Cual es el propósito de la Generación del 27 facts

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9, 1. TEATRO DE LOS AÑOS CUAREN TA: LA COMEDIA BURGUESA, EL TEATRO CÓMICO ( Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura)

La evolución del teatro español estuvo determinada por la Guerra Civil y sus consecuencias. A partir de 1939 el panorama quedó marcado por el exilio de autores como Max Aub, Alberti o Salinas, y por la desaparición de Lorca, Valle y Miguel Hernández.

En los años de posguerra, la escena española estuvo dominada por un teatro “nacional", al servicio de la dictadura. Triunfaban en los escenarios la comedia burguesa y el teatro de humor, que se caracterizaban por la evasión de la realidad de la época. Mientras los dramaturgos exiliados continuaron su producción fuera de España. La Guerra Civil supuso un profundo corte en la trayectoria teatral española; al terminar la contienda muchos dramaturgos han muerto (Valle, Lorca...) y otros están en el exilio (como Casona, Alberti...). Ante tal situación no es extraño que proliferen en nuestra cartelera comedias extranjeras, de calidad mediocre, son lo que pide un público burgués para olvidar sus problemas. Su finalidad será la de entretener y transmitir una orientación ideológica. Pero como instrumento de diversión el CINE lleva ventaja con respecto al teatro. El Estado y la Iglesia ejercieron una fuerte represión y los autores eran censurados o ejercían sobre sí mismos la autocensura.

Son varias las líneas dramáticas que se siguen en estos años:

a) Un tipo de alta comedia o comedia burguesa en la línea del teatro de Benavente, sin mayores pretensiones que la de entretener y educar mediante el elogio de la virtud. Es un teatro de la continuidad sin ruptura. Los temas más empleados serán el amor, la familia, el matrimonio.., siempre con fin moralizador. Se caracteriza por su perfecta construcción y por su intrascendencia, con dosis de humor, ternura y amabilidad. En general, aparece dividida en tres actos, abundan los decorados únicos, posee minuciosas acotaciones. Sobresale el tema del amor, empleado para exaltar valores como la familia, el matrimonio y el hogar. Ideológicamente, suele hacer gala de neutralidad, con finales moralizadores. Con el propósito de alagar los gustos del público, será un teatro mayoritario, centrada en los ambientes de la burguésía y de ideología conservadora y cristiana, desprecio al vencido en Guerra Civil... Destacan los nombres de José Ma Pemán (El testamento de la mariposa, Diario intimo de tía Angélica), Torcuato Luca de Tena (iDónde vas, Alfonso XII?), Edgar Neville,... Se trata de un teatro caracterizado por el predominio de las comedias de salón o de los dramas de tesis, a veces con una amable crítica de costumbres unida a una defensa de los valores tradicionales.

b) En el teatro cómico encontramos unas de las facetas más interesantes: la línea que va de Jardiel Poncela a Mihura, cuyo único propósito era el de crear textos triviales que provocaran risa en el público hilvanando escenas costumbristas con sucesos más o menos absurdos e inverosímiles, utilizando juegos de palabras, equívocos, chistes y situaciones disparatadas.

Enrique Jardiel Poncela creó un importante número de obras antes de la Guerra Civil (Usted tiene ojos de mujer fatal (1933), Angelina o el honor de un brigadier (1933)...); tras la contienda, compuso Carló Monte en Montecarlo (1939), Un marido de ida y vuelta, Eloísa está debajo de un almendro (1940), Los ladrones somos gente honrada (1941), Los habitantes de la casa deshabitada (1942). Más que los temas, lo innovador en su teatro es el lenguaje y los recursos cómicos que en él crea y que lo relacionan con el teatro de vanguardia de autores como Ionesco, además de su tratamiento escénico donde son muy importantes las detalladas descripciones que hace del escenario y sus elementos, puesto que la estructura dramática es siempre la misma, un enredo cuya acción se produce vertiginosamente y cuyo desenlace pretende volver la situación a un enfoque racional.

Miguel Mihura:

El humor que cultiva Mihura en sus obras no se apoya en lo inverosímil de las situaciones como Jardiel Poncela sino que son los giros lingüísticos inesperados y las respuestas absurdas las que crean el efecto cómico, que no persigue la carcajada del público sino la caracterización psicológica del personaje, por ello algunos críticos han creído ver en él al Ionesco español. Comenzó su trayectoria dramática con Tres sombreros de copa, obra escrita en 1932 pero que no fue estrenada hasta 1952. En la obra, Dionisio, representante de lo formal, serio y respetable, y a punto de contraer matrimonio, se enfrenta con el mundo libre, alocado, bohemio y mágico de unos cómicos. Se enamora de Paula, perteneciente a esa nueva realidad, pero, finalmente, renuncia a la libertad para reintegrarse en el orden establecido. Con ese retorno a lo ya conocido, Mihura pone en evidencia su pesimismo y desencanto. Esta obra no fue comprendida y Mihura se vio obligado a escribir un teatro más comercial, a pesar de lo cual no abandonó su tema esencial: el enfrentamiento entre los convencionalismos sociales y el individuo. Otras obras importantes son El caso de la señora estupenda (1953), Sublime decisión -sobre una muchacha que, rompiendo las convenciones sociales, decide trabajar en una oficina en la España de fines del XIX-; Melocotón en almíbar (1958), Maribel y la extraña familia (1959) y Ninette y un señor de Murcia (1964).

9.2. Realismo SOCIAL DE LOS AÑOS CINCUENTA: Antonio BUERO VALLEJO Y ALFONSO SASTRE

Avanzada la década de los cincuenta se atisban los primeros intentos de plantear una alternativa al teatro evasivo y comercial. Nos encontramos ahora en una nueva etapa orientada hacia el teatro social.

Ha aparecido un nuevo público, juvenil y universitario, sobre todo, que pide otro teatro. Además, la censura se relaja levemente y tolera algunos enfoques críticos. Todo esto ocurre cuando en el conjunto de la creación literaria fragua la concepción del Realismo social.

El teatro de testimonio social tiene como pioneros a Buero y Sastre. Aunque entre ellos se aprecian claras diferencias. Antonio Buero Vallejo con el estreno Historia de una escalera marca el cambio de perspectiva: un personaje colectivo refleja la realidad española de unas familias de baja condición social. Y Alfonso Sastre estrena la Escuadra hacia la muerte (1953) marca el cambio con esta obra sobre la defensa de la paz ante la amenaza de la Tercera Guerra Mundial.

La temática del teatro social será: burocracia deshumanizada y la esclavitud del trabajador: El Tintero de Carlos Muñiz, las angustias de unos jóvenes opositores en Los inocentes de la Moncloa de Rodríguez Méndez, la situación de los obreros que se ven obligados a emigrar (La camisa de Lauro 120); la brutalidad de unos aldeanos instigados por las fuerzas retrógradas en Los salvajes del vente de San Gil de Martín Recuerda.

Lo común será el tema de la injusticia social y de la alienación. Y ante ello la actitud del autor será de testimonio o de protesta.

Teatro comprometido

En los años 50 siguen interesando al público las comedias burguesas y las comedias humorísticas. Uno de los autores comerciales más importantes de la época es Alfonso Paso: Cena de matrimonios y Las buenas personas son sus obras más destacadas.

Pero también en esta época hay un público universitario, que reclaman otro tipo de teatro con unas piezas más críticas. Las nuevas obras giran en torno al tema social, las desigualdades, la burocracia deshumanizada, la emigración. La actitud es de protesta hacia la situación actual. Los principales autores son Buero Vallejo y Alfonso Sastre; pero surgieron más autores como LAURO OLMO (1922), En la camisa (1961), crea un drama proletario con elementos tomados del sainete de Arniches. JOSÉ MARÍA RODRÍGUEZ MÉNDEZ (1925) emplea técnicas esperpénticas en su obra más importante, Bodas que fueron famosas del Pingajo y la Fandanga (1966). CARLOS MUÑIZ (1927) pasa del Realismo social de El precio de los sueños (1958) al expresionismo de La pirámide (1969). Por fin, JOSÉ MARTÍN RECUERDA (1925) se inspira en Lorca en Las arrecogías del beaterio de Santa María Egipciaca (1970).

Pero, sin lugar a dudas, los dos dramaturgos más relevantes del teatro realista de los años 50 fueron: Antonio BUERO VALLEJO Y ALFONSO SASTRE.

Antonio BUERO VALLEJO

Es el dramaturgo de mayor interés del teatro de posguerra. En la Guerra Civil combate como soldado en el bando republicano. Condenado a muerte al finalizar la contienda, se le conmuta la pena por la de cadena perpetua. En 1946 sale en libertad condicional y decide volcarse en el teatro.

Buero Vallejo buscó la moderna tragedia española, sus personajes despiertan compasión frente a la admiración que producían en las tragedias griegas; sus obras son síntesis de Realismo y Simbolismo; en ellas emplea el fenómeno de la inmersión que consiste en incorporar al espectador introducíéndolo en el mundo interno del protagonista. Manifiesta el desgarramiento interno del ser humano, la frustración producida por el conflicto entre lo impuesto y la libertad, niega la presencia de un destino caprichoso, ofrece el retrato de la lucha entre el hombre soñador y el hombre de acción. Su teatro en ambiguo y polivalente, la continuación de la obra en cada uno de los espectadores tras la bajada del telón. Es realista porque se enfrenta a la realidad, no la enmascara, y es simbólico porque lleva al otro modo de lo real, el sueño y la locura.

Su teatro se caracteriza por ser totalizador, acude a los densos diálogos, efectos sonoros y visuales, juegos de luces, expresividad de objetos y decorados. El espectador comparte la realidad con el protagonista mediante la inmersión, técnica por la que se capta al espectador y se le introduce en escena, por lo que se convierte en personaje activo que experimenta la angustia del personaje.

Carácterísticas de su teatro. Las principales carácterísticas dramáticas de sus obras son:


1) Temas: Su temática gira en torno al anhelo de realización humana y sus dolorosas limitaciones: la búsqueda de la felicidad, de la verdad o de la libertad se ve obstaculizada por este mundo en que vivimos. Su producción está marcada por el compromiso adoptado por el autor ante los temas humanos más universales, ya sean de tipo existencial (meditación sobre el sentido de la vida, sobre la condición humana) o de tipo social: denuncia de injusticias desde un plano ético y político. Buero mira la realidad con ojos lúcidos: ve los deseos de los hombres y sus frustraciones, las mentiras que se inventan para soportar su infelicidad, los obstáculos que los gobernantes, la sociedad o la existencia misma les ponen para impedir su realización plena, y lo que ve, lo traslada a sus argumentos para comunicárselo al espectador y provocar en él una reflexión y una reacción,

2) El género dramático adoptado por Buero es la tragedia. Con la tragedia -ya desde la época griega- se pretende la catarsis (identificación del espectador con el personaje) del espectador: éste debe conmoverse ante lo representado y debe sentirse impulsado a luchar para superar sus errores y para labrarse su propio destino.

3) El diálogo. Ocupa un papel importante, pero no exclusivo

4) El lenguaje de los protagonistas suele estar caracterizado por su densidad, hondura y precisión; en él, Buero se revela como un consumado dominador del idioma. Pero no descuida los aspectos espectaculares del teatro.

