La Reconquista: Consolidación Cristiana y Repoblación en la Península Ibérica (Siglos VIII-XIII)
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La Hegemonía Cristiana en la Península Ibérica (Siglo XIII)
En el año 1212, bajo un fuerte espíritu de cruzada, la conjunción de las tropas cristianas de Castilla, Aragón y Navarra derrotaron a los almohades en la batalla de las Navas de Tolosa. Seguidamente, Fernando III el Santo (1201-1252) consiguió la unión definitiva de Castilla y León e inició la conquista del valle del Guadalquivir -Córdoba (1236) y Sevilla (1248)-. En el este peninsular ocupó el reino musulmán de Murcia (1243), lo que condujo a la firma de un tratado entre Castilla y Aragón para delimitar las zonas de influencia de ambos reinos (Tratado de Almizra -1244-). Le sucedió su hijo, Alfonso X el Sabio, quien consolidó los territorios de la mitad sur de la Península con la conquista de Cádiz. En su reinado se realizó una importante labor codificadora y legislativa, con documentos como las Siete Partidas, que constituyeron la base del derecho castellano. También creó el Real Concejo de la Mesta en 1273 para defender los intereses de la ganadería ovina (de raza merina) frente a los agricultores.
Como el resto de los reinos peninsulares, Portugal aprovechó la debilidad de los reinos de taifas para aumentar sus posesiones, incorporando El Alentejo y El Algarve, lo que estableció de forma definitiva los límites geográficos del reino de Portugal en la Península. Desde entonces, Portugal comenzó a planear su aventura atlántica.
Navarra, aislada entre Castilla y Aragón, no consiguió ampliar su territorio en esta fase de la Reconquista. Sancho VII trató de consolidar el reino, pero tuvo que confirmar la pérdida de Álava y Guipúzcoa a favor de Castilla en 1207. Tras su fallecimiento, subió al trono su sobrino Teobaldo I (1234-1253), primer rey de la dinastía de Champaña, que inició un largo período de vinculación de Navarra a Francia.
Mientras tanto, la Corona aragonesa, de la mano del rey Jaime I el Conquistador, conquistó las Baleares, Castellón y Valencia (1238), llegando hasta donde los pactos con Castilla le permitían: la línea de Biar-Villajoyosa, en la actual provincia de Alicante. A finales del siglo XIII, solo el reino nazarí de Granada seguía bajo control musulmán.
Las Formas de Ocupación del Territorio y su Influencia en la Estructura de la Propiedad: Modelos de Repoblación
Presura (Siglos VIII-X)
Se aplicó en las tierras del norte del Duero. La presura o aprisio consistía en la simple ocupación de una tierra, ya que, según el derecho romano, quien cultivaba un terreno despoblado se convertía en su propietario. De esta forma, se convertía en propietario de la tierra el primero que la roturase. El resultado fue un dominio de la pequeña y mediana propiedad.
Repoblación Concejil (Siglos XI-XII)
Se llevó a cabo en las tierras entre el Duero y los montes de Toledo en occidente, y el valle del Ebro en oriente. En estas zonas se repartía la tierra entre los campesinos libres. Los procesos de colonización se efectuaron a partir de ciudades ya existentes. El territorio era dividido en concejos con grandes términos o alfoces regidos por una ciudad o una villa cabecera en la que se instalaba un representante del rey. Una vez constituido el concejo, el rey otorgaba un fuero o carta puebla (conjunto de normas que regulaba todos los aspectos de la vida municipal). Los ordenamientos jurídicos establecidos en estas zonas fueron favorables para la población campesina, así como para las ciudades situadas cerca de la frontera, que gozaron de una amplia autonomía. El resultado fue el predominio de la propiedad mediana y abundancia de las tierras comunales.
Repoblación de las Órdenes Militares (Primera Mitad del Siglo XIII)
Se dio en Extremadura, La Mancha, la provincia de Teruel y el norte de Castellón. Las órdenes militares dividieron las nuevas tierras en encomiendas, al frente de las cuales se situaba un caballero de la orden con cargo de comendador. La estructura de propiedad resultante fueron los latifundios. Los colonos tenían el uso de la tierra, pero no la propiedad.
Repartimientos (Segunda Mitad del Siglo XIII)
Se implementó en Murcia y el valle del Guadalquivir. Se adjudicaron casas y lotes de tierra, con la población musulmana adscrita incluida. De esta manera, los mudéjares pudieron permanecer en los reinos cristianos conservando su religión y costumbres. Esta población era necesaria para mantener la prosperidad agrícola de los fértiles valles fluviales recientemente conquistados. El procedimiento solía ser el siguiente: los oficiales reales hacían inventario de los bienes obtenidos y los distribuían entre quienes habían participado en su conquista. Los dividían en donadíos, cuyo valor estaba en función del rango social de quienes lo recibían y los méritos de los conquistadores. El resultado fueron los grandes latifundios en manos de las Órdenes Militares y de la nobleza.