Primera guerra carlista causas y consecuencias

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Identifica el ámbito geográfico del carlismo y explica su ideario y sus apoyos sociales

El carlismo es un movimiento popular, de enfrentamiento a los distintos regíMenes en los que está activo, localizado en el norte de la península, y que surge en la primera mitad del Siglo XIX. El área de influencia más importante se encuentra en el País Vasco y Navarra, pero también en algunas regiones de Aragón, Cataluña y Castellón (Maestrazgo).

En sus comienzos, el ideario político carlista fue difuso, pero con el tiempo acabó articulándose en torno a las siguientes ideas:

  1. La tradición política del absolutismo monárquico. Defendían el origen divino de la monarquía, y la tradición como fundamento de legitimidad (Dios, Patria y Rey).

  2. El rechazo a la obra de las Cortes de Cádiz y del Trienio Liberal.

  3. La restauración del poder de la Iglesia y de un catolicismo excluyente.

  4. La idealización del mundo rural frente a la sociedad urbana e industrial. El carlismo siempre tuvo menos apoyos urbanos.

  5. La defensa de las instituciones y fueros tradicionales de vascos, navarros y catalanes frente a la uniformidad política y jurídica que pretendía ilustrados y liberales. Tenemos que tener en cuenta que los fueros, especialmente en el País Vasco, representaban una forma de gobierno tradicional aglutinada en torno a las Juntas Generales, con justicia aplicada por jueces propios, una fiscalidad propia y exenta de la general y sin quintas. La cuestión foral es importante para definir al movimiento carlista pero hoy en día existe una cierta controversia historiográfica, al respecto, ya que ni en todos los territorios donde arraigó el carlismo existía una acentuada conciencia foral, ni ésta se canalizó en exclusiva a través del carlismo.

Las bases sociales del carlismo fueron heterogéneas. Contaba con el apoyo del clero medio y bajo, que percibía el liberalismo como el gran enemigo de la religión y de la Iglesia, y una parte del campesinado, que veía amenazadas sus tradiciones y su situación económica por las reformas liberales, más encaminadas hacia el fortalecimiento de la mediana y gran propiedad y hacia el fin de las tierras comunales. También fue importante el apoyo de la media y baja nobleza del norte peninsular, que estaba vinculada al Antiguo Régimen (poderes locales y privilegios forales), frente a la alta nobleza que, con algunas excepciones, se integró sin mayores dificultades en el naciente Estado liberal. Por último, también tuvo el apoyo de los trabajadores manuales y artesanos residentes en pequeños pueblos y núcleos urbanos, afectados por el desmantelamiento gremial.  

Explica las causas y consecuencias de las dos primeras guerras carlistas

La primera guerra carlista (1833 – 1840) se origina debido al problema sucesorio de Fernando VII.  Las políticas de despotismo ilustrado del rey le habían creado enemigos entre los absolutistas más radicales. Estos veían en la falta de descendencia la oportunidad de que el infante Carlos María de Isidro de Borbón aplicase políticas más consonantes con sus ideologías.

Pero el matrimonio del rey con María Cristina de Borbón cambió la situación dinástica. María Cristina dio a luz en el año 1830 a una niña. El rey, encontrándose enfermo y queriendo transmitir la Corona a su descendiente, publicó la Pragmática Sanción, aprobada en 1789 por su padre Carlos III pero que no había sido aún sancionada. Esta Ley anulaba la Ley Sálica, retomando lo establecido en materia sucesoria en las Partidas. Esta decisión que terminaba con las pretensiones del infante Carlos. Tras la muerte de Fernando VII (1833), aparecieron dos partidos en la corte:

  1. Los absolutistas se opónían a la Pragmática Sanción, no querían dejar el trono en manos de una niña de corta edad, ni en las de su madre, de la que no se fiaban. Preferían a Don Carlos, firme tradicionalista. Este partido terminaría por ser el carlistaformado por enemigos acérrimos del liberalismo y de cualquier reforma.

  2. En torno a Mª Cristina y a los derechos de su hija Isabel se fueron aglutinando los sectores reformistas de la Corte. Para ampliar sus apoyos se buscó el apoyo de los liberales más moderados, los cuales vieron una oportunidad para su rehabilitación y acceso al poder. Serían los que se conocerían como isabelinos o cristinos.

Para poner fin a la guerra, Espartero y Maroto aceptan mantener los fueros e integrar a los oficiales y jefes del ejército carlista en la estructura del español, aunque Espartero, una vez en el poder, incumplirá el pacto.

La segunda guerra carlista (1846-1849) no tuvo el impacto ni la violencia de la primera, pero se prolongó de forma intermitente hasta 1860. El principal escenario de este enfrentamiento estuvo localizado en el campo catalán, especialmente en el Pirineo, con algunos episodios aislados en otros lugares. El desencadenante del conflicto fue el fracaso de la pretensión de pactar la boda del nuevo pretendiente, hijo de Carlos María Isidro, con la joven Isabel II.

Las guerras carlistas tuvieron grandes repercusiones. Las principales consecuencias fueron las siguientes:

  1. Los elevados costes humanos. Se calcula que en la primera guerra carlista pudieron morir unas doscientas mil personas, aproximadamente. La crueldad en esta contienda, provocando la intervención británica para que se firmara el conocido comoConvenio Eliot, en honor al diplomático que lo impulsó. Este acuerdo pretendía el respeto de la vida e integridad de los prisioneros y regulaba el intercambio de los mismos. El éxito de esta intervención humanitaria fue relativo.

  2. La inclinación de la monarquía hacia el liberalismo. El agrupamiento de los absolutistas en torno a Carlos V convirtió a los liberales en el más seguro apoyo de Isabel II.

  3. El protagonismo de los militares en la política. Ante la amenaza carlista, muy seria en algunos momentos, los militares se convirtieron en una pieza fundamental de la defensa del régimen liberal. Los generales, conscientes de su protagonismo, se colocaron al frente de los partidos políticos y se erigieron en árbitros de la vida política. El uso y abuso del pronunciamiento se convirtió en una práctica casi habitual para cambiar los gobiernos.

  4. Los enormes gastos de la guerra provocaron muy serios problemas financieros a la nueva monarquía liberal y condicionaron la orientación de reformas como la desamortización de Mendizábal, fomentando más la necesidad de suministrar ingresos a la maltrecha hacienda que el de emprender una verdadera reforma agraria.

  5. En relación con la cuestión foral, conviene señalar que en 1834 Canga Argüelles había establecido que las provincias vascas y Navarra serían consideradas como “provincias exentas”, llamadas así por las peculiaridades de su sistema fiscal. El Convenio de Vergara respetó los fueros y este especial sistema fiscal. En 1841 salíó a la luz la denominada ley “paccionada”. Se establecía que las diputaciones forales asumirían las funciones de las diputaciones provinciales, creadas por la nueva estructura administrativa del Estado liberal. Pero la ambigüedad, entre el respeto al foralismo y las instituciones vascas y Navarra, por un lado, y el centralismo acusado del liberalismo por otro lado, no terminó por resolverse. Se mantuvo una especie deestatus quo, sin sanción constitucional, hasta la época de la Restauración. Las aduanas interiores fueron abolidas y terminó por imponerse el sistema de conciertos económicos, mantenido hasta el presente en Navarra pero abolido por Franco para las provincias vascas como castigo por mantenerse fieles a la República.


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