5) El espacio escénico suele estar descrito con minuciosidad en las acotaciones, porque en el teatro de Buero Vallejo los objetos, su disposición y el ambiente descrito adquieren una significación concreta.

6) En relación con la técnica teatral de Buero, están los denominados efectos de inmersión: en algunos momentos, el autor trata de hacer participe al espectador de lo que ve en escena. Así, si los personajes son ciegos -como los de En la ardiente oscuridad- o sordos -como el El sueño de la razón-, el escenario se oscurecerá o no se oírá hablar a los actores, para que el espectador experimente las mismas limitaciones de los personajes.

-como el Goya de

Trayectoria dramática


Con Historia de una escalera Antonio Buero Vallejo inició su fecunda obra dramática que cuenta con una treintena de títulos. Siguiendo a Luis Iglesias Feijoo podemos dividir su producción en varias etapas. Etapa existencial: (1949-1957). En ella predomina un enfoque existencial y las obras se ajustan a una estética realista, con una intencionada verosimilitud en la caracterización de lugares y personajes. Asimismo, hay una clara tendencia a respetar las unidades clásicas. Entre las obras pertenecientes a este período merecen una atención especial Historia de una escalera (1949) y En la ardiente oscuridad (1950). En la primera de ellas se nos cuenta la vida de unos personajes impotentes para superar su situación de indigencia, oprimidos por la vida y la sociedad. Por su parte, En la ardiente oscuridad plantea la lucha por la verdad y la libertad. La ceguera, tema central, se erige en símbolo de las limitaciones humanas, y la necesidad de ver representa la aspiración a lo imposible. Etapa histórica y social: (1958-1968). Buero Vallejo escribe una serie de obras de tema histórico en las que se sirve del pasado para reflexionar sobre el presente; de esta forma consigue burlar la censura y llegar a su público. Este recurso, utilizado por muchos autores, se denominó posibilismo. Pertenecen a este periodo: Un soñador para un pueblo (1958), sobre la figura de Esquilache; Las Meninas (1960), protagonizada por Velázquez, El concierto de San Ovidio (1962). En estas obras el autor aborda en ellas el tema de España y el destino del pueblo en una sociedad injusta. Al final de esta etapa Buero escribe dos obras que pueden considerarse de transición La doble historia del doctor Valmy y El tragaluz (1967), en las que introduce personajes intermedios entre la historia y el público que actúan como narradores e interrumpen y comentan los hechos que suceden en el escenario. Etapa experimental: (desde 1969). Caracterizada por la utilización de un punto de vista subjeiivo. En las obras de este periodo, la acción llega al espectador a través de la visión subjetiva de uno de los personajes (a esta técnica teatral se le denomina efecto de inmersión) que además padece alguna limitación física o psíquica. El espectador no ve la realidad sino la versión que de ella tiene el protagonista. En El sueño de la razón (1970), centrada en la figura de Goya, Buero retoma el tema histórico y hace vivir al público la sordera del célebre pintor; en Llegada de los dioses (1971), el espectador ve en el escenario las alucinaciones de Julio, que es ciego; en La Fundación (1974),se aprecia el proceso de inmersión del espectador. Por último, en La detonación (1977), el autor no presenta los pensamientos de Larra en los breves minutos que anteceden al pistoletazo con el que acaba con su vida.

ALFONSO SASTRE

De Alfonso Sastre destacaremos que participó en el teatro universitario y sus grandes intentos por renovar el teatro con obras en un solo acto, con saltos temporales donde crea un mundo onírico.

Su trayectoria teatral comenzó en grupos universitarios y de cámara y ensayo. Se trata de obras en un acto, con abundantes distorsiones espacio-temporales y uso del flash-back, en las que el dramaturgo crea un mundo onírico: Ha sonado la muerte, Uranio 235 y Cargamento de sueños (1946).

Destaca por su teatro de denuncia social como en La mordaza o Escuadra hacia la muerte, que cuenta la historia de unos soldados en la Tercera Guerra Mundial que se rebelan contra la autoridad por no entender los motivos que llevan a esta guerra. Con esta obra, Sastre consiguió su proyección en el teatro español. Estrenada en 1953, fue retirada y prohibida después de su tercera representación. El conflicto central es la decisión de unos soldados de matar al sargento que los tiraniza, hecho que los conduce a una situación sin salida. La obra refleja la oposición a un sistema totalitario que sometía a decisiones arbitrarias.

Después escribíó las tragedias complejas. En estas tragedias Sastre deja atrás el Realismo y asume un modo irónico y distanciador. Introduce elementos narrativos, la confusión entre realidad y ficción, y el humor negro. Aparecen fuertes efectos sonoros y luminosos, gran multiplicidad de escenas y decorados esquemáticos o inexistentes. Pertenecen a este periodo como tragedias destacadas: La sangre y la ceniza (obra escrita entre 1962 y 1965, y publicada en 1976) trata sobre Miguel Servet, víctima de la intolerancia; Sastre establece en ella un paralelismo entre el personaje renacentista y el hombre moderno: los dos luchan en contra del poder establecido; y La taberna fantástica (1966, estrenada en 1985).

93. TEATRO DESDE LOS AÑOS SESENTA HASTA 1975: TEATRO COMERCIAL, TEATRO SOCIAL, TEATRO EXPERIMENTAL (Fernando Arrabal y Francisco Nieva):

Hacia 1970 otros dramaturgos se han lanzado a una renovación de la expresión dramática. Se Supera el Realismo y se asimilan corrientes experimentales del teatro extranjero. Surge así una nueva ranguardia teatral. Destacan autores como José María Bellido, Francisco Nieva....

Su camino fue muy difícil; se encontraron con la censura, la oposición del público, sus novedades les a ejaron del teatro convencional, del público mayoritario.

