Reformas y Conflictos en la Segunda República Española (1936)
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5 El Frente Popular y el Gobierno de Izquierdas
Tras las elecciones, la formación de gobierno resultó compleja. Hubo que convencer a Azaña, quien prefería esperar a la reunión de las Cortes. Finalmente, se formó un gobierno compuesto únicamente por republicanos de izquierda, sin participación del PSOE.
Una vez constituidas las nuevas Cortes, su primera decisión, el 7 de abril, fue destituir al presidente de la República, Alcalá Zamora. Esta decisión, basada en el artículo 81 de la Constitución, se debió a la disolución de las Cortes por segunda vez en su mandato y la consideración de la nueva Cámara como improcedente. Esta destitución, considerada uno de los errores más graves del Frente Popular, respondió a un acuerdo entre Azaña y Prieto para asumir la presidencia y la jefatura del Gobierno, respectivamente, y retomar la coalición republicano-socialista del primer bienio.
El acuerdo se cumplió parcialmente: Azaña fue elegido Presidente de la República el 10 de mayo. Sin embargo, Prieto no logró formar gobierno debido a la falta de apoyo de su partido. Azaña encargó entonces la formación de gobierno a Casares Quiroga, quien lo formó con miembros de Izquierda Republicana y Unión Republicana, sin participación obrera.
Restablecimiento de la Legislación Progresista y Reformas
El nuevo gobierno restableció la legislación progresista del primer bienio de forma acelerada. Se tramitaron los Estatutos gallego y vasco. El Estatuto de Galicia fue aprobado en plebiscito en junio, y el de Euskadi, tras aceptar las Cortes la validez de la consulta de 1933, estaba casi listo, pero la guerra civil retrasó su aprobación hasta octubre.
Con la llegada de la izquierda al poder en 1936, se implementó el programa del Frente Popular: amnistía, reposición de funcionarios, restablecimiento del Estatuto catalán y el Parlament, y el alejamiento de generales sospechosos de conspiración (Franco a Canarias, Goded a Baleares, Mola a Pamplona).
La Reforma Agraria y la Radicalización
Uno de los resultados más significativos fue la ocupación de fincas y la reforma agraria. El Gobierno suspendió los desahucios y devolvió tierras a los yunteros extremeños. Los sindicatos agrarios forzaron la situación ocupando fincas. El 20 de marzo, un decreto autorizó al IRA a expropiar fincas, manteniendo la propiedad del dueño hasta la indemnización. 80.000 campesinos ocuparon latifundios en Cáceres y Badajoz, extendiéndose a otras provincias. La resistencia de los terratenientes generó enfrentamientos con la Guardia Civil. El 15 de junio se restableció la Ley de Bases de Reforma Agraria de 1932, pero ya se habían simplificado los trámites. De febrero a julio, se expropiaron más de medio millón de hectáreas y se asentaron 110.000 familias campesinas.
6i La Primavera de 1936: Radicalización y Conspiración
La primavera de 1936 se caracterizó por el enfrentamiento entre grupos radicales, especialmente en las calles y universidades, entre falangistas y milicias socialistas, comunistas y anarquistas, a pesar de la ilegalización de Falange el 15 de marzo tras el atentado contra Jiménez de Asúa.
La Conspiración Militar
Paralelamente, se gestaba una conspiración militar. Desde la revolución de octubre, hubo acercamientos entre militares hostiles a la República y líderes de la derecha. En diciembre de 1934, hubo contactos entre los generales Fanjul y Varela, y Gil Robles, para un golpe de estado. Gil Robles, como ministro de Guerra, colocó a militares antirrepublicanos en puestos clave. En diciembre de 1935, tras la negativa de Alcalá Zamora a que Gil Robles formara gobierno, hubo consultas que no fructificaron, debido a que Franco consideraba que el ambiente no era propicio. Tras las elecciones de febrero de 1936, la derecha reclamó un golpe militar, lo que explica la rápida cesión de Portela Valladares a Azaña y la decisión de este último de alejar a los generales peligrosos.
Desde las elecciones, sectores de la derecha consideraron que solo un golpe militar evitaría una revolución socialista. Los principales líderes políticos (Gil Robles, Calvo Sotelo, Goicoechea, Sáinz Rodríguez -quien negoció con Mussolini-, Fal Conde y José Antonio Primo de Rivera), representantes de la oligarquía económica (Gamazo, Juan March) y generales antirrepublicanos (Mola, Varela, Goded, Fanjul) se involucraron en la conspiración.