El Realismo y sus características principales

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Gracias al auge del positivismo, al progreso científico y al cambio social, a mediados del siglo XIX, surge en Francia un movimiento que prescinde del idealismo y del subjetivismo propios del Romanticismo y los sustituye por una nueva visión del mundo basada en la observación de la realidad.

Características del realismo:

  • Verosimilitud

  • Narrador omnisciente

  • Ambientes y personajes reales

Si el autor romántico imagina, el autor realista observa: los personajes, los paisajes, los ambientes y los caracteres se describen en detalle y con verosimilitud a partir del estudio y la documentación del autor. En su mayoría, los ambientes descritos son urbanos.

El género propio del Realismo es la novela, ideal para las amplias descripciones propias de este movimiento. El narrador más frecuente es, además, el narrador omnisciente, que conoce la historia, es objetivo y sabe todo de la vida de los personajes (su pasado, sus sentimientos, sus anhelos...). Este narrador interviene con frecuencia en la acción.

Finalmente, los personajes y los paisajes se inspiran en la realidad contemporánea del autor, lo que confiere a la historia un aspecto de realidad comprobable, pues es también cercana a la gran mayoría de los lectores.

Autores como Gustave Flaubert, Stendhal, Honoré Balzac (Francia), Charles Dickens (Inglaterra), Fedor Dostoievsky o Leon Tolstoi (Rusia) constituyen algunos de los máximos representantes del Realismo en Europa.

Algunas de las obras europeas más destacadas: Madame Bovary, Guerra y Paz, Los miserables o David Copperfield.

El realismo en España:

En 1870, Benito Pérez Galdós publica La fontana de oro, obra que da inicio al Realismo en España. Esta novela está ubicada en el Madrid de los años 1820-1823 (trienio constitucional). La fontana de oro era, además, el nombre de uno de los cafés en los que se reunían los intelectuales y políticos de la época.

Con esta novela, Galdós inaugura la corriente en boga en Francia cuyo principal interés es plasmar la realidad en detalle.

El auge de algunas corrientes científicas como el darwinismo o el materialismo filosófico propiciaron que, de la mano de Émile Zola, se empezara a concebir la novela como un método de estudio del comportamiento humano. Zola y el naturalismo defienden que el ser humano es fruto de la herencia genética y de los condicionamientos sociales. Así pues, el ser humano está necesariamente predeterminado a ser y a comportarse de una determinada manera a partir de dichos factores. La novela, por su parte, es una disección del comportamiento humano.

El naturalismo en España

En 1881, Benito Pérez Galdós publica La Desheredada, una novela extensa centrada en el estudio minucioso de las clases más bajas a partir de Isidora Rufete, una muchacha de condición humilde que basa su existencia en demostrar que es descendiente de la marquesa de Aransis y que, por tanto, pertenece a una clase superior.

El propio Clarín reseñó en La Diana, una importante revista literaria de la época, que Galdós estaba dando inicio al movimiento naturalista en España.

Vicente Blasco Ibáñez nació en Valencia en 1867. Sus padres eran aragoneses y se dedicaban al comercio. Desde niño, vivió acontecimientos políticos muy importantes en la Historia de España.

Desde niño, fue muy aficionado a la lectura y empezó a destacar como escritor.

Se inició publicando en algunos periódicos y revistas locales e inició la carrera de Derecho. En 1883, se fue a Madrid y allí conoció a algunos de los autores de las novelas de folletín. Incluso colaboró con alguno de ellos, hasta que su madre le obligó a regresar a Valencia, donde terminó la carrera, le introdujo en el mundo de la política y se vio envuelto en varias manifestaciones y rebeliones, lo que, en ocasiones, hizo que tuviera que huir de la ciudad para que no le apresaran; otras veces, no tuvo tanta suerte y sí termino en prisión.

En 1911 se casó, tuvo cuatro hijos y su familia y él vivieron años de precariedad económica. También intentó escribir teatro, pero no tuvo gran éxito en este género. Fundó el diario El Pueblo, que le dio muchas alegrías y le ocasionó también grandes sufrimientos, pues se vio envuelto en diversas denuncias, llegando incluso a ser clausurado temporalmente.

Trabajó como traductor, fundó una editorial y se asoció con algunos de los mejores. Publicó cuentos cortos, novelas históricas, folletines y se hizo famoso con La barraca y Cañas y barro. Esta última novela le ocasionó duras críticas por parte de algunos como Rodrigo Soriano, a quien él tenía en alta estima.

Esta polémica con Soriano le llevó a escribir otro tipo de obras, con un marcado carácter social como La catedral y alejadas ya del ambiente valenciano, además de aprovechar para defenderse de sus detractores. Viajó después por América y, de regreso a España, se instaló en la Costa azul a disfrutar de la fama y de la fortuna. Siguió escribiendo y, en este último período de su vida, publicó obras como El papa del mar o El fantasma de las alas de oro, entre otras.

Allí falleció en 1928 y allí quedaron sus restos hasta que, en 1933, fueron trasladados a España. Y, desde entonces, se han publicado numerosas biografías sobre el, lo cual indica que su producción literaria y su vida siguen interesando aún hoy.

El cansancio provocado por la duración en el tiempo de las tendencias realistas en algunos sectores inconformistas y antiburgueses favoreció que, a finales del siglo XIX, comenzaran a surgir grupos de intelectuales que buscaban alejarse radicalmente de la estética realista y promovieran una búsqueda de lo puramente estético, del arte por el arte.

Esta corriente culminará con el nacimiento del Modernismo por parte del nicaragüense Rubén Darío con la publicación de su obra Azul... Dicho movimiento se caracteriza por la búsqueda de la belleza formal y la creación de universos imaginarios exóticos, y por un intento de inspirarse en los modelos ingleses, italianos y muy especialmente, en el simbolismo francés.

La estética modernista, precisamente en su afán de alejarse del gusto por lo real y auténtico propio del Realismo, evoca leyendas históricas, mitos orientales y promueve el exotismo, la sonoridad del lenguaje, la musicalidad y el léxico culto. Los géneros preferidos del modernismo son la poesía y el cuento.

Autores como Salvador Rueda o Ramón María del Valle-Inclán se adhieren a la estética modernista, si bien la mayoría de ellos se alejarán de la misma a partir del desastre del 98.

Azul... contiene poemas en prosa y en verso y consolida la estética modernista recogiendo principios del Simbolismo francés y del parnasianismo.

El simbolismo fue uno de los movimientos literarios y artísticos más importantes que se originó en Francia en 1886. Se valía del uso de símbolos (signos que se relacionaban con lo abstracto) para representar las emociones y una imaginación desbordada. El movimiento consideraba al mundo como un misterio y al arte como un sueño.

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El parnasianismo fue un movimiento literario francés, fundamentalmente poético, promotor de un arte puro y de un esteticismo ajeno a temas sociales o políticos, en oposición al romanticismo, al realismo y al naturalismo.

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