Se caracteriza por la destrucción interna del personaje, lenguaje simbólico, valor en sí mismo del espacio escénico.

Surgen varias tendencias, que se ven influidas por las innovaciones europeas, especialmente el teatro del absurdo y el teatro de la crueldad. Las tendencias esenciales del teatro de estos años son:

TEATRO COMERCIAL:


Los herederos de comedia burguesa en los años sesenta están representados por Alfonso Paso ( Las que tienen que servir) y Juan José Alonso Millán (El cinanuro... ¿solo o con leche?, Golfos de cinco estrellas...) Es un teatro inmovilista, que repite esquemas del pasado, con personajes alejados de las circunstancias sociales del momento.

EL TEATRO DE VANGUARDIA. Predominan los elementos simbólicos y vanguardistas, lo grotesco y lo imaginativo. Cobran también importancia los elementos extraverbales (sonoros, visuales, corporales, etc.) Sin embargo, aunque alejado del Realismo, sigue siendo un teatro de protesta y denuncia. Sus temas son la dictadura, la falta de libertad, la injusticia, la alienación... Lo novedoso es, por supuesto, el tratamiento dramático, porque se da entrada a la farsa, la deformación esperpéntica, lo alucinante, lo onírico... Entre los autores, pueden citarse los siguientes:

Francisco Nieva

Francisco Nieva tuvo dificultades para ser aceptado en la escena española: sus obras no tenían el mensaje directo de denuncia social de los realistas, su escenografía era demasiado compleja, y su carga de inmoralidad perturbaba a los organismos sociales. Su producción dramática conecta con el teatro del absurdo. En sus dramas, plantea el problema de las relaciones entre el hombre y la sociedad represiva que lo degrada al impedir el desarrollo de sus necesidades profundas. Además del erotismo, en sus obras abundan las referencias a una España negra y a la religión, a las que critica rabiosamente. Francisco Nieva ha dividido su producción teatral en tres géneros: - Teatro furioso: Teatro furioso. Teatro que puede ir “contra todo, contra nada y a favor de todo y nada". Es el caso de Pelo de tormenta (1962). - Teatro de farsa y calamidad. “La acción es menos coral, menos esquemática, la anécdota, más novelesca y explícita, los personajes algo más complejos”. Ejemplo de esta orientación es Malditas sean Coronada y sus hijas (1968). - Teatro de crónica y estampa. “No es un teatro aleccionador, pero sí informativo”. La única de este género es Sombra y quimera de Larra. Fernando Arrabal Creó el teatro pánico, presidido por la confusión, el humor, la búsqueda formal y la incorporación de elementos surrealistas en el lenguaje. Los temas más frecuentes en sus obras son la sexualidad, la religión, la política, el amor y la muerte. Entre sus obras más importantes destacamos: El cementerio de automóviles, El arquitecto y el emperador de Asiria, Pic-Nic, Oye, Patria, mi aflicción


TEMA 10 (EVAU): LA POESÍA ESPAÑOLA POSTERIOR A 1936: tendencias, rasgos y autores y obras más destacadas


10.1. La poesía durante la Guerra Civil (Miguel Hernández). La poesía en los años cuarenta: poesía arraigada (Luis Rosales) y desarraigada (Dámaso Alonso).

En los años treinta se desarrolla una poesía centrada en la situación social del ser humano, las injusticias y el dolor. Destaca la figura de Miguel Hernández. Durante la Guerra Civil en ambos bandos se cultivó una poesía marcada por la exaltación ideológica y el combate. En las décadas de la posguerra el panorama lírico estuvo marcado por el exilio de intelectuales y artistas, y la censura y el dirigismo político. En los años cuarenta dominan la creación, el neoclasicismo y el existencialismo. Los poetas garcilasistas cultivan una poesía evasiva, en la que prima la perfección formal. Por otro lado, se cultiva una lírica enlazada con la vanguardia: la del grupo Cántico, el postismo y el Surrealismo.

10.1.1. Miguel HERNÁNDEZ:

Una figura de anclaje entre las generaciones del 27 y el 36, que desarrolla la mayor parte de su obra poética durante la contienda, es Miguel Hernández, "genial epígono” del 27, a cuyos poetas admiró y con los que comparte la magistral combinación de tradición y modernidad, y es, a la vez, punto de referencia para la poesía “humanizada” de posguerra. Su producción se vincula a la de la Generación del 27, dado que cultiva tendencias como el barroquismo gongorino, el Surrealismo y el neopopularismo.

Su estilo poético se caracteriza por la forma auténtica y apasionada de expresar su mundo humano y doméstico, lo cual lo aleja de la frialdad de la vanguardia; destacan, además, la originalidad de sus metáforas, creadas a partir de un lenguaje inmediato y familiar, y el dominio de la métrica tradicional sonetos, octavas reales, romances, serventesios, etcétera). Su poesía gira en torno a temas universales: la vida y su manifestación suprema, el amor; la muerte, siempre al acecho; el compromiso político y la lucha por la justicia social. La obra de Miguel Hernández puede dividirse en varias etapas ligadas a su biografía:

Primera época: tras algunos poemas poco relevantes, publica una primera obra de estilo gongorino, Perito en Lunas (1934), poemario de inspiración gongorina y vanguardista caracterizado por la complejidad y el barroquismo, escrito en octavas reales, influida por el 27 y en la que se mezclan metáforas tradicionales e imágenes vanguardistas. Con El rayo que no cesa (1936) inicia su madurez artística. En esta obra sobresalen los sonetos; el autor trata el tema del sufrimiento amoroso Aparecen también otros temas, como el destino y la muerte, destacados en la "Elegía a Ramón Sijé”

Segunda etapa: con la guerra, su compromiso político queda plasmado en Viento del pueblo (1937), en el que la poesía de combate, escrita con un lenguaje directo y propagandístico, convive con la preocupación social en poemas como "El niño yuntero”. En esta etapa combina el verso libre y la métrica tradicional. Con El hombre acecha (1939) hace referencia a su desencanto ante la tragedia de la guerra y el sentimiento de haber sido vencido.

Tercera etapa: a ella corresponden los poemarios escritos en prisión. El Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941)/donde va desgranando temas como el amor, la libertad y la difícil situación de su familia, con un lenguaje intenso y depurado que se apoya en estrofas muy breves. Su dramática situación personal y la cercanía de la muerte dotan a esta obra de fuerza y autenticidad. Aborda los temas de las heridas de la vida, el amor y la muerte, junto con el tema del hijo (“Nanas de la cebolla”).

Los temas centrales de la obra de Miguel Hernández serán la pena, el sufrimiento existencial, el amor, la muerte, la ausencia.

Sus versos están cargados de sencillez y símbolos, tales como el toro que simboliza el destino trágico, la virilidad, la búsqueda amorosa; los cuchillos los relaciona con la muerte...

Destacan las metáforas, las imágenes, la mezcla de metros tradicionales y cultos, etc.

10.1.2. POESÍA EN EL EXILIO:

La Guerra y la dictadura provocaron el exilio de los intelectuales y artistas, entre los que se encontraban los poetas vivos de la Generación del 27.

Este grupo de poetas exiliados ( Alberti, Salinas, Cernuda, Guillén... ) siguieron caminos diferentes, pero tienen en común el tema de España cargado de angustia. Destacan Emilio Prados con Jardín cerrado, Manuel Altolaguirre con Fin de un amor o León Felipe con Español del éxodo y el llanto, en el que aborda la injusticia, la rebelión contra la historia...

10.1.3. LA POESÍA DE LOS CUARENTA:

Las primeras corrientes poéticas de posguerra, que muestran su preocupación por los temas humanos, se fragmentarán en dos tendencias fundamentales: la poesía arraigada y la poesía desarraigada. Estos nombres, asignados por Dámaso Alonso, implican dos maneras distintas de analizar y vivir el momento histórico.

A la poesía arraigada pertenecen casi todos los autores de la generación del 36 que permanecieron en España y que se identifican con el régimen franquista, aunque posteriormente se distancien de él. Nacidos en torno a 1910, estuvieron vinculados a las revistas Garcilaso y Escorial, dirigidas respectivamente por José García Nieto y Dionisio Ridruejo.

Las carácterísticas principales de esta corriente son: ✓ Una visión del mundo distanciada de la realidad cotidiana del país. Se vuelve la vista a lo familiar, al paisaje, al amor... ✓ Una religiosidad armónica en la que Dios, como elemento fundamental de orden, les aporta serenidad y confianza. Una métrica clásica: van a retomar estrofas y composiciones clásicas, sobre todo el

soneto. Posteriormente, la mayoría de ellos utilizará el verso libre. Los poetas "arraigados” son:

Luis Rosales


Una parte importante de su producción de posguerra estuvo marcada por la temática religiosa. Alcanzó su plenitud con La casa encendida (1949), obra escrita con un lenguaje coloquial, en la que el referente es la cotidianidad.

Leopoldo Panero

Su poesía se caracteriza por el intimismo y la recurrencia a las ideas de familia, tierra, Dios y, especialmente, el paso del tiempo. En Escrito a cada instante (1949) se pueden observar la rehumanización y religiosidad carácterísticas de su poesía.

Luis Felipe Vivanco:

Además de la poesía religiosa, otros de sus temas habituales son la familia y la vida cotidiana, presentes en su poemario Continuación a la vida (1949).

Dionisio Ridruejo:

En sus inicios fue un fiel representante de la tendencia formalista y neoclásica, pero con En la soledad del tiempo (1944) evoluciónó hacia una poesía intimista, cotidiana y familiar, en la que el tiempo y el paisaje adquieren valores simbólicos.

Opuesta a la corriente anterior, tanto temática como formalmente, la poesía desarraigada se decanta por una mirada existencial que expresa la desorientación y el caos de la vida humana. La influencia de Miguel Hernández se hace notar. Estos poetas se reúnen en torno a una serie de revistas, como Espadaña, dirigida por Victoriano Crémer y Eugenio de Nora.

Carácterísticas principales de esta tendencia son:


✓ Un sentimiento de angustia y desesperación ante las circunstancias; la idea de haber sido arrojados a un mundo absurdo produce en ellos un vacío difícil de llenar. Dios no es ya un símbolo de equilibrio y serenidad, sino la única posibilidad de salvación del hombre, por lo que se dirigen a él increpándole y mostrándole el sufrimiento del mundo. ✓ El abandono del ámbito personal en un intento de solidarizarse con los que sufren; esta idea sentará, años después, las bases de la poesía social. El estilo deja de ser clásico y se torna desgarrado, casi violento; esto se refleja en la utilización de un lenguaje coloquial brusco y duro; la métrica tradicional se sustituye a veces por el verso libre y el versículo.

A esta corriente pertenecen autores de diferentes épocas y procedencias: Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre (Sombra del paraíso, '1944), como representantes de la Generación del 27, junto a poetas más jóvenes como Gabriel Celaya (Movimientos elementales, 1947) y Blas de Otero (Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia), que evolucionarán posteriormente hacia la poesía social.

Cabe destacar un poemario de Dámaso ALONSO que lo identifica plenamente con esta corriente tras haber cultivado una poesía pura en su etapa anterior. Se trata de Hijos de la ira (1944), libro que supone un grito terrible contra la injusticia y el sufrimiento humano, en el que se pide a Dios que de sentido a una vida dominada por el caos. El lenguaje es agresivo, con una combinación de símbolos y metáforas que configuran imágenes alucinantes.

Por último, debemos referirnos a dos tendencias minoritarias. De un lado, el postismo, llamado así como abreviatura de postsurrealismo y título de una revista, fundada por Carlos Edmundo de Ory. De otro lado, en Córdoba aparece la revista y el grupo Cántico, que propugna una poesía intimista, sensual y neobarroca, encabezada por poetas como Pablo García Baena o Ricardo Molina.

10.2. AÑOS CINCUENTA: POESÍA SOCIAL. GABRIEL CELAYA Y BLAS DE OTERO

Durante los años cincuenta se desarrolla un nuevo contexto sociopolítico y se crea la necesidad de dar testimonio de la situación de España a través de la literatura de compromiso. Es así que a mediados de la década surge un nuevo concepto de poesía, alejado tanto de la expresión de la intimidad de los poetas arraigados como de las angustias existenciales de los desarraigados. El poeta se convierte en testigo de su época y utiliza su palabra para cambiar el mundo, tomando partido ante las circunstancias sociopolíticas españolas. Partiendo, pues, de la poesía “desarraigada” se ha pasado a la "poesía social”. Estos poetas empezaron gritando contra el dolor y manifestaron su angustia (poesía desarraigada) para pasar, a partir de 1950, a denunciar la marginación, el paro, la falta de libertad, y exigieron la justicia y la paz para España, que se convertiría en protagonista de sus versos: Blas de Otero, Gabriel Celaya, José Hierro, Victoriano Crémer, Eugenio de Nora,...

La publicación en 1955 de Cantos Iberos, de Gabriel Celaya, y Pido la paz y la palabra, de Blas de Otero marcará el comienzo de esta tendencia, que llega hasta los años sesenta. Las carácterísticas de la poesía social son: ✓ Un lenguaje inmediato y desnudo de recursos retóricos, a veces cercano al prosaísmo y al panfleto, que se distancia de preocupaciones estéticas. Los poetas se dirigen "a la mayoría”, de ahí la pretensión de claridad y el tono coloquial. El paso del yo existencial, personal) al nosotros (social y colectivo) en un intento de crear una conciencia solidaria que proteste por la injusticia social. ✓ El tema de España, tratado desde una perspectiva con tintes políticos. En la década de los cincuenta, predomina la poesía social, crítica, sencilla. Sobresale un grupo de poetas encabezados por Gabriel Celaya, Blas de Otero, Eugenio de Nora y José Hierro. Concibieron la poesía como comunicación, como medio de denuncia del dolor y las injusticias sociales, de lucha por el cambio social y político.

10.2.1. GABRIEL CELAYA: Su extensa obra lo convierte en otro de los poetas representativos de la evolución lírica en la posguerra.

Su primera etapa se abre en la posguerra, con Tranquilamente hablando (1947) y Las cosas son como son (1949), poesía existencial. . La segunda etapa entra de lleno en la poesía social con Las cartas boca arriba (1951), Paz y concierto (1953) y Cantos íberos (1955), la más combativa, donde critica la situación política y social. Su tercera etapa muestra una poesía que recoge la identificación entre la persona y el cosmos, y adquiere un tono filosófico. Penúltimos poemas (1982) Su lenguaje se caracteriza por ser intenso y agresivo que corresponde al énfasis crítico y social que pretenden transmitir sus mensajes poéticos.

10.2.2. BLAS DE OTERO:

Su obra ofrece una evolución que va desde el desasosiego casi místico en sus libros más propiamente existencialistas, hasta la entrega de su vida y su obra por la paz del hombre y la justicia. Las constantes de su poesía serán la rebelión ante la injusticia y su ansia de paz.

En su primera etapa, cultivó una poesía desarraigada y existencial, en la que utiliza un lenguaje tenso y violento, quebrado por continuos encabalgamientos que producen un ritmo muy marcado y original, sobre todo en los sonetos. Es una poesía, estremecedora por su tono desgarrado, que se centró en la búsqueda angustiosa de Dios, del amor y del sentido de la existencia humana, como se aprecia en Ángel fieramente humano (1950) y Redoble de conciencia (1951), que más tarde se agruparían bajo el título de Ancia. Destacan por el tono trágico, la actitud atormentada y angustiada ante la muerte, la desolación del mundo y el silencio de Dios.

segunda etapa de poesía social se inicia en 1955 con Pido la paz y la palabra, y abarca En castellano (1959) y Que trata de España (1964). Es una poesía de testimonio y denuncia que plantea la solidaridad con los que sufren y el tema de España. El estilo pierde el tono dramático anterior y se inclina hacia una mayor sencillez en lenguaje y formas, con predominio del verso libre. Su mirada se centra en la colectividad (“A la inmensa mayoría”) y en los problemas del ser humano, la denuncia de las injusticias con el fin de superarlas eliminando el rencor. A partir de los años sesenta, inicia su tercera etapa, coincidiendo con el desgaste de la

poesía social y con un cierto cansancio del poeta, que se replantea la efectividad de esta poesía. Queda recogida en Mientras (1970) e Historias fingidas y verdaderas (1970). Suponen una renovación del lenguaje y de las imágenes, de influencia surrealista, y en ella predominan los temas intimistas. Cabe señalar como rasgos destacables en su lengua poética la sintaxis abrupta, los abundantes recursos fónicos (aliteraciones, paronomasias), las reiteraciones, el uso de antítesis y oxímorón, los juegos de palabras, el uso del léxico popular y, en particular, el uso transgresor del lenguaje literal.

10.2.3. JOSÉ HIERRO:

Es, sin duda, una de las figuras más destacadas en el ámbito de la poesía social de los años cincuenta. La poesía de José Hierro es de carácter testimonial, expresando a través de ella sus sentimientos personales y los problemas sociales. También distinguimos tres etapas:

Desde sus primeros libros -Tierra sin nosotros (1947), Alegría (1947)- en la obra de Hierro está presente el paso del tiempo y las pérdidas que produce. La alegría se muestra como afirmación vital, y el amor se contempla desde un pasado nostálgico.

Con Quinta del 42 (1952) y Cuanto sé de mí (1957), Hierro se aproxima a la poesía social mediante la objetivación colectiva de sus preocupaciones personales, presentando una concepción de la poesía como conocimiento tanto de la realidad exterior como del ser íntimo.

Con Libro de las alucinaciones (1964) se inicia su última etapa, en la que se hablará vagamente de emociones que, en ocasiones, resultan poco comprensibles. Intensificará esta ínea en Agenda (1991) y la continuará en Cuaderno de Nueva York (1998).

10.3. POESÍA DE LOS SESENTA Y PRIMEROS DE LOS SETENTA: GENERACIÓN DEL 50 ( JOSÉ ÁNGEL VALENTE Y JAIME GIL DE BIEDMA...) Y LOS NOVÍSIMOS O GENERACIÓN DEL 68.
Hacia 1955 comienzan a percibirse algunos cambios en el panorama político español. El despegue económico y la elevación del nivel de vida en los años sesenta provocan una actitud de conformismo social que hace que los poetas comprometidos de los cincuenta pierdan la esperanza en la poesía como instrumento para cambiar la realidad. Por otra parte, los poetas más jóvenes muestran cierto cansancio de la poesía social, a la que reprochan su excesivo prosaísmo y la ausencia de lo personal en sus poemas. Este nuevo grupo de poetas, nacidos entre 1924 y 1936, comienza a publicar a finales de la década de los cincuenta. Es la llamada generación del 50. Son los llamados “niños de la guerra", que vivieron la contienda en su niñez o adolescencia, por lo que este tema estará también presente en su obra. Los nombres que se harán más notorios son los de Ángel González, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, Claudio Rodríguez). Otros nombres destacados son Carlos Barral, Caballero Bonald, José Agustín Goytisolo, ... Etc. Las carácterísticas de la poesía de la experiencia de los años 60, escrita por los llamados autores de la Generación del 50 son: - Concepción de la poesía como experiencia y conocimiento: conciben la poesía como un modo de conocimiento propio y del mundo que les rodea. Por ello, les interesa lo subjetivo, la indagación en el alma del individuo; sus versos adoptan un tono reflexivo y recuperan la experiencia personal, los acontecimientos de la vida cotidiana. Reciben influencias de poetas como Antonio Machado, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Leopoldo Panero, Luis Rosales, etcétera. - Realismo: en los poemas, que frecuentemente adoptan una estructura narrativa, aparecen anécdotas y argumentos basados en la realidad cotidiana. - Subjetividad e intimismo: la anécdota realista es el punto de partida para exponer las propias vivencias personales; estos poetas no rehúyen la expresión directa de los sentimientos y comunican sin pudor su intimidad. - Preferencia por los temas de la vida cotidiana, como son la evocación de la infancia y la adolescencia como un paraíso roto o perdido; el fluir del tiempo y la conciencia de la transitoriedad de la vida; el amor, como un fuerte sentimiento vitalista; la amistad; etcétera. - Humanismo y compromiso moral: aunque huyen del panfleto, estos poetas adoptan una postura de compromiso moral con su tiempo. Parten de lo humano, les preocupan los problemas éticos, sociales, existenciales e históricos. - Dignificación del lenguaje poético: muestran un gran interés por la obra bien hecha, valoran la palabra y entienden el poema como una forma de comunicación literaria sujeta a las reglas de la métrica y la retórica. Su estilo se caracteriza por la naturalidad y por la utilización del lenguaje coloquial, al que dotan de gran valor artístico. - Uso de la sátira y la ironía: la actitud ética de estos poetas les lleva a adoptar una postura crítica ante la sociedad, que se manifiesta en el uso de la sátira y la ironía.

A) LA GENERACIÓN DEL 50

1. JOSÉ ÁNGEL VALENTE:


En su trayectoria se observa la indagación en el lenguaje, con la finalidad de llegar al conocimiento poético. Con A modo de esperanza y Poemas a Lázaro intenta hallar la verdad a partir de la experiencia ahondando en las preocupaciones metafísicas. La memoria y los signos, El inocente coinciden con una etapa destructiva del autor cargada de crítica despiadada. Con Material de memoria, Mandorla abre un nuevo ciclo: el estado de espera y la palabra se torna esencial.

2. ÁNGEL GONZÁLEZ:


Sus obras más destacadas son Áspero mundo, donde trata la decepción y el pesimismo existencial junto con la crítica del mundo que nos rodea; Breves canciones para una biografía, donde incorpora la ironía y el humor.

3. JAIME GIL DE BIEDMA:


Es el autor que mejor ilustra el cambio poético de los años sesenta. Su poesía está basada en experiencias personales evocadas desde la distancia que impone el paso del tiempo. Sus poemas incorporan su vida cotidiana y privada. Combina el lenguaje conversacional y antirretórico con la expresión precisa y elegante.

En Las personas del verbo (1975), Gil de Biedma agrupó estos tres libros:


-Compañeros de viaje (1959). Es un conjunto de instantes de la vida del poeta, a través de la forma coloquial (recuerdos, infancia, tertulias, amistad). Dedica sus poemas a un "tú” (a alguien). Se nos muestra como un joven lleno de temores. Obra de claro matiz político. En Infancia y confesiones hace un homenaje a Machado por su "retrato”.

-Moralidades (1966). Es una clara denuncia a la hipocresía, el sometimiento de una España oprimida, la opresión a la que la sociedad sometía a la mujer, también a los camaradas políticos, etc.

-Poemas póstumos (1968). La vejez, antesala de la muerte, es signo de deterioro frente al recuerdo de una juventud llena de vida y expectativas. Destacan sus poemas “Contra Jaime Gil de Biedma” y “Después de la muerte de Jaime Gil de Biedma”. En "No volveré a ser joven" reconoce la falsedad de la vida ilusoria y acepta la realidad. Además, publicó A favor de Venus (1965), un conjunto de poemas amorosos, de fuerte carga erótica, en los que deja de lado los convencionalismos.

B. LA PROMOCIÓN DE LOS SETENTA:


NOVÍSIMOS Hacia mediados de la década de los sesenta vuelve a cambiar el rumbo de la poesía española. Un grupo de jóvenes poetas, nacidos entre 1939 y principios de los cincuenta, manifiesta una actitud de ruptura con la estética anterior. Los autores de los años setenta comienzan su actividad en pleno desarrollo económico: se han formado en una situación de mayor apertura internacional, por lo que han podido leer la obra de escritores extranjeros y están influidos por los medios de comunicación de masas. Son los llamados novísimos, cuyos planteamientos estéticos son los dominantes desde 1966 hasta 1985, aunque algunos evolucionaron de forma más personal a partir de 1975. Se dan a conocer a través de la antología de J.M.Castellet Nueve novísimos poetas españoles (1970), título que da nombre a la generación. Son Leopoldo María Panero, Pere Gimferrer, Manuel Vázquez Montalbán, Vicente Molina Foix, Ana María Moix, Félix de Azúa, Antonio Martínez Sarrión, José María Álvarez y Guillermo Carnero. A estos habría que añadir otros como Antonio Colinas, Luis Alberto de Cuenca o Luis Antonio de Villena, que participan de algunos de los rasgos de los Novísimos, si bien no siguen todos sus planteamientos estéticos. Otra fecha importante es 1966, año de publicación de Arde el mar, de Pere Gimferrer, libro que marca la ruptura con las poéticas anteriores.

Los novísimos fueron presentados como un movimiento vanguardista de ruptura con la poesía social e indagador de un nuevo lenguaje que llegó al experimentalismo formal. No creían que la poesía pudiera cambiar la realidad y rechazaron conceptos tan extendidos coino compromiso, testimonio y solidaridad. Adoptaron, pues, una actitud formalista. Carácterísticas de la poesía “novísima” son: 1) Deseo de ruptura con la poesía anterior: se manifiesta claramente en el rechazo del uso directo del “yo”, en la oposición al estilo realista y en la ausencia de posturas éticas o sociales. 2) Modelos poéticos muy variados: por un lado, recuperan la vanguardia (el Cubismo, el Surrealismo, a través de Aleixandre y los postistas...); por otro, recogen influencias del simbolismo francés, del Modernismo y de poetas ingleses contemporáneos. 3) Exhibicionismo cultural: introducen elementos temáticos provenientes de mitologías exóticas y decadentes (ambientaciones lujosas, exóticas, en la línea modernista) o de la cultura de masas la televisión, el rock, las novelas policíacas, la publicidad, los cómics, las revistas de modas, la música pop, etc.). Así los medios de comunicación de masas se convierten en referente cultural y fuente de nuevos mitos populares. Los poemas se llenan de nombres de ciudades o de personas, de descripciones de vestidos, fiestas, mitos orientales o clásicos, y mitos contemporáneos (Marilyn, Bogart, Che Guevara, Kennedy, etc.). Asimilan, pues, una mitología frívolá o vuelven a temas y asuntos de otras épocas, de origen cultural e histórico, por lo que también se les llama culturalistas. 4) Experimentación lingüística: buscan una expresión poética llamativa, caracterizada por un lenguaje rico y Barroco. Practican la escritura automática, que evita el discurso lógico, con la ruptura del verso, la disposición gráfica original, o la supresión de los signos de puntuación, y emplean técnicas como la del collage: extensas citas preceden al poema o se incorporan a él versos completos de otros autores, letras de canciones, frases publicitarias, textos de manuales de instrucciones... Este uso de la intertextualidad, en ocasiones excesivo, hace del poema un objeto metaliterario, cargado de referencias culturales. Además, alternan un lenguaje exuberante de imágenes opacas y visionarias con otras técnicas, como la métrica culta del Modernismo, pero tampoco abandonan el tono coloquial de algunos poetas de la generación anterior.

Los novísimos de la tendencia culturalista y surrealista son Gimferrer: Arde el mar, La muerte en Beverly Hills (1968); Guillermo Carnero: Dibujo de la muerte (1967), El sueño de Escipión (1971); Antonio Colinas: Sepulcro en Tarquinia (1975), Astrolabio (1979)) y Luis Alberto de Cuenca: Elsinore (1972), En la tendencia más coloquial, irónica y crítica destacamos a M.Vázquez Montalbán: Una educación sentimental (1967) y Leopoldo María Panero: Así se fundó Carnaby Street (1970).

Dos autores destacados de esta época: Pere Gimferrer y Martínez Sarrión. Pere Gimferrer. El escritor más significativo de los nueve novísimos fue Pere Gimferrer. Fue el abanderado de esta nueva generación. Su primera obra Arde el mar (1966) evidencia ya los rasgos que caracterizan a los novísimos: culturalismo, hermetismo y cultura "camp”. En La muerte en Beverly Hills (1967), se suma la influencia del cine y del género policíaco.

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