas en 1898. El régimen político ideado por Cánovas tomaba como modelo el sistema británico: una monarquía parlamentaria en la que dos partidos se turnaban en el poder. El sistema Canovista se basaba en el turno de partidos dentro de un régimen bipartidista, conservador y liberal. El resto de los partidos formaban la oposición al sistema. - Partido Conservador: Creado por Cánovas, integraba a miembros del antiguo partido moderado y de la Unión Liberal. Era partidario de una monarquía parlamentaria controlada por la oligarquía financiera, con libertades limitadas, apoyo a la Iglesia y proteccionismo económico. - Partido Liberal: Formado por Sagasta en 1880, representaba los intereses de la misma clase social, la burguesía. Defendían la soberanía nacional, el sufragio universal, amplias libertades, la libertad de asociación y culto, eran anticlericales y defendían el librecambismo (Adam Smith). Cuando se acordaba el cambio de gobierno, se convocaban elecciones y se manipulaban los resultados a favor del caciquismo. Tenían una red organizada para asegurar los resultados electorales adecuados. La oligarquía madrileña estaba integrada por cargos políticos. En las capitales de provincia, estaba el gobernador civil. Y en las comarcas, pueblos y aldeas, estaban los caciques locales. Un partido que consideraba que era su turno de gobernar o pasar a la oposición pactaba con otro partido. La regente disolvía las Cortes y convocaba elecciones. Los candidatos eran elegidos en cada localidad (encasillados) y se comunicaban con los caciques, que se encargaban de la manipulación directa, el "pucherazo". El resto de los partidos formaban la oposición al sistema. Ganaron fuerza provocando una crisis en el sistema canovista a partir de 1898. Después del fracaso de la Primera República, surgieron partidos obreros y nacionalistas como el Partido Republicano Progresista, heredero de la Primera República, al que pertenecían Salmerón o Ruiz Zorrilla. Se dividieron en la vía del catalanismo (Salmerón), el regeneracionismo (Melquíades Álvarez) y la acción revolucionaria (Ruiz Zorrilla y Larroux). Los partidos obreros surgieron a partir de la Ley de Asociación. - Partido Socialista PSOE: Fundado en 1879 por Pablo Iglesias, seguía la corriente marxista que defendía el fin de la sociedad capitalista y la propiedad privada de los medios de producción mediante la Revolución obrera. El PSOE evolucionó hacia posiciones reformistas (socialdemocracia). En 1888, Pablo Iglesias fundó el sindicato UGT para luchar por la mejora de las condiciones de trabajo. - Anarquistas: Carecían de una única doctrina y rechazaban toda forma de organización estatal. Había dos corrientes: en Andalucía, el anarquismo de Bakunin, que proponía la formación de comunidades autónomas autogestionadas, sin autoridad ni propiedad privada; y en Cataluña, el anarcosindicalismo, que quería mantener los sindicatos como organización social. La CNT fue fundada en 1911 y es el sindicato anarquista más importante. • Regionalismo y Nacionalismo: Desde la Guerra de Independencia en España, había una tendencia revolucionaria con carácter centrífugo, federalismo o cantonalismo, que buscaba el autogobierno y el desarrollo de las libertades en el ámbito cultural de una nacionalidad. A partir del siglo XIX, en Europa se desarrolló el sentimiento nacionalista, que concebía a la nación como una entidad con vida propia, con una forma de ser y pensar, manifestaciones culturales, una historia común y límites territoriales. El nacionalismo en España tenía un carácter conservador, pero también había corrientes revolucionarias, especialmente en Cataluña y el País Vasco, donde existía una diferenciación lingüística. • Cataluña inició un movimiento nacionalista impulsado por Valentí Almirall, del partido republicano Federal de Pi y Margall. Pretendía agrupar a todos los catalanes que propugnaban la autonomía catalana y el desarrollo de la cultura catalana (Renaixença). Se escindieron en dos corrientes: una conservadora, representada por el partido más representativo, La Liga; y otra republicana y revolucionaria, representada por el partido Esquerra Republicana (1931). • Nacionalismo Vasco: Fue más tardío y hasta la Segunda República fue minoritario. En 1895, Sabino Arana fundó el PNV, que era conservador en sus planteamientos y defendía la reivindicación foral y el catolicismo radical ("Dios y Leyes Viejas"). No era independentista y no buscaba el mantenimiento de la raza y la nación vasca. A partir del desastre de 1898, el aparente equilibrio político de Cánovas se vio ensombrecido por la emergencia política y social de las organizaciones obreras, el republicanismo y el ascenso del nacionalismo. En 1902, Alfonso XIII accedió al trono a los 16 años y comenzó la segunda etapa de la Restauración.
