Punto de vista plenilunio

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La tercera persona omnisciente va a ser la predominante a lo largo de las páginas de Plenilunio. Por lo que respecta a la participación del narrador en la acción, en Plenilunio Muñoz Molina construye un narrador extradiegético, es decir, que desde fuera ve los hechos y puede narrarlos (frente al narrador intradiegético que participa en la obra; un caso conocido que ejemplifica este tipo de narrador sería Lázaro de Tormes o Pascual Duarte, aunque, en estos dos casos, en primera persona). En Plenilunio el narrador está fuera de la acción, no es ningún personaje y no representa ningún papel en el desarrollo de los acontecimientos.
Este narrador es omnisciente ya que no se limita a narrar aquello que vería un simple narrador testigo ni conoce sólo la parte parcial que conoce un narrador protagonista, sino que también es capaz de adentrarse en los pensamientos de los personajes, sus ideas y recuerdos. Así es capaz de describirnos cosas como un principio de nausea, preocupaciones, paralelismos que establecen los personajes a partir de dos circunstancias semejantes, sensaciones, o secretos que un narrador que no fuese omnisciente no podría conocer. Y junto a los otros personajes el narrador hace que paseen ante nosotros sus sentimientos, ideas y miedos.
Dentro de la omnisciencia Muñoz Molina se decanta por la omnisciencia neutral frente a la autorial. El narrador se centra cada vez en un personaje y lo sigue desde el interior pero sin hacer juicios de valor ni opinar. No juzga a sus personajes: se limita a transmitir en tercera persona aquello que hacen y sienten.
En algún momento la narración puede tomar la forma de confesión o de programa televisivo, pero lo que predomina en esta obra es el texto narrativo. Así pues, Muñoz Molina no se adentra en la tendencia del pastiche, ni en la polifonía ni recurre a otros materiales ajenos a la narración, cosa que sí hacen otros autores contemporáneos (Eduardo Mendoza en La verdad sobre el caso Savolta, por ejemplo). En ese sentido es una obra poco arriesgada y novedosa.
Casi todo está narrado en tercera persona, con escasos adjetivos y escaso diálogo, dando una extraña sensación de objetividad.

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