Primera República Española y Reinado de Amadeo I: Crisis y Desafíos

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Primera República Española (1873-1874)

Tras la dimisión de Amadeo I, fue proclamada la República.

Se distinguieron dos etapas:

1ª: Hasta enero de 1874, cuando el general Pavía entra en el Congreso y lo disuelve. Al frente de la República estuvieron Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar, unos partidarios de una república unitaria y otros, de una federal.

2ª: Desde el golpe de estado de Pavía, hasta el pronunciamiento de Martínez Campos, el general Serrano estuvo al frente del gobierno.

Causas que hicieron fracasar la República

1. Confrontación republicana

El primer jefe de gobierno fue Estanislao Figueras. Las Cortes presentaban tres tendencias distintas y enfrentadas para formar gobierno:

  • El centro de Pi y Margall, que abogaba por una descentralización del Estado y rechazaba las acciones armadas.
  • Los moderados, partido derechista de Emilio Castelar, que apostaban por un gobierno fuerte y federal, sin revueltas.
  • Los intransigentes, dirigidos por el presidente de las Cortes, José María Orense, en contra de la jefatura y la política de prudencia.

El proyecto de Constitución de 1873:

  • España como república federal de 17 estados, incluidos Cuba y Puerto Rico.
  • Separación de Iglesia y Estado.
  • Dos Cámaras: Congreso y Senado.
  • Se mantiene la declaración de derechos de 1869.

2. La tercera guerra carlista (1872-1876)

La abdicación de Amadeo I favorece la causa carlista. A finales de 1873 el territorio vasco-navarro estaba en poder de los carlistas, sin olvidar los triunfos de Montejurra y Somorrostro.

Su dominio se extendió por Albacete, Cuenca y Aragón. Su avance fue detenido por el golpe de estado de Pavía y la restauración monárquica en 1874.

3. La guerra de Cuba

Se continúa con la guerra iniciada en octubre de 1868.

4. El Cantonalismo

Se basaba en crear pequeñas unidades independientes, que mediante acuerdos libres entre ellos, formarían un estado federal. Se pretende establecer una estructura federal de abajo hacia arriba, y no desde el Gobierno central.

Se extendió por Levante (Murcia y Cartagena) y Andalucía, con deseos de reformas sociales.

El cantonalismo produjo la caída de Pi y Margall, y de Nicolás Salmerón, que sometió con el ejército el cantonalismo.

Tras la dimisión de Salmerón, Castelar es elegido, dándole poderes extraordinarios y autorizándole a gobernar.

El general Pavía, en enero de 1874, lideró un golpe de estado en las Cortes, cuando se iba a producir un voto de censura a la política de Castelar. Se formó un gobierno presidido por el general Serrano.

Este hecho forzó el pronunciamiento en Sagunto del general Martínez Campos, que proclamó rey de España a Alfonso XII, el 31 de diciembre de 1874.

Amadeo de Saboya (1871-1873)

Prim buscó un monarca para un régimen democrático.

El rechazo de la dinastía portuguesa (Fernando de Portugal) y la oposición de Francia al pretendiente alemán limitaron las posibilidades. Consiguió imponerse la candidatura de Amadeo de Saboya, un hombre con una concepción democrática.

El nuevo monarca fue elegido rey de España por las Cortes en noviembre de 1870. Habían asesinado al general Prim, con lo que el nuevo monarca se quedó sin su valedor y consejero más fiel. El 2 de enero, Amadeo de Saboya fue proclamado rey y, tras tomarle juramento, las Cortes Constituyentes se disolvieron para iniciar una nueva etapa de monarquía democrática.

Las dificultades de la nueva dinastía

La nueva dinastía contaba con escasos apoyos. En la votación de las Cortes solo obtuvo 191 votos de los 311 diputados presentes. Satisfacía a progresistas y unionistas. El rey y su esposa Victoria contaron desde el principio con la clara oposición de la aristocracia, el clero y las camarillas cortesanas de la época de Isabel II. Asimismo, una parte del ejército no vinculada a progresistas ni a unionistas mostró su resistencia a expresar fidelidad al nuevo monarca. Tampoco obtuvo el favor popular por causa del arraigo del republicanismo, contrario a la monarquía de cualquier signo.

Una vez establecido el sufragio universal y las libertades políticas, el nuevo monarca pretendió consolidar un régimen plenamente democrático. Pero los dos años del reinado de Amadeo de Saboya se vieron marcados por dificultades constantes. Hubo de recurrir a la emisión de más deuda pública. Se produjo una lucha permanente entre los grupos políticos, la revitalización del conflicto carlista, de la guerra en Cuba y de las insurrecciones republicanas.

Una permanente inestabilidad

Amadeo I contó desde el principio con la oposición de los moderados. Conscientes de la impopularidad de Isabel II, empezaron a organizar la restauración borbónica en la persona del príncipe Alfonso, hijo de la reina. Cánovas del Castillo, principal dirigente de este grupo.

También apoyó a los moderados la élite del dinero.

Los carlistas, beneficiados por el clima de libertad que introdujo "La Gloriosa", se habían reorganizado como fuerza política. La llegada de Amadeo de Saboya dio argumentos para volver a intentar métodos de insurrección armada. En 1872, se sublevaron animados por las posibles expectativas de sentar en el trono a su candidato, Carlos VII. La rebelión se inició en el País Vasco y se extendió a Navarra y a zonas de Cataluña.

Amadeo I tampoco contaba con el respaldo de los sectores republicanos ni de los grupos populares que les daban apoyo y que aspiraban a un cambio del sistema social. En el año 1872 se produjeron nuevas insurrecciones de carácter federalista, se combinaba la acción de los republicanos con la influencia de las ideas internacionalistas, especialmente de carácter anarquista, aunque fueron rápidamente reprimidas, hicieron aumentar aún más la inestabilidad del régimen.

En 1868 se inició con el llamado "Grito de Yara", un conflicto en la isla de Cuba (Guerra de los Diez Años). La insurrección dirigida por algunos propietarios criollos contó rápidamente con el apoyo popular al prometer el fin de la esclavitud en la isla.

Cuba convirtió la guerra en un grave problema.

La crisis final del reinado de Amadeo de Saboya fue resultado de la desintegración de la coalición gubernamental (unionistas, progresistas y demócratas). En dos años se formaron seis gobiernos y hubo que convocar elecciones tres veces.

Finalmente, Amadeo de Saboya presentó su renuncia al trono y abandonó España.

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