Poesía lírica: Horacio y su legado en la literatura romana

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Poesía lírica: Horacio 65aC 8dC

El poeta Horacio nació en el año 65 a.C. y falleció en el 8 a.C. Su padre era un liberto, pero se esforzó por brindarle la mejor educación posible. Horacio escapó de la pobreza trabajando como funcionario hasta que fue presentado a Mecenas por Virgilio. Además de una profunda amistad, Mecenas le brindó apoyo económico.

Horacio escribió diferentes obras, entre ellas las sátiras (Sermones), en las que retrata la sociedad de su época y los vicios comunes para mostrar una visión del desequilibrio moral causado por la avaricia y la ambición. También escribió los Epodos (Epodoi), como el famoso poema 'Beatus Ille', un canto bucólico a la vida retirada en el campo en contraposición a las complicaciones de la vida urbana. Sus Odas (Carmina) abordan temas variados, pero la mayoría se inscribe en dos categorías: Odas de amor y amistad, y Odas filosóficas y morales, en las que Horacio defiende la felicidad a través de la renuncia a la ambición y los excesos, y aboga por vivir el presente porque la vida es corta (carpe diem). También escribió Epístolas (Epistule), en su primer libro predominan los temas filosóficos, y se destaca el Cant Secular (Carmen Saeculare), un himno encargado por Augusto para ser cantado públicamente durante las festividades de los juegos seculares.

Horacio y los tópicos

Horacio se destacó por su visión de la vida y su defensa de ciertos tópicos. Algunos de ellos son:

  1. Beatus ille: Horacio elogia la tranquilidad de vivir en el campo en contraposición a la vida agitada de la ciudad.
  2. Carpe diem: Horacio enfatiza la importancia de vivir el presente y disfrutar de los pequeños placeres de la vida de manera sensata.
  3. Aurea mediocritas: Horacio elogia la moderación en la actitud ante la vida, evitando la búsqueda desmedida de riquezas y ambiciones vanas. Invita al placer moderado, ya que cualquier exceso provoca dolor e infelicidad.

Oratoria y Cicerón

En la antigua Roma, era necesario saber hablar en público y persuadir a los demás con argumentos sólidos. Este fue el origen de la oratoria, un arte que permitía influir en la aprobación de leyes, la elección de candidatos y los juicios a los ciudadanos. Durante la época de Augusto, el poder del senado y el foro fue disminuyendo, lo que debilitó la oratoria y su función como instrumento político.

Cicerón (106-43 a.C.), perteneciente a una familia de la clase ecuestre, se destacó como abogado y ocupó diversas magistraturas políticas. Durante su consulado en el año 63 a.C., descubrió la Conjuración de Catilina, lo que lo catapultó a la fama. Sin embargo, años después fue desterrado de Roma por ejecutar a los cómplices de Catilina. Durante la guerra civil entre César y Pompeyo, apoyó a este último, pero fue perdonado por César. Cicerón fue un homo novus, es decir, logró acceder a la magistratura sin pertenecer a una familia aristocrática.

Entre las obras de Cicerón se encuentran discursos de tipo jurídico y político. Destacan las Catilinarias, una serie de cuatro discursos en los que defiende a la República de un intento de conspiración liderado por Catilina, y las Filípicas, una serie de 14 discursos redactados tras la muerte de César para organizar una resistencia contra las intenciones de Antonio de convertirse en un nuevo dictador sucesor de César. También escribió tratados de retórica y tratados político-filosóficos, en los que combinó doctrinas y teorías de diferentes escuelas filosóficas como el platonismo, estoicismo y escepticismo. Algunas de sus obras más conocidas son De republica, donde se discute cuál es la mejor forma de gobierno, y De legibus, donde sostiene la existencia de una ley moral natural. Además, escribió cartas a su amigo Ático, a sus parientes y amigos, y a su hermano Quinto.

La ciudad romana

La ciudad romana estaba rodeada por una muralla y su trazado urbano se establecía con cierta regularidad, siguiendo el modelo etrusco y helenístico. En el centro se encontraba el foro, donde se construían los edificios más importantes como la curia (para las asambleas del Senado) y el pretorio (desde donde se gobernaba).

Las puertas de entrada a la ciudad se encontraban en las salidas del cardo y del decumanus, y solían estar flanqueadas por dos torres con estancias donde se situaba la guardia. Las gradas del teatro romano estaban divididas en tres partes: ima, media y summa cavea, y los espectadores se ubicaban en ellas según su clase social.

El anfiteatro romano, similar al teatro, estaba destinado al combate de los gladiadores y se dividía en arena, cávea o grada y una estructura subterránea bajo la arena. Por otro lado, el circo romano era el lugar destinado a las carreras y otras conmemoraciones del Imperio. Por último, la domus romana era la vivienda habitual de las familias romanas, con estancias como el atrio, el tablinum, el triclinium, los cubicula, la cocina y los baños.

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