Población mediana mundial

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TEMA 1. EL CONTEXTO TEÓRICO DE LA ANTROPOLOGÍA ECONÓMICA

1.1. RESUMEN DE LOS PROBLEMAS CENTRALES

  • Dificultades para aislar la categoría de lo económico:

La configuración ideológica de los problemas.

Holismo y especialidades antropológícas.

  • Noción de incrustación.

Paralelismo entre sistemas incrustados (embedded), hecho social total y holismo.

  • La falsa dicotomía de los procesos globales y locales.

Las intersecciones de los pueblos «sin historia» con los "históricos».

1.2. GUIA DE LECTURAS

Uno de los presupuestos fundamentales de la Antropología Económica, que comparten las distintas orientaciones teóricas, es la consideración de que la Economía no es un fenómeno independiente o aislado del resto de las instituciones sociales. La importancia radical del concepto de incrustación (embedded) de Polanyi no se basa en que establezca la conexión de partes interdependientes de un sistema, sino en su formulación de que antes del sistema de mercado no existían formas institucionales específicas que se pudiesen denominar económicas. La economía está incrustada en la sociedad. No pertenece a una esfera aislada.

1.3. TEXTOS DE ESTUDIO

  • Paz Moreno Feliu: Presentación (GMS)

MAUSS y POLANYI

Los dos pioneros de las teorías de la reciprocidad, Mauss y Polanyi, caracterizaron las complejas relaciones sociales en las que se insertan no sólo como propias de las culturas «primitivas», sino como opuestas a las sociedades capitalistas modernas en dos frentes fundamentales, que son los que habitualmente marcan la especificidad de las relaciones reciprocas: 1) relaciones sociales frente al contrato 2) relaciones sociales entre las personas y los bienes frente a las mercancías.

En la oposición con el capitalismo que establecen tanto Mauss (El Ensayo sobre el Don) como Polanyi (La Gran Transformación), ambos autores plantean una doble vertiente: la utilización de la comparación entre otras sociedades y la suya propia y la relación entre el rechazo (en términos morales-políticos) del sistema capitalista y cuáles habían sido las bases y las consecuencias sociales de este sistema.

Es significativo el hecho de que para Mauss no resultase problemático establecer un vínculo directo entre el análisis del don en las sociedades «primitivas» y arcaicas y el proyecto político-moral de revitalizar este mismo tipo de relaciones, que han persistido, incluso en la Europa de los años veinte. Una parte importante de nuestra moral y de nuestra vida se ha estacionado en esa misma atmósfera, mezcla de dones, obligaciones y de libertad. «Felizmente no está todavía todo clasificado en términos de compra y venta... Tenemos otras morales además de la del mercader» (Ensayo).

A partir de aquí, Mauss defiende una nueva moral fundada en el respeto mutuo y en la generosidad recíproca, proponiendo diversas medidas a fin de asegurar la redistribución de la riqueza amasada: adopción de una legislación de seguridad social (contra el paro, la enfermedad, la vejez), creación de cajas de seguridad social en las empresas, medidas para limitar la especulación y la usura y el desarrollo de la solidaridad cooperativa. Para ello no hay sino que regresar a «la alegría de donar en público, el placer de gastar generosamente en las artes, las satisfacciones de la hospitalidad y de las fiestas privadas o públicas... ». 

Todas esas medidas (que se pueden ver como políticas, pero también como fundamento moral de la política), surgen de una concepción de la reciprocidad como valor moral.

Esta doble concepción de la moral está presente en toda la obra de Mauss. Por una parte, la moral se confunde con lo social cuando analiza el papel que como fundamento de la sociedad tenía el «triángulo de las normas» (jurídicas, morales y religiosas). Por otra, cuando considera los mismos fundamentos en la sociedad moderna sin religión, el socialismo se convierte en uno de los aglutinantes de la sociedad. Mauss propone que la reciprocidad como valor puede servir como argamasa de las relaciones sociales.

De esta forma; la primera formulación del constructo teórico concreto sobre la reciprocidad es al mismo tiempo un valor moral a rescatar y reinventar para construir la sociedad socialista del futuro.

Muy distinta es la posición de Polanyi, queestablece la comparación partiendo de la discontinuidad radical entre el capitalismo y el resto de las sociedades conocidas: los fenómenos económicos, que para nosotros están separados del resto de la sociedad, en las otras, están incrustados en las instituciones. Esta discontinuidad, supone una ruptura con la linealidad evolutiva de Mauss.

Polanyi parte de la tesis de que si el sistema de mercado es excepcional y fruto de una nueva forma de pensar característica de una sociedad concreta, consecuentemente, las elaboraciones teóricas para describir este utópico sistema son también excepcionales, y, por tanto, no se pueden aplicar universalmente. Polanyi aparece así como el principal exponente del «substantivismo».

Polanyi rechaza explícitamente el capitalismo por sus efectos destructores para con la sociedad y el medio ambiente, lo que explica, en parte, su actualidad entre los ecosocialistas y los críticos de la globalización. 

1. El rechazo: fundamentos morales

El campo de la moral impregna el contenido del análisis de Polanyi. Su rechazo de la utopía liberal parte de su percepción del capitalismo como destructor de la sociedad y, en especial, de la destrucción de las relaciones no sujetas al contrato que son precisamente las que forman el tejido social de cualquier cultura: la comunidad de la aldea, la familia, la antigua forma de posesión de la tierra, las costumbres y normas que sostenían la vida dentro de un marco cultural".

Para Polanyi, su deber como analista es descubrir el papel cambiante de la economía en las sociedades, no proponer soluciones. Cuando la sociedad se ve amenazada por el efecto destructor del mercado, es la propia sociedad la que «espontáneamente» asume su autodefensa. Para Polanyi, «el socialismo es esencialmente la tendencia inherente en una civilización industrial a rebasar el mercado autorregulador, subordinándolo conscientemente a una sociedad democrática».

Desde la perspectiva de Polanyi, una moral individualista carecería de sentido, o sería una distorsión ligada a la atomización que, precisamente, es una de las consecuencias destructoras del capitalismo. La libertad sería un territorio de negociación situado entre la supremacía de la ley y la conciencia de los ciudadanos: su papel oscilaría entre lograr la armonía entre la disciplina social necesaria y los derechos y libertades individuales.

2. El rechazo: fundamentos analíticos

Polanyi escribió La Gran Transformación para explicar el por qué de la II Guerra Mundial, mostrando que la gran transformación que se estaba viviendo, era el fin de una época que se había distinguido por una ideología única: la que estableció a la economía como un sistema separado y autónomo del resto de las instituciones sociales y que gravitaba sobre el mercado como mecanismo institucional definido.

Globalmente la innovación había consistido en una nueva forma de pensar la sociedad: una serie de fenómenos sociales que siempre se habían considerado como inmersos en las relaciones sociales existentes (ecológicas, familiares, políticas, jurídicas o morales) se disociaron del resto de la sociedad, constituyéndose en una esfera aislada, distinta y determinante del resto de la sociedad.

La economía, su modelo de hombre -el individuo- y la idea de ganancia como norma explícita de actuación, son el fruto innovador de una concepción utópica que se define institucionalmente mediante la existencia del mercado autorregulador para el que todo se convierte en mercancía, incluso aquello que no lo había sido nunca en ninguna época ni en ninguna sociedad conocida: el trabajo, la tierra y el dinero.

Los estragos del molino satánico: las tres mercancías ficticias

Polanyi denomina molino satánico a los mecanismos, transformaciones y consecuencias sociales de aplicar políticas basadas en este credo. Para él, este sistema surge del uso de la ficción de que todo deviene en mercancías, incluso aquellos elementos que como el trabajo (producto de relaciones sociales), la tierra (que relaciona las sociedades humanas con la naturaleza), el dinero (relaciones inter e intra societales) son parte de una amplísima gama de relaciones entre las sociedades y el medio ambiente.

Una de las consecuencias de considerar mercancías a estos tres elementos es la reducción a términos de contrato de todas aquellas relaciones no contractuales, que son el fundamento de una sociedad. Por ello, su tratamiento como mercancías no hace sino poner en marcha un mecanismo destructor de la sociedad.

El doble movimiento

Por «doble movimiento» Polanyi entiende la puesta en marcha de dos principios organizativos en la sociedad, cada uno con fines y medios institucionales específicos.

  • El principio del liberalismo económico cuyo fin institucional es el establecimiento del mercado auto-regulador. Las fuerzas sociales que lo pusieron en marcha, fueron las clases mercantiles aliadas con el gobierno. Sus métodos, el laissez faire y el libre cambio.
  • Un principio de protección de la sociedad (autodefensa) frente a los efectos destructivos del liberalismo económico. Su pretensión es la conservación del hombre y de la naturaleza y de la organización productiva que el otro principio destruye.

El análisis de cómo se produjo este innovador proceso que aisló por primera vez la esfera económica del resto de las instituciones sociales se resume en la tesis que Polanyi denomina «del doble movimiento»: Según Polanyi, el laissez faire se abrió camino merced a la intervención estatal continua y planificada, mientras que la respuesta contra el mercado autorregulador a partir de 1860, fue una autodefensa realista, pragmática y espontánea de la sociedad.

La incrustación y las formas de integración

La idea misma de economía, que Polanyi mantiene es una excepcionalidad de occidente, es reciente. En otras sociedades (históricas y primitivas) lo que llamamos fenómenos económicos no se distinguen de otros fenómenos sociales. Se encuentran dispersos e incrustados en el tejido social. El significado del término incrustado es la falta de distinción, y tal y como lo utilizaba Polanyi es un modo gráfico de explicar, no que el parentesco y la producción estén inextricablemente relacionados, sino que están institucionalmente indiferenciados. Esta idea de incrustación, en cierto sentido, puede verse pareja a la consideración de Mauss del don como hecho social total.

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  • Paz Moreno Feliu: Introducción (Addenda)

LA ANTROPOLOGIA ECONÓMICA: ENCUENTROS y DESENCUENTROS

El campo de estudio de la Antropología Económica se caracteriza por haber librado durante los años sesenta y setenta una batalla entre formalistas y substantivistas: «Los formalistas dicen que la economía es el estudio de la alocación de recursos escasos a fines alternativos. Es decir, es el estudio del economizar, o el modo en el que la gente maximiza las satisfacciones personales. Los economistas poseen teorías acerca de cómo la gente hace esto, dicen los formalistas, y no hay ninguna razón para pensar que estas teorías no son lo suficientemente generales como para no ser aplicables al estudio de sociedades no occidentales»... «No, replican los substantivistas, la teoría económica se basa en el estudio de las economías de mercado en las que ambas partes que intervienen en una transacción intentan maximizar el beneficio, y esto no ocurre en las sociedades no occidentales, por tanto la teoría no es lo suficientemente general y no se puede aplicar a sociedades no occidentales. Debemos estudiar las configuraciones únicas de las sociedades no occidentales, esto es, sus instituciones. El objeto de la Antropología económica es el estudio de las instituciones que proveen las necesidades materiales para la existencia humana».

Hoy en día, muy pocos autores se encuadrarían en uno de los dos campos. Las posturas teóricas se han ampliado.

Sugerir que la Antropología Económica data de los años cuarenta es a lo sumo exacto desde el punto de vista del reconocimiento de la especialidad en el mundo académico, pero no desde el de los problemas planteados. Veamos alguna de las corrientes intelectuales omitidas, las mistificaciones a que dieron lugar y la forma en que se han subsanado por las nuevas corrientes teóricas de Antropología Económica.

  • Uno de los problemas más importantes planteados a finales del XIX e ignorados después fue el del tipo de propiedad de los bienes de capital (privada vrs comunal), el origen de la desigualdad y su relación con los agrupamientos familiares, temas abordados ya en la obra de Morgan que basó su distinción entre la SOCIETAS («sociedad primitiva») y la CIVITAS («sociedad civilizada») en las relaciones de propiedad imperantes en cada una de ellas. En parte por motivos ideológicos (entre ellos la recogida de las ideas de Morgan por Marx y Engels y su formulación del «comunismo primitivo»), pero también por el rechazo global al evolucionismo, esta problemática dejó de ser tratada sistemáticamente en Antropología durante años, y no se considera crucial en el debate entre formalistas y substantivistas. La reintroducción posterior de estos problemas es fruto tanto del interés de antropólogas feministas por la desigualdad entre los géneros, como del de las diversas corrientes más o menos inspiradas en Marx que surgieron a partir de los años sesenta.
  • Al igual que ocurrió con Morgan, Marx y Engels, otro «padre» de las ciencias sociales ignorado durante las décadas centrales del siglo pasado fue Max Weber, primer autor de una distinción entre el significado formal y substantivo de Economía.

Más allá de la polémica

Un problema subyacente al planteamiento de los problemas y a las discusiones teóricas es que la demarcación de los campos de estudio en torno a los que se configura la especialidad de la Antropología Económica es muy dispar.

Tal variedad de temas y niveles de análisis crea serias dificultades para delimitar el campo de estudio, o al menos para distinguir los niveles micro y macro, aunque esta variedad de perspectivas es en gran parte consecuencia del hecho de que la Antropología tiene una concepción holista, que pretende establecer las interrelaciones presentes e históricas entre fenómenos tales como la configuración ideológica de una sociedad dada, la adaptación al medio, la organización de la subsistencia, el sistema del parentesco, las relaciones recíprocas o el ejercicio del poder, la organización económica o la religión, porque en muchos casos están incrustadas en el tejido social y ninguno de estos campos pertenece a una esfera autónoma.

Los trabajos de campo y la Antropología Económica

La evolución histórica de los sujetos que ha estudiado la Antropología muestra, como pauta estructural, un acercamiento a nuestra propia cultura a partir del estudio de las más distantes. A partir de los años cincuenta-sesenta la Antropología incorpora a su estudio lo medianamente lejano y distinto: las sociedades «tradicionales», lo «diferente y atrasado» en nuestro propio entorno, concebidos ilusoriamente como «otros» en toda su pureza. Hoy en día, ha penetrado en el campo antropológico lo más característico de nosotros mismos: estudios urbanos, de etnicidad, de género, de las ideologías del trabajo, la economía sumergida o la globalización.

Esta evolución y ampliación del objeto de estudio ha supuesto un cambio no sólo de la percepción de lo «diferente» sino también de las técnicas de investigación. El sentido del trabajo de campo, desarrollado para estudiar sociedades sin escritura, se altera notablemente al aplicarlo a sociedades que cuentan con varios siglos de registros escritos. Podemos señalar algunos de los cambios que este desarrollo ha introducido en los trabajos de campo y en el surgimiento de nuevas formulaciones teóricas:

  • Técnicas de investigación tradicionales. La observación participante ya no es la fuente de datos exclusiva: el trabajo de campo va precedido, acompañado y complementado por el uso de métodos, técnicas y estrategias de investigación provenientes de otras ciencias sociales.
  • Carácter holista. La antropología al estudiar otras sociedades mediante la observación participante siempre había establecido interrelaciones entre las diversas instituciones de la sociedad que se contemplaron de manera global. Al estudiar una sociedad moderna, una de cuyas características ideológicas es una visión atomista de las diversas instituciones, los estudios de antropología siguen indagando qué es lo que esta concepción nos oculta de nosotros mismos.
  • Tamaño de las unidades de análisis y de observación. En el campo concreto de la Antropología Económica, las unidades de estudio y análisis siempre son más amplias sincrónica y diacrónicamente que las unidades de observación: aunque se estudie una comunidad campesina relativamente aislada, este aislamiento siempre será relativo por las relaciones de dependencia con el exterior, por el flujo recíproco con otras comunidades, por sus relaciones con los mercados a los que vende los productos, etc.

Principales paradigmas de la Antropología Económica

La Antropología económica se asentó plenamente como especialidad académica después de la II Guerra Mundial. 

El hecho de que los principales problemas tomasen corpus en torno a los años cincuenta supuso que durante varios años gran parte de las formulaciones teóricas (ya fuesen a favor en contra) estuviesen dominadas por las ideas de K. Polanyi, que parte del hecho de que la sociedad occidental moderna es la única de las conocidas que considera la Economía como una esfera independiente y autónoma del resto de las instituciones sociales.

Es decir, partiendo de una concepción comparativa, Polanyi considera que la sociedad occidental posee una cultura peculiar y que la idea de Economía misma es una novedad propia de ella, pero desconocida en otras sociedades: los fenómenos económicos que para nosotros representan un campo delimitado, una esfera singular de instituciones especializadas dentro de nuestra sociedad, en las otras están incrustadas (embedded) en las instituciones sociales. Según Polanyi, la Economía, su modelo de hombre -el individuo- y la idea de ganancia como norma de actuación son el fruto innovador de una concepción utópica que se define institucionalmente mediante la existencia del sistema de mercado autorregulador para el que todo se convierte en mercancía, incluso aquello que no lo había sido nunca en otras sociedades: el trabajo, la tierra y el dinero.

La difusión que alcanzaron los trabajos de Polanyi a partir de 1957 generó la polémica entre partidarios y detractores de sus tesis. Una polémica giraba en torno a una doble discusión: la aplicabilidad universal de la teoría económica y la universalidad del llamado principio de escasez.

Caso de estudio: Fuenterrabía (País Vasco)

Monografía sobre la historia agrícola y económica de este municipio, de D. Greenwood, que muestra cómo, en un periodo de 49 años, la demanda de productos agrícolas ha convertido a los caseríos, de unidades de producción orientadas a la autosuficiencia, en empresas altamente rentables mientras que ha disminuido el número de habitantes rurales, el número de caseríos habitados y la extensión de tierra cultivada. Greenwood señala que la industrialización y el turismo que han generado la rentabilidad agrícola provocan paradójicamente la desaparición de la agricultura debido a tres causas fundamentales: 1) la mayor parte de los jóvenes abandonan los caseríos y la agricultura y prefieren trabajar en industrias y comercios a pesar de estar mucho peor pagados; 2) la alta demanda de productos agrícolas ha generado la aparición de empresas agrícolas que operan a gran escala y en competencia con los agricultores y 3) el turismo y la especulación han puesto la tierra fuera del alcance de los caseríos.

Greenwood muestra que como en Fuenterrabia es más rentable el trabajo agrícola que el fabril y urbano, una explicación «formalista» no es de utilidad. Por ello, recurre al análisis de factores culturales tales como la organización interna de los grupos domésticos, el sistema de herencias y la penetración de la ideología urbana sobre la dignidad del trabajo, el desprestigio de la agricultura como actividad, y la concepción de que «el campo no tiene futuro». En unión del cambio ideológico y de la complejidad de los procesos de toma de decisión económica, la falta de independencia de los herederos es una de las causas fundamentales que explican el abandono de los caseríos por parte de las nuevas generaciones.

Las conclusiones del estudio de Fuenterrabía muestran cómo una perspectiva «formal» de elección racional, no es suficiente para explicar las complejas causas que hacen preferir un trabajo menos rentable.

Se concluye que las variables utilizadas por formalistas y substantivistas han de ser yuxtapuestas o articuladas. A conclusiones similares llegaron muchos otros estudios empíricos, a las que habría que añadir aportaciones o nuevos planteamientos de problemas procedentes de la ecología cultural, el marxismo estructural, o posteriormente los estudios de género. A pesar del eclecticismo dominante, y de que las delimitaciones o fronteras entre ellos son bastante fluidas, hay elementos que nos permiten trazar tres corrientes diferenciadas:

1. Orientación culturalista. Han recogido muchas de las aportaciones generales de los ecólogos culturales, lo cual se ha visto acompañado por un nuevo planteamiento del estudio de la producción, desde el ámbito de la composición de los grupos domésticos, pero no han abandonado el estudio de las instituciones más ligadas a la distribución (intercambio y mercados).

El antropólogo francés L. Dumont, en paralelo al propio Polanyi, considera que la economía es una configuración ideológica de nuestra propia sociedad. Dumont, entroncando así con la obra de Polanyi, se propuso estudiar las distintas variantes de la ideología moderna, rastreando la aparición de sus dos elementos específicos y distintivos: el individuo como valor y la economía como esfera autónoma del resto de las instituciones sociales. El individuo moderno, caracterizado como trabajador y propietario, surge en esta nueva esfera económica.

Ambos son consecuencia de un proceso peculiar que tuvo lugar en Europa, donde a partir de una configuración holista en la que lo religioso, lo político, lo moral y lo económico eran socialmente inseparables se independizó una esfera política de la religiosa, y, posteriormente, la economía constituyó una esfera autónoma de lo político y de lo moral. La ideología moderna significa una discontinuidad radical entre la nuestra y otras sociedades conocidas. Tal discontinuidad, según Dumont, debe ser el eje a partir del cual la antropología establezca comparaciones, tanto con otras sociedades como con los contrastes en la nuestra entre la configuración ideológica y lo que ésta nos oculta en el plano de la realidad.

2. Estudiosos de la teoría de toma de decisión. Muestran, como los antiguos formalistas, una clara preferencia por analizar las teorías de la elección racional, tomando como punto de partida la conducta del productor individual, pero no descuidan los aspectos institucionales, ni el contexto global de las economías. Han incorporado también ciertos estudios de los ecólogos culturales, a partir del análisis de variables tales como la fertilidad del suelo, el crecimiento demográfico, el sistema de asentamiento o las técnicas de producción que subyacen o causan sistemas de racionalidad.

Estudio de caso: El Paso (Costa Rica)

Peggy Barlett ha analizado los procesos de toma de decisión en los diversos estratos socio-económicos de la comunidad (agricultores sin tierras, herederos, y propietarios pequeños, medios y grandes) mostrando cómo estos están ligados a un macronivel en el que se hace evidente la dependencia de los pasanos del resto de las fuerzas nacionales e internacionales que inciden directamente (nueva tecnología, créditos agrícolas, etc.) en la estructura de sus decisiones agrícolas.

Por último P. Barlett sitúa sus datos en el más amplio contexto de la problemática general del desarrollo en los Países del Tercer Mundo, mostrando las dificultades globales existentes.

3. Antropología marxista. A partir de los años setenta se pueden identificar en el campo de la Antropología económica dos corrientes diferentes que suponen desarrollos más o menos ortodoxos dentro del marxismo: por una parte, el marxismo estructural, y por otra, las teorías sobre el sistema mundo. Sin embargo, la mayor parte de los estudios, a partir de los años ochenta, muestran una clara preferencia en utilizar el término Economía Política, etiqueta que no es sinónima de marxismo, sino que bajo ella se agrupan autores influidos por otras perspectivas dentro y fuera del marxismo, como son el interés de los estudios feministas en analizar el género en las unidades domésticas, por diversas perspectivas de la ecología cultural, etc.

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  • Louis Dumont: Fragmento de Homo Aequalis

TEXTO 1: Dificultades para definir la economía.

Se empieza por observar que en apariencia no es fácil definir lo económico. Es difícil proponer una definición que sea universalmente aceptada.

La dificultad de la definición se ve acrecentada desde un punto de vista comparativo. Así, los antropólogos tienen una fuerte tendencia a identificar en todas las sociedades un aspecto económico, ¿pero dónde empieza y dónde termina?. En el pasado reciente dos tendencias se han enfrentado. La tendencia «formalista» define lo económico por su concepto y pretende aplicar a las sociedades no modernas sus propias concepciones de los usos alternativos de recursos escasos, de la maximización de la ganancia, etc. La tendencia «sustantiva» alega que tal actitud destruye lo que es realmente la economía como dato objetivo universal, a grandes rasgos las formas y los medios de subsistencia de los hombres. (...) Karl Polanyi tomó la segunda posición, añadiendo que por oposición a nosotros las otras sociedades no han segregado los aspectos económicos, que en ellas se los encuentra únicamente mezclados o incrustados (embedded), en el tejido social.

Un punto sobre el que todo el mundo está de acuerdo, es que para aislar los «fenómenos económicos» el antropólogo debe desgajarlos del tejido en que están insertos. Y bien puede pensarse que es particularmente difícil -y por añadidura vano- separar los aspectos políticos y económicos, puesto que observaremos en nuestra propia cultura la emergencia del punto de vista económico desde el interior del punto de vista político. Distinguir de modo estricto, como algunos proponen, una «antropología política» y una «antropología económica» carece de sentido para el progreso del conocimiento, significa únicamente ceder a la tendencia moderna a una compartimentación y especialización crecientes, mientras que la inspiración antropológica consiste muy por el contrario en re-unir.

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TEXTO 2: Glosario de términos y definiciones de L. Dumont y que pueden ser de utilidad al leer su artículo El valor en los modernos y en los otros (EGM)

Holismo: Ideología que valora la totalidad social e ignora o subordina al individuo humano, lo opuesto a individualismo. Por extensión, una sociología es holista si parte de la sociedad global y no del individuo supuestamente dado de forma independiente.

[Comentario: Su aplicación a la sociología o a la antropología parece retrotraernos a la definición maussiana del hecho social total, o a la percepción de los problemas globalmente, sin posibilidad de comprensión si se separan].

Individualismo: 1) Se denomina individualista, por oposición al holismo, a aquella ideología que valora al individuo. 2) Una vez descubierto que el individualismo en ese sentido es un rasgo principal en la configuración de rasgos que constituye la ideología moderna, designamos esta misma configuración como individualista o como «la ideología individualista» o el «individualismo».

Individuo: En materia de individuo u hombre individual hay que distinguir: 1) el sujeto empírico, muestra indivisible de la especie humana, tal como nos lo encontramos en todas las sociedades. 2) el ser moral, independiente, autónomo y por lo tanto (esencialmente) no social, tal como lo encontramos ante todo en nuestra ideología moderna del hombre y de la sociedad. Esta distinción es indispensable para la sociología.

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  • Eric Wolf: La cultura: ¿Panacea o Problema? (GMS)

En diciembre de 1980, escribí un artículo sobre la situación de la antropología y de los antropólogos, en el que señalaba que la proliferación de especialidades en la disciplina había puesto en entredicho el viejo concepto de cultura, tanto en su sentido de patrimonio exclusivo de la humanidad, como en el del repertorio de artefactos y costumbres distintivas, internamente coherentes y transgeneracionales, que caracterizan a una sociedad dada o a una población portadora de cultura. Traté de explicar que la antropología seguía viva a pesar de que hubiese desaparecido la unanimidad sobre el viejo concepto de cultura. Más tarde, 1982, Kent Flannery presentó una ponencia en la que exponía que sólo apoyándose en el concepto de cultura podía un arqueólogo entender las conexiones entre todos los artefactos excavados en un yacimiento.

Sin embargo, estoy seguro de que los arqueólogos no se contentan con decir que las herramientas, los coprolitos y las varitas ceremoniales que han encontrado en un yacimiento determinado, mantienen una unidad gracias a la cultura; sino que querrán saber cuáles eran las relaciones existentes entre estos elementos. Si se encuentran con un yacimiento Iroqués en la frontera del Niágara, lleno de artefactos de manufactura europea, no se contentarán con decir que estos artefactos son una prueba del contacto entre culturas; sino que les interesará identificar las circunstancias bajo las que se produjo tal distribución de artefactos en ese lugar; querrán saber, en la medida de lo posible, las causas y los avatares de esa transformación. Se inclinarán por investigar las fuerzas políticas y económicas que intervinieron en el proceso, y tendrán en cuenta que estas relaciones no afectaron a la cultura desde el exterior, sino que la transformaron y cambiaron desde dentro. Así que el concepto de cultura no es ninguna panacea; si tiene alguna utilidad, es tan sólo como punto de partida de la investigación. Su valor es metodológico: «busca las conexiones».

No soy el primero que siembra dudas sobre la naturaleza de la integración cultural. Ya Julian Steward distinguió entre las características primarias de una cultura, directamente conectadas con su ecología, y las características secundarias a las que les permitía jugar un papel libre en el análisis, porque no estaban ancladas en la realidad ecológica. Sin embargo, ninguna de estas distinciones y matices afectó en su momento a la consideración general de que la cultura, organizada dentro de una sociedad coherente y delimitada, constituía la propiedad esencial de un pueblo.

Sólo renegando del más mínimo interés por la historia, se puede mantener la noción del primitivo como estático y aislado. Por ejemplo, con tan solo unas gotitas de historia, la sociedad y cultura que llamamos Iroquesa resultaría más problemática y menos asentada que como nos la muestran nuestros libros de antropología. En 1657, los Senecas «contaban con más extranjeros que nativos del país»; en 1659, Lalemant escribió que las Cinco Naciones «son en su mayor parte un mero agregado de diferentes tribus conquistadas» que estaban formados por dos tercios de Algonkinos y de Hurones.

O qué diríamos de los Ojibwa cuando, como ha demostrado Harold Hickerson, no existía tal pueblo antes de la aparición del comercio de pieles. La identidad Ojibwa se desarrolló gradualmente cuando ciertos linajes locales, se unieron según avanzaban hacia el oeste, formando grupos mayores a los que los franceses llamaron «Ojibwa», a partir del nombre de un grupo local. También se podría notar que la concha midé que servía para concentrar y proyectar el poder mágico no es otra que la de cauri del Océano Índico, probablemente, introducida por la Hudson's Bay Company. La agregación de varias poblaciones en el entorno de los Grandes Lagos tuvo mucho que ver con el comercio de pieles, del mismo modo que, en la zona de las Grandes Llanuras y sus alrededores, la transformación de los recolectores y productores de alimentos en pastores de caballos se debió tanto a la demanda de pieles y lenguas de búfalo para los mercaderes de San Luis y a la captura y tráfico de esclavos, como a la llegada del caballo y el rifle. Nuestro argumento no es que los norteamericanos no produjesen materiales culturales distintivos por sí mismos, sino que lo hicieron presionados por las circunstancias, por las restricciones de las nuevas demandas y mercados y por las consecuencias de las nuevas configuraciones políticas.

Se pueden hacer consideraciones muy similares sobre África.

Una extensa literatura antropológica ha usado tales entidades o bien para construir tipologías de los sistemas políticos africanos, o bien para recopilarlas como estadios independientes de una secuencia evolutiva, como si fuesen atemporales, estáticas e independientes de los procesos históricos. Sin embargo, se entenderían mejor como efectos y causas, como agentes y víctimas de procesos de expansión política y económica directamente Vinculados a la presencia europea en África.

Morton Fried o Elman Service, argumentaron que los grupos tribales o las bandas no constituyen ninguna clase de unidad original. Pero yo pretendo ir más lejos, y sostengo que, en la mayoría de los casos, las entidades estudiadas por los antropólogos deben su desarrollo a procesos que se originan en su exterior, lejos de su alcance, que deben su cristalización a estos procesos, participan en ellos y que también ellas, a su vez, afectan a estos desarrollos y procesos. Designaciones tales como Ojibwa, Iroqueses, Chipeweyan, Assiniboin, Cuervos, Piesnegro, Zulu y Tswana se configuraron dentro de un amplio campo social y cultural en el que participaron viajeros, caballerías, comerciantes de esclavos, mercaderes, jesuitas, agentes de la Hudson's Bay Company, y otros. Las «cult-unidades» de la antropología, usando el término de Raoul Naroll (1964), no precedieron a la expansión del comercio y del capitalismo, sino que surgieron y se diferenciaron en el curso de la misma.

Los difusionistas hacían hincapié en las formas culturales, pero, con notables excepciones fallaron en recalcar cómo, mediante el uso de esas formas, la gente se relaciona entre sí ecológica, económica, social, política e ideológicamente.

Quizás deberíamos abandonar la idea de una coherencia orgánica o automática de la cultura y considerar que una cultura, cualquier cultura, en palabras de Kroeber (1948) es «una acomodación de partes específicas, que en gran medida son partes en flujo constante, y que se ajustan de modo más o menos factible». Dicho en otras palabras, ni las sociedades ni las culturas deberían darse por supuestas, como si estuvieran configuradas por una esencia interna, una organización fundamental o un plan magistral, sino que las series culturales y las series de series están continuamente en construcción, desconstrucción y reconstrucción, bajo el impacto de múltiples procesos que afectan a varios campos de conexiones sociales y culturales.

Estos procesos y estas conexiones son ecológicos, económicos, sociales y políticos, pero también incluyen el pensamiento y la comunicación.

La construcción, deconstrucción y reconstrucción de las series culturales también implica la construcción y reconstrucción de ideologías y las relaciones ideológicas, al igual que las ecológicas, económicas, sociales y políticas, transcienden fronteras. Una vez que nos adentramos en formaciones sociales complejas, utilizamos el término «civilización» para designar amplísimas zonas de interacción cultural, caracterizadas por la elaboración y la forma piramidal de significaciones y connotaciones.

Por tanto, en lugar de unidades claramente delimitadas, aisladas y estáticas, debemos enfrentamos a campos de relaciones en cuyo interior las series culturales se agrupan y se desmantelan.

Creo que los humanos se ocupan del mundo natural no solo mediante las fuerzas de producción -herramientas, técnicas, organización y la organización del trabajo- sino también mediante relaciones sociales estratégicas que rigen la movilización del trabajo social. En palabras de Marx: «En el proceso de producción, los seres humanos trabajan no solo a partir de la naturaleza, sino también a partir de unos y otros. Entran en relaciones definidas y conexiones entre sí y sólo dentro de estas conexiones y relaciones sociales se influye efectivamente en la naturaleza».

Ocuparse del mundo natural es social: siempre implica a seres humanos relacionados entre sí; y esta ocupación y estas relaciones precisan siempre de la cabeza y de las manos, simultáneamente. Aunque, superficialmente, las relaciones no sean evidentes; deben ser analizadas.

El modo tributario de movilizar el trabajo social está gobernado por relaciones sociales en las que el excedente extraído de los productores primarios pasa a manos de una élite captadora de tributos. El modo se rige por el poder y sus operaciones se ven afectadas por el grado de concentración o dispersión del poder.

Por último, bajo las relaciones capitalistas de movilización del trabajo social, como mostró Marx, los capitalistas, dueños de los medios de producción, compran la fuerza de trabajo de unos trabajadores que han sido apartados de sus propios medios de producción y dependen de los salarios para su subsistencia. Una vez más, existen variaciones entre las formaciones sociales capitalistas o constelaciones, pero el modelo marxiano deriva su poder explicativo de su capacidad para entenderlas como transformaciones de unas en otras.

Estos modos de movilización social del trabajo, sin embargo, no son sólo ecológicos (en el sentido de que rigen la relación humana con la naturaleza a través de la organización social), sino que también imparten una dirección característica, una fuerza vectorial, a la formación y propagación de ideas. Así, las operaciones del modo basado en el parentesco generan derechos sobre los recursos y servicios y la apropiación de estos recursos y servicios entre demandantes rivales dentro y entre los grupos. Pero la ascendencia y la afinidad, la herencia y la alianza no pueden postularse sin recurrir a la comprensión simbólica de lo que une y distingue al grupo de parientes y de lo que une y distingue las categorías de consanguíneos y afines. En la raíz del parentesco se encuentra el tabú del incesto, «un fenómeno que tiene las características distintivas tanto de la naturaleza como de su contradicción teórica, la cultura».

Si el modo regido por el parentesco depende vitalmente de la comprensión simbólica de quién es y quién no, un pariente, el modo tributario depende del ejercicio del poder. A su vez, el poder depende de asunciones sobre quién puede tomar de quién. El ejercicio del poder implica distinciones simbólicas entre los que cogen el tributo y los que lo pagan, además de una comprensión simbólica de lo que les mantiene unidos. Es característico de estos sistemas que la élite que coge los tributos se adjudique prerrogativas especiales, debido a sus atributos imaginarios -«sangre azul», descendencia de los dioses- y asigne a estos atributos un papel clave en el mantenimiento de la jerarquía de la naturaleza, ya se conciba la jerarquía como la Gran Cadena del Ser, la Estructura Celestial o las superimpuestas purezas e impurezas de la casta. A su vez las relaciones capitalistas están entrelazas con nociones del individuo libre, capaz y deseoso de establecer relaciones contractuales con otros. Estas nociones del individuo como un agente libre se conjugan con sus variantes, con el concepto del contrato social, de la sociedad como producto de la interacción entre los ego y los alter, del mercado de mercancías e ideas, o del terreno político como si estuviese constituido por el continúo plebiscito de los votantes individuales.

En estos conceptos y en los grupos de significados asociados con ellos percibimos un fenómeno común: la contradicción real subyacente a cada uno de los modos se desplaza o se proyecta sobre una pantalla imaginaria de creencias y rituales. El sistema basado en el parentesco puede asignar derechos a través de la descendencia y de la afinidad, pero en el propio proceso surgen oposiciones y contradicciones entre la naturaleza y la cultura, el género y la edad, lo comunal de la sustancia compartida y la hostilidad de las diferencias «substanciales». Estas oposiciones y contradicciones alimentan el mito, pero, como ha argumentado Lévi-Strauss, el mito no puede resolver las contradicciones si, como sucede, éstas son reales.

En el modo tributario las relaciones de poder rigen el mundo real, pero las relaciones imaginarias de la jerarquía estructuran el terreno imaginario del orden mundial. Simultáneamente estos modos de soberanía nunca son totalmente dominantes. En cada caso, surgen modelos alternativos para desafiar la visión del mundo hegemónica, incluída la posibilidad, bosquejada en el mito fundacional Azteca, de que si los reyes y nobles no logran ganar el derecho a gobernar a causa de su derrota en la batalla, sus súbditos tendrían el derecho legítimo de sacrificarlos y comérselos en lugar de que ocurra a la inversa.

De este modo los modelos jerárquicos generados por el modo tributario siempre producen modelos y concepciones alternativos. Sin embargo, estas alternativas operan dentro de la misma tipología de ideas que el modelo que rechazan. En todas ellas el interés central se traslada del nexo real del poder a la preocupación por la justicia o por el «derecho a vivir»; del funcionamiento del modo de producción al problema de la legitimidad y de la corrección en el pensamiento y en la conducta humana. Substituyen la economía política por una «economía moral», una forma ideológica de representar a los humanos.

Bajo la tutela de las relaciones capitalistas, la ficción de que la fuerza de trabajo humana es una mercancía como cualquier otra, producida para venderse en los mercados, crea el vector ideacional del «fetichismo de la mercancía». Se conceptualiza a los individuos como vendedores de bienes, ideas y votos y se considera que la sociedad es un contrato mantenido por las estrategias sociales de los individuos, de las empresas y de los grupos sociales.

Según esta perspectiva, gran parte de lo que los antropólogos han denominado «cultura» es «ideología en construcción», «racionalizaciones», cuyo desarrollo busca dotar a la existencia práctica cotidiana de una dirección imaginaria de una resolución ficticia. Si adoptamos esta perspectiva, sin embargo, estaremos abocados a reconsiderar y reformular nuestra comprensión de la cultura. La construcción, la reconstrucción y la destrucción culturales son procesos en curso que siempre tienen lugar dentro de campos históricos más amplios. Estos campos están configurados, a su vez, por el funcionamiento de los modos de movilización social del trabajo y por los conflictos que se generan interna y externamente, dentro de y entre las constelaciones sociales. En estos funcionamientos y en los conflictos a que dan lugar, la construcción y la destrucción de la ideología juega un papel primordial. Las formas y los grupos de formas culturales toman parte en este proceso, pero comprender su significado nos obliga a ir más allá del nivel de su significado aparente. Debemos llegar a entenderlos como constructos humanos que encarnan las fuerzas generadas por el modo subyacente de movilización social del trabajo. Ni son estáticos ni están formados para siempre, sino que al encamar las tensiones del modo imperante, están sujetos a procesos continuos de organización y desmembramiento social.

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TEMA 2. PRIMERAS PERSPECTIVAS TEÓRICAS

El contexto socio-histórico en que se plantean los primeros problemas. La cambiante imagen de los “primitivos”: ¿Rousseau, Hobbes o Robinson Crusoe? El evolucionismo del XIX. Los pueblos de los “estadios inferiores”. Morgan, Marx, Engels y el origen de la desigualdad. Las formaciones económicas precapitalistas. El modo de producción asiático.

2.1. RESUMEN DE PROBLEMAS CENTRALES

  • Imágenes de los primitivos como habitantes del «estado de naturaleza». Distintas concepciones ilustradas.
  • Los evolucionistas, la idea de progreso, y los habitantes de los estadios inferiores.
  • Marx, el origen de la desigualdad y el Modo de Producción Asiático.

2.2. TEXTOS DE ESTUDIO

El objetivo de este tema es contextualizar cómo se plantearon los problemas dentro de las distintas perspectivas de la Antropología naciente. Por ello, más que un tratamiento específico dentro de los textos recomendados en esta asignatura, se deberá repasar los libros de historia de la Antropología.

2.3. GUIA DE LECTURAS

¿Puede deducirse de los escritos de Marx una teoría general sobre todo tipo de sociedades, incluidas las que no son (o han sido) capitalistas?. Creemos que la respuesta es negativa, ya que el interés fundamental de Marx era estudiar la sociedad capitalista moderna. Sin embargo, su interés por la génesis del capitalismo le llevó a plantearse la construcción de dicha sociedad y las formas que la precedieron en los términos de su época: el evolucionismo. Marx caracteriza varios modos de producción: los que podemos considerar la prehistoria del capital (esclavismo-feudalismo-burguesía) tal y como se desarrolló en Europa; y otros entre los que destaca la formulación (nunca precisa) de un modo de producción asiático, que parece apuntar que Marx no seguía estrictamente las pautas unilineales y eurocéntricas del evolucionismo de la época. El problema de las «sociedades primitivas» no fue abordado seriamente por Marx hasta después de su lectura de Morgan, y de sus anotaciones no puede deducirse un todo coherente ni cabe deducir una teoría general.

2.4. TEXTOS COMPLEMENTARIOS

TEXTO 1: Roger BARTRA (1997): El salvaje artificial: Robinson Crusoe o el salvaje arrepentido.

En el siglo XVIII la historia del hombre salvaje se inaugura con un misterio. ¿Por qué el personaje mítico más representativo del nuevo homo economicus capitalista es presentado como un ser reducido a un mero estado de naturaleza, es decir, como un solitario homo sylvestris? Me refiero a Robinson Crusoe, el personaje de la novela de Daniel Defoe publicada en 1719. El héroe que encarna la ética económica burguesa, como sugiere Max Weber, es un infatigable trabajador, sobrio y eficiente, que construye en la isla desierta una gran empresa basada exclusivamente en su esfuerzo personal. Para llegar a ser el modelo ascético del homo economicus Robinson Crusoe ha debido antes pasar por una conversión al cristianismo. Lo verdaderamente inquietante es que Daniel Defoe decide colocar a su héroe en un estado de naturaleza para que, a partir de su condición salvaje, se produzca la conversión religiosa e inicie el penoso trabajo de sobrevivir en las adversas condiciones de una isla desolada. No se trata de un retorno a una feliz edad de oro, ni de una condición primitiva de la que pueda escapar gracias a las luces naturales de la razón (ya que sólo la supera mediante una conversión mística). Cuando llega a la isla es una bestia que desconoce la existencia de Dios y además se ve obligado a adaptarse a una vida primitiva y salvaje. En ningún momento de su existencia Robinson se ve enfrentado a tomar decisiones racionales: es un ser entregado totalmente a la divina providencia, ya sea inconscientemente (antes de su conversión) o plenamente consciente de ello (después de su delirio místico). Todos los tripulantes de su nave perecen ahogados, excepto él, pues la providencia lo ha elegido para llevarlo a una isla desierta. Es el castigo que merece por sus pecados. Hay aquí una peculiar inversión: nuestro Adán capitalista es una bestia pecadora e irreflexiva a quien la providencia expulsa de la sociedad para hacerlo naufragar en un extraño paraíso. Allí vivirá una existencia melancólica, pues Dios -en lugar de reintegrado a la sociedad y a su familia- lo castiga obligándolo a vivir en una isla deshabitada: es decir, reduciéndolo a un estado natural.

Pero el estado natural en que cae Crusoe no sólo es un castigo: es también y sobre todo una prueba. Es casi un experimento para probar el temple del hombre puritano que ha sido colocado en el papel incómodo de un hombre salvaje. En esta situación, Robinson Crusoe, sorpresivamente, no se convierte en un sumiso monje, sino que renace para exaltar su individualidad y su autonomía, transformado en un verdadero empresario salvaje. La prueba ha consistido en experimentar una condición salvaje sin caer en el salvajismo (...).

Como ha explicado Ian Watt, Robinson Crusoe encarna los valores prototípicos del capitalismo naciente y se convierte en uno de los grandes mitos de la civilización occidental. Representa la exaltación del individualismo económico, es un llamado a descubrir nuevas tierras para colonizar y convertir a los pueblos caníbales que los habitan. Sin embargo, Robinson Crusoe encarna también una contradicción: el extremo individualismo que representa, y que es simbolizado por el estado natural de su existencia solitaria en la isla, implica una ruptura tajante con la vida social civilizada y una caída en el estado de bestialidad salvaje característico del homo sylvaticus. Sin embargo, como subraya Watt, Crusoe no sólo no sufre una degeneración salvaje, sino que alcanza su plena realización individual como dueño absoluto de las condiciones de producción económicas. Robinson Crusoe organiza toda su vida con la mentalidad de un contable que calcula débitos y haberes, tiempos de trabajo, esfuerzos y cantidades; trata todo lo que tiene relación con él, desde los objetos hasta las ideas, con la meticulosidad de quien debe asignar precios a las mercancías. Vive como un hombre salvaje del desierto pero se comporta como un capitalista londinense.

Esta paradoja se explica en parte por el hecho de que Robinson Crusoe simboliza la exaltación del individualismo. Esta explicación, de corte weberiano, nos ayuda a iluminar la función del ascetismo burgués puritano como una forma del espíritu del capitalismo. Pero nos oscurece otra dimensión de la paradoja: la soledad fue uno de los malestares culturales más dolorosos que se ligaron, desde sus orígenes, a la civilización burguesa (...).

Pero Daniel Defoe, necesariamente, le asigna una función positiva a la soledad, a la que considera remedio y no causa del malestar y del descontento. Estamos ante una contradicción entre la soledad melancólica, que es negativa, y el aislamiento hiperactivo, que tiene resultados positivos. Otra variante de esta contradicción puede observarse en el hecho de que, a pesar de que Crusoe se enfrenta solo y desnudo a la predestinación -que es la responsable de todo cuanto sucede-, el relato se desarrolla como si el náufrago fuera, con su esfuerzo, el responsable del inmenso imperio unipersonal que ha construido en la isla desierta. Esta contradicción permea toda la vida de Robinson Crusoe y, me atrevería a decir, toda la época del capitalismo naciente; es ella la que explica el gran atractivo del mito robinsoniano.

Robinson Crusoe es llevado a una existencia salvaje melancólica porque debe demostrar, en el interior mismo del malestar que quiere combatir, que es posible convertir la necesidad en virtud. Nos demuestra que el homo economicus es capaz de derrotar al homo sylvaticus en su mismo terreno: en el aislamiento de una isla desierta, que no es sino el símbolo de la soledad de todos los hombres en este mundo. En diferentes grados y formas, el profundo sentimiento de soledad individual chocaba con los imperativos de unas tareas mundanas que demandaban, conforme se expandía la economía capitalista, ser cumplidas cada vez con mayor eficiencia. Ciertamente, como propone Weber, el ascetismo intramundano se convirtió en una forma de paliar la contradicción. Pero la contraposición weberiana entre ascetismo intramundano y misticismo escapista es una dicotomía que no siempre expresa las tendencias contradictorias y heterogéneas que se observan a fines de la Edad Media, durante el Renacimiento y en la modernidad temprana.

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TEXTO 2: G. SOFRI (1971) El modo de producción asiático. Extractos del capítulo 2: Las formaciones económicas precapitalistas.

(Marx) Parte del examen de la naturaleza de la sociedad capitalista para sacar algunos conceptos metodológicos fundamentales que son sustancialmente los siguientes: la correspondencia-correlatividad entre fuerzas productivas y relaciones de producción en el modo de producción; la relación entre el trabajador y las condiciones de su trabajo (medios de producción); la relación entre trabajador y no trabajador-usufructuario; la distinción entre relaciones de propiedad y las relaciones de apropiación real; la distinción entre valor de uso y valor de cambio, entre trabajo necesario y superfluo. Pasando de lo concreto (el capital) a lo abstracto (los conceptos metodológicos generales), Marx vuelve a lo concreto, es decir, a las formas precapitalistas, para buscar los modos de existencia de las categorías que el capital le ha dado. Esta investigación le permite descubrir la «genealogía» del capital. (...)

Marx considera que en los orígenes de la historia humana existía una relación ingenua del hombre con la Naturaleza, con la tierra como condición inorgánica de su reproducción, como «laboratorio y almacén de materias primas». Pero esta relación de propiedad no hace referencia al individuo aislado, el cual «no podía tener la propiedad de la tierra, de la misma forma que no podía hablar». La relación del hombre con la tierra es función de su pertenencia a una comunidad, que es la premisa para la apropiación y usufructo del suelo. Esta es la primera de las tres formas originarias de la propiedad de la tierra que Marx distingue y describe: la «propiedad de la comunidad».(..) Marx considera la forma «asiática» como uno de los modos de realización de la propiedad de la comunidad, a pesar de su aspecto más complejo. En otras palabras, la existencia de una forma relativamente elaborada de Estado (el «despotismo oriental»), que posee toda la tierra, no le parece contradictoria con el hecho de que en la base de este tipo de sociedad se encuentre la propiedad colectiva de las tribus (...) La segunda forma es la «primitiva» o «clásica». Marx se refiere a la ciudad griega y a Roma antes del desarrollo de la economía esclavista a gran escala (...). Fruto de la exigencia de conquistar la tierra, o de proteger las conquistas, la guerra es la gran «tarea colectiva» de la comunidad, que se organiza militarmente y concentra sus propios habitáculos en la ciudad. En la base de este ordenamiento social puede instaurarse y florecer, como sucedió en Roma, la esclavitud, gracias a la cual incluso la forma primitiva puede alcanzar un notable desarrollo (...) La tercera forma de propiedad es la «germánica». Aquí el ager publicus «aparece sólo como un complemento de la propiedad individual», en el sentido que cada individuo propietario puede usar en común con los otros miembros de la comunidad los terrenos de caza, pesca, etc. que pertenecen a ella. La unidad económica no es la aldea ni la ciudad, sino la «casa individual». Estas unidades económicas individuales se reúnen sólo ocasionalmente para tareas comunes, «en caso de guerra, de ceremonias religiosas, para administrar justicia, etcétera». (...)

Se puede decir, resumiendo, que dividía las formas precapitalistas en dos grandes grupos. El primero recogía las formas más primitivas, aquellas que estando ya notablemente diferenciadas (en medida y en formas variables) están aún caracterizadas por la persistencia de la comunidad primitiva. Estas son la asiática y sus variantes (la eslava, celta, etc.), la forma primitiva y la germánica. Por el contrario, un segundo grupo está caracterizado por el avasallamiento, en el aspecto de la servidumbre de la gleba o bien el de la simple esclavitud. Aunque Marx no sea completamente claro en este punto, se puede pensar que la esclavitud se ha desarrollado en el seno de la forma primitiva y la servidumbre en la germánica. Ningún indicio autoriza, por el contrario, a creer que según Marx existe una relación de sucesión lógico-histórica entre la sociedad esclavista y la basada en relaciones de servidumbre. En cuanto al capitalismo, puede decirse que constituye un grupo en sí, en la medida en que todas las formas que le preceden constituyen la «prehistoria» del capital. Nace en la disolución de todas las formas precedentes: en particular, históricamente, de las que están fundamentadas en el avasallamiento».

TEMA 3. LOS DOS FRENTES DE LA RUPTURA ANTROPOLÓGICA: MARCEL MAUSS Y KARL POLANYI

El contexto intelectual durkheimiano. Fuentes políticas y etnográficas. Ni Rousseau ni Hobbes: Marcel Mauss y el Ensayo sobre el don. La obligación de dar, de recibir y de devolver regalos. Karl Polanyi: La Gran Transformación. La concepción utópica del liberalismo económico. Las tres mercancías ficticias: trabajo, tierra y mercado. La economía, su modelo de hombre y la idea de ganancia. El concepto de individuo. Mauss y Polanyi como clásicos: convergencias y divergencias. Su presencia cambiante en el planteamiento de los problemas de la Antropología Económica.

3.1. RESUMEN DE PROBLEMAS CENTRALES

- El contexto maussiano. El ensayo sobre el don. Las tres obligaciones.

- Polanyi.

- Mauss y Polanyi: convergencias y divergencias.

3.2. TEXTOS DE ESTUDIO

- Paz Moreno Feliu: Presentación. (EGM) (Ver tema 01).

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- M. Mauss: Ensayo sobre el don. Fragmentos (EGM).

En diversas culturas, los intercambios y los contratos tienen lugar en forma de regalos que, en teoría, son voluntarios, pero que, en realidad, se dan y se devuelven obligatoriamente.

Desde hace años, nuestro interés se ha centrado en estudiar tanto el régimen del derecho contractual, como el sistema de prestaciones económicas entre las diversas secciones o subgrupos de que se componen las llamadas sociedades primitivas. Esto abarca un gran conjunto de hechos muy complejos que se nos muestran entremezclados, y que constituyen la vida propiamente social de las sociedades que han precedido a las nuestras, incluidas las protohistóricas. En estos fenómenos sociales «totales» se manifiestan a la vez todo tipo de instituciones: las religiosas, jurídicas y morales que son políticas y familiares al mismo tiempo; así como las económicas, que suponen formas especiales de producción y consumo, o más bien de prestación y de distribución; sin contar los fenómenos estéticos y los fenómenos morfológicos que caracterizan a estas instituciones.

De todos estos temas queremos tomar en consideración un solo rasgo, profundo pero aislado: el carácter voluntario, por así decirlo, de estas prestaciones que parecen libres y desinteresadas, pero que son obligatorias e interesadas. Estas prestaciones casi siempre han tomado la forma de un regalo dado generosamente, incluso cuando en el gesto que acompaña la transacción, no hay más que ficción, formalismo y farsa social, y cuando, en el fondo, lo que encontramos es obligación e interés económico. ¿Cuál es la norma del derecho y del interés que ha hecho que en las sociedades de tipo arcaico el regalo recibido tenga que ser obligatoriamente devuelto?. ¿Qué poder tiene el objeto que se da que obliga al receptor a devolverlo?. Este es el problema del que nos ocuparemos fundamentalmente.

Así conseguiremos un doble propósito. Por una parte llegaremos a conclusiones de tipo arqueológico, relativas a la naturaleza de las transacciones humanas en las sociedades que nos rodean o que nos han precedido. Describiremos el fenómeno del intercambio y del contrato en sociedades que, en contra de lo que se ha pretendido, no carecen de mercados económicos, ya que el mercado es un fenómeno humano que se produce en todas las sociedades conocidas, aunque el régimen del intercambio sea distinto del nuestro. Estudiaremos el mercado antes de que apareciese la institución del mercader y su principal invento, el dinero propiamente dicho. Veremos cómo funcionaba antes del descubrimiento de las formas de contrato y venta que podríamos considerar modernas (la semítica, la helénica, la helenística y la romana) y antes de que se acuñasen monedas. Asimismo examinaremos la moral y la economía que rige tales transacciones.

Veremos que esta moralidad y esta economía todavía funcionan en nuestra sociedad de forma constante y, por así decirlo, subyacente, y como creemos que hemos encontrado una de los pilares humanos que cimentan nuestra sociedad, podremos deducir varias conclusiones morales relativas a los problemas que nos plantea la crisis de nuestro derecho y de nuestra economía.

La prestación. El don y el potlatch

Parece que no ha existido jamás nada que se parezca a lo que se denomina «Economía Natural».

En la economía y en el derecho que nos han precedido, se constata que en los intercambios simples de bienes, de riquezas y de productos durante una transacción NO son los individuos, sino las colectividades las que se obligan mutuamente, intercambian y contraen obligaciones. Las personas presentes en los contratos son personas morales: clanes, tribus y familias que se enfrentan y se oponen entre sí, ya sea en grupos, cara a cara en el terreno, ya sea representados por sus jefes, o combinando ambas formas.

Lo que intercambian no son exclusivamente bienes y riquezas, cosas útiles económicamente, sino que son, ante todo, cortesías, banquetes, ritos, apoyos militares, mujeres, hijos, danzas o fiestas en las que la transacción no es más que un elemento y en las que la circulación de riqueza es tan sólo uno de los términos de un contrato mucho más general y permanente. Estas prestaciones y contraprestaciones realizadas mediante presentes y regalos, aparecen vinculadas a una forma voluntaria, aunque en el fondo sean rigurosamente obligatorias, so pena de una guerra privada o pública. Proponemos denominarlas sistema de prestaciones totales. El tipo más puro de estas instituciones está representado por la alianza de dos fratrias en las tribus australianas o en las norteamericanas, donde los ritos, los matrimonios, la herencia de bienes, los lazos del derecho y los del interés, los rangos militares y sacerdotales son complementarios y suponen la colaboración de las dos mitades de la tribu.

Entre algunas tribus del noroeste americano aparece una forma muy desarrollada de prestaciones totales, el potlatch. Estas ricas tribus, pasan el invierno celebrando un festival continuo de banquetes, ferias y mercados que son, al mismo tiempo, la asamblea solemne de la tribu. Se trata de una sociedad de rango, organizada en cofradías jerárquicas. Todo -clanes, matrimonios, iniciaciones, sesiones de chamanismo y de culto a los tótem o a los ancestros individuales o colectivos del clan-, se entremezcla en una inextricable red de ritos, de prestaciones jurídicas y económicas, de adscripción de rangos políticos en la sociedad de los hombres, en la tribu, en las confederaciones de tribus e incluso internacionalmente. Lo más remarcable de estas tribus es el principio de rivalidad y de antagonismo que domina todas sus prácticas y que les lleva a desencadenar batallas entre jefes enfrentados. Para eclipsar al jefe rival, que también es un asociado (normalmente un abuelo, un suegro o un yerno), llegan al extremo de realizar una destrucción puramente suntuaria de todas las riquezas acumuladas. Hay prestación total en el sentido de que, mediante el jefe, es todo el clan quien contrata por todos, por todo lo que posee y por todo lo que hacen. Pero, para el jefe esta prestación es esencialmente usuraria y suntuaria y, sobre todo, una lucha de los nobles para establecer una jerarquía entre ellos de la que más tarde se beneficiará el clan. Proponemos reservar el término potlatch para este tipo de institución que podríamos denominar, también, prestaciones totales de tipo agonístico.

Una investigación ha revelado un número considerable de formas intermedias entre los intercambios caracterizados por una rivalidad extrema, con destrucción de riquezas, como los del noroeste americano y de Melanesia y otros donde, los contratantes rivalizan con los regalos: así, también nosotros rivalizamos en nuestros aguinaldos, banquetes, bodas, etc, y nos sentimos obligados a devolverlos.

Este tipo de derecho y de economía contiene diversos temas -reglas e ideas-. El más importante de estos mecanismos espirituales es, claramente, el que obliga a devolver el regalo que se ha recibido y, en general, a ejecutar los contratos reales.....

La obligación de dar y la obligación de recibir

Para entender por completo la institución de la prestación total y del potlatch hay que explicar dos elementos que le son complementarios. La prestación total no supone sólo la obligación de devolver los regalos recibidos. También conlleva otras dos obligaciones tan importantes como la primera: la obligación de dar regalos y la obligación de recibirlos. La teoría completa de estas tres obligaciones del mismo complejo, nos aportará una explicación satisfactoria de esta forma de contrato.

Es fácil encontrar hechos relativos a la obligación de recibir.

La obligación de dar no es menos importante. Tanto negarse a dar, como olvidarse de invitar o como negarse a aceptar, equivale a declarar la guerra, pues es rechazar el vínculo de alianza y de comunión. Se da porque se está forzado a hacerlo, puesto que el receptor posee una especie de derecho de propiedad sobre todo lo que pertenece al donante. Esta propiedad se expresa y se concibe como un vínculo espiritual.

En todo caso hay una correspondencia entre los derechos y deberes a consumir y a retornar y los derechos y deberes a ofrecer y a recibir. Todo este conjunto de derechos y deberes simétricos y contrapuestos cesan de parecer contradictorios si los concebimos como una mezcla de vínculos espirituales entre las cosas, que son hasta cierto punto parte del alma, y entre los individuos y los grupos, que son hasta cierto punto parte de las cosas.

Todas estas instituciones expresan un hecho, un régimen social, una mentalidad concreta: la de que todo, alimentos, mujeres, niños, bienes, talismanes, la tierra, el trabajo, los servicios, los oficios sacerdotales y los rangos, es objeto de transmisión y de balance. Las cosas van y vienen como si entre los clanes y los individuos hubiese un intercambio constante de una materia espiritual, que abarcase a las cosas y a los hombres, repartida entre los rangos, los sexos y las generaciones....

Las tres obligaciones: dar, recibir, devolver

La obligación de dar es la esencia del potlatch. Un jefe debe ofrecer potlatch por sí mismo, por su hijo, por su yerno, por sus muertos, por... Sólo conserva su autoridad sobre su tribu, su aldea, su familia, sólo mantendrá su rango entre los jefes si es capaz de demostrar que está favorecido por los espíritus y por la fortuna, y sólo puede demostrar esta fortuna gastándola, distribuyéndola, humillando a otros. Entre los indios perder el prestigio es perder el alma: es perder el derecho a encarnar un espíritu, a llevar un blasón, un tótem. Es la persona quien realmente se pone en juego, quien se pierde en el potlatch. En todas estas sociedades la gente está ansiosa por dar. No hay ningún instante por ordinario y alejado que esté de las solemnidades en que no se esté obligado a invitar a los amigos, a participar con ellos en los azares de la caza y de la recolección de frutos que vienen de los dioses o de los tótem, en que no se esté obligado a redistribuir todo lo obtenido en un potlatch del que uno se ha beneficiado, en el que no se esté obligado reconocer, mediante regalos, cualquier tipo de servicio, ya proceda de los jefes, de los vasallos o de los parientes, todo ello bajo pena, al menos para los jefes, de violar las reglas de etiqueta y de perder su rango.

La obligación de invitar es evidente cuando se realiza de clan a clan o de tribu a tribu. De hecho, sólo tiene sentido cuando se convida a personas que no pertenecen a la familia, al clan o a la fratría. Hay que invitar a quien puede o desea asistir a la fiesta, al potlatch. Olvidarse de alguien tiene consecuencias funestas (el mito del «Pequeño Nutria»). El potlatch, la distribución de bienes, es el acto fundamental del «reconocimiento» militar, jurídico, económico y religioso en toda la extensión de la palabra.

A veces, el ritual de las fiestas kwakiult y de otras tribus de este grupo expresa el principio de la invitación obligatoria (la Ceremonia de los Perros).

La obligación de recibir no es menos importante. No se tiene derecho a rechazar un don, un potlatch. Se actúa así para mostrar que no se tiene miedo a devolver el regalo y a quedar «chafado» mientras no se devuelva. Al menos entre los kwakiult parece que, en algunos supuestos, se permite rechazar la invitación o un regalo sin que estalle una guerra. El potlatch entonces se convierte en obligatorio para quien lo ha rechazado, debiéndolo hacer más rico. Pero en principio se aceptan y se alaban todos los dones pero, al aceptarlos, uno sabe que se ha comprometido a sí mismo. Al aceptar se está haciendo algo más que beneficiarse de una cosa o de una fiesta: se está aceptando un desafío y quien lo acepta, lo hace porque tiene el convencimiento de que podrá devolverlo, de que podrá demostrar que no es inferior. Abstenerse de dar, como abstenerse de recibir o abstenerse de devolver es degradarse, perder el rango.

La obligación de devolver es la esencia del potlatch. Parecería que ha de devolverse sin condiciones. Pero, normalmente, el potlatch (como todos los regalos) debe devolverse con interés. Si alguien recibe de su jefe una manta por haberle prestado un servicio, le devolverá dos cuando se case alguien de la familia del jefe o en la entronización del hijo del jefe, etc. Si bien es cierto que el jefe, a su vez, le tendrá en cuenta, cuando distribuya todos los bienes que obtenga en los siguientes potlatch en los que los clanes opuestos le devuelvan sus beneficios.

La obligación de devolver con dignidad es imperativa. Se pierde la «cara» para siempre si no se devuelven o no se destruyen los valores equivalentes.

La sanción por incumplir la obligación de devolver es la esclavitud por deudas. El individuo que no ha podido devolver el préstamo o el potlatch, pierde su rango e, incluso, su condición de hombre libre.

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- M. Godelier: 195-197 (EGM).

Acerca de las cosas que se dan, de las cosas que se venden y de las que no hay que vender ni dar sino hay que guardar. Una reevaluación crítica del Ensayo sobre el Don de Marcel Mauss

Nuestro objetivo común como especialistas de las ciencias sociales, es analizar y comprender los diferentes modos de vida y de pensamiento inventados por la humanidad en su historia. Se trata de descubrir las razones de la aparición, de la conservación y de la desaparición de las diferentes formas de sociedad que la humanidad produjo y sigue produciendo. El hombre no vive en sociedad como los otros animales sociales, produce sociedad para vivir.

Para construir una sociedad es necesario que una cierta cantidad de individuos y de grupos se reconozcan una identidad común, estén unidos por relaciones de dependencia material, política, simbólica que hagan que cada uno, hasta cierto punto, contribuya a reproducir a los otros y dependa de los otros para reproducirse, así como también contribuyen a producir un todo que los contiene y que los supera a cada uno por separado. Pero ello no significa que por el juego, por la naturaleza misma de esas relaciones de dependencia recíproca, esos individuos y esos grupos pertenecientes a una misma sociedad no se encuentren divididos entre sí por intereses opuestos y que en ciertos contextos no se opongan violentamente unos a otros.

Las contradicciones y los conflictos forman parte del funcionamiento normal de las sociedades. Y es evidente que no todas las contradicciones se originan en el seno de los grupos sociales sino también fuera de ellos, en las relaciones de fuerza y de dominación que se instauran entre las sociedades, como es el caso actualmente, con la expansión y la dominación mundial del sistema económico y social nacido en Occidente desde hace cuatro siglos, es decir del sistema capitalista.

Precisamente en ese contexto, a partir de los países centrales se difunde en el mundo entero la idea de que «todo es vendible». Por esta razón mi objetivo es reexaminar el lugar del don en las diferentes culturas y mostrar que incluso en las sociedades en las cuales la economía de mercado está más desarrollada existen realidades esenciales que están más allá del mercado.

Al elegir analizar el don, me sitúo en el seno mismo de la antropología y tengo que remitirme al Essai sur le Don, de Marcel Mauss publicado en 1925. Recordemos el contexto de la composición del Ensayo. Se escribe pocos años después del fin de la Primera Guerra Mundial y de la victoria de la revolución bolchevique en Rusia. Mauss, que era socialista, había visitado Rusia, donde se edificaba el poder comunista, y a su regreso se había convertido en opositor al bolchevismo por dos razones: por querer construir una economía que prescindiera del mercado y por recurrir sistemáticamente a la violencia para transformar la sociedad. Pero en el Ensayo sobre el Don, Mauss critica sobre todo al liberalismo, no aceptando que la sociedad se encierre cada vez más en lo que llama «la fría razón del comerciante, del banquero y del capitalista». A modo de precursor diseña, en 1921, un programa «socialdemócrata» en el que pide que el Estado otorgue a los que trabajan la ayuda material y la protección social que el salario no ofrece. Pero Mauss demanda también a los ricos y a los poderosos que muestren la misma generosidad interesada practicada por los jefes melanesios o los nobles kwakiult y que habían igualmente llevado a cabo los jefes celtas o germánicos en el pasado europeo. Porque, después de siglos de cristianismo, pensaba que la «caridad es todavía humillante para quien la recibe».

Hoy, de manera paradójica se retorna a la caridad y de nuevo el don vuelve a ser socialmente necesario. En los países más ricos del planeta, día tras día se excluye de la economía a millones de personas. En estas sociedades en las cuales ganar dinero es la condición sine qua non de la existencia material y social de cada uno, en las que las solidaridades familiares o comunitarias se reducen o desaparecen, en las que el individuo se halla aislado por la sociedad misma, estar excluido de la economía significa estar prácticamente excluido de la sociedad. El Estado, que en Europa tenía un papel importante en la redistribución de las riquezas, toma sus distancias y deja “decidir” al mercado dando a cada uno, según sus medios, la educación, la salud, la protección social, etc. En este nuevo contexto, un renovado interés por la obra de Marcel Mauss se manifestó hace algunos años.

Hacemos una relectura de Mauss, pero constatando que en su obra muchos problemas y muchos hechos mencionados quedaron sin respuesta y no fueron cuestionados ni por él ni por sus comentadores. Entre estos hechos, hay uno mencionado por Mauss pero del que éste no extrae las consecuencias posibles. Se trata del hecho de que, entre los indios kwakiult, los objetos más preciosos eran unas piezas de cobre que jamás entraban a formar parte de los potlatchs. Esas piezas de cobre se consideraban como sagradas y estaban inmovilizadas en los tesoros de los clanes y de las tribus. En otras palabras, al Iado de los objetos preciosos que se pueden dar e incluso vender, existía otra categoría de objetos, los objetos sagrados, que había que conservar. El análisis de este hecho no fue realizado ni por Mauss ni por Lévi-Strauss, para quien toda vida social es intercambio -de mujeres, de bienes y de palabras-, intercambios que son los fundamentos de la economía y de la cultura.

TEMA 4. POLANYI EN AMÉRICA: DEFINICIÓN FORMAL Y SUBSTANTIVA DE LO ECONÓMICO

La polémica entre formalistas y substantivistas. Los substantivistas: ¿Es universal la teoría económica?. La economía como proceso institucionalizado. Las formas de integración La incrustación. Relaciones sociales en las sociedades no capitalistas. Mercados y Economía de Mercado.

Los formalistas: El Homo Oeconomicus. Marginalismo, escasez y maximización. Aplicación de modelos marginalistas a sociedades sin mercado. Discrepancias entre la postura teórica y los trabajos empíricos.

4.1. RESUMEN DE LOS PROBLEMAS CENTRALES

- Orientación substantivista: Definición formal y substantiva de Economía.

La Economía como un proceso institucionalizado. Las formas de integración económicas. La noción de incrustación y las relaciones economía-sociedad antes de la existencia de la Economía de Mercado.

- Orientación formalista: Definición de Economía. El Horno Economicus.

Marginalismo, escasez y maximización. Aplicación de la orientación marginalista a las sociedades sin Mercado.

- La polémica: textos fundamentales

4.2. GUIA DE LECTURAS

La orientación substantiva está directamente asociada a la obra de K. Polanyi que, ya en 1944, había definido los conceptos de reciprocidad y redistribución con la necesidad de existencia de instituciones simétricas y centrales.

La definición de «economía» dada por el economista L. Robbins en 1932 (la economía es la ciencia que estudia la conducta humana como una relación entre fines y medios escasos que tienen usos alternativos), es aceptada unánimemente por los formalistas, que, en contra de la impresión que puede dar la polémica no son ni una «escuela», ni un cuerpo unitario, encontrándose entre ellos posturas muy variadas.

Ya en 1953 Sol Tax había observado que los conceptos económicos formales se aplicaban mejor cuando las formas económicas eran similares a las occidentales. La presencia poderosa en todo el mundo del sistema de Economía de Mercado, ha alterado (y asimilado) otras formas económicas. Los artículos de L. Joy y de P. S. Cohen, 1957, son una buena introducción al debate porque revisan el dogmatismo subyacente de algunas posturas «economicistas», y recalcan la importancia que deberían tener los análisis sociales.

En el artículo de J. Bennet y D. Kanel, se señalan muchas de las limitaciones de los estudios formales al tomar en cuenta al productor individual sin considerar las modificaciones institucionales.

4.2. TEXTOS DE ESTUDIO

K. Polanyi: El sistema económico como proceso institucionalizado: pp. 233-246 (EGM)

Nuestro propósito fundamental en este capítulo es determinar qué significado coherente puede darse al término «económico» en todas las ciencias sociales.

Todos los esfuerzos dirigidos en este sentido debieran comenzar reconociendo que, al referirse a las actividades humanas, el término «económico» está compuesto de dos significados que tienen raíces independientes.

  • El significado substantivo de «económico» deriva de que el hombre depende, para su subsistencia, de la naturaleza y de sus semejantes. Se refiere al intercambio con el medio ambiente natural y social, en la medida en que este intercambio tiene como resultado proporcionarle medios para su necesaria satisfacción material.
  • El significado «formal» de económico deriva del carácter lógico de la relación medios-fines. Se refiere a la concreta situación de la elección entre los distintos usos de los medios, cuando éstos son insuficientes.

Si denominamos lógica de la acción racional a las reglas que determinan la elección de los medios, podemos denominar a esta variante de la lógica como «economía formal».

Los dos significados raíces de «económico», el substantivo y el formal, no tienen nada en común. El significado formal implica un conjunto de reglas relativas a la elección entre los usos alternativos de los medios insuficientes. El significado substantivo no implica elección ni insuficiencia de los medios; la subsistencia humana puede implicar o no la necesidad de elección, y si hay elección, no necesariamente tiene que deberse al efecto limitador de la «escasez» de los medios. En un caso se trata de las leyes del entendimiento; en el otro, de las leyes de la naturaleza. Los dos significados no pueden ser más distintos; semánticamente se sitúan en sentidos opuestos de la intencionalidad.

Nuestra propuesta es que solamente el significado substantivo de «económico» puede producir los conceptos que necesitan las ciencias sociales para la investigación de todos los sistemas económicos empíricos del pasado y del presente. El entramado general de referencias que vamos a dedicamos a construir exige, por tanto, un tratamiento del objeto de estudio en términos substantivos. El concepto habitual de económico funde los significados de «subsistencia» y «escasez» de económico, sin la conciencia de los peligros que conlleva para un entendimiento correcto lo que implica esta fusión.

Por tanto, su fusión en un solo concepto ha sido una peste para una exacta metodología de las ciencias sociales. El empleo sin discernimiento del concepto compuesto favorece una identificación artificial de la economía en su forma mercantil. El pensamiento social ha sufrido esta restricción cada vez que abordaba la economía.

Comenzaremos con un examen más atento de los conceptos derivados de los dos significados de «económico», primero por el formal y pasando luego al significado substantivo. Entonces debe quedar demostrado que es posible describir los sistemas económicos empíricos sean primitivos o arcaicos según la forma en que está instituido el proceso económico. Las tres instituciones, el comercio, el dinero y el mercado, anteriormente han sido definidas sólo en términos formales; y al hacerlo así se excluía cualquier aproximación que no fuera la de mercado. Su tratamiento en términos substantivos debe, pues, acercamos más al deseado entramado universal de referencias.

EL SIGNIFICADO FORMAL Y EL SIGNIFICADO SUBSTANTIVO DE ECONÓMICO

Examinemos los conceptos formales empezando por la manera en que la lógica de la acción racional produce la economía formal y luego, a su vez, da lugar al análisis económico.

La acción racional se define aquí como la elección de los medios en relación con los fines. Los medios son cualquier cosa que sea adecuada para servir a un fin, sea en virtud de las leyes de la naturaleza o en virtud de las reglas del juego. Así, «racional» no se refiere a los fines ni a los medios, sino más bien a la relación de los medios con los fines. Cualquiera que sea el fin, lo racional es escoger medios en concordancia con él; y con respecto a los medios, no es racional actuar con ningún otro criterio más que con aquel en que uno cree.

La lógica de la acción racional se aplica, pues, a todos los medios y fines que abarcan la casi infinita variedad de los intereses humanos.

Suponiendo que la elección sea inducida por la insuficiencia de medios, la lógica de la acción racional se convierte en esa variante de la teoría de la elección que hemos denominado economía formal. Ésta sigue estando lógicamente no relacionada con el concepto de economía (o ahorro) humana, pero ha avanzado un paso en esta dirección. La economía formal se refiere a una situación de elección que se plantea a partir de la insuficiencia de los medios. Éste es el postulado llamado «escasez». Requiere, en primer lugar, insuficiencia de medios; en segundo lugar, que la elección sea inducida por la insuficiencia. Para que la insuficiencia induzca la elección debe existir más de un uso de los medios, así como fines jerarquizados, es decir, por lo menos dos fines clasificados en orden de preferencia. Ambas condiciones son fácticas.

En cualquier caso, la abundancia de medios, en vez de disminuir las dificultades de la elección, más bien las aumenta. Por supuesto, la escasez puede presentarse o no presentarse en casi todos los campos de la acción racional.

El análisis económico. Esta disciplina es el resultado de la aplicación de la economía formal a un sistema económico concreto, el sistema de mercado. Se consigue mediante la generalización del sistema de producción de precios del mercado. Todos los bienes y servicios, incluyendo la utilización del trabajo, la tierra y el capital, están a la venta en los mercados y, por tanto, tienen un precio; todas las formas de ingreso derivan de la venta de bienes y servicios: salarios, rentas e intereses, respectivamente, sólo aparecen como diferentes casos de precios de acuerdo con los artículos que se venden. La introducción general del poder de compra como medio de adquisición convierte al proceso de cumplir las exigencias en una asignación de los medios escasos a usos alternativos, a saber, el dinero. De donde se deduce que tanto las condiciones de elección como sus consecuencias son cuantificables en forma de precios. Puede afirmarse que, concentrándose en los precios como el hecho económico por excelencia, el método de aproximación formal ofrece una descripción total del sistema económico en cuanto determinado por las elecciones inducidas por una insuficiencia de medios. Los instrumentos conceptuales mediante los cuales se realiza esto constituyen la disciplina del análisis económico.

De ahí se deducen los límites dentro de los cuales puede demostrarse efectivo el análisis económico. La utilización del significado formal denota que el sistema económico es una secuencia de actos dirigidos al ahorro, es decir, de elecciones inducidas por situaciones de escasez. Puesto que las reglas que determinan tales actos son universales, el que estas normas puedan aplicarse a un concreto sistema económico depende de si tal sistema económico consiste, de hecho, en una secuencia de tales actos. Para producir resultados cuantitativos, los movimientos de asignación y de apropiación, de que consta el proceso económico, deben presentarse aquí como funciones de las acciones sociales con respecto a los medios insuficientes y orientadas por los precios resultantes. Tal situación sólo se da en un sistema de mercado.

Fuera del sistema de mercados formadores de precio, el análisis económico pierde la mayor parte de su relevancia como método de investigación del funcionamiento del sistema económico. Un sistema económico de planificación central, que se basa en precios no creados por el mercado, constituye un ejemplo bien conocido.

El origen del concepto substantivo es el sistema económico empírico. Puede resumirse como el proceso instituido de interacción entre el hombre y su medio ambiente, que tiene como consecuencia un continuo abastecimiento de los medios materiales para satisfacer las necesidades. La satisfacción de la necesidad es «material» si implica la utilización de medios materiales para cumplir sus fines; en el caso de un concreto tipo de necesidades fisiológicas, como la comida o el abrigo, sólo incluye el uso de los llamados servicios.

El sistema económico es, pues, un proceso institucionalizado. Dos conceptos sobresalen: el de «proceso» y el de su «institucionalización».

«Proceso» sugiere un análisis en términos de movimiento. Los movimientos se refieren a cambios de localización o a cambios de apropiación o bien a ambos. Estas dos clases de movimientos agotan la posibilidad que comprende el proceso económico en cuanto fenómeno natural y social.

Los movimientos de localización incluyen la producción, junto con el transporte, para la que el traslado espacial del objeto es igualmente esencial. Los bienes son de orden inferior o de orden superior, según la forma de su utilidad desde el punto de vista del consumidor. Este «orden de los bienes» contrapone los bienes del consumidor a los bienes del productor, según satisfagan directamente las necesidades o sólo lo hagan indirectamente, en combinación con otros bienes. Este tipo de movimiento de los elementos representa algo esencial del sistema económico en el sentido substantivo del término, a saber, la producción.

El movimiento de apropiación determina tanto lo que generalmente se denomina la circulación de los bienes como su administración. En el primer caso, el movimiento de apropiación es el resultado de una transacción; en el segundo caso, de la disposición. En consecuencia, la transacción es un movimiento de apropiación que ocurre entre «manos»; la disposición es un acto unilateral de la mano al que -por la fuerza de la costumbre o de la ley- se le atribuyen concretos efectos de apropiación. El término «mano» se utiliza aquí para denotar cargos y organismos públicos así como a las personas o firmas privadas, siendo la diferencia entre ellos, sobre todo, una cuestión de organización interna.

Las actividades sociales, en la medida en que forman parte del proceso, pueden denominarse económicas; las instituciones se denominan así en la medida en que contienen una concentración de tales actividades; todos los componentes que forman parte del proceso pueden considerarse elementos económicos. Estos elementos pueden agruparse convenientemente en ecológicos, tecnológicos o societales según pertenezcan fundamentalmente al medio ambiente natural, al equipamiento mecánico o al marco humano.

Sin embargo, ese proceso económico no alcanzaría toda su plena realidad si se presenta reducido a una interacción mecánica, biológica y psicológica de elementos. No contendría más que el esqueleto de los procesos de producción y transporte, así como de los adecuados cambios.

De ahí la trascendental importancia del aspecto institucional de la economía. Lo que ocurre entre el hombre y la tierra al cavar una parcela o lo que ocurre en la cadena de montaje en la fabricación de un automóvil es, prima facie, un mero vaivén de movimientos humanos y no humanos. Desde el punto de vista institucional se trata de una mera relación de términos como trabajo y capital, oficio y sindicato, retraso y aceleración, la extensión de los riesgos y otras unidades semánticas del contexto social. La elección entre capitalismo y socialismo, por ejemplo, se refiere a dos formas distintas de instituir la moderna tecnología en el proceso de producción. A nivel político, también, la industrialización de los países subdesarrollados implica, por una parte, alternativas técnicas; por otra, métodos alternativos de instituirlas. Nuestra distinción conceptual es vital para cualquier comprensión de la interdependencia de la tecnología y las instituciones, así como para su relativa independencia.

La institucionalización del proceso económico dota al proceso de unidad y estabilidad; crea una estructura con una función determinada en la sociedad; traslada el lugar del proceso en la sociedad, añadiendo de este modo significación a su historia; centra el interés en los valores, los motivos y la política. Unidad y estabilidad, estructura y función, historia y política deletrean de forma operacional el contenido de nuestra afirmación de que el sistema económico humano es un proceso institucionalizado.

La economía humana, pues, está incrustada y enredada en instituciones económicas y no económicas. La inclusión de lo no económico es vital. Pues la religión o el gobierno pueden ser tan importantes para la estructura y el funcionamiento de la economía como las instituciones monetarias o la disponibilidad de herramientas y máquinas que aligeren el trabajo de la mano de obra.

RECIPROCIDAD, REDISTRIBUCIÓN E INTERCAMBIO

El estudio de cómo están instituidas las economías empíricas debe comenzar por la manera en que la economía adquiere unidad y estabilidad, es decir, por la interdependencia y recurrencia de sus partes. Esto se logra mediante una combinación de muy pocos modelos, que pueden denominarse formas de integración. Puesto que se presentan unos junto a otros en distintos niveles y en distintos sectores de la economía, muchas veces es imposible seleccionar uno de ellos como dominante.

Empíricamente encontramos que las principales pautas son la reciprocidad, la redistribución y el intercambio.

  • La reciprocidad denota movimientos entre puntos correlativos de agrupamientos simétricos dispuestos;
  • la redistribución designa los movimientos de apropiación hacia un centro y luego hacia e exterior, y depende de la presencia en alguna medida de centralidad en el agrupamiento
  • el intercambio hace referencia aquí a movimientos de ida y vuelta en un sentido y en el contrario que tienen lugar entre «manos» en el sistema de mercado. Con objeto de producir integración, el intercambio precisa de un sistema de mercados que formen los precios.

Estos distintos modelos de integración presuponen apoyos institucionales concretos.

Una aclaración. Los términos reciprocidad, redistribución e intercambio, suelen utilizarse para denotar interrelaciones personales. Superficialmente, pues, podría parecer que las formas de integración simplemente reflejan agregados de las respectivas formas de comportamiento individual. Si esto fuera así, nuestras pautas de integración no serían verdaderamente más que un simple agregado de formas en correspondencia con el comportamiento a nivel personal. Pero hemos insistido en que el efecto integrador estaba condicionado a la presencia de determinados dispositivos institucionales, como las organizaciones asimétricas, los puntos centrales y los sistemas de mercado, respectivamente. El hecho significativo es que los simples agregados de comportamientos personales en cuestión no crean por sí solos tales estructuras. El comportamiento recíproco entre individuos sólo integra la economía si se dan estructuras simétricamente organizadas, como en un sistema simétrico de grupos de parentesco. Pero un sistema de parentesco nunca aparece como simple resultado de un comportamiento recíproco a nivel personal. De manera similar, por lo que toca a la redistribución. Esta presupone la existencia de un centro distribuidor en la comunidad, y sin embargo la organización y validación de tal centro no se produce simplemente como consecuencia de numerosos actos de compartir las cosas entre los individuos. Por último, lo mismo es cierto para el sistema de mercado. Los actos de intercambio a nivel personal sólo producen precios si ocurren en un sistema de formación de precios por el mercado, una organización institucional que en ninguna parte ha sido creada por meros actos de intercambio realizados al azar. Superficialmente, la pauta institucional puede parecer resultado de una acumulación de la correspondiente clase de comportamiento individual, pero los elementos vitales de organización y validación son proporcionados necesariamente por un tipo de comportamiento completamente distinto.

Malinowski, en 1925, remitiéndose a Thurnwald, predijo que la reciprocidad socialmente relevante se encontraría normalmente basada en formas simétricas de organización social básica. Su propia descripción del sistema de parentesco trobriandés, así como del comercio kula, lo confirma. Esta orientación fue seguida por ese mismo autor, cuando consideró que la simetría era simplemente una de las varias pautas institucionales posibles. Luego añadió a la reciprocidad la redistribución y el intercambio como otras formas de integración; de manera similar, añadió a la simetría la focalidad (o centralidad) y el mercado, como otras pautas institucionales. De ahí provienen las formas de integración y pautas estructurales e institucionales que nosotros propugnamos.

Esto debe ayudar a explicar por qué, en la esfera económica, es tan frecuente que la conducta interpersonal no tenga los esperados efectos en ausencia de unas concretas precondiciones institucionalizadas. Sólo en un entorno simétricamente organizado producirá el comportamiento recíproco instituciones económicas de alguna importancia; sólo donde se han creado centros distribuidores, los actos individuales de compartición y reparto producirán una economía redistributiva; y sólo en presencia de un sistema de formación de precios por medio del mercado, los actos individuales de intercambio tendrán como consecuencia unos precios fluctuantes que integren la economía. En otros casos, tales trueques resultarán ineficaces y por tanto tenderán a no producirse.

Volvamos a nuestras formas de integración.

Un grupo que deliberadamente emprende la organización de sus relaciones económicas sobre bases de reciprocidad para llevar a cabo su propósito, puede dividirse en subgrupos de miembros correspondientes, los cuales puedan identificarse entre sí como tales. Los miembros del grupo A podrán entonces establecer relaciones de reciprocidad con sus correspondientes del grupo B, y viceversa. Pero la simetría no se limita a la dualidad. Tres, cuatro o más grupos pueden ser simétricos con respecto a dos o más ejes,...

Aristóteles enseñó que a todo tipo de comunidad (koinonia) corresponde un tipo de buena voluntad (philia) entre sus miembros que se manifiesta en forma de reciprocidad (antipeponthos). Esto era cierto para comunidades más permanentes como las familias, las tribus o las ciudades-Estado. Cuanto más estrechamente se sientan atraídos los miembros de la comunidad, más general será la tendencia entre ellos a desarrollar actitudes recíprocas. El parentesco, la vecindad o el totem pertenecen a las agrupaciones más permanentes y globales; dentro de su círculo, las asociaciones voluntarias o semivoluntarias de carácter militar, vocacional, religioso o social crean situaciones en las que se forman agrupaciones simétricas cuyos miembros practican la reciprocidad en alguna de sus formas.

La reciprocidad, como forma de integración, gana fuerza en gran medida gracias a su capacidad de utilizar tanto la redistribución como el intercambio a manera de métodos subordinados. Así, en las economías sin mercado estas dos formas de integración, la reciprocidad y la redistribución, suelen de hecho presentarse juntas.

La redistribución se consigue, dentro de un grupo, en la medida en que la asignación de los bienes se reúna en una mano y tenga lugar en virtud de la costumbre, la ley o una decisión central ad hoc. La redistribución se presenta por muchas razones, en todos los niveles de civilización, desde la tribu cazadora primitiva hasta los grandes sistemas de almacenamiento de Egipto, Sumeria, Babilonia y Perú. En el caso de la caza, cualquier otro método de distribución conduce a la desintegración de la horda o banda, puesto que en este caso sólo la «división del trabajo» puede asegurar los resultados; una redistribución del poder de compra puede ser valiosa en sí misma, es decir, para los propósitos que exigen los ideales sociales de los modernos Estados del bienestar. El principio sigue siendo el mismo: reunir y re distribuir desde un centro.

La redistribución también es apta para integrar grupos a todos los niveles y en todos los grados de permanencia, desde el mismo Estado hasta unidades de carácter transitorio. También aquí, como en el caso de la reciprocidad, cuanto más estrechamente esté entretejida la unidad abarcadora, más variadas serán las subdivisiones en que pueda operar con eficacia la redistribución.

El intercambio, para poder servir de forma de integración, requiere un sistema de mercados formadores de precios. Por tanto, deben distinguirse tres clases de intercambios: el movimiento meramente físico de «cambio de lugar» entre manos (intercambio operacional); los movimientos apropiativos de intercambio, con una equivalencia fija (intercambio basado en un acuerdo previo), y los que tienen lugar con una equivalencia negociada o contractual (intercambio integrador). En la medida en que se trate de intercambio fijo, el sistema económico está integrado por factores que fijan esa equivalencia, que no son propios del mecanismo del mercado. Incluso los mercados formadores de precios sólo son integradores si están vinculados en un sistema que tiende a extender el efecto de los precios a otros mercados distintos de los directamente afectados.

Con razón, el regateo ha sido reconocido como la esencia del comportamiento negociado o contractual. Para que el intercambio pueda ser integrador, el comportamiento de las partes debe estar dirigido hacia la determinación de un precio que sea lo más favorable posible para cada una de ellas. El intercambio a precios fijos no implica otra cosa que beneficio para las dos partes que intervienen en la decisión de intercambiar; el intercambio a precios fluctuantes tiene como objetivo un beneficio que sólo puede conseguirse con una actitud que implica una clara relación de antagonismo entre las partes intervinientes. Ninguna comunidad que desee proteger la solidaridad entre sus miembros puede permitir que crezca una hostilidad latente sobre un asunto tan vital para la existencia animal como el alimento y que, por tanto, es capaz de crear ansiedad y tensión. De ahí la prohibición universal de hacer transacciones de naturaleza lucrativa en lo referente a comida y materias comestibles en la sociedad primitiva y arcaica. La misma prohibición muy extendida del regateo a propósito de los víveres automáticamente evita la existencia de mercados formadores de precios en el ámbito de las instituciones primitivas.

Resultan esclarecedoras las agrupaciones tradicionales de los sistemas económicos cuando más o menos se aproximan a una clasificación según las formas dominantes de integración. Eso que a los historiadores suelen denominar «sistemas económicos» parece encajar perfectamente en este modelo. En ellos, el predominio de una forma de integración se identifica con el grado en que abarca la tierra y el trabajo de la sociedad. La llamada sociedad bárbara se caracteriza por la integración de la tierra y el trabajo en el sistema económico por medio de los lazos de parentesco. En la sociedad feudal, los vínculos de lealtad determinan el destino de la tierra y del trabajo que va asociado a ella. En los imperios basados en grandes obras de irrigación, eran el templo y el palacio quienes en gran medida distribuían la tierra y el trabajo. La aparición del mercado como fuerza dominante del sistema económico puede rastrearse observando la amplitud con que la tierra y los alimentos se movilizaban mediante los intercambios y el trabajo se convertía en una mercancía que se podía adquirir libremente en el mercado. Esto puede ayudar a explicar la relevancia de la teoría históricamente insostenible que distingue tres etapas (esclavitud, servidumbre y trabajo asalariado), tradicional del marxismo, que se origina de la convicción de que el carácter de la economía está determinado por la situación en la que se encuentra la fuerza de trabajo.

En cualquier caso, las formas de integración no representan «etapas» de desarrollo. No implican ningún orden temporal. Las sociedades tribales practican la reciprocidad y la redistribución, mientras que las sociedades arcaicas son fundamentalmente redistributivas, aunque puedan dejar algún espacio al intercambio. La redistribución, el método dominante en la sociedad tribal y arcaica, junto a la cual el intercambio sólo juega un papel menor, llegó a tener una gran importancia en el imperio romano tardío y actualmente está ganando terreno en algunos Estados industriales modernos. La Unión Soviética es un ejemplo extremo. Y a su vez, a lo largo de la historia humana los mercados han desempeñado en numerosas ocasiones un papel en la economía, aunque nunca a escala territorial ni con una plasmación institucional comparable a la del siglo diecinueve. No obstante, también aquí se percibe un cambio. En nuestro siglo, con el colapso del patrón oro, comienza una recesión del papel mundial del mercado si se compara con su apogeo durante el siglo diecinueve, un cambio de tendencia que incidentalmente nos devuelve a nuestro punto de partida, a saber, a la creciente inadecuación de nuestras limitadas definiciones del mercado cuando se trata de aplicar el estudio del científico social al campo de la economía.

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4.4. TEXTOS COMPLEMENTARIOS

TEXTO 1. Los Formalistas. Fragmento del artículo de R. BURLING (1962) Teorías de Maximización y el estudio de la Antropología Económica.

La economía es el estudio de la asignación de los medios escasos a objetivos múltiples, o más ampliamente «la ciencia que estudia el comportamiento humano como una relación entre fines y medios escasos que tienen usos alternativos» (Robbins, 1935). Muchos antropólogos que se han ocupado de los problemas económicos han utilizado definiciones similares.

Robbins señala que no hay problema económico si se dispone de medios ilimitados para alcanzar una meta y, además, no tenemos que economizar si algo no tiene usos alternativos. «Cuando el tiempo y los medios para alcanzar los fines son limitados, y susceptibles de una aplicación alternativa, y los fines pueden diferenciarse en orden de importancia, entonces el comportamiento necesariamente asume la forma de elección». La unidad de la ciencia económica se encuentra en la forma que asume el comportamiento humano para disponer de los medios escasos. Puesto que virtualmente disponemos de medios escasos en todo lo que hacemos, en esta concepción la economía se centra en un aspecto particular del comportamiento y no en cierta clase de comportamiento (Robbins, 1935). La mujer que organiza su trabajo doméstico, el hombre que reparte su tiempo entre la familia y el club, el niño que decide si jugar al béisbol o con la cometa, el líder político que... están adoptando decisiones «económicas», tanto si el dinero tiene que ver como si no con su elección, y tanto si se ocupan o no de objetos «materiales». Las implicaciones de agarrarse al aspecto «economizador» del comportamiento, como aspecto central de los estudios de economía, tienen mucha más amplitud de lo que a veces se ha comprendido. Si todo comportamiento que implica asignación es económico, entonces la relación de la madre con su hijo tiene tanto aspecto económico, como la relación de un patrono con su trabajador a sueldo. El aspecto económico del comportamiento -la elección y la asignación de los medios escasos, incluidos el tiempo y la energía y no sólo la moneda- está presente en todo este comportamiento. Desde este punto de vista, todos los grupos tienen un aspecto económico.

Es posible observar a la sociedad como una colección de individuos cuya misma acción implica una elección consciente o inconsciente entre medios alternativos para fines alternativos. Los fines son las metas del individuo coloreadas por los valores de su sociedad hacia las cuales intenta avanzar. Aquí pueden incluirse el prestigio, el amor, el ocio e incluso el dinero. Los medios son las capacidades técnicas y el conocimiento a su disposición, incluyendo capacidades como la oratoria o la resistencia en la caza, así como el conocimiento técnico en cuanto tal. No hay técnicas específicamente económicas ni metas económicas. Lo económico es únicamente la relación entre fines y medios, la manera en que un individuo manipula sus recursos técnicos para conseguir sus objetivos.

Ahora bien, estrictamente hablando, dado un conjunto de capacidades técnicas y conocimientos y dado un conjunto de fines o valores escalonados, sólo existe una forma que sea la mejor forma de utilizar los unos para alcanzar los otros. El economista no suele interesarse ni por los fines ni por los medios en sí mismos, sino por la forma en que se manipulan los medios para alcanzar los fines, y sobre todo se interesa por el funcionamiento de la forma más eficiente posible de alcanzar determinados fines, dados los medios. En este punto es posible que los economistas manifiesten su falta de interés por la economía de los pueblos primitivos, puesto que, presumiblemente, el procedimiento más económico no es diferente para un primitivo que para cualquier otro, teniendo en cuenta que tanto los fines como los medios pueden ser distintos en otra sociedad que en la nuestra.

Polanyi y sus seguidores argumentan que los mercados formadores de precios sólo se encuentran en un segmento limitado de la historia humana. Parecen concluir que, por esta razón, es difícil estudiar la adopción de elecciones en otras sociedades. Sin embargo, puede que merezca la pena examinar la adopción de elecciones incluso en sociedades donde están ausentes la moneda y los mercados formadores de precios. Presumiblemente, los primitivos no son ni más ni menos racionales que nosotros, aunque pueden utilizar distintas instituciones a través de las cuales manifestar su racionalidad. Desde luego, el sistema de precios regulados por el mercado no puede estudiarse en ausencia del mercado regulador de precios, pero puede que siga siendo útil estudiar el cálculo racionalizador. Donde las dotes son importantes o se exige el precio de la novia, la suma a pagar puede ser cuestión de un cuidadoso regateo. El precio total de la novia puede depender de la deseabilidad de la muchacha, por las razones que fueren. Los casos de disminución o aumento de la cantidad de ganado disponible para el precio de la novia (por enfermedad u otros motivos) muestran que el precio también depende del abastecimiento de ganado. Parece razonable sugerir que determinadas características de nuestro sistema de mercado que se conocen con el nombre de «ley de la oferta y la demanda» son aplicables a contextos mucho más amplios que nuestros propios mercados. Esta posibilidad se oscurece si limitamos el significado de economía a la consideración de los bienes materiales, como sugiere Polanyi. Si volvemos a los supuestos iniciales de los economistas sobre la escasez de los medios y lo ilimitado de las necesidades, podríamos constatar que todavía hay suposiciones útiles, incluso en ausencia de mercados y precios.

He aquí, pues, la última zona de comportamiento a que podría aplicarse el término «económico», el área de la elección y la asignación de los recursos escasos a metas alternativas. Uno de los problemas de nuestra comprensión de la economía de los pueblos primitivos ha sido, seguramente, que hemos confundido las distintas definiciones posibles de economía y nos hemos convencido de que el uso de la moneda coincide con el uso de los bienes materiales o que sólo utilizando dinero se podía economizar racionalmente. Sin embargo, está claro que el cálculo economizador, los bienes materiales y los artículos que se intercambian mediante marcados formadores de precios se refieren a cosas claramente distintas.

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TEXTO 2. SCOTT COOK (1966): The Obsolete «Antimarket» Mentality.

Karl Polanyi y sus seguidores de la escuela substantivista de antropología económica son unánimes en su juicio de que la teoría económica es inaplicable al estudio de las economías «sin mercado» o «primitivas». También afirman que para estudiar lo económico es necesario desarrollar un nuevo enfoque, de orientación substantiva e inductiva, que nos aporte una metodología válida transculturalmente a partir de la cual elaboraríamos con el tiempo una «teoría económica general». Estas posiciones substantivistas proceden de una ideología «anti-mercado» que considera que la teoría económica formal es fruto de la economía de mercado del siglo XIX. Hemos señalado que las creencias substantivistas se basan en una burda simplificación de la historia del pensamiento económico occidental y de la naturaleza y contenido del análisis económico contemporáneo.

A estas alturas, debería haber quedado claro que el rechazo total de la teoría económica en las investigaciones antropológicas es una postura cuya única justificación es ideológica y dependiente de una serie arbitraria de afirmaciones doctrinarias. La utilización selectiva de modelos y conceptos tomados de las herramientas que nos brinda la teoría económica para el análisis de las economías sin mercado no presupone necesariamente «una asunción apriorística de que la estructura de mercado exista universalmente». Esta injustificada afirmación tiene su origen en la ideología «anti-mercado» y, al hacerla, se ignoran estudios cruciales en antropología económica que demuestran que muchos de los principios y conceptos de la teoría económica, tras realizar ciertos cambios necesarios pero no fundamentales, se sostienen perfectamente al aplicarlos al análisis de sistemas económicos sin mercados.

Desde mi punto de vista, la antropología económica como ciencia sólo surgirá a partir de una «disciplina híbrida» que represente la fusión de dos tendencias: el estudio de la teoría económica por parte de los antropólogos, y el desarrollo de una perspectiva antropológica por parte de los economistas. En gran medida la antropología económica del futuro se centrará en el desarrollo. Independientemente de sus compromisos ideológicos o filosóficos, el antropólogo de nuestros días debe adaptarse a una situación inevitable: las poblaciones humanas entre las que trabaja no son estáticas; en todas partes asistimos a un cambio de proporciones revolucionarias; las normas, las actitudes y las conductas de la economía de mercado occidental se expanden rápidamente en todas las zonas culturales del mundo merced a las numerosas instituciones neocoloniales.

Dada esta situación, el surgimiento posible de una teoría general de los sistemas económicos comparados depende de lo bien que se «antropologicen» los economistas. Ya hace tiempo que los economistas necesitan una inyección de relativismo cultural en su visión del mundo.

La posición substantivista, enraizada como está en un profundo resentimiento ante esta transición, llevará a sus partidarios a una concepción estrecha y restringida del papel de los antropólogos en la investigación económica. Estoy seguro de que encontraremos un mejor punto de partida en los escritos de algunos economistas que han contribuido a la teoría antropológica, así como en las obras de antropólogos que han ido más allá en sus estudios de la literatura del análisis económico. En conclusión, hablando del futuro de la Antropología Económica: «Espero que el futuro nos traiga un análisis ulterior de los temas en que nos hemos ocupado aquí, de tal modo que la ciencia de la economía comparada pueda con el tiempo surgir como una estructura cuyos cimientos sean tan sólidos en sus postulados antropológicos como en los económicos» (Herskovitzs, 1952).

TEMA 5. MÁS ALLÁ DE LA POLÉMICA ENTRE FORMALISTAS Y SUBSTANTIVISTAS

Precisiones metodológicas. ¿Qué es maximizar?. Acercamiento de posturas, replanteamiento de problemas. La racionalidad económica y los contextos sociales. Los modelos formales en Antropología. Los estudios de los procesos de toma de decisión. Los culturalistas. Los estudios de género. La aparición de nuevos enfoques: convergencias y discrepancias.

5.1. RESUMEN DE LOS PROBLEMAS CENTRALES

  • Frank Cancian: Acercamiento de posturas
  • Las nuevas posiciones: neoculturalistas y estudiosos de la toma de decisiones
  • Nuevos enfoques: los estudios de género y el marxismo.

5.2. GUlA DE LECTURAS

El debate entre formalistas y substantivistas era una disputa «teórica» rayana en la «ideológica». Una de las mayores dificultades a la hora de valorar retrospectivamente la polémica es la pérdida de contextualización. No es que los problemas que dieron origen a la polémica hayan desaparecido, sino que se han transformado, y los planteamientos de la mayor parte de los estudios concretos no parten de una visión tan monolítica como la de hace unos años. 

5.3. TEXTOS DE ESTUDIO

  • Frank Cancian (Maximización como norma, como estrategia y como teoría: un comentario sobre las declaraciones programáticas en la antropología económica. EGM)

Este comentario parte del artículo de Scott Cook «La Obsoleta mentalidad «anti-mercado»: Una crítica del enfoque sustantivo en la Antropología Económica», donde expone los siguientes argumentos: 1) que la mayor parte de las sociedades ya participan activamente de las economías de «mercado» y que, por tanto, el sentido que la posición substantivista pueda tener para estudiar economías «sin mercado» es irrelevante como guía para la investigación de los problemas del presente; 2) que los substantivistas no han entendido la teoría económica al rechazar la posibilidad de que ésta fuese pertinente para estudiar economías no occidentales; que los substantivistas, especialmente Polanyi, son unos «románticos» que consideran a los primitivos cooperativos y altruistas. En este trabajo intentaré mantener que hay, por lo menos, dos posiciones legítimas y que los temas que están de verdad en juego no son los mismos a los que se refieren explícitamente los contrincantes.

LA ANTROPOLOGÍA ECONÓMICA

Los formalistas dicen que la economía es el estudio de la asignación de recursos escasos a fines alternativos. Es decir, es el estudio de economizar o del modo en el que la gente maximiza las satisfacciones personales. Los economistas poseen teorías sobre cómo la gente hace esto, dicen los formalistas, así que no hay ninguna razón para pensar que estas teorías no sean lo bastante generales como para que no se puedan aplicar al estudio de sociedades no occidentales.

No, dicen los substantivistas, la teoría económica se basa en el estudio de la economía de mercado que pretende que todas las partes que intervengan en una transacción, maximicen el beneficio. Como esto no ocurre en las sociedades no occidentales, la teoría no es lo bastante general como para aplicarse a sociedades no occidentales. Debemos estudiar las configuraciones únicas de las sociedades no occidentales, es decir, sus instituciones. El objeto de estudio de la antropología económica son las instituciones que proveen las necesidades materiales para la existencia humana.

Pero, dice el formalista, no se puede probar que el hombre no occidental no maximice, porque claramente vive sujeto a varias clases de escasez, aunque solo sea la escasez de energía humana; por tanto, deberá adecuar los escasos medios a la obtención de fines alternativos. y además los bienes «materiales» e «inmateriales» se intercambian a menudo, así que vuestra definición de antropología económica es insostenible.

Si la caricatura es adecuada, nos deberían quedar claros los siguientes puntos:

  • Algunos participantes parece que están interesados en analizar procesos de maximización, y otros, en el estudio de las instituciones; pero todos ellos afirman que están interesados en dilucidar si la teoría económica se puede aplicar a sociedades no occidentales.
  • Ninguno de los dos enfoques, dado su punto de partida, nos brinda una definición intuitivamente satisfactoria que delimite el campo de la antropología económica. 

A mi parecer, la polémica tiene poco que ver con el tema de la aplicabilidad de la teoría económica a sociedades no occidentales. Tiene que ver con la creencia que sostiene uno de los grupos de que la maximización es una herramienta útil para estudiar la conducta humana y con la creencia del otro grupo de que las instituciones humanas son diversas y de difícil categorización y de que muchas de las «económicas» difieren mucho de ciertas instituciones occidentales en las que la norma es la maximización de algo (a menudo, de las «ganancias»). La raíz del malentendido puede comprenderse mejor mediante el examen de tres distintos significados de la palabra maximización.

MAXIMIZACIÓN COMO NORMA

Hay ciertas instituciones occidentales que utilizan la maximización como una norma. Así, en una situación de compra-venta, se espera que cada parte disponga los recursos de tal modo que logre maximizar sus beneficios. En este caso, la maximización forma parte de una institución; es una norma. Los roles del comprador y del vendedor están institucionalizados.

Según como yo les entiendo, los substantivistas sostienen que hay muchas instituciones en las que la maximización no es una norma, lo que puede ocurrir en cualquier tipo de sociedad. Además, continúan los substantivistas, en sociedades no occidentales hay muchas situaciones relativas al abastecimiento de las necesidades materiales de la vida en las que no es una norma que las partes implicadas en las transacciones maximicen las cosas materiales ni cualquier objeto no material susceptible de intercambiarse por cosas materiales. En la argumentación de los substantivistas es irrelevante si las partes están maximizando o no. Podemos considerar, casi con seguridad, que las partes van a maximizar su observancia de una serie de normas, pero ninguna de estas normas es en sí misma una prescripción para maximizar desde el punto de vista de los propios objetos que se están intercambiando. Este contraste aparece en dos instituciones estadounidenses: comprar en una tienda y realizar un regalo navideño. En la tienda se considera apropiado, tanto para el tendero como para el cliente, maximizar el dinero (obteniendo lo máximo o dando lo mínimo), y esta es la norma. En el intercambio de regalos navideños es apropiado maximizar la igualdad del intercambio. Se sanciona a quienes se desvían exageradamente de la pauta establecida en la relación, o a quienes se jactan de hacer regalos muy caros, porque no se están comportando correctamente. Pero, a pesar de todo lo anterior, y en contradicción con la perspectiva «romántica» de Polanyi, el intercambio de regalos navideños puede ser tan competitivo, hostil y poco altruista como adquirir un artículo en una tienda. Lo interesante de las dos situaciones es que en una, la norma es maximizar los objetos que se están intercambiando, y en la otra, no.

Cuando en sociedades no occidentales se transfieren importantes cantidades de bienes necesarios para subsistir (bienes que en occidente se considerarían «económicos»), sin que haya ninguna norma que prescriba que las partes maximicen la cantidad de bienes que se están transfiriendo, lo interesante es la ausencia de normas. El hecho de que la interacción pueda considerarse economizante o maximizante desde el punto de vista de una serie de medios y fines, como puedan ser los ñames, las obligaciones de parentesco o el prestigio, no evita las diferencias normativas o institucionales.

MAXIMIZACIÓN COMO ESTRATEGIA

Por definición, se puede considerar que los participantes en una transacción están maximizando algo. La maximización es una de las reafirmaciones corrientes de la verdad apriorística de que toda conducta humana obedece a pautas, de que toda conducta humana tiene una razón. El significado de maximizar como estrategia científica supone buscar las normas o razones, asignarles un orden gradual de modo que se considere la conducta como la maximización (consciente o inconsciente) de estas razones, que llegan a ser los fines que se están maximizando. Cuando usa maximización como una estrategia científica, el investigador sabe que su análisis estará completo cuando haya establecido las normas, motivos, etc. y las condiciones (los medios y los límites, es decir, los factores escasos) de tal modo que cada acto pueda considerarse una maximización predictible de los fines. No rechazará la idea de que la gente maximiza porque es la base de su estrategia científica. Es en este sentido en el que todo el mundo maximiza o economiza siempre. 

LA MAXIMIZACIÓN Y LAS TEORÍAS

Dos artículos formalistas (de Burling y LeClair) mantienen que economizar o maximizar es la estrategia científica característica de la antropología económica; pero cuando proponen programas de investigación concretos, comienzan las discrepancias entre ellos. Burling tiene en cuenta teorías que suponen la maximización de factores como el poder y señala que las teorías que sólo consideran un factor son insostenibles. Sugiere que la antropología económica debe analizar los factores múltiples que la gente maximiza. LeClair, establece el principio de economizar y después, menciona unos cuantos conceptos que usan los economistas y los generaliza para que puedan aplicarse a toda la conducta humana.

George Homans ha usado la idea de maximización en una teoría que él aplica a toda la conducta humana (1961). Homans sugiere que, independientemente de las virtudes de la idea de maximizar, los problemas a investigar permanecen todavía en el campo de estudio de las instituciones.

Según Homans, el término «elemental» denota los aspectos de la conducta social que son independientes de las instituciones. Los llama «sub-institucionales». Homans pretende establecer proposiciones generales sobre la conducta social que sean independientes de las convenciones culturales y de las diferencias individuales.

Los formalistas dicen que la teoría económica no está demarcada por el principio de mercado, que, lógicamente, está libre de las limitaciones de tiempo y espacio, es decir, que es sub-institucionaI. En tanto en cuanto sea verdad, la teoría debería ser igualmente útil para estudiar sociedades occidentales y no occidentales.

LOS SUBSTANTIVISTAS Y LOS FORMALISTAS

En la polémica que se ha desarrollado parece que los formalistas han argumentado que el uso de la teoría económica en su forma subinstitucional es una estrategia científica general; mientras que los substantivistas han argumentado que existen diferencias obvias entre las instituciones asociadas con la transferencia de las necesidades materiales de la vida. Los formalistas se han aproximado a la aplicación de teorías y conceptos económicos más concretos a sociedades no occidentales y los substantivistas han realizado escapadas paralelas para estudiar las concomitancias sociales de los tipos de intercambio. Ambos han tenido un cierto éxito, pero no fueron capaces de acercar posturas a la hora de construir una teoría general.

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  • B. Orlove: Ventas y Trueques en el lago Titicaca: un test para perspectivas alternativa (1ª parte teórica. EGM)

La coexistencia de la venta y del trueque sigue siendo un tema intrigante para que lo analicen los antropólogos de la economía. En el altiplano del Perú se encuentran dos ejemplos de esta pauta. En los mercados y pueblos de la orilla del lago Titicaca algunos vendedores venden pescado y otros lo cambian por patatas o granos. En las cordilleras que rodean el lago, los pastores viajan durante días para cambiar la carne seca, lana y artículos textiles que producen por maíz u otros alimentos agrícolas.

La presencia del trueque en una economía campesina no parece ser inusual, pero si se presta atención a estos casos surgirán algunas preguntas. En los casos en los que se cambian peces, ¿por qué el trueque está concentrado en los campesinos más pobres y en las áreas adyacentes al lago? ¿Por qué se cambian más a menudo peces autóctonos que las especies introducidas después? Lo que hacen los pastores parece más difícil de entender, puesto que ellos sacan dinero con la venta de la lana y pueden comprar los alimentos necesarios. ¿Por qué rechazan esa oportunidad? . Las ventajas del dinero como medio de cambio son numerosas: es divisible, acumulable y puede ser intercambiado por una amplia variedad de bienes. ¿Por qué ha continuado el trueque, después de todo? ¿Valdría únicamente la explicación de que se trata de una reliquia, un ejemplo de retraso cultural?

Este artículo tiene una doble tarea: explicar la pauta del trueque y de la venta en los Andes y usar esta pauta para evaluar perspectivas alternativas en la antropología económica. Este caso particular, el cambio de peces por dinero o por alimentos en el área del lago Titicaca, tiene interés porque se presta muy bien para contrastar explicaciones rivales. Antes de abordar la comparación, este artículo explica la formación de hipótesis alternativas y ofrece algunas valoraciones de las diferentes perspectivas.

TRANSFONDO TEÓRICO: PERSPECTIVAS ALTERNATIVAS EN LA ANTROPOLOGIA ECONÓMICA

Durante décadas, la mayoría del trabajo de la antropología económica se centraba en un único debate, el que enfrentaba a formalistas y substantivistas. Los primeros, siguiendo los preceptos de la microeconomía, explicaban la conducta en términos de maximización de valor por medio de la distribución de recursos escasos para los fines alternativos ordenados preferencialmente. Los segundos, a partir de las instituciones económicas, veían las economías como medios de los que se servían las sociedades para cubrir sus necesidades materiales. Describían las instituciones que se dedicaban a ello, poniendo el énfasis en las pautas de intercambio. Cada lado pretendía un dominio total sobre el campo.

Ante este debate intelectual que quedaba en tablas, algunos propusieron síntesis teóricas de las dos perspectivas. En los años 70 se empezó a prestar interés a la producción, unido en parte al desarrollo de antropología ecológica. Formalistas y substantivistas se interesaron por la aplicación de las ideas marxistas a la antropología económica. Cuando aparecieron algunos intentos de síntesis, la reconciliación se convirtió en otra posibilidad. La obra sobre distribución del trabajo en los contextos domésticos, por ejemplo, se hizo bajo las tres perspectivas.

En efecto, emergieron tres escuelas. Una de ellas, una perspectiva neomarxista ligada a un interés por el marxismo. Influidos por la obra del marxista Althusser, los neo-marxistas se pronunciaron por volver a trabajar el concepto de modo de producción. Fue rechazada la antigua visión marxista de la historia humana como una sucesión rígida de modos. Se mantuvieron otros aspectos del concepto, también presentes en la obra de Marx: la importancia de la base y de la superestructura como elementos del modo de producción; la posibilidad de una articulación simultánea de varios modos de producción en una única formación social; la determinación de una formación social por la base y el potencial de dominación tanto de elementos de la superestructura como de la base sobre otros aspectos de una formación social.

Otra perspectiva es la teoría de la decisión. Su objetivo, es examinar las formas en las que los contextos cultural, social y material influyen en la elección que hacen los individuos ante altemativas de comportamiento, considerando tanto los procesos de toma de decisiones como los resultados de esas decisiones. El desarrollo de los modelos basados en un actor en la antropología ecológica es otra rama de esta escuela. Los teóricos de la decisión pretenden continuar con el interés formalista por las decisiones y el énfasis substantivista en la especificidad cultural de las preferencias. También se incluye a algunos que han aportado influencias desde otros campos, en particular, desde la geografía.

Esta nueva perspectiva se puede distinguir claramente del formalismo por el uso de un modelo más diverso y más preciso de toma de decisiones. La teoría de la decisión ha derivado de las exploraciones de los formalistas sobre las nociones de racionalidad y se ha movido de las de valor marginal y maximización hacia conceptos tales como el de optimización. Hay un mayor interés hacia el uso de categorías y percepciones nativas. Los teóricos de la decisión subrayan la variación entre los individuos más de lo que lo hacían los formalistas. En algunos casos, han intentado llevar adelante una tarea implícita del formalismo: explicar las ordenaciones institucionales tales como las esferas de intercambio, las pautas de tenencia de la tierra y los sistemas de mercado como resultado de las decisiones adoptadas por muchos individuos.

Sin embargo, la teoría de la decisión mantiene dos de los énfasis importantes de los formalistas: el haber adoptado al individuo como unidad de análisis y la atención hacia la elección.

Las primeras contribuciones de los substantivistas han sido reelaboradas e integradas en una nueva perspectiva llamada perspectiva culturalista. Esta examina un espectro de conexiones entre economía y sociedad más ámplio y pone más énfasis en la producción. También deriva de la obra de algunos antropólogos de orientación economicista que permanecieron al margen del debate clásico entre formalistas y substantivistas. Ha sido influida por la investigación ecológica en antropología, en la cual las perspectivas adaptacionista y sistémica también han llevado hacia un estudio de las poblaciones y de las instituciones y a un examen de la relación entre economía y cultura.

El énfasis que los culturalistas ponen en las economías como sistemas se extiende usualmente hasta el examen de las correspondencias entre los sistemas económicos y sociales de las sociedades particulares. En esto continúan la tradición del pensamiento social francés de Durkheim, Mauss, Lévi-Strauss y Dumont. La obra de Sahlins sobre la relación entre reciprocidad y distancia social es un ejemplo, y su tratamiento de la relación entre organización política y obtención de excedente (1972), otro.

Los culturalistas examinan la economía desde la perspectiva de las colectividades más que desde la de los individuos. Douglas (1979) entiende que los tipos diferentes de estructuras sociales pueden llevar a pautas diferentes de preferencias por parte de los consumidores y a diferentes percepciones de riesgo.

La escuela culturalista continúa poniendo énfasis en dos cosas en las que también lo hacían los substantivistas: toman a la sociedad como unidad de análisis y asumen que el valor es una atribución cultural.

Los sucesores de los formalistas y de los substantivistas no entran en debate abierto entre sí, lo que refleja algunas convergencias entre estas dos nuevas perspectivas... sin olvidar las diferencias que persisten.

Este artículo intenta comparar y evaluar las perspectivas de la teoría de la decisión, del culturalismo y del neomarxismo, tomando un caso al que cada una puede tratar de dar una explicación, elaborando las hipótesis que corresponden a cada una de ellas y comprobándolas con los datos empíricos. Se ve que las distintas perspectivas no tienen el mismo éxito a la hora de explicar los resultados de la investigación.

La antropología económica se beneficiaría de una voluntad por parte de los individuos de reconocer el fracaso de su perspectiva en explicar determinados datos. Los esfuerzos por explicar estos casos deberían llevar a una clarificación de su posición y les permitirían estar dispuestos a ser juzgados respecto a otros. La intransigencia, sin embargo, podría ser contraproducente.

EL CONTEXTO DE LA INVESTIGACIÓN

El lago Titicaca se sitúa en la frontera entre Perú y Bolivia. Las tierras más cercanas al lago tienen mejor disposición para la agricultura y sus densidades de población son más altas. Lo que está algo más alejado del lago son zonas de agricultura mixta o pastoreo. Y las más altas y más alejadas del lago son áreas exclusivamente de pastoreo. En el lago hay especies nativas de peces y otras importadas.

Casi toda la población cercana al lago consume pesca. La orilla peruana cuenta con más de 3.000 pescadores. La pesca es casi exclusivamente una actividad masculina. El mercado, sin embargo, lo llevan las parientes femeninas de los pescadores y generalmente son miembros de su mismo grupo doméstico.

El trueque y la venta se dan tanto en la plaza de mercado como fuera de ella. De la distribución a través de la plaza de mercado, el 90% se vende, el 10% se cambia por otros productos. El trueque tiene un papel más importante en el intercambio fuera de la plaza de mercado, un 69%.

HIPÓTESIS

El caso de la venta y del trueque de la pesca en el altiplano del Perú se presta particularmente bien al examen de estas perspectivas dado que hay seguidores de las tres que han escrito sobre este tema en esta área. Por exponer las alternativas en una forma breve, diremos que la venta y trueque del pescado son:

  • Para los teóricos de la decisión, la selección de alternativas entre las cuales los individuos deben elegir, es conformada por sus metas y sus recursos e influida por las constricciones en una variedad de procesos de toma de decisiones. La ganancia y la seguridad son las metas comunes. La disponibilidad de información influye en las decisiones. Las hipótesis que corresponden a esta perspectiva presentarían la venta y el trueque de pescado como dos formas de intercambio. Los individuos pueden elegir entre dos tipos diferentes de movimientos que pueden hacer y seleccionarán uno u otro según una base regular.

Los teóricos de la decisión esperarían que los vendedores de pescado del lago Titicaca intenten maximizar sus ingresos. Los vendedores de pescado contraen deudas muy raramente y viven cerca de los mercados, donde la información sobre los precios es más fácil de obtener, teniendo otras fuentes de ingresos como amortiguadores contra el riesgo. Los teóricos de la decisión igualmente podrían esperar que los pescadores se interesen exclusivamente por la maximización de sus ingresos provenientes del intercambio de sus capturas, puesto que están también libres de esos riesgos. No necesitan asumir que los pescadores buscan maximizar sus ingresos generales, simplemente que deseen que lleguen a ser en cada captura todo lo altos que se pueda. Los consumidores que tengan también fácil acceso al pescado en los mercados, similarmente pueden pretender precios bajos más que un abastecimiento garantizado por parte de un vendedor en particular.

  • La perspectiva culturalista contempla las economías como sistemas que se interrelacionan con los sistemas sociales. En muchos casos, consideran que las sociedades particulares contienen dos o más sistemas económicos, cada uno de los cuales con una correspondiente pauta de organización social y criterios para establecer los valores. En el caso de los campesinos y pescadores del lago Titicaca se puede distinguir entre los sistemas económicos de subsistencia y comercial, el trueque de alimentos y productos artesanales es parte del primero y la venta de estos bienes del segundo. De esta forma, los culturalistas verían la venta y trueque de pescado como partes de dos subsistemas económicos distintos que difieren en la asignación de valores y en sus formas de organización. Esta posición es consistente con la aceptación por parte de los culturalistas de la noción de «esferas de intercambio». Visiones éstas que no bastarían para distinguirles de los teóricos de la decisión. En general, éstos esperarían que la venta y el trueque de pescado sean similares, los culturalistas esperarían que fueran diferentes, y se verá que los culturalistas esperan también que el trueque esté regido por normas sociales.

La posición culturalista sobre el trueque en el altiplano peruano ve la sociedad peruana caracterizada por dos sistemas sociales y económicos distintos. El sistema campesino indígena contiene instituciones específicas, tales como intercambio de trabajo recíproco, asambleas de comunidad y control comunal de los factores de producción que estructuran la actividad económica y las relaciones sociales. El trueque pertenece a este sistema, y es distinto del sistema nacional más individualista y orientado hacia el beneficio. La meta última del trueque es asegurar la satisfacción de las necesidades básicas de la subsistencia. Los lazos entre los individuos que se involucran en el trueque son personales y están gobernados por la reciprocidad y mantenidos por sanciones morales. La venta por dinero, introducida por la cultura occidental, busca maximizar el beneficio. Está menos basada en lazos personales y no gobernada por sanciones morales. Otros culturalistas dan argumentos similares respecto a otras partes del mundo.

  • Para los neomarxistas son la expresión de modos de producción distintos, pero articulados. Un análisis neomarxista de este caso puede derivarse del énfasis en los modos de producción, en particular de la articulación entre los modos precapitalista y capitalista. En el primero, las unidades de producción, predominantemente grupos domésticos campesinos, son propietarios de sus medios de producción (tierra, capital) y sólo emplean el trabajo de los miembros del grupo doméstico. Son capaces de reproducirse a sí mismos parcialmente a través de la producción de subsistencia de base doméstica y en parte también por medio de la venta de lo que ellos producen. Los compradores de sus bienes se sitúan primariamente dentro del modo de producción capitalista. Lo que obtienen les permite comprar elementos de subsistencia y herramientas, pero no acumular capital en un grado significativo. En contraste, el modo de producción capitalista está caracterizado por la separación entre capital y trabajo. Puesto que los trabajadores no son propietarios de los medios de producción, deben buscar empleo en los capitalistas, que buscan beneficios pagando salarios bajos y vendiendo a precios altos. Las hipótesis que corresponden a esta perspectiva presentarían a los pescadores como involucrados en el modo de producción de mercancía al por menor. El trueque de pescado se vería similar al consumo doméstico de pescado, una actividad de subsistencia dentro de este modo. La venta de pescado por dinero se vería similar a otros casos de articulación del modo de producción de mercancía al por menor con el capitalista. Hipótesis específicas sobre el trueque y la venta se podrían derivar del análisis de los dos modos de producción y de su articulación. La venta se basa en el valor de cambio, el valor de uso es más importante en el trueque.

Pueden compararse las tres escuelas según cuatro dimensiones del intercambio de pescado.

  • Permanencia de los lazos. ¿Mantienen los pescadores relaciones a largo plazo con quienes hacen el intercambio (ya sean vendedores o consumidores)?, ¿mantienen los vendedores de pescado relaciones a largo plazo con sus clientes (ya sean otros vendedores o consumidores)? La posición de los teóricos de la toma de decisiones sería la de no pertinencia de esta cuestión, puesto que la respuesta depende de las ventajas específicas que tenga el mantener estos lazos o deshacerse de ellos. La posición culturalista sería que los lazos impersonales en el modo de venta por dinero cambiarán frecuentemente, mientras que los lazos relacionados con el trueque serán más estables. La posición neomarxista sería, igualmente, que los lazos en el modo de venta por dinero serán inestables, a causa de la competencia y la alta tasa de movilidad de las empresas capitalistas de pequeña escala, mientras que los lazos en el modo de trueque, que buscan más la subsistencia, serán más estables. Es esperable que el grado de inestabilidad en el modo de venta por dinero se incremente en tiempos de crisis capitalista.
  • Propósito. ¿Cuáles son las metas de los participantes en el intercambio de pescado? Los teóricos de la decisión contemplan la venta por dinero y el trueque como medios alternativos de obtener dinero o bienes materiales y ven a los vendedores o los consumidores en trance de adoptar decisiones. Para ellos es esperable que los individuos estén deseosos de cambiar su pescado por un abanico amplio de mercancías. Para los culturalistas, la venta por dinero y el trueque forman parte de diferentes sistemas económicos. El trueque está orientado a la subsistencia y por eso es esperable que el pescado se cambie sólo por alimentos para consumir en casa. También en esto los neomarxistas llegan a la misma conclusión, pero por distinto camino. Si el trueque es parte de la reproducción de los grupos domésticos implicados en producción de mercancías menores, entonces es esperable que el pescado sea cambiado sólo por mercancías necesarias, alimentos. Sin embargo, no mantienen esto tan fuertemente como lo hacen los culturalistas. Los culturalistas dirían que los pescadores no desean cambiar el pescado por otros bienes que no sean alimentos, los neomarxistas dirían que sería poco probable que lo hicieran así.
  • Precios. ¿Los precios del pescado son los mismos en los dos modos o son diferentes?. Esta pregunta consiste en comparar los valores monetarios del pescado y los valores de los elementos por los que son cambiados. La posición de los teóricos de la decisión sería que los precios en los dos sectores serán los mismos en un tiempo y lugar determinados, pero variarán temporal y espacialmente, manteniéndose el equilibrio por medio del movimiento de los individuos hacia el modo en que puedan venderlos al precio más alto o comprarlos al más bajo. Las fluctuaciones en la disponibilidad local de pescado pueden hacer variar los precios en las distintas localidades, y la inflación haría subir los precios. Para los culturalistas, puesto que el trueque es parte de un sistema económico de subsistencia relativamente fijo, es esperable que los valores del intercambio, establecidos por la costumbre, cambien muy poco o nada. Los precios del mercado, por el contrario, es esperable que fluctúen según la oferta y la demanda y, en consecuencia, los dos valores difieren. Los neomarxistas llegan a la misma conclusión por un camino distinto y exponen que los intercambios por trueque dentro del modo de producción de mercancías menores está determinado predominantemente por valores de uso, relativamente fijos, mientras que los precios en la venta por dinero lo están por valores de cambio, y varían.
  • Tendencias a largo plazo de la relación entre los dos modos. ¿El trueque se mantiene a nivel constante o está aumentando? Los teóricos de la decisión tenderían a ser relativamente neutrales en este punto, añadiendo quizás que la venta por dinero va ganando terreno lentamente porque, como modo más nuevo, contiene más oportunidades empresariales o porque el dinero es un medio de intercambio más conveniente que el pescado. La perspectiva culturalista no prestaría interés necesariamente al cambio. Tendería a ver cada modo como relativamente autocontenido y a esperar que la venta por dinero vaya avanzando lentamente a medida que la economía nacional más dinámica ahogue a la economía nativa y a medida que los individuos que participan en ambas lleguen a estar aculturados a las normas occidentales. La perspectiva neomarxista es la única que tiene interés directo por el proceso histórico a través del examen de la acumulación de capital. El motor del cambio sería la acumulación de plusvalías, ya sea por los intermediarios dentro del modo de producción capitalista (por retención de plusvalías por parte del capitalista), ya sea por los intermediarios entre el modo de mercancías menores y el modo capitalista (por intercambio desigual en el que los productores de mercancías menores venden sus productos baratos y compran productos al sector capitalista a precios altos). Aunque este último tipo de intermediarios a veces puede salir más favorecido que el primero, el modo de producción capitalista, a causa de una eficiencia mayor que se basa en su capital acumulado, tendería a dejar atrás al modo de producción de mercancías menores. Sin embargo, durante las periódicas crisis del modo de producción capitalista, cae la demanda en este modo y es causa del paro de los trabajadores y hace que los productores del modo de mercancías al por menor se retraigan de los intercambios con el modo capitalista hasta que éste se recupere. Los neomarxistas predecirían que la importancia del trueque puede ser constante o entrar en declive, pero que en periodos de crisis se incrementará.

Vamos a evaluar estas hipótesis rivales primero con datos cuantitativos que provienen de diversas fuentes. Luego hablaremos de los precios relativos del pescado en los dos modos y de las tendencias a largo plazo en las relaciones entre el trueque y la venta por dinero.

PESCA: PRODUCCIÓN, DISTRIBUCIÓN y CONSUMO

Claramente se puede dividir a los vendedores de la plaza de mercado en dos grupos, uno depende casi exclusivamente de la venta por dinero y el otro usa el trueque para la mayoría del pescado del que dispone.

Los vendedores por trueque se distinguen de los vendedores por dinero en varias cosas. Están concentrados sobre todo en las zonas más inmediatas al lago y se concentran en especies nativas de pesca. Aunque la mayoría de los vendedores de pescado son mujeres, la proporción entre los vendedores por trueque es significativamente más alta.

La cantidad promedio de pescado que manejan los vendedores por trueque o por dinero no difiere mucho.

Los resultados muestran que los consumidores que lo habían obtenido por trueque eran más pobres que los que lo compraron.

DIMENSIONES DEL INTERCAMBIO DE PESCADO

Permanencia de los lazos. En todos los tipos de intercambio, los vendedores de pescado suelen ser parientes femeninos cercanos de los pescadores. Aunque los ingresos de los pescadores y de los vendedores corresidentes no se contabilizan conjuntamente, forman parte del mismo presupuesto del grupo doméstico. 

Tanto en los intercambios en la plaza de mercado como en los que se dan fuera de ella, la relación entre los vendedores de pescado y sus clientes puede variar en grados de permanencia. Sea en intercambio por trueque o por venta, pueden establecerse lazos de permanencia reconocida. El cliente y el vendedor se otorgarán uno a otro preferencia ante otras personas. A su vez, el cliente no busca pescado de otros vendedores. Igualmente, los vendedores suelen desarrollar contratos fijos con los pescadores que se lo suministran.

Propósito. Indirectamente se puede examinar los objetivos de los vendedores a través de los artículos por los que cambian el pescado. Los productos más comunes cambiados por pescado son las patatas, que suponen casi la mitad de los casos. A continuación, cereales y judías. Todos estos bienes se consumen en las casas de los vendedores. Con una única excepción. Los mercaderes de los poblados pesqueros cercanos a la costa noroeste del lago, en territorio de Bolivia, cambian pescado por maíz en los valles próximos. En este caso, el maíz se vende, pero también se cambia por otros productos, o se entrega como alimento a campesinos a quienes se pagan salarios por trabajar las tierras de los vendedores, pero son casos poco corrientes. Es raro que se use el trueque de pescado para acumular productos para reventa. Sin embargo, para los teóricos de la decisión el hecho de que los vendedores por trueque reciban sólo alimentos que consumen no prueba su orientación hacia la subsistencia. Es posible que estos bienes sean simplemente los que sus clientes tienen en tanta abundancia como para poder ofrecerlos. La aceptación de dinero por parte de los vendedores no tendría porqué indicar una orientación hacia el beneficio, puesto que gran parte de sus ingresos monetarios va a parar también a comprar alimentos. 

Precios. Es difícil obtener información cuantitativa precisa sobre los precios del pescado, ya que los vendedores tienden a vender en montones que pueden variar en tamaño. Muchos de los vendedores y clientes se resisten a la introducción de escalas. Tal oposición a pesos y medidas estandarizadas, que es característica no sólo del intercambio de pescado, sino del intercambio de otras muchas mercancías, se puede explicar en un tono culturalista apuntando al hecho de que tales pesos están estrechamente asociados a los mercados urbanos, donde la gente de ciudad influye en los concejos municipales para asentar precios por debajo de lo que les gustaría a pescadores y vendedores de pescado. Los teóricos de la decisión pueden preferir una explicación que subraye las desventajas de los precios fijos, lo que reduce las ventajas de quienes son capaces de calcular con astucia la cantidad y excluye una dimensión de regateo. También es verdad que los compradores pueden correr un riesgo mayor de ser engañados por medio de la falsificación de los pesos. Sean cuales fueren las razones, es raro que el pescado se venda al peso.

Estas dificultades en establecer precios se multiplican en el caso del intercambio por trueque, debido a los problemas en medir la cantidad y la calidad del producto que se cambia por pescado.

A pesar de estas dificultades en obtener precios exactos, se puede ver que los precios en dinero o en trueque tienden a aproximarse mucho.

Tendencias a largo plazo. En este siglo la tendencia general ha sido a que la venta por dinero reemplace al trueque. La mayoría del intercambio de pescado era cuestión de los campesinos. Según los informes existente, alrededor de los años 40, predominaba el trueque de pescado sobre la venta por dinero. Con la expansión general del mercado después de los años 50 y con el crecimiento de las piscifactorías de trucha, la venta por dinero reemplazó virtualmente al trueque, aunque sigue siendo importante el trueque en el intercambio de cereales, tubérculos, legumbres y queso. 

Las razones del incremento del trueque de pescado se encuentran en la crisis económica en el Perú, que comenzó hacia 1975 y que llevó la tasa anual de inflación por encima del 100% en 1981. 

Esta crisis económica llevó a la bancarrota a muchas empresas, a un declive de la producción industrial y a una caída general de los niveles de vida. El gobierno estableció controles de precios para alimentos. Así, aunque los precios suben, las tasas de inflación son mayores para los bienes urbanos e industriales, menores para los alimentos de locales. Parece probable que la tasa de inflación para el pescado ha de ser igual o poco más alta que la de otros alimentos del altiplano, dados los costes de botes y nasas, y en particular de las redes importadas. Estas tasas de inflación tienen efectos complejos en las pautas de consumo de los campesinos.

Appleby expone que esta crisis económica llevó a los campesinos a reducir su consumo de alimentos de las tierras bajas y este cambio en el consumo redujo el flujo de la producción rural hacia las áreas urbanas, especialmente de los cereales y las patatas, con los cuales se hacía el trueque por esos productos en las plazas de mercado rurales.

De hecho, los mismos factores que han llevado al declive de un tipo de trueque -productos rurales por alimentos de las tierras bajas han llevado también al incremento de la proporción del trueque del pescado.

Puede explicarse generalmente esta aparente contradicción en términos neomarxistas. Al entrar la economía capitalista en crisis, los productores de mercancías menores se retiran del sector capitalista de dos formas. Primera, ellos reciben y ofrecen menos bienes de y al sector urbano, que está más firmemente unido al modo de producción capitalista que el sector rural. Segunda, antes de depender de la venta por dinero, basada en valores de cambio, para el intercambio con el sector capitalista, se refugian en el trueque, basado sobre todo en valores de uso, para intercambios dentro del sector de mercancías menores. De esta forma los campesinos hacen menos trueques por bienes urbanos y más por pescado. Este fenómeno es importante para poder comprender de una manera general las economías de subsistencia. Sugiere que tales economías son resistentes y en tiempos de crisis capitalista pueden expandirse más que entrar en declive, y sugiere igualmente que los grupos domésticos en tales economías pueden incrementar su subsistencia no sólo vendiendo menos dentro de la economía de no subsistencia, sino por el contrario intercambiando más con ella.

Si el precio de dos mercancías se eleva a tasas diferentes, los consumidores tenderán a consumir más del producto que ha llegado a ser relativamente más barato y menos del otro. Así, cuando el precio del pescado es más bajo relativamente que el de los alimentos de las tierras bajas y que el de los bienes manufacturados, los campesinos consumirán relativamente más pescado que esos otros productos.

Finalmente, la crisis afecta al modo de intercambio, favoreciendo más al trueque que a la venta por dinero. En la medida en que los campesinos retienen más cantidad de su cosecha y tienen menos que cambiar o que vender, los productos agrícolas llegan a ser relativamente abundantes para ellos y el dinero escasea. Es así como los campesinos, aunque los precios en trueque o en venta por dinero sean los mismos antes y después de la crisis, preferirán seguramente hacer trueques durante la crisis mucho más que antes de ella, y también preferirán aquellos productos con los que puedan hacer trueques que aquellos otros que pueden obtener por dinero, y es por eso que consumen relativamente más pescado que otras cosas.

DISCUSIÓN

Puede parecer difícil de comprender por qué quiera alguien hacer trueques. Además del problema de la «doble coincidencia de deseos», en este caso está la falta de ventajas potenciales para el trueque. La principal ventaja del trueque está en que permite a las personas, y en particular a los consumidores de pescado, conservar sus cantidades de dinero, que son más limitadas que sus stocks de alimentos. Los consumidores más pobres insisten más en el trueque, puesto que las cantidades de dinero de las que disponen son limitadas en relación a los alimentos.

Es frecuente que las especies que requieren tener más capital para su captura se vendan por dinero, debido a la mayor necesidad de dinero de los pescadores. y frecuentemente los pescadores tienen redes más costosas y usan motores fueraborda. De forma similar, lejos del lago es poco frecuente que los intercambios se hagan a base de trueques. Para los consumidores, el dinero destinado a alimentos es relativamente menos escaso en esa región, que es menos favorable para la agricultura. Para los vendedores, los costes del viaje y en particular de viajes en camión, que son más altos, les obligan aún más a pagar con dinero.

Los datos permiten una evaluación de las tres perspectivas explicativas competidoras. En la sección dedicada a las hipótesis se presentó qué es lo que dirían las tres escuelas sobre las cuatro dimensiones del intercambio del pescado en la región del lago Titicaca. El problema de la no falsabilidad se presenta en unos pocos casos, pero no es tan grave que no haya podido ser previsto de antemano.

  • Permanencia de los lazos. En este apartado los datos no son conclusivos. Como ni los que hacen trueques ni los vendedores por dinero tienen grandes diferencias en relación con el tipo de personas de quienes obtienen el pescado, probablemente tampoco es grande su diferencia en cuanto a la permanencia de los lazos que establecen con ellos. Estos resultados contradicen las expectativas de los culturalistas y de los neomarxistas y apoyan, aunque débilmente, las insinuaciones de los teóricos de la decisión.
  • Propósito. Se confirma la posición culturalista por el hecho de que sólo se hacen trueques de pescado por alimentos y éstos tienden a ser consumidos por los vendedores y otros miembros de sus grupos domésticos. Aunque los teóricos de la decisión podrían argumentar que este énfasis en la subsistencia dentro del intercambio de trueque no contradice su explicación, su posición estaría más apoyada si los vendedores que hacen trueques con el pescado se comportaran como lo hacen otros vendedores andinos. Mayer, por ejemplo, habla de personas que hacen trueques de maíz, que producen, por patatas, que venden más que consumen.

La posición neomarxista también había previsto este resultado, pero no presentaron una buena explicación sobre ello. Sin embargo, podrían dar cuenta de la mayor frecuencia de trueques entre los vendedores de carachi y de la venta por dinero entre los vendedores de truchas al subrayar la importancia de la producción. Los pescadores de truchas tienen costes fijos y variables más altos.

  • Precios. Los datos sobre precios apoyan la posición de los teóricos de la decisión, puesto que las tasas de intercambios por trueques corresponden a los precios en dinero del pescado y de otros bienes. Los argumentos de los teóricos de la decisión también parecen ser capaces de explicar esos pocos casos en los que el pescado tiene un precio más bajo en el modo del trueque que en el modo del dinero.
  • Tendencias a largo plazo de la relación entre los dos modos. La aproximación neomarxista es la que tiene más éxito entre las tres a la hora de explicar tanto el declive general del trueque como su resurgimiento reciente. Los argumentos de los teóricos de la decisión complementan la posición neomarxista.

Estos resultados pueden ser interpretados de varias maneras. Lo más inmediato seria reconocer que los datos no favorecen inequívocamente a ninguna de las tres perspectivas, aunque los teóricos de la decisión hayan encontrado más apoyo que los otros. Cada una de esas perspectivas se ha visto confirmada en algo.

Una segunda cuestión es examinar las formas en las que las perspectivas se complementan y no tanto compiten entre sí.

Ahora podemos volver al otro caso de trueque que se mencionó en la introducción: el que implica a los pastores de ovejas, llamas y alpacas en las áreas herbáceas por encima del límite superior de la agricultura. Según los datos de algunos etnógrafos, el caso se ajusta mucho a las hipótesis de los culturalistas. Las tasas de intercambio en el modo de trueque son diferentes de los precios en dinero. Si los pastores vendieran su carne y compraran maíz a los precios del mercado, obtendrían más maíz que si lo cambiaran directamente por medio de trueque. Sin embargo, ambas partes no desean abandonar el trueque. Los lazos entre los que intervienen en él son muy fuertes y a veces duran generaciones. Los intercambios sirven para asegurar a ambas partes el abastecimiento de los productos del otro, incluso en tiempos de escasez. Los participantes en estas relaciones creen que los intercambios se mantienen por sanciones morales creencia en que estaría mal acabar con ellos tanto como por interés mutuo.

El intercambio entre los pastores y los cultivadores de maíz difiere de los intercambios entre pescado y productos agrícolas en las tres cosas antes mencionadas. Tanto el maíz como la carne seca se producen en grandes cantidades una vez al año, puesto que el ciclo anual de las estaciones constriñe la periodización de la cosecha de maíz y la producción de carne seca. Las largas distancias que separan los pastos de los valles hacen que sea importante para cada parte anticiparse a las actividades de los otros. Finalmente, los pastores necesitan de alimentos agrícolas en su dieta y los campesinos de los valles dependen mucho de la carne. Por todas estas razones, los participantes mantienen el trueque y la venta por dinero como esferas discretas en una forma que los habitantes de las orillas del lago no lo hacen.

El caso presenta otro contraste interesante entre las tres perspectivas de la antropología económica. Los culturalistas dirían que el intercambio de carne por maíz apoya el que el trueque y la venta por dinero sean cosas distintas. En una posición contraria, los teóricos de la decisión dirían que es posible que el riesgo sea un factor más importante en este caso que en el de las pesquerías del lago Titicaca. No es que los pastores quieran obtener menos maíz por medio de trueque porque no producen alimentos agrícolas y porque desean asegurar un abastecimiento mínimo, y porque les es necesario mantener fuertes peticiones de maíz los años de cosechas pobres. Los costes de las transacciones también son altos para los pastores. Los largos viajes pueden suponer aún más tiempo y más esfuerzo que si tuvieran que hacer dos intercambios, carne por dinero y dinero por maíz. La participación de los productores de maíz en estos intercambios no es que ponga en duda las hipótesis de la teoría de la decisión, pues en realidad ellos obtienen un fácil abastecimiento de carne que no es cara.

Presentado en estos términos, puede hacerse difícil elegir entre las dos perspectivas. Los teóricos de la decisión dirían que los participantes actuaban como si estuvieran optimizando los ingresos y el riesgo en una situación de incertidumbre y los culturalistas dirían que los intercambios formaban parte de un sistema social y económico con distintas normas sociales. Los culturalistas argüirían que los pastores y los campesinos no estaban haciendo una elección entre formas de tasas de intercambio sino siguiendo fielmente sus creencias establecidas. Una vez más se pueden citar los datos empíricos para clarificar estas posturas. Los teóricos de la decisión podrían encontrar apoyo en el hecho de que algunos etnógrafos registren tasas de trueque que se acercan lentamente en dirección hacia los precios en dinero y que algunos pastores y campesinos se lamentan de que sus socios en el intercambio a veces no aparezcan. Los culturalistas apuntarían hacia la considerable inconveniencia del intercambio de trueque para los pastores, algunos de los cuales obtienen fácilmente ingresos superiores con la venta de lana de alpaca. La venta de lana les implica directamente en la economía de exportación que surgió con la mecanización de la producción textil durante la Revolución Industrial y ha continuado hasta el presente. Los teóricos de la decisión tendrían que haber acudido a argumentos complejos para explicar por qué los pastores ricos emprenden largos y difíciles viajes para obtener cantidades relativamente pequeñas de maíz cuando podrían comprar otros alimentos mucho más fácilmente y en condiciones más seguras. La posición culturalista también podría encontrar un fuerte apoyo en este caso, si es cierto que los que intervienen en el trueque son insensibles a las cambiantes constricciones externas, si los intercambios reflejan sólo las preferencias andinas por bienes determinados y si estos lazos están estructurados por su incorporación a las instituciones característicamente anilinas. Pero es mucho más difícil decir lo mismo del trueque en el caso de las pesquerías del lago Titicaca.

La naturaleza y escala de los ingresos monetarios de los pastores también puede hacer difícil que los neomarxistas expliquen este trueque. Pueden esperar encontrar competencia entre pastores inducida por sus altos ingresos y por la naturaleza de los animales en cuanto capital, capaz de compras, ventas, reproducción y pérdidas. Una conexión reciente con el modo capitalista de producción favorecería a los pastores más ricos, quienes podrían comprar los animales y contratar mano de obra de los pastores más pobres en los tiempos de crisis. Bajo estas circunstancias, algunos de los pastores más pobres pueden atenerse al mantenimiento de las relaciones de trueque en sus intentos por evitar que aumente el empobrecimiento y la desposesión, pero tales esfuerzos no harían que el proceso continuara indefinidamente.

Los estudios recientes sobre trueque entre pastores dan algún apoyo a las hipótesis de los teóricos de la decisión y a las de los culturalistas y sugieren que las predicciones neomarxistas no se cumplen, pero la ausencia de hipótesis explícitas y la escasez de datos cuantitativos impiden evaluaciones más definitivas. El caso de los pastores presentaría algunas dificultades metodológicas, puesto que la producción y el intercambio de carne es menos frecuente que en el caso de la pesca y con poblaciones mucho más amplias y mucho más dispersas seria difícil hacer un muestreo. Este caso tiene también otras ventajas, en particular la mayor facilidad para establecer equivalencias y examinar las conexiones con la economía capitalista.

El contraste de los dos casos muestra la importancia que tiene el poner a prueba las hipótesis. El examen de las pesquerías del lago Titicaca da apoyo a la teoría de la decisión y da menos crédito a las perspectivas culturalista y neomarxista. El estudio del trueque entre pastores y campesinos está más basado en anécdotas y no permite a los etnógrafos hablar con el mismo grado de convicción. Hay que esperar a que se hagan más estudios con mayor rigor y de ese modo las perspectivas competidoras podrán ponerse de acuerdo en la fuerza y la debilidad de unas o de otras. Así es como se reforzará el campo de la antropología económica y se podrá ayudar a que cumpla con la promesa de lograr un desarrollo analítico y una precisión metodológica que es lo que ha marcado el periodo que se abrió cuando acabó el debate formalista-substantivista.

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TEMA 6. LOS ENFOQUES MARXISTAS EN LA ANTROPOLOGÍA ECONÓMICA

El marxismo estructural: los conceptos de modo de producción y de formación social. Articulación de los modos de producción. Modos de producción, relaciones de producción, apropiación y reproducción social. Principales críticas. La economía política. El éxito de la etiqueta. Distintos enfoques de la economía política. ¿A qué se llama «marxismo»?.

6.1. RESUMEN DE LOS PROBLEMAS CENTRALES

  • Los conceptos de modo de producción y de formación social aplicados a sociedades no capitalistas. Modos de producción. Relaciones de producción y apropiación. El marxismo estructural: la articulación de los modos de producción y las relaciones entre base y superestructura en formaciones no capitalistas.
  • Los sistemas mundo: relaciones entre centro y periferia. ¿Circulación o Producción?.
  • La economía política: Confluencia de posturas. Las distintas lecturas de Marx: Eric Wolf y su uso de los modos de producción.

6.2. GUIA DE LECTURAS

6.3. TEXTOS DE ESTUDIO

  • W. Roseberry: La Economía Política (EGM).

INTRODUCCIÓN

Cuando, a comienzos de los setenta, Firth evaluaba los enfoques marxistas en Antropología, estableció una distinción entre «marxismo intestinal» o «visceral», y «marxismo cerebral». Los marxistas cerebrales eran los antropólogos franceses «que habían planteado problemas de gran importancia teórica»; los marxistas viscerales eran unos antropólogos americanos que «ante su profunda preocupación por la situación mundial, sostenían que ésta se ajustaba, en general, a las teorías marxistas del conflicto de clases, de la base, la superestructura, etc., al tiempo que casaban su interpretación del desarrollo histórico con su fervor moral»

Entre los temas que interesaban a los viscerales se contaban los «problemas creados por el dominio económico y político occidental en sociedades menos desarrolladas, el significado de la inmigración laboral en los regímenes coloniales, la génesis de la conciencia proletaria, de la identidad de clase y de sus luchas o el papel político de los campesinos».

Autores posteriores han aceptado algunas de las valoraciones de Firth, aunque han ideado unas etiquetas académicamente más aceptables. Ortner esboza dos versiones de la antropología marxista: «el marxismo estructural» (el cerebral de Firth) con el añadido de algunos autores británicos y norteamericanos, y la «economía política» (el marxismo visceral de Firth), con la diferencia de que le otorga una inspiración y una problemática más específicas. Así, su inspiración procede «básicamente de las teorías de la sociología política sobre el subdesarrollo y los sistemas mundiales» y su problemática se interesa por «los efectos de la penetración capitalista en las comunidades». Según Ortner, entre los aspectos saludables de la economía política se cuenta su apertura a los análisis simbólicos, su concentración en los análisis regionales y su actitud histórica, aunque, en cada uno de estos aspectos, se apuntan también sus debilidades específicas, La economía política es «demasiado económica, demasiado materialista, en sentido estricto», no se ocupa lo suficiente de «la gente real que hace cosas reales» y, además, su enfoque histórico está demasiado «centrado en el capitalismo».

EL DESARROLLO DE LA ECONOMÍA POLÍTICA ANTROPOLÓGICA

Etiquetas, movimientos, historias

Muchos antropólogos identifican lo que hacen como economía política. Al pasarse al campo de la «economía política» los autores impusieron una uniformidad o delimitaron una serie heterogénea de intereses académicos y políticos. En este sentido, la economía política se distinguiría de la economía neoclásica en que esta última representó un cambio en la actitud intelectual que pasó de interesarse por «la riqueza de las naciones», a hacerlo por el precio de las judías; del valor cómo lo determina el tiempo de trabajo, al precio cómo lo determinan los mercados.

La mayoría de los antropólogos que se apropiaron de la economía política no se apropiaron de toda la economía política clásica: se apropiaron de Marx.

Lo que ha llegado a llamarse economía política antropológica es el producto desarrollado de una variedad de movimientos políticos e intelectuales, unos marxistas y otros no.

Podemos apreciar la profundidad de los antropólogos dedicados a la economía política, examinando la obra de cuatro estudiosos enmarcados en esta tendencia desde los años sesenta: Wolf, Mintz, Nash y Leacock. Esta elección, nos permitirá contemplar una amplia gama de perspectivas e ir más allá de identificar la economía política con los años sesenta y setenta o con la teoría del sistema-mundo.

Wolf, Mintz, Leacock, Nash

Wolf y Mintz se apartaron explícitamente de la ecología cultural de Steward y denominaron a su enfoque «historia cultural». Su descripción del enfoque parecería en primera instancia un interés por «los efectos de la penetración del capitalismo en las comunidades», pero su proyecto contenía un desafío más radical. Los autores, no dieron por sentado, simplemente, que sus comunidades tenían «su propia estructura e historia» a la que se le había impuesto una historia posterior de penetración capitalista. Ellos mantenían que la formación de sus comunidades estuvo íntimamente relacionada con una historia más amplia del colonialismo, de la construcción imperial, del comercio internacional y de la formación del estado.

Hay un número de rasgos característicos de este primer enfoque de historia cultural que también encontraremos en las obras posteriores de Wolf y Mintz:

  • Se trataba de una obra histórica, en el sentido de que intentaba considerar las comunidades locales como productos de varios siglos de procesos sociales, políticos, económicos y culturales y en el sentido de que comprendía estos procesos en términos globales.
  • Sin embargo, a diferencia de las teorías posteriores del sistema-mundo, la meta de la investigación histórica no era subsumir las historias locales en procesos globales, sino entender la formación de los sujetos antropológicos (gente real haciendo cosas reales), como la intersección de las relaciones e interacciones locales y de los grandes procesos de formación de imperios y estados, entendiendo las diferencias sociales y culturales en términos de una gran variedad de tales conjunciones.

Leacock partía de un marxismo explícito que afectó desde un principio a sus temas e intereses de investigación. Desde su primer trabajo ya se prefiguran tres temas que motivarán su obra posterior: la evolución, los orígenes de la desigualdad, especialmente de la de género y los efectos del colonialismo (más adelante también se interesaría por la formación del estado).

Estos intereses también lo son de la economía política, pero su enfoque difiere del de Wolf y Mintz. Leacock se centra más en la comprensión de las transformaciones evolutivas y sus efectos en las clases y grupos de gente particulares más que en la comprensión de las historias locales en términos globales.

Nash es mucho más «cultural» que las otras obras que hemos discutido, pero también refleja el funcional-estructuralismo de su formación inicial al recalcar la importancia de las respuestas a la presión y a las tensiones sociales y culturales. Su contribución a la economía política en antropología destaca como organizadora en el campo de la antropología feminista, donde ha explorado cuestiones tales como la división del trabajo dentro y entre familias, la estructura de las compañías multinacionales, y el impacto de las últimas tendencias económicas internacionales en la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo, tanto en países capitalistas avanzados como en países subdesarrollados. A semejanza de Leacock, Nash ha convertido los problemas feministas en un tema central de la economía política; a diferencia de Leacock, se ha interesado menos por las cuestiones evolutivas que por el impacto de los últimos desarrollos del mundo capitalista en las vidas de mujeres y hombres.

Críticas radicales

Aquellos movimientos a los que Firth había prestado su atención, habían surgido a finales de los sesenta y comienzos de los setenta e implicaron una rica combinación de proyectos. Su pensamiento intelectual y político se desarrolló dentro de una infraestructura institucional que incluía la participación de los antropólogos en grupos y partidos radicales; del surgimiento en 1971 de Anthropologist for Radical Political Action (ARPA), que organizó varios simposios en los congresos de la American Anthropological Association que se convirtieron en acontecimientos en los que se discutían propuestas para condenar la guerra de Vietnam o para criticar a los antropólogos involucrados en investigaciones contrainsurgentes.

Fue a esta efervescencia política y al movimiento intelectual asociado con los simposios ARPA a los que Firth apodó marxismo intestinal o visceral. Algunos de sus productos intelectuales fueron críticas de los conceptos y prácticas imperantes en la antropología, las reflexiones sobre la relación de la antropología con el colonialismo, y las reinterpretaciones de los materiales culturales y políticos. En este periodo los antropólogos comenzaron a usar el término «economía política» para referirse a su perspectiva, generalmente (aunque no siempre) como una glosa por marxismo. Se puede decir que el subcampo de la economía política adquirió existencia oficial en 1978.

Las teorías de la dependencia y del Sistema-Mundo

Una de las nuevas fuentes de estudios con que se encontraron los nuevos grupos de universitarios radicales fue la teoría de la dependencia, especialmente, tras la popularidad que alcanzó la obra de Frank sobre América Latina publicados a finales de los años sesenta. En estos años, los centros intelectuales de Brasil, Argentina, Chile, Méjico y otros países se habían convertido en núcleos de las críticas izquierdistas de los economistas, empujando a sus teorías a formular análisis más radicales del capitalismo y de los propios procesos de desarrollo.

Una idea central de sus trabajos era que el mundo desarrollado y el subdesarrollado estaban ligados estructural y sistemáticamente, de tal manera que el proceso de desarrollo en una región suponía el proceso de subdesarrollo en otra. Entre las varias «escuelas» y puntos de vista destacaríamos dos. La primera, asociada con Frank, era la más extremista. Sostenía que las estructuras de desarrollo y subdesarrollo, forjadas por el capitalismo, eran rígidas. Los grandes sucesos dentro del mundo desarrollado o subdesarrollado: crisis económicas, independencia política, el desarrollo de nuevos productos, el surgimiento de nuevos tipos de regímenes políticos y de nuevas políticas económicas, etc. no afectaban a la estructura básica de dependencia y subdesarrollo, en tanto en cuanto el sistema capitalista permaneciese intacto. La segunda, asociada con F. H. Cardoso, recalcaba la existencia de movimientos y cambios en el interior de las estructuras de dependencia. También prestaba atención a las formas de dependencia en regiones y en países concretos, y a las diferentes posibilidades de «desarrollo dependiente» o transformaciones estructurales que las distintas formas podían propiciar. En todo momento se hacía hincapié en la particularidad de las situaciones locales, en la «internalización de lo externo».

En muchos aspectos, la teoría del sistema-mundo de Wallerstein, fue una versión norteamericana de la teoría de la dependencia de Frank. La principal diferencia entre ambas posturas radicaba en que, mientras que el principal interés de los teóricos de la dependencia era el mundo subdesarrollado o la periferia, el interés de Wallerstein se centraba en el sistema como sistema y en las dinámicas y procesos que tenían lugar en el centro desarrollado.

A pesar de tales diferencias e innovaciones, la teoría del sistema-mundo de Wallerstein compartía ciertos presupuestos y defectos con la teoría de la dependencia de Frank. Ambos destacaron la estabilidad estructural. Aunque ambos señalaron los orígenes históricos (siglo XVI) del sistema capitalista mundial, sus historias eran sorprendentemente estáticas. Todo dinamismo aparecía en el centro desarrollado o metrópolis; los desarrollos en la periferia o satélites dependían de las iniciativas tomadas en el centro. Además muchos sucesos y estructuras del sistema se explicaban en términos de las funciones que cumplían para el desarrollo del centro o para el mantenimiento del sistema como un todo.

Las nuevas versiones de la teoría de la dependencia que surgieron a partir de los setenta eran más dinámicas e históricamente más razonables, debido, en parte, al impacto de las críticas marxistas y, en parte, a la creciente conciencia del alcance de las discusiones sobre la dependencia en América Latina. Asimismo, con la institucionalización de las teorías del sistema-mundo, se alcanzó una gama tal de perspectivas que sería difícil encuadrarlas. Temas específicos, como la formación de clases, la esclavitud, Sudáfrica, el imperio Otomano, etc. poblaron el trabajo de antropólogos, sociólogos e historiadores que no podrían ser asociados con la versión caricaturesca de la teoría del sistema-mundo. Muchas de las contribuciones a la economía política antropológica se sitúan en estos grupos más complejos de trabajos sobre la dependencia y el sistema-mundo.

Modos de producción

Sin embargo, muchos otros antropólogos contribuyeron a las críticas marxistas de esa corriente. Dentro del marxismo, la interpretación dominante, durante los setenta, procedía de Althusser y de sus seguidores en Francia. En este punto es donde confluyen el marxismo cerebral y visceral de Firth, o el marxismo estructural y la economía política de Ortner.

Tal vez, la contribución más importante de Althusser para los investigadores radicales del subdesarrollo, fue su interpretación de dos conceptos: modo de producción y formación social. El concepto de modo de producción ofreció la posibilidad de una comprensión más diferenciada del capitalismo que la que se podía alcanzar con las versiones extremas de la teoría de la dependencia y de la del sistema-mundo. Esta comprensión se aplicó tanto a la historia del capitalismo como a la situación actual de las regiones subdesarrolladas de la economía mundial. En las investigaciones históricas, en lugar de subsumir todas las partes del mundo en un capitalismo global existente desde el siglo XVI hasta nuestros días (como habían hecho Frank y Wallerstein), los investigadores, que utilizaban la perspectiva del modo de producción, consideraron que la transición al capitalismo había sido más prolongada y desigual. La incorporación de las regiones a los imperios coloniales o mercantiles no les había impuesto, necesariamente, las leyes del desarrollo capitalista. Los investigadores mantenían que existía una compleja relación, o «articulación» entre las dinámicas de los modos capitalistas y no capitalistas.

Uno de los teóricos más influyentes de este enfoque fue Rey que ideó tres estadios en la transición al capitalismo. Cada uno de elloo condicionada por las relaciones sociales locales en la época del contacto y por las formas y procesos de la imposición del capitalismo mismo. Rey destacaba la importancia de escribir una «historia doble», porque las transiciones deberían considerarse tanto en términos de la estructura y lógica del capitalismo como en términos de la estructura y lógica de los modos no capitalistas en los que se estaba enraizando el capitalismo. Su enfoque conservaba un carácter teleológico porque su «doble historia» tenía un final único, el capitalista.

Frente a la ruta de Rey en su intento de escribir la variedad de historias de la transición, otros buscaron su inspiración en los textos clásicos de Marx sobre el desarrollo del capitalismo en Europa, en los estudios de Lenin y en los debates sobre la transición de los historiadores marxistas de mediados del siglo XX. Otros autores destacaron cómo la ausencia de diferenciación, o el fracaso de la diferenciación, condujo a la disolución de las comunidades campesinas o artesanas, bien como consecuencia de las condiciones especiales del capitalismo periférico, bien como resultado de las condiciones en las propias comunidades.

Con estas últimas obras comenzaremos a alejamos de los enfoques históricos para adentramos en los estudios de las poblaciones actuales. En este caso, los autores se concentraron en el estudio de grupos y de tipos de actividad que no se ajustaban a una relación concebida estrictamente en términos de capital/trabajo asalariado. Los investigadores se dedicaron activamente a estudiar a grupos de campesinos y artesanos y el trabajo de las mujeres dentro de las casas. Los intentos recientes de integrar estas corrientes nos ofrecen algunos de los más prometedores desarrollos de la economía política, habiendo producido una serie de asunciones, ya corrientes, con respecto a la importancia del trabajo «doméstico» o la «reproducción», la esfera del trabajo eliminado del mercado de salarios y que no está dedicado a la producción de valor.

Alternativas

Uno de los puntos fuertes de los enfoques del sistema-mundo y del modo de producción fue situar a los sujetos antropológicos en movimientos económicos, políticos e históricos más amplios en su intento de entender cómo les afectó el choque con las estructuras de poder -el comercio de esclavos, la imposición de los regímenes coloniales, el desarrollo de los estados post-coloniales, los altibajos cíclicos de los mercados internacionales, el desarrollo de empresas capitalistas concretas, como las plantaciones, etc. También aportaron un mayor peso teórico y metodológico a las críticas de los estudios de comunidad que había iniciado Julian Steward, y estimularon la realización de estudios comparativos regionales y más generales. Además, contribuyeron al resurgimiento de la investigación histórica en los análisis etnográficos.

Desgraciadamente, la comprensión de los sujetos antropológicos en términos de los procesos capitalistas condujo a que, a menudo, tanto los teóricos de la dependencia, como los del modo de producción, cayesen en un tipo de razonamiento funcionalista que explicaba la existencia de rasgos tradicionales o no capitalistas en términos de las funciones que realizaban para la acumulación del capital (una fuente de fuerza de trabajo barata, una fuente de bienes baratos, un mercado para deshacerse del exceso de bienes, etc.). De forma similar, su hincapié en la determinación estructural era, con frecuencia, tan determinista que dejaba poca cancha a las actividades consecuentes de los sujetos antropológicos.

Además, muy a menudo, las concepciones de la historia y de las relaciones estructurales se relataban de forma muy abstracta.

La influencia más notable de la corriente crítica proviene de la obra de otros autores ajenos a la tradición francesa, entre los que destaca especialmente Thompson. En su crítica a Althuser, el historiador británico había pedido un enfoque más concreto y sin desarrollos preestablecidos para abordar la actividad de los trabajadores en la historia del capitalismo. El de Thompson fue uno de los varios análisis críticos que introducía entre los temas a tratar los problemas de la «estructura y la agencia». También introdujo a los antropólogos marxistas en la tradición de la historiografía marxista británica de Hobsbawm, Hill, Milton y Thompson.

A partir de los ochenta, estas obras y las de otros marxistas británicos como Williams se hicieron cada vez más populares, y dieron paso a estudios culturales marxistas que mostraron una preocupación explícita por la clase, la cultura y la política.

Todas estas obras, que en muchos casos complementan las del modo de producción y las del sistema-mundo, tienen sus peros. Mientras que la corriente del modo de producción prestaba muy poca atención a la actividad de los sujetos humanos, ahora, tal actividad se sitúa en el centro del análisis. Mientras que la corriente del modo de producción era demasiado abstracta, las nuevas obras sitúan a los grupos concretos -incluidos los actores individuales- en el centro del análisis. Mientras que la teoría del sistema-mundo casi no prestaba atención a las situaciones locales, los investigadores, ahora, empiezan y terminan sus trabajos en lo local.

Lo que es necesario recalcar es la unidad de estructura y agencia, es decir, la actividad de los sujetos humanos en unos contextos estructurados, que son en sí mismos los productos de la actividad del pasado, pero que, como productos estructurados, ejercen presiones determinantes y establecen límites a la actividad del futuro.

Wolf sigue la pista a una serie de intersecciones de historias locales y globales en la propia constitución de los sujetos antropológicos, y reclama una reformulación de cómo pensamos y nos planteamos la historia.

Proyectos

La proposición de que los sujetos antropológicos deberían situarse en las intersecciones de las historias globales y locales, es más el planteamiento de un problema que una conclusión. El problema planteado impone a los investigadores que quieran comprender las conjunciones particulares, una tensión teórica y metodológica constante, que no resuelve adecuadamente las meras oposiciones entre global/local, determinismo/libertad, o estructura/agencia. Los antropólogos han de evitar convertir el capitalismo en algo demasiado determinante y han de evitar convertir la libertad cultural de los sujetos antropológicos en un elemento romántico. Esta tensión define a la economía política antropológica, sus preocupaciones, sus proyectos y sus promesas.

CONCLUSIÓN

Aunque la mayoría de los estudios vistos sitúan a sus sujetos dentro de la formación de una economía mundial y del desarrollo del capitalismo, ninguno se limita a afirmar que hay un mundo más amplio y ninguno se preocupa por la articulación de los modos de producción. Cada uno sitúa los fenómenos sociales y culturales que investiga, en un análisis de las circunstancias asociadas a ganarse la vida y a la estructura de poder que configura y restringe la actividad. Tomados como grupo, nos aportan pruebas de la gama, vitalidad y de lo prometedor de estos estudios realizados dentro del campo de la economía política antropológica, al tiempo que brindan una respuesta efectiva a quienes habían proclamado demasiado pronto y con demasiada impaciencia, su fallecimiento. Pero, lo que todavía es más importante, demuestran que los antropólogos pueden tratar creativamente las tensiones metodológicas y teóricas impuestas por el intento de situar a los sujetos antropológicos en las intersecciones de las historias locales y globales. En el proceso, ofrecen un desafío fundamental a quieres discuten sobre cultura, historia y práctica sin tener en consideración las clases, el capitalismo y el poder.

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  • E. Wolf: La cultura, ¿Panacea o Problema? (EGM). En tema 1.

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  • Otros textos: G. Sofri, el modo de producción asiático (Addenda) En tema 2; B. Orlove: Ventas y trueques en el lago Titicaca (EGM). En tema 5; E. Wolf: Europa y la gente sin Historia.

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6.4. TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Jonathan Friedman (1974) Marxism, Structuralism and Vulgar Materialism (pp. 445-447) .

El modelo marxista

Comenzaremos por el objeto de análisis, que para Marx, es la formación social, cuyas categorías analíticas se pueden establecer en el siguiente diagrama jerárquico:

DIAGRAMA                     

Esta jerarquía establece meramente una serie de distinciones funcionales. No contiene restricciones sobre qué tipo de elementos culturales contendrán las funciones ni tampoco qué número de funciones pueden encarnarse en un solo elemento. Debemos distinguir entre la estructura de una institución y su lugar (es decir, su función) en la estructura material de la reproducción social. Las estructuras de parentesco pueden funcionar al mismo tiempo como relaciones de producción y como ideologías a partir de las cuales se construyen las mitologías; las relaciones jurídicas pueden fundirse con ciertos aspectos de las relaciones de producción, como ocurre en el caso de las formas de propiedad capitalistas. Una formación social particular no es más que la estructura global que unifica los elementos de la infraestructura y de la superestructura, siguiendo una forma históricamente específica. De manera similar, un «modo de producción», para Marx, es una infraestructura históricamente específica.

Relaciones de producción

Es necesario que quede absolutamente clara la naturaleza de las «relaciones de producción». No son la mera organización del proceso de trabajo. Ese último aspecto sería, hablando con propiedad, un fenómeno tecnológico, una parte de la posibilidad de la función de producción de la sociedad. Debemos distinguir siempre entre lo tecnológico y el proceso de reproducción social. Sólo a este último se le puede aplicar la noción de «relaciones de producción», si queremos evitar la confusión de ciertos marxistas que ven un «modo de producción» en cada actividad tecnológica.

Las relaciones de producción son aquellas relaciones sociales que dominan (es decir, determinan la racionalidad económica de) los procesos materiales de producción bajo condiciones tecnoecológicas dadas, en un estadio dado del desarrollo de las fuerzas de producción. (...) Las relaciones sociales de producción definen la «racionalidad» específica del sistema económico. No son, ni pueden ser, relaciones técnicas, una parte de la organización del trabajo. Por tanto, es incorrecto presumir que el modo de producción es un fenómeno tecnológico. Este me parece que es el máximo error en que han caído muchos marxistas en los últimos años.

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TEMA 7. LA PERSPECTIVA ECOLÓGICA

Ecología, subsistencia y economía. Conceptos y variables básicas de la ecología cultural. Concepto de adaptación y neofuncionalismo. El problema del determinismo. Las variables demográficas, tecnológicas y los sistemas de producción. La evolución multilineal y el rechazo a la noción de progreso. La ecología y las escalas evolutivas: noción de complejidad. Modos de subsistencia, modos de producción y tipologías evolutivas. El ecologismo como crítica política y económica.

7.1. RESUMEN DE LOS PROBLEMAS CENTRALES

  • Ecología, Subsistencia y Economía. Las variables demográficas y el sistema de producción. El problema del determinismo. El neofuncionalismo explicativo y la idea de adaptación.
  • Ecología y evolución cultural: rechazo a la noción de progreso.
  • Modos de subsistencia, modos de apropiación y la falta de correlación entre las variables evolutivas. Las tipologías como instrumento.

7.2. GUlA DE LECTURAS

En general, se puede decir que la mayor parte de los ecólogos culturales han asumido un grado muy alto de optimismo al sugerir que las sociedades se adaptan a las barreras ecológicas por medios culturales (o institucionalizados). Así, asumiendo una homeostasis, han estudiado las relaciones entre técnicas de producción, fertilidad del suelo, crecimiento demográfico y sistemas de asentamiento y emigración de las poblaciones humanas. Las poblaciones humanas habitan en un entorno ecológico determinado que está formado por elementos abióticos (el tipo de tierra, el agua, el relieve, el clima, etc.) y elementos bióticos o elementos vivos del que también forman parte los grupos humanos que lo habitan. El estudio de los procesos adaptativos se basa en el análisis de la articulación entre ambas clases de elementos, que siempre se presentan formando una compleja red de interrelaciones. Un proceso adaptativo no es algo estático, sino que forma parte de una larga historia en la que las acciones de un grupo humano determinado explotan un conjunto de variables, algunas limitantes, y otras que aportan nuevas oportunidades adaptativas. Sin embargo, como el concepto de adaptación incluye no sólo los elementos abióticos sino también ciertas variables y estrategias sociales e institucionales es imprescindible el análisis de estas últimas para definir tanto las estrategias adaptativas como las fronteras del sistema. Por ejemplo, un campesino no cultivará unos productos determinados basándose sólo en las características físicas y en la fertilidad de la tierra, en el balance hídrico y en el clima, sino que estará también limitado por la interacción de factores tales como el tipo de explotación, la estructura de posesión de la tierra, el pago de rentas o impuestos, la mano de obra disponible y precisa para obtener un cultivo, la composición y organización interna de su grupo doméstico, las inversiones que realice, la tecnología existente, la obligación social de cumplir con las organizaciones ceremoniales de su comunidad, y en última instancia, la necesaria interrelación con los cambios políticos y económicos que esté atravesando la sociedad. La articulación de todas estas variables define el contexto en el que el campesino y su familia toman decisiones tan dispares como la orientación de su producción en función de las demandas del mercado, o de las necesidades de subsistencia del grupo doméstico, o explora otras oportunidades como puedan ser, por ejemplo, abandonar la agricultura y emigrar a la ciudad.

Tal vez M. Harris sea el más vigoroso defensor del determinismo tecnoambiental. Una de las criticas más contundentes que se han hecho al determinismo es la de M. Sahlins, 1976.

Los presupuestos teóricos de los primeros evolucionistas son examinados en todas las historias de la Antropología. J. Steward, 1955, y L. White, 1949, formulan una nueva postura evolucionista de la que se alejan muchos de los prejuicios etnocéntricos de los primeros antropólogos. Las discrepancias entre Steward y White sobre la evolución son analizadas por M. Sahlins en su libro Evolution and Culture, 1960, en el que conceptualiza la evolución de dos formas: por una parte los sistemas incrementan su complejidad y adaptación general, y por otra, los nuevos tipos culturales inician un proceso de adaptación a su entorno especifico. La idea del incremento de la complejidad de los subsistemas es la base de la mayor parte de las tipologías evolutivas. 

Muchos estudios han mostrado la distorsión introducida por la utilización de las escalas evolutivas de forma simplista. De todas formas, las tipologías pueden ser útiles como instrumento para pensar en conexiones cruciales, pero no para presentar lo que muchos han ambicionado: etapas evolutivas.

7.3. TEXTO DE ESTUDIO

TEXTO 1: Jonathan FRIEDMAN (1974) Marxism, Structuralism and Vulgar Materialism Man. Fragmento del apartado: El Nuevo Funcionalismo (457-460).

Básicamente el Nuevo Funcionalismo es idéntico al antiguo excepto en que ha cambiado el campo de aplicación: ahora interesa mostrar la racionalidad de las instituciones con respecto al medio ambiente, en lugar de con respecto a otros elementos de la sociedad. Pero, el concepto de función, tomado en préstamo de la fisiología, permanece inalterado, lo cual sitúa a la «Nueva Ecología» ante una doble impotencia:

  • En su forma más simple, sus aportaciones se reducen a una mera descripción. La función del estómago es digerir los alimentos; la función de la matanza ritual de cerdos es regular la población porcina. Es decir, la función de X es hacer lo que hace. En esta acepción, el término función es superfluo y no añade información alguna, a no ser que supongamos, implícitamente, una noción metafísica de intencionalidad en el consecuente.
  • Como extensión del significado teleológico, «función» se convierte en «función adaptativa». En este caso, todavía nos encontramos en nuestra primera definición, «la función de X es hacer lo que hace», pero ahora «lo que hace» ya no es un dato observado, sino que nos hemos quedado con una descripción de relaciones imaginarias, en las que la «función» se asume en lugar de demostrarse. Lo anterior resultará obvio en los ejemplos que se exponen a continuación.

El Potlatch

Existe un consenso entre los ecólogos culturales en que la función del Potlatch es distribuir bienes necesarios (alimentos) entre grupos que presentan una productividad variable en el tiempo. La base de esta afirmación es la siguiente:

  • el potlatch es un gran festín distributivo en el que participan varios grupos;
  • los registros y los mitos señalan una variación real en la productividad y la existencia de periodos de hambre.

Pero nunca se nos dice si en el potlatch se transfiere comida de los grupos ricos a los grupos pobres. La estructura del sistema de circulación es la clave de cualquier aseveración sobre su función adaptativa. Si el potlatch funcionase para igualar la distribución, sería un requisito imprescindible que los alimentos se transfiriesen automáticamente de las zonas de mayor productividad a las de menor productividad. Si los A y los B son respectivamente ricos y pobres, pero carecen de vínculos de afinidad, el sistema no previene que los B se mueran de hambre. Es decir, el potlatch no hace necesariamente lo que el modelo explicativo pretende que hace, y, por tanto, estamos justificados en reinterpretar la existencia periódica del hambre como una demostración de hasta qué punto el sistema no funciona. No estamos afirmando que el potlatch sea necesariamente maladaptativo, dado que cualquier distribución incrementa la probabilidad de sobrevivir. Pero, ni siquiera hemos comenzado a explicar la naturaleza de la institución, porque, si fuese no-adaptativa, la sociedad como tal no existiría. La adaptación se define negativamente en términos de compatibilidad con las condiciones ambientales. Insistir en que el potlatch es adaptativo es «un tipo débil de funcionalismo, que no da cuenta de su existencia, sino de su viabilidad» (Sahlins, 1969).

La vaca sagrada

Otro ejemplo nos lo brinda el análisis de Harris de la «vaca sagrada» en la India. Volvemos a encontrar, una vez más, el argumento de la racionalidad: «En la medida en que el tabú de no comer carne de vaca contribuye a descartar un incremento en la producción de carne, es un ajuste ecológico que maximiza, en lugar de minimizar, el output de calorías y proteínas del proceso productivo» (Harris, 1966).

En la medida en que tal declaración se dirige contra quienes ignoran la función (en su sentido descriptivo) del ganado en la economía de la India, es una consideración que debe hacerse. Pero es peligroso, política y teóricamente, pararse ahí, manteniendo todos los elementos constantes para preguntarse qué hace el ganado en el sistema. La respuesta a vuela pluma es que el campesino indio estaría completamente perdido sin ganado, de tal modo que cualquier institución que impida el consumo de carne, incrementará necesariamente la probabilidad de que haya la suficiente energía animal de todo tipo para satisfacer las numerosas necesidades de la población. Es peligroso dar por supuesto todo el sistema en el que actúa el elemento «ganado». Una vez que se han descrito las circunstancias exactas es tautológico decir que una variable particular es adaptativa, simplemente porque tiene una función necesaria en el sistema global. Es el sistema el que define las funciones necesarias de sus elementos, por lo que tratar un elemento como si fuese independiente es evitar el problema real.

Es más probable que la relación hombre/ganado forme parte de una economía que esté funcionando muy por debajo de su capacidad de producción. Se trata de un sistema provisto de relaciones sociales y, especialmente, de propiedad que determinan cómo se usa o, lo que es más importante, cómo no se usa la tierra, los tipos de cosechas que se plantan, y cómo se asignan los recursos tecnológicos para la producción. Hay buenas razones para creer que mediante una reorganización del sistema de producción para mejorar la productividad, (lo cual supondría una reorganización radical de la estructura social), se podría incrementar la tasa de crecimiento de la población de un modo tal que fuese posible consumir carne de vaca y además aumentar la cosecha agrícola, debido a una mejora de las condiciones físicas de los animales, y todo ello empleando el mismo fondo tecnológico básico.

En resumen, aunque uno quisiese argumentar que la relación hombre/ganado en la India es adaptativa, dadas las restricciones del sistema socio-económico (del que Harris no se ocupa al considerar todo como un problema ecológico) del que forma parte, es potencialmente desastroso no considerar el sistema como un todo. En la práctica es una disculpa suponer que una institución sea adaptativa porque funcione para mantener una variable por encima de un límite mínimo, cuando, de hecho, si consideramos esa sociedad como un todo nos encontramos con que la organización presente establece un límite máximo que, si se reorganizase la sociedad, ésta se nos mostraría en la gama más baja de adaptabilidad. En términos del potencial del sistema debemos revisar nuestra afirmación anterior y establecer en su lugar que el tabú del consumo de carne de vaca maximiza la producción total de calorías y proteínas dentro de una serie de restricciones que mantienen esa producción bastante por debajo de su capacidad. Una debilidad mortal del funcionalismo es identificar la racionalidad del elemento mientras que ignora la racionalidad del sistema.

Feedback Negativo

Recientemente se ha señalado que, desde un punto de vista formal, este tipo de análisis funcionales se ocupan de la descripción de sistemas de feedback o retroalimentación negativos, es decir, de sistemas en los que ciertas variables se mantienen dentro de ciertos límites cruciales mediante la labor de otras variables que son funciones dependientes de esos límites. El análisis de Rappaport del ciclo ritual Maring (1967) que nos ofrece la principal contribución del neo-funcionalismo, utiliza continuamente este concepto. Según su análisis, los festines rituales de los cerdos son un mecanismo de feedback negativo mediante el cual las piaras de cerdos locales se mantienen por debajo del nivel en el que causarian una degradación ambiental al destruir la base energética de la sociedad o incluso el ecosistema. Pero sus propios datos no apoyan necesariamente el modelo que les impone. (...) El sistema se presenta en términos de una función de producción y consumo.

Tal y como lo describe Rappaport, el principal límite del sistema aparece cuando las mujeres acumulan una gran carga de trabajo. Dado que son ellas las encargadas de alimentar y controlar a los cerdos, también son ellas las primeras en apreciar el rendimiento decreciente en el aumento de trabajo. Todas las pruebas que presenta indican que el desencadenante del ciclo es el peso de la carga de trabajo en el sistema. Sin embargo, su propia «explicación» nos muestra todo al revés al presuponer que es el ciclo ritual el que regula el trabajo y no a la inversa. En segundo lugar, si consideramos el trabajo (y quizás también la productividad ambiental) como una variable en vez de como una constante, no podremos dejar de apreciar que es la estructura social la que determina la naturaleza y los límites del aporte de trabajo. A pesar de que las mujeres realicen un trabajo enorme, la contribución doméstica total, como ha mostrado Sahlins se acerca al mínimo. Si comparamos a los Maring con grupos como los Enga o los Thimbu nos encontramos con que el tamaño de las piaras de cerdos está controlado por el sistema de intercambios intergrupales. Strathem ha mostrado que la relación hombre/cerdo está determinada por el sistema que liga los intercambios de festines con la clasificación de prestigio y la subsiguiente capacidad de controlar los recursos de trabajo. El tamaño de las piaras es el resultado de decisiones políticas (dentro de unos límites), y es probable que en sociedades menos igualitarias el aporte de trabajo sea mayor, dado que el número de cerdos criados por cada casa es, a menudo, el doble que el de los Maring. No consigo ver que intervenga el límite medioambiental, dado que entre los Maring el ciclo se desencadena muy por debajo de la capacidad de sustentación, y otros grupos probablemente se aproximen más a ese límite. El panorama resultante difiere del feedback negativo de Rappaport. En su lugar, encontramos que las relaciones sociales determinan la composición y la cantidad de trabajo con el subsiguiente aprovechamiento de la población porcina dentro de los límites de la adaptatibilidad ambiental. Pero estos límites no regulan la forma o el grado de aprovechamiento.

Si se coloca un termostato a 75 grados, pero la caldera que regula se estropea cada vez que llega a los 65, no podemos hablar de retroalimentación negativa. Si logramos alcanzar el límite de 75 grados con otras calderas, nos debería quedar claro que el límite de temperatura está determinado por las propiedades de la caldera y no por el termostato. Si bien es válido describir el ciclo ritual como un mecanismo para mantener la población porcina por debajo de un cierto nivel, es incorrecto sostener que hay homeostasis cuando no se ha establecido que exista una relación entre el límite y el desencadenante del ciclo.

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  • Otros textos: releer alguna obra de M. Harris (La vaca sagrada, por ejemplo).

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TEMA 8. SOCIEDADES DE CAZADORES RECOLECTORES

El enclave ideológico: los pueblos cazadores actuales no son ni prehistóricos ni un reducto ahistórico. Caza-recolección: la estrategia de subsistencia más antigua. Los entornos ecológicos. El territorio. Flexibilidad de la organización social: la banda. Tamaño de los grupos y control demográfico. Igualdad y género: la división del trabajo y la organización familiar. Tipos de intercambios: la reciprocidad. Los indios del noroeste americano: cazadores recolectores y jerarquías sociales. La polémica de las sociedades cazadoras como sociedades de la abundancia y del ocio.

8.1. RESUMEN DE LOS PROBLEMAS CENTRALES

  • Caza recolección: la estrategia de subsistencia más antigua. Perspectiva histórica.
  • Organización social flexible: la banda. Tamaño y control demográfico. El territorio.
  • Diferentes estrategias de adaptación entre cazadores recolectores. La división sexual del trabajo
  • Tipos de intercambios. La reciprocidad generalizada.
  • Cazadores recolectores, ¿son las sociedades de la abundancia y del ocio? La igualdad y la diversidad de pueblos cazadores recolectores.

8.2. GUÍA DE LECTURAS

Desde el punto de vista de los modos de subsistencia muchos autores han partido de una dicotomía estricta entre pueblos que recolectan los alimentos, mediante la caza, la pesca y la recolección de productos silvestres tales como frutas, verduras, setas, tubérculos, mariscos, huevos, insectos o miel y pueblos productores de alimentos que usan técnicas de domesticación de animales y plantas (desde las más simples, como la horticultura, a la agricultura intensiva con arado o a los sistemas de irrigación). Subyacente a la dicotomía nos encontramos un evidente modelo evolucionista, basado en la medida de la «mayor o menor» complejidad cultural, una de cuyas ambiciones teóricas sería el establecimiento de correlaciones exactas entre estos modos de subsistencia y el tipo de instituciones presentes en estas sociedades. Así los cazadores-recolectores estarían organizados en bandas nómadas sin liderazgo fuerte, con una adaptación notable a sus ambientes ecológicos, serían igualitarias (con sólo distinciones de género y edad), con organizaciones de parentesco flexibles y fluidas, con un claro predominio de la reciprocidad generalizada y, mediante un comportamiento de «resistencia generalizada», estarían aislados de otros pueblos y de la marcha de la «historia» desde hace unos 12.000 años. Sin embargo, las cosas distan de ser tan simples, lo que nos impide extrapolar su «ejemplo» a cómo habría sido la tierra en tiempos prehistóricos cuando la mayoría de las sociedades eran cazadores-recolectores. Las intersecciones con otros pueblos (ya fuesen vecinos horticultores, agentes comerciales europeos o colonizadores) han sido constantes. Todo lo anterior quiere decir que debemos «poner en su sitio» las correlaciones y la rigidez de las tipologías y tener en cuenta el amplísimo grado de variedad en las sociedades humanas, aunque utilicemos una serie de tipologías orientativas.

Durante los primeros tiempos del discurso antropológico, los cazadores eran el prototipo de los «primitivos más primitivos de los humanos». Baste recordar los estadios inferiores de todas las tipologías decimonónicas (salvajes, horda primitiva, etc.). Ideológicamente tanto podían encamar el «buen salvaje» como «la lucha de todos contra todos» hobbesiana, siempre acuciados por la escasez, el hambre, las horas de trabajo y la penuria.

Estos estereotipos desaparecieron de forma progresiva según se iban estudiando este tipo de sociedades. A partir de la recopilación de artículos sobre cazadores recolectoreseditada por Richard B. Lee e Irven DeVore, 1968, el debate sobre los cazadores dio un giro copernicano: lejos de la imagen de lucha de todos contra todos, de hambre y de brutalidad, el número de horas que la mayoría de las sociedades de cazadores, dedicaban a la subsistencia y la relativa falta de escasez de alimentos hizo proclamar a Sahlins que los cazadores, mejor adaptados al medio ambiente y social que nosotros, los occidentales, vivían en la auténtica sociedad de la abundancia y del ocio.

Las tendencias actuales del estudio de sociedades de cazadores recolectoresse centran en dos temas de debate que modifican las percepciones anteriores:

  • El Debate «revisionista», centrado en la negación del carácter «prístino» de las sociedades de cazadores recolectores y que aporta como novedad infinidad de datos sobre las relaciones históricas de los cazadores con otros pueblos, de tal forma que los nuevos estudios se centran en el análisis de estas relaciones interdependientes, así como en la constitución de algunos pueblos como cazadores-recolectores tras abandonar otras formas de subsistencia.
  • El debate de la «igualdad». Siguiendo a Engels y las aportaciones de la antropología del género, una parte de los estudios de los cazadores-recolectores se ha centrado en el análisis de asimetrías entre los géneros. Dada la obsesión de los primeros tiempos en las calorías, los primeros enfoques sobre estas cuestiones se centraban en el estudio de la división sexual del trabajo en las bandas, (hombre cazador/mujer recolectora) y quién aportaba más a la dieta (las mujeres), pero quién obtenía más «prestigio» repartiendo carne (los hombres). La publicación del artículo de E. Leacock (1978), abrió paso a que el estudio de las relaciones de género se analizasen a partir de su inserción en el contexto general de las sociedades estudiadas y de los cambios y transformaciones que experimentaban en sus encuentros con otros pueblos.

8.3. TEXTOS DE ESTUDIO

Johnson y T. Earle: Capítulo 3: Los cazadores recolectores de nivel familiar.

Hace más de dos millones de años, los cazadores-recolectores humanos se dispersaron por todo el mundo. Su crecimiento y dispersión sirvió de contexto a nuestra evolución biológica y como fundamento para todos los desarrollos culturales posteriores. Las economías cazadoras-recolectoras poseen la forma más simple de producción de subsistencia: recolectar plantas silvestres y cazar animales salvajes. Estas economías son bastante variables, teniendo en común ciertos elementos de uso de los recursos, de tecnología, de propiedad y de organización, que Lee denomina modo de producción cazador-recolector, que se atribuye a una densidad de población baja.

La eficiencia de una estrategia de subsistencia está inversamente relacionada con su intensidad; Shalins sostuvo que las necesidades limitadas de los cazadores-recolectores pueden verse satisfechas en sólo unos pocos días de trabajo a la semana, dejando un tiempo libre para actividades no económicas.

Al menos cuatro factores biológicos y culturales, asociados con un modo de vida cazador-recolector, se combinaron para mantener la población baja (operaron de manera diferente bajo condiciones medioambientales distintas):

  • Una deficiencia calórica crónica disminuye la fertilidad, y los periodos de escasez alimentaria fueron comunes.
  • Un largo periodo de lactancia retrasa la nueva ovulación. La lactancia permanece como la principal fuente de alimento del niño durante dos o tres años.
  • El intenso ejercicio físico necesario para una recolección móvil puede disminuir la fertilidad femenina.
  • El infanticidio puede haberse utilizado para espaciar los nacimientos.

La eficiencia de los cazadores-recolectores de baja densidad reside también en decisiones pragmáticas relacionadas con la dieta, la tecnología, el movimiento y la afiliación del grupo. Son muy conscientes del coste, por eso usan sólo una porción de los recursos disponibles y varían su dieta de un lugar a otro y de una estación a otra para minimizar los costes y los riesgos de obtención.

La tecnología empleada en la obtención de los alimentos es, de manera característica, personal. Se encuentra a pequeña escala, generalmente disponible para todas las familias, tiene muchos usos y es portátil. Su poder para transformar el ecosistema es limitado y la disponibilidad de recursos no suele verse demasiado alterada por la explotación humana. La tecnología, sin embargo, no es en absoluto simple. Se trata de soluciones apropiadas para los problemas de obtención de recursos al mínimo coste.

Los cazadores-recolectores siguen un patrón cíclico de agregación y dispersión que responde a la disponibilidad de comida. Se interpreta el nivel familiar de los cazadores-recolectores de baja densidad como un modo efectivo de vivir en unas condiciones medioambientales y económicas particulares, en que el trabajo preciso para una actividad de obtención raramente sobrepasa el ámbito de la familia.

Sin embargo, este nivel elemental de organización es siempre parte de un sistema social más complejo que reúne a las familias en campamentos y redes regionales.

Las causas primarias de la formación de grupos es la gestión del riesgo, la tecnología, la guerra, y el comercio. Entre los cazadores-recolectores, la gestión del riesgo es de importancia capital y promueve la formación de lazos sociales informales y flexibles entre familias. Las poblaciones de cazadores-recolectores son altamente variables y la dinámica evolutiva de éstos generó diversas líneas de desarrollo que reflejan las variables interrelacionadas del medio, la tecnología, la guerra y el comercio.

El problema crítico del riesgo se genera a partir de dos circunstancias económicas:

  • El riesgo asociado con la recolección de plantas. De año en año, los recursos vegetales son impredecibles. Para compensar esta variabilidad la población debe ser móvil, y para poder hacerlo, las familias deben mantener amplias redes regionales de relaciones. La flexibilidad en la composición del grupo y la ausencia de una exclusividad territorial están en la base de la economía cazadora-recolectora y del uso de recursos silvestres fluctuantes.
  • El riesgo asociado con la caza. El campamento actúa para compensar esos altos riesgos diarios compartiendo la carne.

Por lo general, el nivel familiar de organización está notablemente desestructurado. Recompensas sociales y económicas de tipo temporal reúnen a los grupos sólo para tener costes de obtención escalados mientras que la fricción social los separa. El ceremonial y el liderazgo son ad hoc. Existen para resolver dificultades particulares de la cohesión del grupo, que sólo surgen cuando el grupo multifamiliar se halla unido. Ambos existen entre los cazadores-recolectores, pero ambos específicos del contexto y relativamente poco elaborados.

En la búsqueda de los primitivos, algunos estudiosos describieron la banda como la forma básica de organización social humana, que evolucionó bajo condiciones de caza y recolección. En general, la banda (un grupo patrilocal con derechos exclusivos sobre el territorio) parece una construcción de los antropólogos en su búsqueda de una estructura de una sociedad simple. La banda, en el sentido de un campamento, existe sin duda entre los cazadores-recolectores, especialmente cuando la caza exige un alto grado de colaboración. Sin embargo, la banda como un grupo corporativo territorialmente definido que regula los matrimonios y el uso de los recursos parece inapropiado para los cazadores-recolectores, ya que ello restringiría la flexibilidad de movimiento del que depende su supervivencia. Con excepciones, la mayor parte de los cazadores-recolectores de baja densidad no son territoriales, porque no pueden permitírselo.

Los shoshón de la Gran Cuenca americana

Fueron históricamente cazadores-recolectores de baja densidad.

La organización de estos cazadores-recolectores no estuvo formalizada y las relaciones, temporales y mínimas, por encima de la familia eran ad hoc. Las unidades familiares elementales se reunían y se separaban según la disponibilidad fluctuante de los recursos silvestres. Su organización del trabajo y sus patrones de movimiento y asociación se adaptaron a la explotación de recursos dispersos e impredecibles con una tecnología simple.

El medio y la economía

Viven en una zona seca y de vegetación escasa. El agua, en especial durante el verano, se halla restringida a pequeñas fuentes situadas en las faldas de las montañas y a unos pocos arroyos permanentes.

Se da una variación de microclimas a nivel local (a más altura más precipitaciones y menos temperatura) que da como resultado una disposición vertical de microambientes.

La estacionalidad es extrema: veranos secos y calurosos e inviernos muy fríos y húmedos, generalmente con nieve, que establecen unas condiciones difíciles para una sociedad tecnológicamente simple.

El medio natural es severo y los recursos son escasos, no están disponibles durante gran parte del año y su permanencia de un año a otro es poco fiable. La población, la economía de subsistencia y la organización social de los shoshón se entienden mejor como soluciones pragmáticas a tales condiciones severas.

La densidad de población fue baja (1 persona por cada 40 Km2) y fueron cazadores-recolectores de amplio espectro. La dieta eran alimentos vegetales e insectos,... Había severas hambrunas por la variación estacional e impredecible e impredicible de alimentos.

A diferencia de la mayoría de los cazadores-recolectores, hicieron un uso limitado del riego. La caza y pesca fue importante aunque secundaria en su dieta (menos del 20% de la dieta total).

La tecnología incluía objetos simples y portátiles que podrían ser manufacturados por cada casa. La obtención de alimento no requería otra cooperación que la de la propia familia individual. Los hombres cazaban y construían las estructuras necesarias para la familia y el campamento. Las mujeres se ocupaban en gran medida de la recolección. La guerra era algo raro o inexistente.

El comercio existió entre ellos. Lo más importante fue el intercambio de alimentos por materias primas, como la obsidiana.

La organización social

Por lo general, recolectar era una actividad individual. La caza individual era común, pero la caza cooperativa era más importante en términos de su contribución al abastecimiento alimentario. Las batidas de liebres y antílopes eran empresas que requerían la coordinación de grupos bastante grandes. Los “jefes de la liebre” o un “chamán del antílope”, proporcionaban el liderazgo necesario para organizar estas batidas.

Estas cacerías a gran escala buscaban eliminar la población local animal para maximizar el abastecimiento inmediato de comida. No se cazaban de nuevo hasta alcanzar un número suficiente para justificar otra batida.

Steward mostró de qué manera la distribución y la organización de los grupos estaban adaptadas a los patrones medioambientales y correspondían a los problemas de obtención de los recursos.

La verticalidad del medio y la estacionalidad conducían a un movimiento muy definido, llamado migración estacional. Así, la mayor parte del año, se movían como unidades familiares individuales. Cada familia era unidad económica y de toma de decisiones separada.

Durante el otoño y el invierno se reunían en campamentos de distintas unidades familiares en torno a recursos comunes, como máximo 50 personas, pero sin un sentido de integración comunal ni un líder de grupo.

El débil desarrollo de los campamentos shoshón como organización suprafamiliar refleja la importancia relativamente menor de la caza, con sus presiones para cooperar y compartir entre familias. Las batidas irregulares de conejos y antílopes eran cuestión aparte, ya que causaban un giro periódico hacia una organización social considerablemente más compleja.

En momentos de abundancia, muchas familias se reunían para un festival en el que disfrutar de la compañía recíproca, bailar y cortejar. A pesar de no ser un elemento dominante, la ceremonia formaba parte de esa reunión.

La diversión marcaba un grupo suprafamiliar temporal que, además tenían un número importante de funciones económicas.

  • la reunión juntaba el trabajo de muchas familias, sin la cual la caza cooperativa habría sido imposible.
  • llevaba al uso más eficaz posible de los animales cazados.
  • permitía compartir la información sobre donde se hallaban los alimentos.
  • servía como oportunidad para el comercio de materias primas y para tejer una red de amistades a través del intercambio.
  • momento excelente para encontrar marido o mujer.

El ceremonial ad hoc de los shoshón ejemplifica una característica importante de las poblaciones cazadoras-recolectoras dispersas. Involucraba a familias de muchos campamentos de invierno y constituía un importante incentivo para participar. El desarrollo del ceremonial se intensificó cuando los territorios empezaron a definirse y defenderse, La ceremonia es una invitación oficial a los vecinos a entrar en el territorio de un grupo sin miedo a un ataque.

Resumiendo, el aumento de población entre los cazadores-recolectores depende de recursos localmente densos que con frecuencia son efímeros e impredecibles. El liderazgo resuelve problemas específicos a la hora de organizar las actividades de un grupo, aunque, como el mismo gran grupo, este liderazgo es efímero y específico del contexto. Las actividades festivas están muy ligadas a patrones estacionales e irregulares de disponibilidad de recursos. Los derechos flexibles y no exclusivos para usar los recursos vegetales y animales parecen haber sido la norma. La guerra era inexistente y no estuvo organizada con anterioridad a los tiempos de contacto.

La descripción de Steward constituye la base para nuestro modelo de sociedad de nivel familiar en la que el ceremonial, el liderazgo, la guerra y la territorialidad tienen poca importancia.

Recientes trabajos muestran que diferentes grupos de shoshón de la Gran Cuenca se organizan a sí mismos de formas distintas, como adaptaciones locales a condiciones específicas de los recursos. Los de la montaña, con densidades de población muy bajas, restricciones de agua y recursos muy dispersos y población móvil. Los del valle, con densidades de población más altas, con agua, con la ayuda de la irrigación, recursos ricos y almacenamiento de alimentos. Las poblaciones eran más sedentarias. Estos, eran territoriales y estaban organizados en grupos locales. Las normas de matrimonio eran menos flexibles y se convierten en un aspecto importante de las relaciones entre grupos.

El caso shoshón ilustra dos tipos de organización de cazadores-recolectores. La base de recursos ricos y predecibles del valle Owens permitió la formación de un grupo suprafamiliar y lo obligó a defender sus recursos contra la usurpación por parte de poblaciones que habitaban medios menos favorables.

Los ¡kung del Kalahari

Constituyen el mayor ejemplo etnográfico de una sociedad cazadora-recolectora organizada en el nivel familiar, aunque su estilo de vida es una adaptación específica a condiciones medioambientales y económicas concretas.

Consideramos aquí que los ¡kung fueron cazadores-recolectores independientes en gran media y que su etnografía puede ayudar a explicar las dinámicas de las sociedades de nivel familiar. Sin tener lazos históricos, los ¡kung y los shoshón son, sin embargo, similares en muchos elementos de sus núcleos culturales y las diferencias entre ellos bien pueden responder a condiciones medioambientales y económicas opuestas. Ambos dependen ante todo de recursos vegetales en un medio seco. Las densidades de población son bajas, limitadas en apariencia por la disponibilidad de recursos. Su nivel familiar de organización les permite una flexibilidad máxima de movimiento, mientras que la organización suprafamiliar es informal y cambiante. La territorialidad, el liderazgo y el ceremonial son ad hoc y poco desarrollados y la guerra inexistente. En ambos, existe un pragmatismo básico de la sociedad de nivel familiar. Las decisiones de qué comer, dónde ir, a qué grupo agregarse y cuándo abandonarlo las toma la familia sobre la base de evaluaciones sencillas de costes y beneficios.

No viven en familias aisladas, sino que se organizan en campamentos de distintas familias, unidas por redes personales de intercambio que interconectan familias.

La importancia de estas organizaciones suprafamiliares para manejar los riesgos diarios de la caza y los riesgos a más largo plazo de un recurso impredecible, muestra claramente los límites de la independencia de la familia.

El medio y la economía

Los ¡Kung reconocen 5 estaciones basándose en las diferencias de temperatura y lluvia. Existe una estacionalidad definida, con épocas de escasez de recursos, días calurosos y noches frías. De un año a otro, sin embargo las precipitaciones son variables y los años secos con recolecciones pobres de plantas no son infrecuentes. Además, los patrones de precipitaciones, especialmente en primavera, tienen un carácter muy localizado y pueden producir una marcada variación local en el abastecimiento de alimentos.

El medio es plenamente natural, apenas lo han alterado. Siendo las fuentes permanentes de agua en el Kalahari bastante raras, el agua es un factor limitador.

Los vegetales suponen aproximadamente el 70% de su consumo calórico. Sin embargo, muestran una selectividad considerable y una flexibilidad para minimizar costes de obtención y responder a la variabilidad del entorno en el espacio y en el tiempo. Los alimentos vegetales se evalúan de manera pragmática y racional, se restringen pocas especies por tabúes mágico-religiosos

Los animales también son importantes en su dieta. Los ungulados, más abundantes, son los más comúnmente cazados. Otros, como lagartos, ratones, avestruces, búfalos africanos o elefantes, se evitan bien por su baja biomasa individual, su gusto desagradable, alto nivel de peligro o alto coste de obtención.

Como cabía esperar, la intensidad de uso de suelo disminuye al aumentar la distancia a una fuente permanente de agua. Los ¡kung ocupan normalmente un campamento durante unas semanas y sacan todo lo que pueden de éste. Cuanto más tiempo vive un grupo en un campamento, más lejos tiene que desplazarse cada día para conseguir su alimento.

A través del año, el uso de los recursos refleja la disponibilidad estacional de los costes de obtención. Durante la estación húmeda, cuando las plantas se hallan más disponibles, la dieta se centra en aquellos recursos fácilmente obtenidos como frutos, bayas y melones. También se cazan aves acuáticas y algunos ungulados. Durante la seca, los alimentos están menos disponibles y la dieta se amplía para introducir alimentos de más alto coste como raíces y bulbos (ampliación de la dieta ante la falta de recursos).

El movimiento anual de los ¡kung a través del medio, como agruparse en torno al agua limitada en invierno y dispersarse luego hacia los recursos vegetales, está concebido para minimizar los costes de obtención. En la región de Dobe, la distribución de agua crea un patrón oscilante en la población que Lee denomina “dialéctica” de concentración y dispersión (concentración en torno al agua durante la estación seca, pero durante la húmeda los campamentos se dispersan y los lugares se ocupan solamente durante unos pocos días cada vez).

El objetivo es mantener la máxima dispersión posible de campamentos manteniendo la disponibilidad de agua para minimizar costes de obtención en términos de desplazamientos desde y hacia el campamento. La flexibilidad en el movimiento es esencial para la economía, que descansa en lazos sociales más que en el almacenaje para manejar el riesgo.

Su alta selectividad y flexibilidad (en el espacio y el tiempo) corresponden a la disponibilidad cambiante de los recursos y a los costes de obtención.

Las condiciones del medio, a causa de su efecto directo sobre la obtención, determinan en gran medida la naturaleza de la economía de subsistencia y las características sociales y culturales a ella asociadas. Esta interrelación tan cercana entre ecología y sociedad, se ve resumida en la noción de Steward de “núcleo cultural”.

¿Qué limita la población a estas densidades bajas en una sociedad cazadora-recolectora? La explicación obvia es la escasez de los recursos y la correlación de la densidad de población con la disponibilidad de agua parece corroborarlo. No obstante, para Shalins, los ¡kung vivían en la abundancia y raramente tienen problemas para conseguir lo suficiente para comer. Quizá, en vez de en la escasez media, debiéramos centrarnos en la escasez periódica.

Otro factor que limita el crecimiento de la población en cazadores-recolectores como los ¡kung es el largo periodo entre nacimientos. Los pospartos se veían tradicionalmente espaciados alrededor de 4 años; con un periodo reproductivo relativamente corto, el crecimiento de la población en tales circunstancias se habría aproximado así a cero.

Las mujeres pueden escoger limitar los nacimientos como una manera de bajar sus costes de obtención de alimentos. Otra, explicación es el largo periodo de lactancia, hecho determinado por la falta de un alimento de destete apropiado.

En resumen, cierta combinación de factores biológicos y económicos, junto con los ocasionales años desastrosos, actúan para mantener a la población ¡kung baja. Esta densidad de población permitió a los cazadores-recolectores continuar al margen de la economía basada en el pastoreo.

La tecnología ¡kung consiste en unas pocas herramientas multiusos hechas de materias naturales: piel animal tratada usada por las mujeres para transportar alimentos y otras materias, el palo para cavar, el arco y flechas del hombre, cuchillos, y cantimplora hecha de huevo de avestruz. A pesar de simplicidad, su tecnología es efectiva y a menudo ingeniosa.

No tienen instalaciones para el almacenaje de alimentos vegetales, presumiblemente debido a que la comida está disponible en cantidades adecuadas durante todo el año.

Los problemas más importantes de producción y reproducción a los que se enfrentaron los ¡kung fueron notablemente similares a aquellos que afrontaron los shoshón: tuvieron que recoger un abastecimiento adecuado de alimentos vegetales de baja densidad, con un suplemento en la caza de animales dispersos e impredecibles. Sus problemas de estacionalidad y posible falta de alimentos, sus necesidades por un sistema de confianza para encontrar parejas y una manera de obtener bienes especiales de artesanía a través del comercio. El papel diferente de la caza (los shoshón representan una sociedad dicotomizada desmembrada en familias que recolectan los recursos vegetales y se concentran fugazmente para cazar en grupo. Los ¡kung representan una posición intermedia más estable, con una economía cazadora-recolectora equilibrada y con menos variación en la estructura de su organización) y su implicación en la organización del campamento es la mayor diferencia, y reflejan contrastes específicos en sus medios naturales. Los shoshón, almacenan alimentos para prevenir la hambruna

En ambos casos, la aridez y la variabilidad ambiental convirtieron a sus regiones en marginales para la agricultura o la ganadería, y como resultado la caza y la recolección continuaron siendo el modo de subsistencia básico hasta el pasado reciente. En ambos casos, la población es escasa y está dispersa, y ambas economías de subsistencia, esencialmente pragmáticas, seleccionan de entre los posibles recursos alimentarios los más adecuados para satisfacer las necesidades del grupo.

La organización social

Entre los ¡kung como en otras economías de subsistencia simples, la familia con su propia vivienda y hogar forma la unidad económica y social elemental. El individuo o la familia toma las decisiones económicas básicas: qué recolectar, cómo, cuándo trasladarse, a qué grupo unirse. Los bienes llegan a la familia a través de sus miembros, que se hallan involucrados en diferentes actividades de obtención según la división sexual del trabajo.

La organización del trabajo es, como la tecnología, una respuesta simple y directa a los problemas de obtención. La mayoría de actividades de subsistencia pueden ser desarrolladas por individuos que trabajen separadamente. Las mujeres son recolectoras, realizan algo de manufactura, la preparación de alimentos, y se ocupan de los hijos. Los hombres son cazadores, recolectan algo, y desarrollan la mayor parte de la manufactura, especialmente las armas.

La recolección se realiza de manera individual o en pequeños grupos. Los grupos trabajan en paralelo, sin división del trabajo, las tareas las realizan juntos, pero no están coordinadas, excepto para establecer un ritmo de trabajo.

Al cazar, los hombres también trabajan solos o en pequeños grupos. Una vez cazado el animal, de 3 a 6 personas lo descuartizan y llevan la carne al campamento. Esta actividad precisa de un esfuerzo de trabajo cooperativo.

Para los ¡kung, una organización suprafamiliar es esencial para la supervivencia de la propia familia. Los 2 niveles de organización suprafamiliar son el campamento y la red regional entre campamentos y entre familias. Son niveles flexibles e informales aunque esenciales para manejar los problemas del riesgo de la subsistencia.

El campamento es el grupo local básico, un grupo de personas no corporativo, formado por distintas familias de parientes cercanos, que vive unido al menos una parte del año. Normalmente, tiene 5 o 6 pequeñas cabañas (cada una acoge una familia nuclear) de hierba orientadas a un espacio central, que variaba de 9 a 30 personas. En inviernos los campamentos están unos cerca de los otros.

Al parecer, el límite superior del tamaño de un campamento es impuesto por disputas internas que lo fragmentan y por los costes de subsistencia más altos asociados a los grupos más grandes, lo cual conlleva el aumento de los costes de la caza y la recolección y desplazamientos más frecuentes. El límite inferior se establece por el deseo de mantener una proporción entre productores y dependientes, de aproximadamente de tres a dos y por los requerimientos de la caza. La caza crea la necesidad de un grupo de intercambio mayor que la familia nuclear y socializa a través de la reciprocidad generalizada.

A pesar de que el grupo tiene una importancia económica capital, su pertenencia no está definida de una manera rígida. Las normas del matrimonio son muy flexibles y ayudan a crear una red de relaciones familiares entre campamentos. Los individuos forman redes amplias de intercambio que entrelazan a las familias y dan acceso al campamento y al territorio de la pareja. Estas redes regionales, que permiten a una familia y a su campamento desplazarse de manera relativamente libre a través del espacio, y un ajuste rápido a las oportunidades económicas cambiantes a través del territorio ¡kung son fundamentales para la adaptación a los cambios en la disponibilidad de recursos.

Las redes regionales se crean cuando los campamentos se agrupan alrededor de charcas permanentes durante la estación seca. Es el momento de realizar ceremonias y actividades entre campamentos. Es un periodo de actividad social (negociación de matrimonios, socialización e intercambio).

El individuo autosuficiente y su familia disfruta de la independencia y de la habilidad para controlar su propio destino. El grupo ofrece recompensas sociales y asistencia económica en momentos críticos, pero también limitaciones, frustraciones y conflictos personales. La tensión entre familia y grupo existe, pero es secundaria respecto a las ventajas económicas y sociales del grupo.

Reconocen regiones de entre 250 y 500 Km cuadrados, que se asocian con un grupo nuclear con una larga residencia en el área. Dentro, el acceso a los recursos no parece restringido a los miembros del campamento asociado y sus visitantes. Se debe pedir permiso para usar los recursos de la zona, que si es concedido impone una obligación recíproca al campamento visitante.

El campamento no tiene un liderazgo establecido. Sólo pueden persuadir, nunca imponer su voluntad. Es una sociedad igualitaria. La edad y las capacidades especiales confieren respeto y son influyentes a la hora de tomar una decisión. El liderazgo parece que es en gran medida específico de un contexto. La mayoría de las decisiones se toman por consenso, y son en gran medida informales.

Las sociedades cazadoras-recolectoras prehistóricas

Lo que hace a las sociedades modernas potencialmente análogas para formas sociales pretéritas no es su primitivismo inherente, sino la flexibilidad y adaptabilidad de los humanos para organizarse para sobrevivir y prosperar bajo condiciones divergentes.

Puesto que no existe razón para suponer que la naturaleza del riesgo ha cambiado significativamente desde tiempos más antiguos, cabe suponer que los acuerdos de los campamentos y unas redes de intercambio flexibles, que caracterizan los cazadores-recolectores, son comparables a los que existieron hace 30.000 años.

Los problemas que provoca la caza de grandes animales migratorios han sido apuntados como la causa de la elaboración cultural que se produjo en el paleolítico superior, ya que precisan muchos más cazadores de los que un solo campamento puede proporcionar, y por lo tanto implica una elaboración ceremonial para integrar grupos normalmente dispersos en campamentos. También su importancia para el paleolítico ha sido cuestionada por otros, ya que la dependencia de manadas de animales migratorios en el paleolítico superior varía considerablemente y no determina la elaboración cultural.

Se puede argumentar, de manera más específica, que una sucesión de mejoras tecnológicas y el crecimiento de población centraron la caza en animales altamente productivos, que proporcionaban comida almacenable.

El desarrollo de grupos locales se produjo en el paleolítico superior. Hace entre 12000 y 7000 años, la dieta de las poblaciones humanas en muchas áreas cambió de manera radical para incluir un gran número de nuevas especies. Los cambios en el medio ayudaron a hacerlo necesario, aunque su causa principal fue el crecimiento de las poblaciones humanas.

El resultado más común de esta ampliación de la dieta fue la concentración en alimentos vegetales, que crearon una economía de subsistencia en general análoga a la de los shoshón y los ¡kung. Durante este período la sociedad básica a nivel familiar se dispersó por todo el mundo, y desde esta base se traza el desarrollo evolutivo ulterior. La forma de organización flexible de la familia fue un medio pragmático y efectivo para organizar una división del trabajo y una forma de compartir entre los cazadores-recolectores.

Incluso así, existió una considerable diversidad. En algunas zonas la caza intensiva continuó junto con una sociedad organizada territorialmente. En otras zonas, la intensificación se concentró en recursos ricos, que pudieron ser almacenados. No obstante, anular esta diversidad constituyó una presión común, que poco a poco dio como resultado un giro hacia la domesticación y produjo cambios fundamentales para la sociedad humana.

Conclusiones

Para entender la evolución general de los cazadores-recolectores debemos considerar tres tendencias evolutivas principales (intensificación, integración y estratificación), relacionadas con el cambio económico y social.

La intensificación de la actividad en la obtención de alimentos en una zona dada es requerida por una población en aumento o por un medio en deterioro. Primero vino la ocupación gradual de nuevos hábitats con recursos por debajo de lo óptimo, tales como la caza mayor de baja densidad, la caza menor y las plantas. Luego vino la diversificación de las dietas, a la par que especies cada vez más costosas se iban añadiendo a fin de mantener a una población mayor. Ambas tendencias incrementaron la cantidad de trabajo dedicado a obtener comida. Lógica e históricamente, el paso siguiente fue la domesticación.

La integración, se da solo en grupos humanos de cierto tamaño y complejidad, aunque el grado de integración de una sociedad no se corresponde de manera simple con el de intensificación de su actividad económica. En ciertas condiciones ambientales la intensificación provoca la integración; en otros no. Se pueden ver tres niveles de integración social en todas las sociedades cazadoras-recolectoras, aunque su importancia relativa varía de manera significativa con la disponibilidad de recursos, con la forma específica de la intensificación de éstos y con el desarrollo tecnológico.

La familia como unidad de subsistencia básica fue casi universal, a pesar de que su importancia disminuyó temporalmente cuando el campamento adoptó algunas de sus funciones económicas. El campamento, de 4 a 6 familias, fue también casi universal. Su importancia y grado de institucionalización varió ampliamente, siendo menor entre los cazadores de caza menor y mayor entre los de caza mayor. La región, una colectividad de unos 10 a 20 campamentos, se organizó para manejar los problemas de seguridad y defensa.

La importancia de la territorialidad es innegable, aunque variable. Sin límites territoriales que restringieran los movimientos regionales, las poblaciones pudieron fácilmente concentrarse en los recursos más favorables disponibles en cada momento.

La territorialidad en los cazadores-recolectores debió, de esta manera, estar asociada con recursos más estables. Allá donde se concentran los recursos, se puede restringir su acceso de manera más fácil. Con la expansión creciente y los esfuerzos cada vez más exitosos par restringir el acceso a los recursos básicos hallamos los orígenes de la guerra.

En relación con la territorialidad y la guerra se produce un cambio significativo en la importancia del ceremonial. En grupos de densidad relativamente baja que no tiene territorialidad el ceremonial se halla íntimamente ligado a los periodos de reunión. El ceremonial es particular del gran grupo, más que de las familias que lo componen y actúa para compensar las tendencias inherentes a la fragmentación del grupo con disputas internas.

Entre los cazadores-recolectores territoriales las ceremonias pueden desempeñar un papel distinto, tanto para definir un grupo social con sus derechos de acceso como para anular tales divisiones sociales como parte de formaciones de alianzas más amplias.

En general, los cazadores-recolectores se caracterizan por una diferenciación social mínima y un fuerte sentimiento de igualdad y voluntad de compartir. Su objetivo es la subsistencia de cada cual y de todos, no la ventaja económica diferencial de uno u otros. La estratificación depende del acceso diferencial a los recursos, que a su vez se basa en una fuerte noción de la posesión de la tierra, perceptible entre los ¡kung y los shoshón. En otras partes, sin embargo, ciertas condiciones económicas y sociales ligadas a la intensificación han producido sociedades cazadoras-recolectoras con acceso diferencial a los recursos y por ello, con estratificación.

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Johnson y T. Earle: Capítulo 7: Los esquimales de la vertiente norte de Alaska.

Los esquimales de la costa están organizados a nivel familiar. Su compleja tecnología de la caza de la ballena requiere una considerable inversión de capital en equipamiento y una división del trabajo en la caza. Los líderes, propietarios de las barcas balleneras, son importantes, y alrededor de sus residencias se forman pequeños poblados. El comercio es también importante, pero la guerra lo es mucho menos que en otras sociedades horticultoras organizadas a esta escala.

A pesar de que todos los esquimales de la vertiente norte pertenecen al mismo grupo cultural y lingüístico, solamente aquellos que viven en la costa y están comprometidos con la caza cooperativa de ballenas (los tareumiut) tienen una economía de poblado desarrollada. Los del interior (los nunamiut) son cazadores-recolectores de nivel familiar típicos.

El medio natural y la economía

En condiciones normales hay comida suficiente para sostener las densidades de población aborigen (1 persona por cada 50 Km2), pero la fluctuación estacional en la disponibilidad de comestibles es muy amplia, registrándose variaciones impredecibles en los patrones de emigración de los mamíferos de caza más importantes: el caribú y la ballena.

Las migraciones primaverales de ballenas y caribú suponen épocas de abundancia de alimentos. El invierno trae el “tiempo de hambre”. Las ventajas son que hay mucho tiempo de ocio y en las zonas sedentarias, intensas relaciones sociales. La nieve y el hielo permiten viajar bien.

Para los nunamiut, así como para los nganasan, el abastecimiento de comida de una familia depende casi exclusivamente del éxito en la caza y la dieta se ve dominada por la carne y la grasa de caribú. Las pieles, la cornamenta, los tendones y sus huesos proporcionan los materiales más necesarios. Las mujeres se procuran leña (un recurso muy escaso), consiguen agua, preparan la comida y manufacturan la ropa.

La mayor parte del año vagan en familias nucleares o en campamentos de familias extensas, que a menudo se rompen en unidades domésticas individuales durante un tiempo. Cuando llegan las migraciones primaveral y otoñales del caribú, muchos campamentos se reúnen en zonas predeterminadas para cacerías cooperativas del caribú.

La gente debe compartir comida cuando otros se lo piden y la guerra como agresión organizada no existe. Establecer contactos tanto para comerciar como para gestionar el riesgo es de suma importancia y sirve para contrarrestar estas tendencias divisorias.

Los dos grupos esquimales están íntimamente vinculados por su necesidad de comerciar: caribúes por aceite de foca, grasa de ballena por pieles de animales. El comercio a gran distancia es importante en la economía esquimal, y con frecuencia, está bien organizado.

Organización social

La familia nuclear es la unidad básica residencial y productiva. Los lazos de parentesco continúan constituyendo la base más sólida de las relaciones sociales más allá del hogar.

Las normas sociales de los nunamiut precisan que se comparta la comida dentro del grupo aldeano y entre colegas de intercambio. No obstante, la propiedad de la comida se registra cuidadosamente y las armas y proyectiles de caza se identifican con marcas personales. Se permite el intercambio de esposas, que es visto como una forma de reciprocidad en los derechos de propiedad de los hombres sobre la sexualidad de sus mujeres.

Puesto que se puede abusar físicamente de los extraños si penetran en otro territorio, la gente establece asociaciones, lazos que se ven reforzados por el intercambio de regalos, el comercio de objetos y el acceso sexual a las esposas. Estos lazos voluntarios diádicos son de gran importancia para integrar a las familias más allá de su vecindad inmediata.

La economía de poblado de los tareumiut se basa en la caza cooperativa de ballenas y la distribución de la comida almacenada. Los cazadores de ballenas forman asociaciones voluntarias bajo el liderazgo de un propietario de una barca, que organiza el trabajo. Para conseguir seguidores y mantenerlos, tiene que ser capaz de integrar las distintas personalidades de los especialistas en una unidad que funcione a la perfección. Tiene un depósito de almacenaje mayor que el resto que funciona como una especie de fondo de reserva social. Además, se espera de él que proporcione ropa, y otros artículos a sus seguidores a cambio de su lealtad. Desempeña un papel importante en la integración económica más allá del nivel familiar.

Los tareumiut permanecen juntos en invierno, con cierto grado de seguridad alimentaria, desconocida entre los nunamiut. El máximo exponente de dependencia entre poblados es el festín del mensajero: cuando un umealiq dispone de un excedente grande de comida y de otros tipos de riqueza, invita a los umealit de otros poblados a un festín. Se celebran carreras y otras formas de competición ceremonial. Se espera la reciprocidad posterior de los invitados. La vida social de los esquimales está imbuida por la competencia y la comparación.

Los tareumiut ilustran una situación en la que la guerra es menos importante para la cooperación multifamiliar que el hecho de compartir alimentos para evitar el riesgo y la inversión de capital en tecnología para producirlos. La ausencia o menor alcance de estas circunstancias entre los nunamiut se refleja en su posición como comunidades de auténtico nivel familiar.

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Johnson y T. Earle: Capítulo 8: Los indios de la costa noroeste norteamericana.

Sociedades que ejercen fascinación sobre el observador occidental por su arte, tecnología elaborada, el inesperado alcance y complejidad de su vida política y, sobre todo, su economía competitiva, empresarial y aparentemente “capitalista”. Que estos paralelismos con la sociedad moderna puedan hallarse entre cazadores recolectores que emplean una tecnología de la “edad de piedra” ha llevado a muchos observadores a cuestionarse si una teoría evolutiva puede explicar la vida económica de la costa noroeste.

EL MEDIO NATURAL Y LA ECONOMÍA:

El medio natural es capaz de sostener a una población de cazadores recolectores. La costa es notablemente más productiva que el interior y las densidades de población y el tamaño de los poblados son mayores. A pesar de las variaciones locales en la abundancia de ciertos comestibles, el patrón general de obtención de alimentos es similar a través de toda la región. Las comunidades de la costa se orientan hacia los recursos marinos y de las rías: pescado, aves acuáticas y pájaros costeros; mejillones, almejas y otros crustáceos, algas y otras plantas.

 En el interior, se encuentra una diversidad comparable. Las migraciones estacionales de salmón son las principales fuentes de alimento, a pesar de que la densidad de animales de caza es baja, su diversidad representa “un paraíso para el cazador” (para pieles y carne).

 Debido a la productividad poco usual del ecosistema, las densidades de población a lo largo de la costa norte se sitúan entre 0.4 y 0.8 habitantes por kilómetro cuadrado y es mucho más elevada en algunos lugares específicos; quizá sea la densidad más alta alcanzada por cualquier población cazadora-recolectora conocida etnográficamente. A pesar de que, a tales densidades, esperamos que haya una presión de la población sobre los recursos naturales, no es seguro que hayan experimentado ninguna escasez significativa de alimento.

 Sin embargo, numerosos datos apuntan que la gente espera y teme la escasez de alimentos y lleva a cabo importantes esfuerzos para evitarla, almacenando grandes cantidades de comida para el invierno (época de escasez y hambre como posibilidad real). Se sabe que incluso el abastecimiento de la región de alimentos silvestres varía en gran medida de un año a otro. No pueden estar seguros del abastecimiento de salmón (puede ser abundante un año y escaso el siguiente). Algunos grupos como los Kwakiut se esfuerzan mucho para intensificar la producción de los recursos recolectados.

 Los estudios apuntan que los excedentes realmente enormes sólo tienen posibilidades de darse estacionalmente y en los años buenos. Dados los requerimientos de la población relativamente grande de la región, la escasez e incluso el hambre amenazan episódicamente durante los meses de invierno.

 A pesar del tamaño y complejidad de estas sociedades, los individuos en pequeños grupos familiares se procuran su propia comida.

 El ciclo anual es el siguiente:

  • En marzo y abril la gente de los grupos locales se junta para la gran migración del salmón, dado que se requiere una intensa labor para capturarlos y derretir su aceite, que luego se almacena para consumo doméstico y comercio. El aceite es un conservante y apreciado aditivo para los alimentos secos y una fuente fundamental de calorías, que se necesitan para mantenerse caliente en invierno. Al ser almacenable, desempeña un papel importante en la economía política de esta gente.
  • A finales de primavera y durante el verano, los individuos se dispersan en grupos familiares y de campamentos, para cazar, pescar, recolectar raíces y verduras. Periodo descrito como fácil y de la abundancia.
  • En agosto y septiembre, el tiempo de la producción se acelera al llegar la temporada de las bayas y empiezan las migraciones de salmones. Se recolectan bayas en grandes cantidades, se secan cuidadosamente y se empaquetan para consumirlas en invierno. La migración del salmón requiere una notable inversión de trabajo para capturarlos y luego preservarlos. La prodigalidad en los años buenos supera lo que la población es capaz de manejar; por tanto cuanto más trabajo se invierta, mayor será la cosecha, con poca o sin productividad decreciente.
  • Una vez transcurrido este periodo, la gente se agrupa en los poblados de invierno, donde pasan la estación manufacturando y reparando los botes, las herramientas y la ropa y en actividades similares. Hay algunas expediciones de caza, pero la gente vive principalmente de alimentos almacenados. Es un periodo de intensa socialización y actividad ceremonial.

 Son maestros en el trabajo de madera (casas grandes y pequeñas canoas, pesqueras enormes, etc).

 Se pueden almacenar grandes cantidades de alimentos en las casas de ahumado y en despensas excavadas en la tierra y cubiertas con madera y hierba. Al ser sedentarios en invierno las familias almacenan en cantidad. Por esta razón algunas familias acumulan una riqueza sustancial y, debido al crecimiento de las diferencias en riqueza estas sociedades se hallan entre las más complejas de cazadores recolectores conocidos. Queda clara pues la importancia de almacenar en la economía, es una precondición al desarrollo de la diferenciación social.

 La considerable riqueza acumulada y las pesquerías localizadas, altamente productivas, son objetivos naturales de pillaje.

                A finales del siglo XVIII, en época de primeros contactos con los blancos, la guerra era endémica. La tecnología de útiles de guerra estaba muy desarrollada. Según los indicadores, la verdadera guerra dirigida a expulsar o exterminar a otro linaje o familia a fin de adquirir tierras y bienes fue una practica muy extendida. La guerra podía implicar incursiones a larga distancia, dirigidas a capturar botines y esclavos, pero la competencia por los recursos acostumbraba a ser una causa subyacente. Un grupo que no podía mantener su fuerza ante un vecino poderoso estaba perdido.

 Al mismo tiempo, un sistema elaborado de intercambio vinculaba las poblaciones locales con oportunidades especiales de abundancia y recursos.

                Para resumir brevemente, estas poblaciones estaban confrontadas con un complejo entramado de problemas relacionados con su economía intensiva cazadora, recolectora y pesquera. El medio natural ofrece abundancia junto con fluctuaciones impredecibles. En algunas de estas zonas los recursos son abundantes, en otras son comparativamente escasos. Muchos de ellos se hallan también fuertemente localizados en su distribución. La economía por consiguiente abarcaba una combinación notable de pesca elaborada y tecnología de almacenaje, en ocasiones de guerra despiadada y de un considerable comercio.

LA ORGANIZACIÓN SOCIAL:

 Es posible distinguir cinco unidades o niveles de organización social: la familia, el grupo doméstico, linaje, poblado y la “colectividad intergrupal” por encima del poblado. La preocupación de la familia y del grupo doméstico reside en la subsistencia, el grupo doméstico se forma y se fragmenta a través del ciclo anual, al dictado de las perspectivas de subsistencia. Por el contrario, el linaje, el poblado y la colectividad intergrupal se preocupan por la economía política y se centran en las inversiones de capital, las ceremonias, el intercambio y la guerra.

 La familia es la unidad económica elemental, actúa de manera independiente durante la caza y la recolección veraniegas. Se organizan durante la mayor parte del año en “grupos domésticos”, de entre 7 y 25 individuos, que juntan los recursos y a menudo comen de la caja de cocinar común.

                El hombre más viejo del grupo doméstico se considera generalmente su cabeza o jefe. Este y sus parientes más cercanos constituyen un núcleo residencial más o menos permanente, con personas menos cercanamente emparentadas que entran y salen de manera oportunista según fluctúan los recursos y necesidades de trabajo. Este patrón doméstico refleja una división mayor entre las elites, que están muy atadas a los recursos productivos a través de lazos de propiedad reforzados políticamente, y entre gente común que deambula más o menos libremente a través de los territorios regionales, “respetando” a los diferentes grandes hombres, que se suceden al residir con ellos durante periodos cortos.

                Los grupos domésticos tienen muchos rasgos comunes. La casa atrae de forma comprensible a sus miembros cada nuevo invierno. Gran parte del capital productivo del grupo se produce conjuntamente y se guarda en confianza bajo control del cabeza de casa. Los miembros contribuyen de manera igual al trabajo derivado de pescar, producir aceite, recoger bayas y comerciar. El trabajo entregado a un gran hombre, para la construcción de presas y diques o para el mantenimiento de las calles del poblado, es un esfuerzo conjunto de los grupos domésticos individuales.

                El trabajo de las mujeres era primordial para la economía doméstica. La producción de salmón seco de las mujeres era la base económica tanto de la subsistencia como de la riqueza suntuaria. Una mujer de alto rango podía también construir su propia casa y organizar el potlach por sí misma, con pleno derecho.

                Mas allá de los grupos domésticos, se hallan unidades llamadas numayma. Tales grupos reconocen las relaciones de parentesco entre sus miembros y se distinguen por la posesión de prendas, emblemas y otros distintivos. La pertenencia, sin embargo, es fluida. También es posible que una persona no vinculada por lazos de parentesco ingrese en un grupo.

                El linaje puede prolongarse de una parte a otra dentro de los límites del poblado. No es un grupo corporativo y territorial, pero puede ofrecer vínculos valiosos a través de una amplia región en la que los intercambios comerciales y ceremoniales son importantes. Los lazos de linaje también proporcionan cierta seguridad en un área en la que la guerra es endémica y destructiva.

                La clave de la economía política es el gran hombre o el jefe. La vida pública proporciona muchas ocasiones para expresar sus diferencias de rango y para probar y reordenar su posición. A fin de cuentas, el rango de un gran hombre es un reflejo de su riqueza; es decir de la cantidad de riqueza que puede acumular del propio grupo que le reconoce como líder.

                Existen varios puntos evidentes:

  • El gran hombre representa un grupo. Su riqueza es la riqueza del grupo y su rango expresa la posición acumulativa de sus seguidores. Los participantes en una ceremonia suelen hacer hincapié en que el gran hombre actúa no sólo en su propio nombre, sino en “nuestro nombre”. A pesar de que puede obtener el control de un grupo por la fuerza, a largo plazo debe depender de su lealtad, que él mismo debe ganarse con valor, habilidad para la gestión y generosidad.
  • Organiza una economía compleja, caracterizada por inversiones de capital a gran escala, y una división del trabajo elaborada. Tiene especialistas (fabricantes de canoas etc.) que se sostienen por su riqueza almacenada. En las sociedades de nivel familiar, es difícil organizar la construcción de productos a gran escala (diques, presas etc.). Se necesita un líder para persuadir a la gente para hacer un trabajo que no beneficia directamente a la familia, y el gran hombre usa su riqueza e influencia para tal fin.
  • El gran hombre, debe decidir cuando abrir la veda y cuándo se puede permitir que los peces pasen a través de las presas para su aprovechamiento por parte de los grupos de la parte alta del río y para que desoven. Hasta cierto punto, el ciclo ritual regulado por los líderes de grupo, proporciona una función gestora que termina con la tragedia de los terrenos comunes.
  • Debe mantener almacenes mayores que los otros, y para tal fin invierte en estructuras de almacenaje. La mayor parte de la riqueza que llega a su casa vuelve a salir para cubrir los gastos de sus seguidores, pagar deudas, dar prestamos etc. El principio básico es “la riqueza sin invertir es riqueza ociosa”.
  • Para sostener sus actividades, precisa de una parte de la producción de sus seguidores. A cambio el gran hombre gasta o redistribuye sus ingresos, devolviendo parte de los mismos a sus seguidores a través de festines y otros actos generosos, y utilizando una parte para pagar a especialistas por sus productos. Parte de los ingresos del gran hombre va a aumentar su almacén de bienes de prestigio tales como objetos de cobre batido y mantas, que se utilizan en intercambios ceremoniales.
  • Allí donde la guerra es común, un gran hombre debe mantener un retén de guerreros. Un gran hombre valeroso y bien armado supone una fuente de seguridad para sus seguidores, o una fuente de preocupación si fracasan al satisfacer sus demandas.
  • Son los promotores de las grandes ceremonias interregionales (potlach). Lo que determina si una ceremonia se celebra o no es el monto de riqueza que un gran hombre ha acumulado, puesto que otros grandes hombres le ridiculizarían si su festín no es bastante suntuoso. Un objetivo primario es el de hacer público el éxito del grupo y, de este modo, atraer la mano de obra que el gran hombre necesita para explotar los recursos e incrementar la riqueza que tiene a su disposición. Las ceremonias son complejas desde un punto de vista económico. Desde una perspectiva política son ocasiones para que los grandes hombre y sus seguidores compartan prestigio. La mayor parte de los objetos regalados o destruidos en el potlach son alimentos, herramientas, cajas y otros bienes útiles, estos objetos representan el excedente disponible para tales usos en esta sociedad orientada al almacenaje en años de abundancia. En general, los grupos con las mejores bases de recursos son los más grandes y ricos y tienen los grandes hombres más ricos. Los invitados que reciben artículos almacenables los guardan para sus propias necesidades ceremoniales futuras, o para usarlos para pagar débitos o dar prestamos entre ceremonias. La comida se consume en el festín o se lleva a casa. Sin embargo el potlach no garantiza que los alimentos de los ricos se transfieran a los pobres. En años malos, los ricos satisfacen primero sus propias necesidades, mientras que en años abundantes, incluso los pobres tienen comida de sobra.
  • En años malos, los grandes hombre pueden también obtener alimentos para sus seguidores al intercambiar objetos de valor acumulados en años buenos, siempre que algún otro grupo tenga comida para intercambiar. De esta forma los bienes permiten al menos cierta distribución de comida desde zonas bien provistas a las hambrientas y los almacenes de objetos de valor sirven como fondos de reserva contra hambrunas locales. La seguridad proporcionada al almacenar riqueza de este modo está en el centro de la voluntad de la gente para someterse a demandas de un gran hombre, puesto que solamente las elites tienen acceso a tal riqueza. El propietario de bienes no solamente tiene acceso a los almacenes de otro grupo, sino que puede también conceder a otro grupo el derecho de participar en el excedente alimentario, estacional o inesperado, dentro del territorio del propietario.
  • Además del intercambio de alimentos por bienes, el comercio también se produce a distancia, de manera notable entre la costa y el interior. Normalmente está organizado por los grandes hombres, quienes a través de sus políticas, han establecido lazos con los grandes hombre de otras zonas ecológicas.

Con anterioridad a la pacificación, los prisioneros de guerra eran generalmente denominados como esclavos. Aunque podían ser rescatados, a menudo se retuvieron indefinidamente y, en algunos casos, se convirtieron en fuentes principales de trabajo para las elites. Como tales los esclavos eran bienes, se los podía comprar, vender y dar como regalos preciosos en los potlaches. En algunos casos los esclavos suponían hasta un 20 o 30% de la riqueza de trabajo de una comunidad, su posición era fija y se transmitía a sus hijos.

                Se ha discutido mucho a cerca de si existen clases económicas en esta zona. Junto a la aseveración de que los esclavos constituyen una clase trabajadora explotada, se ha dado también el argumento de que las elites forman una clase alta que usa el control de la propiedad para disponer del trabajo de otros.

                Algunas elites podrían ser consideradas como jefes, mas que como grandes hombres. En este panorama habría tres clases en las sociedades estratificadas: jefes, gente común y esclavos.

                Ruyle llama a esto “estratificación incipiente”. Sin embargo nosotros mantenemos el uso del término gran hombre, puesto que es claramente apropiado para la gran mayoría de comunidades de la zona, donde el liderazgo es local, donde los derechos “hereditarios” casi siempre se disputan y donde los símbolos de rango, se compran y venden con facilidad. Pero la probabilidad de estratificación incipiente en algunas sociedades concuerda con una aproximación multilineal a la evolución sociocultural. Las posibilidades de complejidad y estratificación políticas entre cazadores recolectores han sido pasadas por alto con demasiada frecuencia, debido a una asunción tipológica asentada de que los cazadores recolectores son inevitablemente igualitarios.

                El gran hombre representa los intereses suprafamiliares de sus seguidores. Tiene y defiende su derecho a los recursos básicos, organiza el trabajo cooperativo para proyectos que benefician al grupo, genera y mantiene grandes inversiones de capital, almacena comida y riqueza para tiempos duros, mantiene especialistas e intercambia sus productos por parte de la producción de las familias no especialistas, ejerce o delega responsabilidad militar y gestiona los intercambios y ceremonias entre poblados y regiones, que integran la economía mucho más allá del nivel familiar.

El grupo interregional es una asociación de grandes hombres en la que no domina ninguno. A través de ceremonias públicas negocian el intercambio continuo de poder por prestigio y prestigio por poder, que equivale al intercambio de riqueza por bienes económicos y viceversa.

                Esta economía política es posible gracias a una abundancia de alimentos silvestres concentrada local y estacionalmente, por altas densidades de población, fluctuaciones impredecibles de abastecimientos alimentarios a nivel regional y estacional, y la guerra y el pillaje por el control de recursos deseados. El sistema político puede verse como un mecanismo para movilizar una población centrada en la familia para incrementar su seguridad contra el hambre y la guerra, al producir alimentos y manufacturas mas allá de sus necesidades.

                Hacia finales del XVII los comerciantes de pieles se dedicaban a un comercio extensivo con las sociedades de la costa noroeste que ya disfrutó de relaciones comerciales aborígenes de largo alcance entre los mismos indígenas. Los grandes hombres adoptaron las posibilidades expansivas de comercio, motivando la acumulación y control de una riqueza creciente. Esta adhesión a la participación en el mercado tuvo distintos efectos en las economías políticas de la costa noroeste:

  • Al aumentar el control económico de los grandes hombres, intensificó la desigualdad social.
  • La demanda de mercado incrementó el valor de la producción excedentaria, que a su vez aumentó el valor del trabajo e impulsó la captura de esclavos para convertirlos en trabajadores.
  • El contacto animó la formación de grupos políticos mayores (confederaciones), que institucionalizaron potlatches incluso más elaborados para determinar el rango del grupo dentro de la confederación.
  • La pérdida catastrófica de población, debido a las enfermedades introducidas, acompañada por una constante invasión de tierras nativas por parte de los pobladores euroamericanos, marginalizó a los nativos indoamericanos y alteró fundamentalmente su subsistencia y sus economías políticas.

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8.4. TEXTOS COMPLEMENTARIOS

TEXTO 1: El espacio social. Una de las criticas que se ha hecho a ciertos estudios que parten de una perspectiva de la ecología cultural para estudiar sociedades de cazadores recolectores, es la falta de reconocimiento de que el entorno es sobre todo el espacio social y cultural en el que transcurren las vidas de sus pobladores. Veamos un fragmento de cómo M. Godelier compara las distintas percepciones culturales que sobre un mismo espacio tlenen dos pueblos vecinos.

M. GODELIER (1989): Lo ideal y lo material. Madrid, Taurus

Para los pigmeos la selva representa una realidad amigable, hospitalaria y benévola. Dentro de ella se sienten seguros en todas partes. Oponen la selva a los espacios roturados por los bantúes, que les parecen un mundo hostil donde el calor es aplastante, el agua está contaminada, y abundan las enfermedades. Para los bantúes, por el contrario, es la selva lo que les resulta una realidad hostil, inhospitalaria y mortífera, dentro de la cual rara vez se aventuran y siempre con gran riesgo. La ven poblada de espíritus malignos de los que los propios pigmeos son, al menos, sus representantes. Esta oposición corresponde, ante todo, a dos modos de usar la selva, basados en dos sistemas técnicos y económicos distintos. Para los pigmeos, cazadores-recolectores, la selva no tiene secretos. Se orientan con facilidad en su interior. Aunque trasladen sus campamentos, siempre se mueven por el mismo territorio. Cada banda tiene una relación estable con la selva que ampara en su interior a todas las especies animales y vegetales que explotan para sobrevivir (...) Para los agricultores bantúes, por el contrario, la selva es un obstáculo que es necesario abatir con el hacha para cultivar mandioca y maíz. Se trata de un trabajo penoso, siempre amenazado por la propia exuberancia de la vegetación que no para de invadir los huertos. Además, una vez roturado, el suelo no tarda en perder la fertilidad. Por lo tanto, tienen que desplazarse, buscar otro territorio donde renovar el proceso de producción. De manera que los bantúes no sólo están condenados a volver a enfrentarse a la selva virgen, sino también a enfrentarse a otros grupos de bantúes que, sometidos a las mismas constricciones, tienen las mismas necesidades.

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TEXTO 2: E. CASHDAN (1989): Cazadores y Recolectores: El comportamiento económico en las bandas. E. Cashdan plantea la cuestión de la moral de la reciprocidad y el cambio que supuso desde que Sahlins lo planteara, la consideración de los cazadores recolectores como las «auténticas sociedades de la abundancia»

La reciprocidad generalizada

¿Por qué motivo un cazador eficaz debería estar dispuesto a compartir las ganancias que conquistó con tanto esfuerzo? Desde el punto de vista analítico, puede argumentarse que esa estrategia posee un buen sentido económico. Si un cazador puede confiar en que los demás compartirán con él su presa en caso de que no corra con suerte, la seguridad de la repartición será probablemente más importante que un exceso temporal de carne. La confianza en que los otros actuarán en forma recíproca no es automática, sino fruto de una sólida ética de compartir y de «reciprocidad generalizada». Entre los !Kung prevalecen poderosas presiones sociales en contra del acaparamiento, y si una persona no es generosa, las normas de repartir se refuerzan mediante continuas reconvenciones y ofrecimientos de regalos. La mezquindad y el egoísmo son ampliamente rechazados entre los cazadores-recolectores. Es virtualmente imposible que el acaparamiento y la mezquindad pasen desapercibidos en una banda de cazadores-recolectores, puesto que la gente está en contacto estrecho y permanente, además de que habitualmente no existen ni siquiera lugares adecuados para el almacenamiento privado. El riesgo de arruinar el propio buen nombre y de ser excluido de futuros intercambios basta para que la gente prefiera seguir las reglas establecidas.

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TEXTO 3: E. CASHDAM (1989). Los cazadores y el trabajo.

Es obvio, entonces que la respuesta a la pregunta acerca de cuánto trabajan los nómadas no es sencilla. Existen considerables variantes, quizá del mismo tipo que en sociedades no nómadas. De cualquier forma, con toda confianza podemos desechar el viejo estereotipo de que los cazadores y recolectores se veían obligados a trabajar todo el tiempo con el simple propósito de conseguir alimentos. Un corolario de esta consideración errónea era que la agricultura, en tanto que más productiva, liberó a los cazadores recolectores de su opresiva existencia y les permitió disponer de tiempo libre para «generar cultura» y disfrutar de las cosas hermosas de la vida. La información hasta aquí resumida revela que ese no es el caso. Aunque el origen de la agricultura es un problema complejo, la visión prevaleciente entre los antropólogos es que los cazadores-recolectores no iniciaron sus propios cultivos hasta que se vieron forzados a ello por la disminución del rendimiento de la caza y recolección, provocada quizá por un aumento en la densidad poblacional. Un hombre !kung le dijo a Richard Lee: «¿Qué necesidad tenemos de sembrar si hay tantas nueces mongongo en el mundo?».

8.5. EJERCICIOS Y TÉCNICAS DE ESTUDIO

Realice cuadros comparativos entre los !Kung, Eskimos y los pueblos de la Costa del Noroeste que tengan en cuenta las siguientes criterios (siempre que disponga de datos):

Recolección-Producción: Entorno/Tecnología/Acceso a los recursos.

Género: División del trabajo. Igualitarismo o Desigualdad. Control sobre la reproducción.

Parentesco:

Grupos domésticos: flexibilidad, movilidad y dispersión. Composición. Alianzas.

Herencias: Acceso al territorio. Derechos sobre los recursos. Transmisión de derechos.

Economía Política:

Constitución de la autoridad y el liderazgo. Tipo de organización política. Diferenciación interna.

Tipos de Intercambios y su Institucionalización.

Relaciones con otros pueblos.

Ver referencias bibliográficas completas en Addenda.

TEMA 9. SOCIEDADES DE HORTICULTORES

Enclave ideológico: la dinámica de los encuentros interculturales. De la recolección de alimentos al cultivo. Distintos tipos de agricultura. La agricultura itinerante. Sistemas combinados. Tecnologías. Crecimiento demográfico e intensificación. La caza y la pesca. Sistemas de parentesco. Grupos de descendencia unilineal y la definición de derechos sobre la “propiedad”. El género y los grupos de edad. La guerra. La organización social y política. Grandes hombres, jefes y esferas de intercambio.

9.1. RESUMEN DE PROBLEMAS CENTRALES

  • De la recolección de alimentos a la agricultura. Distintos tipos de agricultura. Tecnologías. Crecimiento demográfico e intensificación de la agricultura. La caza y la pesca.
  • Sistemas de parentesco. Grupos de descendencia unilineal.
  • Sociedades horticultoras y división sexual del trabajo. Los grupos de edad.
  • La organización social y la política.

9.2. GUIA DE LECTURAS

Los cambios fundamentales que supuso el abandono de la caza recolección por la horticultura han sido objeto de estudio por parte de arqueólogos, demógrafos, ecólogos y antropólogos. Las nuevas perspectivas están llenas de polémicas porque, como ya indicamos, las distinciones entre cazadores y horticultores no son tan drásticas como mantienen muchos ecólogos culturales, abandonando la visión monolítica que hasta hace poco se tenía de la llamada «revolución neolítica».

Una de las «agriculturas» más estudiadas ha sido la denominada de «tala y quema», «itinerante» o de «barbecho». Técnicamente se usa el término horticultura para referirse a esta agricultura de subsistencia cuyas técnicas básicas son la utilización de pequeñas parcelas de tierra durante una temporada y herramientas simples. La caza y la pesca contribuyen de forma importante a la dieta.

9.3. TEXTOS DE ESTUDIO

Primera parte del artículo de Sahlins en el tema 14 de la Addenda (las sociedades tribales).

En las sociedades tribales el “modo de producción” debería calificarse de “doméstico” o “familiar”, ante la posición estratégica asumida por los hogares individuales. La familia es en relación con la economía tribal lo que la casa solariega fue con respecto a la economía europea del medievo, o la corporación industrial en relación con el capitalismo moderno: cada una de ellas es una institución central de producción de su época; cada una es una modalidad especial de producir que encierra una división característica del trabajo y del tipo de tecnología, determinadas relaciones de propiedad, objetivos de producción definidos, y relaciones sociales y materiales consuetudinarias con grupos similares.

La producción es una función doméstica; la familia está comprometida directamente en el proceso económico y en buena parte lo controla. Las decisiones se toman con miras a las necesidades hogareñas: la producción se organiza de acuerdo con las demandas familiares.

Los grupos domésticos no son autárquicos, aún cuando con frecuencia producen la mayor parte de las cosas que consumen. La producción doméstica no se define como “producción para el uso”, es decir, para el consumo directo. Las familias pueden producir también para el trueque, con lo cual adquieren indirectamente lo que necesitan. Es “lo que necesitan” la idea que preside la producción, no el beneficio que puedan obtener de ella. El interés en el intercambio sigue siendo interés de consumidor, no de capitalista.

La familia tampoco es un grupo autónomo de trabajo, a menudo sus miembros cooperan con individuos de otras casas, y ciertas tareas pueden ser emprendidas colectivamente a niveles más altos, tal como grupos de linaje o de comunidad. “Modo de producción familiar” no es sinónimo de “producción familiar”. La producción es organizada principalmente por y para familias, desarrollándose fundamentalmente como actividad doméstica.

La soberanía de los grupos domésticos se fundamenta en que dichos grupos están constituidos, equipados, autorizados y capacitados para determinar y adaptar la producción social. Las familias son constituidas para la producción en primer lugar por la división sexual del trabajo, la única especialización del empleo en las sociedades primitivas. El trabajo de un hombre junto con el de una mujer puede suministrar la mayor parte de las cosas de valor habituales. Las familias son equipadas para gobernar la producción mediante la disponibilidad de las herramientas y las técnicas precisas; simplicidad en los recursos y cierta democracia de la tecnología: herramientas de fácil construcción y disponibilidad, capacidades técnicas del dominio público y procedimientos de producción que no son unitarios. La familia está autorizada y facultada para actuar autónomamente gracias a su acceso a los recursos de la producción. No hay propiedad particular exclusiva de tierras de labor, pastos u otras riquezas naturales. Lo más frecuente es que éstas sean del dominio de grupos corporativos más amplios, como linajes o pueblos y que los derechos de la familia se fundamenten en su condición de miembro del grupo propietario. La familia goza de privilegio usufructuario. El conferir la propiedad a grupos mayores da a las familias miembros una especie de garantía inalienable de subsistencia.

Ninguna clase expropiada de pobres privados de tierras es característica de las sociedades tribales. Si se produce la expropiación es debido a algún accidente (la guerra, por ejemplo) y no a una condición derivada de la economía.

Algunas sociedades tribales están jerarquizadas pero ninguna es una sociedad de clases. Contra la formación de clases se levanta el sistema de producción familiar autónoma. La apropiación de los recursos productivos importantes por parte de unos pocos, está descartada, y por ende, el servilismo económico.

Su organización en la producción podría definirse como anarquía; la economía social está atomizada en existencias hogareñas independientes, dispuestas para operar paralelamente entre sí y de forma no coordinada.

Si bien parece un arreglo factible ceder el control de su propio aprovisionamiento a los grupos domésticos, no siempre el resultado es positivo. Porque estos grupos pueden ser incapaces de reunir la mano de obra. La reducida fuerza laboral doméstica con exceso de personal improductivo en proporción a los trabajadores productivos se ve con frecuencia penosamente acosada. Los individuos adultos que trabajan corren el riesgo de accidentes que los incapacitan, de enfermedad y de una temprana muerte; las mujeres están expuestas a la gravidez accidental. Estos obstáculos, o incluso ligeras desventajas en suerte o destreza, se traducen en graves crisis de alimentos.

Otro factor contribuyente a este cuadro lúgubre: la economía no está organizada para una producción sostenida ni siquiera en tiempo normal. Enfocada a suministrar a la familia, tiene límites fijos de rendimientos, sin propensión a un trabajo continuado o a una riqueza suplementaria: falta el incentivo para producir excedentes.

Aquí la distinción clásica entre “producción para el consumo” (aprovisionamiento) y “producción para el intercambio” (lucro) adquiere todo su sentido.

Las familias incapaces de sostenerse a sí mismas o bien son sustituidas por otras, o bien se hunden. La necesidad de una economía pública puede ser igualmente imperiosa; esto es, algunos medios de subvencionar y organizar empresas colectivas como el riego, la construcción, y actividades como el ceremonial religioso y la guerra. Una sociedad puede morir también por falta de éstas, y las trabas domésticas a la producción se prestarían magníficamente a preparar aquel final, si no fuese por las instituciones que las neutralizan, tales como el parentesco o el caudillaje.

Enlazada con otras en una comunidad de parentesco, una familia se ve fuertemente presionada para sostener el lujo del propio interés doméstico, especialmente cuando los parientes de la puerta contigua no tienen bastante comida. Si el modo de producción familiar engendra fuerzas económicas centrípetas, el parentesco desata otras centrífugas, proyectando bienes de consumo fuera del hogar para distribuirlos a los necesitados. Los productos de necesidad urgente circulan a lo largo de las líneas de parentesco, desde los que los tienen a los que carecen de ellos. Las responsabilidades de parentesco pueden forzar a productores efectivos a ampliar su producción por encima de las exigencias de su hogar doméstico. Más que un incentivo de caridad, el parentesco espolea la productividad.

De modo semejante, la organización de la autoridad se opone a la de la producción. El poder invade la casa humilde luchando contra la infraproducción doméstica. Los notables y jefes se ven obligados a mitigar las carestías entre el pueblo, como los parientes ordinarios pero en mayor grado, porque el jefe tribal es un modelo entre parientes y su preocupación por la prosperidad de la comunidad es como una centralización de la moral del parentesco.

Aquí las autoridades locales desempeñan el papel de empresario mostrando grandes acontecimientos comunales: ritos espectaculares, obras públicas, intercambios ceremoniosos con otros grupos, etc.

Para obrar de esta forma, un jefe debe ejercer presión sobre la economía familiar dentro de su esfera, obligándola a acrecentar sus perspectivas de producción o exigiendo de ella trabajo en “beneficio de toda la colectividad”. La dirección es una de las grandes fuerzas productivas. Actúa para intensificar la producción familiar, para congelar, mediante presión política, un excedente material, y, al disponer de este fondo, para mantener a flote la comunidad como empresa de marcha normal.

Sistemas diferentes de autoridad tribal producen impactos diversos sobre la economía doméstica y diferentes coeficientes de producción y de acumulación excesiva.

Los pueblos tribales difieren de nosotros, su trabajo es más episódico y diversificado. En total su duración es inferior a la nuestra.

En una economía hogareña el estímulo económico no obra continuamente, así tampoco lo hacen las personas. Hay dos caminos que conducen a la satisfacción: producir mucho o apetecer poco. La economía doméstica adopta el segundo camino.

Una economía neolítica suma largos periodos de paro estacional después de la cosecha, o cuando menos un bajo nivel de actividad. En comparación, los pueblos tribales trabajan menos que nosotros, y con menor regularidad. Probablemente también duerman más que nosotros. Ciertos criterios ortodoxos sobre la evolución es mejor invertirlos: la cantidad de trabajo per cápita aumenta en proporción del progreso tecnológico, y la cantidad de ocio disminuye.

Tampoco el trabajo tribal es un trabajo alienado. El suelo es un valor espiritual, una fuente benéfica, el hogar de los antepasados, y las cosas que uno hace y usa habitualmente son expresiones de sí mismo, tal vez tan impregnadas de su genio, que su última disposición sólo puede ser su propia sepultura. Esta asociación mística refleja otro aspecto del trabajo: que no es alienable del hombre mismo, separable de su existencia social y negociable como tantas unidades de capacidad laboral despersonalizada. Un hombre labora, produce en su aptitud como persona social, como esposo y padre, hermano y camarada de linaje, miembro de un clan, de un pueblo. El trabajo no se practica separado de estas existencias, como si fuese una existencia diferente. “Trabajador” no es por sí una condición social, ni “trabajo” una auténtica categoría de economía tribal. Trabajo es una relación de relaciones preexistentes de parentesco y comunidad, el ejercicio de estas relaciones. Un hombre es lo que hace, y lo que hace es lo que es. La revolución industrial desgajó el trabajo de la vida.

La consumación de la inalienabilidad del trabajo es una unión mística entre el hombre y los objetos de su actividad. El trabajo es el suministrador de un intercambio simbólico con las cosas. Y pese a la metáfora religiosa de Marx, tal vez fue así como se concibió la religión.

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A. Johnson y T. Earle: Capítulo 4: Familias con domesticación.

Hemos sostenido que la familia es una unidad natural de la organización social y económica humana, enraizada en capacidades biológicas y tendencias que evolucionaron a lo largo de millones de años cuando los homínidos vivían de la caza y la recolección. Nuestros prototipos para la economía a nivel familiar eran los shoshón y los ¡kung. En este capítulo vamos a generalizar nuestra tesis para mostrar que la producción de alimentos, a partir de la domesticación como tal, no implica necesariamente un sistema social y económico más complejo. Examinamos los machiguenga (Amazonas peruano) y los nganasan (cazadores de renos en la tundra siberiana), donde la tecnología de la producción alimentaria domesticada se halla disponible y contribuye de manera significativa a la economía, a pesar de que la familia sigue siendo la unidad dominante de integración económica.

Los asentamiento son más estables (aldeas). Éstas, meramente reflejan la existencia de recursos tan estables como los huertos o los calderos de pesca y no señalan la emergencia de una integración significativamente más compleja de la economía. La familia continúa siendo oportunista, agregándose y dispersándose al dictado de la disponibilidad de recursos, maximizando la flexibilidad y minimizando los límites estructurales como la territorialidad y el liderazgo.

Los grupos multifamiliares cooperan en la producción o reparto de alimentos solamente en ocasiones particulares, y la autonomía de la unidad doméstica se ve repetidamente afirmada en las disoluciones estacionales o permanentes de las aldeas en las familias que las constituyen.

En los dos casos la domesticación sirve como complemento dietético a los alimentos silvestres que siguen siendo importantes. Los nganasan mantiene rebaños pequeños de renos domesticados no como recurso alimenticio, sino para el transporte y para su uso en la caza. Emplean la tecnología de la domesticación pero siguen siendo esencialmente cazadores-recolectores.

Las pruebas arqueológicas son claras en cuanto a que la agricultura por sí misma no es responsable de cambios revolucionarios en la organización social. Argumentaremos que la organización de nivel familiar que caracterizó la mayor parte de las sociedades cazadoras-recolectoras después del final del pleistoceno persistieron, al menos en algunas instancias, hasta bien entrados los inicios de la agricultura.

Tanto en Oriente Medio como en Mesoamérica, la agricultura y el pastoreo aparecen, no como revoluciones económicas, que permitieron un estilo de vida sedentario, sino como tradiciones largas y graduales que no se hallan directamente vinculadas a los poblados. Arqueológicamente, no se observa una revolución tecnológica, sino un lento aumento en el cultivo y la ganadería en una sociedad de nivel familiar. La evolución más allá del nivel familiar hacia formas más complejas no se puede explicar por la domesticación como tal.

Los machiguenga.

Son horticultores tropicales con densidades de población más altas que los ¡kung y los shoshón, pero con una organización económica y social similar. Como los cazadores–recolectores clásicos, son pragmáticos en su búsqueda de comida, reuniéndose y dispersándose con frecuencia al dictado de la situación. Aunque sus grupos multifamiliares son más permanentes, evitan los grupos integrados del nivel de poblado y valoran la autonomía económica de la unidad doméstica

Ninguna escasez obvia limita el crecimiento de la población. La producción de alimentos es amplia a fin de satisfacer las necesidades básicas y es lo bastante segura para protegerse de la hambruna bajo la mayor parte de condiciones ambientales.

Esto plantea el problema a nivel teórico, sobre si los machiguenga (y muchas otras poblaciones indígenas de la selva tropical) viven por debajo de la capacidad de sostén. Vamos a ver que incluso si su medio natural pudiera teóricamente sostener una población mayor, los machiguenga lo viven como un medio natural que favorece las adaptaciones competitivas por encima de las cooperativas. A diferencia de los yanomano, los alimentos corrientes no son suficientemente densos y concentrados como para que merezca la pena luchar por ellos. A fin de mantener su estándar cultural de vida, deben dispersarse y trasladarse con frecuencia para mantener los costes de subsistencia bajos y asegurarse el acceso a un amplio conjunto de alimentos y materias. Todos los aspectos de su adaptación refuerzan su economía de nivel familiar.

La población se asienta en casas individuales o en pequeñas aldeas, que se mueven cada pocos años cuando los recursos del lugar escasean. Los pequeños huertos, tanto los que se hallan en producción como los abandonados, están cerca de los asentamientos, formando islas en un mar de selva tropical.

El medio y la economía

Residen a lo largo de las laderas de la cordillera de los Andes, en el sudeste de Perú. El gran altiplano andino sostenía sociedades políticamente complejas basadas en una agricultura intensiva, mucho antes de la conquista europea del Nuevo Mundo.

En el entorno de los machiguenga no hace falta asociarse para objetivos defensivos o para la caza. Los asentamientos fluctúan entre las casas individuales y aldeas de 3 a 5 familias emparentadas que cooperan. La elección y la duración de los asentamientos está determinada en primera instancia por la escasez o abundancia de los recursos básicos del lugar.

Las familias son semisedentarias. Durante ciertas épocas del año, cuando los alimentos silvestres son abundantes, abandonan sus casas para vivir en cabañas temporales situadas a orillas de los ríos o en huertos distantes. La gente valora estas épocas como oportunidades para alejarse de sus aldeas, donde los costes sociales de compartir y cooperar son altos y donde los alimentos silvestres han sido agotados a nivel local.

Casi dos tercios del tiempo lo invierten en la producción alimentaria en sus productivos huertos, el resto en procurarse alimentos salvajes, que son considerados esenciales para su dieta.

En vista de su capacidad para producir un gran excedente de féculas por encima de las necesidades de subsistencia, resulta chocante que sus densidades de población permanezcan bajas y que persista la organización de nivel familiar. Observadores lanzan la hipótesis del potencial limitado de los suelos tropicales que actúa como freno al crecimiento de la población.

Si los suelos tropicales son de hecho pobres, la agricultura de tala y quema o itinerante puede resultar perfectamente apropiada para la selva amazónica. Esta agricultura, tal y como se practica por los machiguenga precisa cortar y limpiar pequeños huertos en la selva, que duran un año o dos, y vuelve a su vegetación natural, al tiempo que se limpian nuevos espacios. Los periodos de barbecho son fundamentales para recuperar la fertilidad del suelo.

En un cultivo de tala y quema común se plantan distintas especies comestibles en el mismo espacio. La diversidad del cultivo aporta también cierta protección contra las plagas y enfermedades, mayor protección frente a la erosión, menor riesgo de fracaso total del cultivo, uso más eficiente de la luz, la humedad y los nutrientes, reparto del trabajo de manera más uniforme a través del año, menores problemas de almacenamiento.

No es cierto que los huertos de agricultura de tala y quema sean relativamente poco productivos. Los rendimientos del trabajo son también altos. Con menos de 4 horas de trabajo combinado al día, los miembros de una familia machiguenga producen más del doble de energía en alimentos que la que necesitan para mantenerse así mismos.

Incluso los largos barbechos son eficientes. Boserup demostró que la duración de un barbecho es una característica fundamental en un sistema agrícola y que se relaciona estrechamente con la presión de la población sobre los recursos. Según él, un periodo de barbecho más corto precisa de más trabajo para misma producción de la tierra.

Dos líneas argumentales sostienen esta teoría:

  • Los barbechos más cortos reducen la fertilidad del suelo. Los suelos tropicales pierden rápidamente fertilidad con un cultivo continuo y precisan de barbechos largos para restaurar la fertilidad. La acidez del suelo también aumenta con la antigüedad de los huertos.
  • Con el barbecho, que permite volver al complejo original de plantas, las malas hierbas disminuyen hasta su pequeña proporción original respecto al conjunto, y se invierten menos horas en escardar.

Este razonamiento sostiene la aseveración de Meggers de que existen límites al potencial de las selvas tropicales para la intensificación agrícola.

La insuficiencia de tierra es un factor limitador en la ecología humana de la selva tropical, puesto que los machiguenga evalúan cuidadosamente los potenciales emplazamientos de sus huertos. Una buena tierra produce más y precisa de menos trabajo que una tierra inferior, manteniendo así los costes totales de trabajo bajos. Puesto que una densidad mayor de población disminuye la disponibilidad de la tierra más deseada, incrementa los costes de producción.

Los grandes excedentes de alimentos que producen en años normales tiene una función de reserva, frente a años secos, plagas, accidentes, y no se pueden tomar simplemente como una prueba de que su tierra abundante podría sostener una población más grande.

Los ecologistas culturales pensaron primero en el potencial agrícola como el factor que limita el crecimiento de población entre los horticultores extensivos. Pero hay más. Los machiguenga exceden normalmente los niveles recomendados de consumo de prácticamente todos los nutrientes esenciales, y no es algo aislado.

Destacan por las relaciones pacíficas entre ellos. Una razón para esta pacífica forma de existencia es la marginalidad del medio forestal machiguenga con respecto a la tierra aluvial usada para cultivar, la caza y especialmente el pescado de río. Como entre los ¡kung, la escasez de recursos favorece al parecer a familias de pequeño tamaño y a una población dispersa. Dichos recursos no eran lo suficiente mente densos y seguros para hacer la defensa territorial efectiva. La reunión de población requerida pronto agotaría los recursos y los crecientes costes de obtención de alimentos causarían la dispersión del grupo.

En resumen, el problema fundamental al que los machiguenga se enfrentan es la escasez y lo ocasional y poco predecible de los recursos naturales en su medio forestal. La baja densidad de población, que es resultado de esta carestía, tiene beneficios, en especial la ausencia de guerra. La respuesta a la escasez ha sido la de mantener la flexibilidad de la sociedad de nivel familiar.

La organización social

Mantienen los costes de producción bajos y aseguran un estándar de vida saludable y confortable al mantener sus grupos sociales pequeños y ampliamente dispersos. Completamente autosuficientes a nivel familiar, viven como hogares aislados hasta varios años seguidos, residiendo en otras épocas en aldeas de varias casas.

Los hombres cazan, cultivan y obtienen materias primas. En otras áreas, como la pesca, recolección y producción de herramientas y utensilios participan tanto hombres como mujeres, pero las tareas específicas que desarrollan difieren: las redes de las mujeres son más pequeñas, los hombres pescan en la corriente, las mujeres en la costa…

La complementariedad de marido y mujer alienta el respeto mutuo. Son estacionalmente nómadas en búsqueda de alimentos silvestres, por lo que no adquieren una cantidad molesta de bienes.

No tiene especialistas en términos económicos, y las diferencias no están institucionalizadas en ningún sentido en ocupaciones o clases.

También existe una diferencia del trabajo por edad. A los 5 o 6 años, un niño se convierte en contribuyente responsable de la economía familiar: ir a por agua, llevar las simientes, pasar mensajes, y en el caso de las niñas, el cuidado de sus hermanos pequeños. Al los 6 años el trabajo es más específico para cada sexo: niños cazando con arcos y flechas y niñas hilando. A los 12 son capaces de realizar la mayoría de las tareas de un adulto de su sexo. En las familias con poliginia hay una división del trabajo entre esposas: las más jóvenes involucradas en tareas en el exterior, y las mayores en el hogar.

La mayor parte de familias funcionan a la perfección como unidades de reciprocidad generalizada. Los alimentos circulan constantemente entre sus miembros. Cada elemento de comida tiene un “propietario”: quien lo consigue o quien lo planta. Las posesiones tiene sus propietarios individuales y hay que pedirlas prestadas antes de usarlas. Se hace sentir orgulloso al que comparte por ser capaz de dar algo de valor a los otros miembros de la familia.

Una aldea machiguenga es normalmente una agrupación de 3 a 5 casas unas cerca de otras, con un claro común que sirve para trabajar y socializar, pero cada casa mantiene sus propios estantes, cobertizos, corrales. No hay propiedad comunal.

Compartir los alimentos silvestres es el principal beneficio económico que mueve a las familias a juntarse y permanecer en aldeas. A pesar de la libertad individual de las familias separadas, aceptan cierta jerarquía y control, y recursos preciados como el pescado se consume según una jerarquía. La naturaleza social del pescado es clara, ya que para consumir el pescado se separan los hombres de las mujeres y consumido éste, las unidades de la familia nuclear se reconstituyen, pues permanecen como unidades primarias de las sociedad machiguenga.

Normalmente colaboran para obtener o distribuir alimentos especiales, lográndose que éstos estén disponibles de manera más frecuente a más personas. Los buenos sentimientos que envuelven tales intercambios ayudan a aliviar las pequeñas fricciones que surgen de la competencia diaria sobre los recursos escasos.

La familia machiguenga en sí misma se halla ordenada jerárquicamente, de manera primaria en base a la edad. Las tareas cooperativas complejas se manejan sin problemas, puesto que existe una cadena clara de mando y conformidad. Las líneas de autoridad y prestigio entre las familias se materializa en empresas cooperativas.

Para los horticultores extensivos como los machiguenga, la cooperación entre familias siempre tiene costes: pérdida de cierta autonomía y beneficios: sociabilidad, la seguridad, golpes de fortuna. Las tensiones que surgen pueden convertirse en resentimientos, pero las normas de la cortesía y el respeto evitan que éstos sean expresados libremente. En general, temen la agresión y prefieren alejarse del grupo. Más tarde pueden volver o trasladarse.

Los grupos aldeanos no poseen una propiedad corporativa propia, tampoco se ven validados como grupos por ocasiones ceremoniales. Excepto en un sentido vago, no puede decirse que exista territorialidad. Las familias individuales poseen huertos, pero solo por el tiempo que las cultivan, en periodos de barbecho vuelve a ser tierra común.

En una zona la competencia de otros grupos es baja y donde los alimentos silvestres son escasos y ampliamente distribuidos, funcionan de manera efectiva en casas o pequeñas aldeas. Encuentran ventajas en la cooperación con otras familias en la pesca con veneno y al compartir ganancias inesperadas de los alimentos silvestres. Entre familias y en el seno de cada una existen jerarquías naturales, pero este liderazgo y la ocasional separación de las parejas casadas en grupos de hombres y mujeres cuando obtienen o consumen productos de la naturaleza son siempre temporales.

El caso descrito anteriormente es el que ha prevalecido hasta épocas recientes, donde los recursos naturales se encuentran por todas partes a un nivel bajo. Al vivir bajo un modo de subsistencia competitivo, cualquier comunidad mayor que una familia simplemente agota los recursos locales de manera rápida.

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A. Johnson y T. Earle: Capítulo 5: El grupo local.

Sus instituciones organizan políticamente grupos humanos autónomos de entre 100 y 500 miembros aproximadamente. El grupo local tiene una historia evolutiva. Sus principios organizativos y los mecanismos son artefactos culturales desarrollados para fines específicos y mantenidos por tradición y utilidad. Los grupos locales pueden habitar agrupados en un poblado o dispersos en aldeas o incluso ser tan móviles como los ganaderos, depende de la naturaleza específica de su organización social y de la economía subyacente. Su desarrollo está a menudo vinculado con la revolución neolítica, asociada a la domesticación de plantas y animales, pero quizá revolucionario fuera el desarrollo de instituciones sociales formales que canalizaron la interacción humana de forma nueva.

Las familias conservan una importancia primordial en la vida cotidiana pero el comportamiento económico no se puede entender sin una referencia a consideraciones que van más allá de la familia individual e incluso de los límites territoriales del grupo local. Cada subgrupo se organiza desde dentro por medio de relaciones bioculturales estrechas y flexibles, aunque es tarea del grupo local organizar y regularizar las interacciones, los derechos y las obligaciones entre estos subgrupos. Los mecanismos culturales que mantienen el grupo local combinan los patrones emergentes del liderazgo con un extenso ceremonial. Estos artefactos culturales permiten a las familias vivir juntas y coordinar sus actividades, a pesar de las presiones para separarse y seguir caminos distintos.

El patrón de asentamiento del grupo local es relativamente sedentario. Los cazadores-recolectores se reúnen y dispersan a lo largo del año, a menudo forman poblados estacionales, viviendo en ellos durante meses. Cuando dependen de la agricultura, las agrupaciones de tipo poblado o aldea (que pueden rodearse de empalizadas) se localizan cerca de tierras productivas, permaneciendo allí durante muchos años. Las ceremonias de grupo se celebran en los lugares destinados a las danzas o donde se hallan enterrados los antepasados. Los grupos ganaderos, son incluso más móviles que algunos cazadores-recolectores para no sobreexplotar los pastos.

El grupo local controla el acceso a la tierra, lucha por defenderla, coopera para explotarla y proporciona acceso a la pareja. La supervivencia personal se basa en la pertenencia al grupo.

Los grupos locales se hallan a la vez unidos a otros por extensas redes regionales de amistad personal, intercambios, alianzas, y ciclos ceremoniales. Estas redes son instituciones descentralizadas que equilibran relaciones políticas complejas e inestables de competencia y cooperación. En su máxima expresión, pueden adoptar la forma de colectividades regionales, dirigidas mediante grandes ceremonias por líderes del grupo local, que anticipan la evolución de las entidades políticas regionales que describiremos para los cacicazgos.

Aún así, la mayoría de las decisiones sobre el uso de los recursos, la organización de la producción, la distribución de la comida y aspectos específicos de la asociación y la cooperación se producen en el seno de la familia y entre parientes cercanos y amigos. Aunque muchas de estas decisiones se ven influidas por las normas y las tradiciones, en la práctica de la vida cotidiana de las familias, se observa que la mayor parte del trabajo, las interacciones sociales y el entretenimiento son bastante flexibles y espontáneos.

Características principales (según la lista de descripción del núcleo cultural):

  • Los medios naturales en los que se encuentran los grupos locales pueden ser muy variables, aunque tienden a ser más productivos que aquellos de los grupos de nivel familiar y más marginales que aquellos de los cacicazgos y los estados. Los recursos son a menudo estacionalmente abundantes o capaces de una intensificación significativa.
  • La población, de forma similar, se sitúa en un valor intermedio. Las densidades se sitúan normalmente entre 0,4 y 1 persona por Km2.
  • La tecnología consiste en herramientas personales (palo para cavar, arpón). Sin embargo, determinados individuos poseen algunas tecnologías clave, especialmente para la caza y la pesca intensivas y para el pastoreo de animales y éstas son utilizadas por un grupo más grande bajo su control (las nasas, los botes para cazar ballenas o los corrales para animales).
  • La organización social de la producción tiene dos niveles, cada uno con sus funciones: a) el familiar que implica la subsistencia diaria, cuidado de niños, una sociabilidad frecuente y la ayuda informal y b) el grupo local, que implica la cooperación a gran escala en las tareas de trabajo, la gestión del riesgo, la guerra y el ceremonial.
  • La guerra y la territorialidad son comunes entre la mayor parte de los grupos locales. La propiedad sobre las tierras del grupo es muy importante y suele estar delimitada cuidadosamente.
  • La integración política definida por una combinación de actividades ceremoniales y de liderazgo, es fuerte dentro del grupo local. No obstante ser autónomo y responsable de la defensa de su propio territorio, se halla siempre ligado a otros grupos locales por redes de matrimonio, intercambio y alianza. Estos sistemas regionales, a pesar de la ausencia de un poder centralizado, pueden verse integrados en colectividades de líderes que compiten y se coordinan a través de la economía de prestigio.
  • La estratificación en el grupo local toma la forma de líderes cuya rivalidad por el prestigio crea la colectividad intergrupal, pero que no ejercen un control exclusivo sobre los recursos.
  • La santidad adopta la forma de invocación, honor y aplacamiento de los espíritus de los antepasados que representan al grupo local y a sus subgrupos. Las ceremonias honran a los antepasados, sirven para definir el grupo local y sus entidades corporativas y para crear y mantener relaciones regionales entre grupos, muchas se desarrollan regularmente según un programa anual y se consideran esenciales para el éxito en todos los asuntos importantes.

El contraste más señalado con el nivel familiar aparece en la frecuencia de la guerra y en el aumento del ceremonial y el liderazgo. Esto a su vez contribuye a un cambio en el énfasis en las relaciones de género: una fuerte división del trabajo continúa con la cerrada interdependencia económica entre esposas y maridos dentro de la familia, el énfasis cultural, puesto ahora en la bravura de los hombres, en la agresión y en la exhibición del rango, contribuye a una imagen pública de superioridad masculina.

La domesticación de la especie humana

La revolución neolítica hace unos 10.000 años supuso un cambio profundo en la historia humana. Los humanos se liberaron tecnológicamente del rigor de la naturaleza. La domesticación de plantas y animales les proporcionó una nueva seguridad en la subsistencia, que les permitió asentarse y disfrutar del bienestar material de la vida de poblado. Fue más que una lista de avances tecnológicos, una revolución social, nuestra domesticación, una transformación tanto conceptual y social como económica: los humanos domesticados son aquellos que viven (y sobre todo trabajan) en casas agrupadas en aldeas, pueblos o pequeñas ciudades, cambiando sus mundos cognitivo y espacial. En un paisaje manufacturado, las personas viven e interactúan en espacios construidos que relacionan a los individuos y a sus rutinas diarias unos con otros y con las comunidades que las engloban.

Se trata de sociedades de carácter vecinal, en la que la gente comparte medios que dividen y agrupan el espacio y las actividades de las personas. Estas relaciones no son fluidas. Uno nace en un mundo social al que debe adaptarse para sobrevivir y prosperar. Supone la construcción de las instituciones sociales, los artefactos culturales que forman la base del grupo local. Se define a una persona en buena media por las relaciones de parentesco y ascendencia, que determinan derechos personales sobre la tierra, el matrimonio y las obligaciones para con los demás. Los grupos se materializan en ceremonias que celebran al grupo y que honran a los antepasados por su ayuda. Surgen los cementerios en relación con los grupos locales. El nuevo sentido de la ceremonia marca la dependencia intrínseca de la búsqueda de la subsistencia individual y de las esperanzas de reproducción del grupo local.

Teorización del grupo local

Nos centramos en varias características importantes y nuevas de los grupos locales.

La guerra y la supremacía masculina

La guerra prevalece en la mayor parte de los grupos locales, especialmente entre los agricultores y ganaderos.

En la evolución social hemos visto que la primera respuesta en la competencia por los recursos es la de dispersarse y evitar el conflicto: Sin embargo, la paz se torna imposible cuando la economía de subsistencia se intensifica. Al aumentar la población, la competencia se incrementa y trae como consecuencia una mayor agresividad.

El resultado frecuente de este proceso se denomina el “complejo de la supremacía masculina”: el monopolio exclusivo de los hombres sobre las armas, su adiestramiento, el infanticidio femenino, el adoctrinamiento de las mujeres para ser recompensas pasivas para las actuaciones masculinas, el sesgo patrilineal en la propiedad y la descendencia, la prevalencia de la poliginia, y otras instituciones centradas en el hombre. No son patrones de comportamiento universales.

El papel económico central de las mujeres en la economía doméstica consiste en modular este enconado antagonismo de género. Estas manejan la economía doméstica y crían a los cerdos. Aunque las exhibiciones públicas de la economía políticas están centrada en el hombre, ambos sexos entienden la profunda importancia de las mujeres en la economía cotidiana.

Parentesco y reciprocidad

Institucionalmente la formación de clanes y linajes distingue la organización del grupo local de la organización menos formalizada del nivel familiar. El parentesco se convierte en un cálculo que define las relaciones personales y las asociaciones de grupo. Las relaciones biológicas (crianza, paternidad, alimentación) apuntalan las construcciones culturales emergentes de matrimonio, ascendencia y socialización, sobre las que se fundan las instituciones del grupo local.

En la mayor parte de sociedades de grupo local, los clanes y los linajes son corporativos: tiene en propiedad lo más crucial, la tierra. Limitan los territorios del grupo controlando el acceso a los recursos escasos altamente productivos. El grupo de ascendencia corporativo declara la legitimidad de las reivindicaciones de sus miembros, justificándolas en referencia a los lazos ancestrales respecto a la tierra.

La pertenencia al grupo corporativo implica derechos y deberes. Una buena posición individual en el grupo precisa de muchas reciprocidades: regalos obligatorios en celebraciones del ciclo vital, pagos por casamientos o resolución de disputas, comida y trabajo para financiar festines. En términos substantivistas, la pertenencia al grupo local es inherente a las relaciones económicas incrustadas en las instituciones sociales del grupo.

A pesar de que el grupo familiar corporativo utiliza todos los medios simbólicos y ceremoniales a su alcance para extender el sentido de obligación de grupo hacia fuera, activando los lazos de la ascendencia, su tendencia es la de encerrarse en sí mismos.

A fin de vencer la estrecha interioridad de los grupos, usan una variedad de medios institucionales para crear afiliaciones de eje transversal entre grupos de ascendencia, como el matrimonio y la deuda. Además, el intercambio de esposas desempeña un papel central en el proceso más largo de crear deudas y crédito entre los grupos locales. Los matrimonios se ven normalmente como un regalo de una novia o novio por parte de un grupo de ascendencia hacia otro. Estos regalos tiene el carácter típico de prestaciones, contrayendo obligaciones para dar, recibir y devolver. Aceptar un regalo es aceptar estar en deuda, y esta deuda crea o refuerza una conexión social.

Entre las funciones del líder del grupo local está la de recordar estas deudas y créditos y la de guiar el comportamiento del grupo hacia el cumplimiento de las obligaciones y el mantenimiento de los lazos sociales con otros grupos locales.

La red de parentesco se ve reforzada y ampliada por otras prestaciones: los festines con grandiosas exhibiciones de generosidad (creando una deuda), intercambio de pequeños objetos utilitarios, pagos de riqueza para apaciguar sentimientos heridos y compartir golpes de fortuna en productos agrícolas. Las relaciones se mantienen por una reciprocidad equilibrada: los lazos duran mientras existe un sentido de equilibrio y justicia en la relación.

Liderazgo y ceremonia

En el nivel familiar encontrábamos una relativa escasez de liderazgo y de eventos ceremoniales. No es así en el grupo local, donde el predominio de la guerra y otras circunstancias precisan de los grupos suprafamiliares, y éstos a su vez, dependen de las iniciativas de los líderes y de las funciones de las ceremonias que construyen el grupo.

Políticamente, un papel básico del líder local es el de organizar y representar al grupo en las ceremonias intergrupales. El líder exige apoyo material ya que actúa en el nombre de todos. El prestigio de él es la fuerza de ellos, y proclama su eminencia a todos aquellos que le escuchen.

La posición de líder se halla siempre unida a representaciones ceremoniales que definen la naturaleza interna del grupo y sus lazos externos. Mientras que hay pocas ceremonias dentro de la familia y de la aldea, los ciclos ceremoniales impregnan todos los asuntos que envuelven al grupo local y sus relaciones con otros grupos. Las ceremonias, financiadas por la intensificación de la producción, se convierten en el contexto de toda la producción social. Es la esencia estructural del grupo local la que define su propia existencia. Las actuaciones ceremoniales demuestran el poder económico y militar y la habilidad del grupo para comprometer recursos en las empresas intergrupales. El prestigio es un poder latente, la promesa de poder.

Un rasgo central de la actuación ceremonial en todos los grupos locales es la materialización pública del grupo como cuerpo. Las sociedades de nivel familiar tienen poca necesidad de tal afirmación, ya que la interdependencia familiar es evidente a diario en la cooperación y el compartir y está enraizada en lazos de parentesco primarios. Es diferente cuando la interdependencia es entre cientos de personas.

Especialmente en colectividades intergrupales de alcance regional, las ceremonias proporcionan una proclamación pública de propiedad y de ascendencia y una transmisión de derechos con éxito, con exhibición pública de emblemas, símbolos, bienes y marcadores de propiedad. En un mundo sin juzgados ni documentos, la ceremonia es el foro en el que se legalizan los derechos de propiedad.

La ceremonia también está imbuida de santidad, de poder sobrenatural y de significado, y santifican los comportamientos que tiene una gran importancia adaptativa: la fiesta que honra a los antepasados es la ceremonia central que afirma o niega las alianzas militares, define los nuevos derechos sobre la tierra agrícola, inicia o termina los ciclos de guerra y reduce la superpoblación de la piara.

El fondo para el ceremonial se une a la subsistencia como gasto principal de la casa. Las relaciones sociales se hacen más extensas. De esta manera, las ceremonias de grupo local, provocadas por las exigencias de la intensificación económica y la guerra, empiezan a afectar las decisiones productivas básicas en la económica de subsistencia.

En estas ceremonias, la exhibición competitiva de comida mide directamente el potencial productivo del grupo y de esta manera, el atractivo de sus miembros cara al matrimonio, el comercio y la alianza.

El intercambio y uso de bienes primitivos también cumple una importante función en relación a los fondos del ceremonial. Los objetos mismos tienen “vidas sociales”, cada uno llega con una historia de transacciones. Los bienes materializan la red abstracta de relaciones sociales, que cada individuo y cada grupo deben construir a fin de sobrevivir y prosperar.

La dinámica principal de la economía y la sociedad del grupo local

Nuestro reto es entender cómo la intensificación causa la construcción institucional en el nivel de grupo local. El crecimiento de la población junto a la intensificación de la subsistencia genera problemas económicos específicos que demandan nuevas formas institucionales de integración. Estos procesos evolutivos no son unilineales, y las causas específicas, condiciones, y resultados de la formación social varían según los entornos locales y la historia

Aún así, se pueden describir ciertas regularidades para los tres grandes tipos adaptativos de caza-recolección, agricultura y pastoreo, a pesar de la amplia variabilidad cultural de cada tipo. Entre los cazadores-recolectores, la causa original para la evolución de los grupos locales parece ser la necesidad tecnológica. Su tendencia hacia tecnologías de gran escala entre los cazadores-recolectores intensivos es especialmente evidente allí donde las variaciones estacionales y el almacenamiento de alimentos son importantes. Esto contrasta con el grupo de horticultores, cuya tecnología productiva no se halla más allá de la capacidad de la familia.

La gestión del riesgo también precisa de la formación del grupo local entre algunos cazadores-recolectores. La guerra es una preocupación menor. Sin embargo, cuando la intensificación de los recursos crea una fuerte diferenciación en la productividad, aparecen condiciones similares a las que se dan en sociedades agrícolas.

Entre los pastores, la guerra parece ser la principal causa de desarrollo de las instituciones de grupo local: la competencia sobre las tierras preferidas y los terrenos agrícolas desarrollados. Las familias se vuelven miembros de grupos corporativos (linajes y clanes) que garantizan el acceso a los campos y que se unen para formar otros mayores, para la defensa mutua.

Entre los ganaderos, las principales causas de la evolución de los grupos locales son la gestión del riesgo y la guerra, aunque el comercio también puede ser un factor. Entre los pastores, el número de animales que una familia puede gestionar de manera efectiva es bastante pequeño, a menudo demasiado pequeño para la supervivencia, con lo que cada familia ha de vincularse a una unidad social más grande que comparta los riesgos de las pérdidas individuales. Puesto que los animales son móviles y se roban fácilmente, el pillaje entre grupos es una de las causas significativas de la formación del grupo local.

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A. Johnson y T. Earle: Capítulo 7. Los Tsembanga Maring de Nueva Guinea.

Crían cerdos, cazan y recolectan alimentos silvestres. Hasta los años 50 permanecieron alejados del contacto occidental directo. Los tsembaga viven en un paisaje densamente poblado con vecinos guerreros hostiles, se organizan en clanes y grupos locales y tienen ceremonias elaboradas. Una mayor densidad de población ha llevado a la intensificación y a la competencia directa por la tierra, que tiene como resultado una guerra persistente entre vecinos, debido a la falta de mecanismos regionales para mediar. Cada familia debe unirse a un clan como mecanismo para afirmar sus derechos sobre la tierra y a un grupo local, para la defensa mutua cooperativa. Las ceremonias ayudan a simbolizar, unir e institucionalizar estos grupos mayores y extenderse en busca de aliados.

El medio natural y la economía

Viven en un medio ambiente montañoso que es económicamente marginal. La densidad de población en la región maring es de unas 14 personas por Km2.

La densidad de población es la variable clave en nuestro modelo evolutivo. Los tsembaga están claramente más apiñados que cualquier otra sociedad de nivel familiar, pero se trata de una densidad relativamente baja si la comparamos con la de los sistemas de gran hombre del centro de la cordillera de Nueva Guinea. La razón principal probablemente hay que buscarla en factores medioambientales y epidemiológicos: laderas empinadas, la malaria…

La economía de subsistencia de los tsembaga se basa en una población suficientemente pequeña, que puede ser sostenida por una diversidad de animales domesticados y algunos productos silvestres. Han creado un mosaico medioambiental complejo, que es un artefacto cultural. Usan un ciclo agrícola de barbecho largo, que a su vez es posible por su densidad de población relativamente baja, y sus necesidades de producción limitadas. Con una tecnología simple, se desbrozan los bosques para la agricultura de tala y quema, se guardan cerdos domesticados y se cazan y recolectan productos silvestres.

La preparación, plantación y cosecha de un campo las realizan un hombre y una mujer, trabajando juntos. Generalmente el huerto es el proyecto de trabajo cooperativo de una familia nuclear.

Los cerdos son el animal doméstico más importante (proteínas y grasas). Ante todo son un alimento ceremonial. Los hombres los consiguen a través del comercio y del bosque y las mujeres los crían.

Actividades como la caza y la recolección son marginales en la dieta principal de los tsembaga. La tierra agrícola está limitada y sobreutilizada. Los recursos salvajes, especialmente la carne, se ven muy mermados y cuesta alimentar a los cerdos. En esta situación de escasez generalizada, la competencia es intensa.

La guerra, aunque infrecuente, constituye una amenaza al estar rodeados por tierras enemigas. Los episodios reales de guerra están regulados por el ciclo ritual. Las batallas a campo abierto ponen a prueba la fuerza de ambas partes y la causa inmediata de la guerra, reconocida por ellos, es la venganza por las muertes pasadas pero la causa última como con los yanomami, es la competencia por territorios ricos en recursos ya que escasean.

El comercio es una parte importante de su economía. Se centra en sal, hachas y otros objetos, cerdos,…

La organización social

El patrón de asentamiento es dinámico, con un ciclo de varios años de agregación y dispersión, sincronizado con el ciclo de conflicto y ceremonia. Durante los periodos de tregua, reconocida ceremonialmente, los asentamientos se dispersan en casas individuales y aldeas pequeñas, permaneciendo en cotas medias donde la agricultura es más productiva. Cuando ésta finaliza y se reinstaura la amenaza de guerra, las familias se desplazan par formar un asentamiento concentrado, tipo poblado, alrededor de la zona ceremonial tradicional.

El asentamiento en la región maring obedece a fuerzas opuestas. La población se agrupa para la defensa y para las actividades ceremoniales, luego se dispersa para tener un acceso más fácil a los campos más alejados y evitar que los cerdos destruyan las cosechas. Esta dinámica de concentración y dispersión se prolonga durante un tiempo mayor que en la descrita para las sociedades más simples y tiene el factor crítico añadido de la guerra, que fuerza a la población a juntarse.

Hay varios niveles principales de organización:

  • la familia nuclear. Los miembros cooperan en actividades económicas y comparten la comida. La división del trabajo, sobre todo por sexo y edad, vertebra la familia y crea una unidad de subsistencia potencialmente independiente. La mujer vive en una casa separada con sus hijas solteras, los hijos más pequeños y los cerdos, El hombre, sus hijos mayores y sus hermanos solteros en la casa de los hombres, formando todavía parte de una única familia. Los hombres han de luchar juntos para defender la tierra, sus mujeres y su honor.
  • el clan (que a diferencia del anterior no se da en las sociedades de nivel familiar) es una unidad social formal definida ceremonialmente. El clan es exogámico. NO suele formar un poblado, sino que funciona como unidad en las actividades económicas, políticas y ceremoniales. Económicamente controla una franja territorial. Los miembros del clan poseen individualmente tierras cultivadas. A su vez, define los derechos de propiedad y restringe el acceso a la tierra.

El clan se halla también en el centro de todos los acontecimientos ceremoniales y políticos. Organiza y sirve como huésped en ceremonias en el ciclo central del kaiko.

Los clanes más pequeños pueden fusionarse con los grandes. La creación de este grupo social suprafamiliar, con un liderazgo e integración ceremonial, constituye una diferencia significativa con la sociedad de nivel familiar.

  • el grupo local o grupo de clanes es una agrupación de 2 a 6 clanes. No tiene ningún nombre ni tampoco líderes rituales que los dirijan o casa de guerra, aunque sus clanes constituyentes están interrelacionados estrechamente por el matrimonio y el intercambio. Las ceremonias principales se llevan a cabo de forma sincronizada a fin de preparar a los clanes para actuar conjuntamente en la definición y defensa del territorio.

Los individuos construyen redes de lazos interpersonales fuera de su grupo local a través del matrimonio y del intercambio, lazos que actúan como medios de seguridad personal y de grupo.

Rappaport, como ecologista cultural, ve la ceremonia kaiko como homeostática, como un sistema regulador que, en ausencia de liderazgo, beneficia al grupo al regular la distribución de la población humana, el tamaño de la piara de cerdos y otras variables. El ciclo ceremonial permite al grupo emprender las acciones necesarias para su supervivencia.

Las ceremonias institucionalizan al grupo local. La participación en éstas define la pertenencia al grupo y su relación con los antepasados.

Los tsembaga ponen de manifiesto tanto una continuidad con sociedades de nivel familiar más simples como desarrollos institucionales importantes más allá de este nivel. La familia y la agrupación de familias permanece en el centro de la mayor parte de los aspectos de la producción y el consumo.

Ahora la gente vive en un mundo cultural de instituciones que tiene la forma física de un poblado o de un territorio del clan. Su dieta es casi exclusivamente agrícola y vegetariana y su medio natural está casi totalmente transformado y controlado por los grupos humanos.

Las elaboraciones institucionales del clan y del grupo territorial aparecen como extensiones lógicas de una política excluyente, que necesita de la presión de la población sobre los recursos. Las ceremonias funcionan para definir estos grupos y para interrelacionarlos con otros, a fin de conseguir una defensa mutua. La “domesticación” de los humanos en grupos sociales interdependientes y el crecimiento de la economía política están íntimamente ligados a la competencia, a la guerra, y a la necesidad de la defensa del grupo para la supervivencia individual.

Como entre los yanomami, entre los maring se aprecia una gama continua desde el nivel familiar a la organización del grupo local, en función de las variaciones locales en la disponibilidad de recursos, la densidad de población y la competencia entre grupos.

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A. Johnson y T. Earle: Capítulo 10: Los Trobriand.

Las islas Trobriand forman un pequeño archipiélago de islas coralinas al norte de Nueva Guinea. En contraste con las grandes islas de la Melanesia, el pequeño tamaño de las Trobriand, la escasa variedad de los recursos y el aislamiento físico parecen constreñir su población humana. Sin embargo, el comercio, por medio de la navegación con canoas, conecta de manera efectiva, la economía del mundo insular con Nueva Guinea y proporciona lo necesario tanto para la supervivencia local como para la financiación política.

La etnografía de las Trobriand ocupa un lugar privilegiado en la antropología debido al influyente trabajo de campo de Malinowski. El caso de las Trobriand es importante para llegar a entender la transición de gran hombre a un cacicazgo.

El medio natural y la economía

El archipiélago Trobriand lo forman múltiples isalas, siendo la dominante Kiriwina, que tiene muy poco relieve, el 60% de su superficie son tierras de cultivo bajas y el resto son marismas y formaciones coralinas ocasionales y desiguales. La isla carece de muchos recursos, como la arcilla y la piedra. No hay arroyos y el agua procede de acuíferos subterráneos. A excepción de las marismas, el paisaje es el producto del uso humano.

El clima es cálido y húmedo. Las lluvias son estacionales y la mayor parte de las precipitaciones se registran durante los monzones. Las sequías, a pesar de no ser comunes, son severas y temidas. Cuando falta el agua de los monzones, la producción agrícola se resiente y el hambre se apodera de las islas. La densidad de población de las Trobriand es bastante alta para una población horticultora, alrededor de unas 40 personas por km2, la isla está repleta de pequeños poblados. La población se concentra alrededor de la tierra cultivable, donde las densidades sobrepasan las 50 personas por km2.

La economía de subsistencia combina la agricultura intensiva y la pesca. La caza y la recolección están restringidas a pequeñas cantidades de marisco y cangrejos. El grueso de la dieta consiste en cosechas de raíces especialmente de ñame y taro.

Debido a que la estacionalidad y el periodo de almacenaje de los ñames son bastante cortos, existe una temporada de escasez, durante la cual son importantes los ñames almacenados procedentes de plantaciones anteriores y una mezcla de otros cultivos.

La seguridad en la economía de subsistencia es primordial para los habitantes de las Trobriand. Las historias de sequías y de hambre son un lugar común yla comida se exhibe en todos los eventos ceremoniales. Tener comida da a la gente cierto sentido de bienestar, seguridad y orgullo. Hay tres formas principales de tratar la amenaza de la escasez de alimentos:

  • diseminar la producción a lo largo de todo el año al escalonar las plantaciones
  • la superproducción sistemática (quizá la más importante)
  • distribuir el alimento entre poblados como parte de la distribución ceremonial y la rutina de intercambios estructurados de regalos.

La intensidad total de producción agrícola requerida por la densidad de población, por razones de seguridad y por la rivalidad por la posición, se aprecia claramente en la planificación y en la regulación del ciclo agrario. El cultivo lo realiza todo el poblado. El mago de los campos supervisa los principales pasos en la preparación de un terreno, en el cuidado de las plantas y en la cosecha, evaluando cuidadosamente los esfuerzos y animando a los hombres a hacer un esfuerzo mayor. Los “campos oficiales”, cultivados por miembros distinguidos de la comunidad, ocupan una posición destacada dentro del terreno agrícola; sirven de centros del ritual agrícola como ejemplo para todos los campos de la sección.

La guerra existe, aunque menos intensa que entre los enga. Los grupos locales luchan entre sí, especialmente durante las hambrunas, pero también por objetivos políticos explícitos. Los cacicazgos y las confederaciones caciquiles son zonas de paz que benefician a los grupos locales, al mismo tiempo que sostienen las instituciones emergentes de liderazgo.

La intensificación del cultivo también ha llevado al comercio de los productos de subsistencia. Las comunidades que ocupan áreas muy productivas se concentran en la producción agrícola; los que poseen tierras más marginales se especializan en la pesca o en la artesanía, intercambiando sus productos por alimentos básicos.

La pesca es la actividad especializada más destacada. Algunos pescados se cambian por ñames y otros productos agrícolas. El desarrollo de este intercambio local está descentralizado y escapa a la organización de los jefes; los jefes son importantes para el comercio, aunque sea de forma indirecta al mantener la paz entre comunidades. También son importantes la manufactura de hachas de piedra pulimentada, cestas y diversos objetos de madera tallada, así como las semillas de betel de efecto estimulante.

El comercio con las otras poblaciones de las islas es importante para la economía de las Trobriand. El excedente de ñames generado en los años buenos sirve para obtener bienes en el intercambio (KULA) y, en los años malos, los bienes se pueden intercambiar, directa o indirectamente, por la comida necesaria.

En resumen, la población de las islas Trobriand se enfrenta a cuatro problemas económicos básicos: un riesgo alto de escasez alimentaria; la guerra intergrupal; una volubilidad considerable en la producción de subsistencia y una necesidad apremiante de comercio externo.

Organización Social

Patrón de asentamiento

La distribución de los espacios privados y públicos en el poblado refleja la división y la integración de las economías de subsistencia y política. El espacio privado, que rodea el poblado, contiene la residencia y las pequeñas estructuras de almacenamiento de las familias miembros. La casa es el centro de la economía doméstica. En el centro se encuentra el espacio público y ceremonial, donde se localizan el campo de danza, las estructuras de almacenaje y exhibición del jefe y su residencia. En el campo de danza se celebran las ceremonias que definen el carácter social del grupo y se exhibe su bienestar económico a los extraños.

 La propia casa del jefe, más grande, se encuentra en un extremo del campo de danza central, desde donde parece dominar las actividades del grupo del poblado.

Dentro de una región, la centralidad de un asentamiento determina la posición de su líder; los poblados principales se localizan en los lugares con mejor acceso hacia otros poblados y así los jefes son capaces de dirigir la corriente de los distintos recursos. La productividad global de una región determina la posición de su cacicazgo.

La familia y el dala

La familia es la unidad económica básica de la producción de subsistencia y de consumo. El tamaño medio de una familia es tan sólo 3,2 miembros y se organiza como familia nuclear. Cada familia posee su casa y sus estructuras de almacenamiento separadas y tiene una parcela de tierra propia, donde crecen los alimentos que consumen y el excedente de ñames para el intercambio.

La principal división del trabajo la determina el sexo. Los hombres realizan las actividades agrícolas más duras, son también los comerciantes principales y los especialistas en la construcción de canoas y en la talla de madera. Las mujeres se encargan del campo, recogen moluscos, preparan la comida, cuidan de los niños y producen bienes como esterillas o faldas hechas con hojas de banano. Por lo general, los hombres dominan las actividades destinadas a obtener comida y las mujeres se encargan de su preparación; el trabajo artesano se comparte pero se diferencia entre artes masculinas y femeninas.

Por encima de la familia, la unidad más importante es el pequeño poblado, una población residencial de unas 65 personas que normalmente constituyen un dala: grupo social que posee un territorio que se utiliza para las actividades agropecuarias. Entre aquellos que deben residir con el cabeza del dala se encuentra el hijo mayor de su hermana mayor, que es el siguiente en la línea de sucesión para dirigir la aldea. El pequeño poblado es un grupo compuesto de hombres emparentados por vía matrilineal y de partidarios y sus familias.

El poblado es importante tanto económica como políticamente. Económicamente organiza y gestiona las actividades de siembra. Una familia puede obtener tierra solamente del líder. El pequeño poblado se ha convertido en un grupo de soporte flexible políticamente. Además está organizado ritualmente por su líder, puede designar a otro habitante como su mago de los campos, pero el líder es el “propietario” de la magia e inicia las ceremonias en el campo de danza.

El grupo local

De 2 a 6 poblados pequeños forman un grupo local o agrupación de poblados de unas 300 personas. Este grupo es muy endogámico; la guerra estaba prohibida entre las aldeas constituyentes. El matrimonio entre miembros de las aldeas ata la agrupación de poblados en una sola unidad social interconectada por muchos intercambios familiares, especialmente los intercambios anuales de ñame. Cada campesino cultiva varios campos de ñame, algunos para las necesidades de su familia y, al menos uno, para el intercambio.

Cuando la hija o la hermana de un hombre se casa, se debe hacer un pago importante de ñames cada año al yerno o cuñado. El patrón de la endogamia y de los intercambios afines da como resultado una alta interdependencia económica dentro de la agrupación.

El papel más importante de la agrupación del grupo local es político. Los distintos dala o poblados pequeños que componen la agrupación se clasifican socialmente los unos con respecto a los otros y el líder del dala que ocupa una posición más alta se convierte en el líder de la agrupación, esto conlleva responsabilidades de liderazgo explícitas para coordinar las actividades del grupo en el ceremonial y en la defensa. El líder de la agrupación está generosamente financiado al casarse con mujeres procedentes de distintos dala, de manera que obliga a sus parientes políticos masculinos a proporcionar enormes cantidades de ñames, que luego se almacenan para su exhibición y se utilizan para sostener eventos ceremoniales. Al manipular los lazos matrimoniales y de intercambio, un jefe puede convertir el apoyo de un grupo en lo que Malinowski llama una relación tributaria.

La guerra era endémica en las Trobriand. La agrupación estaba organizada como unidad defensiva; la guerra estaba prohibida dentro de la agrupación y se precisaba dentro de la defensa mutua. En la economía política en desarrollo, la guerra entre jefes políticamente poderosos sirvió para establecer y mantener la posición privilegiada de una agrupación. En los cacicazgos la guerra se ve transformada desde la simple competencia por la tierra a la competencia por el poder y por el control que implica sobre la tierra y el trabajo.

Las relaciones regionales y los cacicazgos

Un jefe de alto rango puede extender su base de apoyo económico y su área de control político casándose con mujeres de otras agrupaciones de poblados y recibiendo una aportación de ñames equivalente casi a un pago de tributo, que es proporcional a su rango. Al casarse con muchas mujeres procedentes de los diferentes dala de una amplia región, un jefe de alto rango acaba convirtiéndose en el centro de un extenso sistema de movilización.

Un jefe y sus esposas establecen relaciones recíprocas, dentro de las cuales ellas son esenciales para la ambición política. Las obligaciones familiares y la posición ceremonial de las mujeres permiten la movilización de un excedente político y la exhibición del prestigio.

Sahlins encontró dos puntos principales de contraste entre los tipos ideales del sistema melanesio de gran hombre y el cacicazgo polinesio: el tamaño de la entidad política y la naturaleza del liderazgo. La entidad política del gran hombre es generalmente pequeña; las unidades mayores tienden generalmente a fragmentarse en facciones independientes. El liderazgo se basa en la demostración de las aptitudes personales durante exhibiciones competitivas, en las que un hombre representa al grupo que lo respalda. Una jefatura es normalmente mayor; se alcanza mediante la organización de comunidades locales en una jerarquía regional basada en el rango heredado de sus respectivos líderes. Los cargos de liderazgo implican funciones con derechos y obligaciones explícitas e inherentes. La posición social en los cacicazgos es heredada, basada en una posición genealógica de un individuo dentro de una jerarquía social.

Este patrón de prestigio heredado, de funciones políticas establecidas y de integración regional, identifica la sociedad de las trobriand como un cacicazgo, pero con elementos de un sistema basado en el patrón de gran hombre.

Las relaciones externas y el kula.

El prestigio de un jefe se basa no sólo en el rango de sus dala sino también en su participación con éxito en eventos ceremoniales muy politizados, de manera señalada las cosechas competitivas de ñames y los viajes kula.

Los ñames son una medida directa del poder productivo del grupo de apoyo de un jefe y el principal capital con el que financiar sus movimientos políticos futuros, afirmando así su poder económico.

Los viajes kula se realizan con fines de intercambio ceremonial entre los habitantes de las Trobriand y las poblaciones de otras islas. En las Trobriand, un jefe de alto rango organiza estos viajes e impone la participación de todas las canoas que pertenecen a los jefes de su distrito kula. Después de una acumulación preliminar de riquezas y bienes, las canoas zarpan.

El kula es un sistema de intercambio tradicional, las islas que participan cubren una extensión relativamente grande de océano al este de Nueva Guinea e intercambian muchos bienes útiles y de valor. Los bienes más importantes en tiempos de Malinowski eran los collares de conchas y pares de brazaletes de conchas de conos. Los dos bienes circulaban para su intercambio y en sentidos opuestos alrededor del anillo de islas. Entre los objetos destinados al uso destacaban los cuencos de cerámica y de madera tallada y materias primas como la piedra para las hachas y productos agrícolas.

Los bienes del kula extienden el poder político en las Trobriand. Puesto que los objetos kula sólo se pueden intercambiar entre sí, los jefes pueden controlar su distribución.

Durante la entrega de bienes impera un estricto decoro: se menosprecia ostentosamente la calidad de un regalo recibido y se exagera la calidad de un regalo entregado, con vistas a aumentar la importancia de una persona o de un grupo al atribuir un valor mayor a sus bienes que a las de sus socios comerciales. Al mismo tiempo que se intercambian estos bienes, se truecan los bienes útiles procedentes de las distintas islas. Así el viaje kula crea lo que en esencia es un mercado, en el que personas de diferentes regiones intercambian alimentos y especialidades locales con todos los asistentes, negociando la equivalencia del intercambio mediante el regateo.

La competencia y la exhibición son partes integrantes de las maniobras políticas de los individuos, en especial de los jefes. En el kula se pone mucho cuidado y discernimiento en seleccionar a un destinatario específico de entre todos aquellos que lo desean. Al dar los bienes y regalos solicitados, un jefe calcula el posible rendimiento tanto en bienes futuros, como en un mayor prestigio para él y su grupo. Éxitos y fracasos pueden alterar el rango del mismo dala, ya que la rivalidad por el prestigio ajusta la posición política y social.

Conclusión

¿Por qué la estratificación incipiente y la institucionalización de las jerarquías políticas evolucionó en las islas Trobriand y no en sociedades en apariencia similares?. Por dos razones: una que deriva de la economía política (la diferenciación social inherente al liderazgo institucionalizado está garantizada en las Trobriand por un acceso diferencial a los medios de producción y de distribución) y la segunda deriva de la economía de subsistencia.

El comercio exterior es esencial, tanto para la economía política como para la economía de subsistencia y los jefes son capaces de monopolizar este comercio mediante la propiedad de las canoas, aptas para navegar en el mar.

Fabricar una canoa comercial requiere la atención minuciosa de un especialista y un trabajo manual y ritual considerable, y solamente los jefes de rango superior, con acceso a los ñames y a los bienes, se pueden permitir tal gasto. Así, el control sobre la producción y el intercambio, posible en buena medida gracias al control sobre el capital, ha llevado a la estratificación social y a una élite que se perpetúa a sí misma.

A pesar de esto, los jefes son de igual manera indispensables en las vidas cotidianas de los Trobriand. Normalmente las islas pequeñas son ecológicamente inestables y pobres en recursos. Como estrategia de gestión del riesgo, los jefes actúan como “banqueros tribales”, invirtiendo el excedente disponible en un año normal o en un buen año en bienes de capital como las canoas; en el comercio exterior para conseguir materias y productos artesanos de producción no local; en las ceremonias políticas que determinan el prestigio individual y del grupo, y en bienes de valor. En un mal año, cuando no hay excedente, la gestión de la producción por parte del jefe garantiza unos mínimos para cubrir las necesidades de subsistencia. Asimismo, los jefes, al establecer y mantener relaciones comerciales a través del sistema de intercambio kula, proporcionan acceso a los mercados, lo cual es esencial para el buen funcionamiento de la economía local.

El poder y el prestigio del jefe dependen de la centralización y el control de la economía. Como hemos visto, este control es resultado de los requerimientos tanto del intercambio a larga distancia como de la gestión de riesgo. Una vez se hicieron con el control, los jefes lo extendieron para incluir los monopolios sobre la producción de ciertos recursos clave, generalmente preciados por la población, entre ellos el coco, granos de betel, cerdos y hachas de piedra, propiedad exclusiva de los jefes.

 En resumen, la economía de subsistencia de las frágiles y aisladas islas Trobriand no podía intensificarse con éxito sin el liderazgo para gestionar el ciclo productivo y el intercambio externo. Estas condiciones por sí solas no producen jefes, sino que es el proceso de intensificación en ciertas situaciones el que ofrece posibilidades para el control. En las Trobriand estas posibilidades incluyen el sistema de posesión de la tierra, el excedente almacenable y el capital tecnológico para el comercio. Es mediante el control de tales elementos de la economía de subsistencia que aparece y se perpetúa un cacicazgo.

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9.4. TEXTOS COMPLEMENTARIOS

TEXTO 1: Como venimos señalando los horticultores combinan diversas formas de caza y recolección con la agricultura. En el siguiente fragmento la autora nos ilustra sobre esta combinación de prácticas entre los mbum kpau del Chad.

Bridget O'LAUGHUN. Mediación de contradicción: Por qué las mujeres mbum no comen pollo

Los mbum kpau se dedican primordialmente a los cultivos rotativos, pero también practican la caza, la cría de animales y la manufactura de productos. Establecidos en comunidades de pequeños poblados, consistentes en uno o varios grupos de viviendas patrilineales, los mbum habitan en una región de baja densidad de población. Ambos, hombres y mujeres, son responsables de la limpieza y el cultivo de sus propias parcelas, si bien un hombre puede ayudar a su esposa a talar árboles muy grandes que haya en el terreno de ella. Tanto hombres como mujeres recolectan el grano en la época de la cosecha, pero si se trata de la elaboración de la cerveza, los hombres hacen la mayor parte de la trilla, en tanto que las mujeres se ocupan de barrer y aventar. Las mujeres hacen trabajo de azada y recolectan parcelas suplementarias de vegetales y semillas oleaginosas con más frecuencia que los hombres. A pesar de estas y otras diferencias insignificantes relativas a las cosechas cultivadas, existe muy poca diferenciación sexual, tanto en la asignación de tareas como en la intensidad del trabajo en las prácticas agrícolas de los mbum.

La diferenciación social de roles es más notoria en la caza y en la recolección, la cual aunque es de mínima significación en cuanto a la asignación del tiempo de trabajo, con todo representa un suplemento significativo para la subsistencia. Los hombres cazan con perros, redes y lanzas, colocan trampas para la caza menor y las aves, pescan con redes, anzuelo y cañas, usan cebos y engaños. Las mujeres participan en las grandes cazas con red sólo como porteadoras, aunque también matan caza menor cerca del poblado en las cacerías con fuego, atrapan cangrejos y construyen presas para la pesca al achique. A lo largo del año, las mujeres también recogen verduras, frutas y setas, y en tiempos de escasez de alimentos excavan en busca de tubérculos silvestres y recolectan semillas oleaginosas. Perros, cabras y pollos, los alimentos más comúnmente criados requieren un cuidado mínimo, ya que generalmente son abandonados para que pasten y escarben en busca de alimento por el poblado.

Recordamos en dos breves textos la importancia del parentesco, el primero sobre la misma sociedad mbum y el segundo, de J. Goody, sobre el papel de los grupos de filiación. Es importante notar en el texto sobre los mbum cómo la concepción de la propiedad se aleja totalmente de nuestro concepto (históricamente reciente) de propiedad, que tiene su origen en el triunfo de las revoluciones burguesas sobre la regulación jurídica de la propiedad.

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TEXTO 2: B. O'LAUGHLIN. Mediación de contradicción: Por qué las mujeres mbum no comen pollo.

En una agricultura primitiva, la tierra y los aperos de producción son poseídos por los hombres y las mujeres indistintamente. Los derechos jurídicos para el uso de la tierra de cultivo se obtienen por residir en la comunidad: ningún individuo ni grupo de descendencia puede alegar derechos especiales o reclamaciones sobre la tierra cultivable. Cada cultivador posee una azada y a veces un hacha. El cultivador posee la semilla para la mayoría de los cultivos, excepto el mijo que es distribuido por el jefe del grupo del granero. Aunque los derechos sobre la tierra cultivable no los tiene ni el individuo ni la colectividad, ciertas zonas de terreno están relacionadas con ciertos linajes patrilineales específicos. Los de más edad entre estos linajes tienen una responsabilidad ritual por esas zonas y tienen derecho a pequeñas porciones sobre toda la caza mayor matada en estas tierras. La caza obtenida con perros o redes queda en propiedad del dueño del instrumento: los perros son poseídos individualmente por los hombres, en tanto que las redes pertenecen a ciertos individuos (incluidas mujeres) o a un linaje. Las mujeres no poseen lanzas, pero, a menudo, las toman prestadas de sus maridos o parientes masculinos. Las mujeres pueden criar animales domésticos con vistas al intercambio, al sacrificio o para apadrinar grupos de trabajo, incluso aunque ellas no puedan consumir la carne de pollo ni la de cabra.

El conjunto de herramientas que la producción requiere es reducido y multifuncional. Azadas, hachas y cuchillos se usan indistintamente para la alfarería, para tejer y en la agricultura. Pueden ser poseídos por uno u otro sexo. Una mujer no puede ser dueña de la fragua y del yunque del herrero, y en realidad, tampoco un hombre puede, ya que las herramientas del herrero son bien común de un segmento de la descendencia paterna. La mayoría de los utensilios de cocina pertenecen exclusivamente a las mujeres, aunque la mayoría de los hombres tienen algunos cacharros para guardar y preparar sus medicinas.

Jurídicamente hablando, el acceso a los medios básicos de producción entre los mbum no está definido sexualmente; con todo, la distribución real de las herramientas y la cría de animales está marcadamente orientada a favor de los hombres. De hecho, tan sólo unas pocas mujeres poseen redes de caza, hachas o un gran número de cabras. Es muy improbable que las mujeres lleguen a controlar excedentes abundantes de semillas de grano, ya que tan sólo mujeres no casadas pueden ser jefas de los grupos del granero, e incluso entonces, sólo de grupos reducidos. Las mujeres nunca llegan a posiciones de autoridad dentro de sus propios linajes, lo cual les daría control sobre redes, herramientas, instrumentos musicales, medicinas y ganados, poseídos en común por el grupo. Aunque no existen reglas fijas para la herencia de la propiedad individual, las mujeres raramente heredan de su padre, mientras que los hombres a menudo heredan tanto del padre como de la madre. (...) La asimetría sexual en la distribución de los medios de producción está en función del lugar de autoridad entre los varones de más edad, para todas las unidades amplias de la producción. Esta regla de autoridad se manifiesta también por otras normas de exogamia y de residencia que atañen a los varones: con el matrimonio, las mujeres deben dejar sus propios linajes y los conjuntos familiares del padre para unirse a los conjuntos familiares y grupos de granero de sus maridos.

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TEXTO 2 bis: J. GOODY (1975): Grupos de filiación. 

El análisis de los grupos de filiación es un aspecto especial del estudio del parentesco. En la mayoría de las sociedades preindustriales, los parientes son algo más que una limitada categoría de personas vinculadas a un actor individual por descendencia y por hermandad. Constituyen una serie de grupos sociales que dominan la organización doméstica y el proceso de socialización, el uso y la transferencia de la propiedad, la resolución de las disputas, las actividades religiosas como el culto a los antepasados y determinadas relaciones políticas. Puesto que estos grupos de parentesco influyen en tantos aspectos de la vida social, su estructura y reclutamiento son variables de la mayor importancia en la organización de las sociedades tecnológicamente más simples.

Un último aspecto muy interesante es la asimetría entre la «igualdad» y el establecimiento de «desigualdades» de género y edad que se manifiesta en el control existente sobre las mujeres y sobre la reproducción.

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TEXTO 3: B. O' LAUGHLIN: Mediación de contradicción...

Entre los mbum kpau, las mujeres no comen ni carne de pollo ni de cabra, por temor a dolores y muerte en el parto o a dar a luz hijos anormales o enfermizos, o incluso por temor a la esterilidad. Ninguna de tales prohibiciones se aplica a los hombres, aunque los más viejos dicen que en su juventud tampoco los hombres comían tales carnes hasta que su primer hijo era capaz de andar. Los hombres no necesitan recordar a las mujeres estas prohibiciones, pues ellas espontáneamente rehusan con horror comerlas (...)

La prohibición de comer carne de cabra y de pollo no es importante en la vida cotidiana, ya que ambos animales se matan y se consumen solamente en condiciones especiales y con todo, en contextos culturales tan especiales, la prohibición sirve para marcar las diferencias y categoría de acuerdo con el sexo. Cuando, por ejemplo, se prepara la comida para un grupo de trabajadores de azada, para los hombres hay generalmente un plato de pollo, mientras que a las mujeres se les da pescado y verduras, a pesar de que, durante el trabajo, hombres y mujeres trabajen juntos en un solo grupo. Si bien tanto las mujeres como los hombres pueden ser los encargados de sacrificar, tan sólo los hombres pueden consumir pollo y cabra. La prohibición de la carne de pollo y de cabra sirve, pues, para dos cosas: para reconocer implícitamente la subordinación de la mujer y para definirla de forma explícita.

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TEXTO 3 bis: M GODELlER «Lo visible y lo invisible en los Baruya de Nueva Guinea"

Para los baruya, la sociedad se edifica sobre la represión del sexo. El sexo constituye una amenaza permanente contra el orden de la naturaleza y de la sociedad. A través de estas representaciones, se puede entrever el contenido de la relación hombre-mujer en la sociedad baruya, en la que los hombres dominan a las mujeres y las consideran como una amenaza permanente contra el orden social, y contra ellos mismos que son sus fiadores. Podemos comprender entonces que sea una obligación para los baruya separar a los jóvenes de sus madres y del mundo femenino hacia los nueve años y enseñarles poco a poco las reglas de la vida social y el orden del Universo, haciéndoles recorrer un ciclo de iniciaciones que dura más de diez años y a cuyo término el niño, convertido en hombre, está finalmente preparado para encontrar de nuevo el mundo femenino y para afrontar el matrimonio y los peligros de las relaciones sexuales. (...)

Ahora se plantea la cuestión de saber quién, entre los baruya, posee los conocimientos mágicos. Resulta esencial subrayar que esta posesión es desigual según los individuos y los grupos sociales. En primer lugar, existe la desigualdad general entre hombres y mujeres en la posesión de conocimientos y de poderes, ya sean rituales, políticos o económicos. Las mujeres tienen sus propias magias de fertilidad, que se transmiten de madres a hijas. Por otra parte, hay que señalar que las mujeres -aunque algunas se convierten en chamanes, por tanto, en individuos en contacto excepcional con lo invisible, jamás pueden alcanzar los grados superiores en la jerarquía de los chamanes.

Una prueba de ello es que, cuando participan en los rituales para curar a un enfermo o para expulsar a los malos espíritus, deben permanecer sentadas, y no pueden estar de pie en el recinto ceremonial para participar en la danza de los hombres chamanes, que luchan contra los malos espíritus.

TEMA 10. SOCIEDADES DE PASTORES

Características del pastoreo: el nomadismo y la transhumancia. Adaptaciones ecológicas: características de las zonas, tamaño de los rebaños y equilibrio de las poblaciones. Interrelación de los pueblos pastores con agricultores sedentarios. Factores límite. Clan, linaje, familia, grupo doméstico y pueblo entre los pastores. Esferas de intercambio. Tipos de organización sociopolítica.

Dinámicas del cambio: Los pastores a caballo de las Llanuras y el comercio de pieles. Propiedad entre los nómadas: el ganado y los derechos sobre los pastos. Extensión de los territorios de pastoreo, depredación y existencia de Estados.

10.1. RESUMEN DE LOS PROBLEMAS CENTRALES

  • Problemas ecológicos del pastoreo: características de las zonas, tamaño de los rebaños y equilibrio de las poblaciones.
  • Interrelación de pueblos nómadas pastores con agricultores sedentarios.
  • Familia, grupo doméstico y pueblo entre pastores. Tipos de organización sociopolítica.
  • «Propiedad» entre los nómadas: el ganado y los pastos. Extensión de los territorios de pastoreo, depredación y existencia de Estados.

10.2. GUIA DE LECTURAS

Si bien la característica fundamental del pastoreo parte de su clasificación como productores, las diferencias con los cazadores recolectores es muy tenue. La característica nómada del pastoreo, su adaptación a diversos habitats y sociedades, su utilización del ganado como riqueza y capital productivo y sus relaciones (no siempre pacíficas) con los campesinos, con otros pastores y con las sociedades estatales hacen de los pastores más que una categoría homogénea, un compendio de variabilidad. A menudo poseen una organización segmentaria muy apta para la guerra, tanto de tipo rapiña como de conquista. Sin embargo, la misma estructura social y política que facilita la conquista, se muestra inestable para consolidar el poder conquistado. A su vez, muchos de estos pueblos pastores que tienen una larga historia de relaciones con los estados, han mostrado una resistencia feroz a perder su independencia tribal o a ser dominados. 

F. Barth han ejercido una gran influencia en los antropólogos que estudian pueblos pastores con una organización política centralizada. En su obra, analiza el doble equilibrio que los pastores deben adquirir: por una parte, los pastos señalan un límite máximo al total de animales que una zona puede soportar; por otra, el sistema nómada de producción y consumo define un límite mínimo del tamaño del rebaño necesario para cada grupo doméstico. Los problemas, comunes a todos los pueblos pastores, de que el capital productivo sean no las tierras, sino los propios rebaños, y el tipo de organización social caracterizada por la presencia de un líder autocrático que de hecho regula las rutas migratorias, se tratan en el artículo de R. Firth y B. S. Yamey, 1964.

10.3. TEXTOS DE ESTUDIO

Primera parte del artículo de Sahlins: Las sociedades tribales en el tema 14 de la Addenda (ver tema 9).

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Del libro de A. Johnson y T. Earle: Del capítulo 9: 261-274.

La revolución política: los orígenes de las civilizaciones.

La revolución urbana es el tercer cambio profundo en la historia humana. El crecimiento de las ciudades implica el desarrollo de paisajes políticos regionales con centros de población, administrativos, religiosos y económicos. El urbanismo, sin embargo, es en sí mismo uno de los procesos interrelacionados que dan como resultado una sociedad compleja.

La intensificación de la producción a largo plazo crea oportunidades de control que colocan a las elites en la tesitura de reclamar una parte de la producción. La intensificación en la economía de subsistencia, como retroalimentación entre el crecimiento de la población y el cambio tecnológico, crea problemas nuevos que precisan de nuevas tecnologías sociales, algunos de cuyos ejemplos son la familia extensa, el crédito y el débito, los ciclos ceremoniales y el liderazgo. Una elaboración más tardía de este proceso es la creación de oportunidades para el control. La intensificación crea ocasiones específicas para el control.

Las fuentes principales derivan de la economía (distintas circunstancias -el riesgo, la tecnología, el comercio,...- derivadas de la intensificación requieren una gestión, al crear oportunidades para un poder diferenciado, emergiendo una economía regional que une entidades políticas distintas con diferentes economías de subsistencia y que puede generar la riqueza de los jefes que gestionan el comercio entre las poblaciones), la fuerza militar (al intensificarse la economía, la competencia por los recursos más productivos y por  los objetos de comercio crea una fuerza armada en forma de elite guerrera para defender el territorio del grupo y establecer una paz regional. Los guerreros asumen una doble función, refuerzan el orden estratificado establecido y extienden el dominio político de su dueño y señor por medio de la conquista) y la ideología (establece una fuente poderosa de legitimidad, que autoriza los acuerdos económicos y militares, de los que la economía política ha llegado a ser dependiente) y cada una puede verse como un resultado de la intensificación.

Las ceremonias continúan funcionando como cédulas del grupo pero ahora se desarrollan a distintos niveles, incrustando de manera muy significativa la comunidad local dentro de la estructura política global de jefes y señores, quienes se aseguran una posición especial con respecto a los dioses y al universo. Esta posición hace que las elites sean esenciales en la práctica ritual. Las ceremonias vienen a definir las relaciones de dependencia y dominación.

Las condiciones básicas de la economía de subsistencia permiten el control sobre la producción y la distribución, que tiene como resultado la movilización de un excedente usado en la economía política que se puede volver a invertir en la infraestructura de la economía para generar la producción de un nuevo excedente. El excedente canalizado a través de la economía política se usa, a su vez, para sostener a una elite guerrera emergente. Al mismo tiempo sostiene la elaboración de la ideología, que incluye las instituciones religiosas formales y los eventos ceremoniales a gran escala. La ideología establece las normas del orden en la entidad política regional, que legitima la estratificación social.

Teorización de la entidad política regional

Entender la entidad política regional es entender la manera en el liderazgo se institucionaliza y se extiende. Gran parte del debate teórico sobre cómo sucede esto es consecuencia de la escisión entre las dimensiones ecológicas y políticas de poder.

  • Por el lado ecológico, los teóricos ponen el énfasis en cómo los líderes de las entidades políticas regionales administran la economía de subsistencia (Service, Sanders, Wittfogel).
  • Por el lado político, Fried sostuvo la idea marxista de que las sociedades estratificadas aparecen para mantener un acceso diferencial a los medios de producción. Las instituciones de la sociedad estratificada están relacionadas sobre todo con las funciones (leyes, cortes, títulos, policía…) que mantienen el control por parte de la elite de la riqueza y la propiedad.

Las teorías ecológicas y políticas sobre la aparición de las sociedades complejas son igualmente necesarias, ya que la intensificación precisa de una gestión local de la economía de subsistencia y al mismo tiempo, crea las oportunidades para el control sobre el acceso a los recursos.

Teorías de la economía

Un punto clave en la economía política de la sociedad compleja radica en determinar la procedencia de un excedente. Esta teoría del excedente de la complejidad social simplemente insiste en que el progreso tecnológico permite una producción de excedente cada vez mayor, del que fluyen los logros de la civilización.

Pearson la criticó. Argumentando como un sustantivista, giró del revés la lógica de la teoría el excedente, manteniendo que es imposible definir un nivel de subsistencia fijo más allá del cual se dispone de excedente para el desarrollo. Creía que todas las sociedades tienen el potencial de producir más allá de cualquier necesidad biológica pero si lo hacen o no depende del contexto social en el que el sistema de producción está integrado. La economía es una operación de las instituciones sociales, es cada sociedad la que fija los objetivos económicos. El excedente pudo no haber creado complejidad social, puesto que la sociedad en sí misma crea en primer lugar el excedente.

Harris rompió este dilema con la hipótesis de que el principal objetivo de las instituciones sociales es el de mantener a las poblaciones humanas en medios concretos. A pesar de estar con Pearson en que el excedente está dirigido socialmente señaló que nunca es superfluo; en efecto, es esencial para la supervivencia a largo plazo de la población. Es igualmente justo decir que la sociedad crea el excedente y que éste sostiene a la sociedad.

La transformación desde el grupo local a la entidad política regional significa para la familia que sus objetivos productivos deben expandirse para cubrir las demandas de la economía política regional, generalmente en forma de pago a las elites. Para los sustantivistas, el fondo ceremonial es un signo de que la economía campesina se halla trabada en la sociedad, para Harris y Wolf, es un gasto necesario en las relaciones sociales, vital para el éxito a largo plazo de la familia respecto a la subsistencia y a la reproducción.

Algunos sistemas económicos específicos caracterizan el desarrollo de los cacicazgos (redistribución) y de los estados (mercados). Polanyi describe la redistribución como la donación de bienes y servicios, prescrita socialmente, a una figura central, que luego los redistribuye. Ve el intercambio de mercado, donde los precios se fijan mediante la oferta y la demanda, como un desarrollo tardío de la historia humana asociado a la aparición del capitalismo. Otros han señalado que la mayor parte de los estados tienen sistemas de mercado. Los estados son importantes para los mercados ya que proporcionan infraestructura (caminos, puertos), el marco institucional (dinero, derechos de propiedad), y la paz regional de la que depende el comercio.

La evolución de los cacicazgos y de los estados depende de la disponibilidad de recursos para sostener sus instituciones. Los sistemas económicos adoptan dos formas distintas: la economía fundamentada en los productos básicos (proporcionan el sostén) y la basada en bienes de valor. Con la evolución de las instituciones gobernantes regionales el control sobre la producción de estos bienes termina por estar plenamente centralizado.

La economía de los productos básicos es una forma de redistribución, un sistema en el que se requieren a las familias sus principales bienes como pago al centro. Los líderes movilizan los excedentes alimentarios y los distribuyen aquellos que trabajan para el cacicazgo (o el estado). La forma institucional principal de las sociedades complejas que reúnen sus recursos a partir de los productos básicos es corporativa, las elites dirigentes poseen la tierra, de la que reciben parte del alimento a cambio de los derechos de uso. Se representa en ceremonias de grupo que identifican a la gente con la tierra y con otros recursos, bajo la guía de la elite dirigente. Su ventaja es la simplicidad, la desventaja: la voluminosidad y el peso de los productos básicos hace que resulte difícil transportarlos. Estas entidades políticas acostumbran a ser bastante pequeñas y no son urbanas.

La economía basada en la riqueza se centra en la producción y distribución controladas de bienes o moneda. Muchos cacicazgos, especialmente aquellos que no tienen infraestructuras agrícolas muy intensificadas, descansan en la economía basada en bienes de valor. La forma institucional principal es la red en la que el prestigio y la posición individuales se ven determinadas por relaciones sociales, económicas y políticas. Las redes se materializan a partir de objetos de valor que se intercambian y se exhiben en ceremonias públicas; el intercambio de bienes de prestigio es el medio en el que se desarrollan confederaciones fluidas y extensas.

En los estados, el desarrollo de la moneda se correlaciona con el desarrollo de los mercados, que asumen una nueva función integradora de profundo significado. Las monedas son bienes que se han adaptado como medios de intercambio y almacenes de valor. La mayor parte de los estados usan monedas, al principio a menudo en conjunción con las finanzas a partir de los bienes básicos.

Ventaja: Posibilidad de ser centralizada. Puesto que los bienes de prestigio y la moneda son muy preciados (son portátiles) la riqueza en arriendo o en tributo se puede mover a través de distancias considerables y almacenarse en un solo centro. Tales medios de finanzas precisan de poco espacio y no pierden valor al no malograrse. La riqueza se centraliza fácilmente y se guarda en cámaras en los centros administrativos.

Desventaja: los medios de pago (la riqueza) no se pueden usar directamente para sostener a aquellos que trabajan para el cacicazgo o el estado. Se precisa de mercados en los que la riqueza se pueda convertir en bienes básicos. Los estados se definen a menudo como sociedades urbanas orientadas al mercado.

Las teorías del ejército

Carneiro ha investigado las relaciones entre la guerra y el establecimiento de las entidades políticas regionales, argumentando que los cacicazgos y los estados son sociedades guerreras o militaristas. La competencia entre grupos y la guerra proporcionan a los líderes una fuerte ventaja selectiva dentro del grupo, éstos movilizan y coordinan a los guerreros y negocian para obtener aliados que ayuden a defender el territorio.

En los cacicazgos, los guerreros son especialistas unidos directamente a los jefes y utilizados en la conquista para imponerse por la fuerza. En los estados, el ejército se ha convertido en una institución altamente estructurada tanto para la expansión imperial como para el gobierno interno.

Teorías de la ideología

Las ideologías son sistemas de creencias, creados y manipulados estratégicamente por ciertos segmentos sociales, a fin de mantener la legitimidad de su posición en la sociedad.

El desarrollo de los estados no implica simplemente una centralización en aumento, sino que también puede tener como resultado una fragmentación de fuentes de poder separadas y potencialmente opuestas. En vez de un solo centro de poder, podemos encontrar un sistema heterárquico constituido por jerarquías de poder que se solapan en parte y que se equilibran las unas con las otras.

Las principales dinámicas de la entidad política regional

Además de la presión continuada del crecimiento de la población, la economía política está en sí misma orientada al crecimiento, de manera que da a la intensificación una dinámica nueva.

Los líderes deben establecer un equilibrio delicado. Buscan movilizar tanto como les sea posible la economía doméstica de subsistencia, pero dentro de límites realistas, que les permita sostenerse a sí mismas y proporcionar el trabajo necesario para generar un excedente para la superestructura.

El desarrollo transcultural de las entidades políticas regionales continúa ilustrando los procesos de la evolución multilineal. La intensificación de la producción causa problemas, cuyas soluciones ofrecen posibilidades para el control, pero las condiciones variables que lo permiten son la causa de la evolución por caminos separados. De manera específica, la agricultura, la caza y la recolección y el pastoreo siguen líneas distintas de desarrollo hacia la entidad política regional.

La mayor parte de los cacicazgos y los estados se basan en la agricultura intensificada. Una amplia gama de medios naturales ofrece condiciones apropiadas para una intensificación agrícola sostenida, que al mismo tiempo permita altas densidades de población y la generación de excedentes para financiar las instituciones. Esta intensificación crea dos problemas principales, que precisan de distintas formas de gestión. Donde las inversiones de capital en infraestructuras no son posibles, la intensificación normalmente toma la forma de una administración cuidadosa del ciclo de barbecho para tratar con los problemas creados por barbechos cortos en los ecosistemas tropicales (trobiand). En los lugares que permiten el desarrollo de infraestructuras agrícolas muy productivas, las tierras cultivadas terminan siendo propiedad de las elites, que pueden extraer un excedente de los trabajadores agrícolas, quienes no tienen otro lugar al que acudir (cacicazgos complejos de las islas de Hawai y del imperio inca).

Con la aparición de la entidad política regional de agricultura intensiva, la conquista se convierte en el objetivo de la guerra.

Bajo condiciones específicas, los cacicazgos y los estados se pueden desarrollar sobre una base cazadora-recolectora. La condición básica que lo hace posible es un medio natural altamente productivo, que permite densidades de población comparativamente altas y la generación de excedentes.

Los cazadores-recolectores han desarrollado entidades políticas regionales ceremonialmente integradas: a lo largo de la costa peruana, los recursos marinos sostuvieron la elaboración de cacicazgos complejos, a partir de los que se desarrollaron las civilizaciones andinas. En este caso, los inicios de la agricultura no implican alimentos sino algodón, usado para fabricar aparejos de pesca, tejer ropa, que es una riqueza en sí misma. El control probablemente fue el resultado tanto de la propiedad de la tecnología de explotación intensiva como de la defensa de las zonas medioambientales más productivas.

En los pastores, la condición principal para la estratificación parece ser la proximidad a los cacicazgos o a los estados agrarios. Los ganaderos se transforman en especialistas que producen productos animales (carne, leche,…) para comerciar con los campesinos, que producen cereales. Alimentar a una población densa a partir de cereales supone un uso de la tierra mucho más eficiente que alimentarse de la carne y la leche como lo hacen los turkana.

En estos sistemas intensivos, donde los pastores se desplazan entre poblaciones campesinas, intercambian productos animales caros por productos agrícolas baratos. Se desarrolla un sistema de intercambio regional, integrando gente con estilos de vida muy opuestos y a menudo, étnicamente distintos. El desarrollo de este comercio ha sido llamado la “revolución de los productos secundarios” en la Europa prehistórica, donde se encuentra entre las bases económicas para la complejidad social.

En las sociedades de pastores asociadas con los estados agrarios se aprecia con claridad la tensión entre la autonomía local y familiar por una parte y los esfuerzos de las entidades políticas regionales para imponer el control por otra. La movilidad permite a los pastores cierto grado de libertad, de la que los agricultores sedentarios no disfrutan. Los campesinos y las elites consideran igualmente peligrosa esta libertad e intentan limitarla.

Como hemos visto para los turkana, el adiestramiento bélico es común entre los ganaderos como medio para defender los rebaños de la familia y para obtener animales nuevos a través del pillaje. Los mongoles de Asia central constituyen el ejemplo histórico más formidable de un estado ganadero. El poder militar de los mongoles les permitió conquistar sociedades agrarias mucho más grandes y apropiarse del excedente de producción agrario para sostener su estado ganadero. Los ejércitos mongoles surgieron de las estepas asiáticas para dominar el antiguo estado agrario chino y crear el imperio basado en la tierra más extenso que existió jamás.

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Del libro de A. Johnson y T. Earle: Del capítulo 4: (Familias con domesticación), los Nganasan del norte de Siberia.

Sociedad de nivel familiar en la que los animales domésticos desempeñan un papel económico significativo. Aquí de nuevo la domesticación como tal no es una condición suficiente para el desarrollo socioeconómico más allá del nivel familiar. Pequeños rebaños familiares de renos domesticados sirvieron como un medio, casi exclusivo, de facilitar el estilo de vida cazador-recolector. Sin embargo, con la presión por parte de una población europea en expansión, aparecieron nuevas condiciones que les alentaron a aumentar sus rebaños a costa del reno salvaje. Y fue este proceso, una reacción a las presiones de población, lo que al final les condujo a formar unidades sociales económicamente más complejas y a ejercer un control político más estrecho sobre los recursos.

El medio y la economía

Habitan la tundra en el extremo norte de Siberia central. El reno o el caribú, constituyen la parte central de su economía. Durante la mayor parte del año, los renos se hallan dispersos en grupos pequeños, pero se agrupan en rebaños mayores en otoño para migrar hacia el sur y de nuevo en primavera volver al norte.

Los asentamientos humanos se hallan muy dispersos, con densidades de población por debajo de una persona por cada 125 Km2 y los movimientos de población se ven influidos por los movimientos de los renos, utilizando estratagemas para atraerlos hacia su fin. Las más populares y productivas son las cacerías comunales en la primavera y el otoño en las zonas que se sabe que visitan los renos.

Los viejos cazadores, que conocen los lugares de migración de los renos, se encargan de organizar la cacería, y se prohíbe cazar en esos lugares excepto en la caza comunal. Los nganasan utilizan perros para llevar a los renos dentro del agua, donde les arrojan lanzas desde canoas hechas de troncos vacíos. Otra estrategia es usar bandeloras (palos en los que ondean tiras de piel). El aleteo intimida a los renos. Plantando palos cada 5 metros forman un embudo que los dirige hacia corrales, donde están los cazadores.

Cuando las manadas son muy grandes, las mujeres se unen a la caza, aunque normalmente una marcada división del trabajo separa los hombres (cazadores y productores de aperos para la caza) de las mujeres, que preparan la comida, confeccionan la ropa y los contenedores para almacenar, cuidan del ganado y llevan el animal muerto a casa.

La gente se atraca de comida a finales de verano y en otoño y procesa el excedente para almacenarlo. Deben almacenar grandes cantidades de carne y grasa para sobrevivir durante el largo invierno: en primavera “come lo menos posible” y en otoño “come lo más posible”.

Con los deshielos primaverales, las familias se dispersan y se trasladan al norte, para cazar renos, perdices y patos. Junio y julio, es la estación de pesca, y las pequeñas familias disfrutan de una vida relativamente asentada hasta finales de julio, cuando se reúnen para las cazas comunales de focas. A finales de agosto, empieza el retorno hacia el sur, interrumpido por batidas de renos, hasta noviembre, que se asientan de nuevo en aldeas de invierno, donde continúa la caza de algunos renos, focas, y pesca en el hielo. En esta época confeccionan ropa, reparan herramientas y los trineos. Los movimientos de los nganasan reflejan los paraderos de sus presas.

El reno domesticado se usa principalmente para el transporte, ya que, aunque nómadas, no se mueven con ligereza. En otoño e invierno, una familia precisa de varios renos para tirar de los trineos que llevan tiendas, pieles, ropa, alimentos, leñas. Apacentar el reno doméstico y protegerlo de los lobos es laborioso.

La escasez puede provocar violencia personal, aunque la agresión intergrupal debe haber sido desalentada, debido a la importancia de unos amplios lazos intergrupales e interpersonales de cara a los riesgos generalizados.

Hasta épocas recientes eran esencialmente autosuficientes. Un comercio extensivo de productos animales por objetos tecnológicos se desarrolló históricamente como parte de una intensificación general del uso de los recursos.

Organización social

La autonomía de los grupos de familia nuclear y de las agrupaciones multifamiliares constituye un ideal fundamental entre ellos. Las familiares nucleares a menudo viven separadamente en sus propias tiendas. Las posesiones para uso individual se tratan como propiedades privadas.

Cuando una o más familias comparten la misma tienda se acepta a un hombre y a su mujer como líderes de la misma, ocupando el lugar de honor a la derecha de la entrada. En invierno, una gran tienda puede albergar hasta cinco familias. Cuando varias familias comparten una tienda, cada una ocupa su propia porción, y dentro de ésta los hombres, las mujeres y los niños tiene asignado su lugar de acuerdo con principios comúnmente aceptados. También está establecido el lugar para dejar el trineo, lo cual indica hasta qué punto el comportamiento individual debe ser estructurado en un grupo multifamiliar que reside junto.

Cuando los campamentos o aldeas se rompen en la primavera, las familias alcanzan un acuerdo sobre los senderos, ríos, lagos… que cada uno va a explotar, a fin de evitar competencias innecesarias.

Revelan un patrón básico de la economía de nivel familiar. Al vivir en un medio de recursos dispersos, persiguen los recursos alimentarios de manera oportunista. Las familias permanecen independientes incluso en sus campamentos y aldeas de invierno, y se hallan siempre libres para separarse del grupo. El reno domesticado proporciona transporte, ayuda en la caza y supone un seguro contra la muerte por hambre.

Recientemente se han dado cambios significativos en la economía de los nganasan, de cazadores de renos a verdaderos ganaderos de renos. Al expandirse la población hacia el norte, la demanda de productos animales se incrementó de manera drástica. Empezó a resultar ventajoso gestionar la producción incrementado el tamaño de los rebaños domésticos, que se podían apacentar en la tierra donde los renos salvajes habían sido mermados por la caza excesiva. Los costes de producción aumentaron ya que hay que proteger a los rebaños privados (más de 50 renos) de los lobos y los cazadores furtivos, y exigen desplazarse más frecuentemente en busca de pastos.

El tamaño del campamento ha aumentado y las relaciones familiares se han formalizado en torno a la propiedad de los rebaños. Han aparecido los pagos de las dotes y las relaciones patrón-cliente como formas importantes de la vida social. Ha llegado una inversión de capital incrementada en tecnología tal como grandes redes de cacería de reno y gansos. La caza del reno y su venta se hallan ahora controladas por una comunidad que se extiende mucho más allá de los límites del grupo familiar.

Cuando el animal empezó a cazarse más para venderse que para el uso y consumo doméstico se hizo necesario poseer más. Se introdujo el forraje invernal y el número de renos que se podían mantener aumentó (intensificación de la producción). Los incrementos resultantes en la escala y complejidad en la organización social son claramente respuestas al cambio económico subyacente.

Después de la revolución rusa, se intentó colectivizar las minorías. Los nganasan se resistieron. Hacia los 70 constituían solamente alrededor del 4% de la población de sus anteriores territorios. Se habían vuelto de manera creciente sedentarios, se habían convertido a las prácticas de gestión de los rebaños al estilo soviético, dependían del pan, del azúcar, la mantequilla y otros bienes importados y empezaron a urbanizarse.

Conclusiones

A pesar de que poseyeron la tecnología para la domesticación, ni los machiguenga ni los nganasan la usaron, hasta épocas recientes, para organizarse más allá de la economía de nivel familiar.

Se aprecia una tendencia clara de las unidades sociales pequeñas a dispersarse uniformemente a través del territorio, mientras los alimentos en estado natural de los que dependen se hallen ampliamente dispersos. La reunión es temporal, con el objetivo de cooperar para conseguir alimento.

La autonomía familiar es evidente: posesión individual de herramientas, armas, rebaños, huertos y su uso por parte de otros, regulado y cuidadosamente calculado, libertad para moverse.

La presión sobre los recursos ocasiona una dependencia mayor hacia las especies domesticadas y un aumento en el tamaño de la comunidad y en la integración económica. El crecimiento interno de la población, la invasión por parte de poblaciones del exterior, el acceso a la nueva tecnología que facilitan la intensificación y la oportunidad de ganar dinero, intensificando a su vez la producción, contribuye a una dependencia mayor de la domesticación. Con este cambio llegan comunidades mayores y un nuevo nivel de estratificación social que conlleva un control más estrecho sobre los recursos en nombre del grupo mayor (tan distinto del propio interés percibido en las familias separadas que constituyen el grupo).

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Del libro de A. Johnson y T. Earle: Del capítulo 7: los Turkana de Kenia.

Como ganaderos nómadas que crían animales, en primer lugar, para el consumo doméstico, los turkana exhiben una economía individualista, centrada en la familia, que ahora nos es familiar a causa de grupos como los !kung o los nganasan. Sin embargo, su densidad de población, comparativamente alta, y los altos riesgos a los que se enfrentan por sequía, enfermedad y pillaje, los empuja a organizar y a movilizar grupos familiares y campamentos en vecindades y asociaciones regionales para repartir los riesgos y proporcionarse defensa. A pesar de su movimiento extraordinariamente fluido y oportunista a través de un medio impredecible, sus grupos locales muestran un grado de estructura e integración que no se observa en las sociedades de nivel familiar.

EL MEDIO NATURAL y LA ECONOMÍA

Los turkana son ganaderos nómadas del este del valle del Rift, en Kenia. Una región calurosa y seca. Sólo uno de cada cuatro o cinco años es bueno para el pasto y un año de cada diez una grave sequía diezma los rebaños de los turkana.

Las precipitaciones son más fuertes de abril a agosto, pero pueden caer en cualquier momento, en forma de chaparrones que llenan charcas y pequeños cursos de agua durante unos pocos días. Debido al altamente impredecible estado de los recursos, la adaptación de los turkana no es fácil de caracterizar. Para ellos no existe una "zona mejor" ni tampoco una "estrategia de explotación mejor”, sino una serie de respuestas continuamente cambiantes para circunstancias cambiantes.

El medio natural turkana varía de «árido» a «muy árido». En la región norte, las zonas montañosas y los márgenes de los cursos de agua ofrecen las mejores tierras de pasto y la población tiende a concentrarse en estas áreas a mediados y al final de la estación seca. No obstante, la mayoría de los turkana prefiere vivir en las llanuras abiertas y se desplaza a ellas en cuanto las lluvias lo permiten. El primer principio que gobierna la migración turkana es el de que «el pasto que no va a durar mucho ha de utilizarse antes que el que va a permanecer, de manera que se pueda aprovechar al máximo toda la vegetación». Como veremos, esto tiene como resultado los movimientos frecuentes de las granjas y una agregación y dispersión continua de las familias, a la par que cambian las condiciones locales.

La densidad de población media es de 1,2 personas por kilómetro2, donde las planicies secas sostienen alrededor de 0,4 personas por kilómetro2 y las montañas húmedas densidades más altas. Sin embargo, las densidades varían en cada lugar durante el año, puesto que los turkana se aprovechan de las distintas oportunidades en un paisaje en permanente cambio.

Durante la mayor parte del año los alimentos básicos de los turkana son la leche y la carne. El ganado está compuesto por vacuno, camellos, ovejas, cabras y asnos; estos últimos se utilizan principalmente para el transporte, pero los otros cuatro son importantes en la dieta. El vacuno, y hasta cierto punto las ovejas, necesita hierba para pastar y por eso debe apacentar en las regiones más húmedas, generalmente las montañas. Los camellos y las cabras, por el contrario, se desenvuelven bien en zonas de espinos y arbustos, zonas demasiado secas para sostener el vacuno; además, los camellos, con su habilidad para aguantar días sin beber, pueden pacer en tierras alejadas del agua y, por este motivo, inservibles para las vacas, que requieren agua al menos cada dos días. Los ganaderos explotan estas diferencias dividiendo sus ganados de manera compleja, oportunista, para hacer un uso completo de cualquier recurso disponible en aquel momento.

De manera impredecible, se suceden periodos más húmedos y más secos durante el año y de un año al otro. El pastor turkana tiene que valorar las condiciones climáticas y desarrollar estrategias acordes con éstas. En los periodos húmedos los animales pastan libremente, la leche es abundante y hay más que suficiente para comer; se puede conservar la leche sobrante, separando y almacenando la mantequilla y secando la leche desnatada sobre pieles tendidas al sol. En los periodos secos, los animales adelgazan y la leche escasea. Entonces, las mujeres recolectan plantas silvestres para completar la dieta. El pasto limita la población, pero es el agua lo que, a fin de cuentas, limita el pasto. Durante los periodos secos se puede obtener agua excavando en el lecho de los ríos, pero en los años malos los pozos pueden hallarse a gran profundidad.

Además de carne y leche, los animales satisfacen la mayor parte del resto de necesidades de la granja: cuero para las esteras para dormir, el techado, las cazuelas para secar, los escudos, las cestas, la ropa y las cuerdas. Las mujeres realizan la mayor parte de la manufactura y el procesado de los alimentos, y en los raros años buenos pueden cuidar huertos de sorgo o mijo, cerca de los pastos de la estación húmeda. Puesto que los hombres que pastorean son, en su mayor parte, los jóvenes, los mayores pasan buena parte de su tiempo a la sombra, discutiendo sobre sus rebaños y el estado de los pastos. 

El pastoreo es la única forma posible de vida en buena parte del África oriental, debido a la comparativamente alta densidad de población y a la marginalidad extrema de la región para una agricultura que dependa de la lluvia. El rasgo principal del pastoreo es la concentración de la subsistencia en una propiedad móvil; o sea, en el ganado de la familia. Puesto que los rebaños de los turkana son la envidia de los grupos vecinos, el pillaje de animales es una amenaza constante y muchos aspectos de la organización social de los turkana están concebidos para minimizar, o al menos controlar, dicha amenaza.

A diferencia de pastores como los kirguises y los basseri, los turkana no establecen lazos de intercambio importantes con las poblaciones agrícolas. Un estudio sobre la nutrición de las familias turkana reveló que «obtenían el 76% de la energía directamente del ganado, a través de la carne, la leche y la sangre; un 16% del azúcar, el sorgo y el maíz, producto de la venta o del trueque del ganado; y el resto, a partir de animales y plantas silvestres». Aquí la red social sirve principalmente para resolver los problemas del riesgo, más que para integrar a los turkana en una economía regional de productores especializados.

ORGANIZACIÓN SOCIAL

La unidad de producción básica es la granja o el campamento (awi), que consiste la mayoría de las veces en un hombre, sus mujeres e hijos y un pequeño número de otros individuos dependientes, con una cabaña separada para dormir y cocinar para cada mujer. Normalmente, un cercado o arbustos espinosos rodean el campamento, en cuyo interior se guardan cada noche los rebaños de la familia para protegerlos del pillaje. Cada día los niños y los hombres jóvenes llevan a los animales a pacer y los vigilan discretamente mientras cazan y recolectan productos silvestres para sí mismos o juegan juntos. Cuando los pastos se hallan lejos, los niños pueden dormir fuera con sus rebaños y pasar mucho tiempo solos y alejados de sus hogares. En algunos casos, un cabeza de familia masculino asigna a sus distintas mujeres e hijos a diferentes segmentos del rebaño. En tales casos, durante la mayor parte del tiempo, cada esposa (junto con sus hijos) vive separada de las otras y de su marido, que las visita rotativamente.

Las granjas son, en gran medida, autosuficientes y autónomas. Durante buena parte del año las granjas aisladas o las pequeñas aldeas están deliberadamente dispersas, a fin de evitar la competencia con otros turkana por los pastos o por el agua. Las familias se pueden agrupar para utilizar los pastos de vida corta, que brotan en la estación húmeda, y al avanzar la estación seca pueden agruparse de nuevo cerca de los ríos y en las montañas, donde el agua y los pastos son más seguros. Los turkana, sin embargo, se ven a sí mismos como moradores de las llanuras; describen las montañas como frías, de caminos difíciles e invadidas por leones y leopardos, y esperan ansiosos el momento en que pueden volver al llano. En un buen año, cuando pastos y agua son abundantes en la llanura y unos pocos campos de mijo se hallan en producción, las granjas, que han permanecido separadas durante meses o incluso años, se reúnen. A pesar de ser temporales, las agrupaciones relativamente densas de granjas que se forman en los años buenos son, en algunos aspectos, como poblados. Se organizan muchas fiestas e intercambios de carne y leche, y se realizan grandes ceremonias.

Dyson-Hudson y McCabe describen hasta qué punto los grupos turkana son resultado de una miríada de decisiones individuales: El parentesco, tanto el agnaticio como el afín, constituye una base importante para las relaciones cooperativas. A pesar de ello, un hombre goza de gran libertad para escoger con qué gente le apetece vivir, ya que el ganado es un recurso que se puede dividir con facilidad y los frecuentes traslados de campamentos y división de los awi principales en campamentos satélite permiten que los antiguos lazos se rompan y que se establezcan otros nuevos. Una mujer también puede elegir en cierta medida: puede vivir con su padre, su hermano o sus hijos mayores, además de con su marido. El flujo y la flexibilidad caracterizan sus redes sociales.

A pesar de que los turkana no tienen grupos familiares altamente estructurados, ni territorios ni un sistema político formal, establecen y mantienen redes amplias que equivalen a una especie de comunidad efectiva para cada granja. En primer lugar, los grupos de tipo aldea de parientes cercanos y amigos viven y se mueven juntos durante una parte del año. En segundo lugar, estos grupos están separados por una distancia conveniente para recorrerla a pie, y los hombres se turnan para reunirse y distribuir la carne fresca acabada de sacrificar y para compartir información sobre los rebaños y los pastos. Estos dos niveles de organización social (Gulliver los llama vecindarios primarios y secundarios) proporcionan al cabeza de familia una red de amigos a través de los que fluye la comida y la información, amigos a los que puede pedir de manera insistente, como debe hacer un buen turkana, y que van a cooperar con él en la defensa contra el pillaje. A pesar de que una familia es libre de trasladarse a voluntad, en la práctica tienden a mudarse con sus vecinos y a asentarse cerca suyo en sitios nuevos.

Los turkana también establecen y mantienen fuertes lazos de amistad a distancia a través de intercambios de ganado. Los amigos de verdad son generosos los unos con los otros, a pesar de que pueden verse una sola vez al año o menos. Tener amigos a distancia ayuda a distribuir el riesgo; si un desastre natural diezmara los rebaños en una zona, cada granja tendría amigos dispersos por toda la tierra turkana a los que podría acercarse para pedir comida y ganado y así reponer sus rebaños. En la estación húmeda, los encuentros esporádicos en las llanuras son ocasiones para que las granjas, los vecindarios e incluso los amigos distantes refuercen sus redes. Durante tales reuniones, los casamientos y las ceremonias de mayoría de edad consolidan los lazos existentes y crean otros nuevos.

En el pasado, las redes extensas fueron también una respuesta indudable a la guerra y a las necesidades de defensa. Los pillajes contra otras tribus fueron un medio normal de reponer o incrementar los rebaños propios, y a través de sus redes los turkana pudieron participar en los botines de las partidas de pillaje o buscar ayuda contra las incursiones enemigas.

Sin embargo, lo que sostiene la organización social turkana es el intercambio de ganado. Los rebaños de una familia nuclear son propiedad del padre y son gestionados por él, y a pesar de que su cuidado diario recae en las mujeres y en los hijos, dispersos en el campo, existe un fuerte sentido de la unidad esencial de la familia y de su rebaño. Algunos grupos de aldea son los vestigios de antiguas familias extensas, cuyos hombres mayores han muerto: en tales casos, los hermanos y los yernos continúan viviendo unos cerca de los otros, y puesto que sus rebaños tuvieron una vez un propietario común, los hombres continúan sintiéndose parte de una sola familia. A menudo, como hemos visto, el grupo de tamaño aldeano también incluye a amigos.

Los lazos en una red individual se refuerzan mediante regalos y préstamos de ganado. Los turkana se encuentran muy unidos a su ganado: conocen los nombres de cada animal. De esta forma, un regalo o un préstamo de ganado a un amigo es un acto altamente personal y simbólico, que no va a ser olvidado y que establece el fundamento de futuros intercambios. Un préstamo ayuda a distribuir el riesgo, al emplazar algunos animales del rebaño familiar en zonas microecológicamente diferentes y al someterlas a diferentes estilos de gestión del rebaño.

¿Cómo es de extensa la estructura social turkana?. Por una parte, hay indicadores de integración «tribal». Los turkana dicen: «Somos todos hermanos», y respetan su identidad tribal, puesto que raramente se atacan o usan las espadas los unos contra los otros. Los turkanas conocen los nombres «territoriales» de sus regiones. También pertenecen a clanes, algunos de los cuales son pequeños y localizados, otros extendidos por toda la tierra turkana. En tiempos pasados, al parecer, todas las regiones turkana juntaron miles de guerreros contra enemigos no turkana.

Sin embargo, en su vida diaria los turkana no tienen conciencia de tribu. No tienen líderes tribales, territoriales o de clan, no tienen grupos corporativos ni reconocimiento genealógico más allá de la generación de los abuelos. Son muy individualistas y tienden a emigrar dentro de zonas circunscritas; incluso familias extensas muy unidas se separan normalmente en ciertas épocas, en respuesta a sus necesidades individuales. Un buen número de factores, entre los que hay que citar la disponibilidad de pastos, la mezcla de ganado, el montante de trabajo disponible para una familia, la localización presente de los parientes y la amenaza de incursiones, influyen en la migración y establecen un complejo movimiento de unidades familiares dentro y fuera de «comunidades» mayores.

La estructura social turkana -encerrada en normas, aunque sean débiles, que afectan al respeto mutuo, la territorialidad, el clan, los grupos de edades y las dotes- puede interpretarse como destinada a brindar una serie de oportunidades para la granja individual turkana. Puesto que un medio natural altamente impredecible impone una constante amenaza para los rebaños, la autonomía familiar -por más que constituya un ideal cultural- no puede funcionar en la práctica y los lazos suprafamiliares son esenciales. De entre todos los lazos posibles de parentesco, matrimonio, amistad y vecindad, los turkana seleccionan y enfatizan unos por encima de otros, fortaleciéndolos mediante intercambios de ganado y fiestas estacionales. En este sentido, aunque cada granja es esencialmente libre para explotar los recursos siempre cambiantes, mantiene un red social extensa que se puede activar en épocas de inseguridad y peligro.

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Del libro de A. Johnson y T. Earle: Del capítulo 8, los Kirguises del Noreste de Afganistán.

En una sola generación, fueron transformados de una sociedad ganadera de nivel familiar a una sociedad con fuertes líderes locales.

El medio natural y la economía

Son pastores nómadas de la zona del Pamir. Habitan altas mesetas situadas entre montañas de altitudes superiores a 3.600 metros. En julio y agosto los días son calurosos y hay pastos. Durante el largo invierno, éstos se secan, hay nieve y los vientos son extremadamente fríos. En inviernos pasados, se retiraban con sus rebaños hacia los pastos más bajos de China y Rusia, pero cerraron sus fronteras, en 1949 y 1938 respectivamente. Este cambio político los forzó a intensificar el uso que hacían del Pamir a fin de vivir allí todo el año.

La densidad de población es ahora de 0,4 personas por Km2. Este grupo pasta un rebaño mixto. Como entre los turkana, los rebaños de distinta composición tiene necesidades diferentes y pueden sacar partido de medios naturales opuestos (la oveja pasta y la cabra ramonea, no compiten directamente por la comida).

Los yaks están bien adaptados al frío y a las grandes alturas y son capaces de explotar los pastos que las otras especies no alcanzan.

Como los turkana, procuran usar primero los pastos de vida corta, dejando los más permanentes como resguardo par los momentos de escasez. Durante el largo invierno, se dispersan en pequeños grupos familiares a los largo de la ladera norte del valle. En primavera, trasladan sus rebaños hacia los pastos más ricos a fin de fortalecer a sus animales de cara al parto.

En verano, las familias se trasladan a la ladera sur para utilizar de manera intensiva estos pastos. Es una época de abundancia y hay poca competencia por los pastos y los asentamientos son mayores.

Los kirguises producen la mayor parte de su propia comida. La carne y los productos lácteos son importantes en la dieta, en particular durante los 4 o 5 meses más cálidos. Los productos silvestres tienen poca importancia, salvo entre las familias más pobres y apenas se ingieren vegetales. Sin embargo, el comercio de comestibles es esencial para la economía familiar.

El pillaje parece que no existe: el kan es lo bastante poderoso a nivel local para resolver las disputas entre los mismos kirguises. Por otra parte, la existencia de estados poderosos, capaces de regular las fronteras y de castigar a los forajidos, evita que gente de fuera ataque los rebaños.

Desde el cierre de las fronteras, la demanda de productos animales en las zonas agrícolas de Afganistán creció de manera considerable, y ha dado como resultado un gran número de giros significativos en la economía kirguiz. Ahora asumen el riesgo considerable de criar un rebaño durante todo el año en un medio ambiente marginal, usando nuevos métodos de intensificación como la irrigación y la fertilización e intercambiar productos animales por productos agrícolas y otros bienes, que se pueden obtener de las poblaciones agrícolas sedentarias (como los nganasan, el desarrollo de este intercambio les ha convertido en productores especializados dentro de una economía de mercado más amplia).

La organización social

La unidad básica de producción es la familia (el 80% son nucleares, el resto familias extensas o poligámicas). Normalmente vive en una tienda construida de madera y paja, con techumbre de fieltro. Recientemente, han empezado a construir casas de invierno de piedra y tierra, edificadas en terreno que la familia o el grupo familiar reclama como propiedad. La familia es una unidad integrada que comparte un solo hogar y que es, en gran media, independiente.

Dos casas o más forman un grupo conocido como aiel (campamento) o gorow (corral, indicando un refugio común para sus rebaños). Normalmente son familias relacionadas patrilinealmente pero no son unidades completamente estables. El campamento tiene un líder, un hombre rico y respetable que media en las disputas dentro del grupo y que lo representa en las ceremonias entre grupos y en los conflictos.

Los hombres y las mujeres comparten la responsabilidad en las decisiones más importantes dentro del grupo doméstico. En las unidades más ricas los hombres tienden a dominar. Éstos hacen todo el trabajo pesado y junto a sus hijos realizan la mayor parte del trabajo asociado al pastoreo. Las mujeres pasan el tiempo dentro o cerca de la tienda, ordeñando animales y transportando el agua. Otras tareas precisan de la participación de toda la familia. Cuidar los corderos, a los niños y a las crías son faenas que normalmente se asignan a los hijos/as mayores.

Desde el cierre de las fronteras, las relaciones familiares han tomado un nuevo cariz, ya que grupos de hombres emparentados han reclamado territorios y regulado su uso, convirtiéndose en grupos corporativos familiares. También ha aumentado la estratificación y la centralización política.

El enorme aumento en la distribución desigual de la riqueza y de la propiedad ha sido un cambio clave. Con anterioridad, tales diferencias de riqueza, aunque existieran, eran en primer lugar un asunto de edad. Pero como resultado de la rápida transformación hacia un sistema político de tipo cacicazgo, ha sucedido que de manera creciente los medios económicos de subsistencia (los animales y los pastos) son propiedad de un grupo de elite de familias ricas.

Este control de los rebaños por parte de una elite es una respuesta a la intensificación de la producción en el Pamir. Cuando se podía abandonar el área, no se experimentaba un riesgo tan grande de perder los animales. El hombre rico funciona ahora como alguien que evita el riesgo de dispersar animales a través del Pamir, constituyéndose en la principal fuente de seguridad para sus dependientes.

Un elemento más en la centralización del poder por parte de los líderes ha sido su papel en el comercio exterior, del que obtienen una considerable fortuna. El kan desarrolla activamente relaciones comerciales con los mercados externos que proporcionan productos ganaderos a las poblaciones afganas. Opera con el respaldo de su gente.

El cambio moderno

Consecuencias del cierre de fronteras, que a la vez suponen una serie de cambios interconectados:

  • una gestión más cuidadosa de los pastos existentes
  • una inversión de capital en tecnología (forraje, irrigación.,..)
  • esfuerzos para definir las relaciones de propiedad
  • estratificación en aumento
  • la creciente importancia del comercio par la economía familiar pone el énfasis en las familias de elite, que actúan como agente mediador entre las familias más pobres y el mundo competitivo e incierto del mercado.

Conclusiones

El liderazgo ya no es una opción: se necesita un liderazgo fuerte para integrar una comunidad del tamaño de un poblado en una economía regional, especialmente en las colectividades intergrupales de los enga y de los pescadores de la costa noroeste.

La intensificación de la producción es un agente poderoso de cambio. En el primer caso, ha hecho posible pescar los abastecimientos de salmónidos, almacenarlos, y distribuir los excedentes locales en áreas que están sufriendo temporalmente escasez. Este logro, que depende de las inversiones d capital tales como trampas, presas, estantes para secar, almacenes y cajas estancas, reduce el monto de alimentos silvestres que escapan a la captura y permite que la densidad total de población aumente hasta niveles notables para los cazadores-recolectores.

Para los mae enga la intensificación ha supuesto un giro hacia la domesticación total del medio, y la producción ha acabado centrándose en una sola cosecha altamente eficiente, los boniatos. El aumento más notable de los costes de producción se ve en la cría de cerdos, donde la mitad de los boniatos se dedican a compensar la inexistencia de animales de caza.

Los kirguises han respondido fertilizando, irrigando y recolectando y almacenando forraje para sobrevivir a lo largo del año, cuando antes sólo necesitaban unos pocos meses buenos de pasto en verano.

Las diferentes formas de intensificación crean unas necesidades organizativas algo diferentes, y por tanto variantes en el sistema de gran hombre.

Entre los pescadores de la costa noroeste y los enga, como entre los tsembaga y los yanomami, la guerra representa el límite externo de la economía política. La guerra no es tanto el resultado de una política deliberada como el fracaso desapropia política, consecuencia en última instancia de la escasa habilidad del líder para restringir los impulsos competitivos y codiciosos de individuos fuertes y centrados en la familia.

La estratificación es palpable aunque de forma incipiente, en las sociedades de gran hombre. En todos los casos el gran hombre controla los recursos. En otros aspectos, el control económico del gran hombre varía en los 3 casos: el control de la tecnología en una economía cazadora-recolectora, el control del intercambio a larga distancia en la economía ganadera, y el control de las ceremonias de intercambio entre grupos en la sociedad agrícola. Pero en cada caso el liderazgo implica una gestión y una manipulación económicas para el provecho tanto de los individuos como del grupo.

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Del libro de A. Johnson y T. Earle: Del capítulo 11: Los Basseri de Irán.

Los basseri están organizados como un cacicazgo regional, con cierto número de segmentos locales bajo un único jefe supremo. El cacicazgo basseri se basa en la gestión y el control del comercio de subsistencia entre los campesinos sedentarios y la población ganadera, que utiliza tierras marginales en los límites exteriores del control ejercido por un estado agrario. De hecho, los esfuerzos de un estado feudal débil para extender su control sobre los pastores independientes ayudó a crear el cacicazgo basseri, tanto como un medio para defender su nomadismo frente a los intereses foráneos como para ganar recursos y ventajas políticas procedentes del estado.

EL MEDIO NATURAL y LA ECONOMÍA

Los basseri agrupan a unas dieciséis mil personas que viven en tres mil tiendas a lo largo de las áridas estepas y montañas de la provincia de Fars, al sur de Irán. Se trata de un grupo político bien definido bajo la autoridad de un jefe supremo (Imán). Los basseri se mueven dentro de un corredor delimitado de entre treinta y ochenta kilómetros de ancho, que se extiende más de quinientos kilómetros desde las altas montañas cerca de Shiraz, en el norte, hasta los desiertos bajos cerca de Lar, en el sur. La densidad de población basseri es de algo menos de una persona por kilómetro cuadrado. Ni las altitudes mayores, de hasta 3.900 metros en las montañas cercanas a Kuh-i-Bul, ni las menores, de entre 600 y 900 metros en el desierto próximo a Lar, son apropiadas para la agricultura. Las poblaciones campesinas sedentarias, que triplican en número a los pastores en toda la provincia de Fars, se agrupan en altitudes medias, alrededor de los 1.500 metros. Los pequeños grupos de basseri siguen rutas migratorias cuidadosamente planificadas y que deben compartir con vecinos ganaderos como los Oashqa'i. Las rutas bordean y atraviesan las regiones agrícolas a fin de utilizar las zonas medioambientales más extremas.

El clima determina a grandes rasgos la migración basseri. A pesar de que las precipitaciones anuales en toda la región tienen una media de tan sólo veinticinco milímetros y la agricultura solamente es posible con regadío, la precipitación es más fuerte en las elevaciones de mayor altitud, donde el agua se almacena durante el invierno y la primavera en forma de nieve. En invierno, y también en primavera mientras queden buenos pastos, los campamentos basseri se encuentran en los desiertos de baja altitud del sur. A medida que el verano se acerca y la vegetación se seca, los campamentos se trasladan al norte, siguiendo los pastos, que retroceden hacia montañas cada vez más altas, donde las nieves que se funden conservan algo de pasto al final de la estación. En otoño, incluso los pastos de las montañas se han secado o han sido ramoneados y los pastores deben trasladarse hacia la zona agrícola, donde pueden pastorear a sus animales en los campos recién segados antes de volver al sur.

La economía se centra en la producción de carne y leche de rebaños mixtos de ovejas y cabras. No se cría vacuno; se mantiene un número pequeño de burros, caballos y camellos para el transporte. Las ovejas y las cabras se reproducen bien en este medio, aunque en un mal año las heladas tempranas y las enfermedades pueden matar hasta a la mitad.

La leche no se consume fresca, sino que inmediatamente se procesa convirtiéndola en leche agria o cuajada, que luego comen en esta forma o la vuelven a procesar para hacer queso. En primavera, cuando la producción de leche está en su máximo nivel, se puede prensar la cuajada, secarla al sol y almacenarla para su uso durante el invierno siguiente. Los basseri comen carne con frecuencia, pero siempre fresca; no la conservan ni secándola ni curándola con sal. Los pellejos y la lana de los animales se utilizan para fabricar las tiendas, la ropa, los contenedores para almacenar, las cuerdas y otros productos. Las mujeres dedican una parte significativa de su tiempo a hilar y tejer.

A pesar de la importancia de la carne y la leche, la dieta de los basseri está dominada por los productos agrícolas, que obtienen a través del comercio con los campesinos. El trigo es básico: con cada comida se consume un pan ácimo, hecho de harina de trigo, que es el alimento más importante. El azúcar, el té, los dátiles, las frutas y los vegetales, los utensilios y un buen número de objetos se obtienen también a través del comercio, a cambio de mantequilla, lana y pieles de cordero.

Algunos basseri poseen parcelas de tierra agrícola, en las que siembran trigo y otros cereales. De hecho, pocos basseri cultivan estas tierras, ya que la mayor parte de ellos desdeñan el trabajo agrícola y contratan aparceros procedentes de los poblados agricolas cercanos. Los basseri ven estas parcelas como inversiones para su seguridad y bienestar económico: una manera de depositar los beneficios generados por una ganadería exitosa y un medio de movilidad ascendente para la elite.

LA ORGANIZACIÓN SOCIAL

Incluso más que entre los pastores de subsistencia, como los turkana, la unidad económica básica entre los basseri es la familia, que alterna entre el patrón de asentamiento en tienda (familia nuclear) y en campamento. La tienda normalmente acoge a una familia nuclear y a algún miembro añadido ocasional; es una unidad de producción autosuficiente, en particular en aquel momento de su ciclo de desarrollo en que hay hijos adolescentes, que pueden hacer de pastores. Toda la propiedad productiva requerida, que incluye la tienda, las alfombras, los utensilios, las ovejas y las cabras, los animales de tiro y los contenedores, es propiedad de la familia individual y poco de ello se comparte con las otras familias.

Los habitantes de una tienda necesitan unas cien cabras y ovejas para llevar una subsistencia satisfactoria. Éstas no se comparten, mediante acuerdos recíprocos, con parientes o amigos que se hallen en otras zonas ecológicas, sino que están concentradas en un único rebaño directamente supervisado por el cabeza de familia y sus hijos. Los hombres con rebaños mayores no son habituales y arriendan parte de su rebaño a los pastores pobres, que después pagan una parte en carne, productos lácteos y cabritos y ovejas recién nacidos a sus patronos pudientes. Al igual que los campesinos, los basseri utilizan el mercado como fuente de seguridad en vez de confiar en redes sociales extensas. En un buen año, pueden vender los animales excedentarios y comprar tierra, que almacena riqueza de manera segura y genera unos ingresos que pueden utilizarse para reponer los rebaños después de un mal año. Puesto que dependen del mercado para obtener los productos agrícolas, que constituyen el pilar principal de su dieta, lo que más necesitan durante las malas épocas es el dinero y otras propiedades seguras.

Poco después de que una pareja se casa, el padre del novio entrega a su hijo la parte de su rebaño que le corresponde de la herencia anticipada. Los recién casados se trasladan a su propia tienda y se afanan por llegar a ser económicamente autónomos. Puesto que no resulta eficiente utilizar un hombre adulto en plenas facultades físicas exclusivamente para guardar un pequeño rebaño, es bastante común que las familias se agrupen en un conjunto del tamaño de una aldea de dos a cinco tiendas, cuyos ocupantes viajan juntos y comparten los deberes del pastoreo. Al formar tales grupos, los lazos de amistad establecidos a lo largo de años de ayuda mutua son tan importantes como el parentesco. La amistad también proporciona la base para las asociaciones comerciales con los agricultores. Sin embargo, la autonomía de la familia se sitúa en primer lugar y los grupos de tiendas se dispersan y reagrupan si las condiciones lo justifican.

Durante el invierno, cuando los grupos de tiendas se encuentran diseminados por todas partes en los pastos escasos a bajas alturas del sur, las grandes agrupaciones de tiendas son extrañas, pero, en otras épocas, cuando los pastos son más ricos y más localizados, forman campamentos de diez a cuarenta tiendas. Dichos campamentos viajan juntos y, a pesar de que tienen tendencia a la fisión, se mantienen juntos por los lazos de corte transversal de ascendencia y matrimonio, reforzados por la endogamia.

Cada campamento tiene un líder reconocido, pero la estructura formal del campamento es débil y su líder tiene poco poder económico o político. Su papel principal es el de ayudar a suavizar las relaciones entre familias, para resolver los desacuerdos sobre dónde asentarse y para controlar la presión constante para romper el campamento por parte de unos cabezas de familia de talante independiente. A pesar de esta presión, los campamentos son unidades bastante estables y duraderas. Los lazos de parentesco y amistad no solamente ayudan a las familias a protegerse de los reveses económicos, sino que muchas familias se muestran renuentes a separarse del grupo por miedo a los extraños, en los que no confían y a quienes toman por ladrones. La violencia real entre grupos dentro de un mismo campamento es poco frecuente y no se conoce la guerra. En efecto, a pesar de la desconfianza mutua entre campamentos y la norma de la endogamia, un tercio de los matrimonios se establece entre miembros de distintos campamentos y la movilidad entre campamentos es bastante común.

De esta forma, tenemos un retrato de los basseri como familias autónomas o agrupaciones de familias, que viven en tiendas, que se centran en la búsqueda de buenos pastos y que no tienen ningún tipo de traba, por parte de constreñimientos estructurales, para acceder a los recursos. La amistad es importante en la cooperación económica cotidiana y el liderazgo se basa más en la distinción personal y en los servicios como negociador y compromisario que en el control de la riqueza. Esta descripción puede aplicarse con facilidad a los ganaderos que hemos examinado en los capítulos precedentes.

Sin embargo, en este caso, la economía política se centra en el ulad, un grupo mayor que los que hemos visto entre nuestros otros pastores. Los ulad son unidades territoriales de entre cuarenta y cien tiendas (o sea, aproximadamente el tamaño de los grupos locales examinados con anterioridad). En ellos la pertenencia está rigurosamente determinada por la ascendencia patrilineal, concebida como una línea directa desde un antepasado lejano, sin que implique un sistema segmentario de linajes y sublinajes. Dentro de un ulad las relaciones son informales y la vida económica se centra en las tiendas y en los campamentos. El ulad se entiende mucho mejor si examinamos el papel económico del jefe supremo basseri. Es simultáneamente un jefe basseri y un miembro de la elite de una sociedad agraria mayor. Como miembro de esta elite es mucho más rico que otros basseri, posee miles de animales, tierras agrícolas e incluso pueblos enteros. El jefe y los miembros de su familia poseen casas en la ciudad de Shiraz y se desenvuelven cómodamente en los círculos de la elite urbana. Una de las funciones del jefe es la de distribuir los derechos de pasto entre sus súbditos; el ulad es la unidad corporativa que recibe estos derechos en forma de una il-rah o «cañada tribal», La il-rah especifica una ruta definida para el ulad a través de zonas ecológicas distintas de la región basseri y la situación precisa de los pastos de los que dispone el ulad en cada estadio del ciclo anual. Por lo tanto, es posible que más de un ulad pastoree sus rebaños en el mismo lugar sin causar ningún conflicto, siempre y cuando cada uno lo haga en épocas distintas, según su il-rah. El jefe normalmente asigna los pastos a las ulad según sus il-rah tradicionales. Sin embargo, cuando un cambio demográfico provoca que un ulad tenga un exceso de pastos en relación con las necesidades de otro, el jefe llama a los cabezas de los dos ulad y trazan juntos nuevos il-rah, que los miembros de cada ulad deben cumplir. Puesto que en el sur de Irán todos los pastos tienen algún propietario, los individuos no tienen acceso a otros recursos que las tierras garantizadas a través de su ulad por el jefe. En la economía política de los basseri, el territorio de un ulad es en cierta medida análogo a las tierras del poblado de la comunidad campesina. Como en el poblado campesino, las familias de un ulad son en gran medida independientes, economías domésticas autosuficientes con un menor reparto del riesgo y menor estructuración parentelar entre sí que las que hallamos entre los linajes y los clanes de las sociedades de nivel de poblado y de gran hombre examinadas en los capítulos 6 al 8.

Esto es así en gran medida porque el estado superior se ha encargado de dos funciones que de otra manera habrían sido realizadas por los grupos de parentesco: la defensa del territorio, ahora confiada a un sistema legal que protege los derechos de propiedad, y la dispersión del riesgo, relegada a un mercado cuya existencia está protegida por el estado.

Por estas razones, el ulad no es el centro de la negociación ni de la construcción de redes ni de la resolución de conflictos que sí constituye el grupo local en sociedades menos complejas. Ni siquiera tiene un líder, sino sólo un portavoz que comunica los mensajes del jefe en ausencia de éste. Cuando el jefe está presente, los cabezas de familia individuales le dirigen directamente sus preocupaciones, en vez de hacerlo a un oficial que actúe como intermediario.

El jefe basseri tiene dos funciones principales en la economía política. En primer lugar, gestiona el uso de las tierras de pastoreo a fin de prever «la tragedia de la gente común», la degradación que acaece cuando familias de pastores compiten de manera oportunista por pastos escasos. Puede imponer restricciones al uso de los pastos que los pastores individuales no se impondrían a sí mismos, puesto que sin los controles del grupo otro pastor simplemente tomaría el pasto para su propio rebaño. Se le autoriza para imponer su voluntad mediante multas y golpes. Alterna su lugar de residencia entre la ciudad, en la que cimienta sus relaciones sociales con otros miembros de la elite, y el campo, al que viaja con su séquito de campamento en campamento, celebrando «juicios» y comunicando decisiones, recaudando el tributo y distribuyendo la riqueza a seguidores que se lo merecen o lo necesitan especialmente.

La segunda función del jefe es la de representar a los basseri frente a otros segmentos de la sociedad iraní. Como señala Barth, los basseri son una unidad característica de esta sociedad, separada de sus segmentos campesinos y urbanos por su estilo de vida nómada y por sus profundas divisiones étnicas. Cuando un basseri llega al conflicto con un campesino, por ejemplo, su movilidad supone una amenaza para el agricultor, al igual que el pronto acceso de éste al sistema judicial es una amenaza para el basseri; la negociación directa entre gente tan diferente es difícil. El jefe, sin embargo, puede ocuparse del asunto junto con los señores del campesino, que pertenecen a la misma clase que el jefe; de esta manera se resuelven muchos de estos conflictos.

En resumen, la economía de subsistencia basseri se centra en la migración cíclica de las familias y sus tiendas y de los campamentos en busca de pastos para rebaños familiares pequeños, poseídos de manera independiente. Los campamentos separados, incluso cuando son miembros del mismo ulad, están en competencia; desconfían y se evitan los unos a los otros. No obstante, esta economía individualista se ve limitada por la escasez de tIerras de pastoreo y por la necesidad de coexistir con los campesinos bajo el gobierno estatal; de esta manera, se necesita una regulación minuciosa sobre el acceso a la tierra para evitar tanto las riñas entre personas como la sobreexplotación del pasto. Una parte importante del total de la producción se vende en el mercado, de donde se obtienen los alimentos básicos y los materiales esenciales.

Se necesita a un jefe supremo para mantener el orden en el campo, para proteger al grupo de los efectos destructivos de la explotación sin restricciones del medio por parte de los individuos y para actuar como un mediador entre sus súbditos y los extraños. A cambio, el jefe se aprovecha de su posición central para mantener una supremacía exclusiva sobre los basseri y utiliza sus conocimientos del sistema de mercado para hacer acopio de una excepcional riqueza para sí mismo y para su familia.

En la segunda mitad del siglo XX, el modo de vida de los ganaderos como los basseri se ha visto crecientemente amenazado. Los cambios principales han sido:

  • La densidad de población creciente ha aumentado la presión sobre todos los recursos relacionados con la tierra en Irán.
  • La tierra, dominada desde hace mucho tiempo por el uso humano, ha sufrido una creciente intensificación al expandirse la agricultura hasta todos los rincones disponibles y al haber aumentado el peso que suponen los animales para los pastos. Éstos tienden a ser hoy en día relegados a regiones áridas, secas y rocosas. Las condiciones para el pastoreo han sido en general mucho mejores antes de los años cincuenta. Desde entonces, la sobreexplotación de los pastos y la destrucción de los árboles y los arbustos para combustible (que causó la pérdida de la vegetación de la tierra cercana) ha conllevado una seria degradación ambiental.
  • Al tiempo que los pastos se vuelven más escasos y disputados, las familias sin líderes locales fuertes son más vulnerables a sufrir la pérdida de sus derechos tradicionales sobre los pastos. Esto fortalece la autoridad de los líderes locales, aumentando la importancia de su papel como mediador entre pastos pobres e incultos y el paisaje, crecientemente complejo, de los capitalistas urbanos, la policía regional y las agencias gubernamentales.
  • La integración económica y la estratificación política se fortalecen a medida que el gobierno y los negocios privados aumentan su control sobre la tierra. Los capitalistas urbanos, con grandes rebaños, pagan ahora dinero por sus derechos de pastoreo en tierras usadas con anterioridad por los ganaderos cuando migraban. Entonces, o bien tratan de impedir que los pastores usen estos pastos, o bien piden un pago para compensarlos de la pérdida de un pasto, que ahora reivindican como suyo propio.
  • De forma similar a lo que ha pasado en las economías en desarrollo de la Francia y el Japón feudales, a medida que el paisaje se llena, las relaciones de propiedad se hacen más competitivas y más estrechamente definidas: registradas en documentos oficiales e impuestas por la policía y por otros agentes del gobierno. Esta forma de circunscripción reduce la variedad de elecciones disponibles para una familia y aumenta las posibilidades de la elite para el control.
  • Una economía capitalista en desarrollo, o lo que es lo mismo, el crecimiento de una nación-estado centralizada e integrada por un sistema de mercado, ha aumentado el acceso gubernamental a zonas antes distantes mediante la construcción de carreteras y la proliferación de vehículos militares y aviones. Los intereses nacionales y extranjeros han usado este acceso para influir en el uso de la tierra y en las alianzas políticas entre los pastores, al introducir nuevos intereses económicos (agricultura capitalista, haciendas y explotación de petróleo y de otros recursos). Aunque grupos como los basseri adoptan jerarquías políticas más formales y complejas como respuesta a estos desarrollos, la base de subsistencia está cada vez más asediada y podría llegar a desaparecer. En una economía de mercado que se intensifica, las haciendas comerciales tienen muchas posibilidades de reemplazar a los pastores nómadas, de igual manera que hace miles de años los pastores neolíticos reemplazaron a los cazadores-recolectores móviles, que los habían precedido (compárese con los nganasan).

Conclusiones

Examinaremos ahora los cacicazgos y su evolución en los términos de nuestros tres procesos evolutivos clave: la intensificación, la integración y la estratificación.

La intensificación de la economía de subsistencia, a pesar de ser importante como proceso subyacente, apenas difiere entre el cacicazgo y las sociedades de gran hombre. La densidad de población suele ser alta (en tomo a diez personas por kilómetro2), pero dentro del alcance posible para las sociedades de gran hombre y en algunos casos bastante por debajo. Como en sociedades más simples, las formas de la intensificación varían según el medio, abarcando desde el ciclo de barbecho corto y tala y quema de los habitantes de las Trobriand hasta la agricultura de irrigación de las tierras bajas de los hawaianos. Sólo el uso de los pastos de los basseri, minuciosamente regulado, no se observa en sociedades más simples.

Es importante señalar que la tendencia a largo plazo hacia una dieta menos variada, simplificada y, por lo tanto, potencialmente inferior, que observamos en los capítulos del 6 al 9, no es evidente en los cacicazgos que hemos estudiado. Los hawaianos disfrutan de una dieta notablemente variada gracias al acceso, que la paz regional les permite, a distintos medios naturales, ricos en cuanto a recursos.

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10.4. TEXTOS COMPLEMENTARIOS

Como hemos indicado repetidamente y como señalaba Wolf (La cultura, ¿Panacea o problema?) la cultura lejos de ser un concepto estático posee una dinámica que se escapa al estancamiento de las tipologías. Pueblos más o menos asentados y agrícolas pueden cambiar no sólo su subsistencia y convertirse en nómadas (en el caso Cheyene por una combinación de pastoreo de caballos, caza, comercio y guerra), sino mostrarse tras la transformación como una nueva creación cultural.

TEXTO 1: J. H. MOORE (2004) Los Cheyenes. Barcelona, Ariel.

Todas las sociedades humanas cambian con el paso del tiempo. Pueden cambiar por razones positivas debido a la disponibilidad de nuevas herramientas o técnicas, o a la oportunidad de ocupar un nuevo territorio. También pueden cambiar por razones negativas, como el agotamiento de los recursos, la competición con otras sociedades, o pueden cambiar debido a grandes incrementos o decrecimientos de la población. Aunque los cambios culturales pueden suceder gradualmente con el cambio del tiempo, algunas veces son repentinos y drásticos. Se utiliza la palabra etnogénesispara describir cómo ocasionalmente los seres humanos crean culturas y sociedades nuevas y originales al combinar partes de las culturas preexistentes de una forma diferente e innovadora. Normalmente, la etnogénesis implica la invención de una nueva estructura social y económica en la que se apoyan los demás aspectos de la nueva cultura. En el caso de los cheyenes en el siglo XVIII, la nueva estructura fue un tipo de nomadismo pastoral, y se basó en gran medida en la caza del bisonte a caballo. Construido según el patrón de las culturas que ya vivían en las llanuras, como los kiowas y los crows, esta nueva cultura cheyén se basaba en la entrega a un estilo de vida migratorio, en el que cada persona tenía que estar preparada para recoger todas sus posesiones y trasladarse rápidamente a otro lugar. Había dos ventajas principales para adoptar este tipo de vida: económicas y militares. (...) En algún momento del siglo XVIII las bandas cheyenes, probablemente no todas al mismo tiempo, decidieron dejar atrás la agricultura. (...) Una ventaja económica colateral para convertirse en nómadas fue la oportunidad del comercio de larga distancia. Como de algún modo los cheyenes habían comerciado en sus anteriores poblados en Minesota y en las dos Dakotas, la transición al nomadismo les permitió servir cono intermediarios comerciales entre los horticultores ribereños, como los mandan y los arikaras, que poseían rifles de Canadá, y las tribus de las llanuras, como los apaches y comanches, que eran ricos en caballos. Naturalmente, para asumir este papel de intermediarios se harían enemigos y necesitarían alianzas militares.

La importancia del ganado entre los pastores no se limita a su consideración económica de capital productivo, sino que su papel central se extiende a todas las instituciones de estos pueblos. Si es casi un tópico hablar de los campesinos como seres ligados a la tierra, no es menor el apego que los pastores tienen por sus animales. Uno de los antropólogos que mejor ha sabido transmitir el lugar del ganado como «fenómeno social total» entre los Nuer ha sido Evans Pritchard.

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TEXTO 2: E. E. EVANS PRITCHARD (1980): La religión Nuer: Madrid, Taurus.

Los Nuer son un pueblo terriblemente dependiente de la leche de su ganado, pudiéndose afirmar que les resultaría bastante difícil sobrevivir sin él, al igual que éste, por su parte, acabaría probablemente extinguiéndose si no fuera por el constante cuidado de sus ganaderos. Los animales abastecen a los Nuer igualmente en carne, utensilios, motivos de decoración, pieles de dormir y otros tantos objetos de uso doméstico; por otro lado, sus excrementos resultan de gran valor a la hora de fumigar a los mosquitos, tan nocivos para las bestias como para los humanos. Las mujeres mantienen una relación especial con las vacas, cosa natural ya que son ellas las encargadas de realizar todas las demás actividades lecheras. El interés de los hombres por las vacas reside, además de su obvia importancia en la reproducción y cría del ganado, en el papel fundamental que desempeñan a la hora de conseguir una esposa; los bueyes, por su parte, sirven para lo mismo, además de prestarse a ser el medio corriente de exhibirse y sobre todo por suministrar la materia prima del sacrificio. De manera general se puede afirmar que el ganado constituye para todos los Nuer -hombres, mujeres y niños- el mejor de los tesoros, una fuente constante de orgullo y alegría, así como el motivo de un gran derroche de previsión, ansiedad y discusión; amén de ser sus inseparables compañeros desde la cuna a la sepultura. Se comprende, pues, que los Nuer presten a sus animales una atención extremada; no es de extrañar entonces que posean un vocabulario riquísimo para referirse a los mismos y a las tareas con ellos relacionadas.

Aunque se resalta la función religiosa de su ganado conviene no olvidar lo íntimamente ligada que está con los demás usos profanos; de lo contrario no llegaríamos a apreciar lo suficiente de qué se desprenden los Nuer a la hora de ofrecer un sacrificio (la cosa más preciosa que poseen). El ganado pesa en sus vidas de manera tan decisiva, en ámbitos no directamente relacionados con su sustento o con otros usos prácticos, que los observadores europeos no han podido por menos de percibir en la relación entre los hombres y el ganado una realidad diferente, que se sale de los estrechos límites de su valor comercial y cotidiano.

Históricamente las sociedades de pastores han sido características de zonas del Viejo Mundo como Asia Central, Arabia, y el Norte y Este de Africa. La gran variedad de situaciones vividas por los pastores de Asia Central, dan cuenta de sus complejas relaciones con pueblos sedentarios, con las grandes rutas comerciales de caravanas, con las guerras, el pillaje y las conquistas de estados o con las conversiones religiosas.

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TEXTO 3: E. WOLF (1994) Europa y la gente sin historia. FCE

Con esto no queremos significar que los pastores hayan estado siempre dispuestos a atacar las poblaciones sedentarias; había muchos tipos de pastores que vivían en pacífica simbiosis con poblados sedentarios. Había también muchas poblaciones de pastores que cultivaban algo en el curso de su ciclo migratorio anual o que delegaban tareas de cultivo permanente en subgrupos de su federación. Había muchos grupos de factores que afectaban los grados de intercambio entre productos pastorales y agrícolas; ciertos cambios obligaban a los pastores a abandonar la ganadería en favor del cultivo; en tanto que otros llevaban a los cultivadores a abandonar sus campos y a entregarse plenamente a la cría del ganado. La pregunta que debe uno formularse y que no tiene respuesta fácil se refiere a las condiciones precisas bajo las cuáles los nómadas pastores escogían la opción de la guerra abierta en vez de valerse de estrategias de acomodamiento o simbiosis.

Un observador del año 1400 habría visto a nuestros pastores nómadas como «azotes de Dios». Durante una buena parte de un periodo de 400 años lanzaron un ataque tras otro contra los centros de cultivo; no están del todo claras las razones de esto. Pudiera ser que esto se hubiera producido en aquellas zonas limítrofes en que cultivadores y nómadas compiten por tierras que pueden ser de cultivo y de pastoreo. Estas regiones eran también fajas de convulsiones políticas, en las cuales los que gobernaban a los cultivadores tenían interés en que los nómadas pelearan entre sí; sin embargo, al mismo tiempo los nómadas conocían las debilidades y puntos fuertes de las zonas sedentarias. Fue tan grande la repercusión de los pastores nómadas, ya fuesen turcomanos, mongoles, árabes o bereberes a lo largo de los cuatro siglos del periodo estudiado, que este lapso sobresale entre las fases que lo precedieron o sucedieron.

La aptitud de los nómadas para reunir grandes fuerzas móviles de combate bajo un mando efectivo les sirvió de mucho en tiempos de guerra, pero les creó problemas en tiempos de paz. Les resultó difícil administrar ininterrumpidamente las poblaciones conquistadas sin perder eficacia combativa: «el imperio fue creado a caballo, pero no puede ser gobernado a caballo». Por consiguiente, para consolidar sus ganancias los conquistadores pastores solían adoptar los modelos administrativos de los pueblos a los que habían vencido. En la práctica esto significó que los nómadas de la estepa occidental siguieran prototipos islámicos, mientras que los de la estepa oriental y del desierto se apegaran a modelos han chinos. Concentrarse en las habilidades necesarias para una buena administración tendió a debilitar las habilidades que apoyaban los logros militares. Al mismo tiempo, mejorar la base impositiva sobre la cual descansaba el esplendor de la corte, invitaba a los rivales -todavía nómadas- a desafiar a los conquistadores. El resultado fue un constante quítate-tú-para-ponerme-yo de las élites gobernantes, acompañado con frecuencia por incursiones violentas y por la destrucción de los botines ganados en la guerra, entre los que se contaba la población productora de excedentes y de la base tecnológica de la cual dependía toda la producción.

TEMA 11. SOCIEDADES CAMPESINAS

Sistemas agrarios: horticultores, campesinos y granjeros agroindustriales. Variabilidad de los ecotipos campesinos. Los excedentes campesinos: los tres fondos de Eric Wolf. El modelo de la homogeneidad social de la comunidad campesina y su quiebra. Las clases sociales, las relaciones patrón-cliente y las comunidades corporativas. Modelos ideológicos campesinos: el bien limitado. Relaciones vecinales e intercambios ceremoniales. Los campesinos, las ciudades y los estados. Organización de las unidades domésticas. Tipos de familia campesina. Relaciones entre familia, tierra y herencias. La herencia indivisa y la herencia divisible. Los que no heredan: soltería, alianzas matrimoniales, otros empleos y emigración. Ideologías de la división del trabajo y modelos de género. La “casa” campesina como constructo ideológico. Chayanov, Sahlins y el modo de producción doméstico. Indefinición del trabajo campesino y redes locales de economía informal.

11.1. RESUMEN DE LOS PROBLEMAS CENTRALES

  • Características de las sociedades campesinas: Sistemas agrarios y campesinos: Horticultores, campesinos, agricultores industriales y proletarios del campo. Los tres fondos de Eric Wolf. Variabilidad de los campesinos.
  • Organización de las unidades domésticas campesinas. La familia como unidad de producción y consumo. Chayanov, Shalins y el modo de producción doméstico. Familia, tierras y herencias. La «casa» como constructo ideológico. Ideologías del trabajo y modelos de género.
  • El modelo de la homogeneidad social de la comunidad campesina y su quiebra. Clases sociales, relaciones patrón cliente y relaciones vecinales. Modelos ideológicos campesinos: el bien limitado y «ser cacique» y «ser hombre».
  • Los campesinos en la sociedad global: las ciudades y el estado. Las revoluciones campesinas. Incrustación de los campesinos en la sociedad global.

11.2. GUIA DE LECTURAS

Pese a la gran variedad de ecotipos y diferencias sociales e históricas, muchos antropólogos encontraron varios rasgos más o menos generales en estas sociedades rurales, donde podían hacer estudios en pequeñas comunidades siguiendo técnicas tradicionales, aunque sin plantearse seriamente la incrustación de estas sociedades en el mundo global. A partir de los años ochenta la mayor parte de estos estudios quedan teóricamente subsumidos dentro de las diversas perspectivas de la Economía Política.

El primer problema que se plantea es el de la propia definición de campesinado al encontrarse las sociedades agrarias -como tipos ideales- entre dos polos: la producción a pequeña escala inclinada hacia la autosuficiencia del grupo doméstico que es a la vez la unidad de producción y consumo, y la agricultura a gran escala orientada al mercado; mientras que, por otra parte, se consideran comunidades relativamente «autónomas», pero forman parte de estructuras políticas estatales en las que mantienen una posición de subordinación social, política y económica.

11.3. TEXTOS DE ESTUDIO

TEXTO 1: Eric WOLF: El campesinado y sus problemas

Aunque la antropología tiene sus inicios en la investigación de los llamados pueblos primitivos del mundo, en época reciente los antropólogos han comenzado a interesarse cada vez más por las poblaciones rurales que forman parte de sociedades más amplias y complejas. Entre éstos, los agricultores rurales sólo son un segmento. De este modo, los pueblos que ahora se hallan bajo el análisis antropológico están en continua interacción y comunicación con otros grupos sociales. Lo que acontece en ellos, no puede ser explicado con referencias a cada pueblo en sí, aislado; la explicación debe incluir tanto la consideración de las fuerzas exteriores que chocan con esos pueblos como la reacción de sus habitantes frente a tales fuerzas.

Campesinos y primitivos

La primera cuestión que debemos planteamos es qué distingue las poblaciones campesinas de las primitivas. Nos hemos referido a los campesinos como labradores y ganadores rurales; es decir recogen sus cosechas y crían sus ganados en el campo, no en invernaderos situados en medio de ciudades. Tampoco se trata de granjeros, esto es, de empresarios agrícolas para los que la granja es, ante todo, un negocio, que combina factores de producción adquiridos en el mercado para obtener provecho con la venta de los productos que dan un rendimiento. El campesino, en cambio, no opera como una empresa en el sentido económico; imprime desarrollo a una casa y no a un negocio. Pero existen también pueblos primitivos que viven en el campo recogen, cosechas y cuidan ganados. ¿Qué distingue al campesino del labrador primitivo?.

Un modo de enfocar esta cuestión es darse cuenta de que los campesinos forman parte de una sociedad más amplia y compleja, mientras que una banda o tribu primitiva no se halla en la misma situación... con mucha frecuencia, las tribus primitivas mantienen relaciones con sus vecinos de diverso tipo.

La distinción entre primitivos y campesinos no reside en el mayor o menor grado de implicación con el mundo exterior a ellos, sino en el carácter de esa relación. Marshall D. Sahlins ha caracterizado el mundo social y económico de los primitivos del modo siguiente:

En las economías primitivas, la mayor parte de la producción es destinada al uso de los productores y a disminuir las obligaciones de afinidad, mejor que al intercambio y la ganancia. De facto, el control de los medios de producción es descentralizado, local y familiar en la sociedad primitiva. Ello implica las siguientes proposiciones: 1) las relaciones económicas de coerción y explotación, y las correspondientes relaciones sociales de dependencia y señorío no se crean en ese sistema de producción; 2) a causa de la falta de incentivo que procura el intercambio de bienes en el mercado, se da la tendencia a limitar la producción a los artículos que pueden ser directamente utilizados por sus productores.

De este modo, en la sociedad primitiva, los productores controlan sus medios de producción, incluyendo su propio trabajo, e intercambian ese trabajo propio y sus productos por los artículos y servicios de otros, que culturalmente han definido como equivalentes. En el transcurso de la evolución natural, sin embargo, estos sistemas simples han sido reemplazados por otros en los cuales el control de la producción, incluyendo el trabajo humano, pasa de las manos de los productores primarios a las de grupos que no cargan con el proceso de producción propiamente dicho, sino que asumen funciones especiales de administración y ejecución, fundados en el uso de la fuerza. La constitución de una sociedad de este tipo ya no se basa en los intercambios directos y equivalentes, entre un grupo y otro, de productos y servicios, sino que éstos son facilitados a un centro para su ulterior redistribución. En la sociedad primitiva, los excedentes son intercambiados directamente entre grupos o miembros de grupos. En cambio, los campesinos son labradores y ganaderos rurales cuyos excedentes son transferidos a un grupo dominante de gobernantes que los emplea para asegurar su propio nivel de vida y que distribuye el remanente a los grupos sociales que no labran la tierra, pero que han de ser alimentados a cambio de otros géneros de artículos que ellos producen.

Civilización

El desarrollo de un orden social complejo, basado en la división entre dirigentes y productores de alimentos, comúnmente se relaciona con el desenvolvimiento de la civilización. La arqueología muestra la gran diversidad que ha existido en los procesos por medio de los cuales, en distintas partes del mundo, se ha realizado la evolución desde el estado primitivo al de campesino. En el Viejo Mundo, por ejemplo, el cultivo y la domesticación de animales parece haber comenzado en el Asia suroccidental ya hacia el 9000 a. de J. C., y es muy probable que hacia el 6000 a. de J. C. existieran poblados con granjas de carácter estable. En el noreste de México hay indicios de que la producción de alimentos comenzó hacia el 7000 a. de J. C., mientras que una verdadera agricultura sólo aparece establecida hacia el 1500 a. de J. C. Desde esos o similares centros el cultivo se difundió con rapidez en distintas direcciones, adaptándose a las solicitudes de los diversos climas y de las nuevas exigencias sociales.

Mínimo de calorías y excedentes

Se ha dicho algunas veces que la capacidad para crear una división funcional del trabajo entre cultivadores y dirigentes es una simple consecuencia de la capacidad de la sociedad de producir excedentes sobre el mínimo requerido para mantenerse con vida. Este mínimo puede ser definido en términos fisiológicos y corresponde a la ingestión diaria de calorías que requiere el equilibrio del gasto de energía que cotidianamente exige el trabajo realizado. Esta cifra calórica puede ser situada entre las 2000 y 3000 calorías por persona y por día, mínimo no alcanzado aún en muchas partes del mundo.

Los agricultores no sólo deben proporcionarse a sí mismos las raciones calóricas mínimas; también han de producir alimentos que superen ese mínimo de calorías para facilitar semilla suficiente para la siembra del año próximo, o para proporcionar adecuada alimentación a su ganado. Esta cifra no era un verdadero excedente, sino una cantidad necesaria para mantener los elementos básicos de producción. El labrador también tenía que destinar tiempo a la reparación de sus útiles, herrar sus animales de labor,... Además, había de trabajar en cosas diversas como reparar un techo con goteras, un recipiente roto, o sus propios vestidos. La cifra necesaria para reemplazar su equipo mínimo de producción y consumo constituye su fondo de reemplazo.

Es importante tomar en consideración este fondo de reemplazo no sólo en su aspecto técnico, sino también en el cultural. Los instrumentos y técnicas de una tecnología particular son el resultado de un prolongado proceso de acumulación cultural en el pasado. Hay tecnologías al margen de la alfarería, la construcción de almacenes o el trabajo de los animales. Desde que una tecnología incluye estos elementos, sin embargo, se convierte en parte de la existencia cotidiana y en culturalmente necesaria. Pero desde que los recipientes de alfarería formaron parte de las posibilidades culturales del hombre, fueron ya algo más que eso, es decir, una cosa que el hombre podía encargarse de producir. Por tanto, una sequía, o una plaga de la langosta o cualquier otro infortunio que pusiera en peligro el fondo de reemplazo amenazaba no sólo el mínimo para la existencia biológica del hombre, sino también su capacidad de producir lo necesario para sus exigencias culturales.

Resulta comprensible que un labrador cese en sus esfuerzos productivos a partir del momento en que su mínimo de calorías y su fondo de reemplazo estén asegurados. Así, los indios kuikuru del Amazonas son capaces de alcanzar su mínimo calórico y su fondo de reemplazo trabajando sólo tres horas y media cada día, y no trabajan sino ese tiempo. No hay razones técnicas ni sociales que puedan hacerles agregar horas de labor a su plan diario de trabajos. La producción más allá del mínimo nivel en calorías y fondo de reemplazo sólo obedece a requerimientos e incentivos sociales. La antropología económica se encuentra aquí frente a uno de sus problemas fundamentales. Algunos investigadores juzgan que la aparición de excedentes en potencia son universales y que lo que cuenta son los medios institucionales para movilizarlos.

Excedentes sociales

Fondo ceremonial

Existen dos clases de imperativos sociales. El primero de ellos se da en toda sociedad. Incluso cuando los hombres tienen amplia suficiencia de alimentos y artículos de uso, mantienen relaciones sociales con sus prójimos. A veces, contraen matrimonio con mujeres de otras tribus y ello implica la necesidad de contactos sociales con los que serán sus parientes políticos. Pueden también reunirse con hombres de otros grupos con fines defensivos, o requerirse ayuda mutua en una fase de la obtención de alimentos. Pero las relaciones sociales del tipo que sea nunca son enteramente utilitarias e instrumentales. Cada una de ellas aparece siempre rodeada de elementos simbólicos que sirven para aclarar, justificar y regular tales actos. Así, el matrimonio no sólo consiste en el paso de la esposa de una vivienda a otra. Implica el ganarse la buena voluntad de los parientes del esposo; ello supone una acción pública. Todas las relaciones sociales están, pues, rodeadas de un ceremonial, y el ceremonial puede ser pagado con trabajo, bienes, o dinero. Si los hombres han de mantener relaciones sociales, han de trabajar también para constituir un fondo destinado a los gastos que esas relaciones originen. Damos a esta reserva el nombre de fondo ceremonial.

El fondo ceremonial de una sociedad -y el de sus miembros puede ser grande o pequeño-. La magnitud, nuevamente, es materia relativa. Los gastos de los ceremoniales dependen de la tradición cultural y varían de una cultura a otra. Ahora bien, en todas partes la necesidad de establecer y mantener un fondo de ceremonial obliga a la producción de excedentes por encima del fondo de reemplazo.

Es importante recordar, con todo, que los esfuerzos del campesinado no son dirigidos enteramente por exigencias internas de su propio estilo de vida. El campesinado existe siempre en el seno de una sociedad más amplia. Por ello, el grado de esfuerzo que debe realizar para reemplazar sus medios de producción o para pagar el coste de sus ceremonias también se crea en función de las formas en que el trabajo está dividido en la sociedad a la que pertenecen y depende asimismo de las normas que regulan esa división de trabajo. Así, en algunas sociedades, la cantidad de esfuerzo que se requiere para cubrir esas necesidades puede ser pequeña. Esto es cierto, por ejemplo, en las sociedades en que el hombre produce sus propios alimentos y fabrica su equipo básico por sí mismo. La cantidad de excedente que necesita para conseguir artículos del exterior es reducida. Pero es posible, y sucede cuanto más complejas son las sociedades, que las proporciones de intercambio entre unidades de alimentos producidos por el labrador y unidades de artículos diversos elaborados por otros no se apliquen en equivalencias determinadas por un trato de tú a tú entre productor y consumidor, sino de acuerdo con proporciones asimétricas de intercambio determinadas por condiciones externas. Donde las redes de intercambio son restringidas y localizadas, los participantes pueden ajustar los precios de sus productos al poder adquisitivo de sus clientes potenciales. Pero donde las redes de intercambio son muy indirectas y obedecen a presiones que no toman en cuenta el poder adquisitivo de la población, un labrador puede elevar mucho su producción para obtener los elementos que son precisos para el reemplazo. En condiciones así, una considerable parte del fondo de reemplazo del campesino puede convertirse en fondo de beneficio.

Fondos de renta

Existe una segunda serie de imperativos sociales que producen excedentes que superan el mínimo calórico y el nivel de reemplazo. La relación del labrador con los especialistas en otros oficios pueden ser simétricas, como cuando intercambian diferentes productos, pero según proporciones tradicionales establecidas desde largo tiempo atrás. No obstante, en sociedades más complejas existen relaciones sociales que no son simétricas, sino que se basan, de una u otra manera, en el ejercicio del poder, como cuando un campesino, después de haber extraído lo preciso para el fondo de reemplazo, para semilla y alimento del ganado, ha de entregar una parte al señor del lugar, que tenía poder jurisdiccional. Para conseguir el mínimo nivel calórico, el agricultor se veía obligado a buscar fuentes adicionales de calorías, hallándolas en su huerto o en su ganado. Este campesino se veía, pues, sometido a unas relaciones asimétricas con el poder, lo que constituía una carga permanente sobre su producción. Esta carga, pagada como resultado de una situación de inferioridad, constituye lo que llamamos renta, siendo indiferente que ésta se pague en trabajo, en productos o en dinero. Allá donde alguien ejerce un poder superior efectivo, o dominio, sobre un agricultor, éste se ve obligado a producir un fondo de renta. Esta producción de un fondo de renta es lo que, críticamente, distingue al campesino del agricultor primitivo. A su vez, esta producción es estimulada por la existencia de un orden social en el cual unos hombres, por medio del poder que detentan, pueden exigir pagos a los otros, de lo cual resulta una transferencia de riqueza de una parte de la población a otra. La pérdida del campesino es la ganancia del poderoso, pues el fondo de renta proporcionado por el campesino es parte del fondo de poder que los dirigentes pueden atraer hacia sí. En el fondo, el término campesino denota una relación estructural asimétrica entre los productores de excedentes y los que los controlan; para aclarar esta cuestión vamos a considerar las diferentes clases de condiciones según las cuales se mantienen estas relaciones estructurales.

El papel de la ciudad

El desarrollo de la civilización ha sido identificado comúnmente con el de las ciudades, por lo cual el campesino ha sido definido como un agricultor que ha de mantener relación con la ciudad. Es cierto que, en el transcurso de la evolución cultural, los gobernantes se establecieron en centros especiales que con frecuencia se han convertido en ciudades. La ciudad es un producto característico, pero no inevitable, de la complejidad creciente de la sociedad. Concibo la ciudad como un establecimiento en el cual se ejerce una combinación de funciones diversas, y que llega a ser conveniente en el transcurso del tiempo a causa de que se logra mayor eficacia por la concentración de tales funciones en un solo lugar.

Con todo, existen diversos tipos de ciudad. En la India, hasta fechas recientes, ciertas amplias aglomeraciones urbanas integraban el castillo y el aparato del poder militar de los gobernantes, sirviendo como centros administrativos. Otro tipo de ciudad es la constituida en torno a famosos altares o tumbas, existiendo primero como meros centros religiosos que atraían periódicamente las peregrinaciones de los fieles. Otras ciudades nacieron por la agrupación de literatos y de especialistas de carácter diverso, los cuales crearon las tradiciones culturales de la comarca. Sólo cuando una u otra de las funciones aludidas destaca sobre las demás y ejerce una poderosa atracción sobre éstas comienza el proceso de concentración en un determinado lugar. Pero existen comarcas en las que no hay centros dominantes, sean políticos, religiosos o culturales, y estas funciones permanecen dispersas en el país. En este caso, el desarrollo de las ciudades no es vigoroso. La presencia o ausencia de ciudades puede, desde luego, afectar al esquema de una sociedad, pero la adscripción del poder a un lugar determinado es sólo una fase del establecimiento de dicho poder y de su influencia, no la totalidad del proceso. Similarmente, la ciudad sólo es una -aunque corriente- forma de orquestación del poder y la influencia; pero no es una forma exclusiva ni decisiva siquiera.

Por tanto, es la cristalización del poder ejecutivo lo que sirve para distinguir al primitivo del civilizado, tanto si los controles del poder están situados en un tipo de lugar como en otro. Más que la ciudad, el Estado constituye el criterio decisivo de civilización y la aparición de este Estado es la que señala el umbral de la transición entre productores primitivos de alimentos y campesinos. Así, sólo cuando el productor es integrado en una sociedad con Estado -esto es, cuando el labrador se convierte en sujeto de demandas y sanciones por quienes detentan el poder sobre su estrato social- puede hablarse propiamente de campesinado.

Naturalmente, es difícil situar este umbral de la civilización en el tiempo y en el espacio. Sin embargo, pueden situarse esos comienzos hacia 3500 a. de J. C. en el Próximo Oriente y en torno al 1000 a. de J. C. en Mesoamérica.

El lugar del campesinado en la sociedad

Existen todavía vastas regiones del mundo en las cuales los campesinos que cultivan la tierra con sus útiles tradicionales no sólo constituyen la vasta mayoría de la población, sino que también facilitan los fondos de renta y beneficios que aseguran toda la estructura social. Con todo, hay otras sociedades en las que la revolución industrial ha creado vastos complejos de maquinaria que producen bienes independientemente de los campesinos. Si existen labradores en sociedades así, indudablemente ocupan una posición secundaria en la creación de la riqueza. Por otra parte, el amplio y creciente número de los obreros que trabajan en las máquinas también han de ser alimentados. Con frecuencia, la alimentación de estos trabajadores no depende ya de los campesinos, sino de las «factorías agrícolas», que aplican la tecnología de la revolución industrial a la producción intensificada de alimentos, contando con fuertes capitales y con granjas científicamente organizadas. Dichas granjas no son servidas por campesinos, sino por obreros agrícolas, que reciben sueldos por su trabajo como los operarios que trabajan en un alto horno o en una máquina de tejer. Ambos tipos de sociedad implican una amenaza para el campesino, bien sea como demanda de excedentes o por la competencia que hacen a la labor de los campesinos que producen según usos tradicionales y que pueden llegar a resultar inútiles.

El dilema del campesino

Para el campesino, su mínimo calórico y su fondo de reemplazo son primarios, juntamente con sus pagos para el fondo de ceremonial con que contribuye a mantener el orden social de su angosto mundo. Como antes indicamos, estas exigencias son relativas según las culturas. Con todo, ambas son funcionales y lógicamente anteriores a las demandas del extraño, sea señor o mercader.

Las necesidades del campesino -mínimo calórico, fondo de reemplazo, fondo ceremonial- pueden entrar, frecuentemente, en conflicto con las demandas impuestas por el extraño a su estrato social.

De todos modos, si bien es correcto definir el campesinado, en primer lugar, teniendo en cuenta sus relaciones de subordinación con un grupo de dirigentes extraños, también es correcto, como corolario de esta definición, indicar que el campesinado puede ser obligado a mantener un equilibrio entre sus propias exigencias y las demandas de los extraños y ser víctima de las tensiones producidas por este forcejeo para equilibrar la balanza. El extraño ve al campesino, ante todo, como una fuente de trabajo y de bienes con los que engrosará su fondo de poder. Pero el campesino es, a la vez, el agente económico y el jefe de una unidad doméstica. Su arriendo es a la vez una unidad económica y un hogar.

La unidad grupo de campesinos no es, por tanto, sólo una organización productora constituida por x manos que realizan el trabajo del campo; también forma una unidad de consumo, con tantas o más bocas que trabajadores. Además, no solamente ha de alimentar a los miembros de su grupo, sino que asimismo ha de facilitarles otros servicios: los niños han de ser educados y preparados socialmente con vistas a las demandas del mundo de los adultos. Las personas ancianas han de ser atendidas hasta su muerte, y su entierro ha de pagarse con parte de la riqueza de ese grupo social. El matrimonio proporciona satisfacción sexual y las relaciones dentro de la unidad crean afecto entre los miembros a ella pertenecientes. Usando su fondo de ceremonial, la unidad paga los «gastos de representación» que conciernen a sus componentes dentro de una comunidad más amplia. Por tanto, el trabajo resulta necesario por causas diversas, los gastos no son resueltos directamente por la existencia de un sistema económico gobernado por precios y beneficios.

En la medida en que un arriendo campesino sirve para aprovisionar a un grupo humano, toda decisión relativa a un mercado exterior tiene también un aspecto interior y doméstico.

Este hecho ha llevado al economista ruso A. Chayanov a hablar de un tipo especial de economía campesina. Para él, «La primera característica fundamental de la economía del campesino consiste en que es una economía familiar. Toda su organización está determinada por la composición de la familia del campesino, el número de miembros que integra, su coordinación, sus demandas de consumo, y el número de trabajadores con que cuenta. Esto explica por qué la concepción de beneficio en la economía del campesino difiere de la que tiene en la economía capitalista, y por qué la concepción capitalista del beneficio no puede ser aplicada a la economía del campesino. El beneficio capitalista es un beneficio neto calculado sustrayendo todos los gastos de producción del resultado total. El cálculo del beneficio en este sistema es inaplicable a la economía del campesino, a causa de que, en esta última, los elementos que entran en los gastos de producción están expresados en unidades que no tienen correlación con los de la economía capitalista. En la economía campesina, como en la capitalista, el ingreso total y los gastos materiales pueden ser expresados en rubIos; pero el trabajo dedicado no puede tener esa misma expresión, no es mensurable en rubIos ni en salarios, ya que se trata del trabajo y esfuerzo de la propia familia del campesino. Estos esfuerzos no pueden ser deducidos, ni agregados, en unidad monetaria; meramente pueden ser comparados con ella».

Dado que el principal objetivo de la economía campesina es la satisfacción del presupuesto anual de consumo de la familia, su mayor interés no radica en la remuneración de la unidad de trabajo (el trabajo diario), sino en la del trabajo de todo el año.

El perenne problema del campesinado consiste, pues, en equilibrar las demandas del mundo exterior con la necesidad de aprovisionamiento del campesino para su casa. Para resolver este problema esencial, los campesinos ponen en práctica dos estrategias distintas. La primera de ellas es aumentar la producción; la segunda, reducir el consumo.

Un campesino puede acelerar su rendimiento en su propio arrendamiento para aumentar la producción e incrementar la cantidad de productos a presentar en el mercado. Su destreza para conseguir este resultado dependerá de su facilidad para movilizar los factores de producción necesarios -tierra, trabajo, capital (sea en forma de ahorro, dinero o crédito) y, naturalmente, de la situación del mercado.

En primer lugar, esto es posible cuando los gravámenes tradicionales sobre los fondos de renta del campesinado han disminuido; algo parecido sucede cuando la estructura de poder a través de la cual dichos fondos son arrancados a los que los crean han perdido efectividad. En segundo lugar, puede encontrarse este fenómeno allí donde al campesino le ha sido posible escapar a las demandas que se le hacen para que asegure, con el fondo de ceremonial, los nexos tradicionales que unen a la sociedad con sus miembros. Si el campesino se niega a facilitar este excedente para gastos ceremoniales, puede destinar el fondo así liberado a consolidar su progreso económico. Los dos cambios con frecuencia van juntos. Cuando se debilita el poder de las estructuras superiores de una sociedad, las sanciones habituales tienden a dejar de producirse.

La otra estrategia que puede utilizar el campesino para resolver su dilema es restringir el consumo. Puede aminorar su ración calórica, reduciéndose a los alimentos principales; puede restringir sus adquisiciones en el mercado a los artículos más precisos. En vez de esto, puede incrementar hasta el máximo posible el trabajo de su propio grupo doméstico para producir alimentos y artículos destinados al consumo de la casa. Esfuerzos de tales tipos para equilibrar la economía casera, a la larga llevan a los campesinos a su tradicional estilo de vida: recelan de todo lo nuevo como de una tentación. Cualquier novedad puede perturbar su precario equilibrio. Al mismo tiempo, el campesino tiene que seguir manteniendo relaciones sociales, lo que requiere gastos para el ceremonial, como se ha dicho. En la medida en que éstos pueden elevarse, la comunidad campesina ha de vigilar con respecto a las demandas y presiones exteriores, y al mismo tiempo puede inclinar a sus miembros más afortunados a que dediquen algo de su trabajo y bienes a la ayuda de sus vecinos más pobres.

En muchas partes del mundo, por consiguiente, podemos encontrar el fenómeno de un campesinado en lucha por liberarse de los compromisos que un sistema más amplio le impone. A la vez, debemos recordar que, en muchas situaciones en especial en tiempo de guerra o de depresión-, los hogares campesinos son como santuarios ante los estragos que afligen a la gente en las ciudades y centros industriales. El campesino retiene -por su control de la tierra y su capacidad para extraer cosechas de ella- tanto su autonomía como su posibilidad de sobrevivir, cuando el resto de la sociedad se halla en grandes dificultades para asegurar esa supervivencia.

Aunque las dos estrategias del campesino apuntan en direcciones opuestas, hemos de observar que no son mutuamente excluyentes. Hemos visto que su relativo predominio resulta en gran medida de la sociedad en la cual el campesino vive y trabaja. En la medida que un orden social incrementa su fuerza o se debilita, los campesinos pueden tender a una o a otra de tales estrategias, poniendo a veces las dos en práctica, en diferentes contextos. Este estamento social es dinámico y oscila continuamente entre dos polos en busca de la solución de su dilema fundamental.

Por tanto, la existencia del campesinado no sólo implica una relación entre el campesino y el que no lo es, sino un tipo de adaptación, una combinación de actitudes y actividades cuyo fin es apoyar al labrador en su esfuerzo por mantenerse a sí mismo y a su clase dentro de un orden social que amenaza su conservación.

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TEXTO 2: Paz MORENO FELIU: La quiebra de los modelos homogéneos: algunos ejemplos etnográficos.

La mayor parte de los estudios realizados en la península poseen una característica doble: son estudios de comunidades y de campesinos. Esto ha sido en gran parte debido a que los estudios campesinos son el primer movimiento de la ampliación de objeto de la disciplina: la sustitución de los «primitivos aislados» de las monografías por «primitivos aislados» dentro de nosotros mismos. Estas sociedades campesinas tienen dos caras: por una parte son aisladas, autosuficientes y rurales, lo que podríamos denominar que están «dotadas de una orientación interior», y por otra, y simultáneamente, están sujetas a fuerzas políticas, históricas y económicas que les hacen claramente dependientes del exterior. Esta dicotomía ha estado presente en las bases mismas de las primeras formulaciones teóricas sobre los campesinos, que las definían como «parte sociedad, parte cultura». También son paralelas a esta concepción muchas de las oposiciones al uso entre lo «rural» y lo «urbano» como si rural significase un sistema social y urbano otro y entre ambos hubiese que establecer redes de relaciones, o como si ambos no formasen parte del sistema capitalista.

CASO DE ESTUDIO: CAMPO LAMEIRO (GALICIA)

Campo Lameiro se caracteriza por la existencia de minifundio agrícola. El minifundio está muy relacionado con el sistema de herencias al pasar de una generación a otra: los herederos pueden recibir partes reciben iguales, puede pasar todo íntegramente a manos de un sólo heredero, o pueden darse formas intermedias entre estos dos polos. En Campo Lameiro se intenta paliar el desmembramiento de las casas mediante la «millora» que consiste en dejar la casa, las tierras que la circundan y los aparejos de labranza a una de las hijas (generalmente la menor) y el resto de las tierras se reparte entre todos los hijos por igual. La hija «millorada» tiene que casar «para a casa», es decir, tiene que residir en ella con su marido e hijos, cuidar a los padres en la vejez y dar continuidad a la casa en la siguiente generación.

El escoger como heredero una mujer no es corriente en muchas sociedades campesinas. En Galicia se dan casos de preferencia femenina en algunas zonas costeras en las que, dado que los hombres se ausentan y sufren muchos riesgos, se considera que la hija es más segura para cuidar a los padres y lograr reproducir la casa

Esta estructura se reforzó a finales del siglo XIX con las oleadas masivas de emigración. A partir de mediados de este siglo surgió también una casi-emigración, cuando los hombres empezaron a buscar trabajos asalariados en las localidades vecinas, «ayudando» en las tareas agrícolas durante su tiempo libre.

Como los salarios de los hombres no son altos, la casa necesita continuar con la explotación agrícola, y así se ha reforzado la división del trabajo ya existente: las casas se prefieren transmitir a las mujeres, que son las encargadas de atender a los niños y ancianos, de trabajar los campos y cuidar los animales, orientando la producción agrícola hacia la autosuficiencia de la casa (el único producto que se comercializaba durante los años ochenta, era la leche).

También son las mujeres las que organizan intercambios recíprocos de trabajo (axudas) con las casas de parientes, vecinos o conocidos cuando se necesita durante un corto período de tiempo un aumento de mano de obra del que la unidad familiar no dispone.

Toda esta situación queda reflejada en la construcción simbólica del género. El principal modelo normativo de las mujeres refleja y se asimila al de la casa. Las mujeres representan la integridad de la casa, como proveedoras de productos agrícolas (y de su elaboración), a través de su trabajo y de nuevos miembros para la casa a través de su papel de madre. Su espacio se centra en la casa (definida ampliamente, es decir, comprendiendo las tierras y las relaciones domésticas, económicas, simbólicas y sociales de trabajo y locales). Garantizan la integridad y la pureza de la casa.

La vida social en Campo Lameiro gira en torno al campo y a la agricultura y puede considerarse ideológicamente una comunidad campesina en sentido clásico: la casa se presenta como unidad de identificación, de producción y de consumo (aunque la mayor parte se paga con los ingresos de los hombres y las pensiones de los ancianos); las relaciones sociales se establecen en gran parte en función de los intercambios de trabajo agrícolas. Al mismo tiempo, el trabajo de los hombres como asalariados es necesario para mantener los gastos de la casa. Pero esto no es ninguna novedad: históricamente, la mayor parte de las tierras se adquirieron con dinero procedente o bien de los trabajos de los canteros o bien de la emigración. Esta compleja y paradójica percepción de «campesinos» o «rurales» insertos en todas las redes de mercado, hace dudar del sentido de las dicotomías «abierto»/»cerrado» o «interior»/«exterior». Su ejemplo nos muestra que el trabajo de los hombres, el de las mujeres, el sistema de herencias, las prácticas agrícolas, la continuidad, las fiestas o la emigración están integrados en una matriz sociocultural holista en la que no caben tales dicotomías.

Formulación y quiebra del modelo comunitario

Aunque contradictorio definir una comunidad simultáneamente como «autosuficiente y aislada» y «dependiente del exterior», la mayor parte de los realizados en la Península hasta fechas recientes, se han centrado en lo que Frank Cancian ha denominado «perspectiva de la comunidad homogénea».

Las características generales del modelo presuponen el estudio de comunidades homogéneas, corporativas, resistentes a los cambios procedentes del exterior y socialmente intensivas, cuyos habitantes campesinos son pobres, dominados, aislados y autosuficientes. Las diferencias socioeconómicas entre los distintos hogares son pequeñas, las costumbres locales generan y mantienen una población con pautas y tradiciones similares y compartidas y la agricultura se mantiene como subsistencia y no como negocio. Lo «rural» y lo «urbano» se consideran sistemas sociales diferentes.

Ahora bien, la abundancia de estudios empíricos realizados durante varias décadas, el replanteamiento del sentido y técnicas del trabajo de campo, y la ampliación de los campos temáticos hicieron cuestionarse algunos de los presupuestos dominantes del modelo. Se produjo una reconsideración general a partir de la incorporación de orientaciones teóricas más amplias: la inclusión de variables históricas mostró dinámicamente el alto grado de variaciones tanto en la estructura de los grupos domésticos y de las explotaciones a lo largo del tiempo, como en el impacto de las migraciones dentro y fuera de la comunidad; el campesino dejó de ser percibido como un «exótico» «tradicional», o elemento «marginal» cuando se constató la existencia de trabajo asalariado, la producción de mercancías subalternas y de redes de trabajo informal que desde las «cerradas economías rurales» producían mercancías para las grandes firmas capitalistas, o que muchas de las decisiones agrícolas significativas no se toman en la comunidad sino en los centros de gobierno nacionales o de la Unión Europea.

Como la quiebra del modelo homogéneo no ha sido brusca, vamos a presentarla a partir del contraste entre el modelo, diferenciado en sus tres perspectivas fundamentales, con estudios de caso que cuestionan o dan una nueva interpretación a sus planteamientos.

Modelo homogéneo 1. Perspectiva institucional

El antropólogo Eric Wolf estableció una dicotomía que agrupaba las comunidades campesinas en dos grandes bloques: abiertas al exterior y cerradas corporativas. Las características de estas últimas (en las que, como hemos dicho, se centraron la mayor parte de las investigaciones de campo) son las siguientes: 1) la comunidad mantiene un corpus de derechos sobre la tierra, 2) existen presiones internas para la redistribución ceremonial de excedentes, a menudo mediante el sistema religioso y 3) se produce un desaliento frente a extraños y a la participación en actividades del exterior de la comunidad. Es decir, siguiendo la primera dicotomía, se subraya la parte interior de una naturaleza de dos caras, se hace hincapié en el «igualitarismo» y la «homogeneidad» de la comunidad y en el aislamiento del exterior, presupuestos que se encuentran en numerosos estudios sobre la península. Estudios posteriores han cuestionado la existencia de «igualitarismo» en las comunidades ibéricas, a pesar de que algunas tuvieran un alto grado de aislamiento. Presentamos uno de estos casos:

CASO DE ESTUDIO: FONTELAS (PORTUGAL)

Fontelas es el nombre supuesto de una aldea portuguesa estudiada por Brian O'Neill, casi fronteriza con la provincia de Ourense. Su clima frío y húmedo. Sus habitantes viven de una agricultura mixta que se combina con algo de pastoreo.

Diversas obras coincidían en considerar las comunidades por ellos estudiadas como socialmente igualitarias. Pero, ¿qué se entiende por estructura social igualitaria?. ¿que un hombre con setenta cabezas de ganado bovino vive, según las apariencias, de manera exactamente igual a uno que posea ocho?. Tomando como eje de la investigación la cuestión de la «igualdad» (recalcada por tantas monografías) y la de la diferenciación social y económica entre los campesinos (recalcada por ellos mismos), el caso de Fontelas nos da una respuesta negativa en tres aspectos fundamentales y -como se verá- profundamente interrelacionados:

  • Posesión de la tierra. El análisis de su distribución entre las distintas casas muestra con nitidez que la tierra no está uniformemente repartida y que es precisamente este el criterio en torno al cual se clasifica a los distintos grupos de Fontelas en: propietarios, lavradores abastados, lavradores, pequeños agricultores y jornaleros.
  • Trabajos cooperativos. El análisis de la organización de los ideológicamente «igualitarios» trabajos de cooperación entre las distintas casas muestra una vez más la estructura jerárquica como eje en tomo al que se realizan las distintas tareas. .
  • Bastardos, solterones y amancebados. El fenómeno más llamativo de Fontelas es el alto número de hijos ilegítimos, solteros, matrimonios tardíos, y uniones fuera del matrimonio. Ninguno de estos grupos pueden considerarse parte de una «subsociedad marginal», o analizarse como grupos residuales, sino que ocupan un papel muy relevante en la configuración de la siempre presente jerarquía social de Fontelas.

Más de una tercera parte de las mujeres de Fontelas ha tenido al menos un hijo de soltera a lo largo de su vida.

Esta presencia de ilegítimos se conjuga con un porcentaje muy alto de célibes, tanto entre hombres como entre mujeres, y con una edad media de matrimonio para  ambos sexos que se sitúa por encima de los 30 años.

¿Qué tienen que ver estos datos sobre hijos de madres solteras, solterones y edad tardía en los matrimonios con la clasificación social en función del acceso desigual a las tierras de labranza?. La desigualdad entre los grupos se analiza a través de las estrategias matrimoniales y de la transmisión de propiedades de una generación a otra: «existe una tensión estructural entre estas dos fuerzas. Las estrategias dominantes procuran conservar indiviso el patrimonio y mantener una gran fuerza de trabajo dentro de la casa natal durante tanto tiempo como sea posible. Cada matrimonio trae consigo el peligro de la dispersión de las personas y la división del patrimonio en la segunda y tercera generación». El análisis de lo que han hecho las casas de Fontelas durante varias generaciones muestra como se conjuran los peligros de la dispersión mediante el papel secundario que se da a las relaciones de afinidad frente a las de filiación, de la oposición entre matrimonio o patrimonio: restricción de casamientos, residencia natolocal (después del matrimonio cada esposo continua viviendo y trabajando en su casa de origen), no existen dotes y la herencia nunca se reparte al casarse sino al morir los padres. Por otra parte, aunque el sistema portugués de herencia es legalmente igualitario, las casas favorecen a uno de los hijos frente a los otros, lo que, en la práctica, produce un número muy alto de solteros, y de hijos ilegítimos (cuyas madres suelen ser jornaleras que ocupan el estrato más bajo de la jerarquía social).

Modelo homogéneo 2. Perspectiva cognitiva

Otra de las formas de establecer la homogeneidad de la comunidad está ligada a una interpretación cognitiva, cuyo exponente más célebre es Foster y su formulación de la imagen del bien limitado. En este caso una percepción homogénea de la comunidad, presentada como «evaluación realista del mundo», consideraría que todos los bienes de la comunidad son finitos. La comunidad campesina considera que el incremento o la posesión de riqueza por parte de algún campesino, o bien proviene del azar (un tesoro, la lotería) o del exterior. Si la riqueza proviene del interior (supondría haber privado a otro campesino de los bienes limitados) existen mecanismos sociales que obligan al enriquecido a redistribuir sus bienes (a menudo mediante la financiación de fiestas o ceremonias religiosas) y de esta forma mantener la homogeneidad de la comunidad.

ESTUDIO DE CASO: EL RIEGO (LEÓN)

El antropólogo Ubaldo Martínez Veiga publicó en 1985 una monografía sobre los agricultores que residen en las afueras de una ciudad de 12.000 habitantes situada en la comunidad de Castilla-León. Las relaciones de los agricultores con la ciudad son tan intensas que el autor rechaza expresamente que se pueda hablar de «comunidad» aunque es un sector de la población claramente conformado por su dedicación a la agricultura. Al analizar las figuras de los agricultores «notables», Ubaldo Martínez Veiga muestra como la explicación de la posesión de riquezas no es estática y es susceptible de interpretaciones distintas a las de la imagen del bien limitado. Centramos el análisis en dos de las figuras, el Asturiano y el Zapatón, que dominaron la vida y estructuraron la historia agrícola local del Riego hasta los años cincuenta.

El Asturiano llegó al Riego procedente de un pueblo vecino para casarse con una propietaria cuya familia también poseía una tienda de venta de petróleo y taberna. El Asturiano, hábil negociante y trabajador, mediante una estrategia diversificadora (una tienda, recogida de impuestos municipales) se convierte en los años treinta en uno de los máximos propietarios de tierra, casi toda de secano, aunque sus parcelas estaban dispersas. Por ello necesitaba mucha mano de obra que obtenía merced a sus buenas relaciones con los agricultores más pobres: les contrataba como jornaleros, les fiaba en la tienda y les hacía pequeños préstamos sin cobrarles intereses. Mientras que con los agricultores medios utilizaba una estrategia de enemistad y competición para poder comprarles sus tierras. Les prestaba dinero, pero cobrando intereses muy altos, que en muchos casos no podían afrontar y así se quedaba con sus tierras. A partir de estos elementos se formó una leyenda local sobre la conducta del Asturiano: «ayudaba a los pobres y "machacaba" a los ricos».

De la misma época es la figura del Zapatón, que aparentemente llevaba una vida menos relacionada con los agricultores. Hacia 1910, el Zapatón hereda de un familiar las mejores y más extensas fincas de regadío de el Riego. El no dirige directamente la explotación sino que arrienda las tierras. Su comportamiento se describe por los agricultores como el propio de un «señorito». De vez en cuando vendía pequeñas parcelas de su propiedad.

En su forma de vida hacía ostentación de su riqueza aunque también le gustaba mostrar que era un benefactor, no directamente de los agricultores sino de la Iglesia y de los mendigos que se alojaban temporalmente en un centro de acogida existente en el Riego.

La figura del Zapatón también se recrea en leyendas locales: el origen de su riqueza (herencia) se dice que provenía de un saco de onzas de oro que un ladrón había arrojado por error en el patio de su casa.

Tanto el Asturiano como el Zapatón parecen amoldarse a la imagen del bien limitado: en un caso la riqueza proviene del azar que es una de las formas socialmente aceptable de obtener riquezas (el Zapatón y las onzas de oro) y en el otro de quitárselo a los demás (el Asturiano y los agricultores medios). Tal interpretación estaría basada en la creencia de que esta visión del mundo forma un sistema, es decir, que su descripción estaría basada en la conjugación de sus elementos internos, sin tener en cuenta factores exógenos. Pero se puede realizar otro planteamiento: dado que toda la comunidad ha podido observar que la ascensión económica del Asturiano se debe a su trabajo y astucia, y al mismo tiempo, también ha observado que el Asturiano, no trabajaba ni cuidaba directamente sus tierras, la pregunta a la que responde la leyenda de ambos personajes parece ser la siguiente: «¿cómo es posible enriquecerse sin trabajar?: «La interpretación de las dos figuras es todo lo contrario de lo que se podía esperar a partir de la imagen del bien limitado. Lo anómalo que se trata de explicar es cómo es posible ser rico sin que la riqueza se deba al trabajo duro, al ahorro y a la astucia». Del Asturiano, los agricultores dirán «que las personas con las que practicaba sus métodos poco ortodoxos eran fundamentalmente personas de fuera de la comunidad». Por otra parte, su conducta en ningún caso se puede identificar con la nivelación o redistribución de riqueza. Los «favores» que hace a los agricultores pobres el Asturiano son parte de su estrategia económica y las limosnas que da el Zapatón no repercuten directamente en los agricultores ya que se las da a la institución eclesiástica o a los mendigos que no forman parte del Riego.

Si se sigue una interpretación etic de ambos, se observa que en el Riego existe una clara estratificación social y económica entre los dos patrones, los agricultores medios y los agricultores pobres. Entre todos los estratos también hay desigualdad para acceder a las tierras, y ambos han llegado a ser propietarios por herencias (en uno de .los casos mediante un matrimonio). Para mantener o incrementar el patrimonio utilizan estrategias económicas en función del tipo de recursos que controlan. Así, el Asturiano que tiene sus tierras dispersas y en secano necesita mucha mano de obra (se traduce en que «da trabajo a los pobres», les fía en la tienda, etc.), mientras que el Zapatón al tenerlas concentradas no necesita más que a sus aparceros. Ambas figuras pueden considerarse complementarias, pero su papel en la sociedad es el de patrones, que basaban su dominio en la posesión de tierras, es decir, en el dominio de recursos primarios a los que no todos tenían acceso por igual.

Modelo homogéneo 3. Perspectiva de la familia campesina

A finales de los años sesenta se introdujeron en el estudio de los campesinos las ideas del economista agrario ruso Chayanov a través de la interpretación que de ellas realizó el antropólogo M. Sahlins en la formulación que él denomina ley de Chayanov: «La intensidad del trabajo en un sistema de producción doméstica para el consumo varía inversamente a la capacidad de trabajo de la unidad de producción». Es decir, como la casa campesina es a la vez unidad de producción y consumo, la relación entre ambos se establece en función del número de miembros de la familia, que varía según su ciclo vital, presuponiendo que la intención del grupo no es obtener beneficios sino satisfacer las necesidades de la casa. En las épocas en las que la familia tiene un número de trabajadores proporcionalmente más alto, cada uno de ellos deberá trabajar menos para que se alcance el nivel deseable de autosuficiencia.

A partir de estas ideas muchos antropólogos se han centrado en el estudio de las familias corno unidad de producción y consumo. En cómo éstas toman las decisiones económicas y en cómo se organizan internamente los grupos domésticos, qué estrategias utilizan en los matrimonios y cómo se transmiten los bienes a las siguientes generaciones. El fenómeno de la herencia es en todos ellos fundamental. En primer lugar, porque en las casas campesinas residen varias generaciones, y no es lo mismo un reparto igualitario de tierras entre todos los herederos (dispersión del patrimonio) que la elección de uno de los hijos corno heredero preferente, que reproduce el ciclo productivo al llevar a la casa a su cónyuge e hijos.

Sin embargo esta perspectiva presupone una linealidad entre producción y consumo, y una homogeneidad en el grupo doméstico que algunos trabajos etnográficos cuestionan al contrastarlas con las ideologías de la producción y de la constitución social del género

CASO DE ESTUDIO: CERVIÁ (CATALUÑA)

La antropóloga Susana Narotzky ha realizado un estudio en Cerviá, un pequeño pueblo leridano de 328 casas, en el que analiza la ideología de la casa como elemento estructurante de la ideología de producción y cómo ésta se ha transformado y mezclado en los últimos años con otras ideologías: existe una ambivalencia entre la ideología tradicional de la casa y la capitalista de la familia, definida como grupo doméstico basado en la reproducción. Casa y familia son expresiones ideológicas de distintas organizaciones de la producción: «los grupos domésticos campesinos son la unidad de referencia de la granja y de la producción agrícola cuando se conceptualizan como «casa»; cuando se conceptualizan como «familia» son la unidad de referencia de una unidad de parientes centrada en un matrimonio cuyo objetivo es la reproducción «Las actividades de los miembros del grupo doméstico adquieren un significado diferente según se interpreten en el marco ideológico de la «casa» o de la «familia».

La casa no es una unidad de residentes: hay herederos que forman parte de la casa («trabajan para la casa») pero no residen en ella; ni estrictamente una unidad de producción: los jornaleros trabajan, pero no pertenecen a la casa. Ideológicamente la casa es una unidad de producción-reproducción: producción de bienes y reproducción de la fuerza de trabajo necesaria para continuar la granja. El modo fundamental de organizar la reproducción es mediante la herencia, preferiblemente otorgada al varón primogénito. En los últimos tiempos, hay una tendencia al incremento de herederas femeninas (debido a los cambios demográficos y a la emigración). Los repartos igualitarios entre todos los hijos son muy raros.

Según el ciclo vital hay dos momentos fundamentales para la transmisión de los derechos de propiedad: en el momento del matrimonio se hace un contrato notarial, como es frecuente en Cataluña entre los propietarios que se suele cumplir y sólo lo alteran circunstancias excepcionales. También se incluye en este contrato la dote de la novia, los cuidados que han de recibir los padres en la vejez y las relaciones con los hermanos que no heredan así como su «legítima». El segundo momento es el de la muerte de los padres que es cuando se recibe plenamente la herencia.

La ideología de la casa se refiere a la producción y a la reproducción. Sin embargo, actualmente, trabajar para la casa se asocia con el cultivo del olivo, el cereal o la almendra, es decir con la explotación agrícola que se identifica no con el trabajo común de los miembros del grupo doméstico, sino con el de los hombres. La situación se presenta como la inversa de Campo Lameiro, aunque allí el salario del hombre se integra en la ideología de la casa.

A través de la ideología del género, se puede considerar que el concepto casa se ha distanciado de la idea del grupo doméstico como unidad de producción y se ha acercado al de división sexual del trabajo de la familia, definido en función del género. Esto se expresa ideológicamente en la distinción entre «jornal para la casa» (claramente el agrícola de los hombres) y «malgastos», pequeñas cantidades de dinero para gastos individuales.

Durante los últimos 25 años en Cerviá un número cada vez más alto de mujeres se dedican a coser en su casa o en pequeños talleres en una red de trabajos informales para la industria textil. La estructura que favorece la incorporación de las mujeres a las redes informales es la de aquellas casas en las que hay más de una mujer adulta, por tanto el trabajo informal está en función de la composición de la casa y del ciclo vital. Así, del total de casas con varias mujeres adultas, el 51 % se dedica a coser para fábricas textiles.

Numerosos gastos se satisfacen con el dinero obtenido por las mujeres en sus trabajos informales pero, los ingresos que obtienen trabajando para empresas textiles se consideran un complemento de los ingresos de la granja, de la casa, por tanto de los hombres.

Paradójicamente «la granja como empresa sólo es posible si las mujeres entran en la producción textil. La casa ha llegado a ser un concepto de significado ambiguo: granja y familia».

La economía sumergida

El trabajo de Susana Narotzky realizado en un pueblo agrícola nos introduce en el llamado sector informal de la economía. El término «economía informal» fue establecido por el antropólogo Hart en 1970 para dar cuenta de un fenómeno que aparecía recurrentemente en muchas ciudades de países descolonizados tras la II Guerra Mundial, y que pretendía constatar la existencia de ciertas actividades que, como no pertenecían al sector formal de la economía, no eran tenidas en cuenta por los economistas o los planificadores del desarrollo. Las características básicas del sector informal son: auto-empleo, acceso fácil al trabajo mediante redes de conocidos, apoyo en recursos locales, además de un modelo de trabajo y una tecnología intensiva. En realidad bajo la denominación economía informal nos referimos a dos campos de problemas diferentes que muy a menudo confluyen: por una parte al análisis de los sectores formal e informal, y por otra al análisis de la producción subalterna, es decir de la producción y distribución de pequeñas mercancías que ocupan una posición subordinada en la producción capitalista.

Una de las críticas que se le suele hacer al modelo, es que su evidente dualismo oscurece tanto las interrelaciones entre ambos sectores como las relaciones de dependencia características del mundo capitalista, sobre todo en países del tercer mundo donde las grandes migraciones rurales a la ciudad dejan a los recién llegados con pocas alternativas que no sean entrar en ocupaciones como la pequeña producción o la venta callejera. Sin embargo hay muchos autores que continúan utilizando la distinción formal-informal considerando la interdependencia de ambos sectores, y aclaran que la: oposición no es una dicotomía del tipo moderno-tradicional, sino que establece interdependencias: el sector formal depende del informal para obtener bienes, servicios y mano de obra barata, y el informal obtiene del formal una buena porción de su clientela, cierto tipo de ingresos, y servicios, etc.

Lo que hoy denominamos «economía informal» o «economía sumergida» no representa un fenómeno contemporáneo. E. Smith hace notar que se trata de un fenómeno muy antiguo, que aparece, independientemente de las características básicas del modo de producción existente en una sociedad dada, siempre que éste es inadecuado para satisfacer las necesidades de la población. Tampoco es urbano: el estudio de numerosas aldeas gallegas y pueblos valencianos confirman la adaptabilidad de unidades domésticas «tradicionales» ante este tipo de producción. Tampoco es un fenómeno de países en desarrollo: numerosos autores han reconocido cómo las grandes firmas del textil o del calzado en países como Italia, Francia o España, se nutren de la captación de trabajadores «autónomos» o en «cooperativas» que les cosen sus productos sin ser «sus» empleados.

CASO DE ESTUDIO: HUARAZ (PERÚ)

La perspectiva de la economía informal debe combinarse con el contexto sociocultural y la situación del país en cuestión dentro del sistema económico mundial. F. Babb ha realizado un estudio en el Perú, centrado en cómo el continuo aumento de población procedente del medio rural en ciudades peruanas, sobre todo en Lima o en el Huancayo, va acompañado de una incorporación masiva de estos nuevos inmigrantes a la producción subordinada y al comercio ambulante.

Sin embargo muy diferente cuadro se desprende de la investigación realizada entre 1977 y 1982 por Babb en Huaraz, una ciudad pequeña de 45.000 habitantes. Sus datos parecen coincidir con los aportados por otros investigadores en grandes ciudades, y tienen el interés de ver la evolución de la vida en una pequeña ciudad. Huaraz fue destruido por un terremoto en 1970. Desde entonces se ha reconstruido y su población aumenta constantemente. Muchos recién llegados incrementan el número de pequeños vendedores tanto en las calles como en los mercados. Casi el 80% del total de vendedores son mujeres, aunque en el sector de la venta de frutas, hortalizas y alimentos cocinados, llegan a ser el 96%. A pesar de las horas dedicadas diariamente a preparar la venta y a vender, los beneficios que obtienen los ambulantes son muy bajos, en contraste con los de los mayoristas, y la mitad del sueldo diario de un trabajador agrícola varón.

Aunque sólo una minoría venden los productos que cultivan o producen ellos mismos, sería un error separar la producción de la distribución, dado que la conexión entre ambas esferas es directa: las frutas y hortalizas se limpian en las casas antes de llevarlas a vender; los vendedores de aves las adquieren vivas, pero las venden ya desplumadas, los de granos, los venden molidos, o los de tamales, ya preparados.

De todos los vendedores estudiados durante los cinco años que duró la investigación, de 1977 a 1982, sólo dos habían «triunfado», es decir, habían dejado de ser ambulantes, y habían transformado sus puestos en fijos. Como en los ejemplos que hemos visto anteriormente de la imagen del bien limitado, eran muy criticados por los otros vendedores ya que circulaban rumores de que tenían «apoyos» en el mercado negro.

Pero el fenómeno más interesante observado por Babb, es la pérdida paulatina de autonomía de los vendedores, sobre todo de las mujeres, en dos aspectos significativos: 1) el incremento de las desigualdades internas con la aparición de una jerarquía de vendedores entre los ambulantes. Así, por ejemplo, un vendedor de comida tenía diez vendedores en las esquinas mientras el se quedaba en su casa. Es decir, que si bien había aumentado el número de vendedores, estos eran asalariados de otros ambulantes que aunque no llegaban a ser mayoristas, tenían capacidad para contratar a otros. 2) El segundo cambio observado se refiere al aumento de vínculos de dependencia con los sectores formales del mercado nacional peruano tanto con mayoristas (que al garantizar créditos también disminuían la autonomía de los ambulantes) como con fabricantes. Por ejemplo, los vendedores de helados D. Onofrío, estaban integrados en una red de venta de alcance nacional que les proporcionaba la mercancía. Muchos de los vendedores de tejidos, o de utensilios de cocina hacían viajes periódicos a las fábricas de la costa para adquirir la mercancía. El resto la obtenía de mayoristas que a menudo forman parte de redes nacionales.

Las transformaciones observadas en los cinco años recalcan la interdependencia de ambos sectores, el predominio de mujeres en posiciones subordinadas y las pocas posibilidades que tienen los vendedores de mantener un grado mínimo de autonomía dentro del sector informal.

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Entre las Gracias y el Molino Satánico. Para el punto 2: Susana Narotzky y Paz Moreno Feliu.

LA RENTA DEL AFECTO: IDEOLOCIA y REPRODUCCIÓN SOCIAL EN EL CUIDADO DE LOS VIEJOS.

Susana Narotzky

Este artículo se basa en el trabajo de campo realizado durante los años 1986-87 en un pueblo de unos mil habitantes de la provincia de Lérida.

El objeto de este artículo es el estudio de la reproducción social de unas relaciones de producción ligadas a las pequeñas explotaciones agrarias y cristalizadas en torno al grupo doméstico y a las relaciones de parentesco. La reproducción social tiene como uno de sus factores principales el acceso a y el control de los medios de producción. La transferencia de los bienes así como de la autoridad sobre ellos y sobre la fuerza de trabajo, configuran y reproducen unas determinadas relaciones de producción.

En esta zona se distinguen dos momentos clave en el proceso de transferencia de los derechos sobre la propiedad: el matrimonio y la muerte. Hasta la Guerra Civil, era frecuente pactar un contrato matrimonial (Capitulaciones Matrimoniales) ante notario antes del matrimonio. Estos contratos estaban relacionados con la transmisión de propiedad. Con frecuencia, los contratos matrimoniales quedaban reservados al hijo que se instituía heredero en la donación comprendida en el contrato. La costumbre de la zona solía comprender la cláusula de «asociación a compras y mejoras» en los contratos, lo que realzaba ideológicamente la equivalencia del trabajo aportado a la casa por determinados miembros del grupo doméstico -el matrimonio predecesor y el matrimonio sucesor- frente al resto de los posibles miembros -hermanos/as del predecesor, hermanos/as del sucesor-. Por una parte los contratos matrimoniales estipulaban transferencias formales de propiedad y por otra describían y establecían las relaciones de autoridad en la casa que se estaba re-creando con el nuevo matrimonio.

La muerte y el testamento es el otro momento crítico en el que la reproducción de la casa puede reorganizarse.

El heredamiento en Capitulaciones Matrimoniales y la institución de heredero en testamento son las formas institucionales de transmisión de los medios de producción (casa, tierras, maquinaria, títulos de socio de la cooperativa) entre las generaciones. En este artículo intento demostrar que existe una flexibilidad estratégica de ambas generaciones implicadas en el relevo, que se ampara en la ideología del deber de los sucesores a cuidar hasta su muerte a sus predecesores en la propiedad.

Cuando se considera el papel de la mujer en la reproducción social se estudian sobre todo sus tareas como procreadora, cuidadora y educadora de niños, así como su función en la manutención y acomodamiento de los miembros del grupo doméstico. Es decir, su papel en la reproducción de la fuerza de trabajo. El presente análisis, sin embargo, plantea la importancia que tiene el cuidado de la mujer a los ancianos en la determinación de una elección por parte de la generación predecesora a la hora de fijar la herencia y de ceder el control de los medios de producción a la siguiente generación.

A través de su trabajo como cuidadora de ancianos, la mujer maneja en última instancia el elemento emotivo-afectivo de la ideología sucesoria, sin menoscabo del hombre de la generación sucesora que actúa como fuerza de trabajo «atada» a las tierras del predecesor. La mujer tiene de este modo una maniobrabilidad independiente de factores directamente ligados a la producción como es, por el contrario, la mayor o menor necesidad de mano de obra que pueda tener el predecesor. Sin embargo, la titularidad de la transmisión seguirá la línea de filiación (directa o colateral) y no la de alianza, con aparente independencia de que la mujer de la pareja sucesora haya sido la que ha prodigado sus cuidados creando así un entorno afectivo propicio a la transmisión. Sin embargo, es la conjunción de ambos elementos, el trabajo en las tierras de los predecesores y el cuidado físico de éstos en su vejez, el trabajo del hombre y el trabajo de la mujer, los que influyen en la elección de sucesores, y son estos dos elementos los que configuran el concepto amplio de «cuidado».

ANALISIS DEL CASO

Con los datos que he manejado para el pueblo estudiado voy a intentar valorar la importancia del elemento «cuidado» en la configuración de las relaciones de producción en el grupo doméstico.

Es significativo que en el pueblo estudiado el 37% de las transmisiones de casas en el siglo XX estén específicamente ligadas al cuidado de los predecesores en su vejez. El término «cuidado» se utiliza aquí en un sentido extenso en el que éste puede iniciarse cuando los predecesores no son todavía propiamente viejos, en particular en los casos en que no tienen hijos. El «cuidado» incluye tanto la atención física y afectiva de los predecesores cuando lo necesiten, como el trabajo en las tierras y las tareas domésticas. Por último el término «cuidado» se refiere a aquellos grupos domésticos que en algún momento de su ciclo han sido grupos domésticos troncales.

El «cuidado», cuidado no continuado, se contrapone al cuidado continuo. Los sucesores efectivos a la posesión de la casa pueden haber residido continuadamente con sus predecesores -esta es la clásica descripción de la familia (o grupo doméstico) troncal-, o bien pueden haber residido con ellos sólo durante el último periodo de la vida de uno o de ambos predecesores. En este último caso el «cuidado» como tal, el «cuidado» como un elemento prioritario que da acceso a la sucesión y a la herencia, puede ser estudiado.

Al casarse, los herederos preferidos (e incluso a veces los instituidos en Capitulaciones Matrimoniales), en lugar de integrarse mediante la corresidencia en el grupo doméstico de los predecesores prefieren tomar una residencia separada. A menudo alquilan una casa o bien ocupan temporalmente una casa vacía perteneciente al patrimonio de uno de los predecesores. Esta residencia separada puede ser el resultado de un conflicto abierto entre predecesores y sucesores sobre el control de parte de la producción o puede ser también una estrategia preventiva en la que la residencia separada impide las fricciones. Durante el primer cuarto del siglo podía existir también con frecuencia una razón demográfica para la separación de residencia de los sucesores al casarse: que un número importante de hermanos/as menores viviera todavía en la casa y el nuevo matrimonio y sus futuros hijos pudieran suponer una carga excesiva para los ingresos de la casa. No hay que olvidar tampoco el deseo de privacidad que pudiera tener el joven matrimonio.

Los predecesores tenían la obligación de mantener a los sucesores con los ingresos provenientes de la casa mientras éstos trabajasen para la casa, igual que si hubieran sido co-residentes. Sin embargo, esto a menudo creaba una situación de continua tensión por parte del joven matrimonio que se veía forzado a pedir dinero constantemente y a justificar todos sus gastos a los predecesores. Por tanto la joven pareja buscaba ingresos alternativos que pudiera controlar directamente y que le permitiera un mínimo de independencia. Hoy en día se acepta con mayores reparos la dependencia económica de los sucesores respecto a los predecesores cuando no existe co-residencia. Todo esto aporta un margen de independencia al matrimonio sucesor, pero también reduce a un mínimo el coste de reproducción de la fuerza de trabajo para el grupo doméstico del predecesor.

Así pues, la separación de residencia presentaba y presenta ventajas tanto para los predecesores como para los sucesores mientras ambos matrimonios se encuentran en plena actividad. Cuando los predecesores envejecen o uno de ellos muere, los sucesores vuelven a co-residir con ellos y a cuidados durante sus últimos años. La administración de la casa pasa a manos de los sucesores aunque los predecesores mantienen el usufructo de los bienes y pueden, si quieren, controlar de cerca la administración del sucesor a través de la supervisión de los cuadernos de cuentas. La sucesora tiene que ocuparse de la carga creciente que supone el cuidado físico de los ancianos predecesores, además de asumir las tareas domésticas que hasta entonces había realizado la predecesora.

En todos los casos se observa una división sexual del trabajo de cuidado en el matrimonio joven. Mientras el hombre proporciona su fuerza de trabajo en el campo de la producción agrícola y accede progresivamente a la gerencia y al control de los medios de producción a medida que el viejo predecesor pierde fuerzas, la mujer, que también proporciona fuerza de trabajo a la unidad de producción agrícola, es sobre todo productora de futuros trabajadores, productora de fuerza de trabajo por sus tareas en la procreación y socialización de criaturas, pero también en el mantenimiento de la mano de obra existente mediante el trabajo doméstico. Por último la mujer, por su papel fundamental en el cuidado físico y afectivo de los ancianos es un factor clave en el proceso de acceso a los recursos por parte del matrimonio joven. El cuidado de las tierras y el cuidado de las personas que integran el grupo doméstico se constituyen como una labor de equipo generacional. A pesar de una clara división sexual del trabajo, el acceso a los recursos depende del esfuerzo conjunto de un matrimonio joven respecto de uno viejo que controla los medios de producción. Los jóvenes tienen que ganarse a los viejos y los viejos tienen que retener a unos jóvenes en una tierra ingrata sin ceder lo que hace su fuerza de persuasión, lo que les hace valiosos y les protege contra el abandono en la vejez.

El cuidado como estrategia e ideología

El cuidado es una estrategia con un significado recurrente derivado probablemente de las prácticas que se establecen en relación a los instituidos herederos: los sucesores deben vivir con los predecesores, trabajar para la casa y cuidar de los predecesores en su vejez. Estas prácticas son casi normativas y aparecen explícitamente mencionadas en Capitulaciones Matrimoniales y testamentos. Así pues, parece que el significado del cuidado en relación a la sucesión se deriva de la institución de heredero. En su utilización estratégica, sin embargo, la dirección causal primitiva se invierte. El heredero instituido cuida de sus predecesores porque él/ella es el heredero. El cuidado es una consecuencia de la herencia (v. g. no se considera que otros hijos deban cuidar de ellos). En su utilización estratégica, la herencia es la consecuencia del cuidado. El hecho de cuidar de alguien permite reivindicar su sucesión. Al final, uno es heredero/a porque una ha cuidado de sus predecesores. Herederos preferidos han perdido la herencia por no asumir la condición del cuidado, y esto se considera justo.

Pero ¿qué tipo de reivindicación sobre la sucesión da el cuidado'? Es una reivindicación expresada en términos de afecto pero basada en el trabajo y en una recompensa material.

En este caso el amor del predecesor queda probado por un legado material, pero también su amor es consecuencia del duro trabajo del sucesor en sus tierras y del cuidado de su nuera. Esto supone una ideología, quizá derivativa y justificadora de una legislación que favorecía la primogenitura, en la que el cuidado de los ancianos (amor filial) es lógicamente recompensado por la transmisión de los bienes (amor paternal). Esta relación queda expresada entorno al concepto «querer»: los hijos quieren a los padres y se lo demuestran cuidándoles y trabajando para ellos, los padres quieren a los hijos y se lo demuestran legándoles los bienes a su muerte.

El cuidado de los viejos puede ser una baza importante en el acceso a los medios de producción. Permite que los individuos puedan seguir distintas estrategias a lo largo de su vida. Estas estrategias pueden referirse a distintos grupos domésticos con el fin de incrementar el abanico de posibilidades de acceso a los medios de producción. El cuidado y las estrategias de trabajo permitirán a los no herederos preferidos convertirse en herederos efectivos ya sea de su casa de origen o de la de otro pariente. Un heredero preferido que vive en residencia separada puede tener la oportunidad de cuidar y heredar de algún tío o tía, o de los padres del otro cónyuge. Esto a su vez proporcionará a otro de sus hermanos/as la posibilidad de usar su trabajo + cuidado en relación a sus propios padres.

Así pues, la reproducción social está ligada a la reproducción y a la producción de casas, pero son las personas dentro de ellas las que se están reproduciendo a través de estrategias individuales y cooperativas. Existe una tensión continua entre la reproducción individual y la reproducción de la casa, y es esta tensión la que, en contextos históricos y económicos diferentes, orientará la toma de decisiones de los distintos miembros del grupo doméstico.

CONCLUSIÓN

El cuidado de los viejos es una estrategia que permite el acceso a los medios de producción de los predecesores. Es un elemento clave de la reproducción social en un contexto en el que la herencia impartible y la unigenitura han constituido un factor material pero también ideológico predominante (aunque no exclusivo). Lo interesante de la ideología del «cuidado» es que flexibiliza el acceso a la herencia mediante la potenciación del cuidado de los viejos como factor crucial en la determinación de la sucesión, atrayendo hacia el polo emotivo-afectivo la definición de los mecanismos de transferencia de los medios de producción y alejándola de la institucionalización jurídica. Sin embargo, es interesante observar el hecho, citado con frecuencia, de que los notarios encaucen la transmisión de bienes teniendo en cuenta el cuidado como factor principal.

De este modo, los notarios contribuyen a una cierta institucionalización del cuidado como vía de acceso a la herencia. Por lo que a pesar de que el cuidado enfatiza en cierto modo el polo emotivo-afectivo de la detención de la sucesión y de la herencia, también se encuentra sujeto a un marcaje institucional.

Es importante observar cómo en este marco el trabajo de la mujer en el cuidado físico y afectivo de los ancianos se convierte en un elemento clave de la transmisión de bienes, del acceso a los medios de producción y por tanto de la reubicación del matrimonio en el mapa de las relaciones de producción. Por último, la ideología del cuidado permite maniobrar en un campo relativamente cerrado, diseñar estrategias que tanto pueden llevar a la sucesión a matrimonios desprovistos de la posibilidad preferente de acceso a los recursos, cómo pueden facilitar la acumulación de sucesiones y herencias mediante una recurrente propensión a cuidar parientes solitarios.

De hecho, mientras que el trabajo y la propiedad son los factores que se intercambian en realidad, el cuidado paternal o filial parece ser el factor ideológico significante de los intercambios en cada caso. Intercambiar trabajo por cuidado paternal (mantenimiento) y cuidado filial por propiedad, intercambiar trabajo y propiedad mediante una ideología de sentimientos y obligaciones naturales, justifica y esconde las desigualdades que pueden estar presentes en el intercambio económico estricto, dentro del grupo doméstico y de la familia (por ejemplo, la desigualdad del intercambio trabajo-propiedad en el caso de los hijos solteros). Las relaciones de producción están imbricadas en las ideologías y éstas son elementos clave de la reproducción social. La ideología del cuidado constituye un ejemplo de violencia simbólica donde las relaciones de dominación ocurren mediante «estrategias que deben bajo pena de aniquilarse al traicionar abiertamente su verdad, travestirse, transfigurarse, en una palabra eufemizarse». Sin embargo, hay que reconocer que el tener alguien que les cuide se convierte para los ancianos predecesores en una prioridad real, independientemente de que a partir de ello se elaboren estrategias de acceso a los recursos.

Por otra parte la expresión emotivo-afectiva del cuidado considerado ya no sólo como ideología sino también como trabajo material inscrito en lo cotidiano, es una realidad. Ese «querer» de los padres a los hijos y viceversa es cariño real y es emoción y es afecto. El hecho de que tenga efectivamente una expresión material no debe llevamos a desvirtuar su capacidad emotiva. Es la realidad de esa emotividad la que permite su eficacia estratégica. Desentrañar el tejido denso de emoción y de interés, de amor paterno/filial y pugna por el acceso a unos recursos, del respeto y la sumisión a unas relaciones de producción determinadas, no significa en modo alguno la descalificación moral de los individuos insertos en este contexto. Es un intento de comprender de qué modo las relaciones sociales que producen y reproducen unas determinadas relaciones de producción en un contexto histórico determinado son al tiempo objetivas y subjetivas, y cómo es precisamente esa síntesis lo que las hace a la vez flexibles y resistentes, lo que permite, en suma, su viabilidad. Es esa materialidad de los procesos ideológicos lo que en este artículo he pretendido abordar.

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Entre las Gracias y el Molino Satánico. Para el punto 2: Paz Moreno Feliu; Modelos de género e ideologías del trabajo.

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Entre las Gracias y el Molino Satánico. Para el punto 3: Joan Frigolé: Semblanzas del caciquismo y del cacique.

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Entre las Gracias y el Molino Satánico. El artículo de U. Martinez Veiga sobre El Ejido..., sirve como ilustración del contraste entre la agricultura industrial y la campesina.

Frente a la creencia popular sobre que El Ejido es una muestra más de una sociedad llena de nuevos ricos que, aunque producen mucho, tienen una mentalidad y cultura que se podía calificar de preindustrial, perteneciente al pasado remoto, se intenta demostrar que tanto El Ejido como los acontecimientos que lo hicieron famoso en febrero de 2000 son un producto de lo que podríamos designar «capitalismo avanzado», aunque este término será sometido posteriormente a critica.

El Ejido es básicamente una muestra de la actual organización del capitalismo, y el capitalismo, por muy avanzado que se considere, nunca ha sufrido una evolución lineal sino que conserva elementos del pasado junto a innovaciones reales y otros que se presentan como novedad aunque sean bastante viejos. El Ejido representa un auténtico distrito agroindustrial, con un sistema de producción agrícola enormemente sofisticado desde el punto de vista tecnológico que se basa en pequeñas modificaciones de tecnologías presentes desde tiempo inmemorial en la zona y, por lo tanto, en un desarrollo endógeno con un anclaje esencialmente local. Los elementos que están presentes en el caso de El Ejido son una aglomeración de empresas pequeñas y medianas poseídas y gestionadas por las unidades domésticas. Esto se manifiesta en la presencia de 9.000 unidades productivas y en su defensa activa por parte de los agricultores que se enfrentan a la llegada de grandes empresas que son consideradas como modelos foráneos. Con ello se está insistiendo en la inserción de las actividades económicas en el espacio y en la cultura local, en los lazos que unen a unas unidades productivas y domésticas con otras.

A esto hay que unir el hecho de que las decisiones sobre inversiones básicas se toman de forma local, que las fuentes de financiación también son locales. También es importante subrayar la presencia local de los conocimientos técnicos así como de los servicios de comercialización y venta. Todo este conjunto de elementos configura lo que algunos autores designan como «densidad institucional», basada en relaciones sociales específicas que, unidas a ciertos fundamentos culturales, sirven de base para una organización económica de cada distrito que permite la circulación de la información económica y de los créditos. Dentro de las instituciones que desempeñan un papel en esta «densidad institucional» es básica la presencia de instituciones crediticias locales. Este conjunto de elementos hace del distrito una entidad bastante cerrada con respecto a los que vienen de fuera.

Analizando la mano de obra encontramos fenómenos importantes. En primer lugar, lo que aparece es un alto nivel de inmigración y una tasa muy baja de emigración. La primera emigración interior se ha constituido poco a poco en un conjunto de propietarios sobre cuya autoexplotación se edificó en un primer momento la riqueza de la zona. A partir de 1985 empiezan a llegar inmigrantes marroquíes y lentamente se produce un abandono paulatino de las actividades agrarias por parte del grupo doméstico, de tal manera que en gran medida el trabajo de las explotaciones agrícolas queda en manos de los inmigrantes marroquíes. Es llamativo que la mayoría de los inmigrantes nativos se ha convertido poco a poco en propietaria, pero ningún inmigrante marroquí ha llegado a esta situación. Ello trae consigo una división entre los inmigrantes internos propietarios de la tierra y los inmigrantes extranjeros, propietarios únicamente de su fuerza de trabajo. Las características más importantes de la fuerza de trabajo dentro de los distritos son tres: en primer lugar se trata de un mercado interno al distrito; en segundo lugar, de una mano de obra muy flexible y, en tercer lugar, de trabajadores que están comprometidos con el distrito en su conjunto más que con las empresas y los empresarios individuales. Vamos a detenemos en estos tres elementos.

Cuando se habla de un mercado interno al distrito, los autores se refieren al hecho de que se trata de un mercado con fuertes componentes locales. Ya más complicado es elucidar lo que se quiere designar con la palabra «flexibilidad». Tiene mucha importancia la flexibilidad numérica, la cual se reduce a la facilidad para emplear o despedir a los trabajadores en base a las necesidades de la producción. A ella habría que añadir la flexibilidad funcional que consiste en que las tareas no están demasiado demarcadas y el trabajador puede cambiar de una tarea a otra con facilidad. Esta flexibilidad funcional va unida al hecho ya comentado de que los trabajadores están más comprometidos con el distrito en su conjunto que con las empresas particulares. De lo que se trata realmente es de que se da una rotación continua de los trabajadores entre las diversas unidades productivas dentro del distrito. Este fenómeno era visto por los teóricos de la segunda ruptura industrial como una superación de las rigideces en la aplicación de la mano de obra y de la des cualificación y monotonía que llevaba consigo el realizar siempre las mismas o parecidas tareas. Así se llegaría a un trabajador más cualificado y polivalente. Sin embargo, cuando se miran los fenómenos de cerca, en El Ejido, se descubren dos fenómenos importantes. En primer lugar, la rotación frecuente de los trabajadores entre las unidades productivas determina que la relación de cada uno de los empresarios con ellos sea meramente puntual, lo que trae consigo la consideración del trabajo como una pura mercancía. Se paga puramente la producción sin tener en cuenta los gastos reproductivos. Por otra parte, el hecho de que cada trabajador sea sustituido con rapidez por otro hace que, aunque todos ellos en su conjunto sean necesarios (por ello se dice que son trabajadores comprometidos con el distrito), desde el punto de vista de los empresarios particulares todos sean fácil y continuamente sustituibles. Aquí está la base fundamental de la vulnerabilidad e incluso irrelevancia de los trabajadores individuales. Si a ello añadimos que la rotación de los trabajadores entre las diversas unidades productivas implica que las habilidades y cualificaciones productivas se hacen atributos generales de todos los trabajadores, la precariedad de los mismos aumenta, porque se vuelven incapaces de ejercer el nivel mínimo de «monopolización» de las habilidades que les daría una ventaja en el proceso de negociación en el mercado de trabajo. Pero ni la rotación de los trabajadores ni sus consecuencias son algo nuevo dentro del capitalismo actual, sino más bien la característica básica de la organización de la fuerza de trabajo en nuestro país.

Si a todos estos elementos añadimos tres más podemos ofrecer un cuadro fiel de la situación. Por una parte, se trata de empresas pequeñas enormemente descentralizadas las unas con respecto a las otras. Dentro de ellas la coordinación tiene lugar a posteriori mediante una organización «en redes» a través de las cuales se transmiten recursos monetarios, información y se lleva a cabo la comercialización de los productos. Por otra parte, lo que hace de las empresas agrícolas de El Ejido fenómenos propios del «capitalismo avanzado» es el hecho de que en gran medida pueden traer productos al mercado más rápidamente. Por último, hay que insistir en el hecho de que estamos hablando de unos trabajadores extranjeros cuyo manejo puede ser encargado al Estado, que, en base a leyes, frecuentemente ad hoc, permite la utilización o la expulsión de una mano de obra que de hecho está siempre disponible como un ejército en reserva.

Como se puede observar, es fascinante descubrir la mezcla de elementos llenos de novedad y a la vez de arcaísmo que aparecen en el mercado de trabajo de El Ejido. Por esta razón, desde un punto de vista se presenta como un mercado en estado puro que haría las delicias de Adam Smith y, desde otros, como un mercado muy «institucionalizado».

Los ataques racistas que tuvieron lugar en febrero de 2000 pueden ser considerados en última instancia como una celebración del cierre social mediante el cual se intenta excluir formalmente a los inmigrantes de la posesión de tierra y convertidos así en proletarios perpetuos. Desde esta perspectiva, es importante tener en cuenta que, cuando se producen los ataques, los nativos justifican su posesión de la tierra como algo que viene desde tiempo inmemorial. La presencia del trabajo inmigrante es vista como una amenaza a este dominio y esta posesión, porque sus esfuerzos son los que han creado este «milagro». Como respuesta a tal amenaza aparecen estos ataques, que intentan disciplinar a los inmigrantes, excluidos y, de alguna manera, colocarlos en su sitio, fuera. De hecho, a raíz de estos acontecimientos los inmigrantes son expulsados lejos del lugar en donde viven los nativos, apartados a las zonas periféricas. De ellas no se pretende que vengan más que a trabajar y que desaparezcan después. Se trata de convertirlos en puro instrumento de producción sin tener en cuenta para nada los gastos de reproducción. Esto constituye, por otra parte, la esencia del capitalismo.

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