12.7. Guerra colonial y crisis de 1898. Durante el reinado de Fernando VII (1808-1833), las colonias españolas en América obtuvieron su independencia y se formaron repúblicas independientes gobernadas por descendientes de españoles, los criollos. Tras los movimientos independentistas, España poseía colonias en América, las islas de Cuba y Puerto Rico, y Filipinas en Asia, los últimos restos del gran Imperio Español de la época de los Austrias. En 1823, la Doctrina Monroe respaldó los movimientos independentistas en el discurso "América para los americanos". A partir del siglo XIX, la economía cubana tenía relaciones comerciales con Estados Unidos y se pedía la liberación económica y la autonomía política. El estallido de la Revolución de 1868 alentó estas demandas, pero se ofrecieron medidas liberalizadoras que los independentistas cubanos, criollos y mestizos, consideraron insuficientes y exigieron una República independiente. El conflicto degeneró en una guerra de 10 años, la Guerra Grande (1868-1878), que concluyó con la Paz de Zanjón (1878) firmada por Martínez Campos. España concedió además un indulto a los insurgentes y se comprometió a permitir la intervención de los cubanos en el gobierno de la isla. Maceo rechazó la Paz y siguió trabajando por la independencia desde el exilio con el apoyo encubierto de Estados Unidos. La calma en Cuba duró hasta 1895. La isla estaba dividida entre los españoles, que querían la unidad, el monopolio y el proteccionismo; los criollos, que querían autonomía dentro de la soberanía española y el libre cambio; y los mestizos, que querían la independencia de España. Maura, ministro de Ultramar en 1892, presentó un proyecto de autonomía para Cuba y Puerto Rico que contaba con el apoyo de los criollos, pero Cánovas, presionado, no lo sacó adelante. En 1895 estalló la guerra. Dirigida por José Martí, ideólogo y líder del independentismo cubano, que había sido deportado de España durante el conflicto, tras su traslado a Estados Unidos fundó el Partido Revolucionario Cubano y entró en contacto con Gómez y Maceo. Tras su muerte, optó por la táctica de guerrillas para evitar el enfrentamiento directo. Martínez Campos fue enviado a sofocar la rebelión, pero ante su fracaso fue sustituido por Weyler. Cánovas aprovechó la situación para introducir reformas, pero fueron insuficientes (1897). Cánovas fue asesinado y Sagasta asumió el gobierno, prometiendo autonomía para Cuba. Estados Unidos intervino en Cuba enviando el acorazado Maine para proteger los intereses de los residentes americanos. McKinley exigió a España la entrega de la isla a cambio de 300 millones de dólares para volar el Maine. Ante la negativa de España, Estados Unidos declaró la guerra en 1898. La flota española fue aniquilada en Santiago de Cuba, mientras las tropas estadounidenses invadían Cuba y Puerto Rico. En Filipinas, también había movimientos independentistas y estadounidenses como libertadores. En Filipinas, la ciudad de Manila resistió a pesar de la destrucción de la escuadra española. Ante el desastre, España pidió la paz. El Tratado de París (1898) supuso la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, que pasaron a ser de Estados Unidos. En el ámbito económico, España perdió sus mercados coloniales, pero la industria nacional se recuperó rápidamente y se repatriaron los capitales americanos, lo que impulsó el desarrollo de la banca española. En el ámbito ideológico, el desastre de 1898 levantó voces regeneracionistas, una corriente política que veía al sistema de la Restauración como un sistema viciado y enfermo. Había dos tendencias: el regeneracionismo crítico dentro del sistema, representado por Silvela o Maura, ministros del Partido Conservador que aceptaban la validez del sistema pero criticaban sus aspectos negativos; y el regeneracionismo fuera del sistema, representado por Joaquín Costa, que criticaba el sistema en su totalidad. También hubo un desencanto reflejado en la actitud pesimista de los intelectuales de la Generación del 98.