Platón: El Mundo de las Ideas, el Alma y el Estado Ideal
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El Origen del Mundo: Las ideas son la esencia del ser, aquello que siempre existe y nunca desaparece. La idea reside en el mundo inteligible, donde se encuentra todo lo que es eterno e inmutable. En contraste, el mundo visible es el dominio de la opinión, un reino que percibimos a través de los sentidos y, por lo tanto, su ser es efímero, sujeto a nacimiento y muerte. En nuestro mundo, nada ocurre sin una razón suficiente, una causa que lo precede. Todo lo que existe o sucede es el resultado de una causa, y estas causas a su vez son causadas.
Según Platón, el Demiurgo, una idea que actúa como arquitecto universal, construye nuestro mundo a partir de un modelo, utilizando las ideas como arquetipos. Si se copia directamente de las ideas, el resultado será bello. Sin embargo, las cosas del mundo sensible son copias materiales de una copia, y por lo tanto, la copia de una copia no puede alcanzar la misma belleza. El universo es concebido como un animal eterno. El mundo es generado por el Demiurgo, quien lo copia del mundo ideal, por lo que no es creado, sino construido. Nada puede llegar a la realidad sin provenir de la realidad misma. Este mundo es el mejor de los seres generados por la causa más adecuada, una imagen del mundo inteligible. La relación entre el mundo inteligible y el mundo sensible es análoga a la relación entre la episteme (conocimiento verdadero) y la doxa (opinión).
¿Qué motivó al Demiurgo a copiar el mundo? Su propia bondad intrínseca. Su intención era que su bondad se extendiera del mundo ideal al mundo sensible, transformando el desorden en orden. Su deseo era que todas las cosas fueran buenas y que no existiera el mal. Nuestro mundo es el más hermoso que se puede concebir. En este mundo, la razón no puede existir sin el alma. El mundo es un ser ordenado, eterno y bello, dotado de alma. Nada imperfecto puede alcanzar la belleza. Al hablar del mundo, nada es completamente cierto, ya que la verdad reside únicamente en el mundo ideal.
Teoría del Alma (Mito del Carro)
Platón ilustra la naturaleza del alma con el mito del carro alado. Los dioses poseen aurigas hábiles y caballos excelentes. En contraste, nuestros caballos no son tan buenos. Uno de nuestros caballos es noble y hermoso, mientras que el otro es rebelde y difícil de controlar. El conjunto de la auriga y los caballos representa el alma. El caballo noble es dócil y virtuoso, mientras que el caballo rebelde es desobediente y pone en peligro al auriga y al caballo bueno. El carro se dirige hacia la idea de la belleza, pero el caballo rebelde se desvía, obligando a los demás a ceder en su intento por mantener el rumbo.
Para Platón, el alma se divide en tres partes:
- Racional (Auriga): Reside en la cabeza; es inmortal; controla el conocimiento y su virtud es la phronesis (prudencia).
- Irascible (Caballo Bueno): Reside en el pecho; es inmortal; controla los sentimientos y su virtud es la andreia (valentía).
- Concupiscible (Caballo Malo): Reside en el vientre; es mortal; controla los instintos y su virtud es la sophrosyne (templanza).
La justicia se alcanza mediante el equilibrio de estas tres virtudes. El hombre justo es aquel cuyas almas racional, irascible y concupiscible son prudentes, valientes y templadas.
El Estado Ideal
Platón propone un estado ideal con tres tipos de hombres:
- Productores (Hombres de Bronce): En ellos predomina el alma concupiscible; se encargan de producir los bienes materiales necesarios para la sociedad. Su virtud principal es la templanza.
- Militares (Hombres de Plata): Ciudadanos en los que predomina la parte irascible del alma. Poseen principalmente la virtud de la valentía. Defienden el estado.
- Gobernantes (Hombres de Oro): En ellos predomina el alma racional; se dedican a cultivar la filosofía y a gobernar. Su virtud principal es la prudencia.