Poesía, Novela y Teatro en España: Evolución Literaria de 1940 a 1960
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Poesía en la Posguerra: Arraigo y Desarraigo
Tras la Guerra Civil, se distinguen dos grandes tendencias poéticas representativas de los años 40: la poesía arraigada y la poesía desarraigada, de tono trágico y expresión sencilla.
Poesía Arraigada
La lírica de la generación del 36 es la más representativa de la poesía arraigada, aquella que crece y se nutre sin angustia en un mundo que consideraban armónico u ordenado. Valoran las formas clásicas, como el soneto, y tratan el tema religioso, amoroso y patriótico.
Poesía Desarraigada
Su lírica, de tono trágico existencial, manifiesta el disgusto, la angustia y la desesperación del ser humano ante un mundo caótico. El tema religioso adquiere un tono existencial en las abundantes preguntas que el poeta hace a Dios sobre el sentido del sufrimiento humano. El estilo se basa en un lenguaje directo y coloquial, duro y apasionado, y con imágenes tremendistas, en clara oposición a la estética serena y armónica del garcilasismo. Emplean el versículo de tono prosaico, aunque el soneto perdura en algunos poetas.
Poesía de los Años 50: Del Existencialismo al Compromiso Social
La poesía existencial comienza a evolucionar hacia la poesía social: expresa la angustia individual para manifestar la solidaridad con los demás. Abandonan el tono existencial y proponen una lírica que sea testimonio de la realidad, que recoja los problemas del ser humano en su entorno. Los temas que trata la poesía social son los que afectan a la colectividad. Recupera el tema de España en reflexiones sobre la sociedad hispana. El estilo es sencillo, cercano al lenguaje coloquial, a veces prosaico y muy expresivo.
La Novela Española en los Años 40: Entre la Ideología y el Realismo
La novela no puede enlazar con la narrativa social de los años treinta, prohibida por el franquismo, ni parece válida la estética deshumanizada de los años veinte. Se distinguen tres tipos de narraciones: novela ideológica, novela realista y novela humorística. Las novelas que marcan el inicio de una nueva narrativa son casos aislados. Las obras comparten el tono sombrío y existencial, que contrasta con el triunfalismo o la actitud evasiva. En las narraciones abundan los personajes desorientados, tristes y frustrados.
La Novela Española en los Años 50: El Auge del Realismo Social
La novela abandona la visión existencial y recoge las nuevas preocupaciones sociales. En 1951, el realismo social aparece en La colmena y en La noria (Luis Romero), que coinciden en presentar un personaje colectivo. En 1954, el tono sentimental alcanza su auge. El tema de la novela de la década de los 50 es la propia sociedad española: la dureza de la vida en el campo, las dificultades de la transformación de los campesinos en trabajadores industriales, la explotación del proletariado y la banalidad de la vida burguesa. El estilo de la novela es sencillo, en el lenguaje y en la técnica narrativa, pues pretende llegar a un amplio público. La técnica se supedita a los contenidos testimoniales o críticos.
El Teatro de los Años 40: Entre la Evasión y la Ideología
Los géneros dominantes son la comedia de entretenimiento o evasión y el drama ideológico, que viene a justificar el orden establecido. En ambas corrientes triunfan Jacinto Benavente, José María Pemán, Joaquín Calvo Sotelo y Juan Ignacio Luca de Tena. Estas dos tendencias muestran el germen de las dos corrientes del teatro posterior: el teatro humorístico y el drama ideológico.
El Teatro de los Años 50: Del Existencialismo al Realismo Social
Al igual que en los otros géneros, en el teatro de los años 40 aparece una corriente existencial que evoluciona al realismo social en la década de los 50. Los principales representantes son Